Capítulo III
"Solamente es duradero lo que con la virtud se consigue"
Sófocles
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Dios mío, ¿qué he hecho para merecerme esto? Siempre he tratado de ser una buena mujer, pero a veces mi propio marido me puede desquiciar o volver una lunática con sus estúpidas ideas que a veces me dan ganas de golpearlo para que entienda que el centro del problema no siempre somos las mujeres, pero, ¿cómo puedo hacerlo entender con esa cabeza hueca que tiene? Y más porque no quiere comprender ese mínimo detalle que parece dejarlo desapercibido por sus ideas tontas.
Tengo ganas de gritar, levantarme e irme de este lugar porque parece más que he venido a la fuerza antes que por voluntad propia pero a estas alturas ya no sé qué es lo que debo de hacer para no solo complacer a Rade sino que también en cerrarle la boca con esa estúpida mente machista que no ha desaparecido desde que tuve el pensamiento sobre que él pueda ser el causante de que no pueda concebir a un bebé pero de todas formas hacerlo reaccionar hace más fácil la tarea de renunciar a la idea cuando él no querrá dar su brazo a torcer hasta que alguien le estampe en su cara la verdad.
Además, su insistencia de querer un bebé me abruma, bueno no sólo eso, sino que también me asusta pensar que estamos yendo demasiado lejos cuando este tipo de consultas no suelen ser baratas y ahora que él se ha quedado sin empleo, soy yo quien tendré que velar por unos cuantos días los gastos del hogar, haciendo que ya empiece a sentir ese peso en mis hombros al no ver a Rade motivado en querer tener un nuevo empleo pronto.
Esto no es justo, quisiera estar ahora mismo en mi casa y poder estar viendo una película en la televisión o caminando cerca de la playa, pero en vez de eso, estoy sentada en la sala de espera con el fin de que una doctora o su asistente nos llame para empezar a hacer el chequeo de evaluación sobre mi salud, algo que ya me he comenzado a preparar con las próximas preguntas que hará.
Veo unas cuantas parejas a mi alrededor viendo afiches sobre fertilidad y bebés, cada hombre y mujer se expresa con amor e ilusión esperando a construir una familia, pienso por un momento en que sería de mí sí me encontrara en otra situación en la que deseara tener ya un bebé pero por la gracia divina aún no llega, en vez de verme nerviosa me veo mal humorada y no sé si es porque mi período pronto llegará o simplemente que Rade no deja de ver el catálogo de tratamientos para fertilidad hace que me ponga tensa e incómoda.
Una pareja aparece en el pasillo tomados de las manos, añoro esos momentos en los que Rade hacía eso conmigo, pero con los ocho años que llevamos de matrimonio ya se han superado esos momentos románticos para volverse monótonos y con grandes agujeros vacíos que un simple beso y sexo en la semana no equiparan esa sensación de sentirme plena y amada. A veces hasta me pregunto si he dejado de verme atractiva con el tiempo, pero es una tontería pensar en ello cuando al verme al espejo me siento hermosa, es raro tener una baja autoestima o autoconcepto de mí, pero entre más años pasan, más dudas estúpidas he creado en mi mente.
—Señor y señora Ivanović.
Ni siquiera quise separarme del sofá, pero Rade al tomar mi mano y halar de ella casi hace que me tropiece con la alfombra de la sala; la asistente quien tiene en sus manos el listado de los pacientes, nos da una bienvenida para luego presentarse y así llevarnos hasta la doctora que es especialista en fertilidad femenina y masculina.
Gracias a Dios la clínica no se trata más que de un mediano local en el que hay suficiente espacio para caminar y respirar, sino en estos minutos ya empezara a ahogarme de la angustia, como también, sentir mi corazón salirse de mi pecho al bombear rápido.
Pasamos por unas pequeñas habitaciones hasta que llegamos al consultorio de la doctora en donde la asistente nos hace pasar con mucha amabilidad, en ese instante Rade me toma de la mano y me conduce hacia dentro del lugar para así tomar puesto en las sillas que se encuentran frente al escritorio de la especialista que no debe tener más de cuarenta y cinco años. Al vernos deja ir una enorme sonrisa y seguido de ellos nos alza su mano presentándose como Missy Lozo; quien llevará nuestro expediente y caso.
—Es un placer conocerlos, señor y señora Ivanović. —Le da un apretón a nuestras manos. — ¿En qué puedo ayudarlos? —Estoy a punto de hablar cuando Rade se me adelanta
—Queremos tener un hijo, doctora Lozo. —Resaltó mi marido.
Estuve a punto de poner los ojos en blanco, pero por educación y simple diagnóstico que tomara en cuenta la doctora por mis gestos, evité hacerlo. Creo que debí de haberme preparado mentalmente para las extrovertidas respuestas de Rade quien parece ser más él ilusionado en querer tener un hijo en vez de que sea yo.
—Muy bien, veo que ese es el objetivo por el que están aquí. —Dijo ella con una perfecta sonrisa.
Mientras Rade movía su cabeza de arriba hacia abajo con intensidad afirmando su deseo, yo hago una mueca y a la vez, termino por encoger los hombros dejándole ver mi indiferencia en el tema.
—Les haré unas preguntas para conocer la historia con el que han intentado con frecuencia engendrar a un bebé, ¿sí? —Asiento al no tener otras alternativas.
Ver los colores pasteles del consultorio más varios títulos y fotografías me comienzan a provocar sueño, esté día lo hubiera aprovechado para algo más entretenido, pero en sí, no me esperaba que ya alguien tuviera algo programado para mí y aunque hubiera sido fácil negarme a venir, quizás estoy aquí por compasión antes que por compromiso, sin embargo, ¿cuál es la razón exacta...? Claro, me sentiré mal si el pobre de mi marido le da una noticia desagradable, pero es la única forma de hacerle ver que no todo puede girar a su alrededor y que a veces para obtener tus deseos tienes que tener la mente abierta para todos los obstáculos que vengan por encima de ti.
Al principio, la doctora empezó a preguntarnos sobre nuestros datos personales para mantenerlos en su registro de pacientes, creí que con los primeros diez minutos que ya han pasado serían suficientes, pero luego empezó con la serie de preguntas, las cuales mayormente van hacía mí y la relación que mantengo con mi esposo.
— ¿Cuánto tiempo llevan intentando engendrar un bebé? —Nos da una mirada.
—Un año —respondemos Rade y yo al unísono.
— ¿Estaban usando algún tipo de anticonceptivo? —Asiento.
—Dejé de tomar la píldora hace un año y medio, y mi marido desde hace mucho tiempo dejó de usar el condón. —Dije sin vergüenza sobre hablar del tema.
— ¿Tienen una vida sexual activa últimamente? —Fue lo siguiente que preguntó.
—Aproximadamente los últimos cinco meses se han vuelto más activos que antes —observé como con un gesto quiso que especificara mi respuesta —Tenemos sexo tres a cuatro veces por semana y mayormente se repiten las sesiones dos a tres veces en un día. —Di detalles, aunque no sé si fuesen necesarios.
— ¡Danika! —Me reprendió Rade al ver como anunció al aire libre nuestra vida sexual.
Bueno, si estamos aquí es para dar detalles y descripciones de las preguntas, no solo contestar con un sí o un no cuando la mayor parte del mundo sabe que ese tipo de respuestas no son concretas y tampoco dan a una próxima conclusión. Además, él es quien me ha llevado hasta acá para que relate el hermoso matrimonio que tenemos y los intentos seguidos y fallidos que hemos tenido con respecto a procrear un bebé.
— ¿Qué? —Dije sin sentirme reprimida al revelar este tipo de detalles.
—No creo que sea necesario que sea muy explícita en todo —encojo los hombros.
¿Por hablar de sexo y anticonceptivos? No es algo anormal y tampoco de otro mundo, tengo treinta años, no quince para avergonzarme de esos temas de los cuales ya son tendencia y se han vuelto parte de la educación sexual de muchas personas, además tenemos a una doctora en frente y ella mejor que nadie tampoco le dará vergüenza por la forma en que me expreso a no ser que sea de las mujeres que creen que mantendré la boca cerrada y dejaré que mi marido sea quien lleve los tambores y trompetas adelante para que responda a todo lo que pregunte.
—Deja que yo conteste —cruzo los brazos al ver su negativa.
—Rade, somos adultos —digo mascullando.
—Exageras en las respuestas —bufo.
No cariño, tu exageras en reprimir mi forma de expresarme cuando no le veo nada de malo comentar algo que a la doctora le servirá para darnos un diagnóstico previo sobre nuestra salud y tú obsesión de querer tener un bebé.
—No está exagerando, señor Ivanović. Y es de gran ayuda que ella pueda compartir este tipo de información si queremos saber cuál es el problema de su caso —suspire tranquila al ver como la doctora me apoya.
Rade no estuvo muy de acuerdo, pero es que también no le daré el gustito bien dulce luego de haber hecho esta cita sin antes mencionármelo, supuestamente somos una pareja y como tal, esperaría que ambos seamos equitativos en contarnos esté tipo de asuntos antes de llevarlos a cabo, porque con el poco humor que mantengo ahora, solo hace que me mantenga firme para responder aquellas preguntas y así irme de una vez de este lugar que no es más que provocarme un cosquilleo de nervios.
— ¿Ha llegado a tener un embarazo con anterioridad? —Niego.
—No. —Digo con firmeza.
Durante los siguientes minutos no hizo más que preguntarme acerca de mis ciclos menstruales, problemas detectados con anterioridad, antecedentes de enfermedades o cirugías, si ingiero algún medicamento, alguna sustancia ilícita y otras preguntas más que fueron hacia el reporte y que la mayor parte de ellas solo eran negadas por mi parte porque como ya le había dicho a Rade, mi salud se encuentra bien y dudo que sea yo el problema de todo.
—Muy bien, necesitare que se tomen algunas pruebas —observe como empezó a anotar un listado de exámenes que casi se me salen los ojos al verla.
Intenté no seguir viendo aquella hoja de recetas para darle una incómoda mirada a Rade para que se diera cuenta de lo mucho que nos costara su sorpresita, lo peor de ello es que la mayoría de pruebas casi solo son para mí, ya que para mi marido fueron anotadas aparte con el fin de que cada quien sepa cuál es su próxima misión; me a recosté en el respaldo de la silla para no desmayarme del susto sobre el costo de cada examen, además, esto ni siquiera está preparado en mi presupuesto en la semana.
La doctora nos entrega a ambos el listado de exámenes que debemos hacernos para luego darnos una mirada con el fin de saber si tenemos alguna duda o consulta con respecto a los exámenes o con la entrevista que nos acaba de hacer, pero por el momento, creo que ha sido suficiente preguntas y respuestas por el día.
— ¿Qué pasa si mi esposa tiene algún problema? —Enarcó la ceja.
—O que también, mi marido lo pueda tener —Añado.
—Bueno, hoy en día se puede aplicar tratamientos farmacológicos u otro tipo de terapias naturales para que la madre pueda engendrar a un bebé —empezó a explicar —, también se puede aplicar la inseminación artificial o la fecundación in vitro si ambos padres lo desean. —Suspiro.
He escuchado de las últimas dos opciones y por lo que conozco, suelen tener un costo elevado aunque suelen ser muy efectivas, aunque la probabilidad no me guste estoy más segura que la inseminación artificial sería más efectiva que estar tomando medicamentos en un transcurso de tiempo que además de perder tiempo, gastare dinero y está vez si me podré enfermar del hígado tomando pastillas que no me den la posibilidad de engendrar hijos.
—Tomaremos en cuenta sus opciones doctora. —Le sonrió Rade a ella.
Antes de marcharnos, la doctora Lozo nos mencionó cuando será la próxima cita que tendremos, lo cual para esa fecha desearía que ya tuviéramos los resultados de los exámenes en nuestra mano, aunque me gustaría tener la opción de la duda con respecto a que eso suceda. Nos despedimos de la doctora para luego salir de su consultorio y poder respirar con tranquilidad al darme cuenta que esté día ya termino, así que tengo la libertad de poder expresarme antes de que el propio Rade se me escape de las manos y se salga con la suya intentado evitar el bendito tema de fertilidad en ambos.
Le doy una mirada a Rade para ver como empieza a hacer en un puño, la hoja que acaba de darle la doctora, principalmente él debería ser quien más le importara tener que hacerse esos exámenes, pero ahora, nos encontramos en medio de la ciudad de Zagreb, con unas doscientas personas pasando a nuestro alrededor y al lado de un basurero que Rade encontró de forma oportuna y adecuada en su momento para arrojar el papel en el bote de reciclaje haciendo que me quedara asombrada y teniendo que recogerlo antes que terminara entre el resto de basura.
— ¡¿Qué demonios haces?! —Le grito.
Recojo el papel y lo termino por sacudir antes de que se llene de alguna suciedad, tengo que sacar de mi bolso un gel alcohol para limpiarme las manos antes que termine por protestar ante lo que hizo mi marido, así que intento arreglar el papel con el fin de que aún la letra sea legible.
—Rade, ¡estás loco! —Lo reprendo.
—No me haré esos exámenes —dice caminando.
No creo tener que preguntarle la razón, pero tendré que enfrentar este problema, aunque no le guste por el simple motivo que para él puede ser denigrante que hablen mal de masculinidad cuando cree que todo de él suele ser perfecto.
—No te los quieres hacer, ¿por qué temes a que tú seas el problema? O ¿por qué sigues siendo un machista engreído que no quiere que discutan sobre su virilidad? —Crucé los brazos.
Deja de caminar para ver como sus hombros se ponen tensos hasta darse la vuelta y mirar a los lados como si estuviera buscando a una persona que se haya quedado admirada de lo que acabo de mencionar, aunque no tengo duda que eso no haya sucedido cuando todas las personas que pasan a nuestro alrededor están pendientes en sus propios asuntos antes de escucharme hablar sobre mi marido y su virilidad.
—Veremos quién es el que tiene el problema. —Me arrancó de las manos el papel que acaba de botar a la basura. —No me esperes en casa. —Se marcha rápido.
—Rade, ¿dónde vas? —Le pregunto, pero se va sin responderme.
Lidiar con Rade casi es como tener que estar pendiente de un niño pequeño a que no intente hacer alguna travesura, pero esté día ha sido suficiente y cargado de emociones para que busque perseguirlo sin decir que tengo la esperanza que no se vaya a un casino a gastarse el dinero que le queda de su último sueldo.
Guardo la hoja de recetas en mi cartera para luego sacar mi celular y enviarle un mensaje a mi grupo de amigas para saber si nos podemos reunir, creo que son las únicas personas con las cuales podré tener una buena discusión sobre la experiencia que he llegado a tener este día, ya que hablárselo a mi almohada está vez no es una buena opción cuando no me hablará y me ayudará a desahogarme como lo deseo.
(...)
—Pero, ¿tú quieres tener un bebé? —Preguntó Tara en el momento en que nos traen nuestros cafés.
Hago una mueca mientras le pongo azúcar a mi café y un poco de leche, me he dado cuenta que el tema de nuestra reunión no se ha tratado de nada más y menos que mi futura maternidad, aunque la conversación esté increíble no me gusta ser sólo el centro de atención, pero entre mis cuatro amigas, su principal interés he sido solo yo.
—Estoy confundida... —les soy sincera —es que hay días en los que la idea me suena bien, pero en otros... —suspiro —es terrible porque siento que no puedo obviar el tema o evitarlo ya que Rade parece recordármelo como si fueran de esas agendas virtuales con horarios precisos o convenientes. —Les menciono.
—Aunque debemos aclarar que Rade no será quien lleve por nueve meses a un bebé en su vientre, sin añadir los síntomas del embarazo y lo que viene después del parto —me aseguró Jelena.
Quien mejor que ella, Tihana y Nevenka para hablarme de embarazos, luego que cada una ya ha pasado por esa etapa, por lo que son quienes tienen más el derecho de poder hablarme acerca del tema, aunque Tara es la que tiene el poder de decirme cualquier opinión sobre ello ahora que tiene seis meses de embarazo.
—Sí, aunque lo que me tiene a punto de explotar es que cree que tengo algún problema de infertilidad cuando no sabe qué hace nueve meses fui al ginecólogo para hacerme un chequeo y todo ha salido perfecto —les comento.
—Entonces, ¿piensas que él puede ser el del problema? —Pregunta Nevenka mientras arrulla en sus brazos a Blazenco, su último hijo de dos años.
—No sé tengo mis dudas, pero... He leído en Internet sobre algunas cosas, pero no me quiero hacer una idea. —Agarro la taza de café para ponerla en mis labios.
No quiero tener conclusiones prontas cuando estoy hablando de mi marido, pero es que todas mis dudas sobre mí poco a poco se han ido resolviendo en donde solo cabe esa angustia de que, si Rade sabe algo y quiere ignorarlo o simplemente, busca la forma de desapercibir el asunto con el fin de crearse una fantasía en su mente.
—Bueno, si estuviera en tu lugar —empezó a decir Tihana —, también tuviera mis dudas con tener un hijo de Rade —le doy una mirada y permanezco callada —. No es que esté hablando mal de tu marido, pero es que... —no sabe cómo reformular su palabra.
—Lo sé, últimamente también desconfió de Rade y no es primera vez —acaricie la oreja de la taza.
— ¿A qué te refieres? —Pregunta Jelena.
—El mes pasado le encontré en su chaqueta un recargo de tres mil kunas —ellas se sorprendieron.
— ¿Qué? Y ¿en qué se gastó ese dinero? Porque no veo que él te haya dado un obsequio de ese valor —Dice Tara sospechando de Rade.
—Se lo gastó en un casino —murmuré.
De nuevo la sorpresa llego a sus rostros, tanto que fue imposible no sentir una vergüenza momentánea porque hubiera querido esperarme otra cosa de Rade en vez de tener que gastar nuestro dinero en jugadas y en máquinas de casino; aunque lo peor no es eso, sino que sin que se haya dado cuenta y piense que soy una ignorante, me he percatado que han empezado a desaparecer algunas cosas de valor de la casa y me resulta casi inapropiado que él esté tomando esos objetos sin mi consentimiento cuando el hogar en donde vivimos ha pertenecido a mis abuelos y es la herencia que ellos me han dejado; lo cual lo único que esperaba de él es que respete lo que no es suyo.
— ¿Cómo es eso posible? ¿No le has dicho nada aún? —Resalta Tihana con un tono molesto y ofendido.
—Sí, pero lo ha negado y cuando se trata de discutir con él, siempre evade la guerra conmigo —paso la mano sobre mi cabello.
— ¿Se lo perdonaste? —Le doy una corta mirada a Jelena.
—No del todo, pero esta vez intento ser yo quien administra el dinero. —Todas no dejan de verme. — ¿Ahora qué he hecho mal? —Pregunto al ver su inseguridad.
Ver esos rostros llenos de compasión no me gusta para nada y no quiero pensar en lo peor, pero creo que será mejor agarrarme con muchas fuerzas antes que la noticia me golpeé fuerte en el rostro, ya que aún no me encuentro muy preparada para recibir verdades que es probable que me duelan, pero deberé aceptarlas.
—Estamos preocupadas por ti, Danika. —Tara es la primera en hablar.
—No tuviesen que estarlo —susurro.
—Pero lo estamos, Rade ya no es el mismo de antes o no te acuerdas la fiesta de fin de año que hicimos el año pasado —fue imposible evadir la cara de vergüenza al recordar aquel suceso.
Es terrible comentar como el año pasado Rade se puso como un maniaco agresivo cuando perdió en el juego de cartas con los maridos de mis amigas, si a un niño se le puede decir que hace un berrinche cuando no se le compra su juguete favorito, no puedo decir lo mismo de mi esposo cuando empezó a protestar y hacer rabietas porque creía que el marido de Jelena había hecho trampa durante el juego a punto de hacerlo hablar por medio de golpes. Fue vergonzoso, tanto que, si antes creí que todo era puro capricho de él tener que ganar en todos los juegos al ser competitivo, esa vez, supero mis expectativas terminando por pensar que, en sí, él tiene un problema de obsesión con los juegos y las apuestas de dinero.
—Ni me lo recuerden —me acaricié la frente intentando olvidar el evento.
—Rade no es un niño, Dani. —Dijo Jelena. —Tienes que considerar la idea que algo no está bien en su matrimonio y eso es lo que te hace entrar en dudas si tener un bebé de él es la mejor opción en este momento. —Quisiera decirle que una cosa no tiene que ver con la otra, pero parece ser que la idea va a un mismo rumbo.
Y quizás esa sea la razón por la que Rade quiere un bebé, no para cumplir su rol de padre sino porque eso puede equilibrar nuestra relación; pero sí ese es el pensamiento que tiene, no creo que funcione.
Le doy una mirada a mis cuatro amigas mientras que mis ojos terminan por recaer en Blazenco quien se ha quedado dormido en los brazos de Nevenka; a veces me pregunto cómo será mi rol de madre durante todo este proceso, porque hasta ahora, lo único que he llegado a obtener han sido más dudas que respuestas, sin añadir que el tema casi se ha vuelto en mi enemigo por no decir que me gusta ver más a los bebés en brazos de sus madres o que me permitan solo cuidarlos o mimarlos, ya que por el momento, pensar en quedarme embarazada me da mucho miedo, hasta me pregunto cómo es que Tara puede verse física y psicológicamente bien cuando al descubrir que se encontraba embarazada se puso como una loca que me paso su propio susto.
Dios, he de meditar demasiado con la almohada este asunto si quiero en serio formar una familia antes que los hechos se den.
(...)
Al llegar a casa lo único que planeo es poder ir a la cama a descansar, pero sé que debo de encargarme de llevar la ropa a la lavandería y por supuesto, hacer la cena. Como la casa se encuentra desolada y oscura, me da a entender que Rade no está, lo cual me lleva a tener un mal presentimiento acerca si puede estar apostando en el casino o debe estar perdido en el alcohol con sus amigos; intento no desesperarme con esas conclusiones pero con solo encender la luz de la sala de la casa y sentir un aroma que pronto me hace estornudar tres veces seguidas logrando que mi nariz empiece a picar, me doy cuenta de dos cosas las cuales ya no sé en qué pensar y si es una medida rápida de responder a mis preguntas al ver que un recuadro del renacimiento de mi abuela ha desaparecido y ahora solo queda un espacio vacío en el que la furia empieza a aparecer.
Y lo otro, que es lo peor de ello, es que Rade lo ha querido solucionar llevándome un ramo de rosas rojas... ¿De rosas? ¿Es en serio?
Otro estornudo seguido de cinco más hace que tenga que alejarme de la sala para ir de inmediato a mi habitación; esto no puedo terminar peor, ¿cómo se le ha podido olvidar a Rade que soy alérgica a las rosas? Aunque no quiera hacerlo por compasión de las rosas tendré que botarlas, antes que esto se agrave y haga que pase en cama una semana, por Dios, no puedo creer esto, ocho años de casados, dos años de noviazgo y uno de amistad para que mi marido se le haya olvidado mi única alérgica y ahora haya creído que todo estaría bien con ese detalle...
Esto es una tontería... Y más al ver que empiezo a tener un salpullido en la piel logrando que empiece a rascarme.
Como te odio a veces, Rade.
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Continuará...
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