VI. Ring around the rosie

—¿Qué es lo que quiere? —preguntó Lydia asustada.

—¿Qué quiero? En realidad, solo quería mantener mi secreto, y si el idiota de Josue no nos hubiera descubierto al profesor Olivares y a mí, nada de esto estaría pasando. —dijo sin ánimo —¿Sabes lo que es una deuda de juego? Yo sí, y siempre me aseguro de pagar mis deudas.

En el momento en que lo dijo, la puerta se abrió de golpe, revelando a una niña de cabeza de calabaza y dos cabezas colgando a su espalda.

"Sigue mis pasos y no terminará aquí tu vida"

El murmullo fantasmal resonó en el aire mientras la bailarina se movía quebrando sus extremidades con cada paso de baile. Tras de ella un cuerpo colgante se balanceó, abriendo la boca y dejando caer hojas de su interior.

"Las ronchas ya no dolían, no necesito tantas planetas"

Lydia solo sintió como un montón de ojos era empujado en su boca con fuerza, haciéndola caer sobre algo viscoso.

—Que asco...—chillo sacudiendo su mano.

Su teléfono comenzó a sonar. Si era el alcohol o el reflejo de su adicción, no sabría dicidirlo mientras lo revisaba.

"Por favor señorita directora, deje de tocarme...~Freddy"

Gritó saltando al frente y cayó lastimando su barbilla con unas botas frente a ella.

"Arruinarte mi rostro, ahora quiero el tuyo"

Solo sintió como unos dedos arañaban su cara, intentando arrancar su piel.

—¿Porqué hacen esto? Yo no lo merezco...

—¿No te lo dijeron? —la interrumpió el directo Torrez— Parte del trato para una buena fortuna es que la escuela siempre reclamará sangre, no solo de sus alumnos sino la de sus directores, ¿O de donde creías que venían todos esos cuadros?

Lydia jadeo al ver las paredes cubiertas de cuadros de ojos rojizos mirándola directamente.

—Sabes, desde que te ví supe que tú destino es ser admirada y este es el momento de que lo cumplas.

La mujer sintió cierta esperanza, tal vez algo bueno podría pasarle si aquel hombre vió algo en ella. Su emoción se fue cuando sintió su brazo torcerse en un ángulo de 90 grados perfecto.

Soltó un grito cuando su otro brazo tuvo el mismo destino en el lado opuesto. Uno a uno sus huesos se rompieron, acomodando su cuerpo en la forma de una silla que podría pasar fácilmente como adorno.

Siendo capaz de sentir el dolor y solo logrando mover sus ojos un poco para ver al director, sonriente.

El sonido de la puerta principal abriéndose le hizo emocionarse un poco.

Alguien vino por ella.

—Jas...per...—dijo con el último hilo de aliento antes de que sus labios se cerrarán por siempre.

Escuchó como el director soltaba una risa.

—No puedo creer que el idiota de mi nieto siga saliéndose con la suya.


Al abrir la puerta de la oficina principal no sabía que esperar. Acomodo la corbata de su nuevo traje, preparado para comenzar su día.

Camino tranquilo, acomodando el cuadro de su abuelo. Debió haberse movido en algún punto de la noche; y camino hacia su escritorio. Quien diría que extrañaría aquel viejo mueble de madera.

Si bien nunca se quejaría de su tiempo como conserje, nada se compara a ser el director de la escuela que por años perteneció a su familia.

Nunca se cansaría de maldecir a su abuelo; el día que descubrió que su abuelo era parte de un culto y realizó un pacto para guardar su amorío en secreto, supo que solo había una forma de salvarse.

Realmente se está volviendo difícil encontrar a alguien tan desesperado para dejarle su lugar cada Octubre.

Admiro la nueva silla en su oficina, Lydia habrá sido un dolor de cabeza aquella semana pero debía admitir que esa era la mejor silla que había tenido en su vida. Elegante y clásica, definitivamente era digna de ser admirada.

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