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Querida Cléa:

Me sorprende no haber recibido ninguna carta tuya en más de dos meses. ¿Debería preocuparme? Espero que no. Espero que solo estés disfrutando de tu libertad sin clases.

¿Sabes lo qué ha pasado con esa maldita cara de sapo? ¡Se ha atrevido a prohibirnos a Fred, a Harry y a mí jugar al Quidditch! Además, está poniendo cientos de normas absurdas para tenernos prácticamente controlados a todos. No nos deja hacer nada. ¡Incluso ha prohibido los productos Weasley con todo lo que Fred y yo estamos trabajando! (vale, lo estábamos probando en los de primero, pero eso es irrelevante). Esa mujer está loca, Cléa. Ya me preocupaba que nos prohibiese enviar cartas también y no pudiese seguir en contacto contigo.

Pero si se cree que eso va a ser suficiente para contener a los gemelos Weasley lo lleva claro. Una mujer así no nos va a amargar. Ni a Fred ni a mí nos importa ser expulsados, así que será mejor que esa foca se vaya preparando, porque vamos a preparar una buena venganza.

En serio, estoy tan cabreado.

Sinceramente, me gustaría que estuvieses aquí, seguro que estaría más tranquilo si te tuviese cerca y pudiese hablar contigo en persona.

Echándote de menos,

George Weasley.