▪️Chapter One
"Chapter One: I'm James Wood."
"Capítulo Uno: Soy James Wood."
Los rayos de sol comienzan a colarse por las cortinas celestes mientras coloco el último botón de mi camisa. Volteo mi cabeza para ver el despertador, 5:47 AM señala en números rojos. Es temprano, aún tengo tiempo de sobra para llegar a mi trabajo, no tendría que entrar hasta las siete y treinta de la mañana. Tomo la pastilla que se encuentra a un lado, en la pequeña mesa de noche, esperando a que haga un rápido efecto, de lo contrario, mi cabeza explotaría del dolor que la resaca me estaba provocando.
Amarro mis zapatos con rapidez, listo para irme, intento levantarme queriendo hacer el menor ruido posible. Un pequeño crujido se escapa de la cama, haciéndose escuchar por toda la habitación, me quedo estático por unos segundos. Al no escuchar alguna respuesta detrás mío, volteo para asegurarme que la mujer que se encuentra en la cama no se haya despertado, alivio llena mi interior al notar su pesada respiración . Me dirijo a la puerta, con apresurado paso, pensando que mientras antes salga de aquí, mejor. Escucho un pequeño beep proveniendo de el bolsillo de mi pantalón. Lo sacó apresuradamente y lo colocó en modo silencio. Antes de que pueda volver a tomar mi camino a la puerta, sé que ese pequeño mensaje que había recibido había sido suficiente para despertarla. Escucho su voz detrás mío mucho antes de que pueda tomar el pomo de la puerta.
- ¿Jamie? - pongo mis ojos en blanco al escuchar el pequeño y molesto apodo. Era tan... Castrante que una mujer se comportara de esa manera, irritantes pensando que son lindas y tiernas. Odio a una mujer que sea tan empalagosa que casi te podía enfermar de diabetes.
Me volteo para darle la cara y darle una sonrisa hipócrita, ella me sonríe de vuelta. Claramente no le diría que no la volvería a ver, nada me costaba ser caballeroso y tratarla bien. Tenía que tener educación por lo menos. Modales ante todo.
— ¿Sí, cariño? — le pregunto dulcemente mientras le doy mi completa atención. Bueno, al menos fingiendo darle mi completa atención.
— ¿Ya te vas? — inquiere en el mismo tono molesto.
— Tengo que ir a trabajar, Serina — me excuso con sutileza a su bastante obvia pregunta.
— Cecilia — me corrige un poco enojada. Mi culpa — ¿Nos veremos de nuevo? — cuestiona haciendo un pequeño puchero, y batiendo sus pestañas postizas repetidamente. Aprieto mis labios y fuerzo una sonrisa amable ¿Qué quieres de mí, mujer?
— Si el destino así lo quiere — digo para luego guiñar un ojo y finalmente poder largarme del lugar.
Siempre utilizaba la misma frase. Siempre. "Si el destino así lo quiere". Yo me encargaba de que el destino no se interpusiera en mi vida. No podía creer como podían caer una y otra vez en aquella pequeña frase. Podía jurar que salir con mujeres era demasiado fácil, solo tienes que decir lo que ellas quieren escuchar, y así te ahorras millones de problemas. Claro, nunca prometas algo que no puedes dar.
Bajo en el ascensor hacía el estacionamiento para salir del hotel. Meto una mano en mi bolsillo para sacar mis llaves y subo a mi auto, sin evitar pensar en la noche anterior.
Odio a las mujeres así, tienen ese tono de voz tan agudo y molesto, su boca solo sirve para una cosa. No puedo evitar reírme ante mi pensamiento mientras voy conduciendo. Por un momento me siento avergonzado por el infarto seguro que la daría a mi madre por tan sólo mi manera de pensar, pero no es como si leyera mi mente. Además, no es que como que este lastimando a alguien. Nunca les prometí que les daría un final de cuento.
Había pasado una buena noche. Luego de unos tragos en el club, conocía a Cecilia. Rubia, aunque no natural, pechos grandes, gran trasero, no era delgada, estaba bien proporcionada. Me dijo que era de Cuba, ¿O era de Costa Rica? En fin, muy buen polvo. Usualmente no me gustan las rubias pero Cecilia no estaba nada mal. Cada vez mas, pensaba que ese estereotipo de "Las rubias son estúpidas" era verdadero. Y nadie me puede culpar, porque todas las que he conocido son así. Me baso en en hechos.
Conducir en Chicago a esta hora es difícil, ya que es la hora de entrada de trabajadores y niños que entran a la escuela. La luz roja del semáforo me detiene, observo un auto azul que para justo a mi lado. Por las ventanas observo a una señora en el lugar de conductor, aplicándose el labial, mientras se mira en el retrovisor. Tres niños detrás de ella actuando como demonios. Noto una niña en el centro.
— ¡Mamá, haz que ya se callen, por favor! — grita la niña un poco molesta. Los niños no dejan de golpearse entre si, aplastando a la niña entre todo ese juego. — ¡Basta ya! — se escucha a la niña desesperada, uno de los niños golpea el asiento de la señora, moviéndola, el lápiz labial se corre por toda la mejilla. Solo me dedicó a mirar sorprendido y aterrorizado ante aquella pobre mujer. Debería no poder escucharlos, pero los gritos son tan fuertes, que la claridad de sus voces es inevitable.
— ¡Ya me hartaron! — grita la madre, realmente molesta. El semáforo por fin da la luz en verde, y parece que pasa una eternidad antes de que arranque para alejarme de la familia "feliz", no entiendo porque las personas quieren casarse y tener hijos ¿Qué era lo bonito de eso? Simplemente no lo entiendo. Acaso no era mejor follar sin ninguna atadura. Además la mujer y el hombre salían ganando. No creó que una persona dependa de amor para vivir. Es totalmente absurdo. Está era mi vida. Así era una vida feliz y perfecta. Soltero y con dinero. Tenía todo lo que quería. Un buen trabajo, dinero, sexo y mujeres. Soy feliz. No había manera en que yo cambiará todo esto por cualquier otra cosa.
Nota mental:
La esterilización es una alternativa bastante viable.
— ¿Amor? Si claro... — susurro para mi para luego soltar un bufido ¿No esta basado científicamente que una persona solo se mantiene enamorado por un par de meses o era días?
Al abrir mi departamento suelto un suspiro, me gustaba estar en casa, era tranquilo. Podía hacer lo que yo quisiera. Sólo estaba preocupado por una cosa, sólo un pensamiento en mi mente. La visita de mi madre y hermana, y no era una visita del tipo "te extrañamos", nunca era una visita así de simple con ellas. Querían verificar si seguía sin novia, meterse en mis asuntos.
"Necesitas comprometerte."
Sólo pensar en esas palabras me hacían estremecer. La visita era hoy, a las 4:30 de la tarde, o al menos eso dijo mi hermana. Siendo sincero, como hombre, esas mujeres cuando se juntan logran causar un miedo sobre mi. Y son como 30 centímetros más pequeñas que yo. Es el poder que tienen algunas mujeres.
***
Lo primero que veo al llegar a mi oficina es a Clara, mi secretaria, ocupada leyendo unos papeles.
- ¡Buenos días! - la saludo con una sonrisa. Clara, una mujer de por lo menos unos sesenta años, es como mi segunda madre. Una de las únicas mujeres con las que podía ser amable sabiendo que ella no espera nada de mí.
— Buenos días — me saluda levantando su vista.
— Hoy te ves hermosa — digo dándole un beso en la mejilla.
— Te dejé tu café en tu escritorio — habla antes de que entre a mi oficina.
— Eres un amor.
— Siempre, cariño, siempre — entro riendo a mi oficina.
Tomo mi café y preparo alguno de los casos nuevos. Preparo el de la señora Fernández, una mujer que ayuda en la limpieza pero sufrió discriminación y no le pagaron. Agresión verbal, no acusaciones de agresión física.
Después de un par de horas, el comunicador se enciende llamando mi atención.
- Señor Wood - habla Clara pero la interrumpo antes de que siga.
- James, Clara - le reprimo.
- James - hace una pausa - El señor Donovan quiere verlo.
- Gracias, Clara - dejo de oprimir el botón rojo. Reviso mi reloj que se encuentra en mi muñeca. 12:00 PM. El tiempo siempre pasa volando cuando trabajo y es mas rápido siempre que quieres que vaya más lento. Tendré que ver a mi madre en menos de 5 horas ¡Mierda! Tal vez si un carro me atropella "accidentalmente", quede en coma y no la tenga que ver en unos meses. Pero... ¿Perderme de la vida por meses? ¿Sin dinero, trabajo, diversión, sexo? BIEN, tengo que ver a mi madre hoy, Junto a mi "linda" hermanita.
Nota mental:
Hubiera sido genial ser hijo único.
- James Wood - pronuncia la secretaria de el señor Donovan, mordiéndose el labio siendo coqueta. Castaña, con un buen cuerpo. No tenia mucho pecho, pero... Se podría decir un 7 ¿Cómo se llama? Pienso por unos segundos pero nada viene a mí.
- Hola... - digo sin poder recordar su nombre, intentando una vez más.
- Anne - sugiere intentado esconder su enfado con una sonrisa. Que mal intento, linda.
- ¡Si, claro! ¿Cómo no me voy a acordar de ti? - trato salvarme con uno tono amable, para luego guiñarle el ojo. Ella me sonríe.
- Te llamé - cierto, ya me había acostado con ella. Mi error.
- Ah sí, es que cambié de número - sonrío, mientras anotó en una tarjeta mi supuesto "nuevo" número. Ella no parece poder dejar de sonreír. Me aclaro la garganta - ¿Y para qué me quiere el señor Donovan?
- Oh, no lo sé. Espera - me dice para contestar el teléfono de su escritorio - Donovan Enterprise. Bufete de Abogados - Contesta con una voz mecánica.
El señor Donova, mi jefe, un señor totalmente viejo, rechoncho y muy feliz. Que se haga énfasis en la palabra feliz, por favor. Él realmente lo es. Siempre esta sonrojado y con una enorme sonrisa en su cara. Él era... Curiosamente raro.
- Él se encuentra en una junta ahora ¿Algún mensaje que quiere dejarle? - ella tomo una lapicero y empieza a escribir con rapidez - Hasta luego. Que pase buen día.
- ¿Y bien? - preguntó comenzado a irritarme.
- Oh, si - aprieta el botón rojo para comunicarse con el señor Donovan - El señor Wood esta aquí - odio que me digan señor, me hace sentir tan viejo, sólo tengo 29 años.
- Deja que pase - respondé. Asiento hacia Anne con una sonrisa y ella me guiña el ojo en respuesta. Abro la puerta de la gran oficina y lo primero que puedo ver al entrar es el escritorio del señor Donovan y atrás de este la gran vista de Chicago. Hablando de eso, el sábado habrá un partido de Baloncesto entre Bulls contra Miami Heat y ya tengo entradas. Tal vez pueda conocer a alguien y...
-¡James! - El señor Donovan grita mi nombre haciendo que salga de mi trance.
- Lo siento, señor Donovan - me disculpo apenado - ¿Para que me necesita?
- Dime Marcus, James - me dice sonriendo -¿3 años juntos y no me llamas por mi primer nombre? Me siento ofendido- Me limito a asentir - Bien, James. Te llame para hablar contigo de algo importante- me espantó un poco, solo un poco. Trató de actuar completamente calmado.
- ¿Estoy despedido? - sale de mi boca demasiado alto. Esta bien, tal vez si estaba muy espantado.
- ¿Qué? - pregunta Marcus realmente confundido - No, no, no - ríe con fuerza - Sabes que eres el mejor abogado que tengo. Yo te aprecio mucho. Eres como un hijo para mi -- lo miro atentamente, sin lograr evitar sentirme halagado - Hace un par de días me han llamado de Inglaterra, James. Te transferiremos para allá - él sonríe con complicidad - Claro si tu quieres.
La alegría y emoción me inundan. Siempre he querido estar allá. Siempre. Y tenia la esperanza de que fuera la firma que yo quería. Cruzó mis dedos, sintiendo un nudo en mi estómago.
- Dígame que es... - Marcus me corta antes de que pueda seguir hablando.
- Si, James - dice feliz - Los Stone - su sonrisa se ancha con más alegría mientras mi pecho se inunda de orgullo.
- Se lo agradezco mucho, señor Donovan. Perdón, Marcus - intentó sonar tranquilo, estrechando su mano con fuerza.
- ¿Por qué me agradeces a mi? Tu te lo has ganado con todos tus méritos - rodea su escritorio y me abraza - Felicidades, James - le devuelvo el abrazo con gusto.
- ¿Y en qué fechas esta programado el vuelo? ¿Cuándo me voy? — pregunto con rapidez.
- Te vas ya mismo. Este viernes.
Al parecer me iba a perder el partido.
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