CAPÍTULO 7

Estaba en una habitación iluminada con velas y candelabros, todo es antiguo, al menos para mi época lo es; hay una gran cama adornada extravagantemente, un ropero enorme de madera, todo es tan medieval a mi vista. Me adelanto hacia un espejo que hay en la gran habitación, quiero saber que apariencia tengo esta vez.

Tengo un vestido enorme, una peluca de cabello recogido, más grande que mi cabeza, y el maquillaje exageradamente extravagante. A juzgar por mi apariencia, estoy en la época de la revolución francesa, en 1700. Estoy casi segura de que de esta época se trata.

Luego de darme otra estudiada, me percato de que mis muñecas están aseguradas a unas cadenas. Miro extrañada aquellas cadenas. Al parecer yo sí que tenía una enorme imaginación a la hora de crear escenarios para los sueños.

La enorme puerta de la habitación es abierta bruscamente. Volteo mi mirada hacia los tres hombres con uniforme que entran en la habitación. Cuando dicen algo, en lo que yo reconozco como idioma francés, quedo completamente segura de en qué época y lugar estoy.

Ellos me gritan furiosos, pero no logro comprender nada de lo que dicen.

—¡Ton heure est arrivée!— repite uno de los hombres, en tono frustrado.

—¿Qué demonios...?— digo, completamente confundida.

—¡Tueur!— grita otro de ellos, señalándome con su dedo índice acusador.

Me jalan de las cadenas, y grito del dolor. Uno de los hombres, quien no había hablado nada y simplemente estaba serio, detrás de los otros, me lanzó una mirada de disculpas, luego se adelantó hacia mí y, colocándose a mi espalda, me comenzó a empujar hacia fuera de la habitación.

—Facilite les choses, s'il te plaît— me susurra al oído, sin dejar de empujarme.

Me encaminan hacia fuera del edificio en el que estaba. Afuera, hay una multitud gritando enfurecida, los hombres no me sueltan las muñecas en ningún momento, y en cuanto veo la horca sobre una plataforma, con más hombres uniformados vigilado, sé que se trata de una ejecución. De mi ejecución.

Trato de quitarme del agarre de los hombres, pero me es imposible; grito con todas mis fuerzas para que paren, grito que no soy culpable, aunque no sé ni siquiera de qué me están acusando. Nadie me entiende, obviamente.

Dejo de luchar, pues no tiene sentido, pero estoy completamente asustada. Me colocan la cabeza justo en el hueco de la horca, lo último que logro ver es a todas las personas gritando a plena luz del día.

***

Como muchas otras veces, despierto completamente agitada y sudorosa. Miro mi habitación en la oscuridad, y luego prendo mi luz de noche. Suspiro aliviada al asegurarme que estoy segura en mi habitación. Me levanto y salgo de mi habitación hacia la cocina, voy por un vaso de agua y una pastilla para el dolor de cabeza.

Vuelvo a mi habitación y de lo primero que me doy cuenta es del frio que hay, algo que no es normal en mi habitación, pues es la más fresca de la casa. Dejo el vaso en mi mesa de noche y me abrazo los brazos desnudos para no sentir tanto frio y busco algún sudadero en mi closet para ponerme. Mi vista se desvía hacia la ventana a un lado de mi cama, escalofrío recorre mi columna al darme cuenta de que ésta está abierta hasta la mitad.

***

No pude volver a pegar un ojo el resto de la madrugada, me estaba volviendo loca al pensar en que alguien pudo haber estado en mi habitación, ya sea mientras tenía la pesadilla o en cuanto bajé por el vaso de agua. Leesburg era un pueblo de lo más inocente, hasta donde yo sabía. En mis casi dieciocho años de vida nunca había escuchado de algún psicópata que rondaba por las casas de las personas y entraba a las habitaciones mientras dormían.

Yo siempre me aseguraba de dejar la ventana bien cerrada, para que no entraran mosquitos o cualquier otro asqueroso bicho.

En todo caso, si hubiera sido un criminal, hubiera ido por toda la casa, o me hubiera asesinado y luego a mis padres. O hubiera robado algo de importancia, pero me la pasé revisando todo cuanto pude en la madrugada, y todo estaba en orden y nada faltaba.

Así que dejé de gastarme el cerebro en posibilidades no aseguradas, simplemente hice como si hubiera olvidado dejar la ventana cerrada esa noche.

Ni siquiera me molesté en ocultar mi cansancio para ir a la escuela, estuve a punto de venir en el pijama que estaba usando la noche pasada, pero tuve un poco de decencia en colocarme un jean cómodo. Simplemente me agarré en cabello en un moño desordenado.

Estaba completamente desorientada, que ni siquiera pude terminarme mi desayuno porque Mae tocó el claxon fuertemente, para que me apurara a salir.

Murmuré un "adiós" a mis padres, o eso imaginé. Y salí a montarme al auto de Mae.

En el camino hacia la escuela, no escuché ninguna de las palabras que mi amiga soltó, ni me molesté en contestarle más que un asentimiento de cabeza cuando era necesario.

En toda la madrugada no había logrado conciliar el sueño, y justo cuando tengo que ir a la escuela, el sueño me pega fuerte. Así que hago que Mae pare en una cafetería cerca de la escuela, y compro un café extra fuerte, rezando porque esta vez sí me mantenga por más tiempo posible despierta. La mayoría del tiempo, el café no hacía mucho efecto en mí, y tampoco era muy fan de beberlo, pero era una medida desesperada.

Vuelvo a ignorar a Mae cuando me vuelve a preguntar qué sucede. Simplemente me encojo de hombros y sigo bebiendo mi café.

El día pasa de lo peor, más que caminar por los pasillos de la escuela, me arrastro de un lado a otro, de una clase a otra. No hablo con absolutamente nadie, pues cualquiera podría ser víctima de mi mal humor.

—Diablos, Jazmine— dice alguien a mi lado, mientras meto los cuadernos a mi casillero, para poder irme a almorzar—, ¿Qué sucede?

Giro mi cabeza y suspiro pesadamente al darme cuenta de quién me está hablando.

—Nada, simplemente no pude dormir en toda la noche— me acomodo un mechón que se ha salido de mi moño desordenado.

—Me doy cuenta de eso— asiente Spencer, me mira fijamente a los ojos.

—¡Spencer!— grita una voz chillona a sus espaldas—, vámonos ahora, está libre el camino.

—Espera un momento, Sandra— dice él con cierta hostilidad. Sandra es una chica alta, morena, muy sexy, que estaba saliendo con él.

—¿Se escaparán?— pregunto con una ceja alzada. Él se encoje de hombros y le dirige una mirada a su novia, quien está cruzada de brazos, esperando por su maravilloso galán para irse a quien sabe dónde.

—¿Seguro estas bien?— pregunta nuevamente, dirigiéndome una mirada seria—, sabes que siempre puedes contar conmigo si algo te sucede.

Vacilo un segundo, entre contarle o no contarle. Pero sé cómo era él de exagerado, sé que haría que vigilaran mi casa las veinticuatro horas del día. Todo con tal de volverme a tener "entre sus fuertes brazos". Claro que olvidaba que mi padre era el Sheriff del pueblo, que si protección quería solo debía decirle a mi padre y tendría la casa vigilada. Pero eso no iba a pasar.

—Todo está bien— digo en tono clamado, para que él se convenciera y me dejara sola de una vez por todas.

—Solo me preocupo por ti— pasa su mano lentamente por un costado de mi cara, hacia mi barbilla. Pero le tomo la mano y la alejo, antes de que pueda llegar más lejos.

—¡Spencer!— grita nuevamente Sandra, en tono molesto.

—¡Ya voy!— le grita él de vuelta, también en tono molesto. Se gira hacia mí y me deposita un beso rápido en la comisura del labio. Fue tan rápido que ni siquiera pude evitarlo—, llámame si me necesitas.

Luego se va detrás de la chica.

***

—En serio, Jaz— repone Mae, por décima vez—, estamos preocupados y queremos saber qué es lo que tienes, para poder ayudarte.

—Ya les dije, no pude dormir— digo sin levantar la vista de la fruta picada en mi bandeja, picoteándola con mi tenedor.

—¿Pero por qué?— repone Mae.

—¡Porqué no, Mae!— grito frustrada, perdiendo la paciencia—, ¡No todo en este puto mundo tiene una gran explicación, entiéndelo!

—Jazmine— dice Lee, en tono calmado—, queremos ayudar, eso es todo.

—No hay nada que puedan hacer, simplemente déjenme tranquila, no pregunten más que me volveré completamente loca.

—¿Qué es lo que sucede, Jaz?— pregunta de repente April, sentándose a mi lado.

Ruedo los ojos, y sigo picoteando mi comida. No respondo, siendo consciente de lo completamente desagradable que estoy el día de hoy.

—Tranquila April, simplemente ha de ser algo relacionado con el periodo, eso es todo— ignoro el comentario de Lee, y April suelta una risita baja.

—Puedo ayudarte a liberar la tensión, si quieres— dice de pronto una voz gruesa y profunda, sentándose a mi lado. Levanto la mirada hacia Garrett y le dirijo una mirada frustrada. Él suelta una risa, que me pone los pelos de punta.

—En serio, Jaz— dice nuevamente April—, ¿Qué sucede?

Cansada de esa maldita pregunta, decido soltar lo que traigo dentro de una vez por todas. No sin antes respirar profundamente, para no sonar muy alterada.

—¿Quieren saber qué demonios me pasa? Bien, aquí va— los miro a todos en la mesa, frustrada con la vida en general—, tengo la impresión de que anoche alguien estuvo en mi habitación, me levanté de madrugada por...— decido omitir la parte de la pesadilla—... un vaso de agua, y vi la maldita ventana abierta.

—¿Qué?— dice Mae, incrédula—, pero si tú siempre te aseguras de dejarla cerrada.

—Exacto.

—Se te pudo olvidar dejarla cerrada anoche— dice April, en tono preocupado.

—Oh, no— repone Lee—, Jazmine es muy cuidadosa con dejar todo en orden antes de dormir.

—¿Pero no era algún ladrón?— pregunta April, sin abandonar su tono preocupado.

—No, revisé y todo estaba en su lugar— miro los rostros preocupados de todos en la mesa, y de ultimo miro a Garrett, quien me mira con los ojos entre cerrados, con una expresión que no pude descifrar.

—Quizá era un simple psicópata que quería observar adolecentes indefensas— acota Lee, bromeando. Le tiro mi tenedor plástico para que sepa que no me hace gracia su cometario.

—No ayudas, amor— le palmea el hombro Mae, con expresión preocupada todavía.

—¿Temes que pueda volver a suceder esta noche?— pregunta April, para luego mirar a Garrett, con expresión recriminatoria. Decido ignorar eso, puede que solo sean alucinaciones mías.

—Sinceramente, sí.

—¿Por qué no hacemos una pijamada?— propone April, en tono animado—, quizá eso te ayude a dormir bien esta noche.

—Eso es una estupenda idea— dice Mae, con falsa emoción. La miro, extrañada por su comportamiento—, aunque, es jueves. ¿Tus padres estarían de acuerdo con eso?— le pregunta a April, pues es claro que a mis padres no les importaría.

—¡Claro!— miente April, pues yo sé que no tiene padres quien le prohíban hacer cualquier cosa—, tranquila, Jaz, sé que te sentirás más segura con nosotras durmiendo a tu lado; créeme linda, necesitas dormir.

Miro a mi mejor amiga y a April, que me asienten sonrientes, tratando de tranquilizarme. Luego, dirijo mi mirada hacia Garrett, quien al percatarse de mi mirada, me sonríe de lado.

No es su sonrisa la que me da escalofríos, sino su manera de transmitirme con la mirada, que no estoy segura ni entre mis amigos. 

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