Capítulo 2.


Zafiro se encontraba acostado en el cómodo y espacioso sillón en la sala del apartamento.
No era tan malo estar  castigado, estar sin hacer nada todo el día, asta que su padre llegara a casa después del trabajo.

Además, ¿Que podrá ser mejor que sopa Maruchan, pizza, y un maratón de películas de los Vengadores, Transformen, y Piratas del Caribe?, o si se aburría, se había quedado en la temporada tres de Lucifer en Netflix. Oh dios, si su padre se llegará a enterar que veía esa clase de programas estaría en problemas.

El timbre sonó y el maldijo, quien quiera que se hubiera atrevido a interrumpir el discurso de el Capitán Barboza, intentando convencer a la hermandad de liberar a Calipso, tenía un lugar reservado en el laberno.

Al revisar por la mirilla de la puerta de quien se trataba rodo los ojos y soltó un bufido con fastidio, ya conocía al tipo, solo que no recordaba su nombre.
Con cuidado bajo del banquillo que utilizaba para alcanzar la mirilla de la puerta y lo puso aún lado con cuidado de no hacer ruido.

Camino sigiloso por la sala, subió las escaleras, y recorrió la corta distancia asta adentrándose en el refugio que llamaba habitación, le gustaba tener sus cosas en orden, en la esquina derecha tenía una cama individual, con colchas de Pokémon, las paredes pintadas de azul rey, combinadas con rayas grises en los bordes, al lado de su cama había una ventana que iluminaba todo el cuarto, y al pie de esta, una mesa con una lámpara, libretas, lapiseros y una laptop HP, en lado izquierdo, un mueble con algunos libros y juguetes de colección, más al lado una enorme pizarra, que tenía notas, calcomanías y fotos de el, de sus padres, una especial de el con su madre, y la más reciente, una fotografía que tenía con su tío celebrando el día del padre.

Camino asta la pizarra y la sujetó con fuerza de un lado, está se habrío como una segunda puerta se tratara y ahí estaba lo que buscaba, cuatro filas horizontales, cada una con tres filas verticales, cada gaveta, tenía el título de "Idiota 1, 2, 3," y así sucesivamente asta el número 12, después regresaba a la número 1 y tenía al lado el numero 13 y así asta llegar al número 18, 18 eran los idiotas que habían intentado algo con su tío, ahora padre, — Y quién poniera en duda eso, le rompería la mandarina en gajos, y el dentista tendría más trábajo. — Y todos al enterarse que era padre lo dejaban a la semana siguiente, salían corriendo poniendo como pretextos que no estában listos para el compromiso, y la partenidad.

Ni que fuere un bebé, que le tuvieran que cambiar los pañales.
A lo mucho hacerle algo de comer y darle dinero. Tal vez jugar una partida de X-box, pero nada que su padre no pudiera darle.

Reviso las gavetas, el idiota no era muy reciente, pero sus visitas no eran tan antiguas, lo encontró, era el número 14, de piel blanca, cabellos castaños, ojos cafés, nariz perfilada y mandíbula cuadrada sin barba.

Aun lado de su fotografía, estava su información.

Nombre: Javier Carter Oxford.
Edad: 23 años.
Profesión: Fotógrafo de la productora Sex Man Deleite.
Punto de Vista: Carácter amigable y buena onda, paranoico con los gérmenes.
Motivo de huida: Papa le pidió, porfavor recogerme de la escuela por un fuerte resfriado, en el camino estornude tres beses, al llegar a casa alegó que era una bola de gérmenes andante, peligro para su salud y la sociedad, papá le dio un rodillazo en las bolas, después le agradeció por recogerme, y le pidió nunca volver a buscarlo.

Si tal vez su padre exagero un poco con el rodillazo en las bolas pero no hiba a quejarse, él amaba a su padre y más sus apapachos y mimos.

Aún seguía preguntandoce, ¿Cómo alguien con temor a los gérmenes era camarógrafo en un lugar donde había mucho sudor y fluidos?. Mmmm nunca lo sabría.

Guardo la información, en la gaveta y cerró la pizarra, salió de su habitación, no sin antes tomar el gas pimienta por si las cosas se ponían feas, y bajo dando brinquitos por las escaleras.

Paso por la sala agarro una rebanada de pizza y se la llevó a la boca mientras caminaba a la puerta.

— ¿Quién toca?.

— Soy yo... Javier.

— ¿Quién Javier?. — Por las 7 esferas del dragón, ¿Había algo más deliciosa que la pizza con relleno de queso en las orillas?, no, no lo creía.

— Javier Carter, el camarógrafo.

— El que le tiene fobia a los gérmenes.

— ¡Si!, ¡No!, Hay, ¿Le podrías a desir a tu papá que estoy quí?. Quisiera hablar con el.

— El no se encuentra.

— Estás mintiendo.

— No, papá está en el trabajo.

— ¿Podrías dejarme pasar?.

— No debo de abrirle la puerta a extraños.

— No soy un extraño.

— Soy una amenaza para la humanidad, tú lo dijiste. — Como le encantaba hacer sentir mal a las personas, solo abeses.

— No quise desir eso. — Javier no sé arrepentía de lo que había dicho, ni siquiera un poco.

Pero el sexy peli-plateado seguía en sus pensamientos, ¡Dios!, Quién podría olvidar tremendo culaso, y por más que no lo quisiera, el mocoso venía en el paquete.

¡Pero valla que paquete!, Si el mocoso lo valía.

— ¡Y yo soy rubio!.

Mocoso del diablo. Casi lo grito. Casi.

— Enserio quiero hacer las pases con tigo. — Escucho un bufido y supo que tendría que mejorar su labia para convencer al niño, dudaba que la artillería pesada funcionará para convencerlo. — Escucha de verdad me interesa tu papá mucho, y quiero disculparme con tigo, se que la cagué en un principio, pero enserio quiero algo serio con tu papá. Y me ayudaría mucho que abrieras la puerta y me dajaras demostrarte que mis disculpas son sinceras.

Era su mejor discurso improvisado, y de verdad rogaba para que el niño le creyera y le abriera la jodida puerta.

Sus nervios se dispararon y por un momento dudo de que lo hubiera convencido. El clik del seguro siendo quitado y la cerraduras siendo retiradas le devolvió la esperanza.

Ojos azules analizándo lo atravez de una pequeño abertura de la puerta lo analizaron, parecían buscar algún rastro de que estuviera mintiendo, como si quiera saber sus más oscuros secretos.

Un escalofrío recorrió todo su cuerpo, si ese niño le intimidaba y asta sierto punto tal vez le daba miedo un poco, pero solo un poco.

— ¿De verdad quieres una relación seria con papá?.

Trago saliva, el chico lo miraba con si al percatarse de el menor rastro de mentiras lo cortaría en pedacitos.

— De verdad quiero intentarlo con ustedes.

El chico bajo la vista como si pensara que sería la mejor opción. Dio un suspiro y termino de abrir la puerta.

— Pasa.

Lo tenía en el bolsillo.

Zafiro no era tonto, de todos lo hombres que habían cortejando a su padre, Javier era el único que había regresado, quería lo mejor para su papá, no creía que Javier lo mereciera, pero tanpoco era alguien para decidir por otras personas, se merecía el beneficio de la duda, y si no merecía la oportunidad con su papa, bueno se ganaría otra patada en las bolas.

— Gracias.

— Si, si, lo que digas, ahora pasa y siéntate que me interrumpiste mi maratón de películas.

Zafiro cerró la puerta una vez que Javier entro al departamento.

— Perdón por preguntar pero, ¿Que no deberías estar en la escuela?.

El chico se encogió de hombros.

— Tengo un permiso especial. Puedes tomar asiento donde gustes.

Zafiro se tiro al sofá, llevando con sigo otro pesado de pizza donde le dio una mordida mientras le ponía play a la película.

Javier siento la bilis en su garganta, el chico ni siquiera se había lavado las manos después de que había abierto la puerta, y ya estaba llevándose ese pedazo de pizza lleno de grasa a la boca.

Cuantos gérmenes habría en sus manos, cuántas bacterías habría en ese sillón donde el chico estava a costado sin siquiera tomarse la molestia de quitarse los calcetines con los que había caminado descalzo sin molestarse en quitárselos y ponerse unos limpios o por lo menos rosearlos con algún aerosol desinfectante, pero sobre todo cuántas bacterías tendrá ese control del televisor lleno de grasa.

Percatándose de la intensa mirada que estaba sobre el, Zafiro dejo de poner atención a la película para poner su atención en el castaño.

Los ojos de Zafiro brillaron con un brillo juguetón lleno de malicia, reconocía esa mirada de pánico en los ojos del castaño, era la misma mirada que había puesto cuando había estornudando en el carro aquella vez.

Sabiendo que Javier estaba apunto de tener un ataque de ansiedad, desidio probar que tanto podía soportar.

Lo miro directo a los ojos y empiezo a masticar los trozos de pizza lentamente.

Casi terminaba su rebanada y Javier estava rojo, todo su rostro gritaba desesperación, sabiendo que casi estába logrando su objetivo desidio hacer algo que haría al castaño explotar, chupo la grasa de su dedo pulgar, seguido por el dedo índice y cuando llegó al dedo medio el castaño no lo soporto más.

— ¡Maldición deja de hacer eso!.

— ¿Porque?.

— ¿¡Sabes cuántos gérmenes te estás llevando a la boca!?, ¡Podrías contraer una tifoidea, o alguna infección por parásitos en el estómago!.

— Pero la pizza está rica ¿Quieres probar?.

Le tendió una rebanada con la mano que había chupado sus dedos y el castaño puso cara de horror.

— ¡Aleja esa cosa de mi! ¡Dios ve a lavarte las manos y los dientes de inmediato!. ¡No! ¡Mejor date un baño completo!.

— ¡Pero si apenas tome un baño hace tres días!.

— ¡Tres días! ¡Tres días!, Ve a darte un baño. — Javier dio una vuelta sobre sus pies y su cara demostraba lo ofuscado y paranoico que se sentía.— Ve a bañarte y ¡Yo! ¡Yo! Desinfectante, ¡Si desinfectante todo el departamento!.

Zafiro lo miraba con la diversión bailando en sus ojos asta que no pudo contener más la risa y las carcajadas empezaron a sonar por el departamento.

Javier se le quedó viendo como si le hubieran salido dos cabezas.
Su cabeza hizo clip y se dio cuenta de que el niño estaba asiendo todo eso a propósito.

— ¡Me estabas tomando el pelo!.

Zafiro abrió los ojos y se señaló con el dedo índice poniendo lo en su pecho.

— ¿Yo? No. — Negó con la cabeza.

— ¡Te estabas burlando de mi!.

— ¡Que no!.

— ¡Que si!.

— ¡No!.

— ¡Si!.

— ¡Bien!, Si lo hacía.

— ¡Pequeño engen.....!.

El sonido del timbre los distrajo por completo de su pelea.

Ambos de miraron, y antes de que Javier pudiera reaccionar, Zafiro lo señaló con una rebanada de pizza.

— ¡Quieto!, Oh no dudaré en usar mi rebanada de pizza.

Sin esperar a ver la cara de espanto de Javier tenía, Zafiro camino a la puerta para abrirla.

Estaba tan consentrado en seguir torturando al castaño, que está vez no se molestó en ver quién tocaba.

Gran error.

Al abrir la puerta se topó con tres personas vestidas de trajes, dos de ellas conocidas, la primera era el director de su escuela, la segunda era el padre de su — Demonio — compañero, con el que había tenido la pelea motivo de su suspensión de clases, pero la tercera persona no la conocía, vistia un traje de tres piezas negro con camisa blanca y corbata verde musgo, era alto con la cabeza rapada de piel algo morena, el hombre debería estar secar de los cuarenta tal vez más, las arrugas se marcaban en su rostro, sus ojos de color café, fríos como el hielo se clavaron en Zafiro.

— Venimos de parte de los servicios sociales, infantiles...

Esas palabras bastaron para que Zafiro les a zotara la puerta en las narices, y la asegurará con todos los cerrojos que había.

Javier arrugo el entrecejo, el chico se había puesto pálido y temblaba como si el mismo diablo se le hubiera aparecido.

Tal vez así era.

Estaba recargado de espaldas a la puerta como si sus brazos fueran lo suficientemente fuertes para impedir el paso de una estampida de elefantes.

Sus ojos se clavaron en los suyos y un escalofrío le recorrió la espaldas. Ese mocoso le traería problemas.

— A gamos un trato, si tu me ayudas, prometo desinfectar la casa, por un mes, mantenerme lo más limpio posible, y con seguirte un sita con mi papá, que tenga final feliz al llegar la noche, a cambio de que me ayudes con un pequeño problema. ¿Trato?.

Bien dicen, Satanás se te presentara en formas y tentaciones que no podrás rechazar.

— Trato.

(.)(.)

Los gemidos se escuchaban por toda la habitación.
Solo había dos personas más aparte de los sujetos en cuestión.

El director y un joven que manipulaba las cámaras.

Jonathan Haréis, un productor de nomás de cuarenta y cinco años, era conocido desde hace algunos años por haber abierto una nueva manera de realizar películas pornográficas de mejor calidad.

En resumen, todo era más real.

El secreto.

Darle a los protagonistas la mayor privacidad posible, y tratar de que todo su seth de trabajo pareciera lo más natural y real posible.

Un joven rubio tenía en cuatro con la cabeza enterrada en el colchón al peli-plateado, lo tenía sujeto de la nuca mientras las embestidas eran dura y constantes.

Las expresiones de peli-plateado parecían tan reales, que nadie dudaría que los gemidos eran falsos.

Les dio una señal para que cambiarán de posición, y otra para de Irles que sería la última del video.

El rubio tomo bruscamente de las caderas al peli-plateado para sentarse sobre el colchón y alludarle a que se acomodar para que lo montará.

Una vez a cómodo su polla en su entrada, lo sento de golpe metiéndose la asta el fondo, el gemido que soltó el peli-plateado le dio más realismo s un gemido entre dolor y placer, sonando le una nalgada y sugetando lo de las caderas para que lo montará rápido y duro.

Unos minutos así y Jonathan dio la seña para que había se corrieran, el rubio se vino adentro del pelo plateado, y el joven que sostenía la cámara se hacerco para que en el vídeo se mostrar el semen escurriendo en la entrada y nalgas del peli-plateado, una vez que el rubio saco su polla.

— ¡Corte!.

Ambos jóvenes se desplomaron en la cama con la respiración agitada.

— Bien echó muchachos, me encanta su trabajo.

— Gr....

Las puertas fueron habiertas y unos tacones sonaron por toda la habitación.

— ¡Diamante! ¡Diamante!. — Con el pelo rizado color negro y unas curvas definidas y delicadas, Karmesite su representante y amiga entro como bólido, sin importarle interrumpir las escenas del video. — ¡Zafiro está al teléfono, está muy alterado y quiere hablar con tigo!.

De un salto se puso de pie y tomo su celular donde la foto del Zafiro mostraba la llamada en cursó.

— ¿Que pasa hijo?.

— ¡Papa!, ¡Servicios sociales están el puerta!.

— ¿¡Que!?.

El grito que dio se escuchó por toda la habitación, todos lo quedaron viendo al instante pues había palideció como una hoja de papel y terror se reflejaba en su rostro.

Dio un seña a Karmesite para que le ayuda a buscar su ropa y la chica salió en busca de ella.

— ¡Javier está con migo!.

— Javier está.... No importa, dale el teléfono.

— Tengo miedo papi.

— Todo va a estar bien hijo. Ahora pásame a Javier.

Karmesite, regreso con la ropa, Diamante se la arrebató, y empiezo a vestirse a la velocidad de la luz, poniendo el teléfono en alta voz.

— Hola.

— Javier, escucha.

— ¿Diamante?.

— Si soy yo. Escucha, afuera de mi apartamento están lo servicios sociales infantiles, vienen por Zafiro, as lo que sea pero no permitas que se lleven a mi hijo.

— ¿Que?.

— ¡Pon atención!. ¡Por dios que si de llevan a mí hijo!, Áre que limpies los baños de la estación del metro por toda tu vida.

— No dejar que se lleven al niño. Entendido.

— Bien, llegaré en treinta minutos espero menos, entretenlos.

Colgó sin esperar respuesta.

— ¿Que pasa Diamante?.

Terminando se de poner los zapatos, salí rápido del set seguido por Karmesite y Jonathan.

— Se quieren llevar a Zafiro, eso pasa.

— ¡Otra vez!.

— Llama a Winston, y pídele que valla a mí casa.

Los tres se subieron en el elevador mientras Karmesite hacia llamadas.

— ¿Te puedo ayudar en algo?.

— Gracias Joni, pero si pudieras borrar todos los vídeos y películas que el grabado durante el último año te lo agradecería mucho.

Jonathan le dio una sonrrisa que parecía amable, pero la mueca de pesar no la disimulo ni un poco.

— Sabes que no puedo hacerlo.

— Lo sé, pero agradezco tu apoyo.

— ¡Jodida mierda!.

— ¿Ahora que?.

— La secretaria de Winston, dice que no se encuentra por qué tomo vacaciones, ¡Vacaciones!. ¡A otro perro con ese hueso!.

— ¡Maldición!.

Sin su maldito abogado en servido estaba jodido

— Creo que puedo ayudarte, tengo a un conocido que sabe de una abogada, pero ella es... .

— No me importa si es abogada del diablo, o tengo que dar todo mi dinero, incluso seré su maldito esclavo, si impide que me quiten a Zafiro.

Las puertas del elevador se habrieron en el estacionamiento y Diamante salió disparado a buscar su auto.

— Joni, busca a tu abogada, dale mi dirección, Karmesite, la esperada en la entrada del edificio.

Ambos se subieron al auto, mientras Jonathan asentía y se ponía hacer llamadas.

El auto arrancó, y salió del edificio quemando llanta, Diamante estava seguro que tendría unas cuantas multas por exceso de velocidad pero no le importaba.

Su niño estaba en peligro y solo dios sabía que con tal de que no s lo quitarán era capaz de convocar a los cuatro jinetes del Apocalipsis.

Habían sido los peores, más lentos y desesperantes veinticinco minutos de camino para llegar.

Una vez llegaron, Diamante corrió adentro, de el edificio, presionó el botón de abrir pero el maldito no respondió.

¡Maldición!.

— ¡Las escaleras!.

El primero, segundo, y tercer piso, lo subió como si la parca lo persiguiera, para el cuarto y el quinto, estava maldiciendo al maldito elevador y para el sexto el pensamiento de que los servicios sociales estaban frente a su puerta se había esfumado y sustituido por las ganas de un maldito vaso de agua.

Finalmente estava en el maldito séptimo piso, y la idea de conseguír un piso en la planta baja o una casa sin las malditas escaleras no sonaba tan descabellado.

Estando frente a su puerta se acomodó la ropa, limpio las gotas de sudor que brillaban en su frente y trato de verde lo más presentable posible.

Una vez listo, introdujo la llave y abrí la puerta de su casa, que más bien ahora parecían las puerta de la entrada al infierno.

Una vez adentro lo primero que vio fue al Director de la escuela de su hijo, el padre de un engendro que molestaba a si hijo y ¡Hay por dios!.

¿¡Tenía que ser una jodida broma!?.

— Coleman.

— Black, un gusto volver a verte.

— No digo lo mismo. Pero dime en qué puedo alludarle.

Coleman, dejo la taza de té que tenía en sus manos y de puso de pie.

El maldito trataba de intimidar lo, pero ese metro setenta y algo no lo ayudaban contra su metro ochenta siete.

— Veras estos caballeros me buscaron para pedirme amablemente que revisara el actual estado de Zafiro, ya que al parecer tus cuidados am sido poco apropiados.

Diamante apretó los puños, aquí había mano sucia y el podía aportarlo, tanto como el estava seguro que era gay

El timbre sonó, distrayendo todos y Javier, lo vio como una oportunidad de salir de ese campo de guerra.

— Yo voy.

Diamante volvió si vista en Coleman, y el le dio una sonrrisa que parecía la de el gato que estaba apunta de comer al pajarito.

— Aquí tengo una orden, donde se me da permiso de revisar asta el último centimetro cuadrado de esta casa, y si lo creo necesario llevarme a Zafiro de inmediata mente.

— Yo no creo que eso pueda ser posible.

Todos miraron hacia esa voz que parecía de un ángel, pero con ese toque de malicia y juguetón que respondió desde la puerta.

Los tacones sonaron por el piso y lo primero que vio fue la maraña de rizos negros de Karmesite, seguido por una figura esbelta y delicada.

Le sorprendió ver en lugar de tacones unos tenis deportivos rosas, seguidos por un par de piernas largas que y unas bonitas caderas que las moldeava un pantalón de tela entubado color negro, una blusa blanca que de seguro era una playera combinada con un saco negro que lucían unos no muy grandes pero bonitos pechos.
Lo que más le sorprendió fue la cabellera larga, muy muy larga color dorada que eran sostenidos por dos chonguillos, la piel blanca y nomás de uno setenta y algo.

Ojos azules cielo lo miraron con diversión y le regalaron un guiño.

El hombre junto a ella era alto, más alto que el pero no por mucho, de cabello castaño largo más abajo de los hombros y ojos café oscuro, apostaba que era su guarda espaldas ya que se paro justo de tras de ella con ojos de águila.

— Disculpen por las fachas pero no sabía que tendría que salir de casa tan deprisa.

— ¿Y usted quién es usted señorita?.

Coleman pregunto con el disgusto pintado en la cara, ya que la rubia había llegado a interrumpir sus planes.

— Sierto, donde quedaron mis modales, soy Serena Tsukino, abogada del señor Black.

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Hola si quieren conocer a Javier y a Jonathan síganme en mi instagram @letycuevaz.

Asta el siguiente capítulo.

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