Capitulo 1.
Presente.
— Bonita forma de cagarla Zafiro, muy bonito ¡Expulsado, expulsado un mes!.
— No puedes culpar por que el maestro se enojara de escuchar unas cuantas verdades, que nadie se atreve a decir por qué le tienen miedo.
— Y no fuiste capas de cerrar la boca dime, ¿Qué hiso ese maestro para que le respondieras?, porque la respuesta debió haber sido muy grabe para que el director haya tomado la decisión de expulsarte un mes.
El chico rodó los ojos y se cruzó de brazos, las burlas y los problemas de la escuela siempre eran por el mismo tema, a pero que no se diga que él no había tratado de dialogar con sus compañeros, el dentista podía testificar cuantos jóvenes habían desfilado por su consultorio, gracias a los diálogos fallidos.
— Varios compañeros me estaban molestando por tu trabajo, le dije al maestro, que en lugar de regañarlos, me regaño a mí, ¡a mí!, y bueno una cosa llevo a otra y tarara voy a estar en casa un mes. — Toda la furia abandono su cuerpo.
No podía culpar al chico, hace tres años la tragedia había tocado su puerta, su hermano y su cuñada habían fallecido en un accidente de auto, dejando a su sobrino, ahora hijo a su cargo.
La vida de ambos dio un giro radical, su hermano lo había dejado como tutor legal en caso de que ellos faltaran y que giros da la vida, a los seis meses de hacer su testamento su esposas y el murieron.
El chico había llegado a su vida cuando tenía diez años, pensó que su vida iba a llenarse de complicaciones, pero no, el niño era muy maduro para su edad y comprensivo ayudándole en lo que podía. Ahora después de haber burlado a la trabajadora social años atrás sobre su trabajo, el chico con sus trece años era muy inteligente y letal con las palabras al momento de defender a su ahora padre y su trabajo, pero cuando las palabras no ayudaban bueno, el daba pases directos a la sala de urgencias y el dentista gratis.
Al ver que la mirada furiosa de su padre era sustituida por una de tristeza y culpa total, lo abraso, siendo correspondido, lo a rastro hasta el amplio sofá y ambos se tumbaron para él, su tío era su héroe, su ejemplo, su, su padre.
— ¿Sabes, que a no me avergüenza decir que mi padre verdad? — Abraso más a su hijo, era un ángel, que era el ejemplo claro de el amor y el a pollo incondicional.
— Te amo mucho hijo.
— Y yo a ti papa. — El celular del peli-plateado sonó anunciando la entrada de algún mensaje o notificación, el sacarlo de su bolsillo y revisar pego un brinco del sillón, haciendo que por el movimiento brusco Zafiro cayera al suelo. — ¡Pero que chin-¡,— El peli-plateado miro a su hijo con los ojos entre cerrados y arrugando el entrecejo. — Zafiro, hijo, ¿Me puede explicar, porque me acaba de llegar un aviso, de que mi solicitud para entrar a un club para adultos ha sido aceptada?. — El chico abrió muchos los ojos y le regala a su padre una sonrisa lo más inocente que pudo.
— Juro papa que, no es lo que parece.
— No es lo que parece, ¿¡No es lo que parece!? ¿Esas escusas déjalas para cuando le seas infiel a tu novia y te descubra!
— Todo tiene una explicación, que justifica cada acción.
— Tienes dos segundos, para darme una explicación antes de que te castigue todo el mes. — El chico se puso de pie tan rápido como pudo.
— ¡No es justos!, yo solo quería que consiguieras uno novio para que se a mi padre, además ¡yo nunca voy a tener novia!. — Se quedó helado ante la confesión de su hijo.
— ¿Otro papa? ¿¡Y yo que!?, ¿¡Estoy pintado en esta casa o que mocoso!?.
— Yo sé que eres mi papa y siempre lo vas hacer, pero seamos realistas, necesito un padre, después de todo, eres el que recibe.
— ¡Ahora si mocoso ya sacaste boleto! — El chico salió disparado a su habitación, con el peli-plateado pesándole los talones.
— Papa, no agás una locura con tu hijo, ¡Te voy a denunciar con derechos humanos!.
— ¡Primero tendrías que salir de esta casa!, Reza para que no te al canse.
(.)(.)
Un año atrás.
— De acuerdo con los testimonios y las pruebas presentadas, el jurado y yo hemos llegado a la conclusión final de este juicio. Neherenia Chiba, se le declara culpable por el asesinato del Sr. Endimión Chiba y su esposa la señora Luna de chiba. Incluyendo el intento de asesinato de su sobrino el joven Darién Chiba, y la muerte de su sobrina Serenity Chiba. Por los crimines mencionados, la condeno a ochenta años de prisión en el reclusorio femenil de máxima seguridad del Estado, sin derecho a fianza.
— ¡No me puede hacer estos! ¡Esa bastarda ni siquiera era hija de mi hermano! ¡Esto es inaudito!.
— ¡Orden!, Orden en la sala, oficial lleve a esta mujer al vehículo que la llevara directo a la prisión.
— ¡No! No me pueden hacer esto, demandare al estado y a todos en la corte, ¡suélteme! — La mujer gritaba incoherencias mientras la sacaban de la corte, cuando las puertas fueron cerradas el juez, volvió la vista al pelinegro.
— Joven Chiba, desde este momento, casinos Chiba, acciones, cuentas bancarias y la mansión Chiba pasa a ser de su posesión, puedo asegurarle que esa mujer no saldrá de prisión. Siendo las catorce horas del día 08 de abril del dos mil veinte, este juzgado y el jurado da por cerrado el caso Chiba. Pueden retirarse. — Darién salió de los juzgados con la frente en alto con una sonrisa satisfecha.
Por fin luego de veinte y dos años se hizo justicia por la muerte de sus padre, tras él, su abogada que tenía la misma cara de satisfacción que el una rubia de curvas sensuales, sus ojos revelaban el arma letal que era ella, y aun lado, su mano derecha encargado de su seguridad, chofer, asistente, amigo, detective, y desde hace 22 años su hermano de vida.
Una vez los tres en el auto, Darién derramo sus primeras lágrimas después de tantos años, la rubia le siguió abrazándolo, pues igual que él, ella también había esperado ese momento.
— Por fin se les hiso justicia.
— Eso parece, te dije que lo lograrías. ¿Sabes lo único que lamento?.
— No, ¿Dime?.
— Que ya no llevas el apellido Chiba, y sobre todo tu cabello, me gustaba más de negro. — La rubia miro a Darién, era cierto de no ser porque, tuvo que teñir su cabello de negro a rubio, nadie dudaría de su parentesco.
— Míralo de este modo, todo valió la pena, y ser rubia no están malo. Te quiero mucho Darién.
— Y yo a ti Serena.
— ¿Y no hay un poquito de amor para mí?.
— Ya tienes el de Serena, confórmate con que firme tus cheques.
— Sé que me amas amorcito, muy en el fondo de tu corazón me amas.
— Sigue soñando niño.
— Seiya, deja de molestar a Darién.
— Muy bien, díganme, ¿A dónde vamos?. — Darién observo al joven que ocupaba el asiento del chofer.
El parecido era mucho, de no ser porque ellos sabían que no compartían sangre, nadie dudaría que fueran hermanos, y lo eran tal vez no de sangre pero si de corazón.
— A casa Seiya, a casa. — Dio una última mirada a la entrada de los juzgados, donde pudo observar como las patrullas arrancaban para llevarse a Neherenia. — El juego ha terminado. Jaque mate.
(.)(.)
Un año después.
Presente.
— Quiero que despidas a Serena. — La tasa del café quedo suspendida en el aire.
Era su primer café de la mañana, el primer sorbo del día, no había nada mejor que probar un café en su punto exacto. Hasta que esas palabras fueron dichas, de repente el café sabia amargo y le había perdido el gusto.
Miro sobre la taza a la castaña y le dio un sorbo, después de todo el café no tenía la culpa.
— Dime Zahorí, ¿Por qué había de despedirla?. — Ella arrugo el entrecejo, Darién la complacía en todo.
En el fondo sabía que el tema de la rubia no sería fácil de tratar pero no perdía nada intentándolo.
— No me gusta, como te mira, como te habla, las confianzas que se toma de entrar por las oficinas y la casa cuando se le venga en gana, incluso se queda a dormir en nuestra casa como su fuera suya.
Quería reírse en su cara pero era un caballero, y su padre, Endimión estaría muy avergonzado, un caballero, nunca insulta a una dama, aunque lo merezca.
Pero él no era de todo un caballero, así que aria una acepción.
— Y, también al chófer, como te habla, como se pavonea por todos lados con ese aire de grandeza, los empleados no deben de tener esa clase comportamiento con sus jefes, deben saber cuál es su lugar. Y ninguno de los dos me respeta, si nos vamos a casar deben de tratarme como la señora de la casa.
Ciertamente, que esa discusión ya la veía venir. Hace un año cuando conoció a Zahorí, se le hiso una chica muy tierna, amorosa y comprensiva, no negaban que cuando Serena y ella se conocieron hubo algunos roces entre ellas pero nada grabe. Incluso soportaba el humor negro de Seiya a pesar de no encontrarle gracia.
No dudo en cortejarla y hacerla su novia tiempo después, a pesar de no tener ninguna idea de sus gustos peculiares ni de su bisexualidad, cierto que un tiempo la vio como la fura madre de sus hijos.
Pero de algunos meses para acá, ella había cambiado, se había vuelto en una persona prepotente, narcisista, ya no era la chica que él conoció, se estaba volviendo en un alacrán queriendo picarlo con su veneno, sus años en las fuerzas especiales le habían enseñado a ser astuto, y deshacerse de sus problemas sin problemas.
Y su padre Taiki, le había enseñado a cómo detectar esos problemas mucho antes de que ellos se convirtieran en obstáculos, localiza a tu enemigo y acabalo desde la sombra, antes de que él se deshaga de ti, se más listo que él.
Ella quería someterlo hacer a su voluntad. Sus ojos destellaron un brillo que Zahorí, no había logrado descifrar. El amo en su interior se removió al saber que ella quería someterlo
Él era el rey de este juego, ¿Quién se creía ella?, boda ¿¡Cual jodida boda!?. No ella jamás seria la señora Chiba.
— ¿Por eso tengo que despedirlos?, porque su lealtad y su respeto esta con migo y no con tigo.
— ¡Darién!.
— No, Darién nada, — Levanto un dedo para que ella guardara silencio. — Numero uno, no sé de qué boda hablas, yo jamás te he pedido matrimonio, y por tu actitud no creo que eso pase en mucho tiempo, numero dos nadie será despedido por tus caprichos. — Zahorí abrió la boca indignada, Darién jamás le había hablado así, quería prote4star pero la mirada que le dio la hiso callar. — Conozco a Serena y Seiya mucho antes de conocerte a ti, ¿Por qué habría de despedir a las personas que me han apoyado durante mucho tiempo y son mi familia?.
— ¡Soy tu novia!
— Pues compórtate como tal y déjate de niñerías. — Hiso una seña al camarero para que se acercara y pagara la cuenta, modales ante todo decía su madre luna, una vez pagada volvió a mirar los ojos de Zahorí. — Piensa muy bien en tus respuestas, porque antes de despedir a mi familia, la que sale por la puerta eres tú, nos vemos luego.
Salió del restaurante sin darle tiempo de protestar, al verlo salir con cara de pocos amigos, Seiya prendió el auto listo para ir a donde Darién quisiera. Una vez a dentro dio un suspiro cansado, no estaba para soportar berrinchitos.
— ¿Problemas en el paraíso?.
— No me agás considerar la idea, de Zahorí sobre despedirte, por irrespetuoso.
— ¿¡Eso te dijo!?.
— Piensa que Serena y tu son mala influencia, para mí, los empleados y los jefes no se mesclan.
— ¡Dime que te reíste en su cara cuando te dijo esa basura burocrática!.
— ¿Por quién me tomas?. Un caballero jamás se burla de una dama.
— Si y yo soy hércules.
— El bufón diría yo.
— Eres cruel.
— Gracias, pero creo que es hora de sacarla del juego. Ahora vamos al casino. — Seiya asintió y arranco el auto.
Su celular sonó con una nueva notificación, un nuevo miembro se había unido al club, miro el perfil y era un hombre, no era de sus gustos pero era muy atractivo.
Sumiso.
No, él no lo creía, en la foto se mostraba de espaldas, dejando ver una espalda bien trabajada, hombros y brazos fuertes, las manos estaban puestas es las caderas estrechas y esos dos oyuelos en la espalda baja se burlaban de el.
Pero lo que más le llamó la atención, eran sus ojos, la cabeza la tenía girada un poco para tras viendo sobre su hombro. Ese pelo platinada paresia sedoso, y esos ojos mostraban un fiereza indomable.
Sí, él no era un sumiso, pero había algo en el que llamó robo su atención.
— Interesante.
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