S E I S
TRIGGER WARNING: VIOLENCIA DOMÉSTICA/INTRAFAMILIAR, proceder con discreción. También recuerden que este Seokjin es sólo un personaje. No lo representa como persona en lo más mínimo; Seokjin es inclusive mi bias y una de mis figuras paternas (daddy issues). Esto era ficción, una historia escrita por mí.
lets get it over with.
Como nunca, Yeonjun y Soobin no dijeron ni una palabra en todo el camino a la casa del menor hasta que estuvieron estacionados fuera de esta.
No es que el mayor hubiera querido alargar la estancia del contrario, Soobin simplemente no salía de auto.
El azabache mayor aguantó cinco minutos de la mirada intensa e insistente de su novio en él, pensando que si se quedaba callado y fingía que no estaba allí se iría, hasta que fue mucho para él. Odiaba los silencios incómodos, más cuando estaba con Soobin y aún más cuando tenía muchas cosas en la cabeza que respectaban al chico mirándolo y a todos los acontecimientos en la reciente fiesta.
Como Huening Kai, por ejemplo.
Apartó la mirada del volante para echarle un vistazo al chico:— Esta es la parte donde te bajas y entras a tu casa.
El menor sacudió la cabeza.
—Quiero hablar contigo, Jun.
—Qué pena. Yo no tengo ganas de hacerlo.
—No tienes que decir nada. —el Choi menor se colocó gradualmente de lado para estar frente a frente con el chico al volante, tratando de conectar su mirada con la del mayor en vano.— Sólo necesito que me escuches.
Yeonjun apagó el motor del auto para luego pasarse las manos por el cabello, corriéndolo hacia atrás mientras suspiraba con los ojos cerrados. Se notaba visiblemente exhausto.
—Soo, no estoy de ánimo.
—Yeon, estoy tratando, ¿okay? Lo hago, pero es jodidamente frustrante ser el único que lo hace. —Soobin apretó su puño cuando quiso sostener la mano del contrario, pero este la apartó.— ¿Realmente quieres tirar cuatro años de relación a la basura porque hice llorar a un idiota?
Finalmente la mirada del Choi mayor encontró la suya, pero no de la forma en que quería. En cambio, estaba teñida en dureza, tal concreto, y cólera en su dirección. Puede que haya presionado botones que no debía. Ah, Choi Soobin.
—No sé si te hiciste mierda la cabeza por toda la porquería que te bebes con tus amigos cuando sales con ellos durante la semana, pero ten algo de conciencia, Soobin. Yo no soy el que tiró nuestra relación a la basura. Fuiste tú y tu incapacidad de estar un segundo solo sin meterte en las piernas de alguien más y no cualquier persona, Yewon de todo el mundo, como si no hubiésemos tenido problemas por su pasado contigo antes. —Yeonjun escupía las palabras como ácido y eso molestaba al menor, especialmente porque todo lo que decía era cierto.— No metas a Kai en esto. No es la primera vez que pierdo una amistad por ti y tus celos de mierda, pero por la mierda, sí que te pasaste esta vez. Ya bájate.
El más alto soltó una bocanada de aire.
—Te dije que lo de noona fue un error. ¿No me crees que cuando te digo que ya no volveré a buscarla?
—Me cuesta mucho trabajo hacerlo, ¿sabes? Especialmente cuando me lo has prometido mil veces y seguimos en lo mismo.
—Esta vez es de verdad.
—Ya no voy a creer en tus palabras, Soobin. Necesito hechos... Yo de verdad tengo que parar de conformarme con menos de lo que merezco.
Y tenía razón. El menor sabe que tiene razón.
Yeonjun merecía mejor que él; su casi ingenua bondad era la razón por la cual se le hacía fácil a Soobin seguir aprovechándose de él. No estaba orgulloso, jamás podría sentirse orgulloso de algo como eso, pero era lo que debía hacer. No tenía opción.
—Amor. —el mayor no apartó su mano en esta ocasión, pero sí lo miró escéptico, siendo receloso ante cualquier movimiento que viniera del menor, quien había llevado su mano hasta sus belfos para depositar besos en sus nudillos.— Puedo convertirme en eso que mereces, lo prometo.
Yeonjun no dijo nada por unos cuantos segundos, sólo observando al chico frente a él con detenimiento e incertidumbre. Estaba completamente enamorado del brillo en los ojos de Soobin cuando este lo miraba, eso jamás cambiaría, pero se habían dado tantos catastróficos acontecimientos entre ellos y en su relación que ya ni siquiera podía culparse a sí mismo por tener dudas.
Además, las palabras que el rubio le dijo aquel día en el closet seguían rondando en su cabeza.
¿Y si seguía con Soobin porque era lo único que conocía? Le sacaba canas verdes, literalmente lo humillaba como nadie se había atrevido antes, pero, tal como decía el dicho, un mal conocido es mejor que un mal por conocer. ¿Será que eso lo detenía de soltar al menor? ¿o simplemente lo amaba tanto que se forzaba a tener esperanza para seguir tratando?
Después de todo, como su madre le había dicho, el amor y la estabilidad no eran algo predestinado; eran trabajo, sacrificio y aceptar a tu persona especial con sus imperfecciones y errores.
Por más que su error fuera su propia prima, ¿tanto así?
Yeonjun se encontraba en un conflicto mental; no quería darle una respuesta rápida al chico porque sabía que se arrepentiría y lloraría hasta los mocos debido a sus próximos errores por cometer al tomarlo de vuelta, pero tampoco quería dejarlo aún porque creía también llegar a lamentarse eso. Soobin era el único amor que tenía, nadie lo podría amar tanto como él. No estaba seguro de poder conseguir novio después de Choi Soobin, ¿quién lo aguantaría tanto?
Dios, sólo deseaba pedirle a Hyunjin un abrazo y dormir. Descansar para tener suficiente energía para coexistir en el mismo salón con Soobin y Kai el día siguiente.
El menor creía que el mayor estaba conmovido con sus palabras y por eso no decía nada. Es más, estaba convencido de que empezaría a llorar y se lanzaría a sus brazos como de costumbre; usualmente, en ese escenario, compartiría un beso con el mayor, lo invitaría a pasar a su casa, su padre estaría encantando, su madre feliz, pasarían un rato en su habitación, él lo invitaría a quedarse, Yeonjun le diría que no porque tenían clases el día siguiente, pero aparecería en su puerta a las seis y media de la mañana para llegar juntos a clases y volverían a ser la pareja que eran antes de su desliz.
Tendría que... darse un tiempo de su noona si quería que funcionara, para que su relación esté segura y ella también lo estuviese. Tenían suerte de que la familia de la pelirroja no se haya enterado de nada.
Los Choi, la familia de Yeonjun, se tomaban la opinión social con mucha seriedad; tenían una imagen y reputación que mantener.
Sólo debía recibir al mayor en sus brazos y asegurarse de que no sucedieran más deslices.
Pero eso nunca pasó.
Yeonjun retiró su mano, arrebatándola de su lugar entre sus dedos, para darle la vuelta a las llaves de su auto y encenderlo otra vez:— Necesito tiempo para pensar si voy a regresar contigo o no, Soobin.
Ya podrán imaginar la indignación en el rostro del menor.
—¿Tiempo?
—Sí, tiempo. Espacio. Tengo cosas que considerar.
—¿Qué demonios hay que considerar a parte del hecho de que te amo?
—Si te creo o no. Eso debo considerar.
—¿Estás dudando de mis sentimientos por ti, Yeon?
—¿Puedes culparme? ¿Está tan mal que piense que no hay nada en ti que se acelere por mí cuando seguimos recayendo en las discusiones de siempre? —genial; ahora no sólo veía enojo en su mirada, también podía ver lo herido que estaba por su culpa.— Perdóname por dudarlo, pero estoy en todo mi derecho de hacerlo, Soobin. No sé porqué mierda estarás conmigo, pero así no tratas a alguien que amas.
El menor quiso acercarse cuando cayó en cuenta que el azabache estaba a punto de llorar, su voz rompiéndose y sujetando con más fuerza el volante en aquella ultima oración; tenía toda la intención de acunar sus mejillas y acariciarlas por pura lástima —pero Yeonjun no sabría eso— y algo más —pero Soobin no sabía qué era—. No obstante, no pudo hacerlo. El mayor se echó hacia atrás y aclaró su garganta para evitar alterarse por el rumbo de su conversación.
Soobin se sintió como la peor persona del mundo y también como un timador fracasado; no porque el chico frente a él estuviese al borde del llanto por su causa —es decir, sí podría considerarse, y se consideraba, el mayor hijo de puta por eso—, pero eso ya lo sabía con detalle. La razón a su posición de miserable era simplemente porque había fallado en la única cosa que le habían pedido que hiciera.
Mantenerlo feliz y enganchado; creía que si no era capaz de conservar su felicidad, por lo menos podría tomarse pequeños méritos para que se le fueran dadas nuevas oportunidades. No era algo de lo cual sentirse orgulloso, pero él tenía poder sobre Yeonjun.
Una caricia. Unas cuantas palabras. Una que otra promesa hueca. Un acto vacío de arrepentimiento. Hasta un beso. Aquello era más que suficiente para que el mayor no lo dejara; creía haber creado el manual perfecto de tal habilidad. Por más enojado que estuviese, el mayor volvería a recibirlo con brazos abiertos.
Pero ahora lo estaba haciendo a un lado.
Y no sabía si la irritación que estaba sintiendo por ello era dirigida al mayor o a sí mismo por cagarla.
—Fue sólo un error. —no sabía si se estaba reprendiendo a sí mismo o si aún intentaba de excusarse con el chico.
Pero sólo pareció detonar una explosión en Yeonjun.
—¡Deja de llamarlo así! ¡Un maldito error es algo que haces por accidente y tomas en consideración para mejorar, Soobin! ¿Acaso tienes ideas de cuantas veces has cometido el mismo "error"? —cuestionó el chico detrás del volante con voz severa y alta, haciendo comas al aire con sus dedos y siendo demasiado expresivo por su estado de histeria.— ¡Demasiadas veces para considerarlo uno! ¡No fue un error cuando me pusiste el cuerno más veces de las que puedo contar! ¡Llámalo por lo que es! ¡Sabías lo que hacías cuando te acostaste con todas esas chicas! ¡Sabías lo que hacías cuando te metiste con mi prima en varias ocasiones! ¡Sabías lo que hacías cuando intentaste atacar a Kai y lo llevaste al borde de una crisis! ¡Estaba mal y eras consciente, no eres un puto niño! ¡No es algo que puedas llamar un error! ¡Fin de la historia!
—¿Y lo que tú me has hecho a mí qué? ¿Hurgar entre mis cosas? ¿Revisar mi celular? ¿Mandar a gente a la mierda haciéndote pasar por mí? ¿Bloquear varios de mis contactos? ¿Eliminarlos? ¿Seguirme a lugares a escondidas? ¡Tampoco eres un puto santo, Yeonjun! —quizás no estaba en derecho de hacerlo, pero estaba cabreado por haber sido desplazado, por lo que no se quedaría callado mientras le sacaban sus mierdas en cara cuando él podía hacer lo mismo.
Fue un punto bajo para el mayor, quien le bajó la revolución a su furia y calló por unos segundos, terminando con su cabeza gacha en medio de un suspiro, una mezcla de vergüenza, decepción y pesar.
—Nunca dije que lo fuera, Soobin. Sé que no lo soy, pero quizás no hubiese llegado a ese punto si no me dieras razones para desconfiar de ti. —tal vez sonaba mal, pero era lo que Yeonjun sentía, al menos era lo que pensaba que podría justificarlo. Nosotros no lo vemos así, pero tampoco nadie está para explicárselo, ¿no es así?— Primero chicas de nuestra u otras escuelas, luego Yewon, ¿Qué sigue después? ¿Yeji? ¿Te vas a meter en los pantalones de mi hermana menor también? Ni siquiera me sorprendería que estuvieses fingiendo que estás atraído a mí. Soy el único chico con el que has estado. Me da mucho que pensar.
Una vibra sensible para Soobin, una confusa e ignorada y que le picaba por razones que aún no lograba entender. Una que a veces, sólo a veces, lo irritaba y lo hacía llorar por las noche. Una que odiaba en demasía.
—¿Tan bajo tienes que llegar para cuestionar de todo lo que pasé para aceptar lo que me gusta y a mí mismo? —preguntó por lo bajo. Ahora era él quien sonaba herido.
Yeonjun se sintió mal por eso, pero había dicho lo que había dicho. No se iba a retractar.
—¿Qué quieres que te diga? Tu supuesta bisexualidad podría definirse como un «me gustan las chicas, pero finjo que quiero a este idiota» para cualquiera que te conozca y ya me estoy hartando de ella.
—¿Por qué mierda fingiría que me gustas? —cuestionó, pero él ya sabía la respuesta a esa pregunta.
El mayor tal vez no tenía idea de cuál era, pero estaba convencido de que había una:— No lo sé, Soobin. Eso sólo lo sabes tú, ¿puedes bajarte ya?
—¿Es en serio?
—Sí, salte.
—Bien, vete a la mierda. —el azabache salió del auto echando humo por las orejas, tan molesto que tiró la puerta del auto en un golpe tan fuerte que hizo a Yeonjun saltar en su asiento.
Pero no le reclamó algún posible daño a su auto por actuar de manera tan bruta. Solo buscó la salida de la urbanización del menor tan rápido como pudo y este lo único que hizo fue mirarlo, lanzando insultos al aire en lo que pateaba la primera roca que se le cruzaba en el camino para luego desquitarse con el pasto de la entrada. Tenía que descargar su ira, Dios.
No fue hasta que le bajó dos rayas a su frustración que se dio vuelta y se topó con un par de ojos mirándolo desde la ventana. Eso lo detuvo en seco.
Sólo podía rezar que aquella mirada perteneciera a su madre.
Pero Choi Nayeon nunca había sido tan alta.
De repente Soobin se tensó, cerrando su puño con fuerza alrededor de las llaves en su mano y, con todo el pesar que cabía en su ser, tomó valor para avanzar a pasos lentos a la puerta de su casa. Sacó la llave de aquella cerradura de su bolsillo y la abrió, pero no la movió, sólo estaba sosteniendo la manija, a la que le había quitado el seguro, por miedo a lo que podría pasar si resultaba que vieron todo.
Estaba aterrado.
Pero, eventualmente, tuvo que hacerlo.
No iba a salvarse de nada quedándose en el porche y congelándose hasta la muerte.
Entonces se abrió pasó a su casa, permitiéndose mirar al suelo mientras podía, ya que una vez que tuviese a su padre cerca no podría volver mostrar debilidad, no ante él, o le iría mucho peor de lo que alguna vez le pudo ir.
—¿Qué mierda fue eso? —sí, ese era el momento en que la alzaba.
Y no tartamudees, inútil. Ni te atrevas.
—Una pelea de pareja, papá. —el azabache se encogió de hombros restando importancia. La puerta principal de su casa daba directo a la sala, literalmente debías dar unos veinticinco pasos desde allí para sentarse en un mueble, por lo que Soobin estaba lejos del alcance, pero no de su vista, aunque fácilmente podría llegar a él si daba zancadas. Su madre estaba sentada en uno de los sofás, sus manos entrelazadas entre sí y cabizbaja, viéndose culpable. El menor quiso hacer una mueca; era probable que ella haya anunciado su llegada, feliz de ver a su hijo como siempre, sin saber lo que acontecía en la acera. No era una sorpresa que Choi Seokjin se haya asomado por la ventana a ver que ocurría; el futuro de su familia no había puesto un pie en su casa hace semanas. Demonios, debió ser más cuidadoso.— Ya sabe, esas ocurren seguido. Nada de que preocuparse.
No funcionó realmente. Su padre no era ningún idiota ni mucho era fan de sus peleas con Yeonjun.
—¿Una pelea de pareja? —repitió cuestionándole el hombre con los brazos cruzados.— ¿Qué hiciste ahora?
—¿Por qué siempre asume que yo hice algo? —se sintió ofendido a pesar de que tenía razón.
—Porque eres buenísimo para hacer cosas estúpidas. ¿Qué hiciste?
No le servía de renegarlo; no porque tuviese razón, sino porque hacerlo lo metería en problemas.
El azabache suspiró:— Asusté a uno de sus amigos sin querer y ahora está molesto conmigo por eso. Es todo.
¿Qué? Era no renegarlo, pero tampoco le diría toda la verdad.
Su padre era capaz de acusar a su noona de pervertida por darle cabida a un menor de edad y esparcir el rumor con tal de salvar su relación y las apariencias con la familia de Yeonjun.
Y si los Choi se enteraban...
De ninguna manera.
Seokjin no se veía muy convencido:— ¿Por qué Yeonjun se molestaría contigo por algo así? ¿Me estás ocultando algo?
—¿Por qué lo haría? —el menor levantó sus manos en muestra de inocencia, disimuladamente tragando saliva junto con su nerviosismo en el proceso.— Sólo se hizo muy amigo del Huening ese y me enojé. El rarito se asustó con unos cuantos gritos y Yeon se molestó conmigo porque el tipo no quiere hablarle.
Soobin se imaginaba los siguientes dos escenarios: o bien su padre le creía y lo dejaba en paz, o bien no terminaba de creerle y seguía interrogándole, cosa que, por el bien de su pobre madre, esperaba que no ocurriese. Ella había estado tranquila toda aquella semana; no se merecía todo el estrés y daño que pudiera pasarle si su padre percibía algo malo en él y en cómo manejaba su relación en el mayor.
No obstante, Soobin no tenía la suerte de que las cosas le fueran convenientemente bien.
No pensaba que su padre pudiera molestarse por su excusa; no sabía si era porque se había dado cuenta de que había estado ocultándole detalles o porque no alcanzó a filtrar algo que dijo. Dios, trató de ser prudente con sus palabras.
—¿Huening? ¿El hijo maricón del abogado adinerado, David Huening? ¿Me estás jodiendo, mocoso imbécil? —allí estaban los puños apretados junto con la mirada flamante y amenazadora de su padre cuando Soobin metía la pata, aquella por la que su madre se encogía y el menor se tensaba.— ¿Vas a dejar que ese tipo te lo quite?
—No, papá, y no creo que quiera hacerlo. Solo me enojé porque Yeon no pasaba tiempo conmigo, no por otras razones.
—Serás idiota, hijo. —una risa sarcástica y nasal brotó de su padre, de esas que Soobin odiaba porque lo hacían sentir como un estúpido.— ¿De verdad piensas que alguien como el chico de los Huening y Yeonjun sólo pueden ser amigos? Son maricas. Entre ellos se atraen, ¿okay? ¡Es obvio que te está dejando de lado porque se lo está cogiendo! ¡Cuando menos lo esperes, Yeonjun terminará contigo y nosotros nos quedaremos sin nada! ¿Acaso tengo que recordarte que los Choi quieren darte un trabajo seguro sólo por estar con su hijo? ¿Vas a perder eso y dejarnos en la ruina? ¿Por qué no puedes ser como Minhyuk y pensar con la puta cabeza?
El azabache tuvo que resistir el impulso de arrugar su rostro en la expresión más irritada y asqueada que podría hacer, esa que sólo parecía adquirir cuando mencionaban a su hermano mayor: el hijo perfecto que era un médico exitoso y trabajaba duro para mantener a su familia, ayudar a la situación financiera de sus padres y pagarle el instituto.
Su hyung, Choi Minhyuk, le llevaba el casi doble de edad. Era tan extraño que Soobin había dudado ser hijo de su padre más de una vez y se lo habría creído de no ser por el gran parecido que tenía con su progenitor. Tampoco era tan improbable como sonaba; al fin y al cabo, Choi Nayeon había sido casada y embarazada a los quince años por un tipo que tenía su edad cuando ella nació. Soobin fue el bebé que tuvo a los inicios de sus treinta, la edad en la que se consideraba común ser madre. El menor estaba convencido de que su madre era perseguida por la desgracia; no sólo había sido acechada y desposada a un completo pedófilo abusador que no la dejó ir a la universidad ni trabajar, sino que su primogénito era una copia idéntica del tipo que le había destruido la vida, pero que, aún con ello, los amaba ambos al punto de considerarse insano. También estaba el hecho de que amaba un poco más a su hijo menor, lo suficiente para seguir aguantando una calidad de vida nefasta después de que su hijo mayor se fuera de la casa a mitad de sus veinte.
Soobin era la razón por la que tenía que aguantar a Choi Seokjin, un hombre coreano de los que pensaban y se comportaban a la antigua, padre de sus hijos y doctor retirado por haberle sido retirada su licencia médica al perder un paciente en mesa, dado que se confió demasiado y ahora, a causa de ello, no tenía trabajo. ¿Ya se imaginan lo que pasa cuando un hombre cuyo único objetivo en la vida era ser activo en la sociedad, para proveer a una familia y seguir presionando a estos a servirle como sus esclavos en agradecimiento tal como alguna vez le había hecho su padre a él, se queda desempleado y con su reputación completamente destruida, no?
Pues su esposa y su hijo terminan pagando por eso.
Soobin estaba obligado a seguir los pasos de un hombre tradicional, compartiendo los mismos comportamientos y creencias, y los también de su hyung, sacrificando todo y hasta su alma para pagarles a sus padre por haberlo criado por tantos años. Él debía hacer hasta lo imposible para ser una fuente de ingresos estable —y Yeonjun era eso.
Y su madre... pues, ella debía pagar los platos rotos, ser el saco de boxeo para la ira de Seokjin y no poder hacer nada para aportar a su hogar más que en verse bonita a la hora donde su marido necesitaba fingir y mentir sobre su estatus social con los demás; debía esforzarse hasta el cansancio para conservarse como una veinteañera y ser ama de casa de tiempo completo.
Esa mujer, ya acabada por los años, lo observaba desde el sofá con pesar destilando de sus orbes avellanados y cansados, cosa que encogió el corazón de nuestro azabache.
—Padre, Yeonjun está enamorado de mí. He trabajado mucho para lograr eso y no va a cambiar por un rarito del cual me aseguré que no volviera a hablarle. Tengo todo controlado.
—¿Por qué está tan molesto si lo tienes todo controlado, uh?
—Él así. Sabe bien que se comporta como una niña chillona. —el menor aún trataba de restar importancia por el bien de su madre y el suyo.— Después se le va a pasar, ya verá.
—Te va a dejar. —Seokjin estaba convencido de eso, con una mano en su cadera y la otra acariciando su sien se preguntó porqué había dejado a su hijo inútil manejar algo tan importante. ¿Acaso él era el único capaz de razonar en esa casa?— El hijo de Huening es una copia exacta de su padre, Soobin. No sólo es apuesto, también forma parte del mismo estatus social de su familia y, si tanto tiempo ha estado pasando con él, probablemente no se ha de comparar a tu funesta personalidad. Es obvio.
—No lo hará. —quizás era negación o simplemente quería tranquilizar a su padre, ya que este empezaba a alterarse.
Él lo sabía, su madre lo sabía. Seokjin se lo negaría a sí mismo.
Pero Soobin sentía miedo, no por su propia integridad; no, esa no le importaba, más bien era porque Nayeon había sentía el cambio en la atmósfera, por lo que se había removido y cambiando silenciosamente de sillón para estar más cerca de su esposo. ¿Acaso su madre no tenía ningún instinto de supervivencia? Cuando su padre se enojara, ella debía irse, no acercarse. ¿Por qué nunca lo escuchaba?
—¡Te va a dejar!
—¡No lo hará! —exclamó de la misma forma el menor, tragándose la mueca que quiso manifestarse en su rostro por su mera auto-conciencia ante el acto de levantarle la voz a su padre. Lo que dijo después tampoco fue demasiado listo; él no era quien para quejarse del instinto de supervivencia de su progenitora cuando el suyo estaba incluso más atrofiado.— E inclusive si lo hiciera, los Choi me adoran, padre. La familia del hermano de la señora Sana es igual de adinerada y me pueden ofrecer las mismas oportunidades. Su hija también está enamorada de mí, así que si lo de Yeonjun no funciona, podría-.
No pudo terminar de decir lo que espontáneamente había planeado su cerebro, la gran palma de su padre ya había impactado contra su mejilla derecha y los anillos entre sus dedos habían incluso abierto piel en la comisura de sus labios. El sonido de aquel golpe seco había provocado eco en toda la sola y luego de eso hubo silencio, sólo silencio, a excepción de la respiración acelerada de su padre, como el paso del aire corriendo entre sus dientes apretados y el leve quejido, casi inaudible, que brotó de sus labios por la magnitud de fuerza que había usado para sólo ese golpe.
Soobin no sabía porqué el jadeo de su madre si esto no era ninguna novedad ni lo peor que le había hecho. Quizás aún le sorprendía.
Y no podía quejarse, ni gemir por el dolor, ni doblarse. Dios no permitiera que soltara un sollozo o se le escapara una lágrima; su padre terminaría de darle una paliza allí mismo. Sólo en ese instante tenía permitido bajar la cabeza y soportar su reprimenda, ignorando el ardor que recorría por todo su rostro e que iba incrementándose conforme avanzaran los segundos. El sabor metálico de aquel hilo de sangre que bajaba por su barbilla en una pequeña y lenta cascada, y que se había colado ligeramente entre sus belfos, sumado a ese shock familiar, pero recurrente, por cada vez que su padre le ponía una mano encima seguía generándole náuseas.
De ser el pequeño Soobin hubiese llorado, manoteado y gritado por ayuda, pero había aprendido con el tiempo que era inútil. Este era sólo un golpe, algo para traerlo nuevamente a la realidad por haber dicho demás; era su culpa, debió haberlo pensado mejor. Sabía que su padre lo hacía porque no tenía más opción. Era todo lo que conocía sobre paternidad. No era un mal padre, sólo un mal esposo.
A él le duele más que ti, le decía su madre cada que su padre llegaba a esos extremos cuando era más pequeño, sólo procura obedecer para la otra.
—Te he dicho mil veces que sueltes el asunto, Choi Soobin. —Seokjin pronunció entre dientes y respiraciones agitadas.— Esa chica no es buena para ti, ni para nuestra familia. Quizás pretender que estás enamorado de Yeonjun es vender mi orgullo y mis principios como hombre, pero son cosas que se deben hacer. Nada me deja más tranquilo que saber que sea un mero acto por conveniencia, porque la familia lo necesita, pero has llegado ya demasiado lejos para echarte para atrás y meterte con otro famili. Enróllate con cualquiera, todas menos esa chica, ¿okay? No te conviene, no nos beneficia como la familia de Yeonjun y sólo va a causarte problemas. Acepté que hayas elegido meterte con Yeonjun en lugar de Yeji porque dio resultados, pero no dudes de las consecuencias que te esperan si llego a enterarme que sigues viéndote con esa mujer. ¿Me he dado entender?
Por su bien, y por lo intensa que era la mierda teñida en ruego de su madre, Soobin se limitó a asentir con la cabeza, lo cual llevó al cierre de la conversación, con su padre yéndose después de darle una última orden.
—Quiero ver a Yeonjun de regreso por aquí.
Luego de eso partió en medio de largas zancadas, echando humo por las orejas y lanzando insultos al aire. Lo único que le quitó un peso sobre los hombros al menor era que su madre seguía intacta; su padre había partido directamente a la segunda sala donde estaba la televisión, la cual era un cuarto aparatado y lejano de la sala de estar.
Generalmente cuando se iba cabreado, y su molestia rozaba los límites que no debían sobrepasarse, la persona que pagaba por los platos rotos era Nayeon. Si ella estaba cerca, la empujaba; si trataba de meterse a la discusión, ella también recibía un mal golpe; y si se atrevía a defender al menor, los santos no quisieran, ella recibiría lo mismo que Soobin tuvo que aguantar y más en privado.
Era como vivir un dictador, hasta se atrevía a decir que vivían con un dueño, Nayeon tenía miedo todo el tiempo y Soobin temía por ella. El azabache realmente no entendía porque seguían allí, ni siquiera dependían financieramente de Seokjin. No, su hyung ponía la comida en la mesa y, si bien era una copia barata de su padre, Soobin no creía que sería capaz de negarles su apoyo, al menos no desampararía a su pobre madre. Soobin no importaba, pero a ella sí podía cuidarla. Ella incluso dependía más de Soobin que de su padre; las decisiones que tomara respecto a la familia Choi y lo que hiciera para permanecer en ella determinaban la cantidad de dinero que tendría en el futuro. Él estaba dispuesto a darle todo a su madre, entonces ¿por qué aún seguir viviendo con el pedazo de mierda? ¿Por qué decirle que lo hacía por su bebé, por él? ¿Acaso era incapaz de ver que ese hombre lastimaba a su supuesta razón de quedarse? ¿Por qué no huir juntos en lugar de aguantar al tipo?
Aún con esas preguntas atormentando sus pensamientos todo el tiempo, y lo asquerosamente culpable que una parte de él se sentía al pensar tan bajo de su padre porque le habían dicho toda su vida que así era como el hombre demostraba su amor, Soobin no podía resentir a su progenitora por darle esa vida. No cuando lo primero que había hecho en cuanto el tipo dejó la habitación fue acercarse a su retoño y acunar sus mejillas mientras preguntaba en voz baja y preocupada si estaba bien, su mirada llena de pesar. Ella era tan buena, ¿cómo culparla?
—Aigoo, hijito. —lloriqueó con sus ojos aguados, expresión que Soobin odiaba ver en su rostro.— ¿Por qué mencionaste a Yewon? Debiste no haber dicho nada, mi Dios. Mira lo que te hizo, ¿te duele?
Contrario a su sacudida de cabeza, el menor dejó salir un leve gemido de dolor cuando el dedo de su madre entró en contacto con su pequeña herida, llevándolo a suspirar rendido.
—No es nada, mamá, estoy bien. Y lo lamento, no buscaba armar una pelea. Solo quería... aportar con soluciones.
—Ay, mi vida. Ya sabemos que a tu papá no le agradan mucho las ideas. Es fan de los hechos. —la mujer retiró sus manos de las mejillas de su hijo. Su hablar era pesado y cansado.— Podrías haber hecho con ella lo que hiciste con Yeonjun cuando no querías salir con Yeji. Hubiese servido, pero ahora que sabe de la idea... Está bastante en contra.
—Lo sé. Perdón otra vez, mamá. No buscaba hacerlo enojar. Solo pasó que bebí un poco en la fiesta y se me soltó la lengua. —el menor arrugó una mueca, limpiando con su manga el angosto, pero notorio hilo de sangre que había descendido hasta su barbilla.
—Ya se le pasará, mi vida. Está bien. —su madre le dedicó una sonrisa en lo que abrazaba su brazo derecho. Siempre se miraba nerviosa y estaba rota, pero seguía siendo preciosa.— ¿Qué tal si te curamos eso y luego comemos algo de helado? ¿Te gustaría?
Su sonrisa era contagiosa por lo que sólo se mostró de acuerdo.
—Está bien.
Con eso, ambos partieron silenciosamente al baño del segundo piso para curar la herida de Soobin mientras Nayeon le apretaba la mano y le decía que era un chico valiente y un protector increíble. Haberse sentado a comer un poco de helado con su madre lo había entretenido lo suficiente para dejar de pensar en lo que haría con Yeonjun y cuál sería su siguiente pasó para recuperarlo; debía hacerlo, sólo por ella. Nayeon le preguntaba sobre la escuela y lo miraba comer con una sonrisa bastante linda; se le inflaban las mejillas y lucía como un bonito conejito.
Lamentablemente ese era sólo el comienzo.
La razón de sus problemas le había escrito a su amigo, Beomgyu, —después de una espontánea lluvia de ideas, una lista de pros con contras y largas horas de pensarlo en la madrugada— de tanto considerar sus opciones hasta las dos de la mañana, un «Creo que me gusta alguien más, ¿qué hago, Beom?».
Desafortunado Soobin, estás arruinado.
(!! otro tw !! pequeña mención de intento de suicidio y de trastornos alimenticios).
—¡Reunión familiar!
—No tienes porqué llamarnos así, papi. Estamos cenando. —el padre de Kai tenía la costumbre de vociferar «reunión familiar» cada que tenía algo importante que decir o discutir, en específico algo relacionado con él o Lea.
De ser una reunión familiar, Bahiyyih también estaría allí.
Nuestra historia salta a un poco más de mes y medio, a inicios de Mayo, lo que llevaban siendo dos meses de instituto y un mes de haber cortado conexión con Choi Yeonjun. O sea, sí, seguía siendo su compañero de clase y había terminado siendo elegido para presidente del curso como siempre, tal cual le había dicho el primer día de clases; no obstante, ya es de nuestro entendimiento general que Huening Kai es realmente bueno para ignorar gente y repeler sus presencias, por lo que cada vez que el azabache trataba de acercársele terminaba convertido en un fantasma a los ojos del rubio o tenía que tratar con el grosero y poco amigable Kai que había apenas hablado con él en el primer día.
A pesar de la constante presencia de Choi orbitando a su alrededor y el novio de este mirándolo como si quisiera lanzarle navajas por los ojos, el resto de acontecimientos básicamente le cerraron la boca al Kai negativo y pesimista que se había duplicado al entrar a clases; seguía siendo ese chico, pero le habían probado que estaba equivocado. Ignorando el hecho de que debía estudiar como máquina, no tanto por sus trabajos, aportes y tareas sino por el condenado Suneung en Noviembre, el último año no requería tanto esfuerzo como el que se imaginaba; es más, se estaba divirtiendo más de lo que pensó que lo haría.
El grupo de diez personas que habían formado aquel domingo, terminó, de alguna manera, gravitando hasta una de las mesas grandes de la cafetería donde todos podrían caber el día lunes después de la fiesta. No lo habían planeado así, ni siquiera se habían prestado atención; Kai había llegado caminando, Yuna había traído a Ryujin en su auto, los amigos de Jungwon habían sido dejados en la entrada por la madre de Sunghoon, Yang había sido dejado por sus padres como de costumbre, Park había llegado temprano con su padre, el profesor Park, y, al parecer era cosa de todos los días, Heeseung había traído al resto, Sunoo y Riki, en la van de su padre.
Ryujin y Yuna iban juntas a su salón, así mismo Jaeyun y Sunghoon, y el resto perteneciente al salón uno terminaron encontrándose en sus asientos; sin embargo, no habían hecho más que actuar como normalmente lo hacían: Sunoo y Riki en su pequeño mundo, Heeseung cabreado con la vida, Jongseong coqueteándole a Jungwon y este ignorándolo y Kai dormido cada tanto hasta que el pequeño Kim lo despertara. Ninguno de ellos había planeado nada.
Y aun así, ese mismo lunes, lo que Ryujin y Kai creyeron que sería un común y aburrido almuerzo cambió a uno más ruidoso y entretenido. Los dos habían estado solos porque Yuna se había ido con algunas amigas, pero aquello no duró mucho tiempo. Primero habían llegado los inseparables, Sunoo y Riki, ocupando la banca frente a ellos en la mesa del rubio sin dejar de hablar sobre este juego que debían jugar; luego Jungwon había caído repentinamente junto a Ryujin, quejándose de Park mientras que este también se tomaba la libertad de sentarse y apretar más al castaño contra el costado de la peliazul; Heeseung había llegado poco después, rodando sus ojos antes la actitud patética de su amigo rubio y tomando asiento junto a Huening; y, para terminar, el Park azabache y el australiano habían estado buscando a su amigo y, al encontrarlo con el grupo del billar, no dudaron en tomar asiento a lado de cierto castaño bonito del salón uno, ambos pegando a Sunoo a pesar de no estar tan apretados en la banca como los cinco del otro lado.
Y esa formación se había quedado así. Yuna iba y venía y se sentaba junto a Kai por lo que Heeseung debía buscar asiento junto a Riki, pero se resumía más o menos en eso todos los días en la escuela. A veces, si no estaba soleado, irían al patio y formarían un gran círculo en el césped, otras veces se amontonarían bajo la sombra de un árbol, y los fines de semana alguno de ellos salía con un plan espontáneo, cosa que llevaba a Heeseung a estar a fuera del estudio en la van; a veces iban, a veces no, a veces otros eran los que no asistían. Fuera o dentro de la escuela, pasar tiempo con ellos no dejaba de ser divertido y siempre resumía al mismo círculo de amigos.
Para ser honestos, Kai y Ryujin nunca habían formado parte de un grupo estable; si nos olvidamos de ese grupo de adultos del bar que una vez la peliazul mencionó, siempre han sido ellos y Yuna, por lo que no tenían reverenda idea de cómo funcionaba el rollo de formar parte de un grupo.
Pero se manejaban. Era agradable y los chicos eran divertidos, no era tan difícil como pensaron.
Y Jungkook lo había felicitado cuando le contó.
Por la misma razón, nuestro rubio favorito se encontraba medio ignorando a su padre y Lea en la cena, disimulando pobremente mientras contestaba los mensajes que sus amigos dejaban en el grupo de Kakaotalk. Y digo pobremente porque su noona y su progenitor se habían dado cuenta hace rato.
David no había dicho nada por el simple hecho de que estaba contento de que tuviese más amigos a parte de las chicas Choi y Shin y Lea no lo regañaba porque a su padre no parecía molestarle el uso de su celular.
Aunque si le había llamado la atención cuando dicha reunión familiar dio inicio:— Kai, el teléfono en la mesa, por favor.
El rubio bufó, pero no se resistió. Sólo se limitó a obedecer.
—¿Es sobre lo que te comenté? —su hermana se aclaró la garganta, luciendo algo incómoda.
Estaba mirando a Kai por el rabillo del ojo. ¿Qué demonios había hecho ahora? ¿Acaso iba a recibir un regaño? No, no. Su padre no llamaría una reunión familiar por eso.
Aunque todo era posible.
—Exactamente, princesa. —su padre aún consentía a su hermana como si fuera una bebé. Tenía sentido para Kai que fuera así; había sido su primera hija y de paso era una niña, con la cual había tenido la oportunidad de ser padre de tiempo completo. Existía una razón que explicaba la profundidad de su relación padre e hija.— Kai-yah, tu hermana ha estado sintiéndose algo... inconforme con su peso últimamente. Quiso volver a eso saltarse comidas, pero tuvimos una conversación y llegamos a la conclusión de que arreglaríamos esto juntos, como familia.
—Ajá. —no estaba entendiendo realmente, pero si le preocupaba el hecho de su hermana pudiera recaer. Por más que su relación con ella fuera más inestable que su salud mental, no quería que volviera a los malos hábitos que la llevaban a desmayarse, mucho menos que la volvieran a internar, por lo que se mostró atento.— ¿Y esa conclusión es?
La mirada del rubio saltó de su padre a su noona, la cual se encontraba removiendo su curry con la cuchara. Sus orbes conectaron por un segundo lo cual lo llevó a modular un pequeño «come» suave y delicado, a lo que su hermana rodó los ojos, pero también se decidió por llevarse un poco de la porción a la boca mientras esperaba que su padre diera el plan.
—Pues le hablé a la señora Oh sobre nuestra nueva dieta. Ella va a investigar más sobre eso para poder cocinar platillos deliciosos y saludables así no llegamos a los malos hábitos, cosas que ayuden con la digestión y que no contengan carbohidratos malos. —era obvio que su padre había aprendido del incidente, de hecho pasaba bastante seguido. David tendía a darse cuenta de que las cosas estaban mal cuando casi llegaban a un punto de no retorno; no se reconsideró toda su paternidad hasta que su hijo menor casi logra quitarse la vida por cuarta vez y la mayor tuvo que ser internada por trastornos alimenticios no diagnosticados, pero estaba intentando ahora. Eso era lo importante, ¿no?— No vamos a aumentar o disminuir porciones porque empezaremos a ir al gimnasio desde la próxima semana, todos los días, de lunes a viernes, hasta que se vuelva parte de nuestra rutina. Todos sacaremos tiempo de nuestra agenda y apartaremos por lo menos una hora para el gimnasio, ¿les parece bien?
Jungkook le había dicho que aún no era muy conveniente que se adaptara a rutinas, pero esto iba más allá de él; sería una actividad familiar y estarían apoyando a Lea, no podía ni quería negarse.
—¿Tú también harás ejercicio, papá? —en lugar de contestarle, el rubio preguntó aquello con cierta curiosidad, sin saber si su entusiasmo venía de ayudar a su hija o de algún otro lado.
Y había logrado sacarle una risita algo divertida a su padre.
—Pues sinceramente lo necesito, Kai. Mi barriga se está volviendo redonda y me gustaría cambiarlo.
—Sí. Ahora que ya no la usas como almohada, se quiere deshacer de ella. —su hermana bromeó más con su padre que con él, pero igual lo hizo reír un poco.
Su padre también lo hizo, pero también volvió al tema principal; serio, pero no pretendía ser intimidante, recargando sus codos en la mesa y mirando a su menor en lo que este terminaba su cena.
—Exacto, mi panza de cebada ya no tiene uso. Dime, Kai, ¿hay algo en particular en lo que quieras trabajar?
El menor asintió.
—Creo que me gustaría tener un poco de musculatura en los brazos y muslos. Siento que mis piernas son demasiado delgadas.
—Agh, ojalá tuviese yo ese problema. —se quejó su hermana en una especie de bufido indignado.
Claro, a ella siempre le habían acomplejado sus muslos y sus brazos o cualquier otra parte de su cuerpo donde creía que se acumulaba la mínima cantidad de grasa que ella calificaba como «amorfismo de cuerpo». Por supuesto que quería ese tipo de problema.
Sentía que lo minimizaba, pero no la culpaba.
Ella seguía creyendo que debía cumplir esos estúpidos e infames estándares de belleza propios de su cultura; uno de ellos era su peso, y aunque Kai consideraba ridículo el que quisiera bajar más cuando él podía asegurar y demostrar que su noona cumplía con el denominado "peso ideal", ella alegaba que apenas estaba rozando este y que debía perder más peso si quería estar tranquila. Huening odiaba que las cosas fueran tan difíciles para ella.
—Si quieres te los regalo. —pero igual le contestaba sarcástico por sus comentarios fuera de lugar.
La castaña ironizó:— Ser alta y delgada. Mi mayor pesadilla, wuuu.
—Ya, ya, suficiente. —el padre de ambos los detuvo.— ¿Algo que quieran añadir?
El rubio alzó la mano.
—No. No puedes llevar a Ryujin. —Lea habló antes de que pudiera preguntar.
—¡Yah!
—¿No era eso lo que iba a preguntar?
—Sí, pero no a ti. Papá es el que está hablando, mimada.
—Basta. —el padre de ambos se estaba sobándose el puente de la nariz; sostenía este entre su pulgar y su índice en medio de un suspiro cansado.— Ning, adoro a Ryu, ella es parte de la familia, pero si le pago la membresía para el gimnasio, tu hermana va a querer que invite a sus amigas también y eso sí sería muchísimo gasto.
El menor chasqueó casi indignado, sentimiento que se acentuó cuando su noona le sacó la lengua en cuanto le puso la mirada encima.
Ah, esa princesita mimada.
—No es mi culpa que ella sea amiga de media facultad.
—No es mi culpa que tú tengas sólo una amiga.
—Para tu información, he hecho amigos este año. ¿Qué vas a decir ahora?
—¿Y te tardaste como diez años? Bah, felicidades. Ya veremos cómo vas a perderlos a todos cuando deban ir a la universidad. Es un hecho, ley de la vida.
—¡Papá!
—Ah, esto no me está haciendo más joven. —el Huening mayor de la mesa se puso de pie y agarró su plato para retirarse. Tenía que volver a su oficina de todos modos.— Ya di la noticia. Lea, asegúrate de hablar con la señora Oh sobre la lista de cosas que comemos y no comemos y coordinar la hora de los almuerzos. Kai, tú sé un ángel y búscanos un buen gimnasio al cual ir, ¿sí? Sólo eso. Yo pagaré todo y buscaré unos cuantos ejercicios para ayudarlos a entrenar. Pueden irse a sus cuartos después de lavar sus platos.
El rubio se puso de pie con su plato y su vaso en mano, siguiendo a su hermana mayor a la cocina con sus labios abultados inconscientemente tras escuchar cuál sería su tarea.
—¿Cómo demonios voy a encontrar un gimnasio? —pensó en voz alta en lo que dejaba las pequeñas sobras caer por la trituradora.
Escuchó a su hermana chistar. Ella ya estaba lavando los platos.
—Ni que fuera como buscar un huevo de oro, tonto. —no la estaba mirando, pero sabía que estaba rodando los ojos.— Existe Naver. Existe Instagram. Tienes amigos ahora.
El menor frunció el ceño ante lo último.
—Ni que mis amigos fueran paginas amarillas.
Lea dejó su plato y utensilios en la secadora de trastes de la cocina, dándose la oportunidad de volver a rodar los ojos con la única diferencia de que esta vez colocaba sus manos en sus caderas y los había rodado bajo la mirada de su dongsaeng. Su noona con frecuencia pensaba, y se aseguraba de expresarlo, que Kai era un idiota por no saber mucho de la vida y tener cero habilidades para la interacción social; lo molestaba con eso, le decía que debía salir a ganarse alguna experiencia de vida, pero también se exasperaba con él cuando no entendía algo o fracasaba en hacerse amigo de personas nuevas. Es más, cada que preguntaba algo o parecía no estar seguro de algo, actuaba dura y molesta con él, argumentando que ya debería saber todo con la edad que tenía.
¿Quién la entendía? Nadie.
—¿Siquiera tienes neuronas? Es para que les preguntes por si conocen un gimnasio y te recomienden o te ayuden a buscar uno, tonto.
—Ouh, eso tenía más sentido.
Su hermana lo dejó solo en la cocina en medio de un bufido, el menor limitándose a imitar sus acciones anteriores con los trastes para encerrarse en su propia habitación a pensar en lo que había dicho.
Aunque, de alguna manera, terminó pensando en Yeonjun; era posible que el rumbo de sus pensamientos haya cambiado debido a la conversación que se había llevado a cabo en la mesa, por la incomodidad de su hermana, las medidas que su padre debía tomar para que no recayera y cómo debía pedirle con la mirada que comiera. ¿Estaría bien el azabache?
¿Su problema era igual de grave al de su noona o era peor? ¿Estaría comiendo como es debido o aún trataba de engañar a los demás a su alrededor? ¿Seguiría usando esas técnicas estúpidas para convencer a todos de que estaba alimentándose? ¿Soobin, sus amigos, sus padres todavía no lo notaban? ¿Tomaba algún suplemento para tener la energía que necesitaba en su día a día? Los entrenamientos empezarían pronto y siendo la persona sobresaliente y participativa que era, estaba más que seguro de que Yeonjun seguiría formando parte de todos los equipos. El tipo era como el maldito arroz con pollo, siempre estaba metido en todo, bajo la mirada de todos, y buscando destacar.
¿Cómo demonios tendría la energía de jugar fútbol, basketball y volleyball si apenas comía? ¿Él no formaba parte de su equipo de natación también o estaba equivocado? Y olvidando los deportes, ¿cómo mierda era parte de casi todos los grupos de competencia académica si no tenía la energía suficiente para estudiar? ¿Club de debate, Olimpiadas matemáticas, Taller de física, Feria de Ciencias a mitad de año? ¿Cuánto tiempo llevaba haciendo eso sin la cantidad apropiada de apoyo? Era una productividad ridículamente tóxica; estaba participando en demasiadas actividades como para ser una persona normal. ¿Quién se aseguraba de que comiera, que se cuidara, que no se presionara al punto de ser agotador? Conociendo a Soobin, él ni siquiera vería un problema en todo eso. ¿Sus padres estarán de acuerdo con todo eso? ¿Era parte de su personalidad o presionarse a sí mismo era algo característico al formar parte de una familia extremadamente exitosa? ¿Tendrían ellos que ver con su trastorno con la comida o era algo más?
Dios. Si no estaba equivocado, ni siquiera Beomgyu, que era el niñito perfecto de los Choi, se llevaba tanto al límite como Yeonjun.
El rubio agarró una almohada y se restregó el rostro en esta, odiándose a sí mismo por simpatizar con alguien que 1) había odiado por años, 2) con quien se había comparado mil y un veces, 3) alguien que se encontraba extrañando muy el fondo de sus pensamientos, pero 4) seguía siendo alguien que significaba tener que correr de un sinnúmero de problemas que le rozaban los talones.
Ni siquiera sabía si aún estaba molesto o si sólo estaba avergonzado porque lo vio llorando y envuelto por el pánico. ¡Dios, hasta se cuestionaba si le seguía desagradando en su totalidad!
Bueno, era comprensible que su visión de Yeonjun haya cambiado. ¿Cómo desear tener la vida de alguien tras conocer ciertos aspectos desagradables de esta? ¿Por qué envidiaría a Yeonjun y desearía ser como él cuando sabía todo lo que conllevaba ser Yeonjun? Ni siquiera había conocido un cuarto del tipo, pero sentía algo por él, sentía...
Lástima.
Jamás se vio a sí mismo teniéndole pena a alguien como Choi, pero lo hacía. El chico le daba pena.
Quizás se trataba de su complejo de salvador —aun cuando no puedes ayudarte a ti mismo, le decía Jungkook—, pero hasta sentía la urgencia de tenerle una mano amiga, hacer las cosas más fáciles para él, pero no; él no deseaba tener más problemas cuando realmente debía ver por sí mismo. No podía ayudar a nadie si él no estaba completamente estable y no necesitaba mucho para llegar a la conclusión de que alguien como Choi Yeonjun sólo significaba más problemas. No podía.
Sacudió su cabeza para quitarse el tema de la mente y sacó su celular de su bolsillo en cuanto la almohada fue retirada de su rostro, decidiendo olvidarse de Yeonjun para concentrarse en una sola cosa: buscar un gimnasio como le habían pedido.
Tenía cientos de mensajes acumulados en la pantalla de bloqueo; su nuevo grupo de amigos haciendo de las suyas mientras él estaba en medio de su pequeño conflicto interno sobre cierto príncipe presumido de su curso. De alguna forma, sus amigos estaban debatiendo sobre KDramas románticos, un tema que probablemente había sido introducido por Yuna o Sunoo, pero que había sacado lo mejor de aquel sub-grupo competitivo entre ellos. Jungwon, Riki, Heeseung y Ryujin se encontraban riñendo sobre el mejor drama de todos los tiempos; el menor de todos estaba dándoles mil y un razones de porqué Weightlifting Fairy Kim BokJoo era el mejor, el japonés estaba defendiendo a Fight my way con su vida, Heeseung, tan sofisticado e intelectual como siempre, decía que Está bien no estar bien se llevaba las corona por sí solo y Ryujin había spameado con mensajes indignados con sus argumentos sobre porqué estaban estaban equivocados y el mejor drama era Strong Woman Do Bong Soon.
Probablemente tenía a Yuna en su chat privado formulando más argumentos para ayudarla.
Era gracioso de ver. Kai no pudo evitar reír.
Hasta fue decepcionante pensar que debía ponerle fin al debate. Aunque no tuvo que hacerlo, Sunoo lo hizo.
Solecito: Basta, basta, esta discusión es estúpida. Todo el mundo sabe que el mejor drama que existe es Goblin, fin del debate.
Riki: Depresivo, pero bueno.
Riki: Voy del lado de Sun. Él es el amante de los dramas después de todo.
Ryu: Difiero, Goblin no tiene a Park BoYoung.
Yuna: Ni a Ahn Minhyuk. Ese hombre es un sueño.
Ryu: Yo no sé de eso, pero ajá. Lo que ella dijo.
Sunghoon: Yo apoyo a Sunoo.
Jake: Same.
Jay: Qué simps.
Jay: Como iba diciendo, WFKBY mejor drama.
Jungwon: ALGUIEN CON BUEN GUSTO.
Hee: ¿No habías dicho que tu drama favorito era True Beauty, Jongseong?
Jay: YAH, yo nunca dije eso. Ni siquiera sé que es True Beauty.
Hyuka: Te recuerdo haciendo una presentación de Power Point sobre cómo Han Seojun merece mejor y no debía ser el second lead.
Jay: Mentira, Wonie. Ni siquiera sé de qué trata TB.
Jay: Calumnias, puras calumnias.
Hyuka: Voy a apoyar a Hee en esta. EBNEB es superior. Se enfocan en temas delicados de una forma increíble.
Hee: JA, TOMEN ESO.
Solecito: Pues a mí me apoyan tres.
Solecito: Yo gano.🖕
Yuna: Con un grupo de admiradores, cualquiera gana.
Riki: Yah, yo no soy un admirador. Genuinamente pienso que Goblin es cool. La trama es súper ingeniosa.
Riki: Sería cool que alguien la reescribiera y la hiciera BL.🤪
Jay: Qué gay.
Hyuka: Oigan, homosexuales, Yuna y Sunoo, ¿podemos dejar el debate de los dramas por un ratito? Me urge ayuda.
Ryu: ¿Qué pasó?
Hee: ¿Estás bien? ¿Quieres que vaya por ti?
Jay: Dios mío, no jodan. No es una competencia a quien le pregunta más rápido. Disimulen.
Jay: Pero fuera de broma, ¿todo bien?
Solecito: ¿Es en algo en particular, Hueningie?
Jake: Podemos ir a verte si quieres.
Sunghoon: Danos cinco minutos.
Jungwon: ¿Necesitas ayuda en las tareas? Yo podría echarte una mano.
Riki: Bájenle dos rayitas al spam y déjenlo escribir, por amor a Cristo.
Yuna: Eso, están haciendo que me preocupe.
Hyuka: LSKFKSK cálmense, estoy bien. No necesito que vengan a verme o algo. Tranquilícense todos.
Hyuka: Sólo quería que alguien me recomendara un buen gimnasio.
Jungwon: ¿Gimnasio?
Ryu: ¿Cómo así?
Yuna: Estás perfecto, ¿para qué?
Jay: Otra simp.
Jake: Ganas de darte un zape virtual, Jay.
Solecito: ¿Vas a empezar a ir al gimnasio, Kai?
Hyuka: Yeap. Será cosa familiar con mi papá y mi hermana.
Hyuka: Soy el encargado de encontrar un buen gimnasio. Me considero la persona menos indicada para eso, pero ajá, pongan al inadaptado social a buscar uno.
Jay: No temas, fiel amigo.
Jay: Yo tengo la solución a tus problemas.
Sunghoon: ¿La mamá de Heeseung no era dueña de un gimnasio?
Jay: A ti de verdad te gusta arruinarme las cosas, ¿cierto?
Riki: Ni que fuera una gran revelación. Todo el mundo lo sabe.
Jake: Heeseung hasta trabaja allí.
Hyuka: Yo no lo sabía.
Ryu: Yo tampoco, pero hey, la solución al problema.
Solecito: Si tienes suerte, hasta te regala un mes gratis.☺️
Hee: Luego dejaste de ir, Sunoo-ah.
Solecito: Obvio, se terminó el mes de prueba.
Riki: Tacaño.
Riki: Es un gran gimnasio. Súper grande y hay muchísimas actividades, todo es realmente diverso. Recomendado.
Hee: Ni-ki viene de vez en cuando.
Hee: Me llama para que lo traiga los fines de semana en la mañana.
Jay: Es un puto robot.
Jay: ¿Quién demonios se levanta de mañana los fines de semana para ejercitarse?
Jungwon: Alguien que se preocupa por su salud, Jongseong.
Jay: Por supuesto, Wonie. Por eso voy a ir al gimnasio también.
Yuna: Y tiene el descaro de llamarme simp.
Hee: Kai, ¿quieres que los agregue al sistema? Así sólo tienen que venir, tomarse la foto, pagar y pasar.
Hee: Podría hasta darles el mes gratis como hice con Sunoo y Ni-ki.
Hyuka: JSKFJS está bien así. Mi papá es quien va a pagar, no lo necesitamos.
Hyuka: Pero si nos puedes agregar al sistema por adelantado, por fa, te lo agradecería mucho.
Ryu: Cuídamelo bien, Lee.
Ryu: Mi niño es delicado.
Jay: ¿Cuál mi niño? Tu marido está aquí.
Solecito: Soy su prometido.
Jake: Sunoo aún no es papa casada. Cállate, Jay.
Jungwon: Además Kai hyung es niño de todo el mundo.
Yuna: Te lleva como tres cabezas.
Jungwon: ¿Y? Tiene una colección secreta de peluches. Está chiquito.
Hyuka: Nunca más te cuento nada.
Ryu: No es por nada, mijo, pero cualquiera que te siga en Twitter sabe sobre tu secretito.
Ryu: Eres muy abierto al respecto.
Hee: Tranqui, Ryu. Yo lo cuido.
Hee: Seré su instructor. Voy a tomarlo con gentileza.
Jake: NO JODAN. ESO SONÓ HORRIBLE EN MI CABEZA, LO SIENTO.
Riki: Ew en asexual.
Ryu: Me lo esperaba del escorpio.
Yuna: Momento válido para recordarles que Kai tiene huesos débiles y se vive cayendo, así que, secundo la moción. Ve suave con él, Hee.
Hee: Oi, ya sé. ¿Por qué tanto escándalo?
Riki: Ni te hagas el ofendido. La primera vez que me ayudaste a entrenar, salí arrastrándome de allí. Eres un puto monstruo.
Hyuka: Ryujin, escóndeme, tengo miedo.
Ryu: REPITO. MI NIÑO ES DELICADO, LEE HEESEUNG.
Hee: QUE LO VOY A CUIDAR TE DIGO, ¿CUÁNDO SE HA HECHO DAÑO ESTANDO CONMIGO?
Hyuka: La semana pasada fuiste mi compañero de cultura física y me agarraste como escudo en el juego de quemados.
Sunghoon: ¿Quién dijo que el romance estaba muerto?
Hee: EN MI DEFENSA, iban a darle diez puntos al ganador y no iba a dejar que Yeon me gané otra vez.
Jay: Ya sabes, Kai. Estarás a salvo siempre y cuando no seas compañero de Hee en alguna competencia.
Hyuka: Anotado, me voy a buscar otro compañero.
Hee: Yah.
Hyuka: Bromita.
Ryu: Dejen de coquetear en frente de los pobres, por fa. Algunos estamos solos.
Jungwon: Secundo.
Jay: Literalmente estoy aquí.
Jake: Supéralo, Jay. No te va a dar bola.
Hyuka: No estamos coqueteando, qué decía.
Yuna: A ver, ahora suelta la almohada en la que gritaste.
Solecito: Uy, expuesto.
Hyuka: No tengo ninguna almohada.
Riki: Foto o fake.
Hee: Yaaaaa, déjenlo.
Hee: Vengan el lunes, Kai. Nada más avísame una hora o treinta minutos antes para estar pendiente y recibirte.
Sunghoon: Vuela alto, Kai. Al fin te vas a morir.
Jay: Tus sueños se cumplen, amigo.
Huening quiso pensar que los chistes sobre Heeseung siendo un entrenador aterrador y estricto eran lo que eran: chistes, inclusive cuando lo molestaron en el almuerzo con bromas sobre quién llevaría qué a su funeral, dándole el pésame por adelantado, llamándolo soldado caído y demás. En serio creyó que eran las típicas bromas inofensivas que a los chicos de su grupito les gustaba hacer; si no estaban emparejándolo agresiva y evidentemente con el castaño por el tema del beso, jugaban con lo que Huening twitteaba en su cuenta privada, no lo personal sino lo trivial; peluches, manhwas que compartía, animes, bandas, artistas, series. Se mofaban de eso sin rozar a lo grosero o fastidioso.
A la primera señal de que se sintiera incómodo, se disculparían y soltarían el tema.
Por esa misma razón, creyó que se trataba de algo parecido a sus bromas comunes; sus amigos siendo los tarados y payasos que eran.
Y grande fue su sorpresa cuando, literalmente, fue destrozado por Lee Heeseung ese lunes que asistió al gimnasio con su padre y hermana como dijo que lo haría.
Su padre, tras presentarle a su amigo, lo había animado a ir con el castaño para que pudiese entrenar lo que él quisiera, teniendo en cuenta que él había investigado más sobre los ejercicios para ayudar a Lea que los de Kai, por lo que ellos fueron juntos por otro lado, después de que los tres usaran la caminadora, a buscar las máquinas que su hermana necesitaba usar con su padre acompañándola a hacer los ejercicios y tomando el tiempo para disfrutar un momento de padre e hija.
Kai, en cambio, fue entrenado a mano dura por su amigo y, por la santa mierda, de verdad era una bestia como Nishimura había dicho. No tenía idea a qué se refería cuando prometió que iba a ser suave con él; casi no había podido subir hasta su habitación sin apoyarse de la pared debido a lo mucho que le temblaban las piernas.
¡Y es que no lo podía creer! Era casi inaudito para el rubio la forma en que su algo borde, pero simpático amigo había dejado de sonreírle y hacerlo reír tan pronto como se separó de su padre y hermana en las caminadoras. No se trataba de cuántas máquinas o ejercicios le hizo hacer —de hecho, estaba más que seguro de que Heeseung estaba cuidando que no se agitara al punto de tener un ataque de asma—, más bien todo le repercutió de la forma que hizo por la cantidad de series que tuvo que hacer. Kai había ido al gimnasio una que otra vez en su vida, pero juraba por su difunta madre que nunca le habían hecho levantar tantas pesas como Heeseung lo había hecho. ¿Lo ridículo de ello? Es que eran pesas de kilogramos mínimos, en alguna que otra máquina no había soportado lo que una persona normal podría y terminó alzando como 10 libras. Se sentía algo patético.
Incluso más cuando Heeseung tuvo que cargarlo en su espalda, compadeciéndose de su intento de bajar las escaleras con sus piernas temblorosas, desde el segundo piso hasta el auto de su padre, el cual se burló junto con Lea por lo destruido que había acabado.
Aunque no había tenido tiempo de pensar en su humillación hasta que llegó a casa; en su tiempo en el gimnasio y saliendo de este sólo había pensado en cuanto quería volver a su cama.
Había pensado que estaría mejor después de quedarse bajo la ducha por una hora masajeando sus músculos y de una buena caída en su colchón en el cual terminó rendido y dormido tras poner su cabeza sobre la almohada. Literalmente pasadas de las nueve de la noche y él estaba noqueado bajo las sábanas después de avisarle a Ryujin que había llegado a casa.
De alguna forma había tenido el mejor sueño de su vida, pero se sentía tres veces peor.
—¿Estás bien? —le había preguntado su mejor amiga entre risas.
Yuna era un poco más discreta a la hora de reírse.
—Pareces muerto.
—Gracias, quisiera estarlo.
—¿Tan malo fue Heeseung contigo? —la castaña enredó su brazo con el de Huening; si era para ayudarlo a caminar o sólo por el gusto de agarrarlo, la verdad no le importaba.
—Ese tipo no tiene idea de lo que significa ser gentil.
—Conociéndote, probablemente sí fue gentil. No es su culpa que seas un debilucho. —a Ryujin le divertía todo el asunto; no era la primera vez que su amigo intentaba convertir el ejercicio parte de su rutina, lo habían tratado juntos y por separado miles de veces.
Pero nunca lo habían acabado tanto como ahora.
Se notaba que esta vez sí lo habían puesto a trabajar en vez de quedarse vagando a la velocidad más baja de la caminadora durante una hora entera.
—¡Fue mucho para un novato!
—¿No entrenaste Taekwondo por cuatro años? —o sí, gracias, Yuna, por recordarnos la ayudita a su estirón, el cual que le había dado el cuerpo que tenía ahora.
—Yah, lo dejé a los dieciséis. Toda mi resistencia se fue al carajo.
—Excusas, puras excusas. —bromeaba la peliazul en camino al salón del rubio para dejarlo allí como todas las mañanas.
Y las bromas no habían terminado allí.
Ya sabemos lo payaso que podría llegar a ser Park Jongseong; él por si solo era una molestia para la sociedad, ahora agreguen a Nishimura, quien había empezado a abrir más y más lo boca conforme avanzaban los días que convivían juntos, siendo igual de molestoso que Jay cuando quería joder a alguien, y a Yang, el cual tampoco quería perderse una oportunidad para molestar a su hyung con cierto castaño de su grupo que se sentaba frente a él.
Sunoo había tratado de neutralizar todo y ayudar a Kai a salir de la burbuja de vergüenza, pero tres eran más intensos que uno. Al final Huening sólo le había pedido que lo dejara abrazarlo porque, y cito, Kim era realmente suavecito, casi como un peluche.
Fue para el recreo, con Kai aún caminando por los pasillos con sus manos sobre el pequeño castaño que no se quejaba, pero que temía que fueran regañados por algún profesor, que Heeseung dejó de dormir —dado que había dormido todos los minutos libres y gruñido casi todo el rato que tenía que estar despierto para prestar atención a la clase, volviendo a su personalidad borde de la escuela y dejando a Kai solo a la hora de aguantar a sus amigos— solo para desaparecer de la vista de todos y no había regresado hasta pocos minutos después de que el grupo se haya acomodado en su mesa. Ya estando en esta, nuestro rubio tuvo que soltar a Sunoo porque Sunghoon y Jake "necesitaban ayuda para algo", como si no fuese obvio que sólo les molestaba el hecho de que un chico estuviera aferrándose al lindo castaño.
Bueno, era obvio para todos, excepto para Sunoo.
Heeseung volvió del lugar recóndito al que se había marchado a la mitad del almuerzo, esbozando una sonrisa boba y balanceando una bolsa de color verde menta. El castaño había carraspeado ruidosamente tras posicionarse detrás de Ryujin y Kai; el rubio no entendió el motivo de su llamada de atención, pero la peliazul sí lo hizo —teniendo en cuenta que ella también gustaba de molestarlo y empujarlo a Lee después del beso— y se removió en su lugar para darle espacio junto a su amigo al chico, el cual se apresuró a sentarse bajo la mirada de Huening.
Mirada confundida cabe aclarar.
—Hola. —el hecho de que le estuviese sonriendo lo confundía mucho más.
—Hola a ti también. —respondió el rubio amigable, pero con el ceño fruncido.— ¿No vas a comer nada? Hoy tenemos cultura física a la última hora.
—No alcancé a la fila. Mi mamá pasó dejándome un recado y tuve que ir a administración a retirarlo. —el castaño hizo una mueca que a Kai le parecido un tanto graciosa.— ¿Me compartes un poco de tu comida?
El rubio miró su plato por un segundo.
Tenía comida de sobra; Yuna le había dado sus croquetas de carne, sus fideos y su kimchi bajo la excusa de que debía alimentarse bien ahora que estaba entrando. Huening sabía que probablemente era ella estando a dieta otra vez, pero no le dijo nada porque estaba comiéndose el resto de las cosas que habían en su bandeja; el arroz, las papas pequeñas picantes y los brotes de soja sazonadas en el banchan de la escuela y el poco de japchae que parecía haber traído preparado desde su casa parecían suficientes para llenarla, así que se salvaba.
Con eso en mente, se encogió de hombros y movió su bandeja más cerca del castaño, prestándole su cuchara.
Y las bromas no se hicieron esperar.
—Esos podríamos ser tú y yo, Wonie, pero no me haces caso. —ni siquiera debo especificar quien había empezado, ¿cierto?
El menor del grupo rodó los ojos:— Para que seamos así tienes que gustarme primero, Jay.
—A no desesperar. Tengo un plan de siete años a largo plazo. Serás mi novio para cuando te gradúes de la universidad o me dejo de llamar Park Jongseong. —el rubio golpeó su puño contra la mesa en acto de determinación.
Huening por poco se atora con su comida.
—Heeseung y yo no nos gustamos, Jungwon.
—Dijo el enculado. —Jay respondió de inmediato.
—Yah, sólo somos amigos. —rodó los ojos el rubio, inconscientemente apegándose más al castaño callado porque había algo que él quería comer en su lado de la bandeja.
Lee sonreía sellado, pero no decía nada.
—Claro, así como Yunie y Sunghoonie sólo son amigos de Sunny. —ironizó su mejor amiga con una voz adorable falsa que hizo reír a Yang, Nishimura, Shin y Park.
Los mencionados tuvieron diferentes reacciones: Sunghoon se avergonzó un poco, negando con la cabeza; Jake ni siquiera se inmutó, es más, hasta se dibujó una sonrisa divertida en su rostro; y el pequeño castaño frunció el ceño sin entender.
Kim aún se estaba acostumbrando al usual sarcasmo de su prometida.
—¿Que yo qué?
—Que eres lindo. —Yuna soltó para que no se incomodara y lo logró, recibió una sonrisa.
—Gracias, Yuna.
—Tienen competencia. —Jongseong fingió toser para disimular pobremente su broma, una por la que recibió un par de miradas fulminantes de parte de dichos chicos que se encontraban a cada lado del pequeño Kim y una carcajada involuntaria de Ryujin.
—Yah, la cosa es con Kai y Heeseung. —recordó el Park azabache, señalando al par que estaban comiendo tranquilamente.
Una risa nasal brotó de Lee mientras masticaba y se cubría la boca con la mano:— Cobarde.
Yuna carcajeó en el momento en que Sunghoon le sacó la lengua al chico junto a Kai, pero su risa murió repentinamente al aparentemente encontrar algo con la mirada, lo que sea que haya visto la obligó a ponerse de pie, agarrando su bandeja y guardando su bandeja de acero inoxidable y tapa de bambú en un pequeño bolsito que había traído consigo.
Balbuceó algo rápido y bajo que sonó como un «debo hacer algo» antes de mezclarse entre las mesas.
Kai y Ryujin se miraron entre sí frunciendo el ceño, la peliazul intentando seguir a la castaña con la mirada, pero perdiéndola de inmediato al haberla descuidado por un segundo. Eso había sido bizarro.
Pero no pudieron preguntarse entes qué había sido eso, más Kai a Choi ya que ella era compañera de clase de la castaña, dado que el rubio fue jalado gentilmente de la manga por su lado derecho, su atención siendo acaparada por Heeseung, quien logró suavizar la expresión de Huening en segundos y que estaba aclarándose la garganta.
El castaño no dijo mucho, sólo colocó la bolsa verde menta entre ellos y musitó:— Es para ti. Ábrela en tu casillero.
Y así lo hizo.
Kai había terminado de comer rápidamente, procurando acabar antes de que acabara la hora del almuerzo, y agarrado a su mejor amiga de la muñeca, dándole a sus amigos una pobre excusa sobre necesitar algo de la biblioteca para irse del lugar con Ryujin, la cual seguía sin comprender que sucedía.
Aunque no fue tan discreto que digamos; sus amigos habían visto llegar a Lee con la bolsa y les pareció extraño que Huening se fuera con ella todo nervioso y apresurado. Sabían que Heeseung podría saber algo, pero este también se fue después de comer.
Y sus amigos no fueron los únicos a los que aquel detalle no les pasó por desapercibido.
No puedo dar muchos detalles; solamente diré que la mica de vidrio del celular de Choi Yeonjun acabó destrozada en su totalidad.
Después de una conversación larga con Beomgyu —claro, si por conversación nos referíamos a Yeonjun hablando y la opinión del castaño siendo ignorada hasta que el azabache llegó a una conclusión estúpida que atribuyó a la inteligencia de Beomgyu, por supuesto, habían conversado— hace un mes, el Choi de cabello negro tuvo una epifanía: le gustaba Huening Kai, no tenía idea exactamente porqué, pero sabía que le gustaba. No sabía si sus razones cambiaban con el día, si se trataba de su físico, aspectos de su personalidad, el hecho de que le agradó Yeonjun después de conocerlo o ese estúpido apodo que se suponía que debía ofenderlo, pero sólo sabía que le gustaba; quería tenerlo todo del rubio cerca de él, que se enfocara en él, que lo mirara a él, que le hablara a él, que le sonriera a él, que lo cuidara a él, todo a él, y haría lo que fuera para recuperar su confianza y atención.
Beomgyu le había dicho que ya era algo tarde y era mejor que le dejara el camino abierto a Heeseung, el chico con el que se había besado en la fiesta y con el que frecuentaba a salir, pero Yeonjun difirió; sería difícil, pero no era tarde. Si había logrado que Huening agradara de él en pocos días, podría aventurarse y hacer que volviera a hablarle.
No era la primera vez que Yeonjun quería algo "imposible" de conseguir. Él simplemente tendría que hacerlo posible.
Sí, existían ciertos obstáculos; su madre se entrometía en su vida todo el tiempo, el usual estrés de su día a día incrementaría, cabía la posibilidad de que descuidara a sus hermanos, Soobin era un dolor de cabeza que su madre adoraba, debería hacer cosas para complacer a Kai —como comer— y que lo meterían en problemas con su familia, pero hey, ya había hecho sacrificios suficientes por su familia. Se merecía esto por lo menos.
Sólo tendría que trabajar con la táctica correcta.
Iría despacio. No quería que Kai notara que le gustaba porque conocía su opinión respecto a las relaciones; debía ser inteligente y jugar bien sus cartas, primero ser su amigo otra vez y luego conquistarlo. No consideraba eso último muy complicado si era honesto; sabía que el rubio nunca había tenido un novio antes y él sabía perfectamente que debía hacer para ganarse el corazón de alguien. Sólo debía ser cuidadoso.
Había formulado un plan a prueba de tontos y sabía exactamente qué hacer y qué decirle a su actual novio para que no se convirtiera en una piedra fastidiosa en su camino. Estaba seguro de que le interesaría y aceptaría el trato que tenía para él.
Tenía que hablar con Soobin.
—¡Woah, nunca te había visto sonreír así! —Jungwon había exclamado en sus minutos libres. Algo que caracterizaba a su salón era el hecho de todos estaban muy ocupados en sí mismos para prestarles atención a terceros; no obstante, Yeonjun había agudizado su oído para escuchar aquella conversación ajena cuando una risita conocida resonó en su cabeza.
Atisbó por encima de su hombro y con el rabillo de su ojo. Kai ya no abrazaba a Sunoo como en horas anteriores —gracias a Dios—, sino que ahora restregaba su rostro en la pancita de un peluche de pingüino que Yeonjun no había visto en clases anteriores y, para ser alguien que constantemente manifestaba la llegada de la muerte, sonreía viéndose más vivo que nunca. Demonios, ellos estaban recibiendo más sonrisas genuinas de parte de Kai que las que él había tardado en sacarle y lo peor de todo era que Lee se veía orgulloso de ello.
Inflaba su pecho y sonreía ladino girado en su asiento para observar al rubio descansar su cabeza en la pancita del pingüino, el cual probablemente usaría para dormir.
Kai suspiró gustoso con su mejilla descansando en el muñeco tras darle un pequeño beso.
—Se cancela mi suicidio por hoy. ¡Llevo buscando a este bebé por meses! Es mucho más suave de lo que se veía en internet.
—¿Te lo dio un admirador secreto? —Jongseong meneaba sus cejas con picardía, no en dirección a Huening sino a su izquierda, pero sonando bastante convincente sobre su poco conocimiento.
O bien Riki era más denso de lo que pensaban, o bien no iba a seguirle el juego a Park esa vez.
—¿En serio vamos a fingir que no vimos a Kai abalanzándose y por poco siendo cargado por Hee en el pasillo? —el rubio rodó los ojos y, en respuesta, una pelotita de papel le cayó entre las cejas.— Creo que hasta los estudiantes de primer año saben que fue él.
—¿Cómo así le diste un regalo, Seungie? —Sunoo preguntó genuinamente curioso, haciendo un ademán con su mano en dirección a Kai para pedirle permiso de agarrar el peluche. El rubio se lo prestó por un momento y Kim lo abrazó.— No eres mucho de regalar cosas.
—Cierto, me regalaste una mazorca que sacaste de tu cocina como regalo de cumpleaños este año. —y todos fueron testigos de eso, el grupo había sido invitado a la casa de Park para una pequeña tertulia en nombre de Jay, en la cual se encerraron apretados en la habitación del rubio; jugaron videojuegos, vieron películas malas para cagarse de la risa, se las arreglaron para beber a escondidas del profesor Park y su esposa que entraban cada tanto para supervisarlos, entre otras cosas.
Había sido una tarde y noche bastante memorables.
—A ti te gustan las mazorcas. —trató de defenderse el castaño Lee.
Una pelotita de papel para él también.
—Estaba cruda, Lee Heeseung. Ni siquiera tuviste la decencia de sacarle las hojas o limpiarla.
Heeseung chasqueó aceptando la acusación, sintiéndose algo avergonzado por haber sido descubierto y expuesto, pero encogiéndose de hombros para restar importancia. Aunque Kai no le estaba prestando mucha atención, él había recuperado su peluche de las manos de Sunoo y había vuelto a acostarse en este, ni Jungwon tampoco, este estaba adelantando una tarea para desocuparse en la tarde. Eran los tres mosqueteros quienes querían saber, dos para molestarlo y el otro por el puro acto de que le contara una historia.
Oh y Choi. Él también estaba atento, su mandíbula apretada y sus brazos cruzados.
—Bueno, Kai había estado twitteando mucho sobre ese peluche y pensé en guardarlo hasta su cumpleaños, pero sentí que ayer me pasé de bestia con él en el entrenamiento así que...—el castaño dejó de hablar cuando su mirada se encontró con la del rubio, quien apretaba los labios y había adaptado una expresión algo divertida.
Al parecer si había estado escuchando.
—¿Este es tu premio de consuelo y disculpa por ser un tosco de mierda? —cuestionó Huening.
—Básicamente.
—Vaya. —arrastró las palabras burlón el rubio.— Si así me vas a recompensar por hacer tu trabajo, no me molestaría que me sacaras la mierda todos los días en el gimnasio.
Nishimura y Park se rieron por su elección de palabras.
—¿Ahora qué le darás para su cumpleaños, tonto impulsivo? —Sunoo se había estirado para darle un zape a medida que sonreía divertido.
Lee levantó sus hombros mirando a Huening y Yeonjun pudo jurar que había visto dulzura irradiar de su mirada avellanada, la cual estaba profundamente conectada a la castaña de Kai.
—No lo sé. Con el tiempo veré.
Debía hablar con Soobin y rápido.
Y lo hizo.
—¿No te importa que te lo robe por un rato, cierto? —sería un eufemismo decir que a Soobin le había sorprendido el que Yeonjun y Beomgyu se hayan acercado a ellos tan pronto como la clase dio inicio. El azabache jalaba a su amigo castaño del brazo mientras este sacudía la cabeza en desaprobación y lo miraba con cara de pocos amigos. Yeonjun se estaba dirigiendo a Taehyun en ese momento; el peligris estaba ayudando a Soobin a estirarse, empujando con sus manos la espalda del menor para que este pudiese alcanzar las puntas de sus pies. Ambos se habían detenido tan pronto como la sombra de ambos chicos los cubrió.— Puedes seguir estirando con Gyu.
El susodicho lo codeó y se acercó a su oreja para susurrarle entre dientes:— Yah, a mí no me metas en tus pendejadas. Ya te dije que pienso que esto es una mala idea.
Yeonjun le ofreció una sonrisa algo apenada al par antes de copiar la postura del castaño.
—Y yo sólo quiero que te quedes con Tyun. ¿Desde cuándo eso es un martirio para ti?
—Estamos... peleados.
—Pues con esto puedes aprovechar para arreglar las cosas, ¿no?
—Jun, no creo que quiera hablar conmigo. —no era realmente una novedad que Kang y el Choi de cabello marrón tuvieran discusiones cada tanto. Taehyun frecuentemente tomaba decisiones apresuradas, infantiles y poco realistas —según la opinión de Beomgyu— que podrían fácilmente meterlos en problemas. ¿Acaso era el único que temía por el bienestar de ambos si se les ocurría salir del closet? Entendía su urgencia de estar juntos y acabar con la farsa confesándole todo a sus familias, realmente lo entendía.
A Taehyun le cabreaba ver a Beomgyu con Yoorim, él tampoco podía negar que verlo con Gahyeon le provocaba náuseas, pero ¿realmente tenían opción? Quizás el peligris no lo comprendía porque no caminaba en sus zapatos; su situación familiar era jodida, pero no tanto como la suya. Beomgyu no podía tomarse la libertad de confesarle a su padre, fanático del Evangelio, que él, su único hijo varón y orgullo de su familia, era bisexual y que estaba perdidamente enamorado de su mejor amigo de toda la vida. De verdad lo sentía, odiaba que Taehyun pasara malos momentos por su culpa, pero él no podía solamente rebelarse como Ryujin y esperar a lo mejor; su hermana era intrépida y tenía los ovarios bien puestos, pero él no. Su única manera de sobrevivir en esa casa era hacer a su padre feliz; obedecer, fingir y aceptar lo que tenía.
Gracias a su capacidad de hacer eso, podía sentarse a comer en la mesa de su casa todos los días sin el constante miedo de que su padre le tire un vaso a la
cabeza para liberar sus frustraciones con él.
Joder, aún no se perdonaba por dejar a Ryujin sola a los diez años cuando esta trataba de llevar a Minjeong al hospital cuando su padre la golpeó con una silla por descubrir que tenía novio.
Se odiaba por eso, pero era lo que debía hacer.
Él no podía colgar de un hilo su seguridad y mandar a la mierda todo lo que había sacrificado por su capricho de película americana. Puede que a Kang le den unas cuantas cachetadas y lo echen de su casa, pero ¿a Choi? Su padre lo molería a golpes con lo primero que estuviese a su alcance hasta que su cuerpo y rostro fueran irreconocibles. Sólo Dios sabía si saldría vivo o no si llegaba a salir del closet.
Beomgyu le había dicho todo eso. Le trató de explicar que su relación era un secreto por el bien de ambos, pero, sobre todo, por el suyo; que faltaba poco para que fueran a la universidad, que, una vez viviendo ambos en la residencia de KNSU, conseguirían empleos de medio tiempo para ahorrar dinero y escaparse después de graduarse, que estaba encaprichado por lo que sea que le había metido esa idea en la cabeza y que debía olvidarla por el momento.
Pues ya se han de imaginar que no salió muy bien. Taehyun no quería ni mirarlo.
Y es que eso penúltimo era una mentira parcial. Esa idea no era reciente; Kang llevaba queriendo decirle todo a sus familias desde que entraron a preparatoria, cuando sus primos empezaron a tener novias y sus tíos le preguntaban cuándo iba a tener novia, cuando su padre se preocupó por el hecho de que no había llevado a nadie para presentarle a la familia y cuando su abuela le comunicó que se le hacía raro como un chico tan guapo como él nunca había tenido a nadie. Sí lo tenía, era novio del chico más guapo que existía; el niño que había crecido a su lado y con el que se peleaba en el arenero de la guardería porque era demasiado mezquino, el tipo que lo hacía feliz y rodar en su propio llanto al mismo tiempo. Quería decirle a todo el mundo.
Se hacía la idea de que sus familias no lo tomarían tan bien, pero Ryujin no estaba tan mal; iba por la vida peleándose con todo el mundo, feliz del brazo de Kai y hablando abiertamente de las chicas que le gustaban. ¿No era lo mismo que ellos? ¿Por qué era un problema para los dos? ¿No era tan distinto a lo de la gemela del castaño, cierto?
¿Por qué ellos debían seguir siendo un secreto?
Taehyun no quería verlo. Lo conocía tan bien y sabía que le daría los mismos pretextos, que aún no era tiempo, que lo amaba y que realmente quería pasar la vida entera a su lado, pero que seguía siendo muy arriesgado, que aún tenían tiempo y alguna otra porquería con sabor a miel y a sus labios de fresa.
Iba a terminar dándole la razón, y pidiendo perdón por insistir tanto, y no quería hacer eso. No sería débil ante él de nuevo. Le había dicho que necesitaba tiempo solo para pensar si debían seguir juntos o no y aún necesitaba considerarlo a fondo.
Pasar tiempo con él sólo complicaría su tarea.
Sin embargo, sus amigos no tenían idea de todo eso y Soobin estaba prácticamente echándolo con la mirada, desesperado por hablar con su chico, por lo que no pudo hacer más que limitarse a asentir.
—Claro, adelante.
Yeonjun le regaló un intento de guiño —porque el tipo guiñaba con ambos ojos— y tomó su lugar detrás del menor de los cuatro, mientras él se alejaba siquiera unos cuatro metros de distancia a ellos en la cancha. Estaba consciente de que era seguido por una sombra un poco más alta, pero sólo se dejó caer sentado en el suelo, dándole la espalda y empezando a hacer un ejercicio de mariposa en el que no necesitaba su ayuda.
Oyó al castaño suspirar y tuvo que cambiar la dirección de su mirada, la cual apuntaba al frente, hasta sus piernas, dado que Beomgyu se había sentado frente a él a hacer lo mismo.
—Tyun...
—No me hables. No quiero oírte.
—No puedo creerte ahora mismo. Siempre jodes a Soobin con tus chistes homofóbicos, llamándolo marica y a Yeonjun diciéndole es su esposa y otra mierda igual, ¿y ahora se te metió la urgencia de decírselo a todo el mundo?
—Bueno, no eres el único que tiene que pretender en orden de sobrevivir.
—Yo nunca tuve que ofender a nadie como tú para hacerlo.
—Claro, porque tú eres don perfecto, ¿no? Tu papi te ama tanto. Dios no se atreva a que lo decepciones un poco o su hijito samaritano lo hará llorar hasta tener un infarto. Qué desafortunado sería.
—Por favor, ¿vas a seguir molesto por eso?
—No estoy molesto, Beom. —el peligris finalmente levantó la mirada y eso llevó a que Choi tragara saliva. Kang lo estaba fulminando.— Sólo creo que es lógico que yo me tome tiempo para decidir si quiero seguir contigo o no después de nuestra pelea.
El castaño se mostró herido.
—¿Estás tratando de manipularme para que acepte? Tae, tú sabes-.
—¡Sí sé cómo son las cosas! ¡No tienes que decirlo! —el peligris había alzado un poco la voz, por lo que tomó una pausa y aclaró su garganta para seguir hablando.— Y no lo hago para manipularte. Entiendo tu situación y toda esa mierda. No voy a obligarte a hacerlo si no quieres, pero si me parece un tanto injusto. Así como tú puedes decidir qué hacer con nuestra relación para mantenerte a salvo, yo tampoco estoy obligado a seguir con alguien que no está dispuesto a tomar sacrificios conmigo. Ya que estábamos hablando de posiciones personales, en serio quiero que sepas que no hay problema con que te cuides de tu padre, pero yo también debo cuidarme, Beom. Estoy harto de verte con la jeta pegada a la de Yoorim y ya estoy cansado de ser el novio de Gahyeon. Voy a decidir lo mejor para mí.
—¿No te parece algo un tantito extremista de hacer por celos? —Beomgyu no lo entendía. Por supuesto que no lo hacía.
—No realmente y no lo hago por celos. Sé que he sido y soy un maldito idiota, pero no soy tan superficial. Un hombre y una mujer que empiezan a salir seriamente aclaran sus creencias, sus posturas políticas y decisiones como las de tener bebés o no para la paz interna de todas las partes. Yo también puedo poner las cartas sobre la mesa y pensar si todavía podemos estar juntos cuando no estamos siquiera en la misma página.
Y Beomgyu no dijo más, porque, aunque odiaba admitirlo, el más bajo tenía razón. Eso era lo que las parejas hacen, lo entendía, pero había que algo se rompía dentro de él al pensar que lo suyo estaba en riesgo de perderse. No se imaginaba sin Kang.
Al fin y al cabo no había mentido cuando dijo que lo amaba.
Por otro lado, Yeonjun y Soobin estaban espalda contra espalda, sus brazos entrelazados entre sí y estirándose el uno al otro por diez minutos más de lo normal. Se vieron envueltos en su propio silencio y sin ser molestados por nadie ya que el profesor se había ido a alguna parte y no estaba allí para darle fin a los minutos de estiramiento.
Era mejor para Yeonjun; él tenía algo que decir.
—Tengo un trato para ti, Soobin-ah. —había empezado a decir el azabache después de un par de minutos.
Eso hizo que Soobin frunciera el ceño.
—¿Qué clase de trato?
—¿Te gusta Yewon, cierto?
Si escuchaban atentamente, podrían haber oído como el pulso de Soobin se detuvo y la sangre le cayó a los talones.
—¿Qué?
—¿Te gusta o no? Sé sincero.
—No.
—Me estás mintiendo. Te conozco, Soobin. —suspiró el mayor.— No me digas lo que crees que quiero oír. No te estoy probando ni nada, sólo dime la verdad.
El menor se tomó unos cuantos minutos de silencio, decidiendo al final que confiaría en su chico, por lo que tragó saliva antes de contestarle, rogándole al puto cielo que la honestidad no le trajera más problemas. No necesitaba más.
—Sí, me gusta.
—Pero aun así estás y quieres volver conmigo.
—Porque te amo, Yeonjun.
—No te pregunté, Soo. Ni tampoco te creo. —eso molestó un poco al más alto, porque odiaba que el mayor sonara tan confiado. Hablaba como si supiera una mierda de sus sentimientos cuando ni siquiera él sabía de ellos.— Debes estar conmigo por otra razón.
El Choi menor apretó un poco el agarre involuntariamente y se estiró para adelante, llevando a Yeonjun consigo y arrebatándole un quejido, aunque no precisamente porque le había dolido, sino por lo mucho que su espalda traqueó en el momento de hacerlo. El subconsciente de Soobin quería desquitarse por meterse en temas que no le incumbían, pero la parte amable del menor se alegraba de que lo haya ayudado a desestresarse.
—Sí hay una razón. —se aventuró el azabache algo dudoso.— Pero también te amo. No mentía con eso.
Bueno, estaba casi seguro.
Yeonjun no dijo nada más, sólo asintió:— De acuerdo.
—¿No vas a hacer más preguntas?
—Honestamente, prefiero no saber porqué motivo ajeno a mi conocimiento mi novio ha estado conmigo por cuatro años y acostándose con mi prima en el proceso si tanto dice amarme. Ya sabes, la ignorancia es felicidad. Tampoco quiero joderme el corazón de ese modo. —suspiró el mayor.— Así mismo espero que no me hagas tantas preguntas y sólo aceptes.
—¿De qué hablas?
—¿Sabes lo que es una relación poliamorosa? —Yeonjun era del tipo de chico que siempre buscaría por cielo y tierra la solución a un problema, se tomaría noches enteras para investigar u horas de sueño pensando en diferentes ideas que podrían ayudarlo, y la situación con Kai y Soobin no había sido la excepción. Él estaba seguro de que había un modo de que todos estuvieran felices y lo encontró.
Soobin estaba cada vez más confundido.
—Pues he leído muy poco de ello, pero sé lo suficiente para entenderlo.
—Entonces no tengo que explicarte. Okay. —Yeonjun deshizo el agarre entre ellos y se dio la vuelta, cosa que Soobin imitó. Ahora ambos estaba frente a frente.— Vengo a proponerte una relación poliamorosa. Sólo regresaré contigo de esa forma.
Soobin, por alguna razón, sintió disgusto con solo procesar la idea.
—¿Por qué demonios querrías una? ¿Y qué te hace pensar que yo aceptaré?
—Porque te gusta Yewon y esto te permite estar con ella sin mis constantes escándalos. —el azabache explicó con una sonrisa comercial.— La única condición que voy a pedirte es que lo mantengas lo más secreto posible. Quizás yo estoy permitiendo esto, pero la gente no lo sabe. Van a asumir que me estás engañando y-.
—Lo peor que podría hacerte es engañarte y ser tan estúpido como para dejar que me descubran. Estarás en la boca de todos, ya sé. —no mentía cuando decía que los Choi tenía una insana obsesión con la aprobación social; vivían de su imagen y reputación, al punto que Yeonjun le había dicho frases como esas miles de veces estando borracho.
Hasta se atrevía a decir que las ocasiones que lo descubrió con chicas que no eran Yewon, no le había dolido el engaño, sino el hecho de que terceros se habían enterados y hablarían de aquella tremenda humillación hasta que llegara a oídos de su madre.
Probablemente el asunto de su prima fue la única vez que se sintió traicionado por él.
Y ahora estaba negociando el mismo tema. Ja.
¿Qué era tan importante para su novio que literalmente planeó formar una relación poliamorosa para darle permiso de seguir viéndose con una miembro de su familia, una que odia, a escondidas? ¿Qué ganaba él con todo esto?
—¿Por qué vas hacerlo? —cuestionó el menor, arqueando su ceja.— Porque dudo que estés haciendo esto para complacerme. La última vez que hablamos estabas pensando en terminarme. ¿Qué te picó para buscar como dejarme seguir con ella?
—Porque me gusta alguien. —Yeonjun soltó la bomba.
Pero Soobin no se sentía tan sorprendido tras escucharlo, probablemente porque ya se imaginaba quién era. Sin embargo, seguía sintiéndose... disgustado.
—¿Ya?
—Pero te amo. Yo sí lo hago. No quiero dejarte, tú no puedes dejarme. Yo quiero tener algo con esta persona, tú quieres seguir viendo a Yewon, Dios sabrá porqué, así que pensé en buscar una solución que nos haga felices a todos. Tú no me estorbas en la conquista, yo no te estorbo en las cogidas. Seguimos siendo novios y ambos nos beneficiamos de esto, ¿qué dices?
El rarito de verdad debe tener cierto encanto, pensó Soobin en lo que repasaba el trato de su novio una y otra vez en su cabeza, cada segundo creyendo menos que en realidad estuviese pasando, para que Yeonjun se haya tomado tantas molestias con esto.
Y era tentador, para qué mentir. Estaba satisfecho con que le diera ciertas ventajas y oportunidades con su noona...
Y su padre estaría contento otra vez.
¿Por qué no?
El más alto respondió un par de minutos de pensarlo:— De acuerdo, pero tengo condiciones también.
—Okay, estás en tu derecho. Dímelas.
—Tenemos que seguir actuando como pareja en las reuniones y fiestas. Fuiste mi novio primero y yo merezco ser el oficial. Me importa poco si le molesta al rarito ¿okay?
Yeonjun rodó los ojos. Bueno, al menos no tendría que revelar a su personita.
—Kai no sale a muchas fiestas de todos modos, ¿qué más?
—Así como yo he dividido tiempo para ti siempre. Espero que dividas tiempo para mí. Tengo mis necesidades.
—¿Qué? ¿Mi primis no puede cumplirlas? —sus cejas se dispararon fugazmente hacia arriba mientras empleaba un tono sarcástico para molestarlo.
Y recibió una expresión oscura y dura.
—Yah, Choi Yeonjun.
—Okay, demonios. De acuerdo, tendrás tu tiempo, ¿eso o algo más?
—Vendrás a mi casa una vez a la semana. —expuso su tercera y última condición, notando que había llevado al mayor a fruncir sus cejas extrañado, por lo que inventó una mentirita rápida.— Mi mamá te extraña.
Una sonrisa sellada y enternecida se esbozó en los labios del azabache, asintiendo ante la mención de la mujer tan tierna y simpática que tenía de suegra.
—Esa no será muy difícil.
—Okay, entonces acepto el trato. —ambos estrecharon sus manos cual empresarios millonarios que habían cerrado alguna trato, decidiendo para sí mismos no sellar el asunto con un beso debido a los pasos y la voz del profesor caminando de regreso a ellos. Qué pena, sí querían.
Soobin no era el único feliz al que le habían abierto puertas con ese trato; ahora Yeonjun por fin podría hacer algo al respecto sobre a la razón de sus celos.
Esta vez no se trataba de Kim Sunoo.
Lee Heeseung.
Cultura física era su última clase del martes y, tras haber sido drenados por el profesor con miles de ejercicios, los habían enviado a las duchas y vestidores a cambiarse para que pudieran irse. Por lo que había prestado atención en los últimos meses, Kai no solía ducharse o vestirse frente a los demás; era inseguro de sí mismo y su cuerpo y todo le daba pena. Siempre se iba con el uniforme puesto y su ropa amontonada dentro de su mochila. Tampoco era como que hiciera mucho en clase de cultura física; los profesores sabían que su asma no era realmente severa, pero igual eran cuidadosos porque, bueno, temían a la castaña cascarrabias que venía a recogerlo cada vez que se enfermaba. Así que, por lo general, si hacían algo que pudiese cansarlo, simplemente lo mandaban a sentar; de esa forma, Kai no tenía una razón para ducharse.
No obstante, últimamente encontraba al rubio bajo de la regadera. Yeonjun llegó a la pequeña conclusión de que se distraía tanto que se olvidaba de la razón por la que nunca entraba a las duchas. El rubio había sido distraído desde que lo conocía; entraba conversando con el hijo del profesor Park, el japonés transferido o Sunny, como él llamaba a Kim, y salía aún hablando con ellos. También hablaba mucho con Lee y los vestidores eran un lugar abierto, por lo que cualquier que los oyera con atención sabría de ellos; que salían constantemente, que se decían chistes preocupantes que sólo ellos entendían, que Heeseung los llevaba a todos lados en su van, que Park se quejaba todo el tiempo de Kai robándole el asiento del copiloto, que se veían todos los días en el gimnasio, que los molestaban sobre gustarse y que creían que serían una buena pareja.
Beomgyu siempre le recordaba que no estaba en derecho de sentirse celoso antes de que montara un espectáculo, pero no ese día. Su amigo se había ido y él estaba decidido en hablar con Huening.
Así que pretendió que no podía encontrar algo en su casillero de los vestidores, haciendo tiempo para que todos se fueran y poder hablar con el rubio a solas. A veces Nishimura y Kim se quedaban a esperarlo, dado que Kai siempre se tomaba más tiempo de lo normal a la hora de vestirse, alegando que necesitaba estar completamente seco o se sentiría incómodo, pero podía fácilmente pedirles que le dieron unos segundos con él y se irían. Lo mismo con Park, sólo debía ser amable.
No obstante, en aquel instante Lee y Yang también lo estaban esperando.
No pudo evitar hacer una mueca después de observarlos de reojo. Yang y él se desagradaban mutuamente; la llegada del chiquillo prodigio a su salón amenazaba contra su primer lugar como estudiante de la clase y eso no se lo podía permitir.
¿Qué si él tenía una beca que mantener? Él tenía una madre que enorgullecer.
Luego estaba Lee. Ambos no tenían algún problema en particular, es más, nunca le había tomado asunto a su presencia porque lo único que hacía era beber lo que sea que cargaba en su termo, dormir en los descansos, estresarse con las clases y mirar feo a todo aquel que no fuera Riki o Sunoo. No representó un problema, ni mucho menos una amenaza, hasta que Kai empezó a sentarse detrás de él. ¿Quién diría que dos asociales con personalidades similares iban llevarse tan bien? Se entendían demasiado.
Y eso lo convertía en una amenaza para Yeonjun.
—Yoooh, ¿qué es esto? —Jungwon, Riki y Sunoo se habían sentado en la banca frente a los casilleros, esperando a sus amigos para reunirse con el resto del grupo ya que habían planeado una pequeña salida con helado. Heeseung estaba atándose los cordones de los zapatos y Jay estaba listo para irse, por ese mismo motivo estaba chequeando, apurando y molestando a Kai, quien todavía debía ponerse la camiseta del uniforme y su abrigo.
—¿Qué cosa? —Sunoo había estirado un poco el cuello para poder ver aquel lugar en el hombro del rubio que Park se encontraba señalando.
—Estas marcas. —el rubio americano codeó a Huening con su voz teñida en picardía.— ¿Será que mentiste y estuviste quejándote todo el día porque tuviste una noche salvaje?
El aludido frunció el ceño y trató de ojear con dificultad aquella área de su cuerpo que Jongseong categorizaba como «marcada».
Por un momento se sorprendió a sí mismo y se cuestionó el origen de estas, creyendo por un segundo esos mitos sobre demonios dejando marcas en ti cuando tratan de llevarte a la mitad de la noche, pero luego recordó un evento importante de la tarde anterior tras segundos de pánico.
Aunque no utilizó las mejores palabras.
—Oh, fue Heeseung.
El agua que Jungwon estaba bebiendo estuvo a dos segundos de ser escupida en todo el piso, cosa que pareció evitar al pensar el posible dolor de espalda del conserje a cargo de limpiar los vestidores, sólo aclarando aquello para que entiendan la magnitud de fuerza con la que fue golpeado por la sorpresa. Sunoo y Riki estuvieron igual.
Heeseung, por la impresión, se tropezó bajando su pie de la banca y se golpeó la rodilla en esta al caer, quejándose y siendo atendido por Sunoo.
Jongseong era una combinación de todo eso más una sonrisa pícara:— Pasó más rápido de lo que pensé.
Kai lo observó por encima de su hombro.
—¿De qué mierda hablas?
—¡Dios, no! No fue eso, Jay. No digas pendejadas. —exclamó Lee enderezándose, pero todavía sobando su rodilla.— Hay esta máquina en el gimnasio para hacer sentadillas donde te reclinas un poco en una pequeña plataforma y debes alzar cierto peso con los hombros. Las almohadillas que tiene encima son algo duras y deja marcas con la presión. ¡Y-Yo no hice eso!
Park inmediatamente se rascó la nuca apenado.
—Ouh.
—Yah, Jongseong. ¿Acaso tienes la cabeza en el trasero? —Yang rodó los ojos, estando más calmado y siendo capaz de tomar un sorbo de agua en paz.— ¿Por qué demonios implicaste que estos dos tuvieron sexo?
—¿Qué nosotros que? —al parecer Huening recién estaba entendiendo la situación.
—¡Oh, por favor! Tú también lo pensaste. No creo que vayas a tratar de decirme que soy el único que percibe una tensión sexual aquí. ¡Desde que se besaron parecen uña y mugre! —Park era bastante serio acerca de sus suposiciones sobre esos dos.
Y Nishimura le daba la razón.
—Bueno, sí han estado muy lovey-dovey últimamente.
—Hasta estuvieron coqueteando durante el almuerzo hoy. No digan que no. —Kim lo apoyó.
—Por Dios. —suspiró Lee, sacudiendo la cabeza levemente mientras que Huening sólo ponía sus ojos en blanco para finalmente colocarse la camiseta.— El beso pasó hace siglos. Supérenlo.
—De hecho, —aclaró su garganta Jungwon, el az de memorizar fechas y eventos.— volvieron a besarse hace dos semanas en el cumpleaños de Jay hyung.
—Yah, estábamos borrachos. —le recordó Huening, agachándose para colocarse los zapatos. No tenía que atarlos, le daba pereza hacerlo por lo que sólo metía los pies.
Heeseung también habló en defensa de ambos:— Y el trasero pervertido de Jay lo pidió.
—En primer lugar, pervertida tu cola, mocoso insolente. —Park le había proporcionado un zape a Lee por el término.— Y en segundo, bien que lo disfrutaste, cínico de mierda. ¡Todos presenciamos tu lengua entrar en acción y tuvimos que separarlos antes de que Kai empezara a restregarse en tu regazo!
Los mencionados tenían que defenderse a sí mismos, pero Lee, quien estaba sonrojado, se había quedado mudo y Huening había escondido su cabeza dentro de su casillero por la vergüenza del solo recuerdo; sus amigos estaban esperando una respuesta listos para fastidiarlos por la falta de esta. Tendrían que tragarse la pena o se lo dirían a los demás y seguirían con la vaina hasta junio; sin embargo, fueron salvados por algo. Bueno, el término salvado era relativo. Se podía decir que los había ayudado a salir de la situación, pero le había dado la bienvenida a Huening para meterse en otra.
Una puerta fue azotada con fuerza.
Y no pudieron evitar guiar sus miradas al extremo de la fila de casilleros de metal, donde cierto azabache fingía haber sido tomado con la guardia baja por su propio movimiento. No era tan buen actor, pero era convincente.
—Oh, mierda, lamento asustarlos. Tenía los audífonos puestos. No me di cuenta que estaba usando tanta fuerza. —Yeonjun sabía que haberse puesto los auriculares sin enchufarlos para disimular le iba a servir de algo.
El amable Sunoo hizo un ademán para restarle importancia al asunto.
—Oh, claro.
—Aunque ya es tarde, chicos. —Choi ojeó su reloj de muñeca con una mueca.— Si el profesor los ve aquí a todos sin hacer nada, probablemente se enoje y los ponga a correr por el campo.
Yeonjun sabía como usar experiencias pasadas a su conveniencia; su profesor de cultura física en definitiva había hecho eso una que otra vez tras encontrar a chicos vagando por los vestidores, pero solía hacerlo cuando estaba de mal humor o cuando los encontraba a mitad de otras horas de clase. Este no era ese caso, pero ellos no tenían la certeza de ello. Es más, el profesor ni siquiera estaba allí; había salido corriendo tan pronto sonó la campana, dejando al presidente de la clase a cargo de asegurarse de que todos se fueran, o sea él.
Fácilmente podría haberse metido en sus propios asuntos y dejarlos irse cuando quisieran.
Pero no era lo que Yeonjun quería.
Y, ante la idea de sus amigos metiéndose en problemas por su culpa, Huening ayudó a su estrategia:— Ustedes adelántense. Solo me falta agarrar mi abrigo y mis cosas, salgo en breve.
Sus amigos se miraron entre ellos, probablemente preguntándose si sería ideal dejarlo a solas con Choi tras la serie de eventos incómodos que lo involucraban y les habían dejado en claro que este no debía acercarse al rubio, a tal punto que Ryujin se mostraba recia ante la idea.
No obstante, no querían ser castigados.
Tomaron una decisión silenciosa y unánime, la cual Heeseung comunicó en nombre de todos, su mano apretando suavemente el hombro del rubio en señal de apoyo.
—Te estaremos esperando en el pasillo. No tardes mucho o Ryu va a preocuparse.
—Claro, no tardo. —el rubio asintió, haciendo un ademán con su barbilla para que avanzaran.
Y, con Choi Yeonjun esbozando una sonrisa sellada e inocente con su espalda recargada en los casilleros, los cincos se fueron de los vestidores. Dejaron a Huening solo con él y, Dios mío, era la primera vez que se encontraba en un radio de menos de dos metros al chico desde que aquel día en la fiesta y desde que descubrió lo que sentía por él. Se sentía como la primera vez que tuvo que interactuar con su amor platónico; su boca estaba seca y sus manos sudaban en demasía, no estaba seguro de que podría acercarse más o siquiera hablarle sin tartamudear.
Debía sacudirse los nervios; ahora que Soobin había aceptado, no había vuelta atrás.
Era su oportunidad de hablar con Kai.
Yeonjun aclaró su garganta, soltando lo primero que se le vino a la cabeza:— Oí que has estado yendo al gimnasio, Hyuka.
Silencio.
Sí, el azabache había olvidado lo bueno que Kai era para ignorar a la gente.
Bueno, lleva así desde la fiesta, ¿qué esperabas?
Pero este Yeonjun no era el mismo Yeonjun que había sido tomado con la guardia baja por los maleducados comentarios de Kai. No, este Yeonjun no iba darse por vencido por más grosero que fuera.
Este Yeonjun dio unos cuantos pasos hasta quedar junto al casillero de Huening, donde este último estaba desdoblando su abrigo para después ponérselo:— Te dije algo.
El rubio se encogió de hombros.
—Lo sé. Te escuché.
—Estoy tratando de iniciar una conversación contigo.
—Y yo estoy dejándote en claro que no estoy interesado en hablar contigo al no responderte.
—Está bien. Entonces sólo escúchame.
—No quiero hacerlo.
—Por favor, Kai.
—Ya dije que no, Yeonjun.
—Sólo necesito tres minutos.
—Pensé que ningún estudiante que no estuviese cambiándose podía estar aquí o sería castigado. —por primera vez en semanas, la mirada fría de Kai se encontró con la suya y la severidad en sus orbes lo hizo tragar saliva.— Eso aplica para ti también.
Yeonjun no le dio una respuesta sobre su acusación, solamente optó por hacer lo que creía más factible debido a la situación y el carácter del rubio.
—¡Lamento lo que pasó ese día! No debí besarte sin tu permiso, ni tampoco estuvo bien que te pusiera en riesgo al involucrarte en mis estupideces con Soobin. No fue mi intención provocar un ataque de pánico. Te lo juro, eso ya se acabó. No volverá a pasar.
El rubio arqueó sus cejas por un segundo tras escuchar lo último; ¿acaso había terminado con Soobin? Eso era... impresionante, la última vez que hablaron había lloriqueado sobre el menor siendo el único amor que conocían y que no podía dejarlo ir.
Ah, igual no le importaba.
—Pues felicidades. —se encogió de hombros Huening, cerrando la puerta del casillero y colocándose la mochila cerrada sobre el hombro. Otra vez miró a Yeonjun a los ojos y estos le estaban suplicando; probablemente no hubiese sentido nada de ser el mismo Kai que había sido al inicio del año, pero este Kai se había dado la oportunidad de conocer al azabache y aún sentía algo de empatía por él. No, debía ser fuerte o volvería a ser metido en problemas.— Ahora, si me disculpas...
Oh, no. El más alto le había dado la espalda y empezaba a encaminarse hasta la salida. Se iba a ir.
¡Rápido! ¡Tiene que hacer algo, Jun!
—¡Me gustas, Kai!
AL FIN TERMINÉ ESTO, JESUCRISTO SANTO.
la vdd he estado sintiéndome como la mierda estos últimos días, mi estabilidad emocional está rozando los suelos y mis pensamientos junto con mis cambios de ánimo me traen mal, pero aquí estamos, hanging on y trabajando para no dejarlos con la duda, ahora tengo que empezar otro capítulo de tubatu house y terminar el segundo de angel or devil.
les pido perdón por tardar tanto, tuve que mudarme y estuve atravesando ciertos conflictos familiares, no tenía tiempo, ni energía, ni ánimo para escribir, trabajaré más duro a partir de ahora.
díganme, ¿qué tal el capítulo? ¿qué creen que pasará después? ¿opiniones? se viene lo chido, agárrense.
infinitas gracias por la paciencia y por apreciar mis historias, amo a cada uno de ustedes, en serio, muak.
nos vemos en tubatu house, good night.
EDITADO: 25/10/2023.
—m.
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