quarante.

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Querida rubia:

Tan solo ha pasado un día desde que estuve en París, pero no he podido reprimirme. Hay algo que te quería decir estando allí, pero no encontré el momento, así que lo hago por carta... Aunque no sea la mejor forma de hacerlo, la verdad.

En un principio iba a esperar hasta que arreglases la relación con tu madre, a que «C'est la vie» estuviese más estabilizada y resolvieses todos los problemas en tu vida... Sí, lo siento, escuché tu conversación con Lee cuando estuviste en la Madriguera.

No tienes ni idea de lo feliz que me hizo saber que mis sentimientos son correspondidos, es por eso que no puedo esperar más a decírtelo claramente. Necesito que lo sepas.

Je t'aime.

Te quiero, Cléa, mi rubia, mi francesa.

Te quiero como no he querido a nadie en mi vida.

Te quiero tanto como sabores de grageas existen. 

Simplemente, te quiero.

¿Sabes cómo comenzó todo, cómo comenzaron a surgir estos sentimientos en mi interior? Comenzó la primera vez que te vi. El día en que se anunció el Torneo de los Tres Magos y los de Durmstrang y Beauxbatons llegasteis. Te vi sonreír mientras hablabas con tus compañeros alegremente y cenabais en la mesa de Ravenclaw, y me sentí morir. Me sentí morir porque tenías la sonrisa más resplandeciente y encantadora que jamás había visto. Y te juro que pensé que me gustaría ver esa sonrisa por el resto de mis días.

Todo comenzó a partir de ahí y fue aumentando a medida que nos fuimos relacionando, a medida que te fui conociendo.

Sé que te va a sorprender, pero no sabes cuan agradecido le estoy al tipo de Durmstrung que ligó contigo aquella vez. Porque si eso no hubiese sucedido, yo no te habría salvado de él y tú no me habrías invitado a ir a Hogsmeade, entonces quizás nuestros caminos nunca se hubieran cruzado y nuestra amistad nunca habría comenzado.

No sabes cuánto lamento no haberte invitado al baile de Navidad. ¡Debería haberlo hecho! ¡Debería haber tenido el valor de pedírtelo! ¡Debería haber sido yo tu pareja y no aquel chico de Hufflepuff! ¡Debería haber sido yo el que te comprase un precioso ramillete de flores! ¡Debería haber sido yo quien bailase contigo hasta que nuestros pies dolieran! Debería haberlo hecho, porque cuando te vi en aquel despampanante vestido de gala mi corazón se olvidó de cómo latir. Estabas preciosa... No, incluso eso sería quedarse corto. Ante mis ojos, eras como una diosa que había descendido del cielo. Tan perfecta. Me encantó como se veía ese vestido a ti, como ese azul pastel de la tela combinaba con tus grandes y azules ojos, como resaltaba tus femeninas y seductoras curvas, como dejaba ver los numerosos y adorables lunares que adornan tu espalda al ir al descubierto. Me encantó y me arrepiento de no haber sido yo quien te dijo esa noche que estabas hermosa, que eras y eres hermosa.

Y... no sabes cómo dolió, como dolió despedirme de ti el último día de vuestra estancia en Hogwarts y como agradezco que me dieses tu dirección para seguir en contacto. Recuerdo haberte escrito la primera carta nada más llegar a la Madriguera; me encerré en mi habitación durante horas y escribí tres o cuatro versiones de esa carta, sin saber cuál era la mejor para enviarte o cual había quedado mejor, porque estaba nervioso y ansioso.

Cuando recibí tu primera respuesta, me di cuenta de que eras la mujer con la que quería pasar el resto de mi vida, con la que quería formar una familia en un futuro lejano (muy lejano), y pensé que «Cléa Weasley» no sonaba del todo mal. Aún lo pienso.

Por Godric... esto está quedando muy cursi, ¿verdad? No es propio de mí, pero no puede evitarse porque es culpa tuya. Porque eres tú la que me hace ser así, la que me hace sentir un hormigueo en el estómago y una gran calidez en el corazón. Y todo lo que estoy diciéndote aquí es la pura verdad, pero no es ni la cuarta parte de lo que sentí, siento y sentiré, porque si lo escribo todo, esta carta será infinita.

Sin embargo, aún no puedo parar de escribir, quiero decirte algo más...

Donde quiera que estés, siempre te haré sonreír.

Donde quiera que estés, siempre estaré a tu lado.

Donde quiera que estés, nunca te haré llorar.

Donde quiera que estés, nunca diré adiós.

Porque, sin importar qué, ya lo decidí. Incluso si no podemos estar juntos todavía, incluso si seguimos viviendo en países diferentes por años, incluso si no podemos vernos tanto como ansiemos... estaré siempre ahí para ti y te esperaré el tiempo que haga falta. Porque he decidido que tú eres la primera y la última mujer a la que amaré.

De nuevo, je t'aime, Cléa.

Del pelirrojo al que le robaste el corazón,

George Weasley.

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¡SE HA DECLARADO! ¡NUESTRO GEORGIE SE DECLARÓ! 

Os aseguro que de entre todas las cartas que he escrito en esta historia y todas las que me quedan por escribir, está va a ser la más bonica y la que más ñoña me ha puesto. >w<

La parte de "donde quera que estés" está sacada de la canción «Wherever You Are» de One Ok Rock, la cual está en el playlist y es de mis favs del grupo.  

No os olvidéis de votar y comentar. ♥

Marie Weasley.

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