Capítulo 32: Tres días (Parte uno)
Y lo que comenzó con un sueño, terminó en una triste realidad…
El duque me rechazó, más bien me usó para sus fines de entretenimiento y luego me desechó. Él ama a otra mujer, y aún así, decidió jugar con mi corazón para besarme sin importar las consecuencias. Estuvo a punto de enfrentarse a un duelo contra mi hermano por tal de no responder a mi honor, y solo al final, cuando me llené de valor y efectué aquella peligrosa hazaña de ponerme en medio de los disparos, cuando prácticamente le imploré que aceptara el matrimonio para salvar mi apellido, fue entonces cuando él aceptó.
Al día siguiente, mi hermano convocó una reunión privada, donde estaríamos presentes: tía Margaret, Theon, el duque y yo. Nadie más podía conocer nuestro secreto, y en solo eso le agradecí al duque por no haber abierto la boca con su familia, ya bastante vergüenza estaba enfrentando.
El ambiente estaba tan tenso que incluso se podría cortar con una navaja. El rostro de Theon reflejaba la rabia pura que sentía por el duque. Lo conocía bastante bien como para darme cuenta de que se sentía decepcionado y furioso por la actitud de su amigo conmigo, pero en el fondo, y aunque mi hermano me alejó de toda responsabilidad, sabía que yo también tenía culpa en todo esto. El silencio entre nosotros era tan incómodo que incluso parecía una tortura. Mis oídos alcanzaron la gloria y mi corazón se calmó un poco, cuando tía Margaret decidió hablar:
—Como ustedes dos decidieron mantener el voto de silencio, ocupo comenzar esta reunión de una buena vez. —Dirigió su atención al duque, y al igual que yo, notamos que los golpes en su cara comenzaban a amoratarse —Me encargaré de esparcir el rumor de que has estado cortejando a Jane aquí en casa, y que tienes intenciones de contraer matrimonio con ella. Todos los vieron bailar en la boda de Lizzy, ahora solo falta que la sociedad crea que hay un interés más allá de la amistad entre ustedes. Esto es solo para dar tiempo a que el arzobispo apruebe la petición de matrimonio y para que tus golpes desaparezcan en gran parte. Luego de una semana, vas a cortejar públicamente a Jane por tres días, y luego de esos tres días, celebraremos la boda si Dios nos acompaña.
—No permitiré que este patán traidor se case con mi hermana —Interrumpió Theon, quien no dejaba de fulminar al duque con la mirada.
—Creo que en un principio esa fue tu solución al problema —Corrigió el duque —Estoy dispuesto a casarme con tu hermana y protegerla de todo el que se atreva a hacerle daño.
Sus palabras me dejaron sin aliento, pero en cambio, tuvieron el efecto contrario en mi hermano, quien se levantó de la silla de su escritorio y corrió hacia el duque, aprovechando la similitud de estatura y musculatura, y lo alzó con agresividad por el cuello hasta poner su espalda contra la pared.
—¡Suéltalo, Theon! —Gritó mi tía horrorizada.
Pero Theon, decidió apretarlo con más fuerza por el cuello.
—¡Déjalo, Theon! —Grité, y me acerqué a ellos para intentar separarlos, pero ambos eran altos y fuertes, ni el máximo esfuerzo que yo hiciera iba a poder separar la furia de mi hermano del cuello del duque.
—¡Creería que tu propuesta es sincera, si la hubieras aceptado antes de que mi hermana recibiera un disparo por tu culpa! —Theon, hizo aún más presión, pero justo en ese instante, el duque realizó una perfecta maniobra con sus manos y se liberó del agarre de mi hermano, intercambiando así posiciones.
—Te recuerdo que fuiste tú quien disparó, yo ni siquiera tenía intenciones de apuntarte —Dijo con frialdad y comenzó a hacer más presión en el cuello de mi hermano, al punto de que lo obligó a toser por la falta de aire.
—¡Tenía los ojos vendados! —Cada vez el rostro de mi hermano se enrojecía más, no sabría decir si era por la rabia o por la presión en su cuello.
—¡Cómo si eso fuese impedimento, siempre fuiste el mejor de la clase!
—¡Mis sentidos estaban concentrados en dispararte al corazón!
—¡Nunca haría algo para dañar a tu hermana!
—¡Eso no fue lo que me demostraste!
—¡Suéltalo ya! —Volví a gritar, y esta vez sujeté el brazo del duque en señal de súplica. Al instante, el gris de sus ojos se encontró con el marrón de los míos y noté en ellos un brillo distinto a la rabia.
—¡Por Dios, ya no son unos niños! —Exclamó mi tía —¡Enfrenten la situación como los hombres que son!
El duque soltó a mi hermano lentamente, y se alejó de él al instante.
—Yo también tengo culpa en esto —Miré a mi hermano a los ojos —No toda la culpa es del duque.
—Tú eres una dama, él… —Señaló con desprecio al duque —Es un libertino —Espetó Theon, y la furia parecía haberse materializado en él.
—¡Basta ya! —Interrumpió mi tía y todos la miramos —¡Deja a tu hermana hablar!
—Esta es nuestra realidad, Theon —Lo miré a los ojos con detenimiento —Ahora, déjenme a solas con el duque.
—Ni muerto lo permitiría.
—¡Theon! —Interfirió mi tía —Vamos afuera —Lo desafió con la mirada y logró sacarlo a regañadientes.
Y una vez estando a solas, en el silencio y la privacidad del despacho, sus ojos grises comenzaron a seguir cada paso inquieto pero cuidadoso que yo daba por la habitación. Creí ser valiente y comenzar la conversación, pero en cambio, fueron sus palabras las que me dieron el impulso para soltarlo todo:
—Espero que esté consciente de lo que acaba de hacer…
—¿El qué? —Lo desafié con la mirada, poniéndome de pie justo frente a él, dejando en evidencia la gran diferencia de estatura entre nosotros —¿Salvar mi apellido de una vergüenza… salvar a Theon de un final oscuro? ¿Qué cree que haría mi hermano si viera cómo el príncipe nos pone en ridículo, o peor…? ¿Qué cree que hubiera sucedido en aquel duelo?
Él, sólo tensó su mandíbula, y noté cómo apretó sus puños a ambos lados. De sus labios no salió ni un solo suspiro, pero en sus ojos noté algo parecido a remordimiento y culpa.
—Eso pensé… —Culminé, y luego caminé hacia la puerta —Hágame un favor —Lo miré sobre mi hombro —Dentro de una semana, cuando venga, no me traiga rosas.
Abrí la puerta y justo cuando iba a salir:
—Sé cuales son sus flores favoritas, milady.
Lo recuerda. Se lo comenté el día de mi cumpleaños, cuando no esperaba que nuestro futuro se uniera de esta forma. Cuando tenía sueños que deseaba cumplir.
—Menos mal que recuerda cuales son… —Hablé, sintiendo un nudo incómodo en la garganta —Ojalá hubiera recordado mis deseos de casarme por amor.
Salí de la habitación, con las lágrimas amenazando con salir y mi pobre corazón desintegrándose.
🥀🥀🥀
Ha pasado una semana. Una semana en la que no he salido de casa, y gracias a Dios que nadie nos vio besándonos, pues a este punto ya estuvieran los comentarios rondando por toda la sociedad. Los rumores que tía Margaret esparció comenzaron a surtir efecto, pues todos comentaban el misterioso cortejo que el duque de Whingbury estaba llevando a cabo, un cortejo que nunca existió, uno que me hubiera gustado que fuera de alma y corazón, pero que en realidad sería por compromiso y lástima.
Hoy era el día, un día que marcaría el inicio de una vida con el duque. Luego de que Beth me ayudara a vestir y peinar, bajé directamente a la sala de visitas, y mi sorpresa fue mayor cuando me la encontré llena de ramos de rosas, tulipanes y peonías. Mismos regalos que había recibido durante toda la semana.
—¿Cuándo dejarán de traer flores? —Le pregunté al hombre vestido de traje negro y pulcros guantes blancos que acababa de colocarse a mi lado.
—Son regalos de sus pretendientes, milady. Su hermano salió temprano, pero dejó dicho que no podía recibir ninguna visita más que la de su amigo, el duque de Whingbury. Por eso todos han dejado sus regalos y abandonado la propiedad —Informó Prinsley.
Miré sorprendida al mayordomo a mi lado. Ha pasado una semana en la que no he recibido a nadie, pero aún así me sorprendía la tenasidad de todos esos caballeros. Al parecer, mi baile con el duque en la boda de mi amiga y los rumores del cortejo, nuevamente había desatado el interés de todos.
Detallé el espectáculo de flores que había en la estancia, desprendiendo olores exquisitos que me hacían inspirar profundo, pero, ninguna de ellas eran las que tenía que recibir de él.
—Y éstas, se me fueron confiadas con mucho cuidado, y con la instrucción de que fueran entregadas en sus manos, milady —Prosiguió Prinsley, y al voltear a verlo, en sus manos tenía un hermoso ramo de flores “Nomeolvides”, tan simples y a la vez tan hermosas, tan delicadas, pero que podían hacerme sonreír al imaginarme estar sentada entre ellas en el campo. El color predominante era un azul suave y celestial, que se asemeja al color del cielo en un día despejado. Pero también habían otras de color rosadas, blancas y moradas pálidas, añadiendo una sensación de serenidad y ternura al ramo, recordándome los días de primavera en mi antiguo hogar.
Tomé el ramo en mis manos, e inevitablemente no pude evitar sonreír al ver aquellas flores diminutas. Acerqué mi nariz a ellas e inspiré profundo aquel olor a libertad, a cielo, a nubes, a lluvia, a tierra mojada, incluso pude imaginarme la brisa acariciándome el rostro y el trinar de las aves, o el sonido del viento acariciando las hojas de los árboles.
—¿Y él? —Miré al señor de nariz aguileña que aún seguía a mi lado —¿Está aquí?
—Me pidió que le entregara esto… —Me entregó una pequeña nota, y luego se retiró con educación.
Abrí la pequeña tarjeta blanca con adornos dorados y leí detenidamente las palabras con perfecta caligrafía escritas en ella:
Nomeolvides.
Recuerdo el día en que me comentó cuáles eran sus flores favoritas. Quedé con la duda de por qué unas flores tan sencillas y comunes podían llamar tanto su atención. Por lo que me di a la tarea de investigar, y lo que descubrí fue incluso más sorprendente que mi curiosidad. Me atrevería a decir que usted es una de esas flores, tan pequeña y hermosa, pero que también tiene la admirable habilidad de florecer incluso en terrenos difíciles y poco fértiles.
Milady. Espero y algún día logre perdonarme por todo lo ocurrido. No pude estar presente hoy por problemas en el Condado, pero además de estas hermosas flores que hoy mismo mandé a plantar en mis tierras; que pronto serán las de usted, también le traje otro obsequio, cuídela, pronto serán dos. Puede encontrarlo afuera en el jardín.
Ansel Dagger.
Unas lágrimas salieron de mis ojos humedeciendo mis mejillas. Con cada palabra que leía, el nudo en mi garganta crecía. ¿En qué momento permití que él me afectara tanto?
Salí de la casa rumbo al jardín. Al llegar, no podía creer lo que mis ojos veían:
Frente a mí se encontraba el mozo de cuadra sujetando las tiendas de un hermoso animal. Lo reconocería a kilómetros de distancia.
Una sonrisa se adueñó de mi labios al ver aquel hermoso pelaje blanco perlado, y su crin y su cola con esas hermosas ondas que parecían olas del mar. Se trataba de Sky, y ahora era mía.
🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀
Hola, hola.
Quiero leer sus opiniones. Recuerden que votar y comentar es gratis, y me motivan para seguir actualizando.
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