102
✾ ‧₊˚ ‣ CAPÍTULO 102 🌙
━━ En donde los weasley escuchan la historia 𖧧
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ERA CÁLIDA, MERLÍN, era tan cálida. Y olía bien, como a lavanda, vainilla y la habitual canela de Navidad. Harry no podía creer que había olvidado ese olor, no podía creer que alguien no lo hubiera abrazado así en varios meses. No podía creer que la estuviera viendo de nuevo y la euforia de eso parecía aún ser superada por un dolor sordo en la frente.
Habían pasado meses, y realmente no había querido que fueran meses, con la esperanza de organizar algún tipo de escenario que lo viera escabullirse a Hogsmeade como lo hizo para enviar sus cartas y Flora o Tonks para aparecerse y entregarle a Jane allí para pasar una tarde juntos, pero las cosas habían estado muy ocupadas y se había vuelto cada vez más difícil para Harry escribir una carta, y mucho menos encontrar un momento para verla cara a cara.
Las vacaciones de Navidad eran su única esperanza. Sabía que, al menos durante ese año, dejaría Hogwarts en lugar de quedarse allí y esperar evitar a los Dursley hasta el verano. Y en su lugar, estaría en Grimmauld Place, que era donde estaba Jane, donde estaba Sirius y, bueno, donde estaban todos los demás en esa época del año.
Y ahora la estaba viendo y aunque sí, el dolor de la pesadilla que parecía no ser realmente una pesadilla sino una especie de visión todavía estaba muy presente, había una sensación de felicidad que venía de eso que lo hizo mucho más relajado de lo que debería estar en esa situación.
—¿Qué diablos pasó? —preguntó Jane, sin apartarse del todo todavía y sus palabras no eran más que un murmullo en su oído—. Se supone que no debes regresar hasta el viernes. Es miércoles por la noche.
—En realidad, es muy temprano en la mañana del jueves —respondió Harry, antes de dar un paso atrás. Su brazo permaneció suelto alrededor de su cintura—. Yo... yo tenía... —sus ojos se posaron en el grupo de Weasleys que lo miraban expectantes. Frunció el ceño, esto era más difícil que contárselo a la profesora McGonagall y Dumbledore en la oficina de Hogwarts. Pero Jane le sonrió y le apretó la mano a pesar de que tenía menos idea de lo que había sucedido que la familia que tenía delante.
Sirius pareció entender también, se acercó a él y le dio unas palmaditas en la espalda, llevándolo a una de las sillas alrededor del comedor e instruyendo a todos los demás a hacer lo mismo. Y luego, cuando Harry pudo mantener su mirada en otro lugar que no fuera sus rostros preocupados, les contó todo lo que había visto.
Les había contado sobre el lugar que estaba seguro era el Departamento de Misterios, sobre la serpiente y sobre cómo atacó al señor Weasley mientras observaba desde un costado, Jane sosteniendo su mano todo el tiempo mientras Sirius observaba al grupo, después de haber llenado la tetera con agua para hervir sobre la estufa mientras escuchaban.
Cuando Harry se quedó en silencio, Jane se sintió un poco mareada; el señor Weasley había cenado con ella esa noche y le había contado más sobre lo que realmente hacía en el trabajo. Ahora, horas después, sus hijos escuchaban cómo Harry lo había visto ser atacado. Cada uno de ellos estaba incluso más pálido de lo que solía ser, los gemelos miraban a Harry con algo bastante irreconocible en sus ojos.
Fred se volvió hacia Sirius. —¿Está mamá aquí? —preguntó.
—Probablemente ni siquiera sabe lo que ha pasado todavía —respondió Sirius, su voz desprovista de todo sarcasmo y mucho más cuidadosa que de costumbre—. Lo importante era alejarte antes de que Umbridge pudiera interferir —Jane miró a su alrededor; parecía haber un consenso general de que era una buena idea—. Supongo que Dumbledore le avisará a Molly ahora.
—Tenemos que ir a San Mungo —dijo Ginny con urgencia. Miró a sus hermanos; estaban, por supuesto, todavía en sus pijamas—. Sirius, ¿puedes prestarnos capas o algo-?
—¡Espera, no puedes irte a San Mungo! —Sirius negó con la cabeza—. No no no.
—Sí, no, no pueden ir —Jane rápidamente vio los peligros e intervino, coincidiendo con Sirius y apoyándolo.
—Por supuesto que podemos ir a San Mungo si queremos —respondió Fred, con una expresión aguda y enojada—. ¡Él es nuestro papá! —nunca se había visto tan serio como entonces y eso revelaba la gravedad de la situación.
—Bueno, ¿cómo esperas que entiendan cómo supiste sobre el ataque antes que nadie más lo supiera? —respondió Jane, con cuidado de no mostrar su malestar por la ira que sentía—. Si la señora Weasley no lo sabe, no tiene sentido que lo sepas.
—¿Que importa eso? —respondió George acaloradamente.
—¡Importa porque no queremos llamar la atención sobre el hecho de que Harry está teniendo visiones de cosas que están sucediendo a cientos de kilómetros de distancia! —dijo Sirius enojado—. ¿Tienes alguna idea de lo que el Ministerio haría con esa información? —junto a Harry, Jane le apretó la mano.
Fred y George parecían como si no les importara una mierda lo que el Ministerio hiciera con nada. Ron todavía estaba pálido y silencioso. Harry no se atrevió a mirarlos más.
—Alguien más podría habernos dicho... —ofreció Ginny suavemente—. Podríamos haberlo escuchado en otro lugar que no fuera Harry...
—¿Como quién? —preguntó Sirius con impaciencia—. Escucha, tu papá resultó herido mientras estaba de servicio para la Orden y las circunstancias son lo suficientemente sospechosas como para que sus hijos lo sepan segundos después de que sucedió, podrías dañar seriamente la Orden-
—¡No nos importa la tonta Orden! —gritó Fred.
—¡Es de la muerte de nuestro padre de lo que estamos hablando! —intervino George, en palabras igualmente fuertes.
—¡Tu padre sabía en lo que se estaba metiendo, y no te agradecerá por estropear las cosas para la Orden! —dijo Sirius a cambio—. Así son las cosas, por eso no estás en la Orden, no lo entiendes, ¡hay cosas por las que vale la pena morir!
—¡Fácil para ti decirlo, estás atrapado aquí! —gritó Fred—. ¡No te veo arriesgando tu cuello!
El poco color que quedaba en el rostro de Sirius desapareció. Pareció por un momento como si quisiera golpear a Fred, quien tragó saliva, aparentemente consciente de lo que acababa de decir.
—No es justo —murmuró Jane. Fred pareció conformarse con eso, mirando culpablemente a Sirius antes de apartar la mirada—. Sabes que son órdenes de Dumbledore que se quede aquí. No es su culpa que se piense que es un... bueno, ya sabes.
Sirius parecía semicomplacido de que en realidad no lo hubiera dicho. Él mismo respiró hondo, queriendo mantener a raya su propio malestar. —Sé que es difícil, pero todos tenemos que actuar como si no supiéramos nada todavía. Tenemos que quedarnos quietos, al menos hasta que tengamos noticias de tu madre, ¿de acuerdo?
Lentamente, los Weasley en la cocina asintieron. —Así es —alentó Sirius—, vamos, vamos todos ... olvidaremos el té, tomemos un trago mientras esperamos. ¡Accio cerveza de mantequilla!
Y mientras Jane se abría paso con el abrebotellas, parecía ser la única que notó que Harry no parecía tan preocupado como los Weasley. Bueno, por supuesto que estaba preocupado, pero Jane estaba segura de que expresión no era más que una triste culpa.
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N/T: Hasta ahorita que tal les va gustando esta hermosa historia.
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