✾| siete
Abril Anderson
Después de arreglar todos mis papeles y con la ayuda de Harry porque tuvo que convencer a Alex de firmar algunos, subí al avión en camino a Corea del Sur.
Algunos de los chicos estaban nerviosos porque irían a estudiar a una nueva universidad de gran tamaño en otro país, que hablaban otro idioma por más de 12 meses, sería algo raro pero interesante. El viaje fue bien pero muy cansado la verdad; el ambiente era distinto, realmente se sentía muy diferente, aunque para mi no se sentía igual porque ya había ido a un concierto antes junto a Peyton.
Después de aterrizar en el aeropuerto de Incheon en Seúl, nos dirigimos al campus de la universidad en la que ganamos la beca, la llamada Korea University. Al llegar, todos quedamos maravillados por la grandeza y sus diferentes edificios. Nos dieron un pequeño recorrido por el lugar, desde los parques que tenía, instalaciones y más. Unos señores coreanos que decían ser nuestros tutores internacionales nos estaban esperando en la sala de reuniones al día siguiente.
—Nos han dicho que tenemos que compartir las habitaciones.
Escuché decir a Carolina detrás de mí, mientras caminábamos por los pasillos.
Claro estaba. La universidad es un campus, es decir que también consta de un edificio con dormitorios para extranjeros becarios o personas que viven fuera de la ciudad. Nos ofrecían cuatro habitaciones así que nos dividimos.
Entonces, Peyton, Dahyun y yo íbamos a estar juntas, por ello tomamos la más grande que constaba con una pequeña cocina y sala. Jake le tocaba con un amigo suyo y los demás juntos. Carolina y Olivia también.
—Lo bueno es que dijeron que podríamos salir. Al no terminar las clases es nuestra vida. Lo bueno es que a veces tendré que faltar a clases por mis conciertos o prácticas.
Escuchábamos algunas cosas que Dahyun quería compartirnos. Luego tuvimos una charla sobre los permisos para regresar a las habitaciones. Podemos salir cuando quisiéramos y a donde queramos eso sí, sin faltar a clases.
*****
Por cómo el viaje fue cansado, descansamos algunos días. Por lo visto hoy empezamos las clases. Estábamos listos para salir del edificio de las habitaciones. Escuché como Dahyun decía que nos ayudaría con la parte del idioma. En mis recuerdos borrosos, está ahí un chico el cuál era mi mejor amigo, era medio coreano, gracias a eso, creo que el idioma no se me dificultará.
Había muchas personas aquí. Tanto coreanos como extranjeros estaban paseándose por los pasillos. Nosotros estábamos detrás de nuestro tutor, nos terminó de indicar ciertas cosas al igual que al director del campus.
Nos debíamos desplazar a 3 distintos edificios y en cada uno teníamos un salón para nuestra clase. Al parecer, ahora estábamos en el edificio donde daban economía y el salón si que era grande, parecía uno de estos de conferencia. Todos estábamos sentados en línea, en la parte alta del salón, debajo de nosotras, estaba Jake con unos amigos.
*****
Cerré mi ordenador y lo dejé en la mesita que había delante del sofá. En verdad este lugar era agradable. En estos días he escuchado comentarios algo ofensivos del porqué teníamos tanto privilegios o porque nos habían ofrecido está gran habitación que estaba a punto de parecerse a un apartamento, preferíamos no decir nada, en lo personal, yo sabía que había sido obra de Peyton, por ello nos quedamos con esta, la segunda más grande Olivia y Carolina y la tercera Jake y sus dos amigos.
—Creo que estoy preparada para salir. ¿Qué dicen?
Olivia dijo entrando a la habitación. Creo que apodaron este lugar como 'suite' porque tiene una diminuta cocina, una sala, dos recámaras con sus propios baños pequeños. La cosa, es que 6 personas siempre pasan aquí dentro. Comían y dormían aquí. Casi siempre, para no decir que todo el tiempo, salíamos de clases y vienen a meterse aquí.
Recosté mi cabeza en el respaldo del sofá, sentía ganas de vomitar y un mal sabor de boca, tal vez la comida me había sentado mal. Nadie le había hecho caso a la pobre Olivia, ella en verdad quería salir, no soportaba estar encerrada, apenas llevaba tres semanas y ya se había cansado. Peyton decidió que instalaran una televisión, pero ahora mismo nadie la miraba, yo nada más pasaba de canal. Olivia se sentó a la par mía y detuvo mi mano ya que quería ver lo que estaban transmitiendo.
—Miren ese programa.
Los demás se detuvieron en lo que hacían y miraron hacia la televisión. Mi mente estaba tratando de procesar todo a 3,000 por hora; eran los cantantes que tanto le gustaban a mis queridas amigas. Suspiré al ver lo emocionada que se estaban poniendo. Al parecer estaban siendo entrevistados, casi no entendía lo que decían.
—Dahyun ¿Qué es lo que dice? —Miré al chico aquel, al que me encontré una vez cuándo fue a comprar comida en Londres.
—Están diciendo frases.
—¿Cuáles?
—Pues tipo de qué le dirías a alguna persona importante para ti.
En la televisión...
'Todas las personas que están cerca de mí, son muy importantes. Lo que hay que tener en cuenta es de apreciarlos mientras están porque no sabes cuándo se pueden alejar de ti. Desearía que las personas que dejé ir, pudieran regresar a mi lado.'
Le puse más atención, su mirada era tan atrayente a la tristeza a pesar que hablara con una sonrisa, miraba tan directo a la cámara, sentía como sus sentimientos traspasan la pantalla y me lo dijese a mi.
—¿Te encuentras bien?
Me dijo Peyton colocando su mano en mi espalda. Mi respiración se puso agitada de un momento a otro. Esta misma comenzó a hacer una pequeña rutina conmigo para recuperar la postura. Los demás ya habían visto este tipo de cosas, pero se resistía en hacer algo. Me sentí un poco mal, ya que por mi culpa, Olivia dijo que no saldría y preferiría quedarse por si algo malo sucediese.
Mi hermano se enteró por culpa de Peyton y llamaron al médico. Los analgésicos que me habían recetado habían acabado y solo me quedan algunas en mi frasco. Alex estaba dispuesto a venir aquí a dejarme más y a dejarme un doctor de cabecera.
El resto del día solo pude quedarme en cama, tratando de calmar mis mareos.
*****
Me llegó un mensaje, entre hoy o mañana llegaría Alex. Volví a dejar el móvil en la mesa y me levanté de la cama. Debía desayunar y tomar la última pastilla. Hoy era sábado. Las chicas eran tan persistentes en sacarme, ya me miraban mejor a pesar y decían que debía darme el sol o algo.
El paseo estaba siendo muy tranquilo, ellas estaban emocionadas. Empecé a tomarles fotos. Estaban fastidiosas de que querían tomarme fotos porque parecía modelo. Las horas pasaron y mi barriga rugía, mientras tanto solo me comí unos snacks que me había regalado Jake.
Entramos a una tienda de ropa, vaya que sí tenía cosas realmente lindas, pero tenía mucho color. Las chicas empezaron a probarse alguna que otra cosa.
—Esa ropa te quedará excelente —Me levanté del taburete en el que estaba. Quería salir a explorar un poco más.
—No te alejes tanto —Negué a lo que había dicho Peyton.
Siento como que ya había estado aquí, no es porque haya venido con Peyton pero...me resulta tan familiar, tal vez como si alguna vez hubiera soñado estar aquí, que vivía aquí, como si tuviera una vida hecha, viviera en una casa hermosa de color blanca, tuviera un perro y me dedicara a trabajar en una cafetería. En eso, miré una tienda de café que necesitaba una ayudante de medio tiempo, sería divertido si me contrataran. Cuando estaba por entrar, me di cuenta que todos eran coreanos y las normas que pedían no las cumplía. Quité mis manos de la puerta y giré sobre mis talones acercándome de nuevo a la calle.
Narrador Omnisciente
El otoño estaba ya en corea. Mientras Abril se acercaba a la acera, las hojas de los arboles que estaban al lado empezaron a caer, dejando en sus pies una variedad de hojas de color naranja y amarillo. Metió sus manos en su chaqueta para así poder seguir con su camino y admirar las tiendas que habían por el lugar. Sus ojos empezaron a sentirse pesados y su mirada se volvió algo borrosa. Un escalofrío invadió su cuerpo y no era a causa del aire helado de la tarde. Sacó sus manos de la chaqueta y tomó las gafas que tenía en su bolso, pero no se trataba de eso. Detuvo su paso y parecía que su cuerpo pedía que se recostara en algo, pero cuándo iba a seguir caminando, un nudo se formó en su garganta casi ahogándose, sentía que sudaba frío, dejó de sentir sus piernas provocando que su cuerpo chocara contra el suelo.
Las personas de alrededor, una que otra corrió alrededor de ella, casi creando un círculo, mirando como esta mantenía sus ojos entre abiertos, sin moverse. Abril sentía como las voces de las personas incrementan, todo estaba tan distorsionado, todo daba vueltas. Cuándo uno de los que estaban ahí se quería acercar, otra persona llegó corriendo, se tiró al suelo y tomó el cuerpo de Abril entre sus brazos.
—Abril...no cierres los ojos...sigue aquí... sigue aquí.
Esta misma persona no pudo hacer que quedara despierta, tomó su cabeza para hacer que se sentara, pero Abril se desmayó.
*****
Una habitación de color blanco, sonidos de personas al final del pasillo, máquinas sonando, el ruido que provocaba los zapatos de enfermeras contra el suelo. Este mismo era por la chica que estaba alistando la aguja con anestesia para colocarla a Abril. La habían llevado al hospital, ella no era tan consciente de eso, había despertado, pero sus ojos permanecían entre abiertos. Unas voces casi audibles aparecieron en la habitación.
—¿Qué haces tú aquí? —Todo se escuchaba mal.
—¿Qué le pasó? —Otra persona había entrado al salón.
—Los médicos dijeron que estará bien.
—¡¿Él que hace aquí?! —La enfermera que estaba por colocar la anestesia, miró a aquella persona para que no volviese a gritar, eso hizo que Abril quedara con los ojos abiertos.
—Tranquilízate. Él la trajo.
—No me importa. ¡Vete! no quiero que ella te vea.
—No sabe que fui yo.
Los ojos de Abril parpadeaban, trataba de abrirlos más, en eso miro como alguien se acerca a ella, no podía verle la cara ya que no podía ni mover la cabeza hacia arriba y lo único que miraba eran tres personas y sus piernas. Al parecer alguien se acercaba a ella para despedirse.
—Ni te acerques a ella para despedirte.
—Sabes que no ten...
La boca de la de ojos verdes se empezó a sentir más amarga, no podía escuchar más, sus ojos se sentían pesados...la anestesia estaba haciendo efecto.
Abril Anderson
Abrí mis ojos con algo de pereza, mi vista fue inmediata a mi manos, tenía algo conectado, ¿estaba en un hospital? Volví a cerrar mis ojos algo cansada, tragué saliva, no sé cómo lo hice ya que sentía la garganta carrasposa y seca. Hice un pequeño gruñido y abrí los ojos, y ahí se encontraba Peyton.
—¿Cómo te sientes? —Siento que voy a morir.
—Tengo ganas de vomitar.
—Dormiste dos días, has de tener hambre.
¿Tanto tiempo? Volví a tragar saliva con necesidad, traté de incorporarme un poco con ayuda de la rubia. Levanté mis manos y las pasé por mi rostro, cuándo las separé, miré a Alex al lado de Peyton, parecía tan molesto por algo que no entendía.
—Estar aquí te hizo mal —Dijo con pesadez. Pero ahora que me doy cuenta, está aquí, en Corea.
—¿Qué fue lo que pasó?
—El doctor nos comentó que habías tenido otra recaída. Le di tu informe médico y ya tienes un médico privado. Por lo visto la lesión cerebral traumática que tuviste a causa del accidente aún no había sanado y por ello tenías todos esos síntomas. Por lo visto, te recetaron unos analgésicos más fuertes y debes controlar tu presión arterial —Tenía claro que la vida cada día iba peor. Cerré mis ojos y suspiré, qué asco me daba mi situación.
—Te dije que no podías estar aquí.
Sin quererme decir más, los dejé hablando solos. Ya había pasado casi una hora desde que se habían ido, me sentía agobiada. Cuándo desperté del supuesto coma en el que estuve, fue tan horrible escuchar que dijeron que sufrí una lesión cerebral y que estuvieron a nada de operarme ya que parecía que me había tenido alguna fractura. Aparte de eso, estaba yendo por un año a un fisioterapeuta por la evidente lesión de mi rodilla.
Me senté en la camilla, no pude seguir controlando la presión de mi pecho y lo rápido de los latidos. Los miles de pensamientos que nadaban en mi tonta cabeza, producían más confusión en mi ser. Sentí que estaba loca y cuando creía que no era para tanto; alguien se había posado en el marco de la puerta de mi habitación. Levanté mi mirada, era obvio que ahora tenía alucinaciones. Sus ojos estaban tan impregnados en mí, quería ver hacia otro lugar, pero la confusión me lo negaba.
—¿Te encuentras mejor? —Dijo para luego cruzarse brazos y hacer una media sonrisa.
—¿Qué haces tú aquí?
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