Capítulo O7
❛ JACK──;;
꒰ Capítulo OO7 ꒱
*ૢ ❱ Sshxny- 1O.O4ˎˊ˗
;;── ❱ 22 de mayo, año 510 .
El oji gris se pasó una mano por su cabello al ver la cantidad de papeles que todavía tenía que revisar y recordar lo que debía de redactar. Iba a ser definitivamente un día difícil tanto para él como para su asistente, pero nunca se ha quejado de su trabajo, porque le gustaba dirigir la caravana.
Bassam Al-hayek desde niño sabía a qué se quería dedicar en el futuro. Acompañando siempre desde pequeño a su padre cuando trabajaba, le era natural vivir en el mundo del comercio. Era parte de su vida y no parecía querer dejarla pronto.
Bassam tenía un talento natural para obtener ganancias de las compras y ventas de las que se encargaba. Su papá, Isam, supo bien sobre ello y le enseñó en cuanto pudo todo el conocimiento que su larga experiencia le había brindado como mercader. Con paciencia y dedicación le resolvió sus dudas y explicó lo que podía. Incluso si su único familiar vivo no sabía sobre algo, Bassam buscaba respuestas en los libros que obtuvo.
Así, una vez tuvo la edad suficiente, Al-hayek se quedó a cargo de su actual caravana: Snake Fang.
Aún así el trabajo nunca sería fácil. Por ello, no se percató cuando otra persona había ingresado a la habitación. El intruso se le quedó mirando y, confirmando que no lo había notado y que no lo haría pronto, decidió hablar primero.
───¿Otra vez haciendo todo el trabajo tú solo?
El de cabellos marrones a pesar de estar ocupado y concentrado en el papeleo, no pudo evitar esbozar una sonrisa cuando escuchó esa voz.
Bassam no le pudo responder porque no conocía excusa para lo que hacía. Él estaba convencido de que si otra persona hacía el trabajo, lo haría mal, se ahorraba más tiempo haciéndolo él mismo. Esto era causado por su personalidad perfeccionista, no había remedio para eso. Además, no habían muchos que le dieran la contra por parecer intimidante y rudo, aunque en parte sí lo era. Pero esa excusa ya no era válida para el oji verde que lo miraba seriamente.
Si fuera cualquier otra persona, Bassam le habría dicho que no moleste, que se vaya porque lo iba a distraer. Sin embargo, no era cualquiera, se trataba de ese pelirrojo que últimamente rondaba por sus pensamientos acelerándole el corazón. El Al-hayek no podía hacer nada si se trataba de Hunter Foster.
No era la primera vez que se enamoraba, pero todavía no sabía qué hacer con esos sentimientos, por lo que decidió no decírselo por el momento. Todavía no le diría cuán feliz lo hace solo su presencia, ser su amigo y que se preocupara por él.
───Te vas a enfermar ───dijo Hunter mirándolo mal.
───¿Dónde tengo que firmar? ───preguntó Bassam haciendo como si no hubiera escuchado el último comentario del contrario. Él confiaba en que su salud no lo traicionaría, al menos no esa vez.
───No me ignores, tonto ───dijo el Foster mientras le entregaba unos documentos───. La entrega ya se hizo y revisamos que todo estuviera en orden.
───Solo pensé que la respuesta era obvia, no me voy a enfermar por esta pequeñez, Hunter ───comentó el Al-hayek en eso que leía lo escrito en las hojas. Debía de admitir que la eficiencia de los compañeros del pelirrojo era buena, ¿y si se llevaba uno y lo contrataba para su caravana?
───Ajá, como tú digas.
Foster trabajaba en una de las boutiques más famosas de la ciudad. Estaba más que seguro de que las jóvenes nobles hacían reservaciones con meses de antelación solo para que les hicieran un vestido allí y había visto a algunas llorando por no conseguir uno.
La razón detrás del éxito de la boutique se encontraba en el jefe de esta: Shawn Froste, el diseñador principal y propietario de ese lugar. Un joven talento que un día junto a su hermano fundaron la tienda y desde entonces no hay quien no conozca su nombre en el reino de Epiriden, incluso han recibido pedidos de su majestad.
Se decía que los Frost provenían del país vecino o que eran hijos ilegítimos de algún noble. Nunca se aclararon los rumores y tampoco fue suficiente para acabar con su buena reputación. Además, contaban con esa curiosa historia que a los nobles les gustaba contar: quien usara uno de sus vestidos en su debut lograría conseguir un buen compromiso y obtendría felicidad por el resto de sus vidas. Una fantasía bonita, como si el vestido fuera el hechizo de la hada madrina que las ayudaría a conseguir su final feliz.
Por supuesto que lo último lo inventaron a su favor y resultó ser una buena jugada. Bassam sabía de eso porque él mismo ayudó a propagar ese cuento.
La caravana de Bassam era la que proporcionaba las telas de mayor calidad al país. Eran socios con la boutique, por así decirlo, pero no solo de negocios, también compartían otros asuntos que con seguridad la reina odiaría.
Shawn Froste era el jefe de la boutique, pero su hermano menor, Aiden Frost, dirigía un centro de información secreto que se encontraba en el mismo lugar. Al mismo tiempo, ambos hermanos formaban parte de los Espectros, quienes era seguro que los mandaron a hacer ese negocio, este último dato era secreto para quienes no estuvieran dentro de la organización. Los dos negocios les servían para su cometido y lo aprovechaban.
Bassam conocía esa información porque antes de formar parte de los Espectros, su padre también lo fue. Parecía provenir de la familia el querer molestar a la reina y sus nobles.
Isam Al-hayek era un hombre sencillo, humilde y trabajador. Creía firmemente en sus ideales y durante todo el tiempo que pudo fue una vital fuente de información para los Espectros, así como lo era ahora Bassam. Quieran o no, al trabajar en el comercio, se enteraban de datos que les podía resultar de utilidad.
Bassam le entregó a Hunter los papeles que tenía que llevarse y mientras el pelirrojo se aseguraba que todo estuviera en orden con estos, el ojo gris se le quedó mirando. Si no decía algo era probable que se retiraría y no lo vería durante un tiempo. Maldecía las preparaciones que debía de realizar para el festival, si no tuviera ese trabajo tendría más tiempo libre.
───¿Has tenido avances en tu búsqueda? ───soltó esa pregunta y al instante se arrepintió. Quizás ese no era el mejor tema para abordar.
Hunter sonrió triste y negó.
───Más o menos, te contaré cuando tenga más detalles, si es que los hay ───dijo él.
───Hunter, estoy seguro que la encontrarás ───afirmó Bassam dedicándole una sonrisa.
Bassam no estaba seguro sobre lo sucedido con la hermana del contrario, nadie estaba dispuesto a hablar sobre ella, ni siquiera el mismo Hunter. Apenas y conocía que no había sido hijo único y que había estado en su búsqueda durante muchísimos años.
Si la persona en cuestión no fuese Hunter, Bassam le hubiera dicho que era imposible que luego de quince años una niña desaparecida pudiera estar viva, en especial al ser Epiriden el país en el que vivían. Sin embargo, solo pensar en la expresión del pelirrojo al quitarle las esperanzas de encontrar a su única familia viva, le dolía, y mucho.
Bassam Al-hayek era incapaz de hacerle daño de cualquier forma posible a Hunter Foster, esa era la verdad y el único que conocía ello era el primero.
───Confío en eso ───respondió más animado el oji verde───. Pasaré a verte mañana, Shawn me ha dicho que necesito consultarte sobre si podrás conseguir unas telas de Helderth, pero recién terminará los bocetos hoy por la noche, entonces todavía no sabe cuánto necesitará.
Mentiroso, Hunter ya tenía esos diseños en la mano, pero no quería que Bassam se sobrecargara de trabajo, sabía bien que lo haría todo en un solo día y ni se molestaría en comer o dormir. Y Hunter odiaba cuando Bassam no se cuidaba, porque también lo quería de la misma forma que Al-hayek lo hacía.
───Sí, claro, ven cuando quieras.
Con eso dicho, Hunter se retiró del lugar. Al mismo tiempo, una joven albina ingresó y saludó al otro chico cuando lo vio pasar. Después, Bassam intentó quitarse lo más pronto posible la sonrisa de tonto que traía en la cara al notar a la chica, pero fue demasiado tarde, lo había visto.
───¿Todavía no lo invitas a salir? ───preguntó la mujer directamente.
Al instante, Lynx Hefeli esquivó la bola de papel que acababa de lanzarle su mayor y se rió ligeramente al ver el notorio sonrojo en sus mejillas. Tan lindos, pensó. Ella solo sabía ser directa.
Lynx era como su secretaria, la única persona en la que Bassam podía confiar que el trabajo que haga sería al menos siempre aceptable, por lo cual o lo podía dejar como está o tendría menos que corregir a comparación de otros. Por ello, no se opuso cuando los Espectros le encargaron darle trabajo en su caravana, disfrutaba de tener una empleada capaz.
Lynx, quien respondía al nombre de Nyx entre los espectros, conocía al llamado Joker desde mediados del año anterior, pero parecía que se conocieran de toda la vida. Incluso ella conocía que él se quedó con ese alias por una una broma que tenía con su padre: Isam lo acusaba de tramposo al jugar las cartas ya que siempre le tocaba a Bassam los comodines ──Lynx todavía desconocía si su jefe era un verdadero tramposo o si era un imán de comodines──.
El trabajo en la caravana de Bassam le servía a la Hefeli de fachada para sus actividades con los Espectros. Antes, la habían colocado como vendedora, pero los clientes no eran capaces de tolerar su característica frialdad y seriedad al hablar. Entonces, decidieron que era mejor conseguirle un trabajo en el que no trate directamente con personas a las que tiene que agradar.
Lynx tenía un pasado difícil, Bassam lo sabía porque se lo informaron de antemano y esa es una de las razones por la que la aceptó en Snake Fang a pesar de no conocer qué tan hábil podía ser en el papeleo, pero realmente nunca habían hablado ambos de ello a profundidad. Para el oji gris, era un tema complicado y no estaba seguro de si sería de ayuda, probablemente termine siendo más rudo de lo que quisiera, no se especializaba en ello.
───¿Y tú qué tal con ese rubiecito? Espero que ya te hayas deshecho de esa cucaracha ───dijo haciendo referencia a ese tipo.
Lynx y Bassam se llevaban bien, pero había un pequeñito problema: al pelimarrón no le agradaba ese paladín de pacotilla que frecuentaba en su lugar de trabajo solo para ver a la albina.
───No le digas así ───dijo Lynx expresando su molestia en su voz.
───Es un insecto ───respondió sencillamente Al-Hayek.
A Bassam, por si no fuera obvio, no le agradaba la nobleza y quiénes estuvieran relacionados con ella, como era el caso de los paladines y caballeros especiales. La razón era sencilla: por ellos es que su padre no podía volver a su país.
Bassam hacía años que no veía a su padre en Epiriden y se comunicaba con él solo mediante cartas. Los culpables de eso eran los nobles que informaron a Irina Girikanan de que había una gran posibilidad de que Isam estuviera vendiendo información sobre ellos a los Espectros. Lo que informaron no era mentira, pero no tenían pruebas y es por eso que decidieron evitar que volviera a su hogar. Es así como buscaron excusas para hacerle pagar una exorbitante suma de dinero si es que quería volver a ingresar al país, era una cantidad imposible de pagar.
───Pues es un insecto que puede matarte y que es más guapo que tú ───le contestó ella.
───No te negaré lo primero, pero lo segundo está en discusión ───dijo Bassam sintiéndose ofendido. Por supuesto que él creía firmemente que su belleza era superior a la de ese tipo despreciable.
───Ay, sí, como tú digas ───dijo Lynx sin querer seguir con esa discusión. Él no sabía nada.
Bassam la miró con atención, solo por si acaso, y así notó que esa chica estaba más arreglada que de costumbre. Eso lo alertó.
───No me digas que te lo vas a encontrar hoy ───habló el oji gris con seriedad entrecerrando los ojos.
───No... ───Lynx no tuvo más remedio que decidir decir la verdad al ver la ceja alzada del chico y continuó:───. Bueno, sí, me va a acompañar un rato a un sitio.
───¿Y por qué te acompaña él?
───Porque puede ser un poco peligroso a veces...
───Yo desconocía que mi caravana está en una crisis financiera como para que no puedas pagar un simple guardaespaldas ───dijo irónico───. Incluso podrías pedirle a uno de mis trabajadores que te acompañe.
───Pero un paladín es más confiable.
───Eso es lo que piensas tú. Es más probable que seas la única que piensa eso.
Lynx entendía muy bien la molestia de Bassam. La imagen de los paladines de por sí era nefasta, seres crueles que podrían matar a cualquiera si así lo quisieran, pero ella confiaba en que el rubio no era igual al resto.
Es lo que ella quería pensar, porque lo amaba. ¿Cómo podría desconfiar en él?
───Ya, en fin, el punto es que va a estar bien ───dijo ella zanjando el asunto───. Reviso que todo esté en orden por allá y regreso, no te preocupes,
───No diré más solo porque sé que no podré detenerte. Pero Lynx, recuerda esto, por muy cara bonita que sea su esencia es la misma que la de los demás, es un monstruo y no puedes cambiar ese hecho.
Lynx no le contestó por no seguir discutiendo más. A ese paso podrían llegar a pelear en serio. A veces, Bassam podía ser un poco sobreprotector, la trataba como su familia, quizás porque Lynx estaba completamente sola desde ya hacía unos años y era menor que él o porque él también estaba solo al no contar con su padre cerca. No lo sabía, pero se sentía como si tuviera un hermano mayor y eso le agradaba.
Decidió dejar de pensar en eso y se apresuró al salir e ir al lugar al que había acordado previamente. No le gustaría hacerle esperar demasiado, en especial cuando no puede pasar tanto tiempo como quisiera con el rubio. Ambos tenían sus propios deberes.
Por mucho que Lynx confiara en Bassam, no le había comentado otro pequeño detalle, estaba en una relación con ese rubio al que él detestaba tanto: Byron, capitán de la primera división de paladines, quienes también eran los más cercanos a la reina.
Al inicio, la primera vez que habló con él, Lynx desconocía su identidad, y cuando la supo, decidió que era buena idea seguir acercándose a él para obtener información de la principal enemiga de la organización a la que pertenecía. Desconoce cuándo y cómo, pero ese objetivo lo había perdido hace bastante tiempo. Se encariñó con Byron y de ser su amigo se convirtió en la persona más importante para ella. Lo amaba como nunca amó a nadie.
Para su fortuna, esos sentimientos eran recíprocos, N157 la amaba y se lo ha repetido cientos de veces, no parecía que se cansaría de hacerlo. Una de las pocas alegrías en la vida monótona y sangrienta de Byron era ella, por tanto, todo el tiempo libre que poseía lo usaba en estar con Lynx, como ese preciso día.
Entre sus pensamientos, la albina llegó a su destino y reconoció fácilmente a su pareja en uno de los callejones a pesar del tumulto de gente y la túnica que este llevaba puesta. No dudó en acercarse a él al verlo sonreír y extender sus brazos hacia ella.
───Te extrañé, Lynx ───dijo Byron mientras la abrazaba.
Esa sonrisa que le dedicaba no podía ser falsa, ¿verdad? Tampoco debería de atreverse a dudar de la calidez de su abrazo ni de las dulces palabras que le daba. Él la miraba como si fuera lo más preciado del mundo y ello no se podía fingir, ¿no es así?
Desde que inició esa relación, Lynx decidió creer en él. No podía dejarse influenciar por las palabras del resto. No obstante, había otro minúsculo gran problema: ella era un Espectro y no planeaba renunciar a eso, se había dedicado completamente a esa causa desde hacía varios años, y Byron tampoco podía renunciar a su puesto como paladín, moriría si lo intentase.
Ello explicaba su mayor miedo: tener que decidir algún día entre sus sentimientos o sus creencias y responsabilidades.
E indudablemente, no era la única que lo temía.
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