Reliquia

J.A.R.V.I.S.

Autora: Clumsykitty

Fandom: Marvel AU.

Parejas: Stony principalmente.

Derechos: A soñar y vivir.

Advertencias: Universo alterno sin poderes, una historia inspirada en los cuentos del maestro Bradbury como en las ideas que asaltan a la autora en las noches de desvelo y perdición. Dedicado con mucho cariño a Kasu Tailer por sus acosos y mensajes amenazadores llenos de amor.

Gracias por leerme.



There are plenty of ways that you can hurt a man
And bring him to the ground
You can beat him, you can cheat him
You can treat him bad and leave him when he's down

But I'm ready, yes, I'm ready for you
I'm standing on my own two feet
Out of the doorway the bullets rip
Repeating to the sound of the beat

Another bite the dust, Queen.



Reliquia.


Janet Van Dyne levantó su mentón en alto con sus manos sobre la cintura, apreciando con orgullo su trabajo en el invernadero. Sus ojos recorrieron cada detalle de las colonias de abejas que zumbaban alrededor, en aquellos altísimos panales rectangulares recubiertos con grafeno que dejaban ver el interior del colmenar más para las pequeñas como inquietas abejas, las cubría de la luz exterior. Eran sus mejores insectos, ya tenía varias exitosas generaciones de polinizadoras que ayudaban a expandir y perfeccionar los maizales de Manhattan, principalmente. Pero las flores como plantas frutales nuevos en la zona sur eran sin duda el fruto de su trabajo con sus queridas abejas cuyas reinas ella había manipulado con ayuda de aquel trío de locos doctores, pero de forma muy particular del hombre cuyos brazos le rodearon con un beso en la mejilla.

-¿De nuevo perdida en tus pequeños amiguitos?

-¡Hank! -sonrió cantarina, girando su rostro para estamparle un beso en la mejilla- Creí que no vendrías el día de hoy.

-Tony está insoportable.

-¿Qué te robó ahora?

-Suena como si fuese una rutina que inconscientemente acepto.

-Quizá, pero Tones no es TAN molesto.

-Su nuevo proyecto lo pone como un loco -bufó Pym, mirando los colmenares- ¿Ya todos están ocupados?

-Oh, sí, tenemos una población sana y rebosante de abejas.

-Pronto tendremos que donar algunas a otras colonias.

-¡Mis bebés! ¡No podría separarme de una sola!

-Jan...

Ésta hizo un puchero dramático antes de reír junto con el doctor, ambos mirando esos altos colmenares que lucían igual que un antiguo observatorio astronómico que Tony les contara, llamado Stonehenge. Janet nunca lo conoció porque había nacido en Marte igual que Natasha Romanoff y Loren Olsen, entre otros. Nativa de Manhattan, había adoptado de su padre el amor por la avicultura, así como la investigación de los micro ecosistemas, en apoyo a la terraformación de su planeta rojo. Sus abejas eran las mejores polinizadoras, ferozmente cuidadas por una sola colonia de avispas que Van Dyne previamente había criado con ese propósito, para controlar tanto a las propias obreras como impedir que hubiera peleas innecesarias que acabaran con los colmenares, motivo por el cual varios de sus pares le apodaron "La Avispa", mote que ella reforzaba decorando su invernadero con colores amarillo y negro.

-Hoy toca en los sembradíos del norte, ¿cierto? -inquirió Hank, mirando una pantalla holográfica con un cronograma.

-Así es, ¿quieres acompañarme y despejar tu cabecita de los caprichos Stark?

-Te amo cada día más.

-Y yo a ti -Jan besó sus labios con una risa- Tú prepara el transporte y yo a mis pequeñas.

-Lo que ordene, mi señora.

-Ja, ja.

Hank le guiñó un ojo, viéndola girarse y hablarles a las abejas como si éstas pudieran devolverle la conversación. La había conocido recién llegado a Marte, cuando su misión en otra colonia le hizo saber de una pobre como necesitaba Manhattan, que tenía entre sus curiosidades a un enorme dron con nombre propio: JARVIS. Jan era de las jóvenes que más lo cuidaban cuando caía o comenzaba a echar chispas. Ver aquella devoción le hizo dejar su asignación original para mudarse a la colonia y reparar en la medida de sus capacidades al robot. El Látigo de Fuego le había castigo sin piedad, mucho del trabajo del Doctor Shelley estaba perdido más Pym encontró todo un reto las programaciones originales de JARVIS, era un modelo que en la Tierra apenas estaban probando.

La señorita Van Dyne recién había perdido a su padre durante una tormenta, haciéndose cargo de su trabajo con los insectos polinizadores. Ambos comenzaron a intercambiar ideas como notas y una cosa llevó a la otra. Para cuando el doctor envió su mensaje a Tony Stark, ellos ya eran una pareja, oculta en un principio debido a las reservas de los marcianos con respecto a los terrícolas, cosas que no cambiarían con las siguientes naves trayendo más gente como recursos. Ese carisma como ánimo extrovertido del heredero de Howard Stark hizo que ambos finalmente anunciaran su relación a la colonia ahora renovada, desde entonces Hank solía acompañarla en sus viajes a los puntos más remotos de Manhattan donde la terraformación requería del trabajo de las abejas intercambiando el polen de las plantas para fortalecer su ADN como alimentarlas a ellas.

Él de verdad creía que su pareja tenía un don con los insectos, era lógico que al manipularlos le consideraran como un miembro más de la colonia, pero a veces le daba la sensación de que abejas y avispas por igual entendían su lenguaje en la misma capacidad de JARVIS de crear juicios de valor sin antecedentes de previas acciones similares. Ese cerebro positrónico valía su peso en agua, la moneda más cara para cualquier ser humano, marciano o terrícola. Con una señal desde la cabina, llamó a Janet quien tenía listo un colmenar a ser transportado hacia los plantíos del norte, cercanos a la mina de agua. Una vez dentro del transporte, ambos volaron tranquilamente sobre los maizales, sin problemas y con un mediodía marciano brillante de cielo despejado que les permitió admirar el trabajo de los drones u otros robots agricultores apenas visibles entre los tallos de maíz.

-Los campos están produciendo con creces gracias a ustedes -comentó Jan, mirando por las ventanillas de su colorida nave- Y también por JARVIS. Sus exploraciones no han fallado.

-¿Quién crees que le programó?

-¿Tony?

-Hm.

Ambos rieron, aterrizando en la zona de plantíos aún incipientes, sobre una roca lisa que sobresalía de entre los campos a desniveles. Janet y Hank sacaron el colmenar y un grupo de avispas en un contenedor que dejaron libres, las abejas primero. Una gruesa mancha zurcó los cielos formando una nube densa que se fue dispersando conforme tomaron sus rutas para ir en busca del néctar y polen que dispersarían tanto en los campos como las zonas aún no trabajadas del planeta. Luego de asegurarse de que todo estaba en orden, ella sacó una canastilla con un almuerzo previamente hecho y un mantel para tomar un refrigerio bajo la sombra de la nave mientras sus abejas trabajaban igual que las avispas que las rodeaban.

-¿Ya tienes el regalo para los novios? -preguntó curiosa Van Dyne, mordiendo una esquina de su emparedado.

-¿Crees que un juego de cuchillos para combate sean ideales para la novia?

-¡Hank!

-Es que no visualizo a Natasha como una mujer hogareña.

-A ella le gustan los vestidos.

-Como a ti -Hank picó su mejilla.

-Um, y por eso ambos le daremos un regalo por los dos.

-¿Es decir que ya lo tienes? ¿Cómo lo has obtenido?

-Llegó con el comandante Rogers.

Pym abrió sus ojos sorprendido. -¡Jan! ¿Cómo...?

-La verdad es que le dije a Nat, ella lo escogió.

-Así no tiene gracia el asunto. Debería ser una sorpresa.

-Cariño, en Marte las cosas se hacen de otra manera, ya deberías saberlo.

-¿No es nada perturbador, cierto?

Janet rodó sus ojos. -Hombres.

Le hubiera dado toda una cátedra sobre las necesidades femeninas en cuanto a vestimenta, pero su atención se fue directo hacia un comportamiento inusual en sus abejas que notó a la distancia. Tomando su lector con las que lo monitoreaba, frunció su ceño al ver que un grupo se había quedado estancado en un sitio lejano, fuera de los plantíos. Un movimiento que realizaban cuando hallaban algo que entorpecía su ruta trazada, no era la primera vez que las llevaba a ese sitio. Una docena de sus avispas centinelas estaban con ellas, haciendo giros cada vez más cortos, señal inequívoca de que en verdad algo había alterado el camino usual de las abejas obreras. Hank notó el cambio en sus expresiones, girando su rostro en dirección a los insectos.

-Un obstáculo, eso debe ser -fue su observación.

-Qué extraño, esta zona es de altiplano, no hay relieves que pudieran perturbarles así.

-Vamos a indagar.

Caminaron varias docenas de metros hasta dar con las alteradas abejas. El doctor parpadeó al no reconocer qué estaban mirando, fue Janet quien le sacó de su desconcierto.

-Es... una cápsula de emergencia.

-¿Cómo las de las naves?

-No -ella le miró, acercándose a los restos descubiertos entre la arena rojiza- Llegué a verlas cuando era niña. Son cápsulas que solían usarse como último recurso en un Látigo de Fuego, estaban programadas para enterrarse en el suelo y permanecer ahí hasta que pasara el peligro, enviando luego una señal de auxilio.

-¡Espera! -Hank le detuvo al verla intentar tocar el metal cobrizo por la oxidación- Puede ser peligroso. Una tormenta debió descubrirlo... quizá...

-Observa bien el metal, guapo, está hecho trizas. Esta cápsula jamás llegó a enterrarse, no al menos de la manera en que debió hacerlo.

-Haremos lo siguiente, iré por la nave, la extraeremos como se debe y la llevaremos a los laboratorios para hacer los análisis pertinentes.

La joven rió, ladeando su cabeza. -Adoro ese lado tuyo caballeroso.

-Procedimiento, se le llama, cielo.

-Aburrido -Janet sacó su lengua, suspirando luego- Bien, hay que remover esto de todas maneras, inquieta a mis pequeñas.

-¿No tienes un poco de miedo siquiera?

-En el planeta rojo, aprendes a no tener miedo.

-Otra frasecita.

-Gruñón, anda, yo calmaré a estas niñas.

En una de esas muestras de intuición femenina combinada con la experiencia marciana, el Doctor Pym comprobó que, efectivamente, la cápsula estaba vacía sin rastros de algún cuerpo. No estaba entera, le faltaba más de la mitad y los trozos que sacaron con mucho cuidado de la arena, estaban a punto de desintegrarse. Difícil saber a qué colonia hubiera pertenecido pues los colores le habían abandonado, sustituyéndolos por un rojizo propio del subsuelo, con un café oscuro producto de la oxidación acumulada por décadas. Era todo un rompecabezas que los tendría muy ocupados los siguientes días, tendrían que datar la fecha del material y así ubicarlo en la cronología de los colonos. No era la primera vez que encontraban restos así, más en ese estado de deterioro, probablemente sí podía contar como un verdadero hallazgo arqueológico.

-¿Cómo fue que terminó empujado hacia la superficie? -se preguntó Hank, cuando las abejas terminaron y ellos volvían a las instalaciones de la colonia.

-Debió ser por los trabajos de excavación de los superconductores.

Para lograr una estable terraformación de Marte, era necesario crearle un campo electromagnético que mantuviera equilibrada no solo la nueva atmósfera sino el clima. Desafortunadamente, el centro del planeta no era más un núcleo ardiente como el de la Tierra, así que Industrias Stark planeó la creación de superconductores alrededor del planeta. Excavando varios kilómetros tierra adentro, los robots fueron haciendo túneles que corrían en paralelo al ecuador de Marte, estrechos canales por donde se instalaban estos superconductores de electromagnetismo, alimentados por la energía propulsora de mini reactores puestos en zonas estratégicas y controlados a distancia para elevar su fuerza dependiendo la dinámica del sol. Al remover capas de subsuelo, tendría sentido que esa reliquia hubiera subido a la superficie y una tormenta le descubriera al fin.

-Nos hemos sacado la lotería.

-Vamos, Hank. ¿Crees que sea tan vieja?

-¿Y si es de los tiempos de los pioneros?

-Wow... sería fantástico.

-Ahora que lo pienso, no tenemos más de esas cápsulas en la colonia, ¿cierto?

-Querido, ya no es necesario, el escudo protector y las propias instalaciones son a prueba hasta de un viento solar. Ya no hay necesidad de meterse en esos involuntarios ataúdes para sobrevivir un Látigo de Fuego.

-Realmente espero que nunca me toque ver uno de categoría siete.

-Tenemos una mejor atmósfera, un mejor campo electromagnético. Y tenemos tres mentes brillantes para salvarnos el trasero.

-Siempre alabándonos.

-Una mente positiva hace la diferencia, amor... ¡JARVIS!

Jan señaló hacia una esquina de su pantalla, con una enorme sonrisa al ver aproximarse al mayordomo de Manhattan. Hank solamente levantó ambas cejas, aunque no le extrañaba que el dron apareciera de forma súbita, siempre que se lanzaba una alerta de este género, solía aparecerse tanto para cuidar de los colonos que estuvieran presentes como levantar evidencias y hacer los rastreos necesarios que él junto con Bruce y Tony luego examinaban concienzudamente entre largos tragos de café. El doctor presionó el botón de comunicación, riendo al notar la felicidad en su pareja, ella adoraba al robot como pocos, a veces decorando su coraza con estampas que le constaban a Pym eran cuidadas con cariño por JARVIS.

-Me alegra verte, Jar.

-"¿Todo está bien, doctores?"

-Perfectos, J -respondió Jan- ¿Vas a escoltarnos?

-"Por supuesto, ¿necesitan ayuda con la cápsula?"

-Ya la llevamos nosotros, pero nos alegrará tu compañía.

-"¿Música, Madeimoselle Van Dyne?"

-Haz que suene, J.

Una muy variada selección de música sonó en la nave que ellos condujeron de vuelta a la colonia, con JARVIS detrás de ellos. Hank avisó a Bruce, quien a su vez buscó a Tony para informarle de aquel hallazgo que no emocionó mucho a este último, pero de todos modos preparó los laboratorios y así echarle un vistazo a esa "basura" como le llamó.

-Tony, ¿qué tal si es algo que estuvo antes del Látigo de Fuego?

-¿Cuál de todos, Brucie Boo?

-Tú sabes cuál, EL Látigo de Fuego.

-Grr... okay, okay, me emociono. ¿Feliz?

Los Látigo de Fuego tenían una clasificación según su intensidad, en una escala del uno al siete. La categoría uno eran tormentas fuertes como las que había pasado ya el Comandante Rogers, se podía sobrevivir de ese tipo de Látigo. El número dos eran tormentas que duraban al menos varias horas, el peligro se elevaba exponencialmente, sobre todo si tocaba una colonia. Para el número tres, el Látigo de Fuego podía recorrer una generosa cantidad de terreno marciano e incluso volar los sembradíos hasta dejar terreno estéril. La categoría cuatro abarcaba una extensión de lo que en la Tierra llamarían continentes, con un día de duración. Para el número cinco, era necesario refugiarse bajo tierra, en los búnkers previamente construidos porque la destrucción era inminente. El número seis era un monstruo de tentáculos que recorría todo un hemisferio por varios días.

Todos estos anteriores números eran de cierta manera predecibles, pues en Marte llevaban una muy cuidadosa observación del comportamiento del sol y sus vientos. Era posible localizarlos y tomar las medidas preventivas necesarias. Un Látigo de Fuego categoría siete era el azote de los colonos y su terror. No se podía predecir, si bien había extensos estudios que hablaban de la relación entre manchas solares en los polos y la aparición de ese tipo de tormentas, jamás se había podido comprobar porque el último Látigo de Fuego categoría siete que apareció fue cuando el Doctor Marty Shelley lo vio, muriendo con sus hijos y todos los colonos. El monstruo de arena, gas metano, esquirlas de cobre, hierro y otros metales con súper huracanes lanzando látigos de electricidad con la fuerza de miles de ojivas nucleares, recorría todo el planeta como un gran tsunami, por varias semanas. Nada sobrevivía a él. Excepto JARVIS.

Encontrar una reliquia antes de ese tiempo era el premio mayor para los nuevos habitantes del suelo marciano, ansiosos por saber más de ese evento y tomar todas las medidas necesarias en caso de que apareciese. Porque sabían que un día podía suceder, al menos hasta que la terraformación estuviese completa, por ello trabajan afanosos en ese proceso, entre más avanzaran en el campo electromagnético artificial del planeta, menos posibilidades habría de que un Látigo de Fuego número siete pudiera arrasar con todos ellos. Sí, poseían naves de emergencia como los búnkers, pero la fuerza de aquella colosal tormenta alteraba los sistemas de estar cerca y era un juego de azar el punto de inicio del Látigo de Fuego, bien podía estar lejos de cualquier punto de despegue, podría caer sobre una colonia. De ahí la razón de que todos temieran.

-J, ¿cómo va nuestra abeja reina y su zángano? -llamó Stark sentado en su silla.

-"Creo que al Doctor Pym no le agradó su metáfora, Señor."

-¿Todo en orden además de la bilis de Hankie?

-"Clima estable, lluvia moderada para la noche."

-Extrae ese pedazo de chatarra de la nave de Jan, que se la ensucia y ven con ella.

-"Como lo ordene, Señor."

-¿Cuándo vas a aceptar que fueron los códigos de Hank los que trajeron de vuelta a JARVIS? -preguntó con una sonrisa traviesa el Doctor Banner.

-Cuando él acepte que fue mi reactor el que finalmente lo hizo lo que es.

-Ustedes dos parecen niños peleando por ver qué juguete es mejor.

-O dos hombres midiendo sus penes.

-¡Tony! En fin, ya deberían dejar eso, ambos son los padres del nuevo JARVIS.

-No seas un irresponsable progenitor, Brucie -Tony le señaló con un bolígrafo- Que tú también has aportado, la armadura coraza que trae no brotó del suelo como margaritas.

-Yo solo uní sus neurotransmisores a ese metal, tú trabajaste esa armadura.

-Le metiste mano a JARVIS, ése es el punto, por lo tanto, eres como su mami.

-¿Y por qué tú no?

-Pierdo puntos de virilidad, no.

-¿Y no importa que yo los pierda?

-Ya lo hiciste al despertar en la cama del Teniente Barton.

Bruce escupió su café, mientras su amigo se levantó como si nada, activando los brazos robóticos que ayudaron tanto a la nave como al mayordomo de Manhattan a descargar esos trozos hallados al descubierto por Jan, quien corrió a los brazos de Stark, estampándole un beso en su mejilla y hablándole apuradamente del hallazgo mientras Hank rodaba sus ojos, esperando en la sala adjunta a que entrara JARVIS cargando esos trozos de cápsula que dejó sobre una plancha gris metálica, encerrándola entre cuatro paredes de cristal que salieron del suelo, aislando esos pedazos oxidados para esterilizarlos y así hacer los análisis correspondientes.

-Un hurra por las abejitas exploradoras -bromeó Tony, comiendo unas ciruelas- Ojalá un día encuentren algo así como un mega lago subterráneo lleno de bacterias para generar ecosistemas reales.

-Tones -Janet hizo un puchero- Ya hacen mucho. ¿Qué te parece?

-Voy a darle un premio a Hank por darle movimientos finos a JARVIS, esa cápsula está por deshacerse. J, prueba de carbono.

-"Enseguida."

-Gracias por el halago, Tony.

-De nada, Hank. Por cierto, fue Bruce el de la idea.

-¿Bruce? ¿Por qué está manchada tu bata? -preguntó la joven.

-Por la sorpresa de tu hallazgo, Jan Jan. No sabes cómo se asombró.

-"Prueba de carbono e isótopo concluida, el material tiene registro N567-A."

Todos silbaron al entender la nomenclatura, abriendo sus ojos al mismo tiempo. Aquello significaba que la cápsula, efectivamente, pertenecía a la época anterior al Látigo de Fuego.

-¿Podemos reconstruir su aspecto original? -Bruce se acercó a los cristales aún en lo alto, colocándose sus lentes.

-"En unos minutos, Doctor Banner."

-Doscientos años de antigüedad. Ese trasto resultó valioso -opinó Hank, manipulando unas pantallas igual que Tony.

-¡Es de tus tiempos, JAR! -exclamó emocionada Janet.

-"Me hace sentir viejo, Madeimoselle Van Dyne."

-Siempre serás mi chico preferido.

-¿Cómo?

-No seas celoso, Hank. Ojos en las pantallas, ahora.

-No... mueve eso a la derecha... patrón de flexibilidad... sigue la curvatura de este lado... -Stark iba dando instrucciones conforme se creaba un holograma de la estructura original.

-Tengo una idea, JARVIS, muestreo de minerales y puntos de oxidación -se unió Banner.

-¡Ah! Creo que ya sé que estás pensando, JARVIS, mapeo de isótopos. Lectura de electrones.

-Wow, que guapos se ven los tres trabajando en equipo -rió Janet, mirando el holograma con sorpresa al ver lo que estaba sucediendo.

No solo eran las partes que estaban reconstruyendo, también el color como las formas originales, al menos lo más aproximadas. Lo cual era suficiente para ver una cápsula personal. Ella lanzó un pequeño grito, llevándose sus manos a su boca con ojos brillantes, atrayendo la atención no solo del Doctor Pym sino del resto al no comprender mucho de su gesto. Janet se aclaró la garganta, señalando el holograma con sorpresa, pero también felicidad.

-Lo siento, es que... yo recuerdo un libro de mi padre donde venían dibujos de estas cápsulas.

-¿Puedes reconocer el patrón? -Tony parpadeó.

-¡Claro! Y aún más. Esta cápsula es de Manhattan.

-¡¿Qué?! -los tres hombres ahora fueron los sorprendidos.

-¿No lo recuerdas, JARVIS?

-"Temo que no, Señor Stark."

-Pues lo es, no me equivoco. Los colores representativos del viejo Manhattan solían ser el dorado y el verde, antes de que Tones cambiara el verde por el rojo de Industrias Stark. Ahí están, las bandas verdes y doradas... veamos... una, dos, tres bandas. Se tenían códigos para averiguar el rango de la persona en una cápsula de emergencia, porque funcionaban por ADN. La cápsula es de alguien de alto rango, como uno de nosotros.

-¿Un doctor? -preguntó Bruce.

-Reconocimiento de ADN -Pym se quedó pensativo- ¿Crees que sea...?

-¡Del Doctor Marty Shelley!

Todos se giraron al mayordomo de Manhattan que permanecía quieto detrás del holograma. Intercambiando una mirada, fue Stark quien se acercó a él con una mano tocando uno de sus costados.

-¿J?

-"No lo recuerdo, Señor Stark. Lo siento."

-Tranquilo. Es solamente una teoría.

-"¿Se harán más análisis?"

-No de momento -Tony se giró a los demás- Creo que es momento de atormentar a Loren. Necesitamos datos sobre los antiguos diseños de cápsulas. Le diré también a Nat que busque en los archivos de la Tierra. Nos servirá para la reconstrucción total. Una vez que la tengamos podremos hacer una recreación de cómo terminó la cápsula de esta manera, si tenía... bueno, si ayudó o no. Dirá mucho de la destrucción del Látigo de fuego.

-Estoy de acuerdo, además me debe unos planos ese Olsen -gruñó Hank- ¿Jan?

Ella se acercó a JARVIS, abrazando una de sus pinzas. -Sé que esto es difícil para ti, Jar, tómalo con calma, ¿de acuerdo? Sé que no los podremos encontrar, pero al menos tendrás el consuelo de saber dónde estuvieron por última vez.

-"Es usted toda una dama, Señorita Van Dyne."

-No lo olvides, te quiero mucho.

-"No podría olvidarlo."

-Vamos, Loren se nos escapará si no lo encontramos en la biblioteca. J, que nadie toque esto, termina las lecturas y te veremos en un par de horas.

-"Como lo ordene, Señor."

Una vez que todos salieron, el robot apagó todas las luces, quedándose solamente aquellas sobre la reliquia encontrada igual que su ojo reactor inclinado hacia esos restos que observó en silencio, sin moverse, replegado en su forma usual. El holograma girando sobre su eje, con los colores verdes y dorado en unas bandas que rodeaban la cápsula en forma de un alargado huevo en color blanco, una cápsula para una sola persona. Un adulto. El brillo azul de aquel ojo reactor fue menguando en aquel silencio amargo.

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