◖🌷Primer Idilio
Allá por el mes de marzo, vio su rostro encantador encendido y radiando como el más brillante rayo de sol. En medio del calor y exuberante vehemencia del momento, lo único que podía pensar era en lo bello del amor.
Aún en invierno, lo que los recibió aquel primero no fue nada más ni nada menos que un furioso clima francés. Las gotas de agua repiqueteaban furiosamente al colisionar contra las superficies, cuya única función era protegerlos del mal tiempo.
Incluso así, nada pudo mitigar la felicidad de aquel joven coreano; quien, excitado, corría por los alrededores buscando algún entretenimiento que pudiera saciar sus ansias de conocimiento.
—¡Amor, mira!— exclamó con ojos soñadores a su esposo, señalando una pequeña figura escala de la torre Eiffel, la cual era perceptible a través de la vitrina de uno de los locales.
Su marido le dedicó una mirada poco impresionada, pero su rostro estoico se suavizó cuando él volteó a verlo con sus fanales vidriosos.
—¿Te gusta?— preguntó acercándose a su menor, rodeando con ternura y propiedad su fina cintura.
El castaño sintió como su cuerpo se estremecía irremediablemente, reconociendo la presencia de quien en ese momento alegraba sus días.
Sus ojos se conectaron y luego se derritieron mutuamente en los brazos del otro, demasiado perdidos en el cuerpo ajeno como para notar las miradas curiosas de los peatones, que ocasionalmente se detenían para poder verlos.
—Me gustas más tú— Tras esa declaración, JaeWook rio mullidamente, dándole un beso a su esposo a modo de respuesta.
Después de aquella acción, algunas personas de exaltaron, pero Yeosang estaba demasiado alegre como para permitir que las miradas prejuiciosas de unos desconocidos lo arruinaran.
Tomados de la mano siguieron su camino, centrándose en la dicha que sentían ante la presencia ajena.
Yeosang pensaba genuinamente que aquella sería la indudable solución para todo aquello que lo atormentaba, y considerando aquel fructífero inicio, todo dictaba que así sería, por lo que se relajó mientras su marido lo conducía apaciblemente por las instalaciones del aeropuerto, hasta llegar al parqueadero donde se estacionaban los taxistas.
—Por aquí— señaló JaeWook, abriendo caballerosamente la puerta para Yeosang, quien alabó el gesto con un sonrojo.
Durante el viaje, Yeosang tuvo la oportunidad de maravillarse con las piezas arquitectónicas autóctonas de la ciudad que se alzaba ante ellos, amando lo pintoresco y artístico que se veía todo y exhortado por las nuevas experiencias que la ciudad francesa tendría para ofrecerles.
El auto entonces, se detuvo marcando el fin del agradable paseo que había utilizado como contenedor de sus fantasiosos pensamientos, en los cuales ya contemplaba mil posibilidades para el nuevo entorno.
Fue su marido quien de nuevo abrió la puerta y luego llevó las maletas hasta el apartamento que habían optado por utilizar para guardarlos durante su estadía.
Yeosang abrió la puerta que chirrió resentida ante la falta de aceite y luego se adentró a la edificación, la cual contaba con aproximadamente tres pisos y una terraza.
Se adentró al nuevo terreno y su marido lo siguió, dejando las maletas en el piso tan pronto como pudo para poder tomar un merecido descanso.
La tensión de un viaje, siempre era un importante factor a considerar, pero afortunadamente no había encontrado complicaciones a la hora de efectuarlo.
—¿Qué opinas?— inquirió JaeWook —Debe estar un poco sucia, porque no vengo desde antes de su muerte. Probablemente mi hijo tampoco haya venido, así que no ha sido cuidada en mucho tiempo.
Yeosang se tomó su tiempo antes de responder, examinando cuidadosamente el entorno que los acogía. Era la casa que JaeWook había compartido con su ex esposa e hijo durante mucho tiempo. Si bien no era algo maravilloso o inigualable, Yeosang aún pensaba que era suficiente para ellos dos, así que se acercó y dejó un beso en la comisura de sus labios.
—Está bien, no te preocupes. Sé que te incomodan los hoteles. Con que estemos los dos, es suficiente— JaeWook apretó los labios, insatisfecho con la respuesta conformista de su esposo.
Si bien no era el marido perfecto; a pesar de todas las dificultades, quería ser alguien bueno para Yeosang. Él también pensó que después de tantos percances, peleas y desastres, lo mejor era despejar un poco su mente. Sin embargo, quizá haberlo llevado ahí ahora no parecía una buena idea.
Yeosang se veía claramente desanimado, y él rara vez se mostraba así. Suspiró, decidiendo cambiar de tema para relajar un poco la tensión repentina del ambiente.
—¿Quieres explorar el departamento?— preguntó, sabiendo perfectamente la respuesta.
—¡Eso no se pregunta!— chilló, con su entusiasmo habitual volvió a él.
—Ten cuidado con tu tobillo, Sanggie—regañó cuando vio al menor moverse bruscamente.
El aludido, entornó los ojos y luego le sacó la lengua, desapareciendo por una puerta tan pronto como pudo.
JaeWook negó, sabiendo que Yeosang ya era caso perdido. Desabotonó su traje y luego se deshizo de su corbata con paciencia, para luego seguir a Yeosang fuera de la sala.
Se encontró con nada menos que su esposo mirando sonriente a través de la ventana, jugando furtivamente con sus dedos. Aquello era una mejoría, por lo cual optó por copiar su bella expresión.
—Es precioso— murmuró maravillado —..., cómo me encantaría tener la capacidad de apreciarlo como se debe.
JaeWook se acercó y lo acarició a un costado, observando las luces tenues que iluminaban la ciudad del amor esa noche.
Luego, sintió tímidos besos a lo largo de su barbilla que terminaron en su cuello. Yeosang comenzó a recorrer su cuerpo con claras intenciones, acomodándose frente a él tan pronto como le fue posible.
—¿Y si estrenamos la cama?
Yeosang sonrió —Claro. Estoy exhausto por el viaje.
Con la misma expresión contenta, se alejó de la ventana y abrió su maleta para sacar su pijama, fingiendo indiferencia ante el ceño fruncido de JaeWook. Era obvio que él había dicho esas palabras con una connotación distinta.
Pero la verdad sea dicha; no le entusiasmaba mucho la idea de tener sexo en la misma cama que JaeWook había compartido con su ex esposa. Pero Yeosang no le diría eso, al igual que no le decía muchas otras cosas.
La pesadez de sus párpados, impidió que pudiera comenzar su día como debería, pues en aquel estado de letargo infernal; lo único que le apetecía, era estar acurrucado contra su esposo, disfrutando de la plenitud momentánea que aquello le entregaba.
Yeosang, siempre había pensado que el hecho de dormir con alguien, era sin duda algo mucho más íntimo que el mismo sexo en sí.
Se estiró en un fallido intento por rodear el caliente cuerpo de su esposo, pero fracasó, ya que él no estaba ahí, en primer lugar.
Confundido abrió sus fanales y parpadeó, buscándolo con la mirada aun cuando sus ojos picaban al no estar acondicionados para soportar el brillo matutino.
Gimiendo a forma de desconsuelo al no verlo, se levantó de la cama a regañadientes con la única intención de buscarlo, pero venturosamente lo encontró en el comedor, tecleando algo en su portátil.
Sintiéndose algo más animado que el día anterior, Yeosang alzó los brazos, temblando ante la fría sensación del aire que se colaba por las rendijas de la ventana.
Sigilosamente y con aire juguetón, se acercó a JaeWook intentando sorprenderlo, pensando en que como resultado obtendría uno de aquellos juegos de dormitorio que tanto extrañaba.
No obstante, la reacción no fue la esperada, recibiendo únicamente una mirada de desaprobación cuando abrazó a JaeWook cariñosamente por detrás causándole un susto.
Yeosang rio, disimulando su descontento ante la respuesta del azabache. Había pensado que, debido a la falta de actividad sexual del día anterior, estaría más receptivo, pero quizá se había equivocado. Viéndose en aquella incómoda situación, optó por adherirse a su cuello, mirando también la pantalla del portátil.
⠀—¿Por qué no despertaste a mi lado?— Antes de que Yeosang tuviera la oportunidad de avizorar lo que estaba haciendo, cerró el artefacto de sopetón.
—Tenía algunas cosas que hacer— dijo con simpleza.
El menor, insatisfecho con la respuesta indagó más.
—¿Qué era eso tan importante?
—Nada que necesites saber— arguyó levantándose de la silla. Sin embargo, sus palabras fueron mal recibidas debido a su incapacidad de expresarse correctamente.
Mientras JaeWook quería referirse a que no eran asuntos realmente importantes, el joven lo comprendió como una evasión agresiva.
Entonces, el aludido, juntó sus cejas y volvió de sus carnosos labios una fina línea adornada por el descontento del que era víctima en ese momento, la inseguridad y la rabia surgiendo en él como ya era costumbre.
—Soy tu esposo— objetó decidido.
—¿Y?— preguntó, desordenando su cabello.
Eso, más que reconfortarlo, causó estragos en su interior, aunque intentó disimularlo diciéndose a sí mismo que no era momento de dramas innecesarios. A veces, sentía que JaeWook simplemente no se lo tomaba en serio.
Suspiró en un inútil intento por calmarse: estaban ahí para revivir su matrimonio. Para hacerlo funcionar. No para ocasionar más problemas que terminasen por conducirlos al desastre.
Aún después de aquel pequeño percance, el día transcurrió con normalidad y después de un cálido desayuno, compartieron una lenta sesión de besos, avivando levemente el sagaz sentido pasional que ambos habían creído muerto.
Mientras JaeWook se daba una ducha, Yeosang suspiraba satisfecho, sintiendo que, sin duda, el viaje les estaba haciendo bien.
Aprovechando su soledad, se quitó los lentes de contacto y se puso sus gafas. Era mucho más cómodo para él de esa forma.
Con entusiasmo agarró su teléfono y tecleó la contraseña para desbloquearlo, dispuesto a enviarle un mensaje a su mejor amiga y hermana menor de JaeWook, Azula.
Esperaba poder verla ahora que estaban en Francia. La extrañaba muchísimo.
Debido a la distancia, solamente habían compartido un par de encuentros esporádicos a lo largo de seis años, que era el tiempo que llevaba viviendo en Francia con su sobrino, hijo de JaeWook.
Yeosang no había llegado a conocer al infante gracias a su abrupta partida, la cual coincidió con la muerte de su madre y al mismo tiempo, con la consolidación de su compromiso por intereses de los grupos Park y Kang. Todo lo que sabía de él, era a palabras de Azula, y se limitaban únicamente a rasgos físicos que a él le resultaban ambiguos: Ojos índigos como los de su difunta madre y rostro similar al de su padre.
Sacudió su cabeza en un pobre intento de mitigar aquellos pensamientos que le atormentaban, claramente siendo inútil.
⠀⠀› ¡Hola!
⠀⠀Afortunadamente Azula estaba en línea y contestó casi al instante.
⠀⠀» Bonjour, monsieur. Espero que Francia te esté tratando bien.
⠀⠀› De maravilla!, mi relación con Jae está mejorando significativamente.
⠀⠀La respuesta de Azula no tardó en llegar.
⠀⠀» Tanto como podría mejorar una relación a conveniencia en la que los dos integrantes no se aman
⠀⠀Yeosang frunció el ceño ante el mensaje
⠀⠀› Azula... No comiences por favor. Ya sabes mi posición al respecto
⠀⠀» Tú también sabes la mía, pero nunca está demás recalcarla
⠀⠀› Mejor dime, ¿me has conseguido lo que te pedí?
⠀⠀» Te odio.
⠀⠀Sin poder evitarlo, soltó una fuerte carcajada y tecleó.
⠀⠀› ¡Eres la mejoooooor amiga del mundo!
⠀⠀» Ya lo sé.
⠀⠀› En serio, no sé cómo agradecerte...
⠀⠀» Invitarme a mí en lugar de a él sería una buena idea.
⠀⠀Antes de que pudiera responder, Azula volvió a mandarle un mensaje.
⠀⠀» Te dejo, hay cosas que aún requieren de mi presencia. Au revoir!
Con un suspiro cerró su WhatsApp y luego sonrió. Uno de los principales destinos turísticos para enamorados, era éste pintoresco café ubicado en la zona de Trocadero. No obstante, debido a complicaciones con los trabajadores (o algo lo suficientemente parecido) habían implementado un sistema nuevo de reservaciones.
Afortunadamente, Azula conocía al dueño, por lo que la obtención de la reserva no fue complicada a pesar de la gran demanda.
—¿Por qué tan sonriente?— preguntó JaeWook, apareciendo recién bañado.
El castaño negó y palmeó la cama a su lado, haciendo una implícita y juguetona invitación.
—Estoy tentado, pero te quiero llevar a comer. ¿Seguro que no sonríes por nada en especial?
El aludido vaciló antes de responder.
—Hablaba con Azula.
JaeWook simplemente le dedicó una amplia sonrisa que no llegó a sus ojos, y ese sencillo detalle fue el que lo puso en evidencia ante Yeosang, quien ahora sabía perfectamente que no le había agradado la idea de que él se hubiera puesto en contacto con su hermana menor.
—¿Y de qué hablaron?— Yeosang se encogió de hombros cuando JaeWook se acercó a él.
—Nada en especial.
JaeWook no insistió más en ello y comenzó a vestirse bajo la atenta mirada enamorada de Yeosang, quien no dejaba de pensar emocionado en la sorpresa que tenía preparada para él.
Existía la historia romántica, de que, si compartías una taza humeante del mágico café de Caramel Macchiato con tu amado, los hilos rojos se enredarían de tal forma que su amor duraría para siempre.
Podía sonar tonto, pero Yeosang era alguien a quien le entusiasmaban las ridículas y anticuadas historias románticas.
"Sin magia, no hay arte. Sin el arte, no hay idealismo. Sin idealismo, no hay integridad. Sin integridad, no queda más que la mera producción"
—Raymond Chandler.
En un ratito más les publico otro capítulo, en siguiente aparece SeongHwa y juro que lo van a amar.
¡Gracias por leer! ♡
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top