cAPITULO 17
Jinhwan había mantenido cierta esperanza, durante los tres últimos días Junhoe no se había presentado a su cuarto, y cualquier momento que pasaba fuera de este había alguno de los otros miembros siempre cerca.
Y aunque su cuerpo tuvo este par de días de reposo, no así su mente, la cual seguía torturándose a cada momento que pasaba en vigilia. No podía dejar de sentirse sucio y culpable, además de confundido y miserable por toda aquella combinación.
Lo que era peor, había explotado contra Hanbin y contra Song, aunque ellos no tenían la culpa de nada, incluso estuvo a punto de golpear a Bobby con un plato, aunque fuera sin querer, eso no quitaba el hecho de que así fue.
Se estaba hartando de vivir en aquel estado, y cuando creyó que las cosas podían cambiar, Junhoe regresó.
El más alto estaba molesto, y en esa ocasión Jinhwan ni siquiera pudo saber por qué, además ya se había dado cuenta de que era imposible hacerlo cambiar, de nada servía hablar o rogar, por lo que solo permitió que el menor desquitara su furia con su cuerpo.
Se estaba acostumbrando al dolor, ni siquiera gritó o lloro en aquella ocasión, de nuevo era como si ni el dolor ni el placer pudieran alcanzarlo, como si su cuerpo fuera una coraza para resistir aquellos ataques. No podía estar más sucio, y tampoco podía romperse más por muy brusco que Junhoe fuera, aunque pensó que tampoco le importaría romperse por completo.
Como en las ocasiones anteriores, Junhoe se marchó una vez que estuvo satisfecho.
Tuvieron que pasar varios minutos antes de que pudiera moverse sin que el dolor lo lacerara. Cuando logró moverse se estiró para tomar el bote de analgésicos, quedaba ya sólo como un cuarto del mismo y lo vació por completo en su mano.
No eran suficientes como para que lo mataran, creía él, y aunque así fuera ya no le importaba. Las echó todas en su boca, sin inmutarse por el sabor amargo, y las fue tragando como pudo.
Una vez que su mente y su cuerpo estuvieron suficientemente nublados, Jinhwan se levantó y se cubrió con una toalla que había por allí. Al salir vio a Donghyuk en su cuarto pero lo ignoró, se dirigió directo al baño.
Se sentía como si estuviera flotando en una nube, como si su carne se hubiera convertido en algodón de azúcar.
Una sonrisa casi psicótica apareció en su rostro ante aquella idea, aunque no hubiera nadie que la viera. El algodón de azúcar solía deshacerse con el agua, si su cuerpo había adquirido esa sustancia...
Abrió por completo la llave del agua fría, lo importante era el agua no la temperatura, por lo que así se metió bajo el chorro.
Se dejó caer hasta quedar sentado contra las baldosas de la ducha, con el agua helada aguijoneando su piel.
Jinhwan bajó la vista, pudo ver la sangre que escurría, diluida con el agua, hasta el drenaje. Al menos el dolor parecía haberse diluido también, junto al terror, la culpa, todo. Por fin pudo encontrar algo de la paz que tanto ansiaba, así que solo cerró los ojos y se entregó a la plácida oscuridad.
Apenas alcanzó a percibir los golpes en la puerta, los gritos que lo llamaban, pero era demasiado tarde para preocuparse por ello. Sólo se dejó llevar por un sueño que prometía no tener sueños, un sueño en el que por fin podría descansar.
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