CAPÍTULO 6
—A tu amiga no le caigo del todo bien— me dice April, haciendo una mueca. Vamos caminando juntas hacia la clase de arte, mi clase preferida.
—¿Por qué lo dices?— pregunto distraída, como si no me hubiera dado cuenta ya.
—Siempre está de mal humor cuando ando cerca. Y siempre me habla de manera cortante.
—Pff— le quito importancia—, Mae siempre está de mal humor, no solo cuando tú estás cerca— le miento para reconfortarla.
—Bien, como sea— se encoje de hombros y vuelve a sonreír—, quería pedirte que me acompañaras este fin de semana a Loundoun, quiero renovar mi armario; eché un vistazo al centro comercian, pero no había nada de mi interés. Y no me apetece ir sola hasta Loundoun.
—Claro, un fin de semana de chicas.
—Si— asiente feliz—, y puedes decirle a Mae también, mientras más, mejor.
Asiento, pero sé que a Mae no le apetecerá ir.
Entramos a la clase, y de inmediato desconecto con el mundo en cuanto el profesor Miller nos enseña técnicas nuevas y nos deja dibujar a nuestro antojo, con lo que hemos aprendido.
***
Garrett y yo llegamos al mismo tiempo a la biblioteca. Él sonríe al ver que esta vez sí fui puntual. Lo cual me da cierta paz en mi ser.
Pasamos una hora trabajando en el proyecto, no hablamos casi nada más que para saber qué le hacía falta por terminar a cada uno. Y lo terminamos, por suerte, habíamos saldado la deuda del proyecto.
—¿Quieres ir a tomar un café?— me pregunta Garrett en cuanto salimos de la biblioteca. Su pregunta me toma por sorpresa, pero me agrada a la vez.
—Sí, claro— le sonrío.
La cafetería estaba justo al lado de la biblioteca, así que no tardamos en llegar y ordenar. Me pareció raro que solo ordenara un vaso de agua—¿Quién va a una cafetería a solo tomar agua?— pero no lo cuestioné. Puede que no sea un amante de las bebidas calientes. Yo por mi lado, pedí un té de manzana y canela, pues no era gran fan de la cafeína.
—¿No quieres nada de comer?— me pregunta, cuando me traen el té.
—No, gracias— digo, aceptando la bebida.
—Está bien. — asiente.
Nos observamos durante unos segundos, sin decir nada. Ahora que lo tenía más de cerca, era mucho más apuesto de lo que era de lejos. Me sentía afortunada de ser de las únicas chicas de la escuela que había podido pasar más tiempo con él que otras. Si no es que era la única. Sus ojos me volvieron a parecer más oscuros de lo que me habían parecido la vez pasada en la cafetería de la escuela, y la pupila de éstos no estaba tan dilatada como la otra vez. Elimino de mi mente ese pensamiento, probablemente había estado alucinando.
—Y cuéntame, Garrett— rompo el silencio—, ¿hay algún amor esperando por ti en Seattle?
Él suelta una risa profunda y gruesa, la que me encantaba.
—Claro que no— mira hacia el resto de la cafetería, huyendo de mi expresión burlona.
—Vamos, no le diré a nadie.
—No hay nada que decir, Jaz— mi corazón da un vuelco al escucharlo pronunciar mi nombre abreviadamente, se escuchaba magnifico salir de sus carnosos y rosados labios—, no he tenido... tiempo para ese tipo de cosas— se encoje de hombros, restándole importancia.
—¿Nunca has tenido novia?— frunzo el ceño, imaginando eso imposible.
—No— dice sonriente, sin pudor alguno—, ha habido chicas que han logrado... tenerme en su cama, pero nunca han logrado tener mi corazón.
—Solo amoríos de una noche— afirmo. Él asiente, sin afán de alardear, es más una afirmación sincera, para nada presumida.
—¿Y tú, eres una rompecorazones?
—Para nada— bebo un sorbo de mi té—, solo he tenido un novio en mis cortos diecisiete años de vida.
—No te lo creo— niega, sin borrar su estupenda sonrisa de sus labios.
—Digo la verdad— sigo bebiendo mi té.
—Es que...— niega, sin poder creérselo aun—, eres hermosa.
Lo miro, sorprendida de que haya dicho eso. Él no había sido tan directo en estos días que habíamos estado juntos, y aquello me había tomado por sorpresa. También me había hecho sonrojar, aunque no tenía caso esconder mi sonrojo de él, pues ya se había percatado de ello.
—Gracias— es lo único que consigo articular.
—Es la verdad— se reclina contra su asiento, y hasta ese momento no había sido consciente de que ambos habíamos estado reclinados en nuestros codos contra la mesa, para estar más juntos.
—Bueno, sé que alguna gracia he de tener— me encojo de hombros, negándome a dejar la conversación de un lado.
—Es como te lo dije, eres hermosa, Jaz.
—Gracias— vuelvo a decir—, es lindo escucharlo pero difícil de creerlo, luego de haber sido engañada durante meses.
—¿Tu ex novio te engañó?— alzó una ceja, incrédulo.
—Si— digo apenada—, con una chica universitaria.
Él se sorprende al escuchar eso.
—Ese no es motivo suficiente para no creer que eres hermosa— hace un ademan de tomar mi mano por encima de la mesa, pero se detiene, frunce el ceño y luego vuelve a mirarme—, usualmente los hombres suelen hacer las cosas sin pensarlo, a actuar por instinto. Cometen errores y muchas veces no aprenden de ellos. Creen que son eternos cuando en realidad cualquier cosa podría provocar su muerte. Pero aun así, tratan de disfrutar la vida al máximo, no importa a qué costa.
Analizo su punto de vista, dejando de lado que ha hablado en tercera persona. Yo ya había perdonado a Spencer, no iba a volver con él pero no le guardaba rencor, y realmente esperaba que no cometiera el mismo error.
—Es parte de ser humano, tanto tú como yo podemos cometer un error como ese, no digo que todos los humanos seamos iguales, lo único que tenemos en común es que cometemos error tras error. Solo nos queda aprender a enmendarlos y pedir perdón cuando es necesario.
—Créeme Jaz, he tenido demasiado tiempo para pensar y aprender, así que ahora ya no soy tan propenso a cometer los mismos errores de antes.— lo miro fijamente, sin comprender del todo su comentario.
—Está bien, señor sabio, caballero de un siglo de antigüedad— él se ríe ante mi comentario, pero la gracia no llega hasta sus ojos.
—¿Ya lo superaste del todo?— pregunta de repente, tomándome por sorpresa, de nuevo.
—Hasta cierto punto, si— bajo la mirada hacia mis manos y juego con mis dedos—, no pienso en él y ya no siento nada ante la mención de su nombre, fue mi primero novio pero no mi primer amor. Lo quería, pero no estaba perdidamente enamorada de él, simplemente me hacía sentir cómoda— suspiro, no había sacado este tema desde hace mucho—, a veces me lo topo por los pasillos de la escuela, y los recuerdos de cosas buenas que pasamos, me inundan. Pero ya no duele, nunca dolió realmente. Él es un chico amigable y muy apuesto, supongo que en cierto punto me esperaba su traición, estaba preparada para que llegara.
Lo miro, para corroborar que seguía allí sentado y que no estaba hablando sola. Pues ni siquiera escuchaba su respiración. Pero él seguía allí, mirándome atentamente, prestándome atención. Cuando no dijo nada, supe que podía proseguir.
—Le entregué mucho de mí, en todos los aspectos existentes— él captó a lo que me estaba refiriendo—, pero no fue eso lo que me hirió, sino el hecho de que le había regalado mi confianza por encima de todas las cosas; siempre fui clara al decirle que si algún día se aburría de mí, que me lo dijera libremente y yo comprendería y aceptaría que las cosas terminaran.
«Sabía que lo nuestro no duraría por siempre, de un momento a otro todo acabaría, y estaba lista para eso. Solo quería una ruptura limpia, sin remordimientos ni mentiras— volví a suspirar, recordando mi alma abandonar mi cuerpo al ver aquellas fotos explicitas de él y de la chica, de quien nunca supe su nombre, teniendo sexo. Una amiga que teníamos en común fue quien me las mostró, le estaría agradecida eternamente por haberme hecho aquel favor—, que él me traicionara eso fue lo que más me hirió. No lo pensé ni dos veces en terminar nuestra relación de un año y medio. Pero como te digo, ahora es tema pasado.
—No puedo comprender como habría alguien que se aburriera de ti— dice luego de unos segundos en silencio—, él se lo perdió, y otro lo sabrá valorar.
—No pienso en eso ahora, Garrett— me acomodo el cabello detrás de la oreja—, solo dejaré que pase cuando tenga que pasar.
—Algo me dice que no tendrás que esperar mucho.
***
Luego de que él insistiera en pagar la cuenta, y de que yo terminara cediendo, salimos a la cálida noche de agosto, el viento estaba un poco más fuerte de lo que había estado en los días anteriores, pero no era del todo frio, lo cual lo hacía soportable.
—Me ha gustado pasar tiempo contigo, Jazmine— dice caminando a mi lado. Ya que soy mil veces más baja que él, sé que tiene que caminar demasiado lento para no dejarme atrás.
—Pienso lo mismo, Garrett.
—¿Quieres que...
—¡Jazmine!— grita una voz detrás de nosotros. Sé exactamente quien es antes de darme la vuelta— ¿Qué haces aun aquí, hija?
—Sheriff Davenport— me interrumpe Garrett antes de que le pueda contestar a mi padre—, yo la invité a un café luego de terminar el proyecto, estaba a punto de llevarla de vuelta a su casa.
—Eso no será necesario, Garrett— dice mi padre, tratando de sonar amable—, yo voy ya de regreso así que se irá conmigo.
—Claro, no hay problema.
—No debería de haberlo— repone mi padre, sin despegar la vista de Garrett. Me siento apenada por la actitud de mi padre, así que decido interrumpir.
—Bien, me la he pasado bien contigo, Garrett— miro a mi padre, advirtiéndole con la mirada que no diga nada más—, te veo mañana en la escuela.
Garrett asiente con una sonrisa incomoda.
—Te espero en el auto, Jaz— mi padre le dedica una última mirada a Garrett, en modo de despedida, y se adelanta al auto.
—Lamento la actitud de mi padre...— comienzo a decir, cuando caigo en cuenta de algo—, espera, ¿por qué él sabía tu nombre?
—Su deber como Sheriff del pueblo, era ir a asegurase de que todo estuviera bien en la casa del bosque, ya sabes, donde vivo con otros cinco jóvenes— comienza a explicar—, así que fue hoy, y me lo topé justo cuando regresaba de la escuela.
—Oh por Dios— susurro, muerta de la pena. ¡Claro que no era su deber como Sheriff! Estaba cien por ciento segura de que había ido por pura gana, con sed de chismes.
—No hay problema, Jaz, no hay nada ilegal respecto a mi vida y a la de los demás en mi casa. — asegura.
—Lo sé— asiento—, debo irme antes de que él vuelva y esto sea más incómodo— por pura inercia, rápidamente me coloco de puntillas y me inclino hacia él para besar su mejía en modo de despedida.
Su piel es exactamente como la porcelana, tal y como se ve. Dura y fría. Me estremezco al sentirla, y él también. Me mira con confusión y frustración. Por lo cual caigo en cuenta de que fue un error haberlo hecho. No lo había podido evitar. Pero a él no pareció gustarle del todo.
Antes de que me pudiera disculpar por mi impulso, él se da la vuelta y se marcha sin decir una sola palabra.
Sin nada más que hacer, me dirijo a la patrulla de mi padre. Donde él parece ajeno a lo que sucedió.
—Jazmin— rompe el silencio, mientras vamos de camino a casa—, ¿estás saliendo con él, en algo serio?
Su pregunta me toma desprevenida, su tono tiene cierta preocupación. Algo nuevo para mí.
—No, solo somos compañeros— digo en tono cortante.
—Menos mal— susurra, pero lo escucho perfectamente.
—De igual forma— retomo el tema—, si fuera así ¿qué? Nunca te ha preocupado que salga con alguien.
—Solo has salido con Spencer, que yo sepa— se encoje de hombros—, y era un buen muchacho— agrega, él y mamá sabían que habíamos roto, pero nunca les dije por qué—, y si salieras con otro chico tampoco me importara tanto, media vez no sea tan... como Garrett.
—¿A qué te refieres?
—Estuve investigando sobre él y el grupo de jóvenes que viven en la casa del bosque— dice, sin despegar la vista del camino—, y todo es demasiado raro, solo Garrett Cooper y April Stones no tienen la mayoría de edad. Pero una mujer, de aparentemente 26 años es quien tiene la tutela legal de ellos. Quien al parecer es la... jefa o lo que sea.
«Luego hay otros tres jóvenes, de entre veintiuno a veintitrés años. Según lo que dijeron, todos habían crecido en el mismo orfanato en Seattle, pero en cuanto Garrett y April cumplieron los dieciocho años, Nathalie, la mayor de todos, los sacó de allí, en pocas palabras, los adoptó.
—¿Y, que hay de sobre natural en eso?— pregunto aun sin entender de qué estaba "preocupado". La situación, claro, no era algo que se veía o escuchaba todos los días. Pero al menos yo, no veía nada fuera de lo normal en eso.
—Es solo que... luego de conocerlos y conocer su... historia, siguen dándome mala espina. Como si tramaran algo, todos son persuasivos. Y casi nunca se acercan demasiado por el pueblo.
—¿Alguno de ellos, es un chico rubio, alto y con aspecto peligroso y coqueto?— pregunto, recordando al chico que fue por April el otro día.
—Son tres chicos, y tres chicas— dice—, los chicos tienen el mismo aura peligroso y... coqueto, pero solo uno de los tres es rubio. Monta una moto.
—Sí, lo he visto— asiento, estando completamente segura de que estaba hablando de el mismo chico, el que suponía era novio de April.
—¿Lo has visto?— repite, asombrado. Pero hemos llegado a casa, así que me bajo del auto sin responderle más que con un asentimiento.
—Fue a recoger a April a la escuela esta semana— agrego después.
—Bien— razona lo que le he dicho—, como te digo, mantente alejada de esos chicos, no me dan buena espina.
—Claro, papá— le sonrío inocentemente, haciéndole creer que me alejaré.
Lo cierto era que no iba a alejarme, menos ahora que tenía más información de los misteriosos jóvenes que vivían en la casa del bosque.
En la cena, como ya sabía, mi padre le comentó lo que había descubierto de aquel grupo de jóvenes "misteriosos y peligrosos".
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