Capítulo 25: Feliz cumpleaños.

Los interminables corredores del palacio me resultaron cortos. Salí de aquel salón de baile sin tan siquiera mirar atrás, sin voltear a ver a mi familia. Salí con el corazón latiéndome con fuerza y con las lágrimas humedeciendo mis mejillas.

No podía evitar sentirme culpable por el príncipe. Lo dejé con el anillo de compromiso en la mano y en medio de una sociedad curiosa y parlanchina. ¿Acaso le di falsas esperanzas? ¿Cómo es posible que conciderara la posibilidad de que yo aceptara tan pronto, sin tan siquiera conocernos bien?

Tal vez porque es un príncipe, y es lo que cualquier señorita desearía. Tal vez porque cada vez estoy más cerca de ser desechada. Tal vez porque no soy de las más agraciadas y perfectas, pero, a pesar de todas esas cosas, siempre tuve como prioridad casarme por amor.

—¡Jane, espera! —Mi hermano sujetó con fuerza mi brazo.

Lo miré con los ojos cristalinos. Su respiración era agitada, posiblemente porque salió corriendo detrás de mí. Ni siquiera noté que ya estábamos fuera del palacio.

—¿Tú lo sabías? —Le grité —¿Sabías lo que él planeaba?

—¿Qué? ¿Cómo puedes pensar eso de mí? —Su rostro era de indignación, y en sus ojos azules noté algo más que ese sentimiento, tal vez furia.

—Pues porque tú mismo me dijiste que te contara si estaba de acuerdo.

—¡De acuerdo con los regalos! —Estalló en furia —¡Landon solo me contó lo del baile, pero jamás me dijo lo que planeaba hacer después!

Theon, caminaba de un lado a otro mientras pasaba sus manos con frustración por su cabello.

—De haber sabido lo que ocurriría, jamás lo hubiera permitido. No me importa si no te casas, solo quiero que cuando lo hagas, sea porque así lo quisiste —Una lágrima salió de sus ojos, y ese fue el estallido para correr a refugiarme en sus brazos y llorar desconsolada.

Claro que le creía. Mi hermano nunca me obligaría a hacer algo que yo no quisiera.

—Sentí tanta vergüenza —Sollocé —Tanta pena por él.

Buscaba el calor de su pecho con desespero.

—Fuiste muy valiente, pequeña zanahoria —Besó mi cabeza con cariño —Landon no tenía el derecho de ponerte en esa situación. Primero tenía que consultarlo con nosotros, contigo.

Acunó mi rostro entre sus manos, y me obligó a verlo a los ojos.

—Te juro que jamás permitiría que algo así te ocurriera.

—Te creo —Me abrazó fuerte, como si quisiera mantenerme en una pieza.

—Tía Margaret está adentro, tratando de calmar a todos. Ella vendrá más tarde.

—He traído vergüenza a nuestra familia, hermano —Hablé, aún con sus brazos protegiéndome.

—Poco me importa lo que piensen de nosotros. Mi única prioridad es tu bienestar, Jane.

—Te amo, hermano.

—Yo te amo más, hermana. —Besó mi frente y secó mis lágrimas con suavidad —Vamos a casa.

🥀🥀🥀

  Hoy es mi cumpleaños. Oficialmente cumplo veintitrés años, aunque debo admitir que no tengo ánimos para celebrarlo. Luego de lo ocurrido anoche, no dejo de darle vueltas al asunto, y aún quedan las palabras venenosas del diario de chismes.

—¡Feliz cumpleaños! —Dice Lizzy mientras se sube a mi cama de un tirón, sacándome una sonrisa genuina.

—¡Lizzy! —No abrazamos.

—Te traje un obsequio.

Mi amiga me entrega una pequeña cajita blanca con un lazo dorado. Al abrirla, queda al descubierto una linda pulsera de plata con una “J” y una “E” encerradas en un símbolo de infinito.

—Es nuestra pulsera de la amistad —Me muestra su mano derecha, para dejar al descubierto una pulsera idéntica —Yo también llevo una —Sonrió.

—Lizzy… es hermosa —Voltee a verla sonriente —Gracias.

—En poco tiempo, te has convertido en una buena amiga, en la mejor y la única que he tenido.

Mi sonrisa se fue borrando lentamente mientras mi vista se quedaba fija en el regalo.

—¿Qué sucede? ¿No te gusta?

—¿Qué? No, no —Suspiré —Disculpa por no buscarte anoche…

Los Dagger estaban entre los invitados del baile, y con todo lo de la sorpresa, más el príncipe, ni siquiera fui a saludarlos.

—No quiero que hablemos de anoche… no mereces recordar lo ocurrido —Asentí, y ella me abrazó.

—¿Me la pones? —Inquirí, y ella aceptó sonriente.

—Vamos, hoy es tu día especial. Beth y Mary ya fueron rumbo a la mansión de campo, y mi familia también está de camino junto con Philips.

—Primera vez que veo que te despegas de Philips —Bromee.

—Mi amiga me necesita —Llevó un mechón de mi cabello hacia detrás de mi oreja —Hay que alistarte, y dejarte hermosa ¿Qué tienes pensado ponerte?

Señalé hacia mi armario, y en las puertas estaba colgado mi vestido: Era de un color verde menta, con pequeñas flores rojas en relieve adornando su escote recto hasta llegar a las mangas caídas en mis hombros.

—Lucirás hermosa, amiga.

🥀🥀🥀

El camino hacia la mansión de campo fue silencioso. Tía Margaret, Theon y Lizzy fuimos los únicos que quedamos rezagados.

Al llegar, la mansión era justo como la recordaba. Extrañé tanto este lugar. Extrañé tanto aquella enorme construcción campestre llena de flores por doquier. Extrañé el extenso campo, el río, y el pequeño lago artificial que hay en el jardín trasero, donde solía pasar la mayor parte del tiempo, y donde pasamos todo el día reunidos.

Los gemelos corrían por doquier, mientras que los adultos jugábamos al croquet, y para sorpresa de Gael, nuevamente le gané. Bebimos limonada, brandy, y comí pastelitos de limón.

Como era de esperar, el príncipe no apareció. Me atormentaba la idea de haberlo afectado con mi rechazo, pero él no tenía el derecho de ponerme en aquella situación. Aunque, en ese instante, mi tristeza se debía a que cierto invitado de ojos grises tampoco había llegado.

El sol casi se escondía en el horizonte. Los Dagger y mi familia estaban dentro de la mansión tomándose un descanso para continuar con el baile privado que habíamos organizado. Mientras tanto, yo estaba de pie en el pequeño puente que queda encima del lago artificial de nuestro jardín. Mi vista se perdía en los hermosos peces de colores que ahí habían, mientras los lindos colores del atardecer le daban a mi rostro, mi mente le daba vueltas a mi invitación no aceptada.

El duque no vino, no aceptó mi invitación. Me siento molesta porque él ni siquiera piensa en mí de la forma rara en que yo lo hago. Estoy molesta porque tengo ese sentimiento. Estoy molesta porque creí en la posibilidad de que él vendría a pasar un día agradable con nosotros, y aún así no apareció.

Soy una ilusa.

—Feliz cumpleaños —Una voz profunda me sacó de mis pensamientos.

Voltee a ver de quién se trataba, y no podía creer lo que mis ojos veían. Llevaba una camisa blanca, con un chaleco negro encima y un pantalón ceñido al cuerpo de color negro. Su ropa estaba hecha a la medida perfecta, pues dejaba notar sin pasar a lo vulgar sus grandes brazos y su pecho fuerte. Su cabello intentaba estar peinado hacia atrás, pero aún así, tenía un pequeño mechón que le caía en la frente.

—Usted...

—Creo que lo que debe decir en estos casos es: "gracias".

Él, alzó la comisura derecha de su labio, dejando ver una corta sonrisa, en cambio yo, no hice reparo en ella, pues no pude ocultar la alegría que me daba su presencia.

—Gracias, su excelencia.

—Le dije que no me llamara así, milady.

—Cuando me lo exigió, se escuchó bastante exigente.

  El duque, comenzó a caminar hacia mí, hasta quedar a mi lado. Apoyó sus antebrazos en el barandal de hierro forjado del puente, y dirigió sus sorprendentes ojos grises hacia los míos.

—Creo haberle pedido disculpas por mi comportamiento.

—Y yo se las acepté, pero aún así prefiero mantenerle el pedido, por si un día vuelve a exigírmelo. —Sonreímos.

Por un instante, hubo silencio entre nosotros. Decidí posar mis ojos en las cristalinas aguas y él hizo lo mismo, sólo que decidió hablar:

—Escuché que rechazó una propuesta de matrimonio bastante prometedora.

Su comentario me obligó a verlo directamente.

—¿Me va a volver a reprochar como la última vez?

—¿Cuando olvidará aquel día? —Su tono de voz se escuchaba neutro.

—Nunca… —Suspiré con pesadez, y sentí una confianza al tenerlo a mi lado que me animó a hablar —Me siento tan apenada. Él tuvo un hermoso detalle conmigo, debería haber visto el hermoso baile que organizó en mi honor. Pero no podía aceptar su propuesta.

—No lo entiendo…

—No estoy enamorada de él —Me miró repentinamente, curioso. Estoy segura de que estaba tratando de buscar la broma en mis palabras.

—¿Lo dice en serio? —Asentí.

—Creo haberle dicho que el amor está lleno de espinas, milady.

—Pero aún así quiero vivirlo intensamente, sin importar acabar con miles de ellas en mi corazón, su excelencia.

—Muy bien, después no diga que no le advertí.

—Acepto el riesgo… —Inhalamos y exhalamos, como si nuestras necesidades de hacerlo estuvieran conectadas.

—Aún así, me alegra que se antepusiera a un hombre. Es usted muy valiente, milady —Lo miré al instante y noté una fina línea en sus labios.

—Creí que no entendía mi propósito —Inquirí.

—Una corazonada me decía que esa era la razón —Alzó la comisura de su labio —Lo que no entiendo es, ¿por qué se siente culpable por arruinar el detalle que tuvo?

—Porque creo fervientemente que fue con el fin de proponerme matrimonio, de no ser por esa razón, no merecería un detalle tan hermoso como lo fue ese baile.

Me miró al instante, y noté algunos músculos de su mandíbula tensos.

—Nunca, escúcheme bien… —Su voz se escuchó más fuerte y firme, haciéndome temblar —Nunca crea que no merece detalles como ese, milady. Usted merecía esa celebración y mucho más. Si Landon lo hizo o no con ese fin, es su problema. Pero nunca sienta pena porque un hombre le bajó el cielo a sus pies y usted lo rechazó ¿Entendido? —Mantuvo su mirada gélida en mis ojos, mientras que yo olvidé cómo respirar.

—¿Entendido? —Insistió con firmeza.

—Entendido… —Él asintió, y volví mi atención hacia el lago, no para evitarlo, sino para recobrar el aliento que había perdido.

Me entretuve en las aves que volaban cerca del río, en los peces que se veían a través de las aguas cristalinas, él pareció respetar mi silencio. Cuando mis sentidos estuvieron en su sitio, hablé:

—Tiene usted una forma muy peculiar de irse —Comenté.

—¿A qué se refiere?

—Cuando se fue, dejó a Lottie y a Lizzy en un mar de lágrimas.

—No tenía la más mínima idea —Suspiró cansado —Hubo una emergencia en mi Condado, solo tuve tiempo de dejar una nota.

—Eso me comentó Lizzy, se nota lo mucho que lo quiere y extrañó.

—¿Y usted? —Su pregunta fue simultánea a mis palabras.

—¿Yo qué?

—¿No me extrañó?

¿Qué si no lo extrañé?

Si hasta soñé con él. Pero eso no se lo diré.

—¿Por qué debería? No somos amigos. Solo hemos coincidido en algunos instantes.

—En eso tengo que darle la razón. Nuestros encuentros suelen ser... peculiares —Volvimos a reír.

—Pero debo diferir en algo… —Comentó —Yo pensé que después de todo lo que hemos pasado sí éramos amigos. Después de todo vine hasta aquí para traerle un obsequio.

¿Un obsequio?

¿Vino desde su Condado solo para traerme un obsequio?

—No le creo. —Me sentí tonta por decirle eso, pero mis pobres nervios me traicionaron.

—Usted tiene un forma muy rara de agradecer, milady —Me miró con los ojos entrecerrados.

—Tengo derecho a desconfiar, su excelencia. Usted es una caja de sorpresas.

—Me merezco su desconfianza —Reímos.

En ese instante, sacó de su bolsillo una cajita mediana de terciopelo rojo, y me la entregó.

La abrí con cuidado, expectante a su contenido, para encontrarme dentro algo que jamás había visto en mi vida. No se trataba de un anillo, ni de un colgante, ni de unos pendientes. No se trataba de nada que fuera lógico que llevara dentro una pequeña caja como esa.

—¿Nunca ha visto una concha marina? —Preguntó al ver mi cara de sorpresa.

—Nunca he visto una como esta.

  Era una concha marina de tamaño mediano, justo para caber dentro de esa cajita. Su color era de un blanco pulcro, simulaba ser una pequeña y delicada cajita que dentro guardaba secretos del mar.

—Esta concha es única. Su especie es capaz de crear algo realmente hermoso y sorprendente.

—¿Crear algo? —Mi desconcierto era un deleite para él.

—Tómala en sus manos y ábrela.

Lo miré, y luego hice exactamente lo que me pidió. No fue difícil hacerlo, esta concha ya había sido abierta con anterioridad. Frente a mis ojos apareció una de la joyas más costosas del mundo en su estado natural: Una perla verde.

—Es... hermosa —Alcé mi vista para verlo sorprendida.

—Esa perla me recuerda mucho a usted.

—¿Por qué?

—Porque es verde, y ese color le queda hermoso, así como el vestido que hoy lleva puesto. Porque es hermosa, aún estando en su estado natural; sin joyas que la adornen. ¿Sabes cuántas posibilidades hay de que una concha dé una perla de este color y tamaño?

—No...

—Una en un millón.

—Eso es... sorprendente.

—Eso la hace única —Metió la mano en el bolsillo de su pantalón, y sacó un delicado colgante de lo que parecía ser plata. Con un hermoso tejido que culminaba en un dije que era una esfera hueca y vacía.

—Esto es parte del regalo —Prosiguió —Este pequeño dige se abre, y ahí puede colocar la perla. Para que siempre la lleves contigo.

—¿Quiere que siempre lleve conmigo su regalo? —Nuestras miradas se encontraron al instante. Yo trataba de disimular una sonrisa y creo que él también.

—Solo si quiere hacerlo, milady.

—Tal vez lo haga, su excelencia —Llamarlo así me daba cierta gracia, y él ya se estaba contagiando.

—Entonces, ¿somos amigos? —Me extendió su mano sin guantes, y fue ahí que noté en su dedo anular un enorme anillo de oro con su sello personal; el cual parecía ser un barco.

—Ni siquiera nos conocemos bien.

—Bueno, eso tiene solución. Hagamos algo, yo le hago una pregunta y usted otra.

—Me parece bien... dígame, ¿por qué me mintió cuando dijo que no tenía ningún don, y aún así toca el piano maravillosamente?

—¿Me está haciendo un cumplido? —Sonrió —Esto es totalmente nuevo.

—¡Responda! —Reímos.

—Porque pensé que nunca más volvería a tocarlo. Esa vez que me vio… fue la primera vez en mucho tiempo.

—¿Por qué? —Sentía mucha curiosidad ¿Por qué dejar de tocarlo si lo hace tan bien?

—Creo que ahora me toca a mí preguntar.

—De acuerdo.

—¿Cuáles son sus flores favoritas?

—Nomeolvides.

—¿Nomeolvides? Pensé que diría rosas o tulipanes ¿por qué esas? Son tan... simples.

  Son mis favoritas porque su belleza es delicada. Porque representan la fidelidad, el amor verdadero y la lealtad. Y lo más sorprendente de ellas, es que crecen en los lugares más inhóspitos y desafiantes.

Pero eso no pienso decírselo.

—Me toca a mí, su excelencia. —Alcé la comisura derecha de mi labio, justo como él suele hacer.

—Muy bien, es lo justo.

—¿Cuál es su color favorito?

—El rojo... ¿y el de usted?

—El verde.

—Entonces acerté en mi regalo —Asentí, y él, con una sonrisa ladina, dijo:

—Me gustaría verla algún día en un vestido rojo...

¡Jane! ¡La cena está servida!  —La voz de Lizzy se escuchó desde lo lejos —¡Oh por Dios, Ansel! ¿Eres tú? —Gritó eufórica.

—Entonces… —Su voz atrajo toda mi atención —¿Somos amigos? —Me extendió su mano, mientras me regalaba una de sus sonrisas reprimidas.

No dudé en aceptarle el saludo, sintiendo su agarre fuerte al instante.

—Amigos.

🥀🥀🥀

Lizzy llegó corriendo junto a nosotros, y se lanzó a su hermano para besarlo y abrazarlo. Su relación me parece similar a la de Theon y mía.

La cena resultó ser amena y alegre. El duque de ojos grises se sentó junto a sus hermanos, justo frente a mí. Mientras todos comían, conversaban y reían, podía sentir su mirada gris sobre mí. En más de una ocasión alcé mi vista hacia él, para encontrarlo mirándome con una sonrisa ladina en sus labios.

Más tarde, nuestro baile privado se llevó a cabo. Bailé en más de una ocasión con Theon, con Gael, con Erick, incluso con Philips y Lizzy.

Cuando la noche dio paso a la madrugada. Lottie, mi tía y Mary subieron a descansar. Los gemelos hacía varias horas que el cansancio les había ganado. Quedamos los hermanos Dagger, Beth, Philips, mi hermano y yo. Mis amigas y yo conversábamos amenas, Erick, Gael y Philips hacían lo mismo en un extremo de la habitación, mientras que el duque y mi hermano se encontraban en un rincón apartado conversando con seriedad mientras bebían lo que parecía ser coñac.

Mi vista se perdía en aquel dúo mientras mis amigas me hablaban de algún tema que se escuchaba lejano. Y en ese instante, el duque se apartó de mi hermano y caminó hacia nosotras.

—¿Ansel? ¿Por qué llevas la capa puesta? —Preguntó Lizzy.

—Porque no planeo dormir aquí, hermana ¿recuerdas que tengo una propiedad a menos de dos kilómetros? —Respondió el duque y la abrazó.

—Ten cuidado entonces.

El duque le dedicó una sonrisa cálida a su hermana, un asentimiento de cabeza a Beth, y luego dirigió su atención hacia mí.

—Milady… —Escucharlo hablar con ese tono era hipnotizante —Fue una agradable velada —Sonreímos a la par, casi imperceptible, como si fuese un juego para nosotros mantener en secreto nuestra cercanía.

Le extendí mi mano, esperando a que él la tomara para besar su dorso.

—Fue un placer compartir la mesa con usted, su excelencia.

El duque tomó mi mano, y sentí cómo colocaba un pequeño papel en ella. Observé su cálido beso en el dorso, y oculté aquella nota que él me entregó en secreto.

Cuando nos dio la espalda, sus hermanos lo acompañaron hacia la puerta, y Beth instintivamente comenzó a recoger los vasos dispersos por la habitación, en cambio yo, abrí aquella nota con curiosidad:

Como amigos que somos, me siento en la obligación de reiterarle que usted no puede sentirse culpable por los detalles que recibe. Usted es merecedora de todo lo que un hombre esté dispuesto a ponerle a sus pies. Usted es merecedora de todo lo bueno de este mundo, le pido que me permita demostrárselo.

Ya hablé con Theon y me ha dado su autorización. La espero mañana al atardecer en la entrada de la mansión, vendré por usted.

Duque de Whingbury: Ansel Dagger.

🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀🥀

Hola, hola.

Quería decirles que la perla verde no es la más costosa de todas las perlas, pero me encantó la idea de que fuera de ese color.

Por aquí tienen el vestido que Jane utilizó en su cumpleaños.

Por aquí tienen el colgante.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top