23: ¿Qué pasó anoche?
Alastor despertó con un fuerte dolor de cabeza, totalmente desorientado. Sintió un calor extraño en su pecho, no de forma interna si no más bien externa. Abrió los ojos y se la encontró a ella, plácidamente dormida en su pecho... entró en pánico cuando notó la falta de ropa de ambos.
Estuvo horas sin mover un solo músculo por no saber cómo reaccionar, bueno, en parte también tratando de recordar lo que había hecho anoche. Recordó fragmentos de la noche anterior y no pudo evitar ruborizarse, en gran parte por la vergüenza.
No necesito más que un par de recuerdos sueltos de escenas no muy cristianas precisamente de ambos la noche anterior para llevarse las manos a la cabeza, estresado.
Portnoyr despertó un rato después, igual de desorientada.
-...¿Qué...?- balbuceó, tan confusa como Alastor en un primer momento.
Tras tomarse sus instantes de recordar se tapó la cara, estresada.
-...mierda- dijeron a la vez, se miraron brevemente.
Optaron por solo no decir nada, Alastor se levantó y se vistió a prisa para salir de ahí lo antes posible.
-Alastor- llamó ella, el mencionado la miró -...te quiero mañana en mi oficina...hoy tómate el resto del día libre-
Él solo asintió y salió de la habitación a prisa, cerrando la puerta a sus espaldas.
Fue rápidamente a su habitación y se encerró ahí por un rato largo. Cuando se calmó un poco, optó por darse una ducha y lavarse la boca, le daba asco todo él, aunque una gran parte de él se negaba a creer que eso había pasado realmente.
Mientras el agua de la ducha mojaba su piel y pelo trató de aclarar sus pensamientos y ordenarlos un poco, todo era un desastre.
-He tirado todo este tiempo en una jodida noche- maldijo entre dientes, acto seguido golpeó la pared con furia.
Salió de la ducha un rato después y se vendó la mano rota, no había sido su mejor idea, eso era cierto. Tal vez si cerraba los ojos cuando los abriera se levantase en su cama, vestido con su pijama más cómodo. Lo intentó y se llevó una decepción al ver que era todo igual que antes. Lo intentó un par de veces de distintas formas antes de rendirse.
Se levantó para ir hacia la salida de la mansión.
"Tal vez si la mato ahora todo vuelva a ser acorde a mi plan"
Pensaba desesperado, tratando de encontrar una solución.
Salió corriendo a la calle y fue a una cabina de teléfono al azar para marcarle a Rosie, esta contestó bastante adormilada y algo molesta.
-¿Quién llama a estas horas?- reprochó ella.
-Necesito verte ya- la inquietud en su voz bastó para erradicar el enfado de la costurera -en la cafetería de ayer, cuanto antes por favor-
-¿Estás bien?- preguntó confusa.
-No- le tembló la voz y tuvo que tomar aire antes de volver a hablar -...solo ven, te cuento ahora lo que pasó-
Colgó, no quería dar más detalles en mitad de la calle. Suspiró notablemente agobiado.
-Oh mierda- murmuró apoyando la frete contra la pared de la cabina.
Souk se levantó y tocó su hombro.
-No ahora- imploró antes de que su sombra pudiera hablar.
Cuando estuvo seguro de que volvió a tumbarse y quedarse por el suelo partió hacia la cafetería.
Fue a pie por todo el trayecto, y cuando llegó ya estuvo menos alterado. Rosie acababa de llegar y al ver a Alastor tan desaliñado y con la ropa de ayer, no pudo evitar preocuparse. Esperó a que su amigo se sentara en la misma mesa.
-¿Qué pasó?- preguntó preocupada.
-...Rosie, ¿Recuerdas la charla que tuvimos ayer?- murmuró, parecía ido.
-Sí, ¿Pasó algo? ¿Alguien te siguió y- él la interrumpió.
-Me acosté con Portnoyr, estaba borracho, ella también, siento que me voy a poner a temblar en cualquier momento y tengo ganas de vomitar-
Por unos instantes ella pareció confundida, luego simplemente pensó que Alastor ers peculiar, le bastó esa explicación para sentir pena por él.
-¿Te preocupa que te eche?-
-No, solo...siento asco- expresó - pero a la vez es...no del todo malo- explicó.
-No lo entiendo- confesó.
-Es...por una parte nauseabundo, no acabo de entender por qué- explicó -por otra parte es extrañamente reconfortante, y tampoco acabo de entender por qué- no se dio cuenta cuando empezó a temblar por los nervios.
Rosie le tocó el brazo suavemente, y él se sintió levemente reconfortado.
-Tranquilo, seguro que fue solo por la borrachera- aseguró tratando de calmarlo -no se acaba el mundo Al, solo fue sexo, nada nuevo-
-Claro que es algo nuevo- replicó, eso provocó la sorpresa de la costurera.
-...pero tenías más de veinte al morir, ¿No?-
-Sí, ¿Y qué?-
-Que eran los años veinte, ¿Qué hombre a los veinti-algo no ha hecho eso?-
-¡Pues el rarito y exiliado de Alastor que prefería charlar con Lucifer antes que ir a la iglesia del pueblo!- zanjó algo irritado.
Eso causó la sorpresa de Rosie y el inmediato arrepentimiento de Alastor.
-...¿Que hacías qué?-
-Nada, olvídalo- exigió
-Por eso te mira así...-
-Rosie, ¿Vas a ayudarme o no?-
-¿Y qué se supone que haga?-
-¿Y yo qué sé?-
Sentía que se venía abajo por momentos, empezó a mover la pierna inconscientemente en un movimiento nervioso, rara vez hacía movimientos de los que no era consciente.
-Mira Al, ya no se le puede hacer nada, está hecho y tal vez no sea tan terrible...lo mejor que puedes hacer ahora es distraerte- aconsejó.
Y esa fue la labor de Rosie aquel día: distraer a Alastor hasta que, inevitablemente, cada uno tuvo que volver a su respectivo trabajo, al menos Rosie, el locutor estaría el resto del día torturado por tener que estar en la misma casa que ella.
Iba ya de camino a la mansión cuando se tropezó con un demonio más pequeño y cayó al suelo.
-Arg, ¡Cuidado por donde vas!- replicó viendo a la pequeña con la que acababa de chocar, por alguna razón esta se le tiró encima al instante, lo abrazó y se puso a llorar mientras Alastor trataba de quitársela de encima -¿Qué mierd--
-Alastor- pronunció finalmente, esa vocecilla era totalmente inconfundible, la miró a la cara. Era una pequeña cíclope pelirroja, y solo así podía haber sido.
-Nora- murmuró poniendo una mano en la cabeza de la chica -¿Qué haces aquí? No se supone que estés aún por estas zonas- replicó -eres muy joven, deberías...-
-Lo sé- adelanto limpiándose las lágrimas -...fue él- confesó amargamente.
-...ven, vamos a algún café a hablar, el suelo no es el mejor sitio- dijo con obviedad.
Caminaron un rato hasta llegar a un bar decente y se sentaron afuera, el lugar estaba lo suficientemente apartado como para hablar tranquilamente.
La pequeña le contó todo: ella y Óscar cumplieron su petición de entierro, la guerra estalló, los precios subieron, su amigo se quedó en un piso lejos del suyo, o bueno, suficientemente lejos como para no llegar a tiempo la noche que pasó. Ella llevaba muchos años con un hombre que no la trataba bien, pero, ¿Qué más podía hacer? No podía seguir esperando por un príncipe perfecto...aunque no esperó que con un par de copas de más después del trabajo se pusiera tan agresivo.
-y me estranguló- finalizó su relato, hubo bastante tortura antes de ese final, pero incluso Alastor acabó con el estómago revuelto por ello.
-...en cuanto baje verá lo que es el karma, no te preocupes- calmó -a todo esto, ¿Hace cuánto llegaste?-
-Oh, pues...hace un par de semanas creo...no he visto un calendario ni nada, pero aproximadamente es así -
-¿Tienes donde dormir?-
-No realmente, pero hay callejones muy acogedores en esta ciudad...ya no se pasa frío- bromeó.
-Sigue sin ser un buen sitio...- se le vino una idea s la cabeza entonces -creo que sé dónde te puedes quedar-
.
.
.
Llamó a la puerta con nerviosismo, definitivamente no quería verla, pero poco podía hacerle.
-Adelante- cedió ella al otro lado.
En cuanto Alastor se asomó, el ambiente incómodo fue casi inmediato.
-...¿Cansado de no trabajar?- bromeó tras un incómodo silencio, tratando de aliviar tensión.
-No realmente...quiero saber si podría entrar alguien nuevo-
-¿Alguien nuevo? ¿A qué se debe esa petición?-
-Encontré a una pequeña bastante matona y pensé que te podría interesar antes de que la encontraste alguien más- explicó con su habitual sonrisa.
-Mmm...tal vez, tal vez...deja que hable con ella, anda-
Nora entró sin más preámbulos y se sentó en la silla alta frente a Portnoyr, para eso tuvo que dar un par de saltitos.
-¿Cómo te llamas?-
-Niffty, señorita- se presentó con su mote por si acaso.
Las preguntas rutinarias abundaron en la charla, al final Portnoyr se negó a que se quedase en la mansión, pero le ofreció una habitación en un lugar de la ciudad a cambio de sus servicios.
-¡Muchísimas gracias!- agradeció, su acento americano no se iría fácilmente, pero hablaba bastante bien el español, tal vez tuvo algo de práctica en todos los años que pasaron.
Alastor y Niffty iban hacia la puerta cuando la Overlord llamó al locutor.
-Ve yendo al lugar, iré en cuanto pueda, ¿Vale?- se despidieron brevemente y la de menor estatura se fue, ilusionada.
Cuando solo quedaron los dos en la habitación, el silencio volvió, como si nunca se hubiera ido del todo realmente.
Alastor se acercó a su mesa y el silencio volvió a un segundo plano por unos instantes. Ambos se miraron, por unos momentos pudo distinguir sus ojos tras las gafas de sol. Nunca se la quitaba por algún motivo.
No dijeron nada, no era realmente necesario. Él posó sus manos sobre la mesa, en su mente las últimas dudas se iban desvaneciendo. ¿Para qué seguir negándolo?
Ella se estiró, tenía en su rostro pintada una dulce pero suave sonrisa, alcanzó el rostro del contrario con una mano y él encontró la boca de la chica con sus labios.
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