24: la invitación
Las cosas dieron un inesperado giro en pocas semanas desde que Portnoyr tomó el control del territorio.
La economía fue mejor, había más tratos comerciales y, oh, cierto, ella estaba tan contenta con su...¿amante? ¿Compañero? ¿Amigo con derecho?
Descartemos las tres opciones porque no eran amigos, no estaban en el mismo nivel hablando de trabajo y la palabra amante simplemente no era la indicada para definirlo.
Alastor había decidido llamar a aquello "Schrödinger", porque era algo que existía y no existía a la vez.
Se encontraban puntualmente, no siempre tenían sexo ya que a veces a ambos les incomodaba. Había días en los que no hablaban, solo estaban haciendo cualquier cosa en la misma habitación, y con eso bastaba, otros, hablaban de cualquier cosa, y al acabar era como si no se hubiesen dicho nada.
Eran sus días favoritos.
-Al- llamó ella en un día de silencio -¿crees que este diseño está bien con puntos o con rayas?- inquirió enseñándole los dos bocetos, eran idénticos, excepto por el estampado.
Él no sabía nada de moda, pero ella por alguna razón siempre insistía en preguntar ese tipo de cosas.
-...¿Subjetivamente u objetivamente?-
-Ambas-
-Bueno, personalmente me gusta más las rayas, dan un toque formal...pero los puntos le van a dar el toque que buscas-
Ya la conocía. Sabía lo que quería obtener de cada prenda con solo el boceto, un arte que había perfeccionado por casi dos años.
Como vuela el tiempo cuando estás trabajando hasta tal punto que si no lo dijeras en la radio no sabrías en qué día vives.
-Mmm...supongo que tienes razón...gracias Al- sonrió y siguió dibujando, se detuvo al poco -...¿En qué año estamos?-
-1962- anunció de forma mecánica -16 de febrero según el calendario humano, 11:30:12,13,14...- ella dio una risilla, casi siempre se quedaba así cuando le preguntaban la hora o fecha.
-¿Aún sigue esa tontería de la guerra fría?-
-Eso dicen los que llegan nuevos-
-Los humanos son idiotas-
-Fuimos humanos los dos querida-
-Y por ello fuimos idiotas los dos-
No podía rebatir con esa lógica, y cuánta razón tenía ella. La de problemas que se ahorraría la humanidad de no ponerse la zancadilla a si misma.
-Touché- cedió.
Volvió a centrarse en la lectura, la Overlord le había dado unos cuantos libros para que viera como era la forma de gobernar que más le agradaba. "La historia de los territorios" de titulaba ese volumen. Era difícil que un libro le resultará tedioso, pero ese en específico era como escuchar a hurtadillas a aquellos profesores de la universidad con voces tan monótonas que se quedaba dormido de pie.
-¿Quieres ir a tomar algo?- preguntó sorpresivamente, y de nuevo el locutor apartó la vista de su lectura.
-...¿Estás ofreciéndome una cita?- preguntó en tono burlón.
-¿Quieres o no?-
-Claro, ¿Por qué no?-
Cerró el libro y se levantó con calma. Se miró brevemente al espejo, el rojo de su pelo fue aumentando cada vez que mataba, era algo sutil al principio, pero ahora tenía más de la mitad del pelo rojo. Había adquirido también unas ojeras algo notorias, afortunadamente Portnoyr le enseñó a taparlas con un poco de base.
"Si se enterasen los de la radio estarían semanas riéndose" pensaba a menudo, pero tendía a pensar en otras cosas para distraerse.
-Últimamente estás distraído- puntuó al ver que se había quedado así por unos cinco minutos -¿Está todo bien?-
-Sí sí, claro...solo estoy cansado-
-Normal, con tus incursiones nocturnas a quién-sabe-donde me sorprendería que no lo estuvieras-
Y de nuevo se quedó quieto, como cada vez que sacaba el tema. Desde hacía unos meses Alastor había estado saliendo a altas horas de la noche de la mansión para volver dos horas antes de que sonase su despertador.
-Al, háblame- pidió con un tono algo preocupado.
-...no es nada importante- dijo su parte mentirosa -tranquila, estaré bien-
-... está bien- cedió ella, lo guió hacia la puerta y salieron calmadamente de la mansión.
-¿A qué sitio vamos específicamente?-
-A ..."le grand cafe" o algo así se llamaba el sitio-
-¿El de la ciudad a media hora o el de la que está a dos horas?-
-Media hora-
-¿Quieres atajar?-
-Ya estamos atajando- dijo yendo por un lado de la carretera -o bueno, al menos estamos por el camino rápido-
-Hay uno más rápido-
-¿Cuál?- el locutor sonrió y se detuvo, extendiéndole la mano a la chica.
-Dame la mano y lo descubrirás-
Ella dudó, pero acabó haciéndole caso. Cerró los ojos por petición del pecador y, al abrirlos, ya estaban en el callejón de al lado.
-¿Cómo has...?-
-Un mago no revela sus secretos- bromeó.
Ella renunció según oyó eso, sabía que no iba a poder sonsacárselo.
Se sentaron en una mesa de la terraza y charlaron de temas triviales hasta después de que les trajeran lo que pidieron.
-Oh, casi lo olvido- dijo Portnoy antes de dar un trago a su café -el rey nos ha invitado a una fiesta dentro de una semana-
Alastor se quedó en blanco, pensando en una conversación que tuvo hace un par de meses con Rosie, hablando de como serían las fiestas en palacio y si los rumores serían reales. Entonces cayó en un pequeño detalle que había dicho ella.
-¿Nos?- preguntó, confuso.
-Claro, eres su favorito, tarde o temprano iba a invitarte-
-No soy su favorito-
-¿Has visto como te mira? A veces pienso que te acuestas con él esas veces que te pide que te quedes después de la reunión-
-¡Portnoyr!- replicó, era la primera vez que la llamaba por su nombre, así que se puso nervioso sin entender del todo por qué -...él no me ve más que como un viejo invocador, hablamos de vez en cuando, ya está- zanjó.
-¿Lo invocabas en vida?- preguntó sorprendida.
-Sí, no tenía mucho que hacer que se diga...apenas tenía amigos y los que estaban disponibles usualmente vivían bastante lejos- explicó jugando distraídamente con la cucharilla de metal.
-...nunca me habías hablado de tu vida- comentó ajustándose las gafas, que se habían deslizado suavemente por el puente de su nariz.
-No es algo de lo que me guste hablar, fue bastante dramática para mi gusto- se justificó -...Entonces, ¿A qué hora?- preguntó en un intento de cambiar de tema.
-Sobre las 21:00, creo que acaba a las 06:00 de la mañana...¿Estás bien?- se confundió al ver a Alastor nervioso.
-...puede que tenga un pequeño...trauma post mortem- explicó -a las 02:15 más o menos, no puedo estar fuera de la cama-
-Que extraño- dijo con una sonrisa burlona -sí mal no recuerdo, ayer a las tres...-
-Eso no cuenta- replicó ruborizado.
-Sí que cuenta, tal vez va por días-
El locutor resopló por la nariz y apartó la mirada, ella ganaba por el momento.
-¿Con qué pretendes que vaya de todos modos?-
-Bueno, tenía en mente un par de conjuntos a juego-
-¿No crees que haría las cosas un poco obvias?-
-No, saben que me gusta humillarte, puedo optar por un tipo de humillación más curiosa-
-Maravilloso, que ilusión, me apetece enormemente tener que pretender que me dejo humillar por ti- dijo con obvio sarcasmo.
Agarró su café y le dio un trago largo, tenía cosas que hacer en el día y no podía perder más tiempo que el estrictamente necesario.
-¿Te resultaría más persuasivo si te adjudico un trabajo interesante?-
-Define interesante- pidió, dejando la taza vacía en el pequeño plato de cerámica.
-Una en la que puedes hacer lo que quieras con tus víctimas- eso pareció llamar la atención del contrario -torturarlo, devorarlo, jugar con él como un juguete...¡todo!-
-...vale, sí, es más persuasivo definitivamente- cedió.
-Maravilloso, tómalo como unas vacaciones de una semana y poco- sacó de su bolso un documento y se lo extendió -aquí tienes los detalles...y recuerda, no sé cuánto tardas-
Eso bastó para hacer entender al ciervo que podía estar la semana que duraba sin hacer nada prácticamente.
Pero ese no era su estilo.
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