CAPÍTULO 18
—¿Jaz?— escucho como April abre la puerta del baño—, ¿estás bien?— dice, abro los ojos y veo su cabeza asomando por la puerta.
Trato de sonreírle, pero me sale como una mueca, no tenía ni ánimos de sonreír.
—Ya voy a salir, empiezo a sentir como mis dedos se ponen arrugados como pasa. — April asiente—, ¿Cuánto tiempo llevo metida aquí?
—Media hora. — responde, me mira por unos segundos, veo culpa en sus ojos, luego sale nuevamente cerrando la puerta tras ella.
Salgo de la tina y me coloco la bata y me seco el cuerpo para colocarme la ropa interior. La tela se siente muy suave en cuanto hace contacto con mi piel.
Veo que al lado del lavamanos hay una repisa repleta con productos de belleza de todo tipo. Me acerco y me veo al espejo; miro por unos segundos mi reflejo en él, siempre me he considerado una chica linda, no tenía mucho que resaltara en mi rostro, pero aun así me sentía linda, mis ojos oscuros, mi tez morena clara, mi cabello oscuro que siempre lo mantenía del largo por debajo de los hombros; era muy delgada, tanto que no tenía muchos atributos ni curvas, y mi estatura que era de un metro cincuenta y cinco, era demasiado bajita, y mi más grande inseguridad. Pero viéndome al espejo, me sentía linda, me lo repetía una y otra vez, para tratar de convencerme a mí misma de eso, pues no tenía por qué complacer a los demás de eso.
Salgo de mi trance y dejo de retrasar más lo inevitable, tenía que enfrentar a las demás personas en esta casa, exigir esas respuestas que Garrett me había prometido. Salgo del baño para entrar a la habitación, April está sentada en la cama utilizando su celular, pero rápidamente se percata de mi presencia y levanta la mirada.
—Encontré esto para que te vistas— me tiende unas prendas—, creo que te quedarán un poco grandes, pero te puedo buscar algo más si no te sientes cómoda.
—No te preocupes, me adapto a todo. — le sonrío, y ésta vez sí me sale, por lo que sé que esa ducha me ha ayudado bastante a relajarme.
No tengo pudor en vestirme frente a ella, por lo que me quito la bata y la dejo caer, tomo la camisa de color lila, y me la coloco, me queda grande, pero no tanto como para cubrirme más debajo de mi trasero.
—¿Qué es eso que tienes en los muslos?— dice de repente viéndome con expresión seria.
Cierro los ojos y me doy cuenta de que aún tengo los moretones, habían pasado semanas desde el incidente en la cocina con Garrett, y los moretones no había desaparecido ni un poco. Maldigo internamente por no recordar que los tenía que esconder, había sido muy cuidadosa en no colocarme ropa que los dejara al aire libre frente a mis padres.
—Jazmine, te hice una pregunta— exige nuevamente—, ¿te lastimaron hoy?
—No...— le respondo apartando la mirada, no sabía si decirle la verdad; a Mae le había comentado que nos habíamos besado con Garrett, y aunque ella me lo exigió, no le di muchos detalles al respecto.
—¿Cómo te los hiciste?— ataca de nuevo, la miro y debato internamente si decirle la verdad—, Garrett. — afirma.
—Fue un accidente, nos estábamos besando y las cosas se tornaron intensas...
—Termina de vestirte, tenemos que bajar— me interrumpe en tono tajante—, en la cama hay un par de medias y unas zapatillas de casa, te quedarán grandes pero si no quieres usarlas, no las uses. — sale de la habitación cerrando la puerta de manera brusca. Solamente suspiro, resignándome a tener que aguantar otra cosa más en esta loca noche.
Efectivamente, los pantalones deportivos que April me ha dado me quedan grandes, por la tela elástica se adhieren a mis piernas, pero de largo me quedan enormes, por lo que las enrollo de cada lado. Me coloco las medias, pero decido no colocarme las zapatillas porque no quiero verme más ridícula poniéndome zapatos enormes para mis pequeños pies.
Salgo de la habitación y veo a April recostada contra la pared, con la misma expresión seria de antes.
—Si esto es porque besé a Garrett, lo siento sí, no sé qué tengan ustedes dos pero prometo no volver a interponerme. — le digo rápidamente al salir.
Su expresión deja de estar tan tensa y se separa de la pared.
—No estoy enojada por eso Jaz, no contigo— me explica relajada—, solo estoy molesta con Garrett por no tener cuidado contigo.
—No me hizo daño, no me duelen más.
—Pero no desaparecerán— empezamos a avanzar hacia las escaleras—, no a menos que... — se detiene y eso hace que yo también me detenga. Su rostro se ilumina como si hubiera tenido una gran idea, de lo que sea que estuviera pasando por su mente.
—A menos que...— digo esperando a que termine la oración.
—Nada, olvídalo. — sale de su trance y terminamos de bajar las escaleras. Entramos a la sala y veo que todos están sentados en los sillones de la sala.
En uno está la chica morena con medio cuerpo recostado contra el brazo del sillón y a su lado está Sean, en el otro sillón están Brad y Nathalie, con el rostro serio, y a su lado está Garrett, que se pone recto cuando me ve entrar.
—Siéntate, por favor. — dice señalando el sillón individual que está al lado de dónde él está sentado.
Asiento y me acomodo, me siento aún más pequeña en cuando el sillón se hunde levemente por mi peso. Subo mis piernas y me acomodo para entrar en calor. April se va a otro lado de la habitación y se sienta entre Sean y la otra chica. Me pregunto cuál será su nombre.
—Ella es Rachel— dice Garrett notando que la observo—, vive con nosotros también.
Miro todos los rostros a mi alrededor y me siento nerviosa, todos tienen la vista puesta en mí, con diferentes expresiones cada uno: curiosidad, enojo, culpa.
—No esperaba conocer a tu familia de esta manera. — digo por fin.
Alguien suelta una risa burlona y hace que sienta como la sangre sube a mis mejillas.
—No somos familia. — habla por fin Rachel.
—¿Entonces qué, son una especie de secta o algo así?— le respondo en tono burlón yo también.
—Somos un grupo de personas que viven en la misma casa unidos por tan solo una cosa: la sangre— dice Brad respondiendo mi pregunta—, y no precisamente la que corre por nuestras venas.
Empecé a tener miedo, trago fuertemente y volteo a ver a Garrett, quien se ve que no le hace ningún tipo de gracia el comentario de Brad.
—Jaz ¿crees en mitos?— me pregunta Garrett, cambiando de tema.
—Hasta los once años creí que Santa Claus era real. — me siento estúpida en el momento en el que respondo eso, por suerte nadie habla.
—Esto es un poco más difícil de decir que la verdad sobre Santa Claus...— empieza a decir Garrett.
—No le des tantas vueltas al asunto, Garrett— lo interrumpe Nathalie, recostando su cuerpo hacia adelante sosteniéndose sobre sus codos en las rodillas—, somos vampiros. — suelta así de fácil.
Los miro a todos atentamente, viendo sus rostros en blanco. Y suelto una carcajada. Ahora parecía que no era la única estúpida en la casa.
—¿De dónde demonios sacaron eso?— digo sin dejar de reírme, por todo lo que había vivido esta noche sabía que era una casa llena de locos, pero esto rebasaba los límites de la locura.
—Te burlas de nosotros— dice Brad completamente serio, paro de reírme en cuanto noto que su expresión es seria, no por miedo, sino porque quizá de esa manera ellos también reirían y me dirían que esto era una broma—, ¿te parece que yo me estoy riendo?
—No— volteo a ver a Garrett, quien tiene la mirada fija en la pared, su mandíbula está tensa—, digo ¿Cómo esperan que me crea eso?— suelto una risa nerviosa—, me parece un poco estúpido a decir verdad. Los vampiros son tan reales como Santa.
—No nos compares con un cuento de niños— habla Rachel, volteo mi mirada a April y ella solo mira hacia el suelo—, nosotros somos una raza superior que ha sabido prevalecer a través de los siglos. Antes temían ante nuestra mención, y ahora solo te ríes. ¡Malditas historias de vampiros que han manchado nuestra historia!
—¿Saben qué? Me largo, no pienso seguir permitiendo que me vean la cara de estúpida, he pasado por mucho esta noche y solo quiero comer algo e ir a dormir. — me levanto de mi asiento para poder marcharme. Pero Garrett me detiene, agarrándome la mano delicadamente.
—Jazmine, por favor, déjame explicarte esto ¿sí?
—No, Garrett, es que no hay nada que explicar— trato de soltarme de su agarre pero él me lo impide—, ya sé que son unos lunáticos; demonios, ¡me secuestraron!
Veo como vuelve a tensar la mandíbula.
—No voy a agradecerte por salvarme, porque sé que de alguna manera tú tuviste participación en eso— al ver que no me suelta, decido volver a sentarme, esta vez en la orilla del sillón, de esta manera tal vez pueda salir corriendo en cuanto pueda—, prometo no decir nada, si así me dejan en paz. Y tranquilo, en la escuela haré como que no te conozco, lo mismo para ti— volteo a April—, es tarde, muero de hambre y estoy agotada.
—No te quejes, tu ibas a ser mi cena de esta noche, y ahora yo también muero de hambre— dice Brad, lo fulmino con la mirada y él solo se ríe.
—¿Ves? Como demonios puedo tomarlos en serio si siguen con esa historia de que son vampiros— suspiro frustrada—, si ustedes se lo creen, está bien, no voy a decirles cómo vivir su vida. Lo único que les pido es que me dejen en paz. Eso es todo.
—Creo que es momento de que nos dejen solos. — les dice Garrett, voltea la mirada hacia ellos y es cuando decido salir corriendo hacia la salida de la sala. No he cruzado el marco de la puerta cuando tengo a Garrett frente a mí, impidiéndome el paso.
En el momento que me doy cuenta de lo imposiblemente rápido que llegó frente a mí, es cuando la duda empieza a surgir en mí. Sin despegar su vista de mi les ordena a todos que se vayan.
—Solo quiero decirte, que antes era yo la que manejaba las cosas aquí, y volverá a ser así, espero que no te acostumbres. — le dice Nathalie en tono de advertencia cuando pasa a su lado para salir de la sala. Garrett sigue sin despegar su mirada de la mía, y a mí se me hace imposible despegar mi mirada de él.
Me encontraba en un trance, sentía como los demás abandonaban la habitación en gran velocidad, pero no podía girar mi cabeza para verlos marcharse.
—Vamos a sentarnos. — me toma de la mano y me dirige hacia los sillones nuevamente.
—Prometiste decirme la verdad. — le reclamo en cuanto nos sentamos.
—Esa es la verdad, Jaz— acerca su mano a mí y toma un mechón de mi cabello para colocarlo tras mi oreja—, sé que es mucho que digerir para una noche. Pero debes saber que cumplo todo lo que prometo, te prometí la verdad y ahí la tienes.
—Eso es imposible. — digo aún incrédula.
—Sé que parece así, los humanos piensan que son mitos porque no nos ven, pero hemos aprendido a pasar desapercibidos para hacerles creer que no existimos. Es más por autodefensa, podríamos en contra de un ejército de humanos, pero mejor nos ahorramos la molestia.
—Al menos no me llevaste a mitad del bosque para decírmelo— bromeo, sin tragarme esa historia por completo.
—Quería ser un poco más original— bromea—, creo que no salió tan bien.
—Claro que no. — volteo mi mirada hacia la pared de mi lado y empiezo a analizar la situación.
La repentina llegada de seis jóvenes que se mudan a una casa abandonada en el bosque; los comentarios que estuvieron diciendo toda la noche; el repentino secuestro y la agilidad con la que lo llevaron a cabo, estaba segura de que eso me causaría muchas pesadillas de ahora en adelante; la temperatura fría en la que se encontraba Garrett constantemente; su tez pálida era de las cosas que más me impulsaban a creer esto; los moretones que sin querer Garrett me hizo, esa era otra prueba de que algo no estaba bien con él; la velocidad y el sigilo con el que se mueven de repente; hasta ahora solo podía contar con tres pruebas de lo que decían era cierto.
¿Qué pasa con el sol? ¿Los colmillos?
De pronto el recuerdo de cuando estuve a punto de morir esa misma noche, me hizo reforzar el creer en lo que me estaba diciendo.
Volteo nuevamente a ver a Garrett, quien me observa fijamente, esperando mi reacción. De pronto Garrett desaparece, y ya no me encuentro en la sala, estoy en medio de un campo lleno de diferentes flores coloridas y hermosas, no hay más que sol y un hermoso cielo azul.
—¿Qué demonios...?— susurro al ver todo mi alrededor.
—Puedo controlar lo que ves, es poder mental. — escucho que dice Garrett. Pero no lo veo por ninguna parte, me encuentro sola.
—¿Dónde estás?— exijo.
—Frente a ti. — de repente la visión desaparece y vuelvo a estar en la habitación con Garrett frente a mi.
Lo miro completamente asustada.
—¿Cómo puedes hacer eso?— le digo al borde de las lágrimas, me encontraba aterrada ante la idea de que realmente fuera un vampiro. Digo, eso solo pasaba en la ficción.
—No voy a hacerte daño— trata de tomar mi mano, pero la retiro rápidamente—, si quisiera lastimarte, hubiera dejado que Nathalie te matara allá abajo.
—¿Por qué Nathalie quería matarme?
—Voy a contarte todo, lo prometo. Pero es demasiado por hoy, esto es mucho más grande que solo decirte lo que soy.
—No puedo terminar de procesarlo, una parte de mi aún no lo cree.
—Lo sé, es muy complejo, y no estaba planeado que te enteraras, pero tampoco podía dejar que te maten. — intenta acercarse a mi, pero vuelvo a retroceder. Lo miro dolido, pero no intenta volver a acercarse.
—¿Acaso te importo?
—Es más que eso...— se pasa las manos por la cara—, es algo estúpido, me siento como esos chicos en los libros que caen rendidos al ver a su alma gemela. Hasta ahora eso me parecía algo tonto, y algo muy poco probable.
—Te...— trago fuertemente—... ¿te enamoraste de mi?— suelto una risita nerviosa.
—Eso aún no lo sé— dice recostándose hacia atrás, se recompone y vuelve a mirarme—, no fue como que cayera rendido a tus pies en cuanto te vi. Tenía el deber de conocerte, de averiguar si lo que Nathalie sospechaba de ti era cierto. Pero entonces empezaste a atacarme con preguntas, y te veías tan tierna con tus ojos llenos de curiosidad, que entonces despertaste curiosidad en mi también. Empecé a observarte, a querer conocerte más— una lagrima se resbala por mi mejía, podía sentir en cada parte de mi como todo lo que decía era verdad—, de pronto pasar tiempo con un humano no me parecía una pérdida de mi eternidad. Yo solo quería más de ti.
Decido reservarme la pregunta de qué era lo que Nathalie quería de mi para otro momento. Que Garrett estuviera frente a mi, abriéndose como tanto había deseado, parecía una prioridad.
—El día que aparecí en tu casa... tenía decidido acabar con todo de una vez, me dejaste entrar a tu casa y te haría desaparecer, sabía que tus padres se volverían locos al notar que no estabas por ningún lado, pero ese no era mi problema— retrocedo nuevamente en cuanto me doy cuenta de que trata de decirme que estaba dispuesto a matarme ese día, pero no lo interrumpo, quería saber qué era lo que lo había hecho cambiar de opinión—, pero te vi, tan pequeña, moviéndote de un lado a otro en la cocina, te notabas cansada, pero tus ojos se iluminaron cuando me viste. Así que me di cuenta que había una razón por la cual luchar, buscar otro método en el que no tuviera que hacerte daño, y en el que pudieras encontrar paz para lo que te estaba sucediendo— suspira y aparta su mirada de mi—, de solo pensar en ese beso puedo volver a ponerme duro en un segundo— se ríe, pero la gracia no llega hasta sus ojos—, fui un descuidado al lastimarte, me odié en el segundo que vi la pequeña sangre que salía de donde había enterrado mis uñas. Y en el momento que ni el olor de tu sangre me provocó ganas de acabar contigo, supe que estaba perdido, y que no dejaría que nadie te hiciera daño nunca más.
Me quedo callada, realmente era demasiada información que procesar.
—Sé que los moretones no han desaparecido, y no desaparecerán— bajo mi mirada a mis muslos, aunque estaban cubiertos. Garrett toma mi mentón delicadamente y me levanta el rostro—, lo lamento tanto por eso. Y por todo, nada de esto hubiera pasado si no nos hubiéramos acercado al pueblo.
—¿Por qué vinieron? — hablo por fin.
—En Seattle, Brad se metió en problemas, y casi nos descubre, por lo que tuvimos que huir— empieza a explicar—, Nathalie se sentía demasiado atraída a este lugar, el pueblo le parecía perfecto para pasar desapercibidos mientras el revuelo del problema en Seattle se calmaba. Para no levantar sospechas, April y yo tuvimos que apuntarnos a la escuela, por ser los menores del clan. Al segundo día de habernos mudado, Nathalie empezó a sentirse mal, lo cual nos alarmó pues nosotros no nos enfermamos. Fue cuando decidimos empezar a investigar, y eso te implicó a ti.
Tenía miedo de preguntar qué era lo que habían descubierto. Pero antes de poder decir algo, un bostezo involuntario sale de mi boca y Garrett se ríe un poco.
—Es todo por hoy, te llevaré a casa para que puedas descansar— se levanta del sillón y me tiende la mano.
—Pero que quede claro, que si estuviera completamente despierta, trataría de huir.
—Lo sé Jaz— se ríe y me levanta para cargarme como una bebé. Me quejo un poco, pero me siento tan cansada que no me muevo, solo dejo que me cargue con facilidad y me saque por fin de esa casa de locos.
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