14: infiltrados entre filas
La mentira que preparó Alastor les fue a misa a todos ellos, las mentiras sencillas, a fin de cuentas, eran las mejores.
Presentó a 'Sir Pentious" al personal, a los capitanes y al líder de aquellos pequeños dominios.
Le sorprendió que el demonio serpiente hablara alemán, pero lo normalizó totalmente y le siguió el juego. No le gustó, pero en el fondo tuvo que admitir que su compañero lo hacía bastante bien.
Convencieron al líder en poco tiempo para que el supuesto primo del ciervo fuera también a la misión. A cambio Alastor cedió a dormir en la misma habitación que la serpiente.
-Fue más difícil de lo que esperaba- siseó el de colmillos.
-¡Te lo advertí!- dijo Alastor con aparente entusiasmo -pero ya está hecho, ahora toca dormir de una vez- zanjó dejándose caer en su amplia cama.
-¿Dónde está mi cama?- preguntó tras unos momentos viendo la habitación.
-El suelo o el sillón, lo que prefieras- dijo como si le estuviera abriendo un amplísimo abanico de posibilidades.
'Sir Pentious" fue a regañadientes hacia el sillón y tomó los cojines que había ahí, demasiado pequeño para dormir encima, luego se acercó a la cama y tomó otros cuantos.
-¿Por qué tienes tantos cojines?-
-Para esconder armas por si acaso-
El demonio serpiente se quedó con cara de circunstancias, luego fue abriendo uno a uno los cojines, confundido al no encontrar armas.
-No hay armas-
-Menos mal- bromeó
-¿Puedes dejar de ser sarcástico? No se nota cuando hablas en serio y cuando no-
-Se nota de sobra, hay un tono de exageración en mi voz que no tengo en otros momentos- destacó con calma.
'Sir Pentious" rodó los ojos y puso unos cuantos cojines en el suelo, formando una base blanda. Luego se acercó al armario y sacó de este una manta un poco gruesa, la arrastró un poco al llevarlo junto a los cojines. Finalmente se tumbó enrollado sobre los cojines y se tapó con la manta.
-Buenas noches- murmuró ya cerrando los ojos, escuchó como se accionaba el interruptor de la luz, dejando la habitación a oscuras.
Alastor se durmió tras unos minutos dando vueltas por la cama. La noche se pasó como un momento agradable, tan rápido que daba ganas de más.
Alastor despertó primero, ya estaba acostumbrado al lejano estruendo que hacían al despertar. Se levantó y tocó a su compañero con el pie como quién toca un animal para asegurarse de que esté vivo.
El despertar del de iris rojos fue más movido que de costumbre, no estaba totalmente despierto respecto al toque de Alastor. Apenas se estaba incorporando (o intentándolo) cuando de repente el estruendo llegó al otro lado de la puerta. Dio un salto en el sitio por el susto.
-¿Qué es eso?- preguntó alarmado
-El despertador- dijo como si nada Alastor mientras acababa de vestirse -El desayuno llegará enseguida, vístete- le lanzó algo de ropa, suficientemente pesada como tirarlo de nuevo sobre los cojines.
El demonio serpiente siseó con disgusto y se quitó los pantalones de la cara, vio al demonio ciervo con disgusto como si hubiera sido una mala broma. Alastor no pudo evitar reír ante su despiste, a lo que la serpiente siseó de nuevo y se vistió con la camisa, chaqueta y sombrero restantes.
-Muy gracioso- dijo con obvio sarcasmo una vez acabó
-No fue queriendo- confesó entre risas.
-Lo que sea- murmuró molesto, le tiró de vuelta los pantalones, se sorprendió un poco al ver que los atrapaba y doblaba con sencillez.
Al poco llamaron a la puerta, cuando está se abrió ya estaban los dos vestidos y charlando de cualquier cosa en un acento suficientemente cerrado como para que no los entendieran. Un soldado asomó por la puerta con dos bandejas de comida que dejó en el escritorio, sin siquiera decir una palabra se fue.
-Recuerdas lo que tenemos que hacer hoy?- preguntó el más alto, yendo a por su comida
-Sí, me lo he memorizado como pediste- comentó, luego se estiró y fue por su comida correspondiente.
El desayuno fue acompañado con un repaso del plan que debían seguir: infiltrarse fingiendo buscar cierto puesto trabajo, ganarse la confianza del líder, su objetivo, matar a este y unificar amos territorios, finalmente, una semana de trabajo sutil para debilitarlos y, al fin, acabar con el verdadero objetivo.
-¿Y qué crees que les será útil?- preguntó la serpiente mientras se llevaba a la boca un pedazo de pan.
-¿Sabes tocar algún instrumento?-
-Sé tocar un poco el piano...¿pretendes que seamos músicos?- preguntó con incredulidad
-No, tan sólo era para confundirte, seremos de la élite, sígueme el juego y ya está-
-¡"Sígueme el juego" no es un guión válido!- replicó -¿Y si nos atrapan? ¿También debo "seguirte el juego"?-
-¿Y si no?- interrumpió -solo piensa por un momento: no nos atrapan, conseguimos lo que queríamos desde un primer momento y nos recompensan con creces- comenzó a caminar, trazando en su poco específica trayectoria algunos círculos por la habitación mientras hablaba, finalizó detrás de su compañero y posó ambas manos en sus hombros -¿No sería maravilloso? Todo lo que sea que pidamos, estoy seguro que nos lo darán~- tentó.
Alastor sabía bien que puntos tocar, sabía bien cómo atraer a una mosca a la tela de araña...¿que mosca? Sabía atraer hasta a un buitre a la tela y conseguir que quedara atrapado. Fue sencillo para él convencer a "Sir Pentious"(apodo que aún no le gustaba un pelo) de que no se preocupara y le siguiera el juego en todo momento y que recordase lo básico.
No hay mucho que decir de la misión, partieron al poco rato de aquella conversación, pasaron unos tediosos días de ajetreo total y arduo esfuerzo. Alastor fue quién hizo los honores de traerle la cabeza del oficial enemigo en bandeja de plata al oficial al que "servía". Temiendo la astucia de Alastor, los integrantes del territorio ocupado no se atrevieron a atacarle. Ya quedaba poco, dos días y podría volver con el Overlord, podría ir tras su verdadero objetivo.
Pero tiempo al tiempo. Ahora, Alastor celebraba con Arno su reciente victoria. Bebieron y rieron, todos ellos lo hicieron, Alastor, Arno, sus respectivos compañeros y los inferiores del general.
Al rededor de las dos de la mañana, tenían montado un pequeño escenario, que en realidad era un altillo tan alto como tres tablones de madera apilados y tan ancho como una persona tumbada.
Algunos tocaban instrumentos y cantaban himnos, Alastor tuvo que hacer de tripas y corazón para aguantar, detestaba esa música, solo su amado jazz podría complacer sus oídos.
No se lo esperó en absoluto cuando unos cuantos empezaron a improvisar, sonaban como un elefante en una tienda de sartenes y cazos, estaban algo desacompasados y definitivamente su jazz no era del todo bueno.
"Pero es Jazz" pensó Alastor para sí con una sonrisa que casi parecía verdadera, casi.
Alastor aguantó todo lo que pudo: aguantó el Jazz desacompasado, los himnos ridículos y los improvisadores, buenos o malos.
Pero perdió la lucha en cuanto se acabó su último baso de whisky y un trompetista experimentado tocó. Reconoció de inmediato la canción y su pecho se llenó por unos instantes, murmurando la letra con la ilusión infantil con la que un niño entra en una tienda de dulces con la paga del mes.
Nadie sabe cómo la situación pasó de un músico tocando y un demonio canturreando a una banda de jazz tocando los mejores temas que Alastor se conocía, y este cantando a todo pulmón para complacencia de todos. Su voz era muy buena aún cargada de estática. Y muchos aún recuerdan "you're never fully dressed without a smile" con la voz de Alastor en vez de la original.
El "concierto" organizado por el demonio ciervo finalizó con la suavidad de "I don't want to set the world on fire". Los aplausos rebosaron para la pequeña banda improvisada tras finalizar la última nota, el estadounidense bajó del escenario casi tan borracho de aplausos y vitoreos como de whisky.
Nadie recuerda la transición desde el final de concierto a su correspondiente habitación, solo la resaca intensa del día posterior.
Este dolor de cabeza general mantuvo a todos en sus habitaciones, dándoles a Alastor y a su supuesto primo la oportunidad perfecta para actuar.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top