Capítulo 26: Bajo el cielo estrellado.

Ansel.

No lo puedo negar, su forma de pensar me molestó.

Sé muy bien el poco esfuerzo que Landon ha puesto en su cortejo. Sé que vio en ella su belleza, y su forma de ser distinta a la de las demás señoritas que solo buscan títulos y riquezas. Sé que pensó que ella no se resistiría a una propuesta así, pero debió imaginarlo. Esa fue la virtud que le atrajo en primer lugar; su particular desinterés por los títulos ¿Cómo pudo pensar que ella aceptaría una propuesta de matrimonio sin amor?

A pesar de que el amor solo destruye. Me deslumbró que Jane pusiera su amor propio ante una corona, y luego me enfurecí…

¿Cómo es posible? Luego de tal hazaña, se sintió culpable por arruinar un simple baile bajo las estrellas. Se sintió culpable por avergonzar a Landon durante una fracción corta de tiempo, porque estaba seguro que la autora del diario de chismes no permitiría que la situación fuera más lejos, después de todo, se trataba de Jane y del futuro rey, y su diario clandestino corre por las calles bajo la autorización de la familia real.

—Theon… —Me acerqué a mi amigo cuando fue al estante de las bebidas.

—Ansel —Sonrió al verme —¿Te sirvo un trago? —Asentí —¿Qué prefieres tomar?

—Tu favorito.

Mi amigo sirvió dos vasos de coñac y me entregó uno. Brindamos, y nos quedamos viendo todo el salón: Mis hermanos conversaban con mi futuro cuñado, y las chicas hablaban de sabrá Dios qué cosa, aunque estaba seguro que dos de ellas sí estaban conversando, pues Jane estaba viéndonos con disimulo.

—Hay algo que debo decirte —Dije, atrayendo la atención de mi amigo —Más bien. Hay algo que debo pedirte.

—Tú dirás.

—¿Me darías permiso para llevar a Jane al lugar donde solíamos jugar de pequeños?

Theon casi se atraganta, y luego voltea a verme entre furioso y sorprendido.

—¿Enloquesiste? Ni en un millón de años permitiría que Jane fuera contigo a ese lugar tan apartado, no la conoces de nada.

—Te equivocas —Otra vez obtuve su atención —La conozco desde hace varias semanas, somos amigos.

—¿Por qué no me lo ha contado? —Inquirió.

—Tal vez porque no teníamos definido ese título hasta hoy en la tarde. O porque yo siempre desaparezco… O porque nos conocimos justo en un momento de peligro.

Si quería obtener su permiso, tenía que asegurarme de que él confiara en mí.

—¿De peligro? —Noté cómo fruncía su entrecejo —¿Qué ocurre Ansel? No eres partidario de los acertijos.

Inhalé y exhalé pesadamente.

—Lo que estoy a punto de contarte es muy serio. Fraccionaré la confianza que Jane tiene en mí solo si lo mencionas, y lastimaré aún más el corazón de James.

—¿James? —Se notaba confundido —¿Qué tiene que ver James con Jane?

—Salvé a Jane dos veces de las asquerosas manos del padre de James —Theon abrió sus ojos a más no poder. Noté cómo presionaba con fuerza el vaso en su mano hasta que sus nudillos se volvían blancos —Antes de que explotes, ya me encargué de ese desgraciado. No volverá a molestar a Jane.

—¿Por qué no me lo dijo? —Su mirada se perdió en el vacío, y luego miró a su hermana desde la distancia.

—Porque eres explosivo, mucho más que yo, y eso que me aseguré de desfigurarlo. Estoy seguro de que tú hubieras hecho algo peor.

Mi amigo inhaló con pesadez, y luego me miró con algo de tristeza.

—No me alcanzará la vida para agradecerte.

—Con que no menciones lo ocurrido está bien. Jane no me lo perdonaría, y James volvería a abrir esa herida referente a su padre que tanto le ha costado cerrar, bastante tiene con su rechazo y los maltratos. No quiero que descubra que su padre fue capaz de intentar lastimar a Jane —Mi amigo asintió lentamente —Y que me permitas llevarla a donde te pedí.

Mi amigo entrecerró sus ojos y me miró detenidamente, como si quisiera verme el alma.

—¿Por qué? —Inquirió.

—Porque quiero tener un lindo detalle con ella —Me apuntó con su dedo índice.

—¿Tienes otras intenciones con ella? Ya tengo suficiente con Landon. No juegues con su corazón, Ansel.

—Solo somos amigos, lo juro.

Le mantuve la mirada, y luego Theon exhaló pesadamente.

—Está bien, puedes llevarla.

🥀🥀🥀🥀

El ducado de Whingbury es dueño de una mansión de campo a dos kilómetros de la mansión de Theon. Eso lo descubrí cuando yo obtuve el título de duque.

Los colores dorados del atardecer ya comenzaban a notarse, y esa era la señal para ir de camino a la mansión de Theon y llevar a Jane rumbo a su sorpresa.

Por un instante dudé de si aceptaría mi invitación. Pero todos esos sentimientos fueron eliminados en el instante en que la vi con aquel vestido color coral claro, con aquellos lindos bordados de flores en su corsé. Su hermoso cabello iba recogido, las luces doradas del atardecer le daban cierto protagonismo que no pude evitar de admirar, y ese perfume frutal se adherían a mi nariz con profundidad.

—Hola… —Saludó, y en ese instante vi a su dama de compañía acercándose con una capa en sus manos del mismo color del vestido de Jane.

El corazón comenzó a latirme con fuerza cuando vi a aquella joven acercándose con pasos decididos. Jane tenía el derecho de llevarla, tal vez pensaba que era lo correcto aunque su hermano aprobara nuestra salida, o tal vez Theon la había obligado. Pero lo cierto era, que quería que tuviéramos cierta privacidad.

—Milady… —Dijo la joven, para luego saludarme con una corta reverencia —Olvidó su capa.

—Gracias Beth —Habló Jane.

—Que tengan buen viaje —La joven se alejó como mismo llegó, permitiéndome respirar aliviado.

—¿Y bien? —Preguntó Jane —¿A dónde me lleva, su excelencia?

No pude evitar curvar mis labios hacia arriba, formando una sonrisa que para mí resultaba ser de felicidad, pero para ella era totalmente indescifrable.

—¿No le gusta ser sorprendida, milady?

—No si me llevan a ciegas, su excelencia.

—De haber querido que supiera, se lo hubiera dicho en la nota que le dejé… pero estoy seguro de que usted imaginó que sería así.

—No sabía que era un hombre de acertijos, su excelencia.

—No lo soy.

—Entonces, dígame.

Caminé hacia ella, acortando la distancia entre los dos. Noté cómo Jane se revolvió en el lugar con disimulo, pero mantuvo la calma y no se alejó de mí. Luego, tomé su capa entre mis manos, la rodee hasta que quedé a sus espaldas y se la coloqué sobre sus hombros. Y al final acerqué mis labios hacia su oído instintivamente para susurrarle:

—A donde iremos hará bastante frío, es mejor que vaya abrigada —Noté como la piel de su cuello se erizaba con el roce de mis palabras —Eso es todo lo que le diré, ahora le volveré a preguntar ¿Me permitirá sorprenderla, o se irá a su habitación junto a Beth?

Se volteó lentamente hasta quedar frente a mí, dejando en evidencia lo pequeña que lucía ante mí. Por un instante nos quedamos en silencio. Mi mirada se perdía en su hermoso rostro lleno de pecas, en su cabello, el cual parecía estar en llamas gracias a la luces del atardecer, en sus labios definidos.

—Está bien… confío en usted.

Sonreí con satisfacción y la dirigí hacia el carruaje. Le extendí mi mano para ayudarla a entrar, luego yo entré, para así emprender nuestro viaje de tres horas.

🥀🥀🥀

Llegamos bien cerrada la noche, pero ese era mi objetivo; llegar a esa hora. Bajé del carruaje, agradeciendo que finalmente mis pies tocaron tierra firme, y luego le extendí mi mano a Jane para ayudarla bajar.

—Finalmente… —Dijo con una sonrisa de alivio en sus labios —Tierra firme ¿falta mucho para llegar?

Le ofrecí una de mis sonrisas indescifrable al escuchar su comentario.

—Ya hemos llegado.

—Pero… —Miró todo a su alrededor —Aquí no hay nada.

Tenía razón; no había nada. Solo un camino en medio de la pradera verde, que ahora por la oscuridad, no se notaba lo hermosa que es. Pero nuestro destino estaba en un sitio el cual los caballos no podían llegar.

—Hay que subir la colina —Le señalé una enorme colina que había a poco menos de cinco metros, misma que mis hermanos, Theon, James y Landon solíamos bajar rodando o montados en la corteza de un árbol.

—¿Enloqueciste? —Me miró como si estuviese loco, y fue su rostro horrorizado el que me sacó unas carcajadas.

—¿Qué es un poco de ejercicios para usted? —Entrelacé nuestras manos sin tan siquiera preguntarle. Ese gesto la sorprendió al igual que a mí, pero aún así me lo permitió —Vamos, no se arrepentirá.

Comenzamos a ascender en silencio aquella colina. Nos deteníamos a cada rato para que Jane recobrara el aliento, pero aún así ella continuó hasta el final.

El viento soplaba con suavidad en la cima. Y a unos pocos metros de distancia se divisaba la construcción que quería mostrarle.

—¿Qué lugar es ese? —Preguntó al ver aquella construcción antigua sumida en la oscuridad.

—Es un observatorio —Jane me miró sorprendida.

—No sabía que había uno aquí.

—Porque es privado. Su dueño no lo tiene abierto al público.

—¿Qué hacemos aquí? —Se notaba nerviosa, y apretaba mi mano con todas sus fuerzas —¿No le molestará? Estamos invadiendo su propiedad.

—No le molestará —Encogí mis hombros, restándole importancia.

—¿Cómo puede estar tan seguro, su excelencia?

—Porque yo soy el dueño, milady.

Otra de la tantas propiedades que descubrí que tenía en cuanto obtuve el ducado, solo que ésta me trajo tan gratos recuerdos de mi infancia con mis hermanos y amigos, que me encargué de contratar a una persona encargada del mantenimiento del lugar.

Su cara de nerviosismo, pasó a una de sorpresa, para luego terminar formando una sonrisa igual a las mías; indescifrable.

—Eres un hombre de acertijos —Afirmó.

—Me declaro culpable —Sonreímos —Aunque solo lo soy con usted.

Juntos, caminamos hasta quedar frente a la enorme construcción. Sus robustas paredes de piedra estaban desgastadas por el tiempo, pero la cúpula de cobre y cristal brillaba bajo la luz de la luna.

Por instinto, miré hacia el cielo para comprobar que las nubes no arruinarían mi sorpresa. La noche era clara y el cielo se extendía como un lienzo negro salpicado de estrellas titilantes.

—Es magnífico, ¿no cree? —dijo ella, mirando hacia arriba con los ojos llenos de admiración.

—Sin duda alguna… —Giré mi cabeza para observarla en lugar de las estrellas. Se veía tan hermosa. ¿Cómo es posible que despierte en mí ese extraño fuego, esa curiosidad, esas sensaciones en mi cuerpo? Me prometí a mí mismo que siendo amigos todo eso acabaría, pero un fuego abrazador me dice que será muy dificil lograrlo —Pero no es el cielo lo que me tiene cautivado en este momento.

Jane se giró bruscamente, y encontró mis ojos fijos en ella con una intensidad que estaba seguro que la dejó sin aliento. Se aclaró la garganta, intentando romper la tensión que se había cruzado entre nosotros como un hilo invisible.

—¿Me acaba de hacer un cumplido? —Habló con firmeza, pero noté en sus palabras algo de nerviosismo y tartamudeo.

—Me refería a la construcción… es antigua. —Mentí. Claro que no iba a permitirme esa debilidad, pero esas palabras salieron de mi corazón sin consultarle a mi cerebro.

—Ha… claro —Miró el observatorio —Sí, es antiguo.

Comenzamos a caminar hacia la puerta de madera maciza. Jane iba delante, mientras que desde atrás, yo la veía con una sonrisa ladeada, imaginándome la cara de sorpresa que tendrá en cuanto vea lo que se esconde dentro.

Tal y como le ordené al encargado del lugar; dejó las puertas abiertas en cuanto nos vio llegar, y también dejó el lugar iluminado por velas estratégicamente dispuestas por el lugar.

El rostro de Jane no tenía comparación en cuanto vio lo que se escondía dentro.

El interior era un jardín de ensueño, con flores de colores vivos y arbustos que brillaban en la luz de la luna. Varias luciérnagas volaban por el lugar, formando pequeños puntitos de luz cálida, y muchas mariposas de colores volaban y descansaban sobre las flores. Mi suegro se encargó de crear un perfecto hábitat para estos insectos, mismo que yo me he encargado de conservar.

—Ansel… —Era tanta su sorpresa que incluso olvidó los formalismos —Es hermoso.

—¿Valió la pena ser sorprendida?

—Sin duda alguna —Sonrió.

El suelo estaba cubierto de una alfombra suave y oscura, y el techo era una bóveda de cristal que permitía ver el cielo estrellado en su máximo esplendor.

—¿Está lista para ver las estrellas?

Ella asintió con emoción. Nuevamente entrelacé nuestras manos y ella me lo permitió, para juntos caminar hacia el centro del jardín, donde algunas luciérnagas nos pasaron volando cerca y unas mariposas se posaron en su vestido y cabello.

Juntos nos sentamos en un banco de piedra, acerqué uno de mis ojos al enorme telescopio que teníamos al frente y lo enfoqué en lo que quería que ella viera.

—Mira, ahí está la constelación de Orión —Le dije, y ella miró a través del instrumento. Su cara de sorpresa no tenía reparo en lo que estaba viendo —¿Sabía que su cinturón está formado por tres estrellas que brillan con especial intensidad?

—No… —Sonrió sin apartar su ojo de la mirilla.

—Son también las únicas tres que parecen estar siempre alineadas —Continué explicando, acercándome un poco más a ella.

La cercanía causó que el aire se hiciera más pesado en mis pulmones.

Jane se dio cuenta de lo cerca que estaba de mí, probablemente sintiendo la calidez que emanaba de mi cuerpo, pero aún así no se alejó.

—A veces me pregunto si las estrellas tienen historias que contarnos —dijo, tratando de desviar la atención de la creciente tensión entre nosotros —Historias de amor, de guerra, de esperanza.

—Quizás son un reflejo de nuestras propias historias —Repliqué, y ella dejó de mirar a través del telescopio solo para verme a los ojos. Su mirada mostraba una mezcla de curiosidad y emoción.

—¿Qué historias querrían contar?

—Podrían contar la historia de una joven valiente que rechazó la propuesta de matrimonio del futuro rey de Inglaterra, solo para anteponer su corazón y felicidad antes que a un hombre, pero que en el fondo anhela conocer el amor verdadero.

Sus labios se entreabrieron, pero las palabras no fluyeron, en cambio me respondió con una sonrisa dulce.

—No creo que mi historia sea digna de contar por las estrellas.

—Nunca ponga en duda sus valores. Usted merece algo mejor.

—¿Algo mejor que un príncipe?

—¿Se arrepiente de lo que hizo?

—No, pero eso no quita que sigo soltera y con veintitrés años.

—Eso no importa.

—Para mí si.

—Créame, aún es muy joven. Encontrará lo que tanto busca.

—Comienzo a dudarlo, no debí dejarlo en ridículo frente a todos —Replicó.

—No se sienta culpable, él no le consultó primero.

—En las historias de romance, las propuestas de matrimonio son así. Él creó el escenario perfecto.

—Yo la traje a un lugar más hermoso —Nuestros ojos se quedaron viéndose fijos.

—Pero usted es mi amigo.

—Si, lo soy… y me disculpo por lo que estoy a punto de hacer.

—¿Qué…?

Antes de que pudiera terminar la frase, me incliné hacia ella y nuestros labios se encontraron. No lo pude evitar. Necesitaba probarlos, necesitaba descubrir qué era lo que mi cuerpo pedía con tanta urgencia cada vez que la veía, cada vez que conversábamos.

Y para mi sorpresa, ella no puso resistencia. Se entregó a mi beso como si su cuerpo también le estuviera haciendo las mismas preguntas que el mío. Sentía una llama creciente en mi interior, algo que acortaba mi respiración, que ponía a temblar mis manos obligándolas a buscar su calidez. Que aceleraba mi corazón a tal punto que quisiera salirse de mi pecho. Que calentara cada rincón de mi cuerpo exigiéndome que buscara algo más que aquel beso.

Fue un beso suave y prolongado, lleno de pasión y deseos reprimidos.

Me detuve, con la respiración hecha un desastre, para darme cuenta que ella estaba igual que yo. Acaricié sus mejillas con delicadeza, y ella cerró sus ojos ante mi tacto. Su rostro relajado me indicaba que disfrutaba aquello tanto como yo.

¿Qué estaba pasando? ¿Era solo una atracción momentánea? Necesitaba comprobarlo. Me urge comprobarlo.

La besé de nuevo, esta vez con mayor intensidad. Ella no puso resistencia. A pesar de su inexperiencia, lograba seguirme el curso y poco a poco fue mejorando, al punto de que parecía que hubiéramos conectado como dos piezas que siempre habían sido del mismo rompecabezas.

Pero luego, las consecuencias se alojaron en mi mente, como si fuese una campana de aviso.

No quiero casarme. No puedo enamorarme. No puedo ilusionarla si no tengo intenciones con ella. No puedo seguir, o si no perderé el control.

Detente, Ansel.

Detuve el beso a duras penas, con la llama casi consumiendo todo mi ser. Pero esta vez no era mi corazón el que gobernaba, era mi cerebro. La miré a los ojos, para notar que sus pupilas estaban dilatadas por el deseo, así como debieron de estar las mías. Sus labios estaban hinchados y su respiración era un desastre, igual a la mía. Nos miramos en silencio, sorprendidos por lo que acabábamos de hacer.

—Lo siento —Finalmente hablé, aún sobre sus labios.

—Yo también lo siento…

—Fue mi culpa —Repliqué.

—Dígame algo… ¿Me ama? —Su pregunta me desconcertó. No sé si la amo, pero sí sé que ella tiene el poder sobre mi cuerpo, mis sentidos, mi corazón.

—No… ¿Y usted?

—No… —Su respuesta fue amarga.

—Fue mi culpa. —Repliqué.

—De los dos —Rectificó —No me debe nada, nadie nos vio —Me sorprendía la frialdad con la que hablaba.

—Tiene razón… ¿seguimos siendo amigos?

—Si… somos amigos.

🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀

Hola, hola.

Con este capítulo me retiro lentamente para leer sus opiniones.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top