CAPÍTULO 4

Descubro que la única clase que comparto con Garrett es la de historia. Lo cual me hace sentir mal; pues, como a cualquier otra chica de la escuela, me hubiera gustado ver su rostro demasiado atractivo al menos tres veces al día.

Así que en cuanto la clase de historia termina, decido enfrentarlo para que nos pongamos de acuerdo para trabajar el proyecto.

—Garrett— le digo, tratando de alcanzar su paso algo apresurado. Creo que no me escucha, porque sigue caminando. Así que decido seguirlo, casi corriendo, pues la ser mucho más alto que yo, sus pasos son más grandes—, ¡Garrett!— vuelvo a decir más fuerte esta vez, captando su atención.

—¿Jazmine?— dice tratando de parecer confundido, deteniéndose y volteándose a verme.

—Solo...— digo tomando aire, no era una chica muy deportiva, así que me cansaba rápido—, solo quería que habláramos del proyecto.

—¿Y no podías esperar más?— pregunta con el ceño fruncido.

—Esta es la única materia que compartimos, y no te vi en el almuerzo, y no sé si tendría tiempo luego para que concordáramos algo— tomo otro respiro, esperando a que él diga algo, y como no lo hace, continúo: —, así que... ¿tu casa o la mía?

Hago una mueca al darme cuenta de lo mal que había sonado, las comisuras de sus labios se curvan hacia arriba levemente.

—Preferiría la biblioteca cerca del parque— dice él con una sonrisa de lado. Me quedo muda al ver lo impresionantemente sexy que se veía con esa sonrisa.

—Si... claro— suelto un suspiro nervioso.

—¿Esta tarde?

—Sí, bueno, como la entrega es para el viernes, eso nos deja solo tres días para trabajar en ello, así que espero que seas lo suficientemente rápido para escribir, realmente no puedo perderme los puntos del examen final, y supongo que tú tampoco quieres eso. ¿Verdad?— me doy cuenta de que estoy hablando de más cuando él suelta una risa, una risa profunda y ronca, que encaja perfectamente con él.

—Iré solo si no hablas demasiado como ahora— se burla él. Ruedo los ojos, y me regaño a mí misma mentalmente.

—No prometo nada— digo en un susurro para mí misma encogiéndome de hombros, cambiando la mirada hacia otro lado.

—A las cuatro y media— dice él nuevamente, para luego irse por el pasillo casi vacío.

Miro su ancha espalda hasta que dobla la esquina del pasillo. Cierro los ojos y suspiro, avergonzada de haberme comportado tan... eufórica y no haberme callado. No debía dejarme expuesta ante él, no quería que se diera cuenta de que me pone nerviosa.

—Mierda.

***

Cuando estoy a punto de subirme al auto de Mae, me fijo que está viendo hacia un lado del aparcamiento de la escuela. Y no es la única que está viendo, varios chicos que pasan por ahí voltean a ver también. Así que lo hago también, y allí está la chica más llena de vida, de cabellera rubia y ojos verdes hermosos, con la tez pálida que contrasta tan bien con sus rasgos. Está acomodándose sobre la moto de un chico, de complexión grande y musculosa, el chico es tan blanco como ella que me parece extraño, con unos ojos miel hermosos y un cabello rubio despeinado por el viento, vestía unos jeans negros, una camisa blanca y una chaqueta de cuero negra, el típico chico malo de las peliculas; le sonríe de lado mientras ella se acomoda detrás de él. El chico se despide de Garrett chocando los puños y luego, después de darle un beso rápido a April en los labios y susurrarle algo, a lo que ella suelta una risita, salen rápido del aparcamiento. Al parecer ninguno de los tres se da cuenta de que casi todos en el estacionamiento los observan, pues ninguno dirige la mirada hacia su alrededor.

Todos parecían haberle dado al botón de pausa a lo que hacían por ver lo que los nuevos estaban haciendo, así de ridículos éramos.

—¿Quién es ese?— dijo Mae intrigada, mientras encendía el auto.

—Supongo que es el novio de April— me encojo de hombros, acomodándome en mi asiento.

—Es obvio— rueda los ojos—, me refiero a que, nunca lo había visto en el pueblo antes.

—Quizá venga de fuera.

—O quizá pertenezca a los chicos que se mudaron la semana pasada, los que viven en una casa misteriosa en el bosque. Y supongo que April y Garrett viven ahí también.

—Está bien que hagas suposiciones, Mae— me relamo los labios, analizando lo que había dicho—, y si fuera así, ¿qué? No veo el problema, si es como han decidido vivir, perfecto. No son las primeras personas nuevas en el pueblo, Mae. ¿Por qué tanto interés?

—Jaz, son las primeras personas nuevas en el pueblo de quienes no sabemos absolutamente nada. Únicamente sabemos que vienen de Seattle. No sabemos si tienen padres que los están buscando, si son asesinos y están huyendo. ¡La intriga me mata, Jaz!— la miro fijamente, ella no despega la vista del camino. Pero si siente que la observo. Está completamente loca, y ella lo sabe.

—Tranquilízate ¿quieres? No es para tanto— le digo desesperada de su dramática actitud.

Estamos unos segundos calladas, hasta que ella vuelve a hablar.

—¿De qué hablabas con Garrett luego de historia?— me pregunta, haciéndome recordar aquel incomodo momento.

—Nos juntaremos para hacer el proyecto.

—Ah...— frunce el ceño—, ¿iras a su casa?

—No, él sugirió la biblioteca.

—Me gustaría seguirte para asegurarme de que estarás bien, pero tengo que salir con Lee esta tarde...— comienza a decir, pero la detengo.

—¿Qué? ¡No! — esta vez sí estaba molesta—, no quiero que me sigas, ¡Garrett no me hará daño!

—De eso no puedes estar segura— repone sin perder la seriedad.

—De lo único que estoy segura es de que te estás volviendo loca— niego molesta, el auto se detiene frente a mi casa, y sé que podré respirar tranquila nuevamente.

—Me preocupo por ti, Jaz, ellos no me dan buena espina.

—Mae, estás demente— salgo del auto y cierro la puerta demasiado fuerte.

Mae hace sonar el claxon en señal de que ese portazo la había molestado. Pero no le hice caso. Entro a mi casa y cuelgo mi mochila en el perchero junto a la puerta.

¿Qué no ves que eso fue irresponsable de tu parte?— escucho una voz que no reconozco. Frunzo el ceño, mis padres están trabajando aun.

—¿Quién está allí?— pregunto desconcertada, tomo un paraguas que se encuentra bajo el perchero, de algo me serviría para defenderme.

No puedes volver a ese lugar así como así, solo ellos lo tienen permitido— vuelve a decir la voz en tono furioso. Camino lento por la sala y me dirijo al comedor, luego a la cocina. No hay absolutamente nada.

—Es que me aburro aquí todo el día, nos tienes como prisioneros— esta vez es una voz diferente la que habla. Corro al piso de arriba a revisar cuarto por cuarto, con sumo sigilo, pero no hay completamente nada.

—Sabes perfectamente que debemos mantener el perfil bajo— vuelve a decir la misma voz, a pesar de que es una voz ronca, logro distinguir que es de una chica. Pero no hay nada por toda la casa.

Me quedo quieta en mi habitación, esperando volver a escuchar las voces. Pasan quince minutos y no vuelvo a escuchar nada.

Me doy cuenta, luego de volver a revisar por todos lados, de que las voces han sido solo en mi cabeza. De repente, sé que Mae no es la única demente. 

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