Capítulo 50: Nueva vida.
—¡No pienso recibirlo aquí en mi casa! —gritó Ansel una vez que entramos en su despacho, con James siguiéndonos los pasos.
—¿Qué decía la misiva?
Ansel, se giró hacia James con rabia.
—¿Que, qué decía? —tomó en sus manos una botella de brandy —¡Maldito Landon! —lanzó la botella con rabia contra la pared.
—Nos exige, que como duques recién casados, tenemos que celebrar un baile aquí, para la corte y la familia real —expliqué.
—Entiendo...
—¡No pienso acatar sus órdenes! —gritó Ansel, caminando de una lado a otro dominado por la rabia.
—Ante todo, tú eres un duque, y ellos la familia real… lamentablemente tienes que hacer lo que te piden —Interrumpió James.
Otra vez se giró hacia James llevado por la rabia
—¡Sábes muy bien lo que intentó hacerle a Jane! —volvió a gritar, y el gris de sus ojos era mucho más oscuro de lo normal —¡Juro que si lo veo bajo mi techo voy a matar...!
—¡Basta! —esta vez lo interrumpí. Hasta ese instante le había permitido desahogar toda esa rabia, pero ya era momento de que diera mi opinión.
Tanto Ansel como James, voltearon a verme. James estaba sereno, incluso parecía confiado de mi buen juicio, mientras que Ansel tenía el rostro tenso y la respiración agitada por la rabia.
—James tiene razón.
—Gracias… —dijo James.
—¡Pero Jane…!
—¡Pero nada! —lo interrumpí.
—Mejor me retiro —agregó James, y casi llegaba a la puerta cuando lo detuve:
—No, James... manda a que hagan invitaciones para todas las familias nobles de Fairytale y todos los pobladores de Whingbury. También envía unas invitaciones a la familia real y a nuestras familias. Que quede claro que los duques de Whingbury realizarán el mejor baile que ha visto la temporada.
James asintió lentamente.
—Así será —me dio una media sonrisa y se retiró.
Luego, volví a mirar a la bestia furiosa que tenía al frente; con aquella mirada gélida que podría intimidar a cualquier persona menos a mí.
—¿Enloqueciste? —dijo de forma despectiva una vez que quedamos a solas.
—Ante todo, tú y yo respondemos a la corona…
—¡Me importa muy poco esa corona y lo que puedan hacerme!
—¡A mí sí! —mi grito lo hizo detenerse al instante, y mis ojos se encontraron con los suyos —¡Me importa lo que puedan hacerte Ansel! ¡Me aterra las represalias que puedan tomar si llegas a hacerle algo al príncipe de Inglaterra!
—Jane... —caminó hacia mí y tomó mis manos con delicadeza.
—Me aterra la reacción que puedas tener contra él, Ansel.
Arrugó su entrecejo, mostrando confusión.
—¿Por qué? ¿Tienes miedo que destruya su linda cara de principito?
Le mantuve la mirada con firmeza, pero con unas lágrimas asomándose en mis ojos.
—¿Cómo puedes pensar eso?
—No quiero que se acerque a ti, Jane. Y aquí estás, demostrándome tu miedo ante lo que pueda hacerle.
—¡Eres un maldito...! —golpee su pecho con rabia, haciéndolo dar unos pocos pasos hacia atrás.
—¡Entonces, dime qué más da! ¡Solo intento protegerte! ¡Pensé que no querías volver a verlo!
—¡Me importas tú, maldito idiota! —lo apunté con mi dedo, y él se mantuvo en silencio —Me importa lo que pueda sucederte a tí —unas lágrimas corrieron por mis mejillas —Me importas porque te amo.
Sus ojos se entrelazaron con los míos, profundos y expresivos, mientras sus manos, mantenían la delicadeza de su agarre sobre las mías. Esperé que su voz rompiera el silencio tras mi confesión, que las palabras fluyeran para deshacer la tensión en el aire, pero, para mi sorpresa, el momento se disolvió en un silencio elocuente, sin que él pronunciara una sola palabra.
Inspiré profundo, tragándome mi orgullo y continué hablando:
—Me dijiste que tomarías todo lo que yo te pidiera como una orden inmediata...
—Jane, no puedo...
—Esto es lo que haremos: Celebraremos ese baile, fingiremos que todo está bien entre el príncipe y nosotros. Y seguiremos con nuestras vidas.
Le di la espalda y comencé a caminar hacia la puerta.
—Jane… —voltee a verlo al instante, preparándome para volver a discutir con él —Estoy de acuerdo.
—No creo haberte pedido permiso. Ahora, si me disculpas, tengo que darme un baño.
Dos días después:
Después de aquella discusión y de mi sincera confesión, tomé la decisión de evitar a Ansel a toda costa. La vergüenza que me invadía ante su gélido silencio se convirtió en una pesada carga, y la rabia que me provocaba su actitud sólo alimentaba mi determinación de no acercarme a él. No podía soportar la idea de que pensara que me importaba ese maldito príncipe que se atrevió a chantajearme. Por lo que decidí que mantenerme alejada era lo mejor...
Hasta hoy.
Ambos nos encontrábamos en la entrada del palacio, observando a lo lejos, los carruajes de nuestras familias, que habían optado por llegar un día antes del baile.
—Jane... —dijo luego de muchos minutos en silencio. Nos encontrábamos uno al lado del otro y ni siquiera éramos capaces de mirarnos —Respecto a lo que me dijiste el otro día...
—No... —lo miré —Si no tuviste respuesta en aquel entonces, ahora no quiero escuchar tu justificación.
—Pero es que yo...
—Lo tomaré como que estabas demasiado furioso como para responder —le di una sonrisa fingida —No te preocupes, me dejé llevar por el calor del momento.
Ansel tomó mi mano sorpresivamente, obligándome a verlas entrelazadas.
—Te pido perdón Jane, no mereces que descargue mi rabia contigo. Es que no te imaginas cuanto me enfurece esto. —llevó una de sus manos a mi mentón para dirigir mi mirada hacia la suya —Por ti, soy capaz de cortarle las manos a quien ose siquiera mirarte mal.
No entiendo cómo tiene la facilidad para decirme estas cosas, y aún así no puede confesarme su amor.
Enfócate, Jane. No es momento para esto.
—Estamos juntos en esto... El príncipe quiere un baile, y eso le daremos.
Ansel, me dio una sonrisa algo forzada. Luego volvimos a ver hacia al frente, justo por donde venían los carruajes de nuestras familias.
—¿No estás emocionado por volver a ver a tus hermanos? —pregunté, y cada vez los carruajes se acercaban más.
—Mmm, déjame pensar… los gemelos corriendo por todos lados, destrozándolo todo. El entrometido de Gael nuevamente caminando por los corredores del palacio, y la amargura de Erick —una risita se escapó de mis labios y luego nuestras miradas se encontraron al instante —Sí, muero de ganas por abrazarlos.
Los carruajes llegaron y la puerta de unos de ellos se abrió al instante, dejando ver aquellos hermosos ojos azules y esa sonrisa reluciente.
—¡Theon! —corrí hacia él.
—¡Zanahoria! —gritó entre risas y me alzó en el aire, para luego besarme en la frente y darme un fuerte abrazo.
—Te amo hermano. No te imaginas cuanto te extrañé.
—Y yo más mi zanahoria. La casa no es lo mismo sin tí, tanto que estoy buscando propiedades en este Condado.
—¿Lo dices en serio? —Inquirí y él asintió sonriente.
—Muy pronto seremos vecinos, hermana. —me lancé a sus brazos con emoción.
—Cuéntame —susurró en mi oído —¿Cómo te trata? Le juré que no respondería de mí si te hacía daño —no lo estaba viendo, pero podía jurar que veía a Ansel con recelo.
—Todo está bien.
—¿Segura? —me interrogó con la mirada —Puedo darle unos puñetazos si así me lo pides.
—¡Theon! —le grité entre risas.
—Más le vale, nada me daría más placer que dispararle… ¡Cuñado! —en un abrir y cerrar de ojos, Ansel apareció frente a nosotros —¡Qué bueno volver a verte!
—¿Planeando formas de acabar conmigo, cuñado? —dijo Ansel con algo de ironía.
—No puedo negar que mi arma se quedó cargada desde aquel día…
—¡Theon! —grité y ellos comenzaron a reír.
—Claramente no entiendes el sentido del humor de tu hermano, Jane —dijo Ansel entre risas.
—Todo quedó en el pasado, hermana. Si dices que todo está bien, no veo inconveniente de regresar a ser amigo de tu esposo —respondió Theon, y luego le extendió la mano a Ansel, misma que él aceptó al instante.
—Bienvenido a palacio, amigo mío.
—¡Vaya, veo que no nos extrañaron ni un poco, Lottie! —una voz conocida nos interrumpió.
—¡Tía Margaret, que alegría volver a verte! —corrí a abrazarla —Me has hecho tanta falta.
—Y tú a mí, mi pequeña —murmuró, y noté cómo unas lágrimas corrían por sus mejillas; mismas que sequé al instante.
—Lottie —voltee a verla sonriente —Bienvenida a nuestro hogar.
—Estás radiante, Jane —me abrazó.
—¿Y a mí, nadie me extrañó? —lo miré sonriente.
—Pero si hace una semana que te fuiste de aquí Gael —reímos —Pero no te miento si te digo que me hizo falta tu presencia en el juego de croquet del otro día.
—Estoy ansioso por jugar otra partida —dijo divertido.
—¿Y volver a ganarte? —respondí burlona y ambos comenzamos a reír.
—¿Dónde están Erick, y los gemelos? —pregunté.
—Se desviaron a la mansión de Lizzy, hay unos asuntos de negocios que Erick está tratando con Philips —respondió Lottie.
—Buenas tardes… —todos lo miramos —Disculpen le interrupción, pero sus habitaciones están listas —se trataba de James. Podía asegurar que jamás lo había visto con esa furia reflejada en su mirada.
—James… —dijo Gael sin apartar la vista de nuestro amigo —Qué bueno verte.
—Lo mismo digo, señor Dagger —respondió James y dio media espalda y se retiró.
Definitivamente algo les ocurrió. Ya me parecía extraña la forma tan repentina en la que Gael había abandonado el Condado.
Luego, todos entramos al palacio. En el recibidor nos esperaba la señora Collins, para llevar a nuestras familias hacia sus respectivos dormitorios, ya que habían viajado toda la noche para llegar cerca del atardecer.
Todos decidieron ir hacia sus recámaras y tomar un descanso hasta la hora de la cena, mientras que yo pretendía ir hacia la cocina cuando:
—Jane… —tomó mi mano sorpresivamente —Hay algo que quiero mostrarte —noté cierto brillo en sus ojos grises.
—¿Tiene que ser ahora? hay algo que debo ver sobre el banquete del baile…
—Estoy seguro de que la señora Collins lo tiene todo bajo control —sonrió —Por favor, esto no puede esperar.
Me extendió su mano. Por un instante lo dudé, mañana era el baile y no podía permitir que algo saliera mal, pero era cierto que todo estaba bajo control y según lo planeado.
—Está bien, vamos —tomé su mano y él no dudó en entrelazarlas, para así salir juntos del palacio.
🥀🥀
—Ansel, ¿qué hacemos aquí?
No entendía qué hacíamos en las caballerías con tantas cosas por hacer.
—Primero, antes de mostrarte éso tan importante, hay algo más que debes ver —sonrió, y luego volteó a ver al mozo de cuadra —Por favor, libérala.
El mozo entró en la caballería, y al instante salió con aquel animal tan blanco como las nubes, con aquella mirada rebelde pero que lograba tranquilizarse en mi presencia.
—¡Sky! —corrí hacia la yegua para acariciarla, y luego junté nuestras frentes.
—Saca a Furia —le dijo Ansel al mozo, para luego traer a aquel caballo negro como la noche que él solía cabalgar cuando estábamos en Fairytale.
—Vamos, se nos hace tarde. —Informó mientras subía al lomo de su caballo.
—¿A dónde vamos?
—Es una sorpresa… —sonrió —Confía en mí.
—Creo que ya te aseguré que confío en ti ciegamente.
Subí al lomo de Sky y salimos galopando rumbo al bosque…
Ansel iba liderando el camino en todo momento, para luego notar que el suelo de tierra fue intercambiado por la fina arena de la playa. Íbamos en dirección al atardecer. La brisa salada me daba en el rostro, el sonido de las olas era el escenario perfecto junto con aquel hombre que a cada rato volteaba a verme con esa sonrisa que tanto amaba ver en su apogeo.
—¿¡Qué sucede!? —me miró sobre su hombro —¡Te estás retrasado! —soltó una carcajada que hirió mi orgullo.
—¡Arre Sky! —Sky apresuró la carrera para así quedar al lado de Furia y de Ansel.
—¡Esta carrera sí la ganaré yo! —gritó entre risas que se mezclaban con el viento y el sonido de las olas, y al final resultaron ser contagiosas para mí.
Esto me recordaba a aquella vez cuando cabalgamos al alba, cuando apenas eramos dos desconocidos cabalgando en medio del bosque. Ansel volvió a ganar ventaja y yo volví a perseguirlo como si de eso dependiera mi vida…
—¡No lo permitiré! —grité.
Gracias a que íbamos cabalgando por la orilla de la playa, el sonido de los cascos de los caballos contra el agua resultaba ser gratificante, el salpicar de las olas llegaba hasta mi cabello. Al pasar una curva, nos encontramos con un grupo de al menos unos diez hombres, que a juzgar por sus vestimentas, diría que eran pecadores. Todos estaban reunidos alrededor de algo que no alcanzaba a ver.
—Llegamos —informó Ansel, y cada vez iba disminuyendo la velocidad.
Una vez que el viento dejó de ensordecer mis oídos y que el climax de la carrera terminó, nos encontrábamos en la serenidad de una playa alejada del pueblo al caer la noche, con aquel grupo de personas alrededor de algo que aún no distinguía ver qué era.
—Duque, duquesa —todos hicieron una reverencia corta.
—¿Llegamos a tiempo, John? —preguntó Ansel y nos acercamos hasta su lado.
—Sí, casi comienza.
—¿Ansel, de qué va todo esto? —susurré algo asustada, pues todos los presentes veían concentrados hacia un punto vacío en la arena.
—Observa… —fue lo único que dijo en voz baja —Justo ahí —señaló hacia un punto en la arena, y ésta curiosamente comenzó a moverse en varios puntos, como si tuviese pequeños insectos debajo.
—¿Pero qué…?
Y en ese instante, a la luz titilante de las antorchas, pequeñas tortugas comenzaron a emerger a la superficie con movimientos torpes pero llenos de determinación, para luego dirigirse hacia el océano.
—Es hermoso… —lo miré entusiasmada —¿Cómo sabían que esto sucedería?
—Hace unos meses, —comenzó a hablar en voz baja —Los pescadores notaron la llegada de varias tortugas marinas, todas comenzaron a asentarse en estas playas para desovar. Gracias a ellos que me avisaron, pudimos proteger este habitat para que nadie perturbara a las criaturas —entrelazó nuestras manos sorpresivamente.
—¿Me dices que esto ha ocurrido otras veces? —pregunté.
—A lo largo de la semana, aunque tengo que admitir que anteriormente no sabíamos que estas playas eran su paraíso.
—Impresionante…
La fascinación se reflejaba en nuestros ojos, las miradas de todos los presentes estaban fijas en las diminutas criaturas que luchaban por abrirse paso en el mundo. La ternura y admiración se mezclaban en nuestros rostros iluminados por el resplandor de la luna y las antorchas, mientras compartíamos en silencio el milagro de la vida que teníamos ante nuestros ojos.
—Gracias… —susurré luego de un largo silencio.
—¿Por qué me agradeces? —habló en el mismo tono de voz mientras me miraba extrañado.
—Por traerme hasta aquí y mostrarme esto —nuestras miradas volvieron a encontrarse, luego recosté mi cabeza en su hombro, para así seguir viendo a las decenas de criaturas diminutas que estaban frente a nosotros.
El sonido suave de las olas acariciando la costa se unía al suave piar de las crías de tortuga. En ese momento, éramos testigos privilegiados de la maravilla de la naturaleza, sumergidos en un instante suspendido en el tiempo donde la fragilidad y la fortaleza se entrelazaban en perfecta armonía.
🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀
Hola, hola.
Un pequeño capítulo. En compensación por la demora del anterior. Solo estamos calentando motores. Espero y les gustara.
Casi llegamos al final de esta historia.
Decidí actualizar justo ahora, pues hoy cumple años una personita muy especial: GichelyG. Este capítulo va dedicado a ella:
A ti, querida amiga, en este día tan especial que celebramos tu cumpleaños. Aunque aún no hemos compartido un café cara a cara, nuestras conversaciones han tejido un lazo que trasciende la distancia. Que este nuevo año de vida esté lleno de sueños cumplidos y momentos memorables. Me alegra que el destino cruzara nuestros caminos. Gracias por hacer que mi mundo sea un poco más brillante con tu amistad virtual. Espero y algún día podamos conocernos en persona. ¡Feliz cumpleaños!
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top