4 (parte final): humillante
Estuvieron hablando sin preocupación alguna hasta que comenzó a anochecer, un nudo se formó en la garganta de los tres, sabían que el común "hasta luego" iba a ser sustituido por un "hasta siempre".
Óscar y Nora se habían prometido ser fuertes por el locutor, él era quien iba a morir, y sabían bien que a pesar de esa aparente calma pasmosa, por dentro era un niño asustado, precisamente el niño asustado y cubierto de tierra que conocieron años atrás, huyendo colina abajo y arrasando con todo solo para tener una mínima oportunidad de escapar.
Recordaron los amargos días en los que aparecía golpeado y se negaba a decirles por qué, los sollozos y las veces que lo encontraban durmiendo en ese mismo solar sin nadie cerca. Sentían que hubieran pasado siglos desde aquello, aunque eran apenas 14 años los transcurridos, y 8 desde que descubrieron que el diablo vivía con Alastor, pero no Lucifer, no, él sería mucho mejor que ese hombre.
En cuanto el más alto se levantó, los otros dos salieron de su ensimismamiento, imitaron su acción y contemplaron la posibilidad de quedarse un rato más, pero Nora debía volver a su casa y Alastor también, Óscar estaría en su casa esa noche y Nora trataría de ir también en cuanto terminase sus quehaceres. Antes de irse, el castaño pidió algo, parecía ser su último deseo, uno que no daba tiempo a añadir al testamento.
-Cuando muera, tomad mi cuerpo y enterradlo aquí mismo junto a todos los libros de magia negra que encontréis en mi casa, ahora aprovecharé para enseñarte la mayoría y que los tengas localizados- dijo lo último mirando al de mediana estatura.
Ambos asintieron, volvieron por las estrechas calles y callejones hasta una calle principal, en cuanto se miraron ahí estaba otra vez, esa presión que amenazaba con atentar contra su aparente calma. Se despidieron antes de que Alastor pudiera sospechar nada y Nora se fue corriendo a su casa, dando zancadas por la calle para llegar más rápido.
En cambio los dos restantes caminaban con calma y hasta lentitud, como si fueran directos a su ejecución, y en muy en el fondo sabían que no era algo muy lejano a la realidad, se esforzaron en evadir ese pensamiento y volvieron a charlar, al llegar a la casa de Alastor se dieron cuenta de que nunca habían hablado por tanto tiempo ellos dos solos.
-quieres algo de beber?- Ofreció el castaño ya dentro, se quitó los mocasines en el recibidor y los guardó en el mueble
-No, esperaré a Nora...- se notaba desganado, por mucho que se esforzara en ocultarlo, imitó la acción del mayor de estatura tratando de parecer indiferente
-Hey, no te reocupes Óscar, en el peor de los casos nos veremos en el infierno, además, puedes quedarte en mi casa todo el tiempo que quieras, incluso si estoy muerto, legalmente no pueden dársela a nadie, está a nombre de mi familia en su totalidad...- dijo con calma dirigiéndose hacia la sala
-En serio crees en eso? Pensé que los e la iglesia te tenían hasta las narices-
-Y no pensaste mal...la segunda parte al menos...a ver, no te esperes que vaya a ser estrictamente religioso, las cruces de las paredes llevan ahí demasiado tiempo y no tengo ganas de quitarlas por el mero hecho de que da trabajo hacerlo y que no quede una marca en la pared...y no esperes tampoco que vaya a alabar a ningún dios o deidad, como mucho sentiré respeto por Lucifer-
Y así dio comienzo una larga charla, Nora pudo llegar unas horas después, entró algo manchada de barro y tierra, al escapar de su casa por la ventana había caído mal y, en consecuencia, terminó de esa forma, Alastor le ofreció amablemente la posibilidad de bañarse, la cual fue aceptada con una sonrisa.
Al rato ya charlaban animadamente, bebiendo y riendo de cualquier tontería, hasta que surgió la maravillosa idea propuesta por la chica
-Y si cazamos algo? Para la cena por lo menos- propuso animadamente
Los otros dos, algo borrachos pero no demasiado, aceptaron sin pensarlo, a fin de cuentas Alastor tenía escopetas para los tres y unos cuantos cartuchos de sobra, munición no les faltaría. Salieron al poco rato y se adentraron en el bosque con abrigadas ropas de piel y algodón, era una fría noche de invierno, posiblemente no aguantaría mucho sin nevar así que optaron por ir cada uno por separado, los tres eran excelentes tiradores y confiaban tanto en sus habilidades propias como las de sus compañeros.
Alastor iría al este, Nora al oeste y Óscar se quedaría en la zona en la que estaban, se sonrieron y acordaron verse en la puerta de la mansión al acabar, cada quien emprendió su camino, pensando en qué cazarían y en como cocinarían la carne. Deberían hacerlo de alguna forma especial, a fin de cuentas sería la última cena del locutor, no? Querían despedirse a lo grande, pero no salió todo como se planeó.
Alastor caminaba sigilosamente entre los árboles, vio a lo lejos algo moviéndose en la oscuridad, su escopeta estaba cargada, apuntó y vio que era una cría de venado, bajó el arma, sería un asesino en serie y todo eso pero conocía y respetaba las normas de caza que prohibían matar hembras y crías de ciertas especies.
AVISO, A PARTIR DE AQUÍ HASTA LA LÍNEA DE PUNTOS HABRÁ ESCENAS SENSIBLES Y BASTANTE EXPLÍCITAS, SI ERES SENSIBLE A LA SANGRE O A LA VIOLENCIA/"TORTURA" NO SIGAS LEYENDO
De la nada un animal se abalanza sobre el cervatillo, tras unos segundos Alastor distingue la silueta de lo que pensó que era un lobo, los gritos agonizantes de la presa cesaron poco después de que el depredador hincase sus fauces en el cuello del pequeño animal, tirando hasta arrancarle la tráquea, y allí murió en una total y constante agonía mientras se retorcía, una imagen terrible para la vista. Poco después distinguió mejor lo que era y se alarmó, un perro de caza? Era demasiado salvaje y no se debían soltar por la zona, se acercó sabiendo que estaría adiestrado para no atacar personas...grave error.
El canino aulló estruendosamente y le enseñó los ensangrentados dientes al castaño, quien se detuvo al escuchar sus amenazantes gruñidos, y lentamente e empezaron a escuchar patas, había más perros, 2, 4...un total de 7 contando el animal que empezaba a arrancar de mala manera la carne del animal, haciendo desagradables sonidos y dejando a la vista el hueso de una pata.
Alastor estaba en desventaja numérica y visual, los perros lo rodeaban, si se movía lo atacarían de inmediato, si no lo hacía, el resultado sería el mismo, tan solo algo más tardío, pensó unos segundos y vio una ruta de salida por el rabillo del ojo, en un fugaz movimiento tenía el cañón de la escopeta apuntando a uno, no dudó en apretar el gatillo y repetir el movimiento con el primero que se abalanzó. Corrió por un sendero que el mismo creaba al pasar entre la maleza del bosque, trató de recargar sin detenerse, al conseguirlo tuvo que disparar de inmediato para no quedarse sin cara, uno de los animales se había lanzado hacia él y había terminado con una perforación de bala en el pecho.
El problema que Alastor no notó es que sabían organizarse, mientras el que ahora era solo el cuerpo de un perro se abalanzaba sobre el locutor, otro se posicionaba frente a esta, consiguiendo que cayera. Los perros restantes no dudaron ni un segundo en tirarse encima, clavando sus dientes en la carne de Alastor y tirando hasta dejar casi un hueso entero de una pierna a la vista. Con suerte Al pudo volarle la cabeza a uno más antes de que sintiera un profundo mordisco en el dedo que apretó el gatillo, soltó el arma y trató de zafarse de la profunda mordida en vano. A los pocos segundos el perro se hallaba con el dedo índice del locutor en la boca, separado del resto de la mano, esto obviamente había implicado los gritos de dolor del chico desde el primer pedazo de musculatura arrancada. a duras penas pudo agarrar de nuevo su arma y golpear con todas sus fuerzas al que más cerca tenía.
El animal se desplomó en el suelo con el cráneo abierto y algo del cerebro a la vista, sintió otro dolor intenso, ahora en el abdomen, al mirar abajo tan solo pudo observar a un perro tan negro como la noche tirando de su intestino fuera de su cuerpo. Sangre salió de su boca y nariz en ese momento, repitió el proceso de golpear aunque le costó otro dedo y tan solo pudo aturdirlo. Tuvo la suerte de que el perro que mordisqueaba sus tobillos se acercó a ver si su compañero estaba bien, aprovechó esto para correr a ciegas por el bosque. No pasó mucho rato antes de que cayese por una colina y, por un mal aterrizaje, el húmero del brazo izquierdo asomase por el codo notablemente roto. Gritó con las pocas fuerzas que le quedaban y se arrastró por el suelo gimoteando, agarrándose con el brazo roto las tripas y con el brazo relativamente intacto avanzando. Entonces nota una potente luz y alza la cabeza, un hombre con un rifle en una mano y una linterna en la otra lo miraba con calma.
-....a-...yuda....- su voz sonaba rota y tan débil que daba miedo
-me temo que no puedo ayudarte amigo, no es nada personal, lo juro- y apuntó con el arma al castaño
-....Deja que me entierren, por favor, solo necesito que me entierren ellos dos- rogó escupiendo sangre casi por cada palabra que decía, tuvo que hacer varias pausas
-por supuesto, tu tan solo ruega a ver si te duele poco- rio de forma macabra
Alastor frunció el ceño pero sonrió, tomó el cañón del rifle con una mano y luchó por incorporarse un poco para ponerlo en su frente
-yo no rezo por chorradas- rio, lo último que emitió fue una estruendosa carcajada
Luego el hombre apretó el gatillo, los sesos salieron en un ángulo recto y salpicaron el suelo
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Alastor tuvo un milisegundo antes de morir para sentir, a salvo, la tapa del libro contra su pecho, nadie lo hallaría jamás
Souk habló para que solo Alastor escuchase
-Definitivamente eres divertido, mortal~-
Y todo se quedó negro.
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