Capítulo XII
"Serás doblemente desgraciado si no sabes sobrellevar tu desgracia"
Blas de Prinea
⁎⁎⁎
— ¿No cree que debería irse ya?
Absorbí mi nariz y me limpie una lágrimas en el momento en que eleve mi cabeza para ver a mi jefe a mi lado con los brazos cruzados; realmente no tengo idea sobre por qué sigue aquí cuando podría estar en su casa tomándose una copa de sus espectaculares vinos recordando todo el espectáculo que monte hace un par de horas intentando que no me quitaran la casa, pero por órdenes judiciales y con mis propios documentos legales de la casa en manos de un desconocido, no pude hacer mucho además de poner una denuncia por difamación porque nunca firme esos papeles.
—Yo no le he pedido que se quede, desde hace cuatro horas pudo haberse marchado. —Le dije sollozando.
—Y ¿permitir que entre nuevamente a esa casa para que luego le pongan una orden de alejamiento por entrar a una propiedad privada que ya no es suya? —Achique los ojos.
Me quedo ojiplática al darme cuenta sobre cómo sabe de mis intenciones; sin embargo, no le daré el gusto de poder afirmar a su interrogante, de todas formas, no iba a robar nada, simplemente pretendía quedarme unos momentos más en mi hogar esperando obtener un milagro que dudo que vendrá porque la única forma de poder tener de nuevo los documentos de mi casa en mis manos será pagándole a ese hombre, diez mil kunas que no tengo idea de dónde las llegaré a sacar porque a estas alturas, con todo lo que estuve pagando los últimos meses, ya no tengo muchos ahorros y más porque la inseminación artificial fue la que termino por costarme más.
—En serio, debería irse —empiezo a perder la paciencia con mi jefe.
— ¿Puede dejarme en paz? No se da cuenta que estoy mal porque acabo de perder mi hogar y lo único que quiero es poder pensar a solas. —Le explico lento.
—Y ¿por qué no reflexiona en otro lugar? Porque, aunque Croacia sea uno de los países con menos delincuencia no le da la credibilidad que no le suceda nada —me levanto para confrontarlo.
— ¡Demian me estás sacando de mis casillas! ¿Puedes irte? O ¿quieres que te empuje hacia tu auto para que me dejes llorar con libertad? —Me pongo en frente de él.
— ¿Así que he pasado de ser tu jefe a tu amigo? —Hago un gesto extrañado.
¡Ay mierda! Lo he llamado por su nombre en vez de utilizar su apellido, la verdad es que la culpa la tiene él por ser demasiado insistente en ciertas cosas, lo que no me entra en la cabeza es porque le importa tanto mi seguridad cuando ya le dije que el bebé es mi responsabilidad y que puedo cuidarme sola, sin necesitar a alguien a mi lado.
—No se equivoque, que no quiero ser su amiga. —Me sincere. —Además, es su culpa que le haya llamado por su nombre cuando realmente no comprende mi situación. —Pongo mis manos en mis caderas.
Encoge los hombros con indiferencia mientras le da una mirada a toda la zona en donde resido, la verdad es que he perdido la vergüenza ahora que mis vecinos saben que he sido desalojada de mi propio hogar gracias a Rade, añadiendo de la pelea que tuve con aquel hombre y ahora que me he quedado con algunas maletas y cajas esperando que la suerte me lleve a su camino.
— ¿No tiene dónde quedarse? —Respiro profundo y pongo los ojos en blanco.
— ¡Y sigue dándole con el mismo tema! —Digo agobiada de seguirlo escuchando. —No, no tengo donde quedarme si eso es lo que quiere saber. —Farfullo.
— ¿No tiene familia? —Veo que le gusta preguntar.
¿Qué si tengo familia? ¡Claro que la tengo! Pero irme a vivir con mi tía es volver a entrar al infierno que viví durante tres años con el esposo de ella y su hijastro, además para que volver a repetir esa historia cuando al cumplir mi mayoría de edad pronto quise escapar de esa casa para no vivir el mismo tormento todos los días.
— ¿Amigos? —Vuelve a preguntar al ver que no le respondo.
En estos instantes irme a vivir con algunas de mis amigas es pésima opción, porque, aunque ellas me tendrán consuelo ante este momento, no dudo que me repetirán varias veces que me advirtieron que Rade no sería más que una mala influencia en mi vida haciendo que no quiera escuchar eso; lo peor es que pedirles ayuda a mis compañeros de trabajo es algo que descarto muy rápido porque apenas nos conocemos para querer que ellos me brinden algo que superficialmente debería darse con mucha confianza.
— ¿Alguien de confianza? —Suspiro resignada.
— ¡Bien! Me voy —digo aburrida al ver que no se irá si yo no me muevo.
—Y, ¿dónde piensa ir si no tiene familia y amigos? —Hace un ademan con su mano.
—En ningún momento he dicho que no tenga familia y amigos —puntualizo.
— ¿Entonces? —Espera que diga algo.
—Iré a donde no meta su nariz en mis asuntos. —Se asombró con mis palabras.
Realmente le estoy mostrando a mi propio jefe una faceta que desconoce mucho de mí, quizás eso le enseñe a no creer que todas las mujeres que ha conocido o que conocerá, son muy fáciles de tratar como él lo supone; ya ha sido suficiente la humillación de este día no sólo de su parte al creer que le pediré algo en cambio de mi silencio por el bebé, añadiendo la parte en la que no pude defenderme como debía con el hombre que se adueñó de mi casa, darle una buena explicación al oficial y no ir a buscar ahora mismo a Rade para encararlo sobre lo que me ha hecho.
—Bien, quizás me lo merecía por entrometerme demasiado en su vida, pero solo trato de aligerar su situación —cruzo los brazos para darle a su vez, una mirada incrédula.
—No quiero su ayuda, se lo dije en la cafetería —empecé a buscar en mi celular un motel o una posada donde quedarme.
—Vamos, la llevaré a un hotel —agarra mi maleta.
— ¡No! ¡Ni siquiera puedo pagarme un hotel ahora mismo! —Digo asustada con esa opción.
—Pensaba que su situación económica se encontraba bien ahora que tendrá un bebé —gruñí al escuchar eso.
—Sí, pero le recuerdo que no soy multimillonaria como usted, los mortales como yo, pagamos deudas y recibos —le digo tomando mi maleta.
—Sí no soy mortal como usted, ¿qué considera que soy? —Espera mi respuesta.
Un dios griego por supuesto, porque, así como se puede complacer en sus propios lujos e intereses, no sé diga en poder ofrecérselos a otros con sólo entregarle un pase de visita al mismo Olimpo; pero como siempre he considerado, cada favor requiere de un sacrificio así que prefiero mantener aun mi orgullo en alto antes de aceptar su ayuda.
—Otro mortal solo que en una categoría más elevada —respondí sin humor.
—Vamos, no permita que le ponga una queja a las autoridades por querer quedarse en este lugar —me insinuó.
—Es un... —Me reserve el comentario solo por mi trabajo.
Ni siquiera pude evitar que metiera todas mis cosas en su auto cuando ya me tenía dentro de su vehículo, usando el cinturón de seguridad como una niña y yendo callada como si me hubieran reprendido; en sí, no deseaba ya ni discutir este asunto, ya que recordarlo, solo será parte de seguir sintiendo el dolor de una perdida más en mi vida, pero el día de mañana veré lo que tengo en mis manos para recuperar mi hogar.
Pongo la cabeza en la ventana del vehículo para cerrar un momento mis ojos, ha sido un día tedioso y oscuro, solo falto la lluvia para conmemorarlo como un día trágico, pero en vez de eso, solo hubo viento, aquel que seco mis lágrimas y se llevó todos mis sollozos.
(...)
—Que bien que ya despertó, no quería ser yo quien lo hiciera, pero debemos bajar del auto —la voz aterciopelada y ronca de Demian me hace abrir los ojos.
Antes de poder responderle, mis ojos terminan por abrirse de inmediato cuando nos encontramos en frente del lujoso hotel de casi cinco estrellas Esplanade; me agarro fuerte en el asiento del auto y evito bajar de esté; no puedo creer que Demian me haya llevado a esté lugar cuando ni siquiera mi propio salario mensual puede pagar un día entero en este sitio... Bueno quizás sí, pero no lo desperdiciaría de esta forma.
— ¿Debo de bajarla? —Dice con ironía.
—No me quedaré en ese hotel —le dijo muy bajo para que nadie nos escuche.
—Claro que sí —ordena con seriedad.
— ¡No! Eso es aprovecharse de su humildad... —Resalto.
— ¡Solo baje! —Gruñe desesperado.
— ¡No! —Cierro la puerta, me abrocho nuevamente el cinturón y cruzo los brazos.
De reojo, lo observo desde la ventana que se encuentra a mi lado, sé muy bien que no se quedará de brazos cruzados a esperar que me baje del auto, pero no seré quien también le dé la fortuna de obedecer cada una de sus ordenes más cuando no estamos dentro de la empresa.
—No quería hacer esto, pero veo que no tengo opción alguna. —Dice molesto.
Estoy a punto de preguntarle qué demonios hará cuando de un movimiento veloz, abre la puerta del vehículo, me desabrocha el cinturón, me toma del brazo y me saca del auto mientras hace que camine dentro del hotel; muchas veces intenté huir esperando que nadie observara esté tipo de espectáculo que se parece muy bien al de unos niños pelear, pero cuando entramos y llegamos a la recepción, ya fue inevitable detenerlo más cuando pago una habitación en donde me hospedaría.
—Aquí tiene la llave de su habitación, señor Thalassinos. —La recepcionista le entrega una llave a Demian.
Los peores minutos fueron tener que ver como entraba al ascensor, seguir al de botones y ver como esté dejaba una de mis maletas en la habitación para ver como esta no es una recamara cualquiera, es nada más y menos que una suite deluxe. Todo objeto de aquel lugar me parece intocable, tanto que ni siquiera soy capaz de poner un pie en la alfombra o desear sentarme en uno de los sillones; nunca en mi vida me di un lujo como esté ni siquiera para complacerme o decir que me lo merecía, pero dada la casualidad que Demian es quien me ha llevado a este lugar por obligación y no por voluntad propia, ya no sé qué es lo que debo de hacer porque aunque quiera sentirme aliviada que pasare una noche cómoda, mi mente apenas procesa la idea que cómo le pagaré esto a él cuando quedamos en que no necesitaría de su ayuda y que tampoco recurriría a él por si me pasaba algo durante y después del embarazo, pero ahora, estoy aquí como una tonta que debía haberse negado o luchado para que no me llevara a este hotel.
— ¿Es suficiente para usted? —Le doy una mirada corta para luego centrarme nuevamente en la habitación.
— ¿Suficiente? No era necesario esto, prefería una posada... —No me dejo continuar.
— ¿Posada? Debería de pensar no sólo en usted, sino que en el bebé —bufo al escuchar ese comentario.
— ¿En el bebé? ¡Pienso en ambos! —Le dije molesta. —Ni siquiera sé porque le interesa sí dejó muy sabedor que no quería saber nada del niño. —Le dejé en claro.
Me da una mirada seria y fría que pude imaginar que no le gustó nada lo que le dije, pero siendo sincera, es a él quien le preocupa la idea de que le exija reconocer la paternidad del bebé; por lo que de una sola vez es mejor dejarle muy claro, que no debe de sentir ningún compromiso con la criatura cuando eso ya es mi responsabilidad.
—Tiene razón, pero solo le digo que una noche es que estará acá, al día siguiente corre cuenta suya sobrevivir a la realidad. —Murmura antes de irse.
—Gracias. —Le agradezco, pero dudo que lo haya escuchado cuando ya se ha marchado.
Esto no es lo que esperaba para que mi día terminará... Humillada por mi propio jefe, desalojada de mi propia casa y durmiendo en un hotel de lujo donde mañana debo de buscar un lugar que pueda rentar para poder seguir viviendo; realmente no es lo que me imaginaba, ni siquiera se me hubiera cruzado por la cabeza que esto podría sucederme, pero todo debo de agradecérselo al idiota de Rade quien ha hecho que por una parte haya terminado así cuando solo Dios sabe dónde estará y más si no se encuentra en la calle mendingando por ya no tener dinero del cual apostar.
Tomo mi maleta y pronto la llevo hasta la cama king size de la habitación, saco un par de prendas y antes de poder ir a la cama para descansar me voy directamente al cuarto de baño para darme una ligera ducha; lo único que necesito por ahora es dormir y poder calmar el estrés que me está generando está situación, solo espero que haya soluciones apropiadas a todos mis problemas, porque ya empiezo a cansarme de esta vida.
(...)
Despierto cuando la luz del sol empieza a entrar por los ventanales de la enorme habitación, ni siquiera sé en qué momento me quede dormida o cuánto tiempo me lleve pensando en el disgusto que se llevarían mis abuelos si estuvieran vivos y supieran que mi marido nos quitó nuestro hogar.
Me levanto y me doy cuenta que ya es demasiado tarde, casi para no haber imaginado que me pueden descontar de mi salario por no presentarme la mitad de la mañana a trabajar, casi lanzo las sábanas a un lado cuando veo un mensaje en mi celular muy peculiar que no pensé que me llegaría algún día a mi dispositivo, la verdad es que leerlo es lo que me deja un poco atónita y quizás también, porque no pensé que se pondría de compasivo conmigo luego de haberse ido molesto por lo que le dije.
«Le doy el día libre para que pueda resolver sus asuntos legales, más tarde me presentare al hotel para seguir el asunto que tenemos pendiente»
Suspiro desganada porque de mi parte, el tema ya estaba concluido pero veo que él sigue teniendo muchas dudas para dejarlo olvidado, además debo de recordar que él mencionó lo de su legado de sangre que tiene con su familia; ahora entiendo más porque al principio Cassandra se vio preocupada por el asunto del bebé cuando para su familia parece importarle cada bebé que nazca dentro o fuera de un matrimonio, pero a estas alturas ambos hermanos deberían reconocer que el niño o niña, no fue concebido por forma natural sino que de un método artificial, por lo que puede haber una excepción en que esté Thalassinos que llevo en mi vientre no necesariamente debe formar parte de esa familia.
Antes de poder darme un baño, alguien toca la puerta de la habitación, así que, tomando un albornoz viejo de mi maleta, me lo pongo para ir a ver quién es la persona que se encuentra al otro lado; al abrir la puerta un maître entra con una carretilla con varias bandejas de comida, me da los buenos días y con una sonrisa empieza a abrir cada tapadera de las bandejas para revelar no un desayuno, sino que un bufé que me deja anonadada al ver que aquí pueden comer cuatro personas en una.
— ¿Quién pidió la comida? —Le señale.
—El señor Thalassinos, la pidió para usted, señorita. Que lo disfrute. —El maître se va dejándome consternada con aquella comida.
Además de tener que haberme quedado en el hotel, hoy vamos con la comida... Por Dios, esto es demasiado para mí y en serio, no estoy acostumbrada que las personas hagan esto por mí por más fea que sea o esté mi situación; me siento en el sofá mientras que miro la comida, hay una nota en medio de dos platos que al principio pensé que solo sería una servilleta, pero al tomarla y ver que, es una página de papel doblada en mitad, termino por desdoblarla para poder leer con una perfecta caligrafía unas palabras que Demian me ha dejado antes de comenzar a desayunar.
«Recuerde que debe de comer por dos, anoche me entere que no pidió comida para cenar. Por tanto, debo de recordarle de nuevo que debe cuidar no sólo de usted, sino que de otra persona más»
¿Qué tipo de nota subliminal es esta? Ya ni siquiera sé si es con una buena excusa para decir que tengo que cuidar al bebé o es que está intentando evaluar cada una de mis reacciones para saber si no me aprovechare de su cortesía en este lugar; no me cabe en la cabeza pensar que Demian Thalassinos le gusta mantener todo en orden y a su propio juicio y criterio, pero para ser honesta, odio que los demás tengan que proporcionarme estás cosas cuando no me siento cómoda con ellas y más luego de recordar que él cree que puedo ser ese prototipo de mujer que ha querido engancharlo con un bebé para tenerlo a su lado.
De igual forma, no comeré porque él me lo pida sino porque en serio, anoche no cené y en realidad, tengo que alimentar a un bebé, aunque su tamaño sea pequeño todavía; además, no puedo desperdiciar toda está comida. Empiezo a comer mientras que me pongo a buscar si están rentando alguna habitación en los alrededores de Zagreb para poder quedarme, en donde descubro un pequeño apartamento económico que me servirá mientras me acoplo a mi nueva mudanza mientras recupero mi casa.
Sin embargo, a pesar que la comida se encuentre muy deliciosa, cuando termino por agarrar el último plato que tiene unos huevos con trufas, al final apenas muerdo tan solo una pequeña trufa cuando siento como el estómago se me revuelve y termino por correr inmediato al cuarto de baño para empezar a vomitar... Ay mi Dios, creo que al bebé no le gustan los hongos.
Luego de comer y vomitar, hago varias llamadas al banco para saber porque mis tarjetas se encuentran bloqueadas en donde me llevo las primeras pesadumbres en el día al enterarme que Rade además de haber apostado mi casa, saco dinero de mis tarjetas de crédito y nada que con una pequeña cantidad de dinero, sino que le he quedado debiendo al banco más de novecientas kunas que necesitan ver que estoy abonando dinero a la cuenta para ir bajando aquellas altas cantidades antes de que me suban la taza de intereses... Dios mío... creo que con está angustia, terminaré de vomitar de nuevo.
Y con la dichosa hipoteca de la casa, ni siquiera me enteré en qué momento Rade la pudo hacer cuando la hizo a cambio de un préstamo de veinte mil kunas; realmente no quise amargarme más la tarde descubriendo todas aquellas transacciones que hizo mi ex marido; lo que me tiene más preocupada es que él saco la mayor parte de ese dinero a mi nombre o a nombre de ambos, en donde ahora soy yo quien debe de pagar sus consecuencias y adicciones.
Añadiendo que para ponerle la cereza al pastel, descubrí que hace dos meses y medio que no va a las terapias con su psicólogo, ya que en todo este tiempo el señor Kusanović, lo estuvo contactando para que siguiera con las sesiones terapéuticas pero Rade siempre le ponía una excusa por las que no se iba a presentar ese día, como también, reprogramaba fechas de las cuales tampoco aparecía, haciendo que su psicólogo al final, le dejará la libertad de que él tomara sus propias decisiones ya que si no recurría a la ayuda que se le estaba ofreciendo no podía llevarlo a terapia por obligación, ya que debe de ser de forma voluntaria.
Ni siquiera quiero pensar que todo el dinero que siempre le di a Rade para sus terapias terminara en el casino, y más la cabeza empieza a dolerme cuando pienso que si hizo eso, también pudo haberlo hecho con el dinero de los recibos de agua y luz que debía pagarse de la casa mensualmente, y yo de tonta, confiando en él quien los iba a pagar.
Me di un baño, me puse ropa cómoda y unos zapatos deportivos para ir a buscar a Rade y encararlo sobre los problemas económicos en los que me ha metido, pero cuando abrí la puerta para irme, me encontré con Demian quien se sorprendió al ver que estoy a punto de salir de la habitación como alma que se lleva el diablo.
— ¿Va a algún lugar? —Pregunta cortésmente.
—Sí, tengo que arreglar unos asuntos con una persona —le digo, pero me impide el paso.
—Creo que ambos necesitamos hablar. —Ruedo los ojos y me acarició la cabeza.
— ¿Del bebé? Ya le dije que no tengo ningún problema en que no quiera reconocerlo y por cierto, ya encontré un lugar dónde quedarme, solo necesitare las cosas que se quedaron en su auto. —Le comenté.
Estuve a punto de pasar a su lado, pero me bloqueo nuevamente el paso haciendo que retrocediera y comenzara a molestarme por su actitud; cruzó los brazos y me dio una mirada neutra esperando que aceptara la conversación que tenemos pendiente, pero siendo sincera, lo que me interesa es ir a buscar a Rade en donde es probable que esté en el casino intentando quizás apostar sus órganos con tal de ganar dinero.
— ¿No podemos hablar en otro momento? —Insisto.
—No, lo que tengo que preguntarle es algo importante. —Me frote las sienes.
— ¡Bien! ¡Hablemos! —Me rindo mientras lo dejo pasar a la habitación.
Bueno quizás pueda interpretarlo como una señal que no es momento que busque a Rade porque es temprano para que se presente en el casino, quizás entre más noche sea, quizás esté la posibilidad de encontrarlo.
Ambos llegamos a la sala y cada quien se sienta en un sofá tratando de tener un límite de contacto para que la situación no se ponga más incómoda de lo que ya es; espero que diga alguna palabra, pero al final antes de ser él quien pregunte para resolver sus dudas, termina por sacar una carpeta delgada, la cual la desliza en la pequeña mesa de vidrio que nos separa para hacérmela llegar.
— ¿Qué es esto? —Digo antes de agarrar la carpeta y abrirla.
—Ayer me dijo que no pensara que usted es de esas mujeres que se aprovecharían de mí, así que quiero que me demuestre porque debería confiar en usted. —Mencionó.
Tomo la carpeta y la abro para darme cuenta que no se trata ni nada más y menos que todos mis estados de cuenta en la que hacen ver que además de estar liada en problemas monetarios con el banco, tengo deudas que solventar antes que me dejen en la calle y pidiendo limosna.
— ¿Cómo obtuvo esto? ¡Esto es privado! —Le muestro la carpeta.
—No crea que me iba a dejar engañar con facilidad, señorita Blažević. —Enarco la ceja. —Esa inocencia, bondad y compasión que trata de mostrar no es suficiente para que apruebe la idea que no quiere que me haga cargo de ese bebé. —Explicó.
—Si lo dice porque me dio una mano en haberme quedado aquí, pues le diré que no le obligue a que lo hiciera, usted por voluntad propia me trajo a este hotel a sabiendas que no lo deseaba. —Le dejé claro.
—Pero no lo rechazo, pudo haber huido una vez que me marchara. —Agregó.
— ¿En serio? Era casi medianoche y cómo iba a deambular por las calles con una maleta, a solas y con un bebé en el vientre... —Sus dudas eran incuestionables. —Además, capaz que alguien del hotel le hubiera informado que me fui. —Elevó una ceja como si hubiera descubierto su táctica.
Sí, podría haber tenido alternativas para no quedarme en el hotel, pero ya había sido suficiente en arriesgar mi vida para poner la del bebé en peligro, además estaba cansada por todos los problemas que nada más quería refugiarme en un lugar donde pudiera sentirme protegida y pasar la noche; pero si hubiera descubierto que siempre me lo echaría en cara, quizás la opción de irme a la casa de una de mis amigas terminaría por ser la mejor idea a pesar que tendría que haber escuchado sus protestas contra mi ex marido.
— ¿Dónde está su marido ahora? —Hace una nueva pregunta.
— ¿Por qué quiere saberlo? —Le digo malhumorada.
—Porque debería estar aquí para apoyarla y por lo que veo, no la ha buscado luego que la desahuciaron de su hogar. —Aprieto la boca al no saber que decir.
—A mi marido no le importo. —Encojo los hombros con indiferencia.
—Podría ser, pero los últimos días se la ha pasado en bares y en casinos gastándose el dinero, donde al parecer a usted no le ha importado —abro la boca con esa respuesta.
— ¿Qué no parece importarme? —Digo molesta.
—Claro, mire sus cuentas, están llenas de deudas que ni siquiera vendiendo sus propios órganos alcanzaría a tener esa cantidad. —No dejo de ver la línea de ceros en la cuenta. —Y es extraño que no haya intentado detener a su marido, hasta que misericordiosamente aparecí siendo el padre verdadero del bebé que espera. —Inhalo suficiente aire para no tirarle la lámpara que tengo a mi lado.
— ¿Qué está insinuándome? ¿Qué le dije que estoy esperando un bebé suyo para pedirle dinero? —Digo admirada al ver sus motivos por continuar la conversación.
—Exacto, ¿por qué no sería así? —Dice con firmeza.
Maldita sea la mala suerte que he tenido en estos dos últimos meses, primero con Rade y luego con Demian, estos dos sujetos terminaran por provocarme un infarto cerebral de tantos problemas que me están causando, uno con los problemas económicos que me ha dejado que pague y el otro, por cuestionarme y dudar de mi ética y moral creyendo que soy capaz de haberle dicho la verdad del bebé con el fin de que solventara mis deudas mientras que mi compromiso será callar mi boca para que nadie sepa de esto.
—No quiero que pague mis deudas, ni siquiera sería capaz de pedírselo. Si mi marido no está aquí es porque yo misma lo saque de mi casa hace dos semanas al enterarme que... —Me interrumpió.
— ¿De qué irá a la cárcel por hacer una malversación de fondos? —La piel se me eriza al darme cuenta que me estuvo investigando.
—Sí. —Respondo con vergüenza. —No podía aceptar eso, pero también fue porque se enteró que no es el padre del bebé que espero. —Murmuré.
—Entonces, ¿por qué quiere seguir con esto? —Me preguntó.
— ¿A qué se refiere? —Le pregunto.
—En otra esposa quien deseaba hacerse una IAC y que lastimosamente terminaron por hacerle una IAD hubiera hecho otras cosas para solucionar el problema al enterarse que no es el bebé de su marido. Además, no es de dudar que estuviera molesta por tener un bebé que no es de él —negué esa realidad.
—Estoy molesta, su hermana se lo puede decir... La idea de tener un hijo suyo no me gusto en lo absoluto... —Dije sin escrúpulos.
— ¿Entonces por qué sigue con la realidad de querer tener ese bebé? —Suspiré.
No sé si comprendería mi ideología pero sinceramente es lo que pienso y no puedo desechar de mi cabeza; sé que tengo todavía la oportunidad de interrumpir el embarazo, pero no es algo a lo que he optado porque si fui yo quien decidió por cuenta propia hacerse una inseminación artificial, y antes de saber la cruda realidad de que el bebé sería el hijo de mi jefe, ya había tomado la decisión de tener a la criatura; así que no me puedo desligarme de él o ella como si fuera una basura, tengo que comprometerme con aquello que yo misma inicie aunque ya no me parezca adecuado.
—Porque un día mi padre me dijo que cuando cometiera errores yo misma debo de hacerme cargo de esas consecuencias que me traerán. —Le dije con sinceridad.
—Eso es absurdo. —Dijo con despreció.
—Véalo como usted desea, señor Thalassinos. Pero si piensa que abortar es la mejor opción para desligarme de usted y del bebé, no crea que será sencillo. —Dije desanimada al ver lo que intenta decirme.
Ni siquiera sé si mi propia conciencia estaría tranquila al saber que interrumpí un embarazo solo para resolver un pequeño problema de los miles que cargo por encima; además a veces hacerse un aborto deja secuelas, ¿qué sucedería si en un futuro deseo tener un bebé? ¿Cómo podré vivir con la idea de que aborte a uno solo para deshacerme de mi jefe y dejarle ver que no quería nada de él? Sin añadir que a pesar que esté en medio del pro y contra del aborto, mi ocasión es diferente, el bebé no tiene la culpa, soy yo quien la tiene por nunca haber abierto los ojos y hacerle el frente a Rade para que se fuera de la casa; y cuando lo hice, ya era demasiado tarde.
—Mire señorita Blažević, quiero que vea la realidad de su situación... —Lo detuve.
— ¿Verla? Por Dios, sé en qué situación estoy —dije a recostándome en el sofá.
—No, no lo sabe. —Me quede callada. —Un bebé requiere cuidados, no sólo amor. ¿No ve la situación económica la que se encuentra? Ni siquiera podrá comprarle pañales o un biberón, y toquemos los años que vendrán... Medicinas, ropa, comida, estudios... —Trague hondo. — ¿Se da cuenta? ¿Cree que podrá con ello? —Tome suficiente aire para no desmoronarme.
Me acaricie el rostro mientras intentaba no llorar al darme cuenta que empieza a tener razón, ¿cómo podré proveerle al bebé una estabilidad y bienestar en su vida si yo no la tengo en este momento? Me muerdo los labios y empiezo a sentirme culpable por todo, por no haber pensado mejor en las cosas y por haber cumplido un capricho de mi propio ex marido quien ni siquiera se va a querer hacer cargo porque se contradice que sea su hijo y tengo la idea que pronto irá a prisión.
—Y es a lo que voy, señorita Blažević. Esto me parece muy extraño, viendo la situación en la que se encuentra nadie quisiera traer así un bebé al mundo, porque tampoco creo que esto sea un acto de caridad y altruismo al querer darle un bebé a un padre millonario, ¿no es así? —Le di una mirada molesta.
Piense lo que piense, dudo poder cambiarle su forma de ver la realidad de las cosas, en ningún momento he comentado en haberlo buscado para que me ayudara a criar al bebé, agregando que, para mí, él sería de las últimas personas que le pediría que se encargara del niño o la niña cuando no se le ve ni una gota de amor al saber que tendrá un hijo.
—Dejemos las tonterías a un lado, ambos sabemos que, en este mundo, todos estamos dispuesto a dar algo a cambio, ¿no? —No digo ni una sola palabra. — ¿Qué es lo que quiere para desaparecer de mi vida? —Dejo de ver el suelo para verlo a él repentinamente.
— ¿Qué? —Digo con un nudo en la garganta. — ¿Me está ofreciendo callar mi silencio y abortar al bebé?
—Lo que haga con el bebé será su decisión, no la obligaré a hacer cosas que no desea, pero sí, no quiero tener nada con esa criatura. —Me levanto del sofá.
— ¿Por quién me ha tomado, señor Thalassinos? —Lo confronto. —No soy ese tipo de mujer que usted cree que tomará sus millones y desaparecerá de la faz de la tierra con tal de callar la verdad de las cosas. —Detengo las lágrimas. —Mi situación puede ser la peor de todas las que ha conocido, pero no caigo tan bajo. Venderme es lo que menos haría y más a esté bebé. —Toco mi vientre. —Gracias por lo que hizo por mí la noche anterior, pero ahora soy yo quien le pide que no me vuelva a buscar, es indignante saber el tipo de jefe con el que trabajo, no pensé que sería esa clase de persona. —No dijo ni una sola palabra.
—Lo dejaré que lo piense bien, le convendría ahora que su situación económica está mal. —Me niego.
— ¡No quiero nada suyo! ¡Entiéndalo! —Antes de desaparecer de la sala para tomar mis cosas e irme de aquí, le digo unas últimas palabras. —Debería darse cuenta señor Thalassinos, que no todo en esta vida se trata de comprar el silencio de los demás y que también, esté asunto nunca se trató de dinero, por mí, mejor que el bebé nunca se enterara quien es su padre porque se llevaría una gran decepción de saber lo idiota que ha sido con este asunto. —Me di la vuelta y me fui a la habitación a encerrarme.
No puedo estar bajo el mismo techo que él otros minutos más, debo de salir de aquí o sino en vez de parar a un hospital terminare en un psiquiátrico por estos estúpidos hombres que aparecen en mi vida.
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Continuará...
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