Al principio solo creyó que era un resfriado, la tos excesiva y los repentinos escalofríos que a veces tenía le hicieron creer aquello, aún cuando Kusanagi-san le decía que debería hacerse ver él lo ignoraba.

Solo era un resfriado, era eso y ya.

Comprendió su propio error esa misma noche. Tanto Ai como su asistente, Roboppy, se preocuparon cuando despertó en medio de la noche, no por una pesadilla si no que para vomitar.

No supo cómo reaccionar en el momento que vio los botones de flor de cerezo bañados en sangre dentro del inodoro.