Capítulo XIX
"No hay un gran genio sin una mezcla de locura"
Aristóteles
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El clima durante estos días ha estado un poco extraño, hay días que llueve y otros que el sol se mantiene, mientras que por las noches hace frio y durante el día se mantiene cálido o nublado, sinceramente hay épocas del año que el país se mantiene exactamente con su clima, sin embargo, con esto de la contaminación ambiental, los tiempos han cambiado y bueno, las cosas ya no suelen ser lo mismo a pesar que el país cuide su medio ambiente de la mejor forma posible. Por lo menos el día de hoy, el día se ha mantenido regular, es decir, templado a pesar que para estas fechas se dan las lluvias y pronto empiece las nevadas entre noviembre a marzo.
Al estar en casa, no hago más que tener que hacer mi trabajo con la empresa todo el día, ya que luego de que me dieran el alta en el hospital y Demian haya decidido por mí y el bebé en pasar un mes entero casi en cuarentena para cuidar el bienestar de la criatura y bajar mi estrés; hubiera querido rechazar la idea pero por supuesto, la primera semana no fue nada fácil cuando sentía algún par de dolores o malestares en el vientre luego de intentar ir a trabajar sin que Demian se diera cuenta, pero luego fue inútil al darme cuenta que sí necesito unos días de descanso para no proporcionarle más dificultades al bebé.
Así que hoy me encuentro haciendo teletrabajo, algo que se me dificulto realizar al principio cuando mi trabajo se desempeña más en la empresa que estar en una casa encerrada con una laptop mientras paso sentada de lugar a lugar para poder cambiar de ambiente, lo cual lo he hecho constantemente para tampoco sentirme aburrida ya que necesito estar en movimiento. Ahora me he quedado en el comedor que está en el jardín cerca de la piscina, al menos el clima no me ha irritado y también ha sido un buen día con pocas labores y más con monitoreo.
—Aquí está su merienda, señorita Danika. —Elevo la mirada al escuchar la voz de Karim quien deja un plato de comida en frente de mí.
—Te lo agradezco mucho. —Le sonrío mientras ella se va.
Aparto unos papeles para luego tomar el plato en donde se encuentran dos tostadas de pan integral con aguacate, queso y jamón de pavo; son tan deliciosas que no tengo cabeza para seguir trabajando mientras me deleito de la comida y por supuesto, de mi batido de frutas.
Antes de distraerme en mi trabajo al encontrarme comiendo, me encuentro con una carpeta amarilla que está debajo de varios documentos que he tenido que pedirle a Demian que me dé para poder trabajar en casa luego que no quiso que pisara la empresa porque empezaba a creer que no saldría de ahí sin laborar un último día; así que quitando varias páginas de papel que están en desorden, pero gracias a Dios, tienen número de página, termino por agarrar la carpeta que ha llamado mi atención.
Al abrirla pronto empiezo a tener una fatiga y pérdida de apetito al darme cuenta que no es nada más y menos que una nueva carpeta de donde se encuentran el curriculum de los padres que están dispuestos a adoptar un bebé, no pensaba que entre tanto documento aquella carpeta terminaría con mi trabajo o cómo pude olvidar que Demian me la ha dado con un especial color para que la identifique correctamente.
Me acaricie la cabeza y casi dejo de comer mi merienda al sentir una pequeña náusea, sinceramente la sorpresa fue grande e inesperada que ya me di cuenta que me trajo un buen disgusto. A pesar que los últimos días ya no he pensado más sobre la adopción porque he tomado la decisión de luchar por el bebé, pienso que ver esos documentos no cambiará nada mi pensamiento, además, al menos debo de tratar de verlos, aunque ya haya cambiado mi decisión porque no dudo que Demian me preguntará por ello y prefiero tener en mente que debo de decirle antes que su pregunta llegué de forma inesperada y dejé una respuesta al aire y poco lógica.
De todas formas, tengo un poco de curiosidad de conocer los partidos que ha elegido Demian, quien luego me comentó que los padres que ha optado a su selección han sido investigados de cabeza a pies para que el bebé este en buenas manos, añadiendo que no tengan algún antecedente penal o mental que puedan provocar algún daño futuro a la criatura.
Respiro hondo y empiezo a leer el primer curriculum que no se trata más que una pareja que lleva quinces años de casados, han intentado tener hijos pero su esposa es estéril, viven en Osijek, su estado económico es estable, ninguno de los dos miembros presenta algún antecedente penal, su estado mental es lúcido, no presentan ningún tipo de enfermedad venérea o crónica; el señor es dueño de una empresa textilera y su esposa trabaja en bienes raíces y han enviado fotos de su casa, una propuesta de plan de vida que desean tener con su futuro hijo o hija y por supuesto, tanto las características como la personalidad que tienen.
Pensaba que en todo lo que estuve leyendo podría sacar alguna excusa para poder tirar el curriculum a la basura, sin embargo, no encontraba algún defecto que hiciera que dijera que no me gustaba está pareja. Me abrume tanto que dejé de ver ese informe para pasar a otro, pero lo mismo me sucedió con ese y el siguiente haciendo que me terminara por frustrarme porque me di cuenta que todos los partidos de padres en adopción parecen ser ese prototipo de padres perfectos con estabilidad económica y emocional que están preparados para darle esa vida soñada a cualquier bebé.
Me he dado cuenta que Demian se esforzó buscando a unos padres indicados para la criatura, lo peor de ello es que es tan selectivo que no es de las personas que puede traer una lista grande de nombres de padres adoptivos de cualquier lugar. Y la verdad, es que esto me asusta, me asusta en gran medida porque él se lo está tomando con seriedad el asunto de la adopción, porque mientras que Demian puede pensar que en los últimos días trabajo en el plan de separarme o cortar mi lazo afectivo con el bebé, más bien, cada día tengo un apego con mi hijo o hija.
Trago hondo porque no tengo idea de cómo reaccionará luego de saber que su trabajo ha sido un desperdició, además no sé si ya se ha hecho la ilusión de que no llegará a saber nada del bebé si de una sola vez se entrega en adopción, sin añadir, que es posible que le dé un ataque de furia al saber que al final me quedaré con el bebé a pesar que él me dejó a mi elección el destino del niño o la niña.
Escucho como mi celular suena para dejar de prestar atención a aquellos documentos que por si fuera poco me da envidia saber la perfecta vida que todas esas parejas tienen, pero, por otro lado, me siento mal por ellas al saber que, por cuestiones de la vida, les ha tocado tener que adoptar un hijo o hija ya que no pueden tenerlos.
—Hola amiga —le contesto la llamada a Tara.
—Hola Dani, ¿qué haces? —Ella pregunta mientras veo cómo sale de la habitación de su hija de ya tres meses.
—Ya sabes, trabajo en casa —encojo los hombros.
—Pensé que te reintegrarías está semana. —Niego.
—Hable con Demian sobre ello, pero se negó, quiere que trabaje el mes completo en casa sin importar que diga que me siento bien. —Le mencionó.
Por lo menos, ya no le debo ninguna explicación a mis amigas acerca de los últimos acontecimientos que han estado pasando en mi vida, lo que agradezco de su parte, es que ellas estén siendo mi apoyo en estos momentos, no sólo con la panadería que ya casi está construida, sino que también, en la demanda que le he puesto a Tomislav. La verdad es que no tenía planes en comentarles eso, pero como me lo ha dicho mi abogado, ellas pueden ser también testigos de lo que él me ha hecho durante años anteriores.
—Lo bueno es que Demian está velando por el bienestar del bebé y el tuyo, lo cual es comprensivo por las decisiones que ha tomado. —Suspiro.
Está velando por su responsabilidad no porque tenga algún cariño o apego con el bebé que lleva parte de su sangre; sinceramente no me sorprende que su ausencia en la casa y las pocas veces que nos vemos y hemos entablado algún par de conversaciones haga que no se sienta culpable de su decisión, además, Demian ya me ha mencionado que no está preparado para ser padre y no veo una iniciativa de su parte por querer tener un contacto con la criatura, así que el amor no se puedo dar de forma obligatoria, si él lo desea el acto vendrá de forma voluntaria.
—Demian me entrego otros expedientes de familias que quieren adoptar —le comento.
— ¿No le has mencionado aún que quieres quedarte con el bebé? —Niego.
—Se va a enojar, lo presiento. —Murmuro.
—Pero, faltan seis meses, ¿no tienes esperanza que pueda cambiar de opinión? —Hago un ademan de negar esa posibilidad.
—No creo, Demian es Demian. Y no le veo interés en querer conocer a su hijo o hija —veo una desilusión en los ojos de Tara.
—Y, ¿si intentas que él se acerque al bebé? —Eleve una ceja.
—No. —Ni siquiera me tardo en darle una respuesta. —Si Demian quiere tener algo con el bebé, bienvenido sea, pero no lo obligare a que quiera estar dentro de esto cuando es él quien se ha intentado alejar cada vez más a pesar que se preocupe en ciertas situaciones. —Le menciono siendo cautelosa en mis palabras por si alguien me escucha.
—Bueno, deberías verlo como un favor que le estás haciendo, quizás él no quiera por ahora, pero que sucedería si al intentarlo, luego te agradece que lo hayas involucrado en la vida del bebé. —Explica ella.
Puede sonar bien pero siendo Demian quien está cubriendo varios de mis gastos en esta etapa de embarazo, añadiendo que es mi jefe y todavía aún, me ha dado trabajo sobre todas las cosas que he pasado; no creo que sea bueno arriesgar todo eso, porque no dudo que cuando se dé cuenta de las intenciones que tengo, esta vez no tardará en echarme de su casa, dejarme en la calle y sin tener compasión de mí o lo que suceda durante los próximos meses del embarazo, sin agregar otras cosas por las que no quiero ni pensar lo que me terminara por afectar al haber roto el contrato y perder su confianza.
—No lo creo Tara, sabes que firme un contrato con él y fue muy concreto en decir que no quiere tener un apego con el bebé en ciertas cosas, si me acompaña para ir al obstetra es porque quiere saber si estoy haciendo bien mi trabajo de incubadora —digo molesta al pensar en ello.
—Ay, cabeza dura. —Dice entre dientes. —Voy a orar por ese hombre, quizás se le ablanda el corazón y quiera aceptar a ese bebé. Gracias a Dios, recapacitaste rápido y piensas quedarte con él o ella. —Asiento.
Sí, quizás también deba orar para que llegue a suceder ese milagro porque siendo sincera, a estas alturas todavía no creo que Demian cambie de decisión y a pesar que la idea de Tara sea buena, en este tiempo prefiero no intentarlo hasta estar segura de que él pueda tener un poco de interés en el bebé y no verlo solo como una responsabilidad más en su vida.
—Nos vemos el fin de semana, amiga. Te quiero. —Escuchó como tira un beso.
—Nos vemos Tara, cuídate. Y dale muchos besos de mi parte a mi ahijada. —Le digo.
—Claro que sí, adiós. —Se despide.
Cuelgo la videollamada para luego a recostarme en la silla y pensar en la conversación corta que tuve con Tara, me pregunto si en verdad, a alguien se le puede imponer a amar a otra persona y más si aún no ha llegado a conocerla, podría intentarlo, pero ¿funcionaría en jefes bipolares, estrictos y fríos? Posiblemente sí, porque a pesar que Demian sea así, quién me dice que él no tiene un corazoncito que vale la pena llenarle de amor y alegría, dicen que un bebé trae eso en la vida y aunque mi hijo o hija aún no ha nacido, sé que será mi sol en mis malos días, porque, aunque no tenga todas las cuentas pagadas, tengo la esperanza que podré completarlas antes de su nacimiento si sigo calculando cada pago a su medida.
Suspiro y termino por beber mi batido para continuar con mi trabajo antes que empiece el atardecer, pero un sonido a lo lejos hace que interrumpa nuevamente mis obligaciones para distraerme en aquellas melodías provenientes de un acordeón, violines y flautas; me levanto de la mesa y busco aquellos sonidos para saber de dónde provienen, pero no encuentro nada cercano a demás que sea por los alrededores del viñedo.
—Señorita Danika, —me doy la vuelta para encontrarme con Karim — ¿puedo llevarme los platos? —Señala a la mesa.
—Sí, Karim. Muchas gracias. —Le digo antes de seguir buscando.
Sí, creo que proviene del viñedo, pero ¿cómo podría ser así si los trabajadores en este tiempo pueden que estén cortando uvas? O sólo que estén celebrando algo, sí quizás sea esa la razón, pero, ¿el qué?
—Karim, ¿escuchas ese sonido? —Le pregunto a ella.
—Si señorita Danika. —Responde.
—Sabes, ¿qué es? —Ella asiente.
—Los viticultores están celebrando los últimos días de la vendimia —menciona.
— ¿Me puedes llevar hacía ellos? —Ella se sorprende.
— ¿Está segura? —Rio al ver su rostro consternado.
—Claro que sí.
Ella asiente mientras deja los platos sucios a un lado de la mesa para guiarme hasta la música que proviene de los viñedos; caminamos juntas hasta los huertos en donde al principio me siento un poco extraña porque es primera vez que estaré cerca de los enrejados, así que cuando empiezo a pisar las enormes hectáreas en donde se han cultivados por años las uvas que produce la empresa para comercializar sus vinos, logra que tenga una sensación de alegría y satisfacción porque nunca creí ver el primer paso en donde se procesa cada botella de vino; respiro profundo y termino por seguir a Karim a través de los espacios de cada camino, a mi alrededor encuentro varios racimos de uva enormes, tanto que no podría compararlos con los que he visto por Internet; estoy tan asombrada que no puedo dejar de verlos, así que me aproximo a ellos para tocarlos.
—Increíble. —Musito.
—El señor Thalassinos se encarga que cada cultivo de uva sea cien por ciento natural, nada de usar esas inyecciones artificiales para que las frutas se vean grandes y sabrosas. —Dice Karim.
Y le doy la razón, esto es muy natural nada de un toque artificial, lo cual me hace sentir orgullosa de que Demian esté siguiendo el legado de su abuelo y su padre, por lo menos está haciendo algo bien.
Mediante pasamos por varios enrejados el sonido de la música se hace cada vez más fuerte, haciéndome saber que nos estamos acercando al final de nuestro camino; me doy cuenta como pocos son los obreros que se encuentran cortando racimos de uva, pero pronto cuando llegamos a una bodega de piedra en donde la música se ha vuelto fuerte por el eco del lugar, me hace preguntar sobre lo que me encontrare en ese lugar hasta que Karim empuja una enorme puerta de hierro dejando ver a varios viticultores aplaudiendo mientras que otros tocan instrumentos y como diez son los que están pisando uvas en un enorme recipiente construido de ladrillo y cemento.
—Oh por Dios. —Una sonrisa de niñita se me sale al ver aquello.
Todos los viticultores que están animando como pisando las uvas se detienen en el momento en que me ven llegar, haciendo que se queden petrificados como si estuviera a punto de regañarlos por lo que están haciendo, pero siendo sincera, lo que acabo de ver es algo fantástico porque en mi vida está forma tradicional de obtener el vino, solo la había llegado a ver por medio de videos de YouTube, ya que cuando se hacen los festivales de vino aquí en Croacia, es rara vez que pueda encontrar esté tipo de cosas.
—Señorita Blažević. —Dice uno de los viticultores.
No pensaba que también ellos se supieran mi apellido, al menos que Demian se los haya dicho o me haya convertido en la noticia del año entre los empleados de su finca, ya que por lo que he llegado a saber de Cyrene, mi jefe nunca ha llegado a traer una mujer a esta finca, a no ser que sea su hermana. Añadiendo que además de ser la primera mujer, creo que ya todo el mundo debe de saber que estoy embarazada.
—No se detengan, ¡es genial ver lo que hacen! —Entre todos se ven.
Me acerco a ellos mientras que se quedan admirados al ver mis reacciones como si fuera una niña pequeña fascina de ver un parque de atracciones; ellos no deberían sorprenderse ni tampoco sentirse incomodos de que los esté viendo, porque número uno, estoy aquí solo por curiosidad; número dos, no los llegaré a molestar; y número tres, también soy empleada de Demian así que estamos al mismo nivel de tratarnos a pesar que eso ellos no lo saben y dudo poder decírselos para que se sientan más cómodos con mi presencia.
—Vamos, no sean tímidos. La verdad la melodía del acordeón me gustó mucho, sería amable de poder volver a tocarlo. —Le dije a un viticultor quien se asombró de lo que le dije.
Él le dio una mirada a sus demás compañeros que tenían un diferente instrumento, así que dejando ir una sonrisa, les hizo una señal con la cabeza hasta que de nuevo la melodía de la música empezó a sonar haciendo que fuera la primera en aplaudir, mientras que poco a poco los demás viticultores se animaron a seguirme la corriendo dejando ir varias risas y sonrisas que me hicieron sentir cómoda en aquel ambiente. Los viticultores que se encuentran en el recipiente de ladrillo y cemento de nuevo continuaron su baile mientras siguieron exprimiendo y pisando cada uva que hay a su alrededor.
La emoción de ver aquellas personas haciendo su trabajo logro que quisiera intentar hacer aquello, no sé si sea buena opción ya que debería de estar descansando, pero, estoy en forma y no creo que eso me provoque algún estrés o esfuerzo cuando se ve que además de ser una labor, se puede convertir en una diversión; así que ¿por qué no intentarlo?
No tengo mucho conocimiento de cómo pisar uvas por si hay alguna estrategia o entrenamiento para hacerlo, ya que nadie más que ellos, saben cómo sacarle el jugo a cada racimo de uva; pero, de todas formas, sería bueno intentarlo
— ¿Puedo hacerlo? —Le digo a uno de los viticultores.
Le hago una carita de perrito para que no se niegue a accederme mi deseo, así que mirando a sus compañeros y compañeras de trabajo quienes se están encargando de pisar las uvas; veo como los viticultores aprueban la idea sobre que me una a ellos para pisar uvas, así que quitándome las sandalias para proceder a lavarme los pies y verificar que no padezca de una enfermedad en la planta del pie, me ayudan a que entre al enorme recipiente de ladrillo y cemento; al principio me es todo nuevo que no sé qué es lo que debo de hacer pero en el momento en que mis pies tocan aquellas uvas que ya se encuentran pisadas, me entra un cosquilleo haciendo que la nueva sensación y textura se adapte a mi piel logrando que se vuelva relajante.
La música vuelve a sonar y los diez viticultores prosiguen a pisar las uvas al ritmo de la melodía de los instrumentos, tocan canciones tradicionales que ellos mismos parecen ya ser unos profesionales en el baile al tomar a sus correspondientes parejas de baile que se mueven de un lado a otro mientras el jugo de las uvas salpica y se escucha el sonido jugoso de la fruta al ser aplastada.
Sonrío y como una inexperta me muevo de un lado hacia el otro, bailando a mi propio ritmo mientras que mis pies aplastan cada uva, la diversión se vuelve como una nube de felicidad y tranquilidad que relaja mi cuerpo, varias personas siguen aplaudiendo y otras nos animan a seguir con el labor; doy varias vueltas en círculos, voy de un lado hacia el otro saltando y por supuesto, me muevo al ritmo de la música mientras que varios de los viticultores me invitaban a bailar en pareja o en grupo; aquel momento se vuelve único e inolvidable, tanto que no dejo de reír o mostrar una sonrisa en mi rostro por lo que estoy haciendo.
Los viticultores ya no se muestran incómodos o rehaceos conmigo, ahora me tratan como si fuese parte de su grupo mientras que deja que me divierta sin ponerme alguna condición, nada más dejan que sea yo la que tome mis propios movimientos pero que a su vez sean cuidadosos para no resbalar y caer.
El vestido blanco que llevo ya tiene varias manchas de tonos purpuras y verdes muy suaves casi de un color lima, mis pies ya se encuentran cubiertos del jugo y de la azúcar que produce el producto y por supuesto, el embriagante olor a uvas ha naufragado en mi nariz convirtiéndose en uno de mis olores preferidos hasta el momento.
— ¡Danika!
La música, el baile y los plausos se detienen en una milésima de segundos, los viticultores se quedan petrificados al ver a su jefe a unos metros de todos nosotros, aunque con el paso que caminó ya serían contar solo los centímetros. El lugar se vuelve silencioso, tanto que la incomodidad y tensión han llegado propagando un ambiente lleno de miedo.
Los viticultores bajan su cabeza y saludan Demian con tanto vergüenza y miedo que no pueden ni siquiera levantar la mirada, lo cual a pesar que me lo esperaba no creía que fuese tan, así como si se tratará de una película de esclavitud. Sin embargo, a pesar que sé que mi jefe es bueno con sus empleados no le quita esa faceta de ser un hombre atemorizante y capaz de verse como tu peor enemigo.
— ¡Bájate de ahí!
Cruzo los brazos y me quedo en mi lugar sin mover ni un dedo, los ojos de Demian se achican con el fin de provocarme miedo más cuando su ceño de la frente se frunce dejando ver varias líneas que podrían ser arrugas, pero en él, no se ven así. Respiro hondo y muestro una actitud llena de firmeza y valentía, no quiero que sus empleados sientan que es su culpa por haberme dejado entrar a esté lugar, como también, permitir que me uniera a ellos en el famoso pisado tradicional de uvas.
—Ahora... —Lo dice muy lento.
—No.
Él respira cada vez más agitado, sé que lo estoy provocando y no le está gustando nada mi actitud, pero siendo sincera, me lo estaba pasando bien hasta que él llegó y arruino el divertido momento, porque por lo menos aquellas personas me hicieron salir de mi zona de confort un momento luego de que mi rutina diaria se ha vuelto tediosa además de trabajar, comer y dormir.
—Déjenme solo con la señorita Blažević, por favor. —Demian le dice a sus empleados.
Todos ellos quienes parecen descartar la idea de que él los llegará a regañar por el momento los alivia un poco pero no del todo. Simplemente se dan la vuelta y caminan en dirección a la salida de la bodega, mientras que los viticultores que estaban a mi lado, se bajan del recipiente, se lavan como se secan los pies para luego marcharse.
Cuando ya nadie se encuentra en la bodega excepto Demian y yo, el lugar se pone en un ambiente muy tenso y frío, tanto que la humedad del lugar provoca un clima helado que logra que me cubra los brazos con mis manos para poder calentarme en ellos. Demian quien se había mantenido molesto y tenso, se acerca más al recipiente con el fin de discutir conmigo.
— ¡¿Qué haces aquí?! ¡Deberías estar descansando! ¡No haciendo esos movimientos y provocándote más estrés y esfuerzo físico! —Me reprende.
—Me estaba divirtiendo antes que aparecieras —masculle molesta.
— ¿Divertirte? ¡El doctor te dijo que necesitabas reposo! —Rodé los ojos.
— ¡Sí! ¡Pero ya estoy bien! —Le devolví el grito.
— ¡Estás loca! ¡Pones en riesgo a ese bebé! —Achico los ojos.
— ¡Eres un exagerado!
Cruzo los brazos como una niña pequeña, en ningún momento me he sentido mal o cansada, en vez de eso, me he sentido llena de energía y vitalidad que no he querido parar de hacer esto, pero como siempre, él y su prepotente actitud de machito y preocupado por la salud del bebé, arruinan todo.
— ¿Exagerado? ¡No lo soy! O quieres que te recuerde que hace unos días tuviste una amenaza de aborto —Ruedo los ojos.
Me siento en una de las esquinas del recipiente para luego pisar unas uvas como forma de distracción antes que agarre una pala o una escoba que tengo cerca para golpearle la cabeza y hacerle entender que estoy bien.
— ¿Quién te ha traído hasta acá? Y ¿quién te dio permiso en participar en el pisado de uvas? —Puse los ojos en blanco.
—Vine sola, nadie me obligo a participar y yo quise hacerlo porque lo deseaba. —Conteste en línea sus preguntas. —Además, no sabía que debía pedirle permiso al jefe para que me dejará participar, quizás a la próxima vez se lo comente. —Dije de forma irónica.
—Danika... —Murmuró mi nombre entre dientes.
Que difícil es vivir bajo las condiciones y preocupaciones de Demian, se me hace más fácil intentar romper ciertas reglas para ser feliz antes que seguirlas y quedarme sentada todo el día como una aburrida embarazada que solo espera los días, semanas y meses posteriores para dar a luz.
—Solo quería divertirme, además, es la primera vez que hago esto y por eso me llamo la atención. —Ni sé porque le doy explicaciones. —Tus empleados no tienen nada que ver con esto, fue mi decisión hacerlo. —Le quite la culpa a toda persona que él crea que está involucrada.
Se mantuvo un momento callado dando miradas largas que para mí se volvieron un tipo de evaluación para conocer si digo o no la verdad, añadiendo que sus ojos ya son lo demasiado hermosos para seguirlos admirando, pero en esta ocasión los mantuve para afirmar que no estoy mintiendo y que no tengo un propósito estúpido para hacerlo.
—Ven, te ayudare a bajar y nos vamos. —Me alza su mano.
Y sí... ¿nos divertimos un rato? Una sonrisa volvió a aparecer en mi rostro para no moverme en mi lugar, haciendo que él me repitiera varias veces que fuera hacía él para lavarme los pies e irnos de la bodega.
— ¿Qué te parece si me acompañas? —Él enarcó su ceja.
— ¿Qué? ¿A pisar uvas? —Asiento. —Por Zeus, quizás la fermentación de las uvas te ha hecho perder la cabeza. —Comenta. —Deja de decir tonterías y vámonos. —Alza su mano.
No doy ni un paso, así que él achicando sus ojos, empieza a moverse hacia la otra esquina, pero es inútil cuando me levanto y me muevo hacia el centro del recipiente para que no me alcance.
— ¡Danika! ¡Obedece! —Se da cuenta de mi negativa. —No me meteré ahí.
— ¿Por qué? —Le pregunto.
— ¡No lo haré y punto! ¡Obedéceme! —Frunzo la boca.
Me muerdo la lengua para no reír al darse cuenta que no estoy dispuesta a seguir sus órdenes, pero lo admirable fue ver como él se sostuvo del recipiente, se empezó a quitar los zapatos y sus calcetines para darles a sus pies, una buena lavada con agua hasta dar un salto en el recipiente para ir hacía mí. Esta vez quise huir, pero no tuve escapatoria y más cuando al querer correr a la otra esquina, sentí como tomó mi brazo haciendo que sintiera una extraña electrización que provoco que me detuviera.
—Oh no, no escaparas. —Su voz llena de autoridad y dominancia provoco que mi piel se erizara.
Me detuvo e hizo que me acercara a él logrando que está vez si me desligara con unas uvas provocando que cayera en su pecho para agarrarme y no caer al suelo; el aroma de la fruta se fue un instante y lo reemplazo por su fragancia masculina, mis manos pudieron sentir como los músculos de su pecho se contrajeron con mi contacto hasta que por inercia me mordí el labio sintiendo como sus manos tocaban la piel de mis brazos.
— ¡Te dije! ¡Esto es una locura! ¡No sé cómo no te caíste antes! —Me regaño.
Dios, mientras yo pienso en todo olor y sensación que él me produce, Demian solo piensa en el peligro que me pude haber encontrado al no poner bien el pie al estar sumergida en la diversión con solo pisar las uvas.
Me alejo un poco de él y me doy cuenta como se ha enrollado su pantalón hasta sus pantorrillas para que la tela de esté no se manche, ahora sus pies están cubiertos con tinta verde y purpura mientras que no hace más que quedarse en su lugar sin practicar la tradición de la obtención del jugo de la uva.
— ¿En serio nunca habías hecho esto antes? —Niego.
—Ya sé, sé que es extraño, pero nunca tuve la oportunidad —le conté.
— ¿Al menos sabes cómo es? —Me lamí los labios y le doy una mirada traviesa mientras niego a su pregunta. — ¡Por los dioses! Si Dionisio estuviera vivo te asesinaría por no saber el arte de pisar las uvas. —Dejo ir una risa.
— ¿Existe un arte para pisar las uvas? —Me burlo de él.
— ¡Claro! El pisado va desde el centro hasta los extremos del recipiente. Y siempre se debe pisar al son de la música, no como un juego como lo estabas haciendo. —Ruedo los ojos.
Veo cómo me lleva hasta el centro del recipiente y me enseña a como pisar las uvas desde el centro hasta los extremos, luego como no dejar algún espacio sin haber exprimido bien el jugo de la fruta y, por último, de pisarla bien.
—Principiante, capaz que arruinas mi vino de calidad —le doy un empujón que no lo hace caer.
—No lo estaba arruinando si es lo que quieres saber —le saco la lengua.
— ¿Ah sí? ¿Cómo me lo puedes comprobar? —Eleva una ceja.
Bueno, no tengo alguna forma para comprobárselo por ahora pero no creo que haya hecho algo malo para que el jugo de la uva termine por ser agría o sin sabor.
—Veamos si llegamos a arreglar tu desastre. —Dice él.
Veo cómo va directo al agujero en donde cae el jugo de la uva para deslizar en ese lugar su dedo y pronto volver hacía mí.
—Saca la lengua. —Enarco la ceja, pero sé cuál es su intención.
Así que, al hacerlo, dejo que la punta de su dedo pase por mi lengua para luego empezar a probar el sabor del jugo de la uva, como creí, es fuerte pero su sabor es suave y natural.
—Está delicioso. —Le comento.
— ¿No me estarás mintiendo? —Muevo la cabeza negando sus palabras.
Soy la siguiente en moverme e ir hacia el hueco en donde sale el jugo, hago lo mismo que Demian al pasar el dedo índice por el lugar para llenarlo de la viscosidad morada, me voy hasta él y le pongo mi dedo en frente esperando que no se niegue a probar.
—Vamos, hazlo. Y te darás cuenta que no miento. —Lo reto.
Al principio duda de lo que debe de hacer, pero quizás teniendo en cuenta que solo es más que una prueba y también que hemos firmado un contrato en donde no habrá una relación amorosa; acepta mi reto, toma mi mano y lleva mi dedo hacia su boca terminando por chuparlo y lamerlo lentamente.
Mi error fue haber dejado que hiciera eso cuando pude haber intentado la forma en que él lo hizo conmigo porque está vez, no sólo erizo mi piel al sentir su húmeda lengua y sus labios apretar mi dedo, sino que también, provoco que mi respiración se entrecortara y las benditas hormonas de mi embarazo se alborotaran con sentir esa sensación inigualable.
—Tienes razón, esta delicioso, será un buen vino. —Menciona con una sonrisa.
Benditos genes griegos que pudieron darle a Demian. Esto es una locura y más al sentir como mi corazón está a punto de salirse de mi pecho, trago hondo y me quedo petrificada, aquella acción que hizo, logro que perdiera cualquier movimiento de mi cuerpo, incluso provoco que mis pensamientos e imaginación se llenaran de imágenes poco prudentes que no debería ni tomarlas en cuenta.
—Es mejor que nos marchemos, los obreros aún deben proseguir con esto antes que oscurezca del todo. Vamos. —Me agarra la mano y me lleva hasta los escalones del recipiente para salir.
Mientras nos lavamos los pies y nos ponemos los zapatos, el ambiente se vuelve silencioso, pero no tenso, bueno, no del todo porque él se ve tranquilo, pero en el regreso a la casa a pesar que él caminara delante de mí para guiarme a la salida del viñedo, algo nuevo apareció en mi interior al volver a recordar la sensación que tuve al sentirlo cerca y sentir como tocó una parte de mi cuerpo con tanta intimidad.
Me muerdo el labio y cierro unos segundos los ojos pidiendo que no sean más quelas hormonas de mi cuerpo que me hacen enloquecer, porque ahora ni mucho menos en los próximos meses que me quedan al estar a su lado, espero no sentirme atraída por Demian.
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Continuará...
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