cAPITULO 12
Jinhwan estaba de regreso a su habitación, luego de convencer a Donghyuk que no dijera nada y que lo dejara solo volver a su cuarto, incluso le insistió para que fuera a guardar al refrigerador la comida que Song le había preparado, pues aún no tenía los ánimos de comer nada.
Estaba recostado, estirado todo a lo largo en su cama, sintiendo las punzadas de dolor que lo acometían cada cierto tiempo, como si su corazón se hubiera movido hasta latir en la parte de atrás de su cadera. Al menos, si no se movía el dolor se mantenía en el mismo nivel, así que era lo mejor que podía hacer, había traído el frasco de analgésico hasta su mesita de noche, pero dudaba en tomar más, ya había tomado varios y tampoco quería tener una sobredosis; en lugar de eso, solo cerró los ojos y se sumió en un estado de duermevela que ocultara un poco el malestar.
Se quedó así hasta que la puerta se abrió de pronto, tardó un poco en reaccionar, mientras su mente dormida se extrañaba pues todos solían tocar antes de entrar, todos menos...
—Mi Jinani, ¿estás dormido?
Todo el cuerpo de Jinhwan se tensó, se levantó sobre sus brazos con el dolor siendo ocultado por el miedo.
—¡Ju-unhoe! ¿Qu-é haces aquí? —preguntó por un hilo de voz.
Junhoe entró a la habitación y cerró la puerta tras sí, la luz de la calle llenaba la habitación con un tinte rojizo.
—Los escuché cuando estabas practicando con Donghyuk.
Jinhwan palideció mientras el más alto seguía acercándose a su cama, el miedo le impedía moverse.
—Solo estábamos practicando, él...
—Escuché que estabas lastimado —dijo con pesar, había llegado a su lado y pasó la mano por su mejilla, sintiendo el temblor de su cuerpo.
—No, no es, estoy bien.
—¡No me mientas! —dijo con voz dura, antes de suavizarla—, Estuve investigando, quizá fui un poco rudo anoche, pero encontré la manera de ayudarte.
Sacó de su bolsillo lo que parecía una pasta de dientes.
—Esta pomada ayudará con el dolor y te hará sanar más rápido, además evitará infecciones.
—Gra-acias.
—Bueno, ¿y qué esperas? Date la vuelta, te la pondré.
—¿Qué? ¡No! No es, necesario, yo puedo...
El agarre en su mejilla se volvió más brusco entonces, Junhoe lo tomó con fuerza de la mandíbula para hablar sobre él.
—Yo soy el único que te puede tocar allí, ¿recuerdas? Así que seré yo quien te ponga la medicina, nadie más. Ahora, ¡date la vuelta!
Jinhwan se encogió sobre sí mismo ante el último grito, comenzó a llorar pero hizo lo que le ordenaban, girando hasta quedar boca abajo. Hundió el rostro en la almohada para ahogar sus sollozos.
Dado que le mayor se había quitado la ropa ensangrentada (que de nuevo terminó en la basura) Junhoe solo tuvo que apartar las cobijas para tener el acceso que necesitaba. Lo tomó con cuidado para que levantara la cadera, podía ver la sangre seca. Lo limpió con una toallita húmeda, a lo que lo escuchó sisear de dolor.
—Resiste un poco, mi Jinani, pronto el dolor pasara —arrulló.
Una vez limpio, tomó una pequeña cantidad de crema para comenzar a embarrarla sobre la piel alrededor, sintió que Jinhwan temblaba y se ponía tenso, así que con su otra mano acaricio un poco su espalda.
—Intenta relajar los músculos, para que no te duela más —pidió.
Jinhwan lloró con un poco más de fuerza, aunque Junhoe estaba siendo lo más cuidadoso que podía, tomó un poco más de crema para poder poner dentro con un único dedo, metiendo y sacando para poder meter la mayor cantidad de crema posible.
Encontró entonces un punto que parecía especialmente herido, se sentía un poco más duro que el resto y cada vez que lo presionaba Jinhwan temblaba con aún más fuerza, el sonido de sus quejidos se incrementaba. Así que dedicó especial atención y una buena cantidad de crema para poner ahí.
Junhoe continuó así hasta que la crema hizo que tampoco pudiera sentir bien su dedo, lo cual supuso se debía a la anestesia en la medicina, esperaba que aquello hubiera aliviado el dolor de su Jinani.
—Listo, ¿estás mejor? —preguntó para corroborar.
Jinhwan no habló, pero negó varias veces con la cabeza aún contra la almohada. Estaba a punto de preguntarle qué ocurría cuando notó un hilo de humedad que bajaba entre las piernas de Jinhwan hasta el colchón.
—Ah, ¿en serio?
Para corroborar sus palabras, pasó la mano a un lado de la cadera de Jinhwan hasta poder tomar su sexo, para ese momento despierto.
—¡June-ah! No... —gimió Jinhwan al ser apresado.
—Dices que no, pero tu cuerpo aquí dice otra cosa, mira.
Hizo un poco más de presión y sintió el respingo de Jinhwan. Él aún seguía con el rostro volteado y ambos puños apretando con fuerza la almohada, seguía negando con voz baja y ahogada.
—Tranquilo, no necesitas contenerte, soy solo yo. Y tú eres mío, tu placer es mío, así que está bien.
Solo bastó una suave masaje para que el orgasmo acometiera a Jinhwan. El mayor no podía entenderlo, cómo su cuerpo podía experimentar placer en medio del dolor y del miedo que sentía, sintió asco por su falta de control.
—¿Lo ves? Te dije que todo estaría bien. Debemos poner la crema durante una semana para que las heridas terminen de sanar, así que no debes preocuparte, vendré cada noche y te haré sentir bien.
Junhoe se inclinó para dejar un beso en su mejilla, salado a causa de las lágrimas, y luego salió del lugar.
Jinhwan se quedó de nuevo solo en la roja oscuridad de su habitación, en efecto el dolor había casi desaparecido de su trasero, pero para entonces había aparecido una nueva sensación horrible en el interior de su cuerpo: la vergüenza y el asco que sentía en aquel momento parecían ser una presión física que oprimía su pecho.
Pateó con brusquedad la cobija que había terminado manchada con su simiente hasta que quedó en el suelo, se sentía igual de sucio que ella, aún más quizá; también arrojó la almohada, húmeda con sus lágrimas y su saliva.
Terminó acostado solo con la sábana, en la que se enrolló por completo buscando aliviar un poco de la horrible sensación que lo torturaba.
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