Capítulo 13.- Instintos brutales

Advertencias: Lenguaje obsceno. Violencia explícita. Alusión al abuso sexual. Alusión al estrés post traumático.

Por favor, si estos temas te incomodan o perturban, te ruego que te saltes este capitulo

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Se trataba del número 331B de Baker Street, justo a mitad de la manzana, entre otras muchas casas similares y una tienda de sombreros que a esa hora ya había cerrado. Tenía un aspecto ordinario, de dos plantas y un sótano, estrecha y con una larga fachada color arena. La puerta negra tenía un marco blanco con un arco en la parte superior, pero le hacía falta un retoque de pintura. 

Aunque el jardín había sido descuidado, nadie diría que unos meses atrás esa casa había sido el escenario de un homicidio brutal y enfermizo. 

Levi no tenía llaves de la entrada, no había razón para tenerlas, pero entrar no le supuso ningún problema. Tenía experiencia forzando puertas y la cerradura del 331B era vieja. Nadie había respondido cuando él tocó y nadie se asomó cuando pudo entrar al recibidor. 

— ¿Eren? —llamó de nuevo el detective, sólo por si acaso, aunque parecía obvio que el muchacho no había vuelto a su antigua casa como él pensaba. 

Todo estaba en orden, excepto por una fina capa de polvo sobre las alfombras y el tapiz. 

Levi había contratado a una mujer mayor para limpiar el lugar una vez por semana, pero no solía hacer reparaciones ni mantenimiento profundo. Por un lado, no sabía qué tipo de cosas Eren quería mantener intacto, y por otro, no quería arriesgarse a que robaran las pertenencias personales de los Jeager.

No era ninguna locura creer que, si Eren decidía huir de Whitehall, iría directamente a su propia casa en Baker Street. 

Entonces, ¿Por qué, maldita fuera su suerte, no estaba ahí

Levi cedió al impulso de buscar en cada rincón de la casa, aún sabiendo que su búsqueda sería infructifera. 

Tal vez sólo quería tiempo para asimilar lo que había pasado unas horas atrás, cuando discutió con el chico, aunque venía pensando en ello desde que se pusiera a buscarlo por todo el centro de Londres bajo la lluvia. 

El hecho es que nada podía hacerle creer racionalmente que estuvo bien abofetear a Eren, o que estaba bien, en general, golpear a un niño. 

Levi no lo creía, y era posible que le diera una paliza a cualquier padre dispuesto a usar ese método en sus hijos. 

Sin embargo, volvía al mismo problema. 

Era un hombre violento. 

Todavía podía recordar lo fuera de control que se hallaba cuando supo que Hanji había desaparecido en noviembre. Si no había hecho una masacre en el Craven's aquella noche fue sólo porque Erd tuvo los huevos para detenerlo. 

Recordaba la sed de sangre, y mientras observaba la habitación de Eren, reconoció que esa inclinación hacia la violencia venía de mucho más atrás. 

Hanji era una mujer cariñosa y comprensiva, paciente a pesar de sus impulsos, pero ella había sido criada por padres que la amaban, en una de las zonas más tranquilas y elegantes de la ciudad. Había tenido amigos leales e incluso un primer amor que la apreciaba, y una carrera de la que podía sentirse orgullosa. 

Levi tenía un pasado del cual intentaba no hablar porque nublaba cualquier buena acción que pudiera tener en el presente. 

Un pasado que sin previo aviso lo pateó en el estómago, lo estrujó contra el suelo y lo obligó a escuchar. 

Y tuvo que ser ahí, en la residencia de los Jeager, una familia tan rota y deshilachada de la que sólo quedaba un chiquillo solitario. 

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La primera palabra que aprendió a decir, fue mamá. La segunda, fue puta. Y la tercera, fue cliente. Eso no hablaba muy bien de su infancia, pero Levi siempre se consideró a sí mismo un niño feliz mientras pudo estar al lado de su madre, Kuchel Ackerman. 

El hecho de que ella fuera una prostituta no le importaba en absoluto, con excepción de que había saboreado el odio desde que fue consciente de lo que esos hombres que entraban y salían a todas horas le hacían a su madre. 

De hecho, Levi amaba a todas las mujeres del burdel, y ellas lo amaban a él. 

Se trataba de un establecimiento miserable en el corazón de Whitechapel. Aunque alguna vez había sido popular entre soldados y marinos, en los últimos años se había venido a menos tras la muerte de su antigua matrona, la señora Hatley. La única ventaja era que las muchachas se habían organizado para mantener a flote el negocio, ahora sin los abusos de la matrona, creando un ambiente más o menos seguro para Levi. 

Eso no le impedía odiar a los hombres que de vez en cuando se querían sobrepasar con las muchachas, saliendo impunemente ya que a nadie le interesaba proteger a un puñado de putas sin matrona. 

Kuchel siempre le decía que el mundo era así la mayor parte del tiempo, pero que él debía aprender a ver también las cosas buenas, como el amor que se tenían. 

Pero Levi no podía resignarse. 

La rabia se acumulaba cada vez que su madre u otra de las chicas era maltratada. Y el día que Melissa, una joven particularmente bonita del burdel, fue encontrada muerta en la parte trasera del edificio (la habían violado y asfixiado), el odio de Levi le provocó pesadillas terribles de él haciendo lo mismo con el asesino. 

Cuando su madre murió y Kenny lo acogió, su vida cambió radicalmente, pero no podía apostar que fuera para mejor. 

Claro, ahora comía todos los días y tenía mejor ropa, pero era en gran medida porque se mezclaba entre la peor calaña del East End, haciendo trabajos para nada honrosos como robar o estafar. 

Kenny le había enseñado mucho más que cómo defenderse con los puños. Lo había llevado a clubes para acostumbrarse al ritmo vertiginoso de los apostadores, y con el tiempo su papel como mercenario de Whitechapel se consolidó. 

Es cierto que Levi no mataba por placer como su tío, pero eso no lo exhimía del peor pecado ante Dios. 

La primera vez que había matado a un hombre, él tenía quince años, sólo un poco mayor que Eren. 

Se trataba de un marino con quien tuvo problemas durante meses, pero que había cruzado el límite cuando supo que había violado a una prostituta durante toda la noche. 

La excusa era un conflicto de intereses con respecto al cargamento de opio que debían traficar ese mes, pero en el fondo Levi sabía que era algo mucho más personal. 

No se regodeó en su muerte, pero tampoco lamentó dispararle entre las cejas. 

Sin embargo, las pesadillas aumentaron más y más a partir de ese momento. 

Antes de los veinticinco años, ya se había hecho una reputación, pero a diferencia de Kenny jamás había querido pasar a la historia como un asesino. Sólo quería que lo dejaran en paz. 

Y de no ser por Erwin Smith, Levi hubiera sido condenado a la horca por tráfico de armas, de opio, robo a mano armada, fraude y homicidio. 

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Cuando Levi había conocido a Hanji y se había enamorado irremediablemente de ella, fue inevitable crear cierta rivalidad con Erwin, luego de saber lo que ambos habían compartido antes de que ella se fuera a París. 

Sin embargo, nunca había perdido el respeto y el agradecimiento hacia el único hombre que había confiado en él, incluso sin tener razones sólidas para hacerlo. La primera persona que pensó que él era mucho más que una escoria sin remedio, y que incluso llegó a poner en sus manos la seguridad de otras personas, como si él no fuera un bruto violento. 

A pesar de todo, le había encargado la seguridad de Hanji, la mujer que ambos amaban. 

Si Erwin estuviera ahí con él, le habría gustado preguntarle si tal vez no se había equivocado con respecto a su naturaleza. Si tal vez toda la porquería había sido demasiada, al punto de impedirle ser un buen esposo y un buen padre. 

El detective suspiró. Le estaba tomando mucho tiempo poner su mierda en orden, y más allá de sus propias inseguridades, debía encontrar a Eren y ponerlo a salvo. 

Ya tendría otra ocasión para compadecerse a sí mismo. 

El fuego que había encendido a Levi durante la tarde se apagó a medida que transcurría la noche, con la lluvia y la búsqueda de Eren enfriando su molestia. 

El cuerpo le dolía y por primera vez en mucho tiempo deseaba descansar, cerrar los ojos y dormir veinticuatro horas seguidas. 

El hecho de llegar a casa y que Marlo le informara, muy contento, que Eren había vuelto apenas, tendría que haberle permitido relajarse finalmente. Pero no contaba con que, al llegar al tercer piso, justo en el umbral del departamento, encontraría a su prometida mirando con ojos brillantes al maldito de Zeke Fritz. 

A Hanji le habría brotado una risa histérica de no ser por la seriedad en los ojos de Zeke. En cierta forma, era hilarante y absurdo hasta límites insospechados la ironía de que ella, precisamente ella, provocara semejante lío en los hombres más cercanos en su vida. 

Había sido difícil de creer en un primer momento que un hombre tan cotizado como Erwin Smith la amara. Aún más asombroso que después de seis años de creer que había dejado ir el amor sin más remedio, apareciera Levi y la atrapara en un torbellino de pasión y dulzura. 

Es que… De verdad, esa no era Hanji Zöe, una mujer por la que dos amigos peleaban entre ellos. Así que de ninguna manera podía ser Hanji Zöe, la mujer que captaba la atención del guapo forense de Scotland Yard, Zeke Fritz. 

Ay, maldita sea. ¿Dijo guapo? ¿En qué demonios pensaba? 

— Estoy… muy halagada. —Ella respondió después de lo que parecía una eternidad, parpadeando como si creyera que aún estaba dentro de un sueño.— Más que halagada, pero también muy confundida. Es decir… No nos conocemos mucho. 

"Igual que no conoces mucho a tu prometido" dijo una desagradable voz en su cabeza. Aunque Zeke no lo mencionó, era obvio que pensaba lo mismo. 

— Pienso que la admiración es la madre de la atracción, Fraulein. —Le dijo, casi como si reflexionara en voz alta. Parecía muy seguro de sí mismo.— Y yo te admiro desde hace tiempo, cuando el Comandante Smith me habló de ti. 

Hanji apartó la mirada cuando el rubio mencionó a Erwin. La herida de su recuerdo aún era dolorosa. 

— Zeke, por favor… Sabes que estoy comprometida con el detective Ackerman. —Su voz tembló. No estaba lista para esta absurda situación.— Yo… lo siento, sólo puedo disculparme… 

— No es necesario. —La voz de Zeke era suave, difícil de ignorar, como un susurro en plena oscuridad.

Hanji levantó la mirada hacia el rubio. Aunque su expresión permanecía seria, la comisura de sus labios se había levantado. Sus labios eran delgados, pero no tan finos como los de Levi, y resultaba interesante el marco de su barba corta y tupida. 

Ella debía reconocer que era un hombre apuesto, pero no tan perfecto como Erwin. Había cierta oscuridad en sus ojos azules, la profundidad de un hombre con secretos y contrastes. 

Y maldición, Hanji ya tenía demasiado de eso. 

— La admiración es mutua, Zeke, pero no es suficiente. —Le dijo, recuperando parte de su claridad mental. No vio sorpresa en los ojos del forense; si acaso, parecía curioso y paciente.— El amor va más allá de la atracción. Es la entrega generosa entre dos personas, la confianza y la auténtica seguridad de querer proteger al otro. Y yo… —Hanji se rió de sí misma con cierta amargura.— Yo jamás me habría comprometido con nadie si no estuviese profundamente enamorada de esa persona.

Sí, después de todo así era su corazón. Incluso si fuera mala idea dejarse tomar por cualquiera de esos dos hombres, no podía ni quería negar que amaba a Levi y que tal vez nunca dejaría de amar a Erwin. Lo había entregado todo y estaba furiosa con ambos. 

Pero cuando pensó que Zeke se enfadaría o se disculparía por su atrevimiento, él rozó su mejilla con los nudillos, en una caricia completamente inapropiada pero no tan aventurera para que ella retrocediera. 

— Sólo en sueños podría tener tu honestidad, Hanji. —Le confesó en voz baja. No parecía decepcionado, tan solo algo pensativo.

Luego, no dijo nada más. Volvió a inclinarse sobre ella como la noche del baile de Brighton y besó el centro de su frente. 

Hanji levantó la mano para apartarlo por puro instinto, pero sus enormes ojos marrones estaban brillantes cuando se alzaron para mirarlo. Sus mejillas casi brillaban en rojo. 

Y entonces vio a su prometido a mitad del pasillo. 

Bajo otras circunstancias, incluso alguien como Levi hubiese manejado las cosas con mayor civilidad, pero aquel día había sobrepasado sus límites y no había mucho que pudiera hacer para contenerse.

Lo primero que el doctor Fritz sintió fue un tirón en el brazo izquierdo, lo bastante fuerte para lanzarlo contra el barandal de las escaleras. Pero antes de que el detective pudiera arremeter de nuevo, corriendo el riesgo de que ambos tropezaran con los escalones, Hanji lo alcanzó por el abrigo, aferrándose a la mojada lana negra. 

— ¡Levi! —Ella exclamó su nombre casi entre susurros, como una furiosa advertencia.— No te atrevas a formar una escena. 

Hanji masticó cada palabra por separado, casi arrastrando las sílabas. 

Aunque era de noche y no habían muchos inquilinos en ese edificio, una pelea sería demasiado ruidosa y no sería muy agradable tener que explicar por qué un policía de Scotland Yard apaleaba a un respetable médico forense. 

A Levi poco le importaban las apariencias, pero el agarre de Hanji era inflexible. Tal vez la peor parte era que, al cruzar miradas con ella, encontró que en sus ojos había más dolor que enfado, aunque también había bastante de lo segundo. 

Ella logró desarmarlo sólo con eso, pero no le impidió volverse hacia el rubio con la amenaza escrita en los ojos.

— No vuelva a acercarse a mi esposa, Fritz. 

Zeke no dijo nada. De hecho, parecía tan manso como un gato tomando una siesta bajo la luz del sol de la tarde. Sin embargo, un brillo inquietante y una sonrisa apena perceptible fueron la respuesta que hizo que Levi lo odiara desde el fondo de su alma. 

"Aún no es tu esposa", casi podía oír sus pensamientos. 

— Nos veremos luego, doctora Zöe. —Se despidió Zeke con un leve asentimiento en dirección a la castaña. Ella lo miró con pena, pero él sólo se marchó con una sonrisa haciéndose más pronunciada a medida que se alejaba. 

Hanji no soltó al detective hasta que ambos escucharon el sonido de la puerta principal del edificio cerrarse, tres pisos abajo.

— Hanji… 

Levi intentó alcanzarla cuando entró al departamento, pero ella levantó las manos con brusquedad, impidiendo que la tocara. 

— No, nada de "Hanji". —Ella lo señaló con el dedo índice muy cerca de la cara, conteniendo la voz con tanto esfuerzo que le temblaba por momentos. Levi podía jurar que nunca la había visto tan enojada.— La única razón por la que no voy a gritarte como te mereces, maldito idiota, es porque Mikasa está dormida y no quiero perturbar más a Eren. 

— Lo dices como si yo no tuviera ningún motivo para estar molesto. —Replicó el pelinegro. A pesar de haber vuelto a casa con intención de disculparse por su temperamento, la escena con Zeke Fritz lo tenía enfermo de rabia y celos.— ¿Por qué mierda ese bastardo estaba aquí a esta hora, casi sobre ti? 

— ¿Ahora necesitas una excusa para enfadarte? —Hanji preguntó con una ironía cruel que los golpeó a ambos. Nunca le había echado en cara su mal genio. Haciendo hasta lo imposible para controlarse, Hanji tomó una bocanada de aire y se abrazó mejor al chal que llevaba puesto sobre la bata azul y el camisón.— Levi, no. No quiero discutir de esta manera. No es justo. Odio lo que pasó con Eren más temprano y no quiero hacerte daño como tú se lo hiciste a él. 

Levi se mordió la lengua, literalmente. Era como si alguien estuviera haciendo la colada con su estómago, estrujándolo y golpeándolo sin piedad, y se dio cuenta con sorpresa que había experimentado esa misma sensación en el pasado, cuando su madre o alguna de sus amigas era maltratada. 

Impotencia, dolor, vergüenza. 

Y una sensación indefinida al ser consciente de que a pesar de la furia, Hanji aún era capaz de controlar sus impulsos y pensar en los demás. 

A pesar de todo, ella era una mujer amable. 

— Zeke estaba aquí porque encontró a Eren en el puente de Westminster poco después de que se fuera de casa. —Ella le explicó, masajeando el puente de la nariz donde el armazón de sus anteojos dejaban marca.

— ¿Qué? —Levi se sintió desconcertado.— Yo pasé por Westminster más de una vez y no los vi ahí. 

Hanji suspiró. 

— Eren no quería volver a casa de inmediato, así que Zeke lo llevó a Kensington a beber algo caliente para que se relajara. —Le dijo, sintiéndose demasiado cansada.— Llegaron hace no más de media hora. 

— ¡Debería haber traído su culo aquí desde el principio! —Levi frunció el ceño, pensando en las largas horas que habían estado preocupándose por Eren. Después de lo de Jack, llegó a pensar lo peor.— No es posible que ese imbecil… 

— Ese "imbecil" trajo a Eren a salvo después de asegurarse que estaba bien. —Replicó Hanji, aunque ella misma no estaba del todo de acuerdo con que Zeke hubiera llevado a Eren hasta Kensington a esas horas de la noche.— No entiendo cómo puedes hacerte el digno en este momento cuando Eren se fue de casa porque tú no pudiste contener tu temperamento. 

— No me hago el digno. —Levi frunció el ceño.— Pero creo que es bastante razonable sentirme molesto de que un pedazo de mierda como Zeke Fritz haga lo que quiera con mi hijo y luego decida coquetear con mi mujer. 

Hanji abrió la boca pero no encontró palabras para defenderse. En realidad, estaba mareada y le dolía horrores la cabeza. 

Casi resultaba gracioso sentirse halagada por la estúpida vena posesiva de Levi, pero el cansancio y el mal humor le impedían empatizar con él. 

— Lo único que ha hecho Zeke hasta ahora ha sido ayudarnos. —Hanji intentó usar un tono más razonable.— Me salvó la vida a mi y a Nanaba y gracias a él, Eren pudo emanciparse.

Levi entrecerró los ojos sin entender esa última parte, hasta que después de rememorar, unió las piezas y llegó a la conclusión correcta. 

— Fritz fue quien mandó al abogado idiota. —Comprendió.— ¿Por qué demonios te hizo ese favor? ¡Ni siquiera se conocían en aquel entonces! 

En otro momento, Hanji pudo haberse sentido culpable por haber guardado ese secreto, o por haber permitido que un extraño la besara aunque sólo fuera en la frente. Sin embargo, el agotamiento le impedía incluso discutir ese tema. 

Se sentía abatida y decepcionada. De Levi y de sí misma. 

— No quiero discutir más esta noche, Levi. —Ella le dijo en un murmullo, observándolo con ojos tristes.— Aunque no lo creas, no disfruto tanto la confrontación. Al menos, no con las personas que amo. 

Levi volvió a sentir remordimiento, sobre todo cuando ella suspiró y lo rodeó para caminar hacia las habitaciones. 

— Hanji… 

— Hoy voy a dormir con Mikasa. —Hanji no lo miró cuando le dio la espalda y él sólo pudo ver su hermoso cabello castaño cubriendo su espalda.— Buenas noches, Levi. 

El detective se quedó solo cuando ella cerró la puerta a sus espaldas. 

Alguna vez ese había sido un departamento de soltero con más habitaciones de las que necesitaba. Alguna vez se preguntó por qué mierda vivía ahí si a veces pasaba semanas sin dormir en su propia cama. Alguna vez se burló de Mike cuando éste le sugirió sentar cabeza. 

Algunas vez pensó que no necesitaba esa vida en familia, y ahora se encontró ahí solo, en medio de la sala, preguntándose por qué mierda se había atrevido a anhelar cambiar todo eso para tener una familia. 

Esa noche volvió a dormir solo en su estúpida y enorme cama, sintiendo un frío que no experimentada desde los quince años, cuando mató por primera vez. 

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¡Uf, eso estuvo intenso! Gracias por leer. 

Ahora algunos anuncios rápidos. 

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También les aviso que dos veces al mes estaré haciendo un directo en la página, donde son completamente bienvenidos a participar. 

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