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Querido George:

Casi me ha dado un ataque en cuanto he leído tu carta y he estado a punto de aparecerme en San Mungo. Pero, desgraciadamente, no sé dónde está como para hacerlo... Lo siento.

De verdad que lo siento, George. Ni siquiera sé que palabras debo escribir para hacerte sentir mejor. Nunca he estado en una situación así, al igual que tú nunca lo has estado hasta ahora. Espero de corazón que tu padre se recupere lo más pronto posible para que todos podáis estar tranquilos y podáis pasar las navidades todos juntos. Os lo merecéis y lo necesitáis.

George, no hay nada de malo en cómo has reaccionado. No importa si eres el mayor o el menor, tu padre es tu padre y si te enteras de algo así, es normal que te sientas perdido y asustado. No te preocupes por no saber qué hacer, no te preocupes por llorar... Es normal. Lo único que debes hacer ahora es apoyarte en tu familia y apoyarlos tú a ellos, eso es más que suficiente.

Todo saldrá bien, estoy segura. Pronto me estarás escribiendo una carta diciéndome que tu padre vuelve a estar haciendo preguntas cansinas sobre los muggles. Ya lo verás.

Sobre Percy... si esa es la decisión que ha tomado, déjalo estar. Él se lo pierde. Se pierde a una familia maravillosa y ¿sabes qué? Jamás encontrará a otra igual.

No sabes cuánto desearía estar ahí para ti. Desearía poder abrazarte y darte un poco de calidez y confort para que tu corazón no se sienta tan asustado. Siento no poder estar, de verdad.

Dale ánimos a toda tu familia de mi parte, también a Hermione y Harry si están por ahí.

Sé fuerte, George.

Te quiere,

Cléa Lacroix.

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No nos equivoquemos ni nos ilusionemos antes de tiempo, ese «te quiere» es en plan amigos. Todavía queda bastante para que se lo digan en plan pareja. 

Marie Weasley.