Capítulo 11:Picnic.
Londres, 29 de abril de 1810.
Diario de la sociedad: “Las notas de un ruiseñor.”
El baile de blanco y negro resultó ser toda una joyita. Si bien nuestro diamante resaltó como se esperaba, bailando con un apuesto nuevo marqués. Nuestro rubí fue el centro de la atención. Esta autora fue testigo del baile de la señorita Jane Chadburn con el príncipe de Inglaterra, fui testigo no de uno, sino de dos bailes con su majestad. Su entrada en anónimato no llamó tanto la atención, pero su revelación frente al príncipe fue digno de una historia de amor.
¿Será que nuestro rubí se convertirá en princesa?
Eso está por verse…
🥀🥀
—¿Recuérdame, cómo es que mi hermano conoce al príncipe? —Le pregunté a Mary mientras me ayudaba a prepararme para la posible oleada de pretendientes que tocarían a nuestra puerta.
Si bailar con un duque atrajo a tantos pretendientes ¿Cuántos vendrán por haber bailado con un príncipe?
Y a todas estas, no dejaba de pensar en Lord Krueger, no sabía si decirle a mi hermano lo que me sucedió o guardármelo ¿Y si él tomaba la justicia por sus manos? Conozco a Theon, y sé que sin pensarlo lo retaría a un duelo aunque eso esté prohibido desde hace más de treinta años.
Mejor no le digo nada para evitar ponerlo en peligro…
Luego estaba mi salvador; tan enigmático, increíblemente apuesto y protector… y para colmo, un total desconocido.
—¿Nos volveremos a ver, milord? —Aún recuerdo su sonrisa a boca cerrada sobre su hombro.
—Me temo que no, milady.
¿Por qué no volvería a verlo? ¿Acaso no vive en Londres y solo estaba de visita?
Bueno, eso es todo un misterio que me atormentará de por vida.
—El príncipe se crió junto con tu hermano y los jóvenes Dagger. Ellos son muy buenos amigos, pero luego, Landy, como lo llamábamos todos cariñosamente, tuvo que irse de Londres para continuar con su educación. —Explicó Mary trayéndome a la realidad.
—¿Y cómo es que me reconoció? —La miré a través del espejo.
—No te reconoció a ti, sino a mí —Sonrió —Me imagino que no fue difícil atar cabos y descubrir que eres la hermana pequeña de su mejor amigo.
—Tiene sentido…
Mary sonrió mientras peinaba mi larga cabellera.
—Mary… ¿Crees que el príncipe quiera ser mi pretendiente?
—No estoy segura, pero bailaron dos veces, y creo que eso cuenta como una buena razón. —Sonreí emocionada.
—Lady Jane —Una criada se asomó en la puerta —Su primer pretendiente está aquí —Noté cierto nerviosismo en su voz.
Minutos después estaba bajando las escaleras rumbo a la sala de estar. Mi vestido fresco y veraniego de color turquesa rozaba con el suelo a medida que bajaba los escalones, y algunos mechones sueltos me acariciaban los hombros mientras que buscaba con la mirada quién era mi visita.
Por favor, que no sea Lord Krueger…
Una vez estando cerca, me di cuenta de quién se trataba: Unos ojos verdes que brillaban como esmeraldas bajo los rayos de sol que entraban por la ventana, su cabello color miel estaba perfectamente peinado hacia un lado, y esa sonrisa genuina y sin maldad, te invitaban a conversar todo el día con él.
El príncipe Landon.
Vestía un impecable traje de color azul marino, con una chaqueta de corte elegante que realzaba su porte distinguido y unos pantalones ajustados que le confieren una silueta esbelta y erguida. El chaleco bordado añadía un toque de sofisticación a su atuendo, mientras que la corbata de lazo perfectamente anudada aportaba un toque de distinción. Un broche de oro con incrustaciones de piedras preciosas adornaba su solapa, añadiendo un brillo adicional a la vestimenta digna de la realeza.
Una sonrisa discreta se dibujó en mis labios al ver sus lindos ojos puestos en los míos, y nuestra sala estaba repleta de rosas rojas, que, pese a no ser mis flores favoritas, eran un detalle realmente sorprendente que le daban un aroma increíble a toda la casa.
—Buenos días, milady. —Besó el dorso de mi mano mientras que yo hice una corta reverencia.
—Su majestad, qué sorpresa usted aquí. —Él sonrió y otra vez salió a la luz su hoyuelo, el cual resaltaba la dulzura y la calidez de su carácter.
—Algo me dice que mi viejo amigo no vino a traerme todas estas flores —Inquirió Theon, mientras entraba en la habitación con una tasa de té en sus manos.
—No te hagas el desentendido, sobrino, claramente leiste el diario esta mañana y sabes todo lo que ocurrió en ese baile anoche —Habló mi tía con una sonrisa cómplice, y noté que en sus manos traía un bordado de flores.
—Tienes razón, amigo mío —Habló el príncipe —Estas flores son para ti —Por un instante se miraron con intensidad, al punto de que pensé que pelearían ahí mismo, pero luego, estallaron en carcajadas y corrieron a abrazarse con nostalgia.
Si alguien me contara que mi hermano se tutea con el príncipe de Inglaterra, claramente no le creería… Pero aquí estaban ellos dos, abrazandose cual dos adolescentes, mientras se despeinaban el cabello y conversaban con tal cercanía difícil de creer.
—La verdad es que también envié flores a casa de nuestros amigos. —Rectificó su majestad.
—En cambio, viniste aquí a visitarme primero… Erick va a enloquecer cuando se entere —Rieron burlones.
—Lo entenderá, su mansión queda más lejos, no me daría tiempo regresar al palacio para preparar nuestra reunión.
—¿Qué reunión? —Preguntó mi hermano.
—Un picnic, para ponernos al día entre nosotros, para recordar los viejos tiempos. —Explicó el príncipe. —¿Qué dices Theon, te animas a ir con tu familia?
—Ahí estaremos —Ni siquiera lo pensó.
—Entonces, los espero dentro de una hora en el palacio.
🥀🥀🥀
El palacio real…
Ni siquiera sabía qué pensar al respecto, solo que el príncipe nos había invitado a pasar una tarde agradable con él.
Nuestro carruaje llegó junto con el de los Dagger, y una sonrisa se dibujó en mis labios al ver a mi querida amiga Lizzy descender del carruaje con la ayuda de Philips, sin dudas sus intensiones eran serias.
—¡Lizzy! —Corrí a abrazarla y ella me correspondió con la misma alegría.
—Tuviste una noche ocupada, querida amiga, ni siquiera tuvimos tiempo de saludarnos. —Reímos juntas.
—Si te soy sincera, fue una noche bastante… impactante. —Le respondí —Pero no quiero hablar de mí, más bien, quiero hablar sobre cierto caballero que vino con usted, milady —Miramos atrás y vimos a Lord Philips, quien venía conversando muy ameno con Lady Dagger, Gael, y Erick.
—Me pidió matrimonio esta mañana. —Mi amiga me susurró como si fuese un secreto bien guardado.
—¡¡Qué!! —La miré sonriente y le contagié mi sonrisa de felicidad. —¡Esto es maravilloso! —La abracé.
—Tenía tanto miedo de debutar y no encontrar el amor —Suspiró ilusionada —Pero Philips ha roto todos esos miedos, es… inexplicable todo lo que siento —Mi amiga no dejaba de mirar a Lord Philips con una sonrisa genuina en sus labios.
—Quisiera sentir lo mismo que tú, Lizzy —Ella me miró al instante.
—¿Y el príncipe?
—No lo sé —Me encogí de hombros —Solo lo estoy descubriendo.
—Querida Jane, créeme que si es el indicado lo sabrías. —Dijo mientras volteaba a ver a su amado.
El brillo en sus ojos y su sonrisa reluciente, era algo que ansiaba experimentar.
—Corre, ve con él —Le pedí.
Mientras que Lizzy iba al encuentro de su futuro esposo, yo iba caminando sola rumbo al jardín. Mi tía y hermano se habían adelantado junto con el príncipe y Erick.
El palacio era realmente hermoso: Techos altos con paisajes pintados en él, hermosas obras de arte adornando sus paredes, candelabros de oro con piedras preciosas incrustadas en ellos y grandes ventanales con cortinas de terciopelo resguardandolas.
—Buenas tardes, milady —Una voz conocida me saludó.
Al voltearme a ver de quién se trataba, me encontré con unos ojos oscuros con tanta profundidad, que te invitan a verlo con detenimiento, un indicio de barba que lo hace ver más varonil, y su cabello castaño recogido en esa peculiar coleta, la cual es una representación de que él no cumple ninguna regla de esta sociedad.
—Lord Dagger, ¿viene a invitarme a otra partida de croquet? —Sonreímos.
—¿Para que me vuelva a ganar? no gracias —Sonrió.
—Vengo a decirte que el príncipe es un buen pretendiente para ti, y no lo digo por su estatus, sino por su corazón. —Simplemente me sorprendió.
—Creí que usted me quería…
—¿Cortejar? —Terminó él y una sonrisa triste adornó su rostro.
—Mi corazón es de alguien, que no pertenece a esta sociedad —Lo miré sorprendida.
—Entonces, ¿por qué me halagaste tanto el otro día? —Mi ojos se encontraron con los de él.
—Porque creí que necesitabas escuchar lo hermosa que eres —Confesó con un encogimiento de hombros.
—Gracias, Gael —Sonreí —Si te soy sincera, siempre pensé en ti como un buen amigo.
—Yo también te concidero como una buena amiga.
Inhalé y luego exhalé.
—Bueno… si me concideras como una amiga, déjeme darte un consejo —Volví a verlo —Corre hacia esa persona que amas, el amor no tiene nombre, ni estatus, solo es amor, y no es justo que seas infeliz por el qué dirán. —Él me miró sorprendido y una luz iluminó sus rostro triste.
—¿En serio lo crees?
—Sí lo creo, tienes mi apoyo y probablemente el de tu familia.
—Gracias… —Sonreimos.
Ya estábamos saliendo al jardín. Se trataban de un amplio espacio lleno de setos bien cuidados y exuberantes flores coloridas. En el centro había un hermoso estanque lleno de nenúfares y peces coloridos, y a nuestro alrededor habían varias pérgolas de madera pintadas de blanco para darle sombra a las pequeñas mesas buffet que habían debajo.
—Mis padres están en Bruselas, atendiendo asuntos del palacio, me disculpo por ellos por no estar aquí. —Dijo el príncipe una vez que nos reunimos.
Lady Dagger venía con dos damas de compañía a su lado, cada una de ellas veníadan dándole las manos a unos infantes de al menos unos diez años, eran idénticos: Hermosos pequeños, de cabellos rubios y ojos grises, no me fue difícil darme cuenta que esos eran otros de los hermanos Dagger.
Lizzy y Philips se sentaron junto al estanque para conversar. Erick, Gael y Theon estaban debajo de una de las pérgolas conversando. Lady Dagger, sus niños y mi tía Margaret, estaban debajo de otra pérgola conversando mientras que los pequeños jugaban en la hierba.
Y el príncipe…
El príncipe venía caminando hacia mí. Con pasos seguros y cuidadosos y una hermosa sonrisa que mostraba su hoyuelo.
—¿Le gustaría que le muestre el invernadero, Lady Chadburn? —Preguntó él con suave voz.
—Me encantaría. —Sonreí.
Si fuese otra persona, mi hermano no permitiría que paseara sola con él, pero como se trataba de uno de sus mejores amigos, y nada más y nada menos que el príncipe, simplemente me lo permitió.
Mientras paseabamos entre las elaboradas fuentes que habían más allá del jardín y de los cuidados senderos, noté que el príncipe no podía apartar su mirada de mí, haciéndome sonrojar y obligándome a jugar nerviosa con un mechón suelto de mi cabello.
—Eres hermosa ¿Sabías? Tu belleza, diferente a la de las demás, es algo que me hipnotiza.
—Gracias, su majestad.
—Por favor, llámeme Landon. —Voltee a verlo sorprendida, sonrojada, nerviosa.
Todos sabemos que cuando permitimos que alguien que nos corteja, nos llame por nuestro nombre, y no por nuestros apellidos o títulos, es porque quieren algo más que una amistad, pero ¿Acaso yo quiero que él me tutee?
No lo sé, no sé cómo se siente el amor…
Finalmente llegamos al invernadero: Sus paredes estaban cubiertas por cristal y hierro forjado con motivos florales que brillaban a la luz del sol. En su interior, había una gran variedad de plantas exóticas, desde flores tropicales hasta especies raras y únicas traídas de lugares lejanos. Los árboles estaban dispuestos como si fueran parte de un laberinto natural, con senderos serpenteantes entre ellos que invitaban a explorar cada rincón del lugar. Aquel lugar simplemente era hermoso.
—Esto… es una maravilla. —Miré deslumbrada todo a mi alrededor.
—Todo aquí fue plantado por mi madre.
—Claramente la reina tiene un don para las plantas.
Observé más de cerca unas flores blancas que habían en una maceta.
—Así que… siempre supo que era yo debajo de esa máscara, y no me dijo nada. —Voltee a verlo y él sonrió.
—Así es… en cuanto reconocí a Mary, supe que se trataba de usted, aunque el color de su cabello me sorprendió, siempre lo supe —Sonreí.
—En cambio, yo no tenía ni idea de quién era usted hasta que firmó mi tarjeta —Reímos juntos.
—Fue realmente divertido ver su cara de sorpresa —Rio burlón, y yo me sonrojé más.
—Por favor, no me lo recuerde —Dije apenada, pero en cambio, él se me quedó viendo en silencio, como si estuviese detallando cada parte de mi rostro.
—Y eso fue lo que más me atrajo, Lady Chadburn, que no es una interesada. —Rebuscó entre unas macetas llenas de rosas rojas y sacó una cajita alargada forrada en terciopelo.
Al abrirla, me dí cuenta de que se trataba de un collar de rubíes. Me sorprendí tanto al ver aquella belleza; tenía un intenso color carmesí, las hermosas piedras estaban engarzadas en delicado oro blanco, formando una pieza de joyería única en su estilo.
—¿Acepta este regalo, milady? —Preguntó su majestad mientras lo sacaba de su caja.
Recuerdo que mi tía Margaret una vez me explicó, que los hombres hacen tales regalos por una única razón, que era de mala educación rechazarlos; simplemente se aceptaban y luego se decidía qué hacer con el caballero, a fin de cuentas, quien regala un obsequio así, es porque sus ingresos son bastantes ostentosos.
—Es… hermoso su majestad, pero —Lo miré a los ojos —¿Por qué me da este obsequio?
Él sonrió mientras me rodeaba y colocaba el colgante en mi cuello con delicadeza. Sentí el frío sutil del metal contra mi piel, en contraste con el roce inevitable de sus antebrazos contra mis hombros.
—Debo confesarle algo, milady… —Habló más cerca de mí, como si lo que fuera decir resultara ser un secreto, pero, en cambio, yo me encontraba más nerviosa aún por tener su respiración cerca de mi nuca —No envié flores a casa de los Dagger, solo envié las invitaciones y un carruaje.
—¿Por qué lo hizo? ¿Por qué llevó flores a mi casa, y a la de ellos no? —El príncipe terminó de abrochar el colgante y luego se colocó en frente de mí.
—Porque quiero pedirle que me permita cortejarla…
🥀🥀🥀🥀🥀
Hola, hola.
¿Les gustó el capítulo?
¿Qué les pareció la confesión de Gael?
¿Y el príncipe? Díganme algo de él.
Por aquí tienen a Jane con su collar de rubíes.
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