✾| tres
Abril Anderson
Una joven de 19 años luchando contra sí misma, entre ceder o no, entre que busca su verdadero sueño, hasta que busca porque su corazón se siente vacío al igual que su cabeza.
Hice sonar mis dientes y coloqué una almohada en mi rostro. Era de esas noches que no podía dormir pensando en tantas cosas. Debía dormir ya, mañana tenía acabar de ordenar algunas cajas de mi habitación, mi madre me había ayudado hoy y estaba por pasar un tiempo en otro país.
Al final sí que pude dormir. Hace tres meses atrás, después de esa pesadilla de alto nivel que me dejó casi paralizada, el médico me recetó unas pastillas más fuertes y otras para dormir,
Mi madre le dijo a Alex, nada más llegar a Londres, me llevara al médico cada semana y sobre todo una vez al mes al fisioterapeuta, aunque ese punto ya lo tenía controlado.
—¿Puedo pasar? —Escuché a mi madre hablar que se encontraba en la puerta. Estaba acabando de ordenar las últimas cajas.
—¿Qué harás tú sola en esta gran casa?
La mujer que ahora se había sentado en la cama, quedando frente a mí, era la dueña de una gran empresa, bueno, la que seguía el legado de mi abuelo. Mi padre murió, Harry tiene su propia familia y sus otros dos hijos se irán del país, me pregunto qué es lo que hará.
—Pensé en mudarme, pero no quiero dejar esta casa, lo sabes. Al final, Harry me dijo que se vendrá a vivir aquí una temporada ¿Puedes creer que tendré a Ally casi siempre?—Solo sonreí.
Cerré la última caja. Algunas de todas las cosas de aquí, mi madre las mandaría a Londres, mientras que lo demás se quedaría. Nos levantamos del suelo y salimos de la habitación para dirigirnos al coche, subimos las maletas al maletero. Nos subimos al coche y el chofer de mi madre empezó a emprender camino hacia el aeropuerto.
Me pregunto qué pasaría por la mente de mi padre en estos momentos si presenciara todo esto. La idea de pensar que el hombre más importante de mi vida ya no existe me lastima, él único que creía en mí, él que sabía que lograría todo en cualquier cosa que hiciera con mi vida, me provocaba más vacío en mi corazón, pero es asqueroso que alguien te vea con gestos de lastima.
El chofer dejó las maletas en el suelo y Alex me ayudó para que comenzáramos a entrar. La encargada de anunciar los vuelos había dicho el nuestro. Era dramática al igual que mi vida, pero en este momento sacar algo de sentimientos no sería lo oportuno, suena tonto, pero es una manera de auto proteger mi tonta debilidad.
Peyton también había venido, la muy condenada me dijo que en algunos meses también se mudaría a Londres, que convencería a su padre, eso me lo imaginaba.
*****
Era la primera vez que iba a Londres, sí que era lindo. Afuera del aeropuerto nos había estado esperando un chico con un coche, que al parecer era el suyo, sí que era lindo. En el camino a donde él vivía, fue agradable, nadie dijo nada. El lado parlanchín que solía tener de pequeña había cambiado, prefería estar callada, era tranquila aquella sensación. El paisaje era tan lindo, tan elegante para mi gusto. Empezamos a entrar a una zona en donde ya se miraban las casas, esto quería decir que estábamos por llegar.
El coche se detuvo enfrente de una casa. Las medianas rejas de esta misma se abrieron y el coche empezó a adentrarse en donde al parecer sería donde viviríamos. Nos detuvimos en la puerta. Alex se bajó y yo aún seguía admirando la entrada y lo grande del lugar. Bajé y miré como un señor y mi hermano sostenían las maletas.
—Simón, ya me encargo yo de las maletas. Deja el coche en el garaje. Por favor.
El señor asintió. Tomó las llaves del coche, subió y se fue a dejarlo donde le había dicho Alex, tampoco estaba tan lejos el garaje, estaba al lado de la casa. Alex puso sus manos en mis hombros, empujándome hacia la entrada. No podía decir nada, estaba sorprendida.
—¿Has estado viviendo en esta gran casa tú solo?
—Vivía cerca de aquí, en una casa pequeña de una planta. Luego, una chica me dijo que había una casa por este sector y decidí comprarla, aparte de que quería que vinieras a vivir conmigo.
Sonreí. Vaya por Dios que si era inmenso el lugar. Seguro que piensa quedarse aquí para siempre. Espero que se case y viva aquí.
Después de darme algunas instrucciones, presentarme al tal Simón y Miranda que eran ayudantes de mantener un poco esta gran casa, dejó que descansara. Al día siguiente, me llevaron al hospital. Por lo visto mis informes médicos se pasaron para aquí. Me dijeron que por los momentos no era necesario recibir más terapia, solo procurar no dejar de hacer ejercicio o salir a correr hasta que los músculos se estiren por completo.
Al fin había acabado de ordenar mis cosas en la que era mi habitación. La puerta principal se había abierto, habían dos opciones; la chica que estaba con Alex se fue o la pizza ya llegó.
Bajé las escaleras sigilosamente y ahí estaba mi hermano, pagándole al repartidor. Cerró la puerta y desapareció de mi vista, por lo visto se fue a la cocina.
—¿Tu novia se fue ya?
Dije apareciendo detrás de él. Este se espantó un poco pero no me miró. Tomé una porción de pizza para luego subirme a la encimera.
—No es mi novia —Dijo acabando su porción.
—Ayer que vine del hospital estaba aquí. Hoy también y fue asqueroso escuchar como te pedía que la siguieras besando.
—¡Abril!
Sonreí por mirar sus mejillas rojas. Desde que recuerdo, era un chico muy travieso y más con las chicas. Me levanté de la encimera para tomar otra porción.
—Entras mañana a seguir con la Universidad —No volví a sentarme en la encimera, solo me quedé detrás del desayunador mirándolo.
—Pero, empezaba en dos días, sin hablar de que no tengo nada.
—No he estado solo con esa chica. Tengo trabajo y he estado ordenando tus cosas.
Narrador omnisciente
La alarma estaba por retumbar toda la casa. Los dos que vivían en esa casa estaban despertándose tarde. Era lunes, alguien debía volver a su trabajo y la otra, entrar a su nueva universidad. Se prepararon lo más rápido que pudieron. Alex, a pesar de ser uno de los encargados de la empresa donde laboraba, debía llegar antes, así que no pudo dejar a Abril en su universidad, sólo le dejó una lista de instrucciones, así como la dirección en el desayunador.
Ahí estaba ella, enfrente de aquella gran universidad, analizando la situación, entrar o no entrar, ¿por qué había aceptado entrar? algo que odiaba era volver a socializar. Lo único bueno de la universidad era que no tenían uniforme. Arregló un poco su cabello, se colocó bien su mochila y empezó a caminar a la entrada del lugar, pero en eso, una chica se puso en medio.
—Hola —La chica habló, haciendo que Abril apartara su mirada del edificio y se dedicara a mirarla.
—Hola —No dijo más, emprendió camino, pero la voz de aquella extraña chica la detuvo de nuevo, se colocó de nuevo a su lado con una brillante sonrisa.
—El color de tus ojos es genial, son tan verdes —No pudo evitar sonreírle, ella lucía simpática— Mi nombre es Dahyun y tú ¿eres?
—Me llamo Abril.
—Escuché sobre que habría una nueva, así que, te puedo acompañar.
No se podía negar y terminó aceptando. La chica energética la tomó del brazo y la jaló hacia dentro del gran edificio. Abril se estaba aprendiendo de memoria todo lo que le iba indicando Dahyun. Se dieron cuenta de que eran compañeras de clases y compartieron muchos comentarios sobre las cosas que verían. Las horas pasaron, tal vez había llegado dos meses retrasada, pero analizó su situación, Dahyun le dio algunos apuntes y sabía que tendría todo bajo control. Luego de esas mismas horas de arduo trabajo y apuntando todo lo que podía, la campana para el receso había sonado, así que se dirigieron a la cafetería.
—A veces para un nuevo es un poco el infierno —dijo Dahyun, mientras que Abril solo se disponía a coger su comida.
Lo que más le agradaba de Dahyun, es que era muy liberal y sincera. Durante las anteriores horas le contó varias cosas de su vida; desde que era integrante de un pequeño grupo de música, ya que obviamente ella es coreana, hasta que su padre hizo que detuviera sus actividades de artista para venir aquí a acabar su carrera universitaria.
—¿Por qué el infierno? —preguntó incrédula.
—Hay algunas personas que creen que la vida es una película y se creen especiales molestando a las personas que no les agradan.
—Ni que lo hagan, porque o si no les parto la cara —Ella miró impactada a Abril para luego empezar a reír.
Al final de servirse su comida, se dirigieron a una mesa que estaba libre, apartada de todos, aunque aún así, muchas miradas se dirigieron hacia ellas. Cuando estaban a punto de probar un bocado, un par de chicas glamurosas se acercaron a la mesa.
—Disculpa nueva, nos sentaremos contigo.
Cuatro chicas, con vestidos que parecían caros y sofisticados, tenían una diadema en su cabeza, sonreían cada vez que decían algo se sentaron en la mesa quedando enfrente de Abril y Dahyun. Al parecer ellas querían averiguar quién era Abril, y porque lucía tan hermosa, lo que hacía que todos la miraran, teniendo en cuenta de que era nueva y siempre hacían lo mismo.
En su antigua universidad, debía usar uniforme por ley, ya que era una de las mejores del sector, pero, al parecer aquí era peor. Su hermano le había comprado mucha ropa del estilo preppy, ya que era de eso que se llevaba en la universidad de Londres. Esta era la razón por la cual se podría decir que los demás la miraban tanto, normalmente ahí usaban faldillas preppy y ella había escogido un pantalón.
Lo que más odiaba Abril desde que era niña, era a ese tipo de chicas, la asociaban con el dinero y creían que ella también era así, cuando realmente le daba todo igual.
La de ojos verdes soltó su cucharón, dejándolo a un lado de su plato de comida, resopló con una pequeña sonrisa, mirando como se hacían las especiales.
—Me llamo Abril para que quede un poco claro —Sonrió sarcásticamente para seguir comiendo hasta que otra persona habló.
—Tu acento no parece de por aquí.
Le molestaba tanto que la interrumpieron cuando estaba comiendo, era como su propio ritual. Tiró de nuevo el cucharón de su comida provocando un leve ruido haciéndolas reaccionar para luego verla con una sonrisa.
—No, y tu cara tampoco luce por aquí. Por favor si son tan amables podrían dejarme comer tranquila —Suspiró lentamente y cuando estaba apunto de comer...
—Soy JunHoe, tu rostro se me hace familiar —Estaba en un hilo Abril.
—Dentro de 3 horas acaban las clases. Háblame cuando acaben porque ahora estoy comiendo. ¡Te lo ruego! —Miró desesperadamente al chico que había llegado.
Las demás chicas la tacharon como más engreída que ellas mismas y se retiraron, mientras llega ese chico, JunHoe junto a otras personas más se acercaron.
—¿Cómo te llamas?
—No creo que les interese —dijo tratando de sonar más tranquila, tampoco se quería ganar la reputación de la amargada aunque, muy poco le importaba también.
—Eres Abril Anderson, ¿cierto? —Dahyun y Abril se miraron cuando la chica habló.
—¿Cómo saben mi nombre? —Comenzaron a reír.
—Como no lo sabríamos.
—Todos los del salón tienen tu nombre en su boca. No entiendo que te miran.
—Babean por ti. Pero creo que no deberías estar con todos esos... es más preferible que aceptes salir conmigo —dijo JunHoe señalando, con su grandísimo ego. Abril no pudo evitar soltar una leve risa de burla.
–¿Quién eres tú, Shawn Mendes? Cuándo cantes igual que Ross Lynch en I Think About You y te vuelves rubio natural, tal vez me fijaría en ti —Casi ocultando su risa, Dahyun tocó la pierna de Abril para que no fuese tan dura.
—JunHoe, espero que no te enamores de esta —Habló aquella chica, molesta.
—Todas se niegan, pero al final me aceptan.
—Saben que, me están hartando. Les pido por las buenas que se vayan y no lo hagan —Se levantó de su lugar.
—Tu rostro en serio me resulta muy familiar.
—Ya sé quién eres, eres...
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