11: entrevista

Alastor cruzó la enorme finca del Lord, estaba llena de extravagantes y coloridas flores, la mayoría carnívoras con apariencia inofensiva o suficientemente llamativa como para saber que acercarse no era una buena idea. El jardín fue un tramo extenso y casi tedioso de recorrer, había un estrecho camino de tierra cuyos bordes eran marcados con llamativas orquídeas, las únicas flores inofensivas de todo el lugar posiblemente.

Al llegar finalmente frente a la puerta de la estructura principal, Alastor notó dos cosas, la primera era el extravagante estilo que debía tener el Overlord, ya que el exterior de la fachada estaba meticulosamente detallado en un estilo barroco. La segunda cosa era que el tamaño de la puerta era el doble de su tamaño por lo menos, imagino por ende que el Lord sería bastante más alto que él.

Antes de que tuviera la oportunidad de rozar la puerta de madera pulida con los nudillos, esta ya se estaba abriendo, un mayordomo que le llevaba media cabeza lo miró con detenimiento, inspeccionándolo con meticulosidad. Alastor también lo observó con cierto detalle, el ser era un demonio perdiz, iba bien vestido con un traje formal negro y liso, en el rostro tenía un par de diminutas cicatrices.

Tras unos segundos, el demonio terminó por incomodarse ante la sonrisa de Alastor, solamente se hizo a un lado y señaló al final del pasillo indicándole hacia donde debería ir, el ex locutor entendió las indicaciones sin esfuerzo.

-Gracias caballero- agradeció con cortesía antes de entrar a la gigante estancia.

Los muros eran enormemente amplios y los pasillos anchos y extensos, había múltiples cuadros colgados en las paredes, pinturas enmarcadas en oro o fotografías no tan antiguas como aparentaban las pinturas. Aún si Alastor estaba entretenido tratando de averiguar si había alguna pintura que no tuviera más de 100 años, no detuvo su paso constante y ligero, parecía que en vez de caminar flotaba pegado al suelo por la ligereza que daba a ver su cuerpo. 

Tardó no más de medio minuto en recorrer el que parecía un extenso pasillo hasta una sala enorme, tan solo había más cuadros y unas escaleras de piedra blanquecina bien pulida que subían a un primer piso, aunque sí se alzaba la vista como hizo el locutor, podía intuirse que el lugar tendría unos seis pisos por lo menos. Recordaba que una vez le habían hablado de los sitios así de lujosos, no debía ir a ninguna parte si no se lo indicaban, se aferró a ese recuerdo y aguardó con paciencia, viendo cómo el papel de pared trazaba medidas espirales en tonos verdes negruzcos sobre un llamativo verde jade. Por curiosidad vio el pasillo que acababa de recorrer, no le costó mucho darse cuenta de que su extensión era un mero trampantojo.

Se aburrió al pasar cinco minutos de pie completamente inmóvil en la sala, así que caminó hacia una pared y observó más detalladamente el cuadro más aburrido que había podido elegir: una naranja. No había nada más, ni un canasto con más naranjas, ni una mesa donde la fruta proyectaba sombra, ni un triste fondo, tan solo una naranja, aparentemente flotando en medio de la nada. Suspiró y se debatió entre si era más aburrido ver una fruta que no podía ni comer o estar de pie sin hacer nada, el debate finalizó con un empate, así que quiso ver otro cuadro, con suerte más entretenido que la naranja flotante. Para su "mala suerte" un sirviente que medía la mitad que él le indicó que lo siguiera escaleras arriba, Souk le había dicho que ese tipo de diablillos se llamaban IMP's, la clase más baja y más fácilmente demandada como sirvientes ante la nobleza.

Sus dedos acariciaron el pasamanos de piedra a la vez que ascendía por el primer tramo de escaleras, le sorprendió fatigarse levemente, no había caído en la cuenta hasta el momento de que, a pesar de no haber aire, él seguía respirando lo que fuera que compusiera el gas que entraba y salía de sus pulmones.

Pasaron por todos los tramos de escalera, que finalizaban en un breve rellano paralelo a un pasillo en horizontal, aunque de este apenas se veían ventanales que daban al exterior, daba la impresión incluso de que estaban subiendo todo el rato el mismo tramo de escaleras, tan solo había una diferencia entre rellano y rellano: un diminuto jarrón solitario con diferentes flores en cada uno.

Al llegar finalmente al último rellano, el pasillo fue sustituido por una puerta tan grande como la de la entrada o incluso un poco más, la madera era clara en algunas partes y oscura en otras, tenía relieves llamativos y un picaporte dorado, Alastor no pudo evitar preguntarse qué tan apestosamente rico debía ser ese demonio para tener tanto oro derrochado en trivialidades.

La puerta se abrió con una suavidad que contradecía la lógica debido a su tamaño, debería pesar lo suficiente para que ni cuatro personas juntas pudieran levantarla, y aún así al pelirrojo llegó a recordarle a una fina hoja de papel empujada por el viento.

El IMP se fue corriendo antes de que la puerta se abriera del todo, cuando esto sucedió, pareció que Alastor había quedado solo, con cierta duda entró a la habitación, parecía un despacho, era enorme. Un ventanal de al menos dos metros y medio ocupaba parte de la pared contraria a la de la puerta, era, en realidad, una vidriera bastante colorida que mostraba el dibujo de un cuervo. 

-"parece que le gustan las aves"- pensó para sí, no creyó necesario hablar así que tan solo se acercó en silencio hacia el escritorio frente a él, se asomó sobre este esquivando con brevedad una silla acolchada que había a su lado ahora, había dos o tres montañas de papeles a ambos lados de la mesa, no quiso ojearlos porque sería de mala educación, y si lo veían ojeando documentos ajenos a él, era muy probable que sus esperanzas de conseguir el trabajo se fueran más rápido de lo que vinieron. 

Frente al escritorio había una silla acolchada, el respaldo de esta era lo poco que podía ver Alastor, era bastante grande. Se sorprendió cuando la silla se giró, dejando ver a un demonio, un ave que no reconoció al momento, este lo miraba con serenidad y cautela, examinando a demonio ciervo con un deje de curiosidad en su mirar. 

-Tome asiento- formuló la armoniosa voz del Overlord, fue la orden más educada que el demonio ciervo oyó jamás, y con gusto hizo caso.

La silla en la que se podía sentar era también acolchada, pero no era de terciopelo ni tenía tantos lujos como la silla del Overlord, era obvio con tan solo eso que le gustaba separar por clases. El ave sacó de un cajón una pluma, tinta y un papel, lo puso sobre la mesa y se lo extendió al de ojos rojos.

-Cúbrelo, no hay prisa- afirmó con calma, su rostro era el de un hombre amable y sus acciones parecían encajar con su cara, no obstante, bien sabía Alastor que las apariencias engañan, sobre todo a los incautos.

Mientras cubría el papel con las cosas básicas, se atrevió a preguntar.

-¿Hace esto a menudo? Dejar que los que quieren trabajar rellenen el papeleo- aclaró.

-Tan solo de vez en cuando- miraba cautelosamente a Alastor, y este lo notó. Cuando acabó de escribir le devolvió el papel.

-De los que no se fía intuyo, está usted viendo cada movimiento, incluso me atrevería a decir que se ha fijado en qué posición tomo la pluma-

El ave pareció asombrarse por la declaración del menor, rió con el pico abierto y una vez su risa cesó, apoyó su cabeza sobre ambas manos y los codos en la mesa.

-Muy perspicaz- miró el papel -Alastor...ese nombre no parece ser algo de lo que estés orgulloso-

-Todo lo contrario señor- afirmó -adoro mi nombre porque me fue dado por mi madre, incluso si es el nombre del conocido demonio de la depresión-

-Y con esto me sirve para hacer un análisis completo de ti- dijo el Lord con una sonrisa algo espeluznante.

-Soy consciente de ello, así que no tiene forma de saber si he fingido o no algo-

El Overlord lo miró, la sonrisa se borró de su rostro mientras la de Alastor se mantenía, amplia y ancha como siempre. Tardó unos segundos en recuperar una suave sonrisa astuta.

-Por lo que he observado, estabas esperando que hiciera esto, es decir, que te analizase...con lo cual, la manera más retorcida de engañarme sería no hacerlo, si no decirlo...has actuado con naturalidad porque es lo que harías naturalmente- sentenció.

-Imaginé que sería así de inteligente señor- comentó calmadamente -en efecto es la respuesta correcta- su sonrisa se ensanchó mientras lo decía.

El Overlord estuvo mirándolo con fijeza un rato largo, finalmente volvió a reír.

-Eres insolente- comenzó -Pero también endemoniadamente inteligente...de acuerdo, tú ganas, no tengo ni la menor idea de si estoy o no en lo correcto- tomó la pluma, la mojó en tinta y firmó a un lado del papel, se lo volvió a dar a Alastor -firma y creo que podremos pasar a un breve periodo de pruebas-

Alastor sonrió y asintió, tomó la pluma y la apoyó sobre el papel, los trazos de su firma fueron finos y precisos, era en apariencia un garabato.

-De acuerdo, sabes leer y escribir por lo que veo, también eres astuto y haces cada movimiento tan preciso e impreciso a la vez que, descaradamente, confundes a quien sea para salirte con la tuya- observó, sonrió y extendió la mano hacia Alastor -es exactamente la actitud que quiero-

Alastor sonrió ampliamente y le estrechó la mano formalmente, un ligero atisbo de una luz verde se hizo presente entre las manos de ambos, el destello se juntó con uno rojo, parecía no ser el único que sabía hacer tratos.
Ambos se levantaron con calma y el mayor caminó hacia la puerta.

-Le asignaré a un guía para que le haga una visita guiada-

-Se lo agradezco mi Lord- agachó suavemente la cabeza, tan sólo como una vaga reverencia para ser educado -No obstante, querría preguntarle algo si me permite-

-Faltaría más-

-Ha dicho que estaré en periodo de prácticas y todo lo que hice ha sido ser relativamente impredecible y rellenar una hoja, ¿qué le hace pensar que yo podría servirle de algo?-

-El echo de que me lo estés preguntando ahora mismo en vez de callarte y aprovechar las majaderías del Lord del territorio es lo que me dice que puedes servirme de algo. Incluso si no tienes aptitudes para ello, aprenderás, confío en que lo harás...y si lo haces bien, no dudes que la comida y la seguridad del periodo de pruebas se extenderán por el tiempo que estés trabajando aquí-

Alastor se quedó pensativo por un rato, pensó que el más alto añadiría algo pero no lo hizo, tan sólo hizo algunas señas asomado por la puerta y le indicó a un demonio que Alastor no veía en el momento que lo guiase por el lugar, se escuchó un siseante "sí mi señor".

Alastor salió de la habitación y vio al demonio que lo iba a guiar, era un demonio serpiente, los colmillos le sobresalían ligeramente de la boca, su cuerpo era oscuro y los iris de sus ojos, rojos.

-Sígueme- su voz sonó entre una orden y una petición.

El de ojos totalmente rojos asintió y ambos fueron rumbo a las escaleras, antes de bajar el primer peldaño miró hacia la puerta del despacho del Lord, lo atrapó aún tratando de examinarle, cosa que pareció divertirse al ex locutor.
Bajaron las escaleras de dos pisos y caminaron por el extenso pasillo lleno de puertas de madera, ventanales y paredes pintadas de un color crema que resaltaba levemente con el color del papel de pared de otras zonas.

Se detuvieron frente a una puerta solitaria, el de escamas la abrió mascullando maldiciones por lo bajo, era una habitación con dos camas, una mucho más grande que la otra. No obstante esto no significa que dicha otra fuera pequeña, puede que en comparación con casi todo lo de ahí, lo fuera, pero en sí era la cama perfecta para Alastor.

-Dormirás ahí, no hay más habitaciones libres, te despertarás a la misma hora que yo y no me molestaras mientras duermo, y ni se te ocurra tocar mi cama- advirtió lo último mientras enfatizaba señalándolo con un dedo acusador, casi clavándosela en el pecho, aunque tan sólo tocaba el traje.

-Bueno, ya que ponemos normas...no me toques, eso primero de nada- le apartó la mano con un vago gesto que podría haber resultado ofensivo en otra ocasión -segundo, nada de hurgar en mis cosas, y tercero, si estoy leyendo no quiero ni un ruido- finalizó

-...me parece razonable- cedió sin agradarle la idea de darle la razón a Alastor  -de acuerdo, una vez zanjado ese asunto, deja la maleta en la cama y sigamos con los lugares indispensables de aquí-

-me parece bien- entró a la habitación y posó la maleta en la cama con cuidado, había sido más fácil de lo que esperaba, aún así no se descuidaría.

Le quedaba un largo camino y no pensaba malgastar un solo paso para recorrerlo.

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