Capítulo XI
"Olvidemos lo que ya sucedió, pues puede lamentarse, pero no rehacerse"
Tito Livio
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La oficina se quedó en silencio por varios minutos, mi jefe fue incapaz de decir una palabra, se quedó ahí, detrás de su escritorio con las manos puestas en su contorno de madera, con la mirada asustada y petrificado, ni siquiera se podía saber si seguía respirando porque tampoco parpadeaba, solo faltaba que se desmayará igual que yo, pero eso no sucedió.
De pronto se movió y abrió su boca donde es probable que estuviera respirando, seguía desconcertado por la noticia, no lo culparía cuando también estuve igual que él cuando me mencionaron que la IAC que debía haberme hecho termino por una IAD, como también, que el donante del esperma fue Demian Thalassinos... Me hubiera esperado de cualquier otra persona, pero nunca de mi jefe, a estas alturas ya ni sé cómo reaccionar porque al final, él termino por descubrir la verdad cuando menos lo deseaba.
—Por todos los dioses... —Murmuró.
Se acarició su cabello lacio hasta que termino por alborotarlo sin quitar aquel rebelde mechón corto que siempre se escapa de los demás para caer en su ceja; se pasó la mano por su mejilla hasta su mandíbula para terminar por verme nuevamente a los ojos, se ve asustado, tanto, que parece como si le acaban de dar la peor noticia de su vida.
—No puedo discutir esto aquí. —Se sienta en su silla de cuero. —Nos vemos en el Monocycle Speciality Coffee a las cinco y punto. —Sigue sin poder hablar del asunto.
—Bien. —Suspiré y empecé a darme la vuelta para irme de aquí.
—Y Danika —me detuve al saber que diría otra cosa —, ni una palabra de esto a nadie. —Tomo aire y asiento mientras me deja marcharme.
La verdad es que no tengo la intención de querer mencionarle a alguien sobre este problema, porque quien señalaran por manchar su reputación será a mí antes que él, porque nadie va a creer la idea de que el bebé ha sido producto de una inseminación artificial antes que haber mantenido relaciones sexuales con mi jefe.
Esto será difícil, lo peor es que no tengo la fuerza suficiente para poder confrontar este tema con Demian cuando aún sigo impactada por su reacción, sé que no me esperaba que él se alegrará con la noticia, me abriera sus brazos y gritara a los cuatro vientos que tendrá un hijo; pero tampoco me esperaba ese comportamiento tan hostil y frío de su parte como si le hubieran abofeteado el rostro dos veces por cometer un error imperdonable para luego tratar de defenderse de forma brusca ante el hecho.
Tengo mucho miedo sobre los temas que se puedan llegar a tocar, sin decir que no esperaba que se enterara muy pronto, por lo menos si lo hubiera sospechado, intentaría haber hecho un discurso para poder mantener la cordura pero con todos los problemas que he tenido y la carga emocional que he recolectado, no sé qué tan firme podré verme o tan siquiera que tipo de palabras y explicaciones le diré porque si para mí fue absurdo creer la forma en como termine por hacerme una IAD y no una IAC, no tengo idea cómo él se lo llegará a tomar.
Por lo menos debo de tener en cuenta que mis palabras deben ser convincentes y reales, de todas formas, no tengo nada que ocultar, ya que no me servirá de nada y lo único que deseo es que esto acabe ya.
(...)
Ninguno de los dos decía ninguna palabra, solo nos veíamos mutuamente esperando que uno abriera la boca y dijera las primeras oraciones para dejar a un lado ese aire tenso que provoca que no se suelte la verdad; imaginarme que un día podría estar en esta posición inusual con mi jefe hubiera sido imposible, más cuando ahora estoy a tan solo un metro de distancia de él, viendo cada detalle de su rostro y experimentando cada uno de esos rasgos o actitudes que demuestra sin tener la valentía de preguntar.
Las yemas de mis dedos acarician la taza del expresso que he pedido, el tintineo de varias cucharas o de las tazas cayendo en el platillo de porcelana a juego es lo que me distrae, pocas personas se encuentran a nuestro alrededor hablando sobre todo tipo de asuntos, que hasta pienso que nadie se encuentra como nosotros, simplemente, los demás sonríen y mantienen esa conversación simpática. Todo ello me hace preguntar sobre cómo terminare, pero a estas alturas, todo me preocupa, desde por dónde comenzaremos hasta dónde terminaremos.
— ¿Cómo se enteró? —Fui la primera en preguntar.
— ¿Eso importa? Tenemos que hablar al respecto de ese bebé —dijo crudo.
—Si tanto le importa, ¿por qué no ha dicho alguna palabra desde los veinte minutos que llevamos sentados en este lugar? —Resalte.
— ¿Cree que estoy preparado? Apenas he tenido cuatro horas para comprender está situación. —Suspire con su respuesta.
Bueno, ni cuatro horas ni nueve meses serían suficientes para entender este suceso, porque si no he podido comprenderlo yo quien lo ha tenido que esconder durante un mes con dos semanas, quien me garantiza que podré captarlo en los próximos meses cuando aún me resulta una maravilla pensar que la inseminación artificial de un donador exactamente termino por ser el del esperma de mi jefe.
— ¿Qué paso para que esto sucediera? —Musitó.
—Una equivocación, yo deseaba una inseminación artificial conyugal pero no entiendo como termino por ser una de un donador. —Hable con firmeza.
Enarca la ceja para verme con extrañez ante aquella explicación, sé que no tiene lógica lo de querer una IAC para luego obtener una IAD, pero tampoco pude tener una congruente confesión de la clínica o de Rade para saber quién fue el culpable de este problema.
—Esa explicación no es válida, sé cómo es un proceso para hacerse una inseminación artificial de un donador, lo cual no es igual que la de un conyugue. —Abro la boca al saber que tiene conocimiento de ello.
— ¡Lo sé! Pero usted cree que yo pedí esto... —No responde solo se queda mirándome. —Solo recibí una llamada de la clínica mencionando que mi IAD fue exitoso y ¿cómo cree que me lo tome? —Me a recosté en la silla.
— ¿Por eso se desmayó hace un par de semanas? —Me asombre al saber aquel dato.
No le preguntare cómo es que sabe la noticia de mi desmayo cuando fue la más pública y hablada por todo empleado en la empresa, así que mi jefe no sería la excepción en no enterarse cuando cualquier cosa pueden llegar a sus oídos.
— ¿A qué quiere llegar con todo esto, señor Thalassinos? —Levanta su rostro y se pone serio. —Por lo poco que escuche, sé que esta noticia no le agrada, pero tiene mi palabra que nadie lo sabrá si eso es lo que le preocupa. —Dejó salir una corta sonrisa fría.
—No es eso lo que me preocupa, señorita Blažević. —Dice con firmeza. —En mi familia hay una tradición muy importante que nadie debe de fallarla porque es considerada como un compromiso de lealtad y moral. —Guardo silencio porque no me gusta el camino por el que va.
Tengo una pizca de esperanza sobre que no mencione nada de ese tipo de tradiciones familiares en la que todos los miembros se comprometen a algo que suele tener una gran significancia para ellos, en donde al no cumplirla es como romper con esa costumbre que se ha llevado desde siglos como si hubiese sido hecha por un pacto para el diablo.
—Y, ¿cuál es? —Me preparo para la noticia.
—Cada bebé que lleve la sangre Thalassinos formara parte de la familia sin importar que los padres de la criatura estén casados o no, o que simplemente fuera concebido por una noche de sexo... —Suspiro al escuchar esa terrible tradición.
—Pero esto no recurre en ambas opciones... —digo inesperadamente —el bebé ha provenido de una inseminación artificial, usted y yo no hemos tenido ni un contacto sexual o algo que nos empareje a que hemos estado juntos por algo —le explico mi teoría.
—Sí, tiene razón en ello, señorita Blažević. —Afirma sin dudarlo. —Sin embargo, le recuerdo que el bebé llevará mi sangre a no ser, que no sea mío y esto solo sea un intento de persuasión hacía mí. —Enarco la ceja.
¡¿Es que todos los hombres se han vuelto idiotas últimamente?! Me daría gusto en poder gritarle no sólo a Croacia, sino que a todo el mundo que el bebé que estoy esperando no es de Demian Thalassinos, pero para mi desgracia es que las pruebas de la documentación mencionan la palabra donador y el dichoso IAD. Por tanto, no creo que en serio esté bebé sea de Rade o que también pueda ser de otro hombre a no ser que me hayan jugado una mala broma para hacerme quedar mal con mi jefe, pero tengo la prueba de haber escuchado que lo llamaron a él declarándole que alguien ha implantado su esperma en una mujer la cual ya está embarazada.
— ¿Cuál es la ignorante razón por la que piensa que puedo persuadirlo diciéndole que llevo un bebé de su sangre en mi vientre? —Cruzo los brazos.
—Puede haber diversos motivos para querer amarrarme a usted y hacerme pensar que está esperando un bebé mío para tener una vida presentable en bandeja de plata —mencionó.
—Veo que tiene descaro en decir eso —digo muy molesta —, yo no quiero nada de usted, señor Thalassinos. —Le dije sin importar que me crea o no. —Hace dos semanas supe de esto y cree que yo, al saber que estaba esperando un hijo de mi jefe, corrí hasta su oficina comentándole de esta noticia... —Evite reír por ironía. —No me crea una mujer vividora que sé ganarme la vida todos los días con mi trabajo y esfuerzo. Si estoy aquí es para aclararle el problema no para pedirle una monetización por tener un bebé de su sangre que no tengo el interés que le ponga su apellido o que le pague una manutención hasta los dieciocho años. —Le aclaro.
Sinceramente no sé porque sigo aquí sentada teniendo está discusión con él cuando podríamos llegar al simple acuerdo de que él firme un documento donde se desligue de todo cargo paternal del bebé mientras que yo, sigo con mi vida sin tener que llevar una carga en la conciencia, ya que ahora tanto él como Rade saben quién es el verdadero padre de la criatura.
—Diga lo que diga, no le creo en lo absoluto. —Ruedo los ojos. — ¿Sabe cuántas mujeres han hecho lo mismo conmigo durante estos años? —Solo lo escucho observando cómo se hace la víctima. —Que siempre vienen con una prueba casera o examen de embarazo para hacerme creer que esperan un hijo mío... —Le corto el rollito de su historia.
—Señor Thalassinos, no se moleste en contarme sus malas experiencias con otras mujeres que no son de mi interés. —Muevo la mano como si estuviera espantando a un mosquito cuando en verdad estoy alejando sus reseñas. —Nada más he hecho mi contribución en comentarle sobre el bebé porque para ser honesta, no necesito que un hombre cuide de mí o del bebé cuando estoy bien siendo madre soltera. —Le respondo totalmente calmada sin perder el control.
—Da igual, aun así, tengo mis dudas de que el bebé tenga mi sangre. —Dice sin importar que me ofenda o no
No lo juzgo en ese aspecto, también tengo mis dudas al respecto porque quien sabe que hasta en eso se hayan equivocado las mujeres de la clínica en el momento de implantarme el esperma durante la inseminación artificial. Además, unas simples palabras no pueden ser la respuesta certera de este problema, porque para ser razonable se necesitan de acciones y pruebas que confirmen la teoría.
—Sea o no sea su hijo, señor Thalassinos... Lo desvinculo de todo cargo que crea que le puedan poner cuando nazca. —Me levanto de la silla. —Y con la tradición de su familia, nadie excepto usted, su hermana y yo sabemos; por lo que ambos pueden ignorar y, olvidar la idea que habrá un nuevo Thalassinos allá afuera, porque no crea que usted será la primera persona a la que recurriré en este tipo de ocasión. —Tomo mis cosas antes de marcharme. —Fue un gusto poder tener esta charla con usted, pero no perderé mi tiempo haciéndole ver que no quiero nada suyo y que esto ha sido un plan de conspiración para querer amarrarlo con un bebé que hasta está inseguro que es suyo. Buenas noches. —Me voy hacia el cajero para pagarle mi expresso.
El cajero busca mi pedido y pronto me hace saber el cobro que tendrá mi café expresso, así que, dándole la tarjeta de crédito, pronto él hace el pago mientras que veo como mi jefe sigue en la mesa sin intentar darse la vuelta para darme una mirada, nada más se queda ahí sentado hasta que hace una llamada de la que supongo debe ser de su trabajo.
—Señorita, la tarjeta se encuentra bloqueada y no puedo hacerle el cobro de su pedido. —Me extraño al escuchar aquello.
Agarro la tarjeta y vuelvo a entregarle otra para que haga el cobro, pero en vez de eso, se escucha el sonido de un pitido rechazando la nueva tarjeta; me parece demasiado extraño que al final para no sentir humillación por el momento, en mi billetera busco dinero en efectivo, donde agarro un par de billetes y se los doy al cajero, pero antes que pueda tomarlo, alguien pone una tarjeta en frente dándome cuenta que es Demian quien pretende pagar lo que ambos pedimos.
—No es necesario que me pague el café —murmuró.
—Y ¿quién dijo que lo haría? Vengo a pagar lo mío ya que veo que usted no se agiliza. —Abro la boca admirada por su mala educación.
Bien, la imagen de caballero ya ha comenzado a desaparecer, pero suele ser mejor antes que crea que él es el prototipo de superhéroe que siempre intenta rescatar a la damisela en apuros.
Le entrego al cajero rápido el billete para que haga pronto el cobro y así pueda irme rápido de la cafetería para ir a mi casa, de todas formas, con esta conversación espero que nada llegue a cambiar porque estoy conforme en saber que ninguno de los dos quiere que el bebé sepa sus antecedentes paternos, lo cual es un alivio como un peso menos en todo esté problema.
—Vamos, la llevaré a su casa. —Dice pasando a mi lado.
—No será necesario, puedo irme sola. —Le digo tomando otra dirección que no es al estacionamiento.
—No creí que fuera muy terca, por lo que sé, vive en Markuševec, ¿no? —Ruedo los ojos.
—Y ¿qué con eso? —Seguí caminando mientras escuchaba sus pasos casi pisando los talones de mis pies.
—Es de noche, está embarazada y no es conveniente que camine sola —me doy la vuelta con esa conclusión.
—Señor Thalassinos, me se cuidar bien. Puede volver por donde vino que ya le mencioné que no quiero nada de usted. —Maldijo muy bajo.
— ¡Por todos los dioses! Usted es demasiado testaruda. —Reí ante ese comentario.
—Claro que lo soy. —No lo negué.
Intente irme de nuevo, pero él me detuvo tomándome del brazo para que dejara de caminar para volver a poner mi atención en él, pero creo que es imposible también negarle algo cuando es muy insistente en sus decisiones, lo que no sabe es que necesito caminar sola y darme un poco aire mientras pienso que toda la verdad salió a la luz en menos de tres meses, lo bueno es que no tendré ninguna relación entre Rade y Demian, es algo que me libera, como también, me hace sentir relajada.
Escucho como mi celular empieza a sonar, esperando que no sea una llamada desde un centro policial porque no estoy de humor para querer resolver los problemas de Rade, más luego de la discusión que tuvimos que hasta el momento sigo diciendo que todo lo que le suceda a partir de ahora, se lo va a merecer por ser un idiota egocentrista y aprovechado no sólo en la confianza que los demás le ofrecen, sino que también, en las oportunidades que se le dan, las cuales no toma con buenas intenciones.
—¿Hola? ¿Radmila? —Le contesto a mi vecina.
—Danika, ¿dónde estás? —Demian me suelta y me da espacio para que conteste la llamada.
—Cerca de Kanal, ¿por qué? —Le pregunto extrañada.
—Ven pronto a tu casa, porque fuera de ella hay unas autoridades y un hombre que tiene unos papeles... Además, están desalojando unas cosas de tu casa —enarco la ceja.
— ¿Qué? ¿Qué tipo de cosas? —Empiezo a alterarme.
—Muebles, la mayor parte son muebles. —Me paso la mano en el cabello.
—Gracias Radmila, llegaré en diez minutos. —Cuelgo la llamada.
— ¿Algún problema? —Vuelvo a escuchar su voz.
—Sí, tengo que regresar a mi casa pronto... —Ni siquiera me deja que termine la oración cuando saca las llaves de su auto.
—Entonces, no se diga más.
(...)
¿Razón por la que acepte que mi jefe me llevará a casa? Porque es el Uber más rápido y cercano que tuve, el único motivo por el que me subí a su enorme vehículo, con ventanas polarizadas y un aroma a uva es porque tengo el presentimiento que alguien me ha puesto en aprietos y de esos de los cuales no tienes mucha oportunidad en salvarte; está vez si Rade tuvo algo que ver con el desalojamiento de algunos muebles que le están haciendo a mi casa, no dudaré en asesinarlo... Es la casa de mis abuelos, mi única herencia y la casa en la que viví parte de mi buena vida antes de tener que enfrentarme a un infierno en el hogar del esposo de mi tía. Hay muchos recuerdos en ese lugar que son muy importantes para mí, sin decir que es un legado que le iba a pertenecer a mi familia, pero por derecho me lo concedieron a mí, quien debe de cuidarlo y amarlo, pero ahora todo...
—Espero que su esposo no le moleste que la haya llevado a casa. —Esa vocecilla me despierta de mis pensamientos.
Si supiera mi jefe que desde que le dije a mi marido que el bebé que llevo en mi vientre no es suyo y desde entonces se fue de la casa para desaparecer de mi vida, no se lo creería tampoco, es probable que lo viera como una burla o creyera que esto es parte de esa conspiración que estoy haciendo con él para que responda por el hijo que estoy esperando.
Como única respuesta encojo los hombros mientras le índico que dirección tomar para llegar a la calle Deščevec; apenas sube una pequeña colina cuando al frente de nosotros veo una patrulla policial, un camión de mudanza y un automóvil que desconozco. Me bajo de inmediato del auto de mi jefe para acercarme al hombre que se encuentra vestido de etiqueta y que parece tener una actitud muy formal.
—Disculpe, ¿por qué está sacando esas cosas de mi casa? —Le pregunto al ver como suben uno de los sofás de la sala.
— ¿Su casa? Esa casa me pertenece ahora, señorita —abro la boca sorprendida.
—Creo que se ha equivocado, porque en ningún momento he puesto en venta la casa —aquel hombre muy bien vestido, pero con actitud pedante dejó ir una risa.
—Me la gane en una apuesta, señorita. —Di un paso atrás con esa respuesta. —Tengo los documentos legales que constan que me pertenece el terreno y la casa. Sin embargo, ese idiota de Ivanović no ha sido más que un embaucador, porque acabo de enterarme hace una hora que el banco ha hipotecado la casa. —Dice malhumorado.
¿Cómo es que tiene los documentos legales de la casa? ¿Cómo demonios dice que le pertenece? ¿Cómo es que no me he enterado que mi propia casa está hipotecada? Esta no es la respuesta que deseaba escuchar, pero me queda claro que Rade es quien se ha vengado de mí de la peor forma que no creí que fuera capaz de hacerlo, por la simple razón que él sabía lo importante que está casa es para mí y parece que no dudo en jugar con ella hasta quitármela... Es un maldito embustero, ni siquiera esa palabra es capaz de definirlo, y para eso, se necesita más de una por todo lo que ha hecho.
—La casa no es de él, es mía. —Empiezo a luchar por lo mío.
—Y ¿quién es usted? —Dice el hombre dándose la vuelta para verme.
—El señor Ivanović era mi marido y soy la dueña legítima de esta casa —le señalo.
—Él nunca mencionó que fuera la dueña legítima, además, en los documentos está su firma y la de él mostrando que ustedes me hacen el traspaso de esta casa —me niego a creer eso.
— ¡Es mi casa! ¡No pueden quitármela! —Le grito.
—Ya se la quitaron, señorita. —Dice el hombre cruzando los brazos. —No permita que el oficial la aleje de este lugar. —Siento como mi enojo aumenta.
Mis dedos empiezan a entrar por mi cabello ondulado; no sólo me encuentro confundida, sino que también molesta por la razón de cómo es que pueden quitarme mi propia casa, si en ningún momento firme un acta que dijera que le entregaba mi casa a una persona desconocida, lo peor de esto es que es la casa de mis abuelos, quienes lucharon por mucho tiempo para comprársela y ahora, parece que soy la culpable de haber dejado entrar a un individuo a ella quien termino por desechar lo especial que construí en ese lugar.
— ¿Dónde está Rade? —Le pregunte.
—No lo sé, señorita. Hace cinco días que no aparece en el casino y si le soy sincero, los documentos me llegaron hoy a mi oficina. —Dijo con indiferencia.
—Por favor, señor... —Suspire al no saber su nombre. —No me quite mi hogar, es mi casa no de Rade, él solo vivía aquí hace dos semanas porque se marchó... —Me interrumpió.
—Muy bien, se la devolveré. —Un toque de esperanza llegó al escuchar esa respuesta. —Pero, quiero mis diez mil kunas ahora mismo. —Mi sonrisa desapareció.
— ¿Qué? ¿Diez mil kunas? —Dije casi tropezándome con los tacones de mis zapatos.
—Sí, le preste a Ivanović diez mil kunas para que siguiera jugando y no me las ha devuelto desde entonces, así que es eso o la casa. —Trago hondo.
— ¡Pero yo no tengo nada que ver en ello! ¡Estoy embarazada! ¡No tengo otro lugar donde pasar la noche...! —De nuevo me interrumpe.
—Me deja de importar su vida y la de Ivanović. Estoy aquí por mi dinero y a cambio, he recibido una casa que la haré una perfecta mansión, ya que está es antigua y pasada de moda. —Dice tedioso.
Ni siquiera supe en qué momento me acerque a él y empecé a golpearlo con mis pequeñas manos mientras le decía un sinfín de palabras que no sabría decir si fueron suficientes para decirle que no tiene empatía o compasión por alguien como yo quien ha sido engañada y también embaucada por un cínico que de nuevo cayó en los juegos de azar con sólo haber recibido una mala noticia.
Alguien me agarro de la cintura apartándome de aquel hombre dándome cuenta que no es más que el oficial de policía quien me detiene para evitar seguir rasguñando o golpeando a aquel hombre que no ha hecho más que verme de forma irritada y molesta por mi actitud.
—Si era su casa, le doy una hora para que tome todas sus cosas y se vaya de este lugar. —Me ordena mientras que contengo las lágrimas.
—Lo siento señorita, pero usted queda desahuciada de esta casa, así que, por órdenes de la ley, le pediré que no se llevé otra cosa que no sea sus pertenencias personales, ya que todo objeto que pertenezca al lugar será confinado y si se lo lleva, no tendré alternativa que llevarla a las autoridades por cometer el delito de robo agravado. —Dejé de luchar con aquellas palabras del oficial.
Me solté del oficial mientras le daba la mirada a todos aquellos hombres que se encuentran a mi alrededor, un nudo se hace en mi garganta y tengo que contener con mucha fuerza todas aquellas lágrimas que están a punto de salir de mis ojos.
Suspiro y pronto me dirijo a mi casa, la cual ya no será más mía, mientras que me preparo para recoger algunas de mis pertenencias veo como la sala se ha quedado sin muebles y de cómo varias cosas han comenzado a ser empacadas en algunas cajas; miro todo el lugar mientras ya es inevitable no poder dejar salir las primeras lágrimas; los recuerdos de aquel lugar empiezan a vivenciarse como una película; me cubrí con mis brazos mientras bajaba a la sala principal para ver algunas fotografías de mis abuelos, de mi tía, de mi padre y de mí; la mayoría de ellos en una secuencia de años que se pueden ver como todos crecimos en este lugar.
Saco todas aquellas fotografías de los portarretratos para llevármelas, desde la distancia en que me encuentro puedo ver la cocina, recordando como muchas veces me quedaba en la sala dibujando o coloreando con crayolas o acuarelas mientras mi abuela preparaba deliciosos postres para mí; mi abuelo, justamente se sentaba en el sofá que está en la ventana, el único que aún no se han llevado, ahí se quedaba todas las tardes leyendo el periódico o fumando de su pipa.
Al abrir la puerta del jardín me encuentro con todas las flores que mi tía sembró por muchos años para que la casa se viera hermosa, sin añadir que de niña y adolescente le ayudaba mientras mis manos se llenaban de tierra mojada o raíces, como de las veces que jugaba con el aspersor. Un hueco se forma en mi pecho al recordar que ni siquiera podré ver los próximos retoños de los narcisos que hace poco sembré.
Subo las escaleras y la verdad es que entrar en la habitación de mi padre o de mis abuelos lograra que no quiera marcharme de aquel sitio que ha sido mi hogar por muchos años, apenas pude controlar mi cuerpo cuando empecé a empacar mi ropa en mis maletas, de poner en unas cajas, algunas cosas que son de mi familia y no puedo dejarlas, entre más empacaba y guardaba, más recuerdos me traía ciertos objetos. Como la cajita de música que mi papá me compró para mi séptimo cumpleaños, del álbum de fotografías, de una pequeña caja de joyas de fantasía de mi madre y por supuesto, de la única carta que mi padre me dejó antes de morir.
Me senté en la cama y empecé a ver aquella pequeña habitación que nunca consideré dejar, ni siquiera cuando me fui a vivir donde mi tía.
Esté lugar es mi hogar, ¿cómo dejar aquello que más amas y está apegado a los mejores recuerdos de tu infancia porque aquí los compartiste con tus seres queridos? No sé cómo podré vivir con ello, ni siquiera tengo idea de qué hacer para no perderla, pero a estas alturas en vez de poder salir de un agujero negro, me doy cuenta como cada vez más, entro a uno más profundo que el anterior. Quisiera poder decir que todo saldrá bien el día de mañana, pero ya no sé qué es lo que me pueda preparar el mañana, como también, que tipo de golpes más recibiré para tener que seguirme levantando de estas caídas.
Esperoque mis abuelos puedan perdonarme, porque he roto su promesa al haberles prometidoque siempre cuidaría de esta casa y sus recuerdos.
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Continuará...
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