CAPÍTULO 19
Olores. Los olores siempre me habían hecho recordar momentos, lugares o personas, especialmente los buenos olores. Pero en este preciso momento es cuando me doy cuenta de que Garrett no cuenta con ningún tipo de olor específico. Aunque a lo lejos podía percibir algún tipo de colonia, no era nada característico de él.
—¿Sabes que aún puedo caminar?— le digo en tono tranquilo, mientras me lleva cargada hacia afuera de la casa, entrando así a la oscuridad del bosque. Miro por encima del hombro de Garrett y me fijo en que la casa por fuera no tiene un aspecto tan pulcro y moderno como era por dentro. Lucía tenebrosa, como una digna casa del terror.
—No tiene zapatos, puedes clavarte algo en el pie— me dice sin despegar su vista del camino. Al menos yo no podía ver nada por la oscuridad de la noche, pero Garrett no tenía ningún problema con eso.
—¿Ahora es cuando te preocupas por mi salud?— le recrimino.
—Siempre lo hago, pero especialmente hoy no quiero que nada más te pase. — pega sus fríos labios a mi frente, dándome un tierno y largo beso.
Decido no protestar más y solo disfrutar de las ventajas de que el chico al que le gustas sea un vampiro.
Pensar en eso solo me hacía pensar en que me estaba volviendo loca, aún estaba en el shock del momento, no me tragaba ese cuento por completo, realmente aún no tenía pruebas suficientes para comprobar que fuera una historia verdadera. En mi interior sentía que en el momento que me diera cuenta de que lo que Garrett me había confesado esta noche, iba a empezar a temer de él, y para todo lo que estar con él me provocaba en mi interior, no quería temerle.
—¿Están tus padres?— me pregunta Garrett haciéndome salir de mis confusos pensamientos.
—No, regresan hasta mañana a medio día. — se me escapa un bostezo e inconscientemente recuesto mi cabeza en el hombro de Garrett. Me había acostumbrado tanto a su baja temperatura corporal, que ya no me molestaba tanto, pero eso más el viento del bosque, me estaba empezando a hacer temblar un poco.
—Tienes frío. — afirme en tono preocupado.
—Un poco. — digo me encorvo un poco sin despegar mis brazos de alrededor de su cuello.
Suspira y se detiene. Se gira y empieza a caminar en dirección contraria.
—¿Estamos perdidos?— le digo en tono de burla.
—Volveremos a la casa, quizá April tenga algo que te cubra más del frío, y mejor nos iremos en el auto.
—No, no quiero volver a entrar a esa casa— le respondo y me separo para mirarlo—, solo corre tan rápido como puedas, al estilo Crepúsculo, y llévame a mi maldita casa, en este momento. — lo miro fijamente esperando transmitirle mi molestia e inconformidad con esta situación, pero él solo se ríe, no burlonamente, sino con verdadera gracia.
—Demonios, si pudiera sentir calor, en este momento estaría ardiendo de deseo de solo verte enojada.
—No bromeo— le digo sin quitar mi expresión seria—, además, los vecinos pueden ver tu auto estacionado a altas horas de la noche y créeme que no hablaran bien de eso.
—Está bien, si es lo que quieres— dice sin borrar su sonrisa—, sujétate bien y trata de no gritar.
Hago lo que me dice y también cierro los ojos, pero lo único que siento es aire, abro tan solo un poco los ojos para poder ver, y todo es tan irreal, solo veo cómo vamos pasando los arboles de manera borrosa, vamos a una velocidad tan inhumana que me hace empezar a dejar de ser incrédula en el tema. Y pensar que se lo dije de manera sarcástica.
Cuando le di ésta idea solo esperaba que me dijera por fin que todo era mentira, y que realmente no era un vampiro que pudiera correr a esta velocidad.
Por tal impresión de lo que estaba sucediendo, ni siquiera pude gritar; y en cuanto llegamos a tan solo unos metros del patio trasero de mi casa en tan solo unos cuantos minutos, la única reacción que pude tener es la de enterrar mi cabeza en su cuello.
—¿Todo bien?— me pregunta Garrett deteniéndose antes de llegar al patio trasero.
Asiento sin despegar mi rostro de su cuello.
Nuevamente no puedo percibir ningún tipo de olor característico a él, ni siquiera de algún jabón corporal, o desodorante tan siquiera, algo que tampoco logro sentir es ninguna palpitación que me de indicios de que tiene pulso, es como si estuviera muerto.
—Puedes bajarte ya si quieres. — la vibración de su voz al hablar es el único movimiento interno que logro percibir.
—¿Te has cansado ya? — le digo despegando mi rostro de su cuello y lo miro con una ceja alzada.
—No, podría tenerte de esta manera por la eternidad. — siento como un cosquilleo se apodera de mi estómago en cuanto me dice eso.
—La eternidad es demasiado tiempo.
—Contigo nunca es demasiado. — si no fuera por el hecho de que mis descubrimientos me estaban empezando a hacerme sentir temor, podría haberlo besado por decir tan lindas cosas.
Hago un movimiento algo brusco, para indicarle que me quiero bajar de sus brazos por fin. No me retiene y me deja bajar, me voy despegando de su cuerpo lentamente y me giro para abrir la puerta trasera de la casa, la cual estaba cerrada, busco bajo el tapete que está al pie de la puerta, donde siempre dejábamos la llave de emergencia. Pero antes de abrir la puerta, me giro para ver si Garrett sigue ahí, y me tranquilizo al saber que sigue parado detrás de mí, tan quieto que si fuera un ladrón ni siquiera me hubiera percatado de su presencia.
Me mira atentamente, esperando a que diga algo. En vez de eso, me acerco y pego mi oreja a su pecho, no escucho su corazón latir, lo que hace que mi temor crezca. Me separo y lo miro directo a los ojos.
—Tu corazón no late— le digo al borde de las lágrimas—, no tienes pulso, tu pecho no hace movimiento cuando respiras, es como si estuvieras muerto.
Agacha su cabeza, avergonzado. No siento remordimiento por mis palabras.
—Entenderé si quieres que me aleje, dejaré de ir a la escuela si eso te hace sentir más segura.
—El problema es, que por más temor que esté sintiendo a cada segundo, tú presencia me hace sentir segura— le digo sin dudar, era una mezcla de emociones que se estaban empezando a sentir toxicas—, no me has herido, al menos no intencionalmente, y has prometido protegerme.
—Y lo cumpliré, pero si decides que te sientes mejor conmigo lejos, respetaré eso.
Me quedo callada unos segundos, viéndolo atentamente.
—Entremos, me estoy empezando a congelar. — abro la puerta rápidamente y me giro para ver si Garrett me sigue adentro de la casa. Noto como duda unos segundos pero finalmente entra y cierra la puerta detrás de él.
Si era verdad que era un vampiro, se supone que tendría que darle permiso para entrar a mi casa, pero recuerdo que antes ya lo había hecho, el día que vino a visitarme y me trajo pizza; también recuerdo el comentario que había hecho, de que de ese día en adelante podría regresar cuando él quisiera.
Subo a mi habitación, con Garrett a poca distancia detrás de mí, trato de no voltear a verlo, y él simplemente se limita a no decir nada.
Entro a mi habitación y trato de encender la luz, pero no cede. Es cuando recuerdo que antes de que Brad me raptara, tampoco encendía.
—Brad me dijo que había bajado el interruptor de la planta alta esta tarde, antes de...— me explicó Garrett, quien había encendido la linterna de su celular para alumbrar un poco la habitación—, quédate aquí, iré a arreglar eso. — asiento y con poca luz que emana de su celular, voy hacia mi cama y veo que el mío se encuentra en la orilla de ésta. Lo tomo y lo enciendo para revisar si no tenía alguna llamada de mis padres.
Levanto mi mirada para ver a Garrett pero ya no está, solo dejó su teléfono con la linterna encendida colocado en mi tocador, alumbrando directo hacia mí.
Me arrastro hacia atrás de la cama y me tiro sobre mis almohadas. Reviso mi celular y veo que tengo 16 llamadas perdidas; dos eran de Mae, una de mi madre y las otras trece eran de Garrett. La hora era de unos minutos después de que Brad me había sacado a la fuerza de mi casa.
La luz de mi habitación se enciende y segundos después Garrett está de regreso en la habitación. En cuanto entra, se dirige hacia la ventana— la cual no había notado hasta ese momento que estaba abierta— y la cierra. De pronto el pensamiento de que posiblemente por la ventana me había sacado Brad, me hace sentir un escalofrío. Pero dudo que se hubiera arriesgado a que un vecino nos viera y se alarmara, por lo que posiblemente habíamos salido por la puerta trasera de la casa, ya que estaba a unos cuantos metros del inicio del bosque.
Tenía unos mensajes de Mae deseándome feliz noche y que mañana vendría a dejarme el desayuno. Le respondo diciéndole que me había quedado dormida en cuanto me dejó en mi casa y que recién me había levantado por el hambre, y que no era necesario que viniera mañana a dejarme el desayuno porque mis padres regresarían temprano, lo cual era mentira, pero simplemente quería el día libre para poder procesar todo lo que estaba sucediendo.
Luego leo el mensaje de mi madre, que decía que la abuela había fallecido, por lo que tendrían que quedarse hasta el lunes. Le respondo que está bien, y les doy mi pésame.
Veo que Garrett está sentado en el sillón personal al fondo de la habitación, viéndome estar concentrada contestando mis pocos mensajes, por primera vez me fijo en la hora y es la una y media de la madrugada.
—¿Por qué me estuviste llamando?— le pregunto, empezando a acomodarme debajo de las sabanas. Quería preguntarle si pensaba quedarse, ya que lo miraba tan cómodo sentado en ese sillón.
—Tenía un mal presentimiento en cuanto entré a la casa, antes de que te encontrara en el sótano, por lo que decidí llamarte, creo que me hubiera dado cuenta de que las cosas no iban bien en cuanto no contestaste a la quinta llamada, pero estaba tan preocupado que me excedí.
—Te veo muy cómodo, ¿piensas quedarte ahí?— le digo ya cuando estoy cubierta hasta el cuello con mis sabanas, para empezar a entrar en calor.
—Solo hasta que te duermas, luego me iré. — me responde tranquilamente.
—Pensé que ustedes no dormían.
—No lo hacemos, pero no creo que quieras que me quede toda la noche observándote, verdad.
Me quedo callada unos segundos, quería invitarlo a entrar a mi cama, pero no creía que eso fuera lo que necesitara en este momento, solo me iba a sentir más confundida de lo que ya estaba.
—Tengo miedo de que regresen mientras duermo. — le confieso.
—No permitiré que te vuelvan a poner una mano encima. — me asegura sin dudar.
Trago fuertemente, sabía que me podría llegar a arrepentir si le decía lo que estaba pensando.
—¿Podrías...— dudo un segundo—, ¿te importaría quedarte a vigilar?
Sonríe levemente, y asiente.
—Será un placer. — noto que intenta levantarse, pero lo detengo.
—Pero quédate de tu lado de la habitación.
—Como usted ordene, guapa damisela. — intenta bromear, pero no me causa mucha gracia.
Le murmuro un "gracias" mientras me giro hacia un lado, para poder descansar por fin.
Nunca me había sentido tan cansada, siempre había tardado mínimo diez minutos en conciliar el sueño porque pensaba que las pesadillas aparecerían en cualquier momento, supongo que era porque sabía que Garrett estaría cerca para protegerme, porque en cuanto pegué mi mejilla a la almohada, caí completamente rendida ante el sueño.
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