Capítulo IV

"El hombre que no se contenta con poco, no se contenta con nada"

Epicuro de Samos

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El señor Josip y yo seguimos evaluando la última entrega de vinos enviada por vía marítima de Croacia a Francia, debido a que él último proveedor se terminó quejando porque la entrega se había retrasado dos semanas haciendo que en vez de tener ganancias tuviéramos perdidas y conflictos; lo malo a veces no surge dentro de la empresa sino que fuera de ella y como parte del equipo de logística, siempre se debe de mantener atento cuando los vinos o licores se encuentran en su proceso de exportación e importación, no es sencillo porque aunque deseé que las entregas lleguen a su debido tiempo, a veces las vías de transporte son las que ocasionan problemas y es donde el jefe intenta que busquemos soluciones apropiadas para manejar este tipo de compromisos para que no se repitan a cada momento.

Antes de que el próximo camión de la empresa se dirija al puerto, le doy unas indicaciones al conductor y con ello, a su acompañante que es un chico del grupo de logística quien registrara los datos de envió de más cinco cajas de vinos tintos que zarparan el día de hoy hacia España; realmente siempre tenemos una temporada de trabajo que suele ser más dura que otras, ya que mi parte de ser futura gerente del área hace que tenga mayores tareas de las cuales atender y adecuar con el tiempo, eso sin añadir que las estrategias de envíos cambian casi dos a tres veces por año dependiendo de las ventas y compras que surjan, añadiendo la bastedad de productos que también solemos tener con el fin de que la empresa siempre tenga disponible la mejor calidad de mercancía para los proveedores.

Quisiera decir que es sencillo o que con los doce años que llevo trabajando ha hecho que me sienta entrenada y capaz de poder dirigir a todo el equipo pero no es así, las funciones son variadas, como el hecho de agilizar ideas se ha vuelto el pan de cada día en mi puesto de trabajo; siempre creí que todo se puede mantener en control pero en estos últimos días me he dado cuenta que si quieres dominar el tiempo y tu rendimiento, tienes primero que pensar que es lo qué planeas hacer en el día, cómo lo llevarás a cabo y qué tipo de intenciones tienes para que esté día se vuelva satisfecho.

Dejo ir un suspiro cuando el camión de la empresa empieza a alejarse de la bodega en donde se tiene las reservas de los vinos y licores, me quedo un tanto tranquila al saber que el producto ya está en movimiento para que pronto parta a su destino; aunque será unos angustiosos días hasta que las cajas de vinos lleguen pronto a España y pueda dormir en paz, aunque eso no sucederá ahora que tenemos que hacer muchas entregas donde mayormente me estoy encargando de ello para que el proceso de agilice y los proveedores siempre deseen mantenerse en contacto con Kalava's Industry.

— ¿Alguna novedad señorita Blažević? —una profunda y ronca voz me hizo dar un pequeño salto al asustarme por tener la mente sumergida en el trabajo.

Me doy la vuelta y enfrente de mí, encuentro a mi jefe con esa postura dominante, seria y mandona que suele mostrar todos los días ante sus empleados, había planeado que no llegaría hasta el día de mañana pero veo que siempre tratara de sorprender a sus trabajadores para saber si están haciendo bien su trabajo; a pesar que tienen una mirada retadora e intimidante, no quise sentirme fuera del contexto al admirar sus ojos que no suelen ser el típico color verdoso o azulado que he podido ver en ciertas personas, más bien, los ojos de mi jefe suelen tener una cierta profundidad porque pueden asimilarse como el color de un manglar, una combinación extraña entre verde y azul que es como si estuviéramos viendo el mismísimo elemento de la naturaleza.

—Tenemos noticias sobre la entrega de los licores en Escocia, señor —empecé a decirle.

— ¿Hemos fallado con la entrega? —Con las últimas noticias que ha recibido al parecer ya no se admira en creer que todo saldrá mal en algún momento.

—No señor, ha sido exitosa y Collins Co. Está agradecido por las provisiones que llegaron justo a tiempo y sin ningún daño material —le reporto.

—Bien, pero necesitamos seguir mejorando el área de logística, no sé por qué últimamente han tenido fallos —dice con un tono reclamador.

—Señor, sé que no es mi asunto, pero trataría que Recursos Humanos se encargará de evaluar el rendimiento laboral de los trabajadores para conocer cuales están siendo las deficiencias o problemas que se están dando —le sugerí.

—Usted mejor que nadie debería conocer su equipo, señorita Blažević. Ya sabe que en menos de una semana usted ya será la gerente de logística y como encargada del área debe de conocer las limitantes que ha llegado a observar para luego comentarlo dentro de la junta antes que la petición sea entregada a Recursos Humanos. —Veo que no se le pasa nada por alto.

Al menos me dio una pequeña ayuda para saber qué hacer en este tipo de situaciones, ya que veo que no todo siempre irá dirigido a él sino más bien esto se trata de mantener una conexión con otras áreas de trabajo de la empresa; que bueno que sigo aprendiendo sobre esto sino ya estuviera dando vergüenza en no poder dirigir bien mi labor.

Creí que con solo darle las primicias de la mañana se quedaría tranquilo para seguir su camino, como también, seguir supervisando la bodega de sus productos; pero en vez de ello, apareció el señor Josip con una sonrisa de oreja a oreja, donde saludo al jefe y se dispuso a mantener una conversación con él, logrando escuchar que el supermercado de la ciudad ha confirmado la entrega de los vinos tinto que se mandó hoy por la mañana.

Otra cosa menos de que preocuparse, por lo menos ya puedo tachar de mi lista otra de las entregas de mercadería que se han hecho de forma local en el país, aunque esas son las que menos me suelen dar dolor de cabeza, ya que las internacionales son las que cargo más en la espalda cuando los días se vuelven lentos y la exportación del producto aún no ha llegado a su destino.

Me entretengo por un momento observando el listado de obligaciones que tengo en el día, aunque la frustración llega cuando me cae una notificación en mi celular, revelando que no se trata más que de un correo sobre la clínica de fertilidad avisándome que la doctora Lozo, ya leyó y reviso todos los resultados de mis exámenes, los cuales le envié hace cinco días y no pensé que se tomaría la molestia de leerlos pronto para darme noticias sobre el proceso de embarazo.

—Danika...

Dejo de estar pendiente en mi celular para alzar la mirada hacia mi jefe y mi subjefe de área, ambos no dejan de verme como si esperaran que les ponga atención y dejé el celular aún lado para poder estar pendiente de mi trabajo. Así que, pensé que en otro momento leería el correo mientras tanto, creo que será mejor que no tenga distracciones por ahora y más cuando tengo cerca al jefe.

—Sí señor. —Le respondo al señor Josip.

— ¿Cuáles flores crees que son más hermosas? ¿Las rosas o los claveles? —Pregunto él.

Pensé que tendría un buen regaño por distraerme en el celular, pero en vez de eso, el señor Josip me termina por sorprender con una sencilla pregunta que él sabrá muy bien la respuesta; por lo menos fue eso y no para reprenderme, aunque quizás pueda hacerlo cuando nuestro jefe se dé la vuelta para marcharse de aquí.

—Los claveles, señor Smirak. —Le digo sin dudarlo.

—Oh es cierto —deja ir una risa nada escandalosa —, odias las rosas.

— ¿Una mujer que odia las rosas? —Pregunta extrañado el señor Thalassinos.

Sí, es extraño que una mujer odie las rosas, es decir, hay algunas personas que no le gustan, pero no es que las odia, pero en mi caso, es así. Y no es que culpe a mi padre por haber tenido que heredar una de sus alergias cuando me entere a los quince años de este problema cuando un pretendiente me regalo un ramo, haciendo que pasara por completo una noche en el hospital cuando el olor termino por obstruir mi respiración y pronto detectaran el doctor y sus enfermeras que soy alérgica a ese tipo de flor sin importar su variedad de colores.

—Sí, sé que no es algo normal —hago una mueca.

—La señorita Danika es alérgica a las rosas, señor Thalassinos. —Le explica el señor Josip. —Es la razón por la que las odia. —El jefe se admiró con aquella revelación de mí.

—Y si odia las rosas, ¿qué clase de flores le gustan? —Pregunta el señor Thalassinos.

¿En serio le interesa saber? Bueno, es normal que las personas pregunten ese tipo de cosas cuando alguien te dice que las rosas no son sus flores favoritas, aunque tratándose del señor Thalassinos es interesante saber la curiosidad que ha llegado a tener para hacerme tal pregunta cuando él no se interesa por conocer la vida de sus empleados a no ser que algo vaya mal y tenga que referirlo con la psicóloga del departamento de recursos humanos para que pueda tratar el conflicto y el rendimiento laboral vuelva a su normalidad antes que lo tachen como un jefe despreocupado por sus trabajadores.

—Los narcisos. —Sus ojos se abren de la sorpresa.

No sé qué es lo que dije, pero puedo ver una chispa de brillo que motiva la importancia del tema, lo cual no creo que tampoco me suene tan extraño cuando sé que todo lo que tenga que ver con mitología griega sea de su interés cuando Demian Thalassinos lleva sangre griega en sus venas, ya que a pesar que viva en Croacia, sé que él como su padre y su abuelo nacieron en Grecia y por supuesto, solo han sido otros pioneros más en emprender su negocio en tierras lejanas de su país de origen.

— ¿Sabe por qué esas flores llevan ese nombre? —Asiento a su pregunta.

Fuese ignorante si no supiera su significado, amo los narcisos desde que un otoño a mis siete años, mi padre me llevo a uno de sus viajes de trabajo a China, en donde en un santuario de adoración a los dioses fue que encontré esa flor floreciendo por todo el jardín del lugar, en donde uno de los monjes me regalo una de ellas para que me la llevará de recuerdo, la mala suerte fue que, para el regreso a Croacia, la flor se había marchitado ya que solo duran en un corto tiempo.

—Proviene de una historia de la mitología griega —le respondí sin animarme a hablarle de cabeza a pies sobre el tema.

—Exacto. —Dice con un tono de seriedad.

—Es sobre la historia de Narciso, un joven cuya belleza era capaz de seducir a todo el que le mirase. Al nacer, un adivino le advirtió a su madre que el niño nunca debía conocerse, y después de muchos años, la ninfa Eco quedó perdidamente enamorada de su atractivo físico. Sin embargo, al rechazarla, Narciso cayó bajo la furia de la diosa Némesis, quien lo condujo a un estanque donde pudo contemplar su reflejo y enamorarse de él. Logrando así, que Narciso se arrojaran al agua y una flor naciera en ese lugar otorgándole su nombre. —Asintió, pero no mostró una sonrisa.

Es de esperarme que él se mantenga serio y con firmeza ante todo lo que comente sin importar que sea historia de sus raíces griegas, ya que como jefe dudo que pueda expresarse con libertad, debido a que debe siempre mostrar una figura de autoridad y dominio, haciendo que nadie lo vea como un amigo sino más bien solo como un jefe. Lo bueno ha sido darle la referencia sobre lo que conozco sobre mi flor favorita para que no crea que solo es para impresionarlo, porque a estas alturas he escuchado como muchas empleadas de la empresa han querido llamar su atención intentando mencionarles sobre temas de Grecia, pero al final, no logran nada de él.

—Sí, aunque la flor tiene mucho más significado que su propio nombre —menciona aún con importancia.

—Por supuesto, la flor no se asocia mucho con el egoísmo y al amor propio sino más bien al sentimiento de la abundancia, la energía, la alegría desmedida, la vitalidad, la fidelidad, el perdón, la fe, la franqueza y el equilibrio. —Sigo hablando sin detenerme.

—Y el más importante, la belleza interna. —Muestro una sonrisa al ver que él también sabe del tema.

Oh vaya, que bien se siente hablar con alguien que no sólo le tiene interés al tema, sino que también, tiene conocimiento de ello. Y más si le añado que está es la primera conversación que suelo tener con mi jefe sobre otra cosa que no sea asunto del trabajo, ya que normalmente las únicas veces que... Bueno, se podría decir que hemos dicho una palabra no había llegado más lejos que un saludo de buenos días o tardes, pero ahora, me parece increíble que por lo menos tenga esa pequeña porción de tiempo para conocerlo un poco más.

—Bueno, necesito hablar unas cosas con usted señor Smirak. —Parece que la conversación ha llegado a su fin.

—Claro, señor Thalassinos. —El señor Josip le hace una señal con la mano. —Danika, ¿puedes encargarte de incluir en la base de datos los pedidos que se han entregado hoy? —Asiento.

—Fue un gusto poder verlo por acá, señor Thalassinos. —Le digo a mi jefe antes de marcharme.

—Muchas gracias. —Dice despidiéndose.

El señor Josip se aleja junto con nuestro jefe para mantener una charla sobre... suponiendo que debe de ser de trabajo, aunque viendo la pequeña complicidad también pueda que sea algo personal, ya que a mi subjefe solo le quedan dos días más antes de jubilarse por completo y dejarme el cargo. Mala suerte que el tiempo pasa rápido y la semana es corta, lo extrañare demasiado, aunque no seré la única, solo espero estar lo suficientemente capacitada para ser un buen líder en esta área y enorgullecer al señor Josip con respecto a su decisión.

— ¿Necesitas ayuda para entrar a Excel y hacer el inventario? —Rodé los ojos ante aquella burla.

Creo que no es suficiente con tener problemas en casa para ahora tener uno en el trabajo, lo peor de ello es que desde que a mí me eligieron como gerente de logística, Stefan no se rinde en querer seguir perjudicando mi buen humor en todo el día, tratando de quitarme la poca tolerancia que le tengo y sin dudarlo, en hacerme ver como una ignorante y estúpida entre todo el equipo, como también, delante del jefe.

—Y ahora, ¿qué quieres? —Le menciono ya aburrida de sus bromas.

—Solo estoy supervisando tu trabajo, ya sabes... —Encoje los hombros.

¿Supervisando? Yo diría más bien fastidiando mis horas de trabajo, porque hasta el momento él no me ha sido de mucho ayuda además de seguir resentido por no haberlo elegido como el gerente; tan así que creo que algún momento tendré que ponerle un alto a sus insólitos comentarios que están fuera de ser parte del trabajo o de alguna ayuda.

— ¿Por qué mejor no te encargas de la gestión de aprovisionamiento? —Le digo mientras camino en dirección al almacén para asegurarme que los paquetes de reservas de vino blanco ya están empacados para su envió.

— ¿Ese no es tu trabajo? —Rodé los ojos.

—No necesariamente debo de encargarme de todo, tú serás el segundo al mando, por tanto, también te toca hacer algo —murmuro mientras registro que las quince botellas de vino se encuentren intactas.

— ¿Ah sí? —Dijo con ironía.

—Mira Stefan si no quieres cooperar en el trabajo como los demás, ese es tu problema. Lo único que te diré es que pronto puede llegar un reporte a recursos humanos, y de recursos humanos al jefe para que se den cuenta que no estás cumpliendo adecuadamente con tus horas laborales. —Le digo molesta.

Veo como achica sus ojos para luego ver hacia sus extremos, como si estuviera averiguando si no tenemos a alguien cerca para que podamos seguir discutiendo el mismo problema de siempre y que ha venido comentando desde hace una semana y media; porque el reproche de él no es porque nuestro jefe y subjefe me haya elegido a mí antes que a él por su experiencia en el puesto de gerencia, sino más bien, porque como toda la junta directiva está compuesta por hombres, yo no tuviera porque tener un lugar en esa mesa siendo mujer, lo cual me parece ridículamente estúpido así como hoy en día el país ha aprobado muchas leyes que transmiten igualdad para todos pero al final aún no hay mucha equidad en las mujeres, así como suele darse con el futbol femenino que sigue siendo desvalorado.

— ¿Me estás amenazando? —Suspiro irritada.

—Si tanto crees que mereces ser el gerente de logística antes que yo, demuéstralo Stefan. No estés actuando como un niño caprichoso que con eso no ganaras nada. —Fue lo último que le dije antes de seguir con mi trabajo y dejar que él haga lo que desea porque, en fin, quien se estará jugando su empleo, será él.

(...)

Creo que este día ha sido suficientemente tedioso para seguir pensando en la planificación de compras, en bases de datos, en los pedidos de los proveedores, en seguir analizando la selección de vendedores con sus compras adelantas, en hacer el inventario y estar pendiente en la gestión de almacenamiento y aprovisionamiento.

Lo único que necesito de este día es comer de un delicioso Kulen para relajarme y sentirme a gusto en esta noche; sin embargo, también necesito de un buen baño y un largo sueño en el que no sea interrumpido por nadie; aunque a pesar que ya esté preparando mi listado de cosas que haré esta noche, ver a una persona sentada en las gradas de la entrada de la casa hace que todo se arruine.

Encontrarme a Rade en un día duro y cansado no es lo que me esperaba, más porque en los últimos días ha estado desaparecido luego de haberse robado el cuadro de mi abuela añadiendo de la casi alergia que me provoca su tonto regalo y en haberme dado cuenta que no ha hecho más que quitarme toda la paciencia en los últimos días cuando él día de ayer ha llegado una factura de su tarjeta de crédito con un valor de cinco mil kunas que debe de pagar antes que el banco se dedique a pedirle el reembolso de ese dinero si no es depositado entre estos días.

Paso desapercibida su presencia para sacar las llaves de mi casa y empezar a abrir la puerta, escucho como se levanta de las gradas para quedarse detrás de mí, al sentir el roce de sus dedos en mi brazo, lo aparto para darme la vuelta y encararlo, pero como no necesito que el barrio se entere de mi discusión, hago que entre solo por unos minutos antes de volverlo a sacar a la calle.

Agarro las facturas del banco y se las muestro haciendo que él apenas las agarre para ver los recibos que han empezado a cobrar sus propios gastos que no han sido más que para comprar licores costosos y sacar dinero suponiendo que no es para otra cosa que jugar en sus maquinitas consiguiendo que él siga perdiendo dinero y nos estemos quedando sin tener tan solo una kuna.

—Mira Rade, estoy cansada de tocar este tema, pero solo te diré dos cosas. —Elevó sus ojos para enfocarse en los míos. —Si no cambias tú modus operandi en los juegos de azar este matrimonio lo daré por terminado —mostró sorpresa al escuchar aquello —y lo otro es que quiero que me regreses el cuadro de mi abuela que no dudo que lo hayas apostado por uno de tus jueguecillos de cartas. —Proteste con autoridad.

Se queda callado mientras le da una mirada a toda la casa, me disgusta que se haga ese tipo de gestos cuando estoy hablando con seriedad con él, ya que parece como si no estuviera interesado en la conversación, como también, si me estuviera ignorando o simplemente estuviera sordo, aunque hasta los sordos son más capaces de entender lo que estoy hablando cuando él se distrae en otras cosas y no se centra en el asunto.

—Te lo devolveré solo necesito volver a ganar y... —Termino por enfurecerme al escuchar aquello.

— ¡¿Qué demonios tienes en esa cabeza?! —Le grito — ¿Quieres seguir jugando para seguir perdiendo? —Sus ojos se muestran fríos ante aquel comentario — ¿No te das cuenta que no eres bueno jugando y apostando? —Por no decirle que es un perdedor.

— ¡¿Por qué nunca confías en mí?! —Me grita.

— ¡Porque no estas siendo racional ante tus actos! Solo porque una vez ganaste no quiera decir que siempre tendrás la suerte de ganar para toda la vida. —Lo ataco con aquella respuesta.

Puedo ver como nuestras respiraciones se vuelven agitadas al comenzar a pelear uno contra el otro, ya estoy hasta la coronilla de que él no sepa valorar y conservar el dinero que nos sirve para vivir cuando parece que él en vez de hacer eso, le gusta pasárselo gastando entre apostadores y jugadores profesionales cuando él nunca ha tenido esa suerte de poder ganar si no es más que cien kunas.

—No te creas la sabelotodo de esta casa, que ni siquiera puedes controlar las cuentas —abro la boca impresionada.

—No querido, las cuentas puedo controlar, a quién no puedo controlar es a ti y tu estúpida obsesión en los juegos de azar. —Le reclamo.

Debí de haberlo obligado con todas mis fuerzas en haber recibido desde un principio una terapia psicológica para que controlara sus propios impulsos en esos juegos, pero cómo iba a poder comprender sus antecedentes cuando al conocerlo ya tenía esa adicción de apostar con otros, en la universidad sabía que él era muy bueno ganando esté tipo de juegos pero luego de graduarnos pensé que ese vicio podía desaparecer, pero en vez de eso, se volvió tan obsesivo que hay noches que no puede dormir sin pensar en que estrategias debe de utilizar para ganar en una jugada de póker o de damas.

—Entrégame la llave de la casa —le alzo la mano.

— ¿Qué? —Resalta.

— ¡Ahora! —No estoy para juegos.

Refunfuñando y maldiciendo por lo bajo, veo como de los bolsillos de su pantalón busca las llaves de mi casa, cuando la encuentra, me la entrega en mis manos con el rostro más frío y tenebroso que he conocido de él.

—Ahora quiero todas tus tarjetas de crédito —veo como da dos pasos hacia atrás.

— ¿Quién te crees que eres para darme ordenes? —Saco una risa socarrona.

— ¡Soy tu esposa! Y la única consciente en esta casa que sabe que, si sigues así, ambos terminaremos en la calle sin un lugar donde pasar la noche y un plato de comida para comer. —Le digo sin restricciones.

Por primera vez siento que he tomado un gran error en la vida y ese ha sido no haberme dado cuenta de quién es realmente Rade, pensé que con los años iba a madurar y entender que esos juegos del casino no son lo que lo volverán adinerado, más bien solo lo llevarán a la perdición. No sé cómo me tuve que involucrar en ello o cómo terminé de enamorarme ciegamente de un hombre que no ha hecho más que en los últimos años, gastar dinero y aparentar tener aquello que no tiene.

—No Danika. Aquí yo soy el hombre de la casa —aquí vamos con su ego machista.

— ¿El hombre de la casa? —Intento no reír. — ¿En serio? Veo que además de ser sordo, eres ciego —digo fastidiada —. En estos ocho años que llevamos de casados, ¡yo he sido la que ha mantenido este hogar! Apenas me dabas cuarenta kunas en el mes y ¿tú piensas que de ese dinero sobreviviremos un mes? —Lo cuestionó.

No puedo creer que siendo contador no se dé cuenta de ello, cuando los gastos provienen más de él que de lo que se gasta para proveer en la casa. A estas alturas no me quedará de otra que tomar una sola decisión y será mi responsabilidad si no quiero que las cosas terminen peor que antes.

—Si quieres apoyo de mi parte lo tendrás... El día de mañana luego de ir a la clínica de fertilidad iremos a un psicólogo y empezaremos a solucionar tu adicción a los juegos, acepta eso o te quedas a dormir en la calle por siempre. —Le digo tomando la única alternativa que me queda.

Parece pensarlo por unos minutos, pero no sé si con el fin de pensar en su propio beneficio antes de que sea en nuestro matrimonio.

—Bien, solo lo haré porque te amo. —Ruedo los ojos e intento no tragarme por completo esa mentira que ya me suena anticuada.

Solo espero estar haciendo lo correcto no sólo por mí, sino que también por él y nuestro matrimonio... Mierda, y también con esa idea de querer traer un bebé al mundo.

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Continuará...

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