12: el protegido del lord

Las instalaciones eran sorprendentemente simples, ignorando la complejidad de la decoración la simpleza radicaba en el tipo de salas y su posición.

No tardaron más que una hora en recorrer toda la mansión, en cada lugar el demonio serpiente daba una breve explicación de para que servía, en que ocasiones podía ir allí y la gente que trabajaba en el lugar y podría servirle de ayuda en su periodo de prueba.

El "tour" terminó en una sala vacía, había una mesa de madera que formaba parte de un minibar, así que sería más correcto decir que era o bien una encimera o bien la barra. El de escamas reptó con calma detrás de la superficie de madera, tomó un vaso y sirvió en este algo de ron, le puso una rodaja de limón y le dio un trago. Miró a Alastor a través del líquido semi cristalino y preguntó finalmente.

-...que te hizo pensar que venir sería una buena idea?-

-Bueno, no soy malo matando si eso es lo que me pedirá, también sé hacer las labores de la casa y no cocino mal, pensé que eso cubriría las peticiones del Lord y él a cambio podría darme refugio y algo de comida caliente- explicó con calma, acercándose a la barra y sentándose en un taburete semi roto. -Intuyo por el estado de las cosas en la habitación que él no sabe que esto existe, me equivoco?- la serpiente soltó "aire" por la nariz.

-Deja de ser tan puntilloso, es molesto a niveles insospechados...- le dio otro trago a su bebida.

-¿Hay whisky?- preguntó el de piel grisácea ojeando las botellas que había detrás del demonio serpiente.

-Aunque hubiera, ¿qué te hace pensar que te daría un trago?- 

-Bueno, me has traído aquí, intuyo que será por algo- se encogió de hombros y lo miró, divertido.

El demonio de escamas enseñó los colmillos con algo de molestia, luego le dio otro trago a su bebida y esperó unos momentos antes de hablar.

-Mira, te advertiré tan solo porque me siento generoso: no te vayas haciendo el listo por ahí. El infierno no tiene punto de comparación con el plano mortal, entiendes?-

-Curioso, yo diría que son los mismos idiotas de siempre con las mismas malas ideas de siempre fastidiando a cuantos más puedan, como siempre...que tiene de distinto si no es eso?- su mirada ahora era de curiosidad.

-La tolerancia- contestó, luego hizo una breve pausa para pensar bien sus palabras antes de dejarlas salir -...la tolerancia en el infierno es diminuta, si se dan cuenta de que no eres idiota, no dudan en apretar el gatillo, si ven que eres demasiado idiota recibes más de lo mismo...hay que encontrar el punto exacto para estar a salvo, y tú te pasas por mucho- le dio una mirada severa y Alastor la aceptó.

-...Eso mismo es lo que va a hacer la diferencia entre alguien como yo y alguien como tú- se levantó y buscó con la mirada algo que no le desagradase beber -yo soy listo y lo sé, no tengo por qué esconder nada y no tengo por qué rebajarme al nivel de gente que no me llega a la suela de los zapatos- al encontrar un vino decente se estiró y alcanzó la botella, quitó el tapón para oler el contenido y comprobar que estuviera en buen estado, finalmente dio un largo trago y arrugó la nariz, dejó a un lado la botella -en cambio, tú aún si eres listo no haces nada por remarcarlo, te dejas pisar con tal de que no pongan la vista en ti...en otras palabras, tú tienes miedo y yo no...y el miedo es un enemigo que no te conviene tener-

Tras esas palabras Alastor cerró de nuevo la botella y la dejó en su sitio, ignorando al ofendido demonio que tenía en frente, este abrió la boca un par de veces tratando de contestar algo, pero cada vez que la abría no tardaba más que unos segundos en cerrarla. El pelirrojo sonrió ante eso y finalmente dijo. 

-¿Ves? A eso mismo me refiero...podrías defenderte, pero con una breve charla ya me tienes miedo...¿por qué voy a dejar de mostrar mi inteligencia cuando ya he comprobado que mostrándola no me harán daño?- le dio unas palmaditas en el hombro y sonrió más que antes -sin rencores- luego se dirigió hacia la puerta y salió del lugar.

Nunca imaginaría que ese discurso de superioridad lo impulsaría más adelante a convertirse en alguien importante.


Los días en aquella mansión se pasaban lentos y monótonos para la mayoría, y con mayoría quiero decir todos menos el propio Lord. Alastor estaba ya al final del periodo de pruebas cuando la vio por primera vez, fue por casualidad pero lo hizo. 

Todo en aquel día estaba ajetreado: los trabajadores, la mansión, el Lord y, como no, Alastor.

El último nombrado estaba limpiando con insistencia las paredes de azulejos que habían en el baño del cuarto piso, era la sexta vez que lo hacía en dos semanas, a lo único que podía aferrarse era al consuelo de que en unos días ya no tendría que limpiar. Estuvo en el momento tan ensimismado con la franja negra que había entre un azulejo y otro que no se dio cuenta de que alguien había entrado. Harto de la maldita conjetura de azulejos con la que llevaba más de veinte minutos, lanzó con ira la esponja al cubo metálico de agua y jabón, haciendo que esta saliera del recipiente y manchara el suelo.

-¡No debería estar haciendo esto!- se quejó -¡debería estar rebanando cabezas o haciendo algo mínimamente productivo!- continuó

-¿Rebanar cabezas es productivo?- preguntó la voz de una mujer detrás de él, eso lo alarmó y le hizo girarse a toda prisa, tardó unos segundos en contestar.

-...Más productivo que limpiar manchas que llevan ahí más de lo que quiero saber, seguro- afirmó

La mujer rió, su piel era gris, un poco más oscura que la de Alastor, su pelo era tan blanco que apenas se veían algunos destellos de luz en este, sus ojos eran brillantes y esperanzados como ninguno que hubiera visto Alastor en toda su existencia. Los ojos fue lo primero que le llamó la atención, uno era azul, tan azul como el añorado cielo del plano mortal, el otro era amarillo, un amarillo tan claro y profundo que era sencillo perderse en él. Lo siguiente que vio Alastor fueron sus labios, que tenían un suave toque rosado que contrastaba con el resto de la piel. Finalmente reparó en que no era mucho más alta que él, dato que le sorprendió más incluso que el resto de ella.

-Eres el nuevo, ¿cierto?- inquirió ella -Alastor- su voz era suave y dulce a la vez, mezcla que agradaba a Alastor.

-Sí y no, no soy el nuevo, acabo en unos días el periodo de prueba- informó -pero respecto a mi nombre, estás en lo correcto-

-Eso tendré arreglarlo...- murmuró brevemente -oh, perdona mis modales, puedes llamarme Portnoy- (pronunciado partnoi)

-Un placer señorita- dijo Alastor con amabilidad -pero a que se refiere c- - fue interrumpido por la contraria.

-El placer es mío, ahora sí me disculpas debo retirarme...espero que puedas rebanar cabezas pronto- deseó antes de irse, dejando a Alastor confundido y algo enfadado, era amable y le compensaban con un comentario enigmático y una conversación incompleta?

-...well, that's shit- (Bueno, eso es una mierda) murmuró para sí, luego volvió al ataque contra el único enemigo que tenía de momento: la franja negra.

Tardó diez minutos más en conseguir que se fuera casi por completo, aunque había desgastado la pared de tanto frotarla, usó otros siete minutos más para fregar el baño e irse a comer algo.

La cafetería era una zona amplia con mesas que debían reservarse con cierta antelación, ya que había más residentes que asientos libres. Según llegó se dio cuenta del revuelo que había: cocineros de un lado para otro, demasiados huecos libres como para no resultar sospechoso y demonios que por lo general se tomaban su tiempo al comer engullendo la comida. No entendía que pasaba, hasta que vio al Lord junto a un encapuchado. Trató de restarle importancia yendo a por una bandeja.

-Lo de siempre- pidió con su amplia sonrisa una vez estuvo frente al cocinero, separados ambos por una pared con una ventanilla.

-¿No te has enterado aún? El protegido del Lord ha venido, eso significa que o comes en un minuto o no comes aquí- dijo con severidad ya que el plato que quería Alastor llevaba un rato comerlo.

-Tan agradable como siempre Dave- bromeó -No me importa comer en otro sitio, tan solo te estoy pidiendo lo de siempre- puso suavemente una mano sobre la parte metálica de la ventanilla y clavó ligeramente las garras antes de añadir -por favor-

Dave, algo tenso, se limitó a asentir y darle lo de siempre, no es que Alastor no tuviera variedad culinaria, si no que un gracioso nombró a un plato "lo de siempre", la primera vez que Alastor lo notó apenas pudo reprimir la risa.

Al poco su comida ya estaba en la bandeja, dejó un par de monedas sobre la superficie metálica antes de darse la vuelta. Si no podía comer en una de las muchas mesas que había en la cafetería podía comer en el pasillo o en algún armario de limpieza, no era la primera vez que lo hacía de todas formas. Antes de que pudiera alejarse demasiado de la ventanilla una voz le llamó la atención.

-Alastor- llamó el ave que dirigía el territorio -acércate por favor- continuó, la cafetería quedó en silencio total, nunca era bueno que el Lord te llamase.

Alastor ocultó a la perfección sus nervios y se acercó a la mesa en la que estaban el ave y el encapuchado mientras el ruido del ajetreo volvía poco a poco, inclinó levemente la cabeza a modo de vaga reverencia una vez estuvo frente a ambos.

-¿Qué se le ofrece mi Lord?- preguntó con cortesía y aún la bandeja en las manos.

-Nada especial, tan solo quería saber si te gustaría acompañarnos en la comida- la mirada "feliz" que le lanzó a continuación mostraba que más que una pregunta o invitación era una orden.

-...en realidad pensaba en ir a otra parte a comer, no quiero molestarles- rechazó cortésmente, solía llevarle la contraria tan educadamente que no podía hacer nada.

-Insist- -fue interrumpido por la voz de su acompañante.

-Por favor- pidió, era una voz que había oído hacía apenas unos minutos.

La primera cosa que se le pasó por la cabeza fue "ella es "el protegido" del Lord???" Luego entendió que estaba entre la espada y la pared, si no aceptaba, ella podía contarle los comentarios y actitud tan poco profesionales que había tenido un rato antes. Aceptó a regañadientes la invitación y se sentó frente a ellos. Hubo un rato de silencio que a Alastor se le hizo interminable, finalmente el Lord habló y Alastor quedó pálido.

-Así que rebanar cabezas, ¿huh?- su voz era burlona y amenazante al mismo tiempo.

-Te lo dije- rió la encapuchada -No puedes tener a alguien con aptitudes para matar limpiando los baños- 

-Tan solo veía cuanto tiempo aguantaba- se defendió el ave con los brazos cruzados -pero ese no es el caso...- miró a Alastor con sutileza -...hagamos algo, te planteo una prueba y si la pasas te cambiaré a un puesto más adecuado a tus cualidades- propuso.

Alastor tragó brevemente un cacho de patata asada que tenía en la boca antes de contestar.

-Me parece bien señor, se lo agradezco- 

-Dudo que lo hagas- sentenció viéndolo antes de tomar un trago a su copa de vino.

-¿Puede estar seguro de ello?- musitó con obvia burla en su voz, pero suficientemente sutil como para hacer dudar a alguien, el ave dejó la copa en la mesa con molestia.

-¿Qué tal si dejas de hacer eso?- 

-¿Hacer el qué?- preguntó mientras cortaba un pedazo de pan y se lo llevaba a la boca.

-Confundirme con tus respuestas- dijo con obviedad y bastante seriedad.

-Mi Lord- comenzó con la boca llena de pan, tapándosela para no dar asco -si usted pregunta algo o dice algo que merezca contestación, yo le contesto, no busco confundirle- tragó con calma.

El ave rió repentinamente y le puso una mano en el hombro a la demonio que estaba a su lado.

-¿Ves? Te dije que era un sujeto desconcertante- rió

-No lo dudo- dijo ella mirando a Alastor con curiosidad.

La comida no duró mucho más, Alastor fue el primero en acabar, su comida era la ración más pequeña a fin de cuentas, y aún si comía despacio no había demasiado que comer precisamente: dos patatas asadas, algo de carne y un bollo de pan, recién salido del horno si era rápido al pedir.

Al levantarse el Lord le pidió que estuviera en su despacho una hora después, no especificó detalles ni le dijo por qué quería verlo, aún así Alastor fue sin miedo, que era lo peor que podía pasar?

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