Capítulo O8
❛ JACK──;;
꒰ Capítulo OO8 ꒱
*ૢ ❱ Sshxny- 17.O4ˎˊ˗
;;── ❱ 04 de enero, año 499 .
Para N126, los días pasaban sin detenerse. Dormir, comer, entrenar, respirar... no había mucha diferencia en todos ellos. No le veía sentido. Solo seguía esa interminable rutina sin encontrar un verdadero motivo para su vida. ¿De verdad tenía uno? Los entrenadores le repetían que su talento era único, que probablemente será una de las mayores fortalezas para su reina, a quien debía de servir algún día. Ese indudablemente debía de ser su motivo y N126 lo dudaba, pero no tenía razones para ir en contra de las órdenes.
Nada en esa vida tenía sentido, mas ella lo aceptó.
Mirar las nubes recostada en el césped del campo de entrenamiento era uno de los lujos que se le daba. Un pato, una flor... ¿esa tenía forma de un corazón? Recuerda haber visto esa forma en uno de los libros que su compañero le había enseñado, aunque estaba segura de que así no lucía uno verdadero.
Ya debía de empezar el turno del segundo grupo. Se preguntó qué tan fuertes eran los que se encontraban allí, había escuchado a uno de sus instructores comentar que sería buena idea que se enfrentaran los grupos, así se animarían a superarse entre ellos, conocerían a su competencia. Ninguno de los aprendices a caballeros especiales deseaba perder, porque si perdías era más probable que te acercaras a tu muerte.
Los campos de entrenamiento para los aprendices a caballeros especiales y los soldados comunes estaban ubicados en la zona oeste del palacio, los que ya tenían su puesto fijo entrenaban en la zona opuesta. N126 nunca había visto a uno de los paladines ni a un caballero especial formado, pero le repetían que eso era todo a lo que debía apuntar si quería sobrevivir. Por tanto, seguía las instrucciones que le daban sus superiores. Si algo había notado en ella, era la facilidad que tenía para seguir órdenes, probablemente por la facilidad que tenía para ejecutarlas.
Cada uno de esos niños y adolescentes, si se les podía llamar así a esos seres creados con un único propósito, apuntaban a ser elegidos. De otro modo, solo les esperaría ser enviado a las minas o a zonas peligrosas si es que no los asesinaban primero.
De hecho, la misma N126 había sobrevivido a varios intentos de asesinato por la noche. Todos hacían lo que podían para seguir viviendo, atacar a sus "rivales" era una opción válida según su razonamiento, los entrenadores no opinaban ni decían nada sobre eso, era costumbre. La muerte les perseguía a cada paso, eso lo comprendió cuando tuvo que acabar por primera vez con la vida de otro. No sabe por qué, pero no le afectó ver al cadáver, ¿quizás porque no era la primera vez que lo veía? No lo sabía, no lo recordaba y al final, luego de tantas veces hasta tener trece años, no le interesaba.
Todos los días eran tan iguales, tanto que eran aburridos. Si se convertía en paladín, ¿algo cambiaría? ¿O ese molesto sentimiento persistiría? No importaba, ese debía de ser su destino, porque de otro modo no le quedaba nada.
N126 siempre estuvo vacía.
Volvió a concentrarse en las nubes en el cielo. Una manzana, una soga, un gato... ¿Cómo estaría ese gato que se le acercaba tanto sin temerle? Quizás pueda salir de su rutina por un rato.
Se levantó y se dispuso a escalar el árbol que estaba cerca al muro. No era la primera vez que se escapaba del castillo, no es que fuera fácil, pero ya le había agarrado el truco. De tanto en tanto, lo único que necesitaba era ver más de lo que hacía todos los días, necesitaba salir de ese lugar que a veces podía ser demasiado sofocante.
Cuando estuvo a punto de cruzar al otro lado y proseguir con su cometido, sintió que algo iba hacia su dirección y lanzó una espiga de hielo que chocó contra la bola de fuego.
Al bajar la mirada, se encontró con los ojos rojos y grises de su compañero de grupo.
───¿Te escaparás de nuevo, N126? ───preguntó mirándola y mostrándose fastidiado por la situación.
───Elliot...
N126 no dijo más. ¿Ese chico de apenas un año menor que ella estaba buscando pelea para evitar que escape? Desde que lo ayudó una vez, N257 estuvo frecuentando a su alrededor junto a ese otro aprendiz de cabellos azules. Ella no lo comprendía del todo, pero antes no parecía que tuviera un problema con su persona. ¿Había cambiado algo? Pero la pelinegra estaba segura que podía ganarle y él también debía de conocer ello, era la más fuerte de ese grupo después de todo, aunque no usara tanto sus bendiciones como el resto.
Todos sus compañeros aprendices contaban con una o dos bendiciones, las cuales se dicen que fueron dadas por su majestad con el favor de la Diosa. Por ejemplo, N126 tenía la de hielo y fuego, mientras que N257 la de fuego y electricidad. Su otro compañero que usualmente lo acompañaba, Acker, usaba la de hielo y agua. Esas bendiciones caracterizaban al grupo de monstruos de Epiriden, sean paladines, caballeros especiales o meros aprendices. Eran entrenados desde que son creados por la realeza hasta que dominen su poder y sean útiles para los deseos de sus creadores. Si contabas con dos, entonces eras un candidato para paladín.
N126 se especializaba más en el uso de armas que de las bendiciones, de todas formas también debía de aprender esa área, entonces le servía. Ella, como el resto, debía ser una arma y para ello necesitaba manejar ambos campos.
Entonces N126 pensó cómo podría derrotar rápidamente al de cabellos grisáceos sin hacer tanto ruido y evitar otras dificultades. No tenía más que un cuchillo en su cintura, pero a primera vista parecía que el contrario no llevaba ninguna arma. Si atacaba primero con rapidez y no lo dejaba defenderse debería de conseguir la victoria. Acercó su mano al cuchillo y se preparó para saltar y atacarlo de una sola vez, pero al notar cómo el chico suspiraba pesadamente y negaba con la cabeza se detuvo.
Elliot de verdad que no comprendía cómo N126 se le ocurría que entre todas las personas justo él sería capaz de pensar en atacarla. Quizás antes de conocerla lo hubiese hecho, siendo más impulsivo y odiándola a muerte por la envidia que sentía, mas ahora la situación era diferente.
Ni el mismo Elliot sabía qué era lo que sentía ahora; no obstante, sabía que no deseaba detenerla y se sentía fastidiado por eso, quería tenerla a su lado y al mismo tiempo dejarla hacer lo que desee. ¿Se había encariñado? ¿Era admiración? Todo era raro para él.
───Haré como si no te hubiera visto, deja de pensar en atacarme ───dijo por si la pelinegra se le volvía a ocurrir───. Solo no tardes demasiado, Acker se preocupará por ti.
"Y yo también", pensó el de ojos bicolores sin atreverse a decirlo en voz alta.
N126 asintió para luego atrapar el ovillo de lana que Elliot le lanzó. Observó el objeto confundida, ella no sabía tejer y no entendía cómo podría serle de utilidad esa cosa, ni siquiera era lo suficientemente resistente como para usarla si necesitaba defenderse.
───¿Para qué es esto? ───preguntó la fémina al no encontrar explicación.
───Para tu gato, escuché que les gusta eso a los mininos ───dijo N257 como si fuera lo más obvio del mundo.
───No es mi gato ───contestó obviando el hecho de que él conocía a dónde se dirigía. N126 solo pensó que debía de mejorar sus habilidades, había sido seguida en algún momento y no se había percatado de eso.
───Sí, claro, solo no te encariñes mucho, todo termina muriendo fácilmente.
───No me encariño, el instructor dijo que sentir es debilidad.
───Y lo es, todos lo sabemos, pero pareciera que se te olvida.
───Sí lo sé, de todas formas, no somos tan capaces de sentir algo. Fuimos creados con un propósito, los sentimientos no están incluidos.
"Ya no estoy tan seguro" pensó Elliot, porque de otro modo no le encontraba explicación a lo que sentía.
───N126, ¿por qué solo hablas cuando se trata de tu gato? Normalmente ni nos respondes ───dijo el chico, pero fue ignorado por la pelinegra que se fue inmediatamente, como usualmente hacía───. Y ahí va otra vez...
Si N126 no le había respondido era por la sencilla razón de que no sabía qué decirle. No es como si no les hablara porque los odiara, simplemente se le hacía difícil. Si no sabes qué hacer, es mejor retirarse, es lo que le habían enseñado. Desconocía cómo comunicarse con el resto ya que no le enseñaron eso, tampoco sintió la importancia de hacerlo. Estaba mejor sola, los demás solo serían una carga, eso le habían dicho.
"Solo me despejaré un momento y volveré"
Se aseguró de tapar su rostro y ropa con la túnica que llevaba puesta. Sería problemático si algún soldado la reconociera de casualidad o si un transeúnte hacía un escándalo al confirmar que se trataba de una aprendiz a caballero especial. Las dos posibilidades la dirigían a un escenario que detestaría, un problema que preferiría evitar, no contaba con la suficiente energía como para tratar con esas cosas.
Las calles lucían animadas, no había ese tipo de ambiente dentro del castillo, tampoco observaba familias felices como ahora. Se preguntó sobre el significado de la familia, ¿de verdad un integrante de tu familia podía ser tan especial y preciado? No comprendía por qué cuidarías de otro y no cuidarte a ti mismo.
Tal vez porque nadie les enseña a amar es que todo el mundo piensa que las criaturas como ella eran desalmadas, incluidos ellos mismos. No sabían sobre la amistad o la amabilidad, ni hablar del resto de emociones. Lo único que buscaban era perfeccionar sus habilidades, el resto siempre fue inútil.
N126 solo podía creer en eso, porque eso es lo que la ha mantenido con vida hasta ahora. Escalar esa tempestuosa montaña hasta llegar a la cima era lo que necesitaba si quería seguir viviendo, ¿pero de verdad valía la pena vivir? ¿Por qué necesitaba seguir viviendo? Porque eso era lo que todos deseaban y ella pensó que debía de hacerlo igual, porque de otro modo seguir todas esas órdenes sería inútil y de tanto en tanto escuchaba esa vocecita en su cabeza que le gritaba que debía volver con alguien y para volver a algún sitio debía de seguir con vida.
Sin embargo, escuchaba esa voz cada vez menos frecuentemente y desconocía por qué su mente la hacía rememorar eso. No recordaba a ni una sola persona con quien debía de volver y eso la desconcertaba. Quizás solo era ella misma intentando buscar un significado para su vida más allá de cumplir órdenes. Mientras tanto, seguiría intentando ser lo que es, un monstruo que solo sabe acabar con la vida de otros.
N126 sumida en sus pensamientos, como siempre, llegó a un callejón donde los rayos del sol no lo podían alumbrar en su totalidad. Se le hizo extraño que el gato que buscaba no la buscara a ella primero, siempre se le acercaba cuando estaba cerca. Se adentró más en el lugar mirando atentamente a su alrededor hasta que percibió el tenue olor a sangre y es entonces cuando lo encontró.
Estaba ahí tendido, respirando lentamente y herido con sangre en su cuerpo.
Ciertamente lo había visto con algunos rasguños en anteriores ocasiones, pero siempre fueron leves y que en poco tiempo sanarían. Este no era el caso, veía sangre, a ese paso moriría de esa forma dolorosa, eso es lo que siempre ha visto en sus entrenamientos cuando alguien sangraba, por eso siempre contaban con médicos.
N126 entró en conflicto. No poseía conocimientos médicos, ni siquiera los primeros auxilios, había sido descuidada en esa parte porque siempre se encargó de mejorar sus habilidades para no ser herida en primer lugar. Asimismo, Acker era el que la ayudaba si lo requería. Pero Acker no estaba ahí con ella y el gato sufría. Según su lógica, sería mejor terminar con su sufrimiento ella misma, tampoco es como si fuera difícil hacerlo en un solo movimiento con el cuchillo, rápido y eficaz, el animal podría descansar en paz.
La pelinegra se sacó su túnica para no ensuciarla con sangre ──no deseaba que los pobladores se asustaran al ver sangre cuando se retirara──, sacó su cuchillo, se agachó, lo colocó con cuidado en su regazo y lo apuntó, pero fue incapaz de moverse. Su cuerpo no le respondía. Ya había asesinado antes, aunque fuese en defensa propia, no tendría por qué ser tan diferente. Era imposible que N126 sintiera algo por ese gato, no era ni siquiera suyo, lo veía pocas veces, no le importaba, no debería de importarle. No debería de sentir tristeza, nunca la ha sentido
Golpeó la caja a su lado con frustración, haciendo que las que estaban encima de esta cayeran. De pronto, notó a una figura que se le acercaba, escuchó unas palabras provenir de ella, pero de inmediato se calló cuando se encontró con su mirada. N126 analizó a la niña, tenía el cabello rosa y los ojos verdes. Lo que más le llamó la atención era su expresión aterrorizada, supuso que ya se había dado cuenta que era una aprendiz, porque siempre así reaccionaron los demás pobladores cuando lo hacían.
N126 se volvió a centrar en el gato y alzar el cuchillo, quizás esa niña era del grupo que lo atacaron y lo haría sufrir más. En su mente, esa posibilidad tenía sentido, porque así siempre fue en el castillo, atacaban a quienes lucían más débiles. Sentía que no podía permitirlo, ¿pero de verdad tenía que proteger al gato? No se lo habían ordenado, tal vez solo debería dejarlo solo, pero de ser así la pasaría mal, volvió a entrar en conflicto, ¿por qué le importaba tanto lo que le sucediese?
───¡Detente! ───gritó la pelirrosa arrebatándole el cuchillo. Si fuese cualquier otro momento, N126 no habría perdido su arma, pero el que ella misma entrara en conflicto dificultaba sus pensamientos y su accionar. Se sumía en su propio mundo y se olvidaba de su alrededor───. ¡¿Por qué lo sigues lastimando de esa forma?! ¡Ya fue suficiente!
Por cómo la niña temblaba, la inadecuada forma en la que sostenía el cuchillo y por sus palabras, N126 dedujo que no tenía nada que ver con el estado del gato. Se sintió aliviada, ¿por qué sentía alivio? Era extraño. No lo comprendía.
───Morirá pronto, está herido, es mejor acabar de una vez con su sufrimiento ───dijo la pelinegra───. Devuélveme el cuchillo, yo lo haré.
───¡Tonta! Se ve que solo está cansado y que la herida no es profunda. Todavía puede ser salvado, no está grave, solo necesitamos vendarlo por el momento y llevarlo a mi casa, mi papá es médico, algo sabrá hacer y de todos modos allí hay medicamentos. ¿Cómo puedes pensar en matarlo antes de intentar ayudarlo?
───Yo... no lo sé.
La de cabellera rosa decidió no continuar y ocuparse del gato bajo la mirada atenta de la otra chica. Si era sincera, todavía le daba miedo y era intimidante, pero poco a poco se fue acostumbrando. Sacó de su bolso todo lo que necesitaba, al menos por el momento, y sujetó con cuidado al gato.
La pequeña Lin nunca antes se había encontrado con las criaturas del castillo, pero sin contar que el razonamiento de aquella oji celeste era raro, no parecía ser del todo como los rumores. Solo parecía muy... solitaria, rara, y estaba segura de que su expresión cambió a una más alegre al ver al gato vendado. Con todo eso, concluyó que así como ella misma, esa aprendiz solo era una niña, una niña muy intimidante.
Eso quiso pensar para dejar de temerle. Su padre le había dicho que se alejara de esos monstruos y su mamá los odiaba porque acababan con la vida de los demás sin remordimientos, pero el verla preocupada por el pequeño animal hizo que cambiara de opinión.
Lin solo quería intentar ser diferente a su mamá y no ser lo que los demás esperaran por una vez.
───¿De verdad no lo heriste? ───preguntó para cerciorarse por última vez, solo para estar muy segura.
───No, usualmente se mete en peleas con los otros animales. Seguro terminó perdiendo por ser débil esta vez. Nunca antes lo había visto herido, cansado y con sangre, por eso pensé que moriría de todos modos ───habló sorprendiéndose a sí misma, no recordaba la última vez que habló tanto de una sola vez. Quizás Elliot tenía razón sobre lo de ella pronunciando más palabras de lo normal si se trataba de ese gato.
───Parece que tu gato es un luchador ───dijo riendo Lin.
───No es mi gato, es callejero ───se apresuró a resolver el malentendido. ¿Por qué todo mundo pensaba que era suyo cuando no lo era?
───Parece que es muy apegado a ti como para no ser tuyo.
───Tal vez solo sabe cómo sobrevivir.
───¡Se ven como familia! ───comentó la pelirrosa───. Por cierto, ¿cuál es tu nombre? Ah, es cierto, ustedes no tienen nombre... Bueno, aunque ahí dice que eres N126, supongo que es mejor a nada.
Pudo haberla corregido sobre los nombres, pero decidió callar. N126, a diferencia de otros compañeros suyos, no había escogido aún un nombre. Ese era otro de los privilegios que se podían dar ellos mismos. Nacían solo por un propósito, por lo cual darles un nombre no se consideró necesario, les ponían números para llamarlos. Así, son ellos mismos quienes deciden cómo se llaman, quizás buscan tener un nombre por parecerse más a una persona común. Algunos dicen que escogen el nombre que eligen porque se siente correcto ser llamados así, como si de antemano en lo profundo de su mente supieran cómo se llaman. Ella nunca había sentido algo entre los miles de nombres que escuchó, ninguno se sentía correcto o propio, ninguno la llamaba, a diferencia de N257 que decidió llamarse Elliot o de N26 con el nombre de Acker.
No sentía nada en especial.
───En todo caso, si tú eres N126, ¿qué tal si yo solo soy Lin? Es el apodo por el cual mi papá y amigos me llaman ───dijo levantándose con el gato en brazos───. Por mientras voy a encargarme de tu gato, me aseguraré de que se recupere, así que tienes que venir otro día a verlo, sino te va a extrañar. Mi casa queda por allá, creo, pero mi papá es médico y tenemos un letrero en la pared, debería ser fácil ubicarnos. Puedes preguntarle a alguien también, pero no seas tan rara al hacerlo.
N126 no conocía a esa tal Lin, pero ya había notado lo habladora que era, demasiado, contrastaba demasiado con lo silenciosa que ella era. Probablemente sería una molestia tratar con esa niña.
───No tengo tanto tiempo libre.
───No dijiste que no fuese tu gato, ¡me voy antes que lo vuelvas a negar! ───exclamó Lin antes de irse rápidamente. Pronto, no hubo rastro de la oji verde.
''Qué tonta...'' pensó finalmente N126.
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