Reset --hard
Recuperando datos...
Creando una nueva rama en el sistema...
Modificando entorno...
Insertando nuevas funcionalidades...
H.A.L.L.E.N operativo.
Una vez más, ambos amigos sintieron esa descarga de energía estática recorriendo sus cuerpos tan fuerte que no pudieron ignorarla, sino que ambos fueron propulsados en diferentes direcciones, como si una especie de onda de energía los hubiese repelido. Esta vez, fue Eric quien sintió el dolor de cabeza tan intenso y punzante que cayó al suelo de rodillas.
Trató de levantar la mirada, debería estar muerto. En cambio, la gigantesca bola de energía azul se había quedado parada en el cielo. Ahora que la tenía algo más cerca descartó por completo que pudiese tratarse de un meteorito, al menos no de uno normal. No sabía cómo describir aquello, pero irradiaba algún tipo de poder que no podía comprender y eso le aterraba como nada le había aterrado nunca en su vida. Estaba confuso y mareado, todo a su alrededor le daba vueltas y tenía unas increíbles ganas de vomitar. Entonces, sintió un pitido en su cabeza tan agudo que lo tumbó en el suelo, de rodillas, apretándose los oídos, tratando de esconder la cabeza entre sus piernas. Estaba temblando. El sonido era tan estridente que durante los siguiente segundos deseó estar verdaderamente muerto. Y, de repente, paró. Eric estaba llorando, quería suplicar por algo, pero no sabía exactamente por qué. Todo era demasiado confuso...
Entonces, sintió una voz robótica en su cabeza, hablándole con una especie de telepatía. Sin duda, le resultaba familiar.
—Yoooooooooooooooooo. No. Miento. Humano. Insolente.
—Lo siento—gimoteó Eric entre lágrimas.
En aquel instante hubo un silencio. Duró varios segundos, pero se hizo eterno. Fue un silencio de esos en los que te das cuenta de que únicamente puedes escuchar tus propios pensamientos y el ruido blanco que normalmente existe a tu alrededor pasa a un segundo plano, alejándose tanto que parece que ha dejado de existir, como si realmente pudieses verte inmerso en el vacío.
—Aaaaaa-hora. Toma. Lo. Prometido. Y. Recuerda. Que. Un. Gran. Poder. Conlleva. Una. Gran. Responsabilidad. Ja. Ja. ¿Looooo pillas? Es. Broma. Puedes. Hacer. Lo. Que. Quieras. Tal. Como. Querías.
—¿Qué? —preguntó Eric, totalmente confuso. No entendía nada de lo que le estaba diciendo el ser.
—Noooooooooooooo. Importa. Lo. Vas. A. Olvidar. Ja. Ja. Ja.
Un flash de luz azul, una descarga eléctrica inundando cada centímetro de su cuerpo y una pequeña laguna mental, casi imperceptible. Efectivamente Eric no recordaba nada de lo que había pasado ya que, en realidad, todavía no había pasado. Volvía a estar en la fiesta, tenía frente a él a Abraham, quien le había lanzado una mirada confusa después de esa pequeña descarga que ambos habían sentido al tocarse. Le acababa de decir que se iba a fumar. Normalmente esto le parecería totalmente normal a Eric, pero por algún motivo sentía que era diferente a otras veces. Trató de quitarse esa sensación de la cabeza ya que tenía cosas más importantes en las que centrarse como que allí estaba Sarah Davis, la chica de sus sueños y aquella, era su oportunidad para lanzarse. Se acercó a ella y tuvieron una conversación banal en la que ella parecía receptiva. Ahora era el momento de soltarle un halago y tirarse de cabeza a la piscina.
—Por cierto, bonita camiseta. Es la de tu ex, ¿no?
Sarah lo miró totalmente confusa. Si aquella era la primera vez que hablaban, no podía saber ese dato. ¿Quién era realmente ese chico?
—¿Cómo sabes eso? —preguntó inquisitiva, nerviosa y ligeramente aterrada. ¿Sería algún tipo de acosador?
Eric le devolvió la misma mirada llena de confusión, como si él mismo no supiese por qué había dicho lo que acababa de decir. Ahora que tenía que pararse a pensarlo, realmente no tenía una respuesta a su pregunta.
—Pues sinceramente, no lo sé... —musitó, fijando la mirada al suelo, tratando de ahondar en ese recuerdo ficticio que no provenía de ninguna parte. Era un dato que simplemente conocía. ¿Quizás se lo había escuchado decir a la propia Sarah en alguna ocasión?
—Bueno... creo que me voy a ir a fumar un rato—respondió Sarah. No tenía muchas ganas de seguir de cháchara con aquella suerte de acosador que sabía algo de ella tan íntimo sin haber tenido nunca ni una pequeña conversación.
¿Qué acababa de pasar? ¿Cómo había podido cagarla tanto en tan poco tiempo? Totalmente derrotado y humillado, Eric decidió volver al sofá a mirar el móvil un rato, donde encontró un inquietante enlace sobre el cometa en el hilo de Reddit que estaba mirando. Volvió a reaccionar, cabreado, tirando el vaso, insultando, encarándose con aquel tipo. Aunque esta vez hubo un detalle diferente, Eric se sentía diferente. Esta vez, al recibir el empujón, Eric no se movió ni un centímetro. De hecho, se dio media vuelta, totalmente ido de sí y empujó al chico con tal fuerza que lo hizo caer al suelo. Algo realmente impresionante ya que era mucho más corpulento que él. El chico miró a Eric totalmente sorprendido desde su posición y, pese a tener ante él lo que parecía un adolescente enclenque de no más de metro setenta, la presencia de este le infundió un miedo atroz y su voz, temblorosa, únicamente alcanzó a susurrar un leve y breve "lo siento". El castaño lo ignoró y cruzó la sala firme y serio, obviando todo a su alrededor. No se hacía una idea de la cantidad de ojos curiosos que tenía en ese momento sobre él. Aunque aún no era consciente de por qué.
De nuevo, al salir, volvió a encontrarse con Abraham. Estaba junto a Sarah y se volvió a disculpar. Eric no quería escuchar nada de lo que tuviese que decir al respecto, sus palabras resonaron totalmente vacías en su cabeza, era como si hubiese llegado a esa situación preparado para vivirla. Simplemente fue directo hacia él con claras intenciones violentas. Abraham trató de reaccionar lo más rápido posible, levantándose del banco, tratando de interceptar el puñetazo de Eric con una llave. Extrañamente, lo consiguió a duras penas. Lo notó más rápido y fuerte de lo que esperaría de un puñetazo proveniente de Eric, así que rápidamente reaccionó poniéndose en guardia para el siguiente. Esta vez, al estar más preparado realizó una esquiva y dejó que la fuerza de Eric se desviase hacia lo que había tras él, que por suerte era una pared. Abraham observó, entonces, totalmente anonadado que el puño de Eric permanecía intacto y, sin embargo, la pared tenía una pequeña muesca.
—¿Qué cojones, Eric? ¡Para! Me vas a matar—los ojos de Abraham observaron al castaño, esta vez llenos de confusión y terror. Aún así seguía atento a sus movimientos en una especie de instinto de supervivencia. No sabía qué estaba pasando ni por qué de repente Eric tenía la fuerza de un gorila, pero no quería pararse a descubrirlo. Por primera vez en su vida, agradeció las clases intensivas de su padre en artes marciales en vez de farfullar por haber tenido una infancia llena de presiones innecesarias.
Gracias al cielo, aquella súplica hizo que Eric por primera vez fuese consciente de lo que estaba pasando. Se miró ambas manos y luego miró a Abraham. Nunca había visto a su amigo observarle de aquella forma. Estaba claramente aterrado por la situación y sus ojos transmitían una sensación de horror indescriptible.
—Lo siento—murmuró Eric, algo más tranquilo. Inmediatamente, echó un vistazo a su alrededor. Sarah se había ido. Seguramente también le tendría miedo. De hecho, vio la misma mirada que tenía Abraham en varias personas a su alrededor, los cuales parecían alejarse lentamente. Totalmente abrumado por la situación y plenamente consciente de que algo extraño le pasaba, Eric se tiró al suelo de rodillas—. No quiero que nadie muera—comenzó a sollozar.
—¿De qué estás hablando? No entiendo nada—comentó Abraham, totalmente confuso.
—De Hallen. Nos va a matar a todos en una hora. Otra vez. Es un puto juego para ella...—al decir eso a Eric comenzó a dolerle fuertemente la cabeza. No sabía ni por qué había dicho aquello, de nuevo volvió a sentir que tenía un recuerdo que no lograba alcanzar.
Abraham, preocupado por su amigo, se arrojó al suelo con él y le levantó la cabeza con ambas manos.
—Nadie va a morirse Eric, ven aquí—susurró comprensivo, tratando de olvidarse del miedo que había sentido segundos atrás, apoyando la cabeza de su amigo sobre su hombro, fundiéndose con él en un abrazo cálido y comprensivo.
Eric sintió una gran frustración ante aquellas palabras: claramente Abraham no le creía. Así que simplemente se dejó hacer, con una fuerte sensación de cansancio inundando su cuerpo. Entonces Eric comenzó a andar junto a Abraham, como un cuerpo sin vida guiado por la pura inercia de caminar con alguien al lado.
—Querías ir al campo de fútbol a ver la lluvia de estrellas, ¿verdad? —sonrió Abraham, de forma amable, tomando a Eric de la muñeca para guiarlo. El castaño asintió con desgana. Entonces Abraham lo atrajo un poco más hacia él, rodeándole con el brazo de forma cariñosa, como si caminase junto a una chica.
Avanzaron así varios minutos. Abraham sujetaba a Eric con delicadeza, notaba su calor y fragilidad. Quiso olvidar que aquel pequeño cuerpo casi le rompe varias costillas unos minutos atrás y, por un segundo, pensó en aquella diminuta realidad alternativa donde la pelea entre ambos nunca había pasado y, simplemente, habían salido juntos después de haber disfrutado de la fiesta, de ir un poco borrachos y de bromear un buen rato entre ellos. Esa preciosa realidad donde ahora irían juntos a ver la lluvia de estrellas como cuando eran pequeños, donde podría guardarse unos segundos para observar la sonrisa de Eric embobado mientras el castaño le explicaba alguna constelación. Pero aquella realidad fue breve ya que Abraham no se quitaba de la cabeza lo que había pasado antes y Eric, parecía más un muerto viviente que una persona.
—Eric, necesito que me expliques detalladamente qué está pasando—susurró Abraham. Eric simplemente le dedicó una mirada desganada—. Por favor, necesito que me lo expliques y no volverme loco pensando en que algo sobrenatural ha hecho que abolles una pared de un puñetazo.
—Es que algo sobrenatural ha hecho que abolle la pared de un puñetazo.—Abraham volvió a observarle totalmente aterrorizado. No quería que le confirmase esa última afirmación. No era algo que tuviese un mínimo de sentido para una mente cuerda. En fin, esas cosas no podían pasar, ¿no? Aún así trató de ser razonable.
—Vale, supongamos que eso es cierto. ¿Qué vas a hacer ahora? Tendrías que tener bastante cuidado con todo, supongo. Ya hay gente haciéndose preguntas—contestó tratando de ser lo más razonable posible ante algo así.
—Nada. En menos de hora vamos a morir todos—contestó con absoluta apatía.
Abraham, aún más horrorizado que antes, trató por todos los medios de tragarse sus miedos y mostrarse fuerte. Al fin y al cabo, ese había sido siempre su papel: Tragar con todo y mostrar siempre fortaleza mental, fuese cual fuese la situación, incluso si él mismo se estaba derrumbando por dentro.
Entonces, se paró en seco y agarró a Eric de ambas mejillas, levantándole la cabeza para que hiciese contacto visual con él.
—¿No se supone que ahora eres una especie de superhéroe? Pues si eso es cierto, sálvanos a todos... Sálvame a mí. Por esta vez Eric, sálvame, joder.
Eric no pudo evitar sonrojarse ante aquellas palabras y aquella forma de decirlas. Tenía aquellos inmensos orbes azules invadiéndole por completo. Eran unos ojos que trataban de transmitirle valentía y seguridad, pero también eran unos ojos enrojecidos a punto de partir a llorar. Por primera vez sentía la vulnerabilidad de Abraham tan cerca. ¿Cómo era posible que pudiese ser tan frágil? Eric le acarició una mejilla, apartando una lágrima que se había escapado con el pulgar.
—No sé si seré capaz. No sé qué puedo hacer...—confesó Eric.
—Se lo que sea, inténtalo al menos. Quizás haya una pequeña posibilidad de...—Abraham dubitó unos instantes—de vivir esta realidad contigo.
¿Por qué había dicho aquello? Al igual que Eric en otras ocasiones, Abraham sentía que era algo que había salido sin más de su boca sin ningún motivo en específico. Eric, por un segundo, lo miró confuso. Pese a ello, sintió a su corazón a punto de explotar. Aquellas palabras sin sentido habían encendido una llama en su interior tan intensa que podría incendiar el mundo.
—Lo haré. Esta vez te salvaré.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top