🥀Epílogo🥀
Siete meses después.
Narrador omnisciente.
El imnegable amor que se tenían Jane y Ansel sobrepasó toda barrera. Cada vez permanecían más tiempo juntos, dormían en la misma habitación; y no como exigía la sociedad de estar en cuartos separados cuando no se consumara el matrimonio. Para Jane y Ansel no existía algo que no fuesen ellos dos. Eran una sola alma que cada vez avivaba el fuego de la pasión.
Ellos, estaban completamente enamorados, su conexión era palpable en cada gesto y mirada. Cuando estaban juntos, se sumergían en un mundo propio donde solo existían ellos dos y el amor que compartían. Se sentían plenos y felices al lado del otro, disfrutando de cada momento compartido.
Cuando Jane miraba a Ansel, sus ojos brillaban con admiración y cariño, como si pudiera ver su alma reflejada en ellos. Ansel, por su parte, la observa con ternura y devoción, sintiendo que no había lugar en el mundo donde preferiría estar que a su lado.
Pero Jane, decidió que era tiempo de visitar su antiguo hogar, no el que compartió con su hermano, sino al que fue confinada desde niña. Luego de celebrar su cumpleaños en ese lugar, quedó con las ganas de regresar en algún momento de su vida. Para ella, esa mansión de campo donde vivió con su tía estaba cargada de recuerdos buenos y malos, y no podía negar que extrañaba los extensos campos llenos de flores nomeolvides, los animales, y el fresco riachuelo que pasaba por la propiedad.
—Tengo miedo, Jane —volteó a verla con cierta preocupación —No puedo negar que estoy aterrado —apretó la mano de ella con más fuerza.
—Hey… —acarició su rostro con la misma delicadeza que tenía el poder de tranquilizarlo, porque ese era uno de los efectos que Jane lograba en Ansel —Vivamos un día a la vez ¿si?
—Esas palabras me las he repetido una y otra vez desde hace siete meses, pero aún así no logro dejar el miedo atrás —esta vez fue Ansel quien volteó a ver a Jane, y acunó su hermoso rostro entre sus fuertes manos —Si algo les llegara a pasar a ustedes dos, ya no lo resistiría.
—Nada nos ocurrirá —sonrió con sutileza y el viento jugaba con los mechones sueltos de su cabello rojizo —Dejemos que el destino decida por nosotros, después de todo, fue él quien nos unió bajo todo pronóstico —y como si de un efecto mágico se tratase, Ansel estaba sonriendo al ver lo hermosa que estaba su esposa.
Con aquel hermoso vestido de color azul cielo, más ancho de lo normal para que su panza de embarazada estuviese cómoda. Y con su cabello, mismo que él amaba con tanta locura, recogido en una trenza francesa que le llegaba hasta la espalda baja.
Ambos, decidieron salir a dar un paseo matutino como cada mañana. El amanecer era la parte del día favorita de Jane, y para Ansel todo se reducía a complacerla y ver cómo su hermosa sonrisa adornaba su rostro.
Como el embarazo de Jane estaba avanzado, los paseos a caballo fueron sustituidos por caminatas.
Ambos, caminaban de la mano por el campo de flores nomeolvides de la propiedad campestre de los Chadburn, sumergidos en un aura de felicidad y amor que brillaba en sus ojos. El aire estaba impregnado del suave perfume de las delicadas flores azules y blancas que salpicaban el prado, creando una sinfonía de colores y aromas que los envolvía. El sol mañanero brillaba cálidamente sobre ellos, iluminando el verde intenso de la hierba que se mecía suavemente con la brisa.
A lo lejos, se escuchaba el suave murmullo del riachuelo cristalino que serpenteaba a través del paisaje, reflejando la luz del sol en destellos plateados. Ambos, se detuvieron un momento para contemplar la belleza y la tranquilidad del entorno.
—Nunca me dijiste ¿cuando creció tu fascinación por estas flores? —comentó Ansel, mientras se agachaba y cortaba una pequeña florecita y se la entregaba a su esposa.
—Recuerdo que de niña leí una antigua leyenda, donde un caballero de tierras lejanas se enamoró de una joven de cuna de oro. Bajo cualquier pronóstico, ellos lograron continuar su romance. Un día, como los otros anteriores, él y su amada se encontraron cerca del río, mismo que había sido testigo de su amor verdadero. Mientras ella lo veía recogerle flores, el caballero cayó al agua y, antes de desaparecer bajo la corriente embravecida, lanzó la flor nomeolvides hacia su amada, gritando: ¡No olvides que te amo! ¡No me olvides! —volteó a ver a su esposo, quien la escuchaba con atención —Desde entonces, la flor ha sido un símbolo del amor verdadero y del recuerdo eterno.
—¿Será algún hechizo? —preguntó Ansel con preocupación.
—¿A qué te refieres?
—Porque desde que te vi, ya no pude sacarte de mi mente —ella sonrió con sutileza, y luego Ansel le colocó una florecita detrás de su oreja —¿Qué fue lo que me hiciste, Jane?
—Amarte con locura.
En ese momento de complicidad y deseo mutuo, se acercaron lentamente el uno al otro, con sus labios temblando de emoción. Y se fundieron en un beso cargado de amor y pasión, donde el tiempo se detuvo y solo existían ellos dos y la intensidad de sus sentimientos. Sus manos se entrelazaron con firmeza, transmitiéndose calor y seguridad mientras se entregaban el uno al otro sin reservas. El beso fue un torbellino de emociones, un encuentro de almas que se reconocían y se amaban profundamente.
Y en ese instante, Jane experimentó un dolor insoportable, seguido de algo húmedo mojando sus piernas hasta llegar a sus zapatos.
—¿Qué sucede? —preguntó él al ver el rostro de terror que tenía su esposa.
Pero en cambio, Jane no pronunció ni una palabra, sólo levantó su vestido para dejar a la vista sus piernas mojadas por aquel líquido con ese tono amarillento.
—No, no, no puede ser —el corazón de Ansel comenzó a acalerarse y el miedo se fue apoderando de todo su ser —Es muy pronto.
La miró aterrado.
—Ansel… —unas lágrimas de miedo comenzaron a correr por sus tiernas mejillas llenas de pecas —Va a nacer…
La incredulidad y el terror se reflejaron en los ojos de ambos, mientras trataban de asimilar la inminencia del momento. Y en ese instante, una oleada de contracciones castigó a Jane. El miedo se apoderó de ella al comprender que estaban lejos de recibir cuidados adecuados en la mansión, y que el parto se anticipaba de manera impredecible.
Ansel sintió un profundo y paralizante miedo al ver a Jane en ese estado, comprendiendo la gravedad de la situación. La desesperación lo invadió al darse cuenta de que estaban lejos de la mansión, que no contaban con la ayuda necesaria para un parto seguro y que debían actuar con rapidez para proteger la vida del bebé y de Jane.
—No puedo perderlos… no lo permitiré.
A pesar del pánico inicial, Ansel reaccionó. Sin pensar que estaban alejados de la propiedad, cargó a Jane en sus brazos y comenzó a avanzar con pasos firmes y acelerados rumbo a su hogar.
Pero Jane fue envuelta en una oleada de contracciones. Sintió un dolor intenso y rítmico que recorría su abdomen. Sentía como una ola poderosa comenzaba en la parte baja de su vientre y se extendía hacia arriba, provocando una presión abrumadora. Era punzante y agudo, que pasó a ser más profundo y sordo, como si un peso pesado presionara su pelvis.
—¡Ansel… duele!
—Tranquila amor, ya casi llegamos.
Ansel estaba realmente cansado por llevar cargada a su esposa e hijo por varios metros de extenso campo, pero su única meta era garantizar la seguridad de Jane y asegurarse de que su hijo llegara al mundo en las mejores condiciones.
Con cada paso, Ansel sentía la urgencia y el miedo pesando sobre sus hombros. Para él, no importaba la distancia o los obstáculos, su único pensamiento era proteger a su familia y llevar a Jane y a su hijo a un lugar seguro donde pudieran recibir la atención necesaria.
El cuerpo de Jane temblaba, sus manos heladas se aferraban al cuello de Ansel con desesperación, mientras que unas gotas de sudor corrían por su frente. Y lo que para ella parecieron horas, Ansel logró llegar a la mansión en mucho menos de una hora.
—Tranquila amor, ya llegamos.
—¡Tengo miedo, Ansel! ¡No es tiempo aún! —sollozó, luego otras contracciones la atacaron—¡Duele mucho!
La servidumbre al verlos se alarmó y todos comenzaron a crear las condiciones necesarias para la llegada del bebé.
—¡Rápido, llamen a Violet! —gritó Ansel, mientras llevaba a su esposa escaleras arriba rumbo a su habitación.
Jane sentía como si todos sus huesos se estuviesen rompiendo a la vez. El camino a la habitación se hizo eterno, pero cuando llegaron, la servidumbre ya había acomodado la cama para el nacimiento, y Violet, la matrona y madre de Ely, antigua dama de compañía de Jane mientras vivió en la propiedad, ya había llegado detrás de la pareja.
—¡Violet! —Ansel volteó a verla aterrado —¡Es muy pronto! —en su mirada estaba reflejado el terror y la desesperación.
Pero en cambio, la señora que estaba llegando a la tercera edad, veía el panorama igual de sorprendida y aterrada. Las sirvientas ayudaron a Jane a quitarle su vestido, dejándola solo en camisón, mientras que una de ellas llegó con un cuenco de plata lleno de agua tibia y varias toallas limpias.
—Sí, es muy pronto… —volteó a verlo, rezándole a Dios para que le diera fuerzas y poder tranquilizar al pobre Ansel, que ahora moría de miedo, pues su peor pesadilla estaba ocurriendo nuevamente —Pero ya quiere llegar… sino quieres estar presente…
—No pienso dejarla sola —Violet asintió y le sonrió levemente.
—Pues entonces, sostén su mano.
Y eso fue lo que hizo Ansel; sostener con fuerza la mano del amor de su vida. Mientras que Jane se retorcía en la cama, y con su mano libre arrugaba las sábanas blancas.
—Jane… —Violet interfirió —Veré en qué posición se encuentra el bebé.
Tanto Jane como Ansel asintieron, y una nueva contracción provocó que ella gritara. Violet se posicionó a la altura de las piernas de Jane, y cuando alzó ligeramente su camisón, alcanzó a ver la pequeña cabeza del bebé: el pequeño o la pequeña, estaba a punto de nacer.
—Lo veo, Jane. Necesito que me ayudes, en cuanto sientas la contracción, necesito que pujes —Jane, quien lloraba de dolor y terror, desvió la vista hacia Ansel y éste le besó la frente.
—Ya casi amor.
Ella volvió a ver al frente y respiró con dificultad, esperando la llegada de una nueva contracción. En cuanto ésta llegó, Jane comenzó a pujar con todas sus fuerzas.
—¡Puja, Jane! ¡Ya casi!
Ella gritó y su voz retumbó en toda la mansión. Para cuando la contracción cesó, ella se retorcía de dolor sobre las sábanas, que ahora estaban teñidas de rojo. Su tez blanca estaba enrojecida por el esfuerzo y los largos mechones de su cabello estaban pegados en su frente.
—¡Otra vez, Jane! ¡Puja!
Y en ese último esfuerzo la última contracción llegó y lo siguiente que se escuchó fue el llanto del bebé. El dolor cesó, y llegaron las sonrisas de alivio de todos, los besos y las lágrimas de los nuevos padres.
—Lo lograste, mi reina de fuego —dijo Ansel, y unas lágrimas salían de sus ojos grises mientras besaba la frente de su esposa.
—Te lo dije, un día a la vez —dijo ella entre lágrimas de emoción.
—Felicidades, es una niña. Una niña sana y fuerte.
🥀🥀🥀
En algún lugar de Fairytale.
Diario de la sociedad: “Las notas de un ruiseñor”.
Mis queridos lectores:
Acaba de llegar a oídos de esta autora, que el bebé de los duques de Whingbury ha nacido. Si bien fue un nacimiento antes de tiempo, la pequeña Janet ha nacido con perfecta salud y lista para alegrar aún más a sus padres enamorados…
—¡Tía! —Theon inrumpió en la habitación de Margaret con entusiasmo —¡Ya está el carruaje con todas nuestras cosas! ¿Estás lista para conocer a la pequeña?
—Voy en un minuto, mi niño.
—¡Vamos tía, no demores, ya todos estamos listos para salir!
—Me lavo las manos y salgo —respondió ella mientras intentaba ocultar las cosas que estaban encima de su tocador.
—Está bien, irás con Lottie y Mary. Yo iré con los demás.
Y cuando el joven vizconde se disponía a retirarse, algo llamó su atención, algo que lo obligó a ver con detenimiento y curiosidad. Encima del tocador de su tía habían diversas páginas escritas a mano, desperdigadas por todos lados, otras hojas estaban hechas pequeñas bolas arrugadas. También había un tintero y una pluma de oro.
Todo eso llamó la atención del joven, pues a pesar de que su tía era una mujer que acostumbraba escribir por pasatiempo, estas hojas tenían un lindo grabado de un ruiseñor en la parte superior.
—¿Qué escribes, tía?
🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀
Y así llegamos al final de esta historia. Espero y la disfrutaran tanto como yo lo hice escribiéndola.
Les agradezco que me acompañaran en esta aventura hasta el final. También los invito a estar pendientes, pues aún hay unos capítulos extras que traerán sorpresas.
Fecha de publicación: 4 de enero de 2025.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top