17: los hilos se separan

Llevaba tres años trabajando para el Lord, dos y medio trabajando con Sir Pentious (quién en algún punto aparente se hizo llarar así) y tan sólo dos días con la visita del "protegido" de aquel ave.

Ese día, en términos humanos, rondaría el 20 de Mayo, las fuertes lluvias que habían infligido inundaciones en zonas más bajas no se limitaron a daños tan "suaves". Las cosechas y animales en un radio de 50 kilómetros habían quedado totalmente destruidas, inundadas o inservibles.

Así que se presentaba este problema: Si la única forma de alimento no podía siquiera aprovecharse un poco, ¿Como sobrevivirían sin comer?

Alastor tuvo que aguantar las ganas de sugerir el canibalismo hasta que, para su sorpresa, el propio Overlord lo sugirió como una opción factible.

Hicieron un cribado masivo y dieron a los demonios y pecadores la opción de presentarse voluntarios para su muerte, ofreciendo que está fuera rápida e indolora...bueno, casi indolora.

Las sorpresas no pararon de presentarse a ojos del locutor cuando se presentaron hombres y mujeres de todas las edades.

Tuvo que aguantar el impulso de salivar cuando vio tanta carne junta y supo que sería su comida.

Cuando los voluntarios se acabaron, varios fueron seleccionados para ir a cazar.

Y así Alastor se ganó la total confianza del Lord.

El periodo caníbal de aquella zona del infierno fue efímero por lo menos. No obstante, en el territorio vecino ese había sido el desencadenante de una longeva era.

Pero no nos vayamos por las ramas.

En el día en que estaban, aún comiendo carne de demonios o pecadores, Alastor había subido al despacho del ave para reunirse con él, no esperaba que tuviera que notificarle una "terrible noticia".

—Mi querido Alastor—

Dijo, aún después de tanto tiempo, sin convencimiento respecto al nombre del ex-locutor, su protegido estaba sentado a su lado en silencio, expectando.

—Tengo terribles noticias que darte—

Se lamentó, Alastor se acomodó en su silla y suspiró, como preparándose para la catástrofe.

—Confío en que pueda soportarlo, señor—

—...tu compañero, "Sir Pentious", ha intentado asesinarme mientras dormía...al abrir los ojos él huyó...tal vez, en un futuro tengas que darle caza—

En ese preciso instante, por una milésima de segundo, la maldad y la malicia se vieron reflejadas por todo el ser de Alastor. Al fin, después de tanto tiempo, de tener entre manos aquella maraña de hilos de lana había conseguido deshacer más de la mitad. Sentía la victoria tan cerca que se le hacía la boca agua.

Recobró la compostura y suspiró, "abatido", "sin creer lo que oía".

—...no lo entiendo— dijo como si confesara algo de vital importancia —él estaba satisfecho con su ascenso, con su comida y con su residencia...¿Por qué haría algo así?—

Tuvo que detenerse ahí y fingir consternación para no sobreactuar. Su cerebro se debatía entre la falsa actuación y el gozo verdadero, optando por la primera.

—Lo mejor es no darle más vueltas...y yendo a las buenas noticias, tienes su puesto...enhorabuena Alastor...espero que seas buen mano derecha—

Sintió la mirada de la encapuchada fija en él, aún así decidió seguir con aquello y sonreír con un poco de sinceridad.

—...lo haré lo mejor que pueda—

Ahí permitió que se viera un atisbo de felicidad. Estaban en el infierno, tampoco pretendía ser un ángel.

Salió del despacho con un permiso: podía ir a donde quisiera. Pensó brevemente y decidió salir a "dar un paseo". Souk le aplaudió en cuanto nadie pudo oírlos.

—¡Bravo!— celebró la sombra —mano derecha del Lord, ¿Cuál es el siguiente paso?—

—Matarlo— dijo con obviedad, Souk se quedó por un escaso segundo en silencio, luego se echó a reír.

—Tu ambición siempre me sorprende—

—No debería, es un pensamiento normal: si me deshago de él, yo heredo el puesto—

Souk rió nuevamente, siguiendo a Alastor por una hora y algo, que fue el tiempo que tardó en aburrirse de caminar.

—Souk, llévame al territorio vecino, hazme el favor...quiero hacerle una visita a Rosie—

Hacía un tiempo, en una misión, se la había encontrado. Se escapó para invitarla a algo, que le costó casi todo el dinero que le quedaba. Aún a día de hoy seguía indignado por aquel café. Al final acabaron escribiéndose cartas tres o cuatro veces al mes. Rosie lo llamaba de distintas formas: Richard, Thomas, Leroy, Allan...una vez incluso le llamó Pierre.
Aún recuerda la mirada que le lanzó el Overlord esa noche, era obvio que él interceptada toda la correspondencia.
En la última carta, habían acordado verse para "una sorpresa" que tenía preparada la mujer.

Alastor apareció cerca del lugar acordado, faltaba más de una hora y media para que Rosie llegara, así que tenía tiempo de sobra...o eso esperaba.

-Alastor- llamó ella, inesperadamente temprano.

-Rosie, no esperaba que estuvieras tan pronto por la zona-

-Eso debería decirlo yo- replicó, divertida.

El ex-locutor no tardó en notar una ilusión en los ojos de ella...pero no era una ilusión común. No era una ilusión solo por verle, en absoluto...había algo más.

-...suéltalo, ¿Por qué tan emocionada de pronto?-

Ella solo rió y negó, se acercó con sutiles pero elegantes movimientos y le hizo un ademán al ciervo para que la siguiera.

Caminaron por un rato largo por las calles del anillo hasta llegar a una parte casi abandonada de aquel lugar. Los edificios estaban gastados y descuidados, algunos parecía que si respirabas un poco fuerte se desvanecerían en una nube de polvo sin dejar nada. Si alguien vivía ahí, podía: o tener graves problemas económicos, o estar huyendo de algo...o alguien.

Rosie llamó a uno de los timbres de un alto edificio de piedra, parecía que se vendría abajo en cualquier momento si no se era cuidadoso. Murmuró algo cuando la puerta del edificio se abrió y sonrió con amplitud.

-Tercera planta...todo tuyo-

-¿De qué hablas?-

-Lo descubrirás arriba, venga, sube, te están esperando-

La mujer rió ante la cara de desconfianza de su amigo y lo vio adentrarse en el lugar con satisfacción.

Alastor llegó a la única "vivienda" del tercer piso, las escaleras habían rechinando angustiosamente bajo su peso y la pintura había crujido en agonía cuando dio unos golpecitos en la madera hinchada. Cuando la puerta de abrió, una mujer se asomó por el pequeño espacio que dejaba la apertura, al ver a Alastor su rostro se iluminó y una amplia sonrisa se le talló de inmediato.

-Alastor!- exclamó con un emocionado acento americano.

El pelirrojo no tardó en reconocer la voz, esa que había oído tantas veces en vida.

-Claire?- preguntó, también dejando aparecer un acento en sus palabras -what are you doing here?- (qué haces aquí?)

-Well, my husband was a bit...angry ay me...like always...SO, I sent him to sleep- (bueno, mi marido estaba un poco...enfadado conmigo...como siempre...ASÍ QUE, lo mandé a dormir) resumió con orgullo -then I fell, broke my head and died...but what about you?- (entonces me caí, me abrí la cabeza y morí...pero que hay de ti?)

Alastor se quedó en blanco por unos instantes, sin saber qué decir. No iba a admitir su patética muerte, eso seguro.

-...ummm...things happened...I mean, I killed lots of people and ate them (ummm...pasaron cosas...quiero decir, maté a mucha gente y me los comí)

Claire rió suavemente y negó, pasaron a hablar de otros temas sin importancia, Alastor se sintió, aliviado por poder evadir aquel vergonzoso suceso.

Claire era una compañera de trabajo en vida, era una de las guionistas y a veces técnica. Hacía muy bien su trabajo y organizaba muy buenas fiestas sorpresas. Era de los pocos recuerdos agradables que tenía fuera del trabajo y sin inmiscuir a sus viejos amigos: una fiesta de cumpleaños sorpresa, no sabía cómo descubrieron la fecha de su cumpleaños y a esas alturas ya no importaba.

Tras un rato de conversación trivial, Alastor entró al apartamento. Estaba muy limpio, pero no era un lugar en el que vivir, había sido remodelado y ahora parecía una estación de radio.

-It's almost the same as the one in New Orleans- (es casi igual que la que había en Nueva Orleans)

-Yes, the plan was to gather everyone and restart the radio network- (Sí, el plan era reunirlos a todos y volver a poner en marcha la cadena de radio)

Y ahí estaba la verdadera sorpresa de Rosie: su trabajo. La de ojos negros sabía de sobra lo mucho que a Alastor le gustaba la locución, lo que más había extrañado de estar vivo era su oficio...y ahora podía tenerlo de vuelta

-...Are you sure they will be all on hell?- (¿estás segura de que todos estarán en el infierno?)

-...Al, remember the "VIP" diners that they used to have? Well, they were orgies, so yes, I'm pretty sure they will be here- (Al, ¿recuerdas las cenas "VIP" que solían tener? Bueno, eran orgías, así que sí, estoy bastante segura de que están aquí)

El asco en la cara de Alastor fue insuperable en ese momento, y eso hizo que la chica riera con dicha.

-...Ok, then how are you going to find them all?- (Ok, ¿entonces cómo vas a encontrarlos a todos?)

-Well, you have your fame down here, maybe if we make a broadkast they'll recognice you and know we' re here- (Bueno, tienes tu fama aquí abajo, tal vez si hacemos una emisión ellos te reconozcan y sepan que estamos aquí)

-...No es mala idea- murmuró para sí, cavilando pros y contras.

-Gratias- agradeció con un muy marcado acento.

-No obstante, tengo que pedir permiso...trabajo para el Lord y no creo que le agrade que me escape todos los días sin avisar para venir aquí-

-mmm...haces un punto- cedió intentando traducir literalmente "you do have a point".

-Deja que le consulte cuando vuelva, te mandaré una carta si la respuesta es no...y si es sí, mañana temprano estaré aquí-

La sonrisa de la pecadora frente a él no parecía algo que debiera estar en el infierno, siempre había sido igual de angelical.

Tras zanjar algunos detalles, fueron a tomar un café tranquilamente y a charlar de lo que había pasado. Así se enteró de que alguien había entrado en la estación de radio en la que trabajaron en vida y preparado una trampa mortal de la que Claire se libró de milagro.

Prefirieron pasar a hablar de temas del infierno, ninguno de los dos llevaba mucho allí, así que pudieron hablar de nostalgia, reírse de la iglesia y ponerse al día adecuadamente.

Tras unas horas de planificar las noticias, se despidieron. Alastor tarareaba una canción que no recordaba donde había oído mientras caminaba tranquilamente hacia la tienda de Rosie. Cuando entró la chica parecía aburrida, los jueves a esa hora no había mucha clientela.

-A la próxima no te libras- bromeó

-Bueno, a la próxima yo invito al café...¿Necesitas algo, querido?-

-Prácticamente un armario entero, solo tengo este traje y algunas mudas-

Rosie pareció ilusionarse al oír aquello, condujo a Alastor a la trastienda y buscó entre los montones de cosas una cinta de medida. Al tenerla, rodeó con dicha cinta las muñecas de Alastor, su cuello, sus hombros y pecho, su cintura, cadera y por último sus tobillos.

-Listo, te tendré algo listo para finales de mes...si quieres más de tres conjuntos, será a mediados del que viene, y te cobraré bastante- advirtió.

-Rosie, sabes que no tengo más que para un conjunto o dos-

Acordaron apresuradamente en que sería ropa para dormir y muda del traje, el "ex-locutor" tuvo que irse a prisa. El Lord había puesto un toque de queda que se cumplía en escasos minutos. Se perdió entre las calles antes de aparecer repentinamente a unos metros de la mansión, en un punto donde no pudieran verlo.

Se apresuró y entró en la edificación un minuto antes de haberse cumplido el tiempo.

-Por los pelos- susurró antes de emprender el camino que llevaba a la oficina del Lord, quería preguntar rápido antes de que estuviera ocupado.

Subió con calma los pisos inferiores e intermedios hasta llegar al superior, donde residía aquel ave. Llamó a la puerta del despacho con firmeza y esperó a que le abrieran.

Sonrió con más amplitud si era posible con tan solo pensar en que volvería a ejercer su vocación, la idea le emocionaba tanto que no se percató de su propio error.

Un error garrafal que podía llevarlo al abismo.

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