Recuerdos
J.A.R.V.I.S.
Autora: Clumsykitty
Fandom: Marvel AU.
Parejas: Stony principalmente.
Derechos: A soñar y vivir.
Advertencias: Universo alterno sin poderes, una historia inspirada en los cuentos del maestro Bradbury como en las ideas que asaltan a la autora en las noches de desvelo y perdición. Dedicado con mucho cariño a Kasu Tailer por sus acosos y mensajes amenazadores llenos de amor.
Gracias por leerme.
Water is my eye
Most faithful mirror
Fearless on my breath
Teardrop on the fire
Of a confession
Fearless on my breath
Most faithful mirror
Fearless on my breath
Teardrop on the fire
Fearless on my breath
You stumble in the dark
You stumble in the dark
Teardrop, Massive Attack.
Recuerdos.
"Luego del gran terremoto que barrió con gran parte del territorio americano, la crisis económica encrudeció, permitiendo el nacimiento de movimientos nacionalistas de corte fascista que buscaban recuperar lo que la globalización había mermado en sus identidades culturales. La pelea por los últimos derivados del petróleo, como la escasez de alimentos, serían los principales factores para la invasión y colonización de los últimos territorios vírgenes del planeta ante la explosión demográfica y la migración desmedida que los crecientes conflictos nacionalistas generaron. Uno de los mayores grupos ultra nacionalistas, llamado HYDRA, comenzó a ganar poder entre los países de Tercer Mundo al prometer comida y refugio de las guerrillas cada vez más frecuentes, llegando a convertirse en una fuerza de poder que las potencias no pudieron frenar.
La ciencia se alineó a los intereses políticos, convirtiendo a los científicos como nuevos genios en trofeos que obtener a base de sobornos o secuestros, lo que fuese más viable. Las armas biológicas se transformaron en un jinete del Apocalipsis. Con el deshielo total de los Polos y los territorios perdidos a raíz de las inundaciones, huracanes y el gran terremoto, los seres humanos se vieron en la necesidad de buscar un hogar incluso en las zonas menos pensadas, como la helada Siberia o las tierras recién descubiertas de la Antártida, extinguiendo a su fauna local a la llegada de las grandes masas de población realmente desesperada por un nuevo comienzo, muchos de ellos miembros de la fascista HYDRA, cuya ideología se impuso como la mayoría en medio de un caos internacional."
El Mayor Blake respingó cuando su pantalla se apagó de súbito, teniendo frente a sí a un molesto Loren Olsen quien le miró como si hubiese matado a toda su familia a sangre fría.
-¿En qué puedo ayudarle, Mayor?
-Solamente leía.
-Historia moderna, precursores de la Guerra de Alimentos. Interesante selección tomando en cuenta que estos eventos ocurrieron hace más de doscientos años. Un poco más atrás.
-Quien desconoce su historia, está condenado a repetirla.
-Ah, vaya, haciendo gala de cierta cultura general -Loren se cruzó de brazos, arqueando una ceja- ¿Ahora me dirá el verdadero motivo, Mayor?
Donald le resistió la penetrante mirada, torciendo una sonrisa después, levantándose despacio para cederle el asiento en ese escritorio que pertenecía al Agente Olsen.
-Sólo es un pequeño intercambio de ideas, si la reputación del encargado de esta biblioteca tiene respaldo, no será un problema.
-Interesante, el sarcasmo no es propio de la milicia.
-El Comandante Rogers es un buen amigo mío, estoy orgulloso como honrado de servirle, y por ello también me preocupo de las situaciones que puedan atentar contra su bienestar.
-¿Yo soy una de ésas situaciones? -el pelinegro le barrió con la mirada y una sonrisa burlona.
-Todo depende.
-¿De qué?
-De cuan mentiroso sea usted, Agente Olsen.
El Mayor presionó un botón del escritorio, desplegando varias pantallas holográficas que reprodujeron al instante varias películas antiguas. Con una mano adelantó una de ellas, aquella mostrada con anterioridad a Steve y que se presumía de maltrecha e incompleta. La pantalla la presentaba sin daño alguno, un sonido claro como sus imágenes. De hecho, tenía más minutos de duración al mostrar como todos los colonos ponían una pequeña hoja de maíz a modo de collar alrededor del cuello de JARVIS quien abrazaba protector a los dos hijos del Doctor Shelley, mismo que se encontraba a un lado, animando a todos a decorar al dron con esas hojas entre música improvisada y lo que parecían tímidos fuegos artificiales.
-Nunca estuvo dañada, ¿cierto?
Loren miraba no esa película que ya sabía era auténtica, sino otras más que llamaron su atención, sinceramente boquiabierto. Levantó un dedo fino para señalarlas, pero el Mayor Blake gruñó, entrecerrando sus ojos al descubrir a ese embustero.
-Usted no desconfía de JARVIS, muy al contrario, le tiene la misma estima que cualquier nativo de este planeta rojo. No existe marciano alguno que odie al Caballero Inglés, al mayordomo de Manhattan. Lo que estaba buscando era que mi comandante perdiera la cabeza. Yo también siento inclinación por la historia y las normas civiles de un nuevo planeta, Agente Olsen. Aquí en Marte está permitida la pena de muerte si se comprueba que un elemento es peligroso para la sobrevivencia de los colonos. ¿Eso era lo que pretendía con el Comandante Rogers, no es así?
-Yo... -el pelinegro se cuadró, levantando su mentón en desafío- Así es.
-¿Por qué?
-Parece que no hizo su tarea completa, Mayor Blake.
-Tiene que ver con Utgard.
Con un bufido, el Agente Olsen le dio la espalda, mirando hacia la larga pero estrecha ventana que daba hacia los amplios maizales meciéndose al viento.
-Utgard era la única colonia con habitantes provenientes de la Tierra, fui de la primera y única generación que nació ahí. Todos eran refugiados de la Guerra del Agua, desesperados por vivir en paz sin tener que dormir con un arma en las manos. Mi padre me envió a la Tierra porque aún creía que solamente ahí se podía conseguir una educación de buenos principios y conocimientos, pagó una grosera cantidad en agua para que me aceptaran en esos colegios de hijos de políticos. Seres humanos que se ufanaban de un mundo que ya habían destruido. Hipócritas -siseó Loren, apretando sus puños- Cuando Utgard pidió las claves para las naves de emergencia a la Tierra ante el avistamiento de un Látigo de Fuego, ¿cómo respondieron? Con un silencio, la declaración de muerte de lo que había sido de mi hogar. Los llamaron traidores, servidores de una imaginaria HYDRA.
-¿También a usted cuando salió de la Tierra, Agente? -preguntó Donald, con el ceño fruncido.
-No les di tiempo de enjuiciarme, escapé en uno de los transbordadores que llevaban suministros a Marte.
-Creí que había llegado antes que Tony Stark, no con él.
El pelinegro se giró, sus ojos miraban como si fuesen filosas cuchillas. -¿Cree que iba a permitir que un idiota como Rogers atentara contra nuestra prosperidad? Ustedes los terrícolas llevan la guerra y la destrucción a donde quiera que pisan.
-¿Y por eso le engañó haciéndose pasar por su aliado?
-Iba a ser toda una delicia ver como JARVIS le cortaba la cabeza -replicó con veneno en la voz, elevando sus manos y caminando hacia el rubio- Adelante, deténgame Mayor Blake, acúseme de motín y alta traición.
-No lo haré.
-¿Qué?
Donald le miró de reojo al levantarse, caminando hacia la ventana que mirara el agente minutos atrás, cruzó sus manos por detrás de su espalda, observando el paisaje a lo lejos. El pelinegro frunció su ceño, confundido, girándose sobre sus talones para caminar y quedar a su lado, examinando su rostro cuyo perfil duro no se movió de su sitio.
-Los terrícolas no cargamos con la destrucción sobre nuestros hombros, vamos a probarles eso, Agente Olsen.
-¿Con alguna clase de comportamiento misericordioso que provoque empatía?
-Hablando con sinceridad -el Mayor se volvió a él, señalando los campos- De ahora en adelante, me mostrará los viejos caminos de la colonia.
-¿Qué?
-Parece que su acervo lingüístico se ha visto mermado, Agente Olsen.
-¿Por qué carajos haría eso?
-Cuidado con esa lengua -bromeó el rubio, esbozando una sonrisa- Me extraña que siendo el bibliotecario no tenga la noción de tal propósito.
-¿Está consciente, Mayor Blake, que la geografía de Manhattan cambió desde el Látigo de Fuego?
-Razón de más para hacer otros hallazgos como esa cápsula.
-Si lo que busca son vestigios de las investigaciones del Doctor Shelley, me temo decepcionarlo.
-No, lo que el comandante y yo buscamos es entender cuanto daño hizo aquel Látigo de Fuego y hacer un plan de contingencia. Si podemos adivinar cuanta tierra levantó, como destruyó o las fases de su arribo, podremos salvar vidas en caso de que vuelva. ¿No es lo que todo marciano anhela? ¿Sobrevivir al Látigo de Fuego?
-Será un animal gigante en dos patas, pero le rebanaré esa garganta insolente si continúa ofendiéndonos -gruñó Olsen con una expresión de pocos amigos.
-Es cierto que aceptamos este empleo por dinero y una vida más tranquila, pero no somos HYDRA, ni somos aquella gente cobarde que dejó morir a toda una colonia para no gastar en recursos.
Loren le miró fijamente por un par de minutos que al rubio se le antojaron eternos, sus facciones fueron relajándose igual que sus brazos y puños. El pelinegro rió de mala gana, lanzando un suspiro al volver a su escritorio en cuyos cajones rebuscó hasta encontrar unos microchips que lanzó a un atento Blake, cuyas manos los atraparon, observándolos unos momentos. Notó pese al diminuto tamaño de los microchips, que llevaban el emblema de HYDRA. Asombrado, volvió su mirada hacia un orgulloso Agente Olsen.
-Sí, antes de huir de la Tierra me robé unos archivos de la Biblioteca Mundial.
-Esa pasión por la historia le va a meter en problemas, Agente Olsen -sonrió el rubio- ¿Qué es lo que contienen estos microchips?
-Vinieron espías, aquí a Marte. Su misión fue hacer un mapeo completo y concienzudo de todas las colonias existentes, los datos los enviaban en vivo hacia la Tierra. Ahí aparece la vieja Manhattan con todas las instalaciones, pasadizos y acueductos.
-¿El refugio del Doctor Marty Shelley?
-No, jamás dieron con él, pero dado que usted es tan buen observador, mejor que el Comandante Rogers, no dudo que pueda dar con dicho sitio.
-Daremos.
-¿Plural?
-No he retirado mi castigo por su insubordinación, Agente Olsen.
-Oh, mi penitencia.
-¿Qué sucedió con esos espías?
-No me ha prestado la debida atención, Mayor Blake, me siento ofendido.
Donald dejó caer su mandíbula. -¿JARVIS?
Loren se carcajeó de buena gana, levantándose para ir hacia el atónito militar, palmeando su pecho que además se dio el gusto de admirar.
-No, claro que no. ¿Qué parte de no lastimar nunca a un ser humano, no entienden? JARVIS jamás asesinaría a nadie. Usted lo dijo, sentencia de muerte. Dejarlos a la intemperie y que Marte los castigue fue más que suficiente. Cuarenta espías en total, igual que los cuarenta ladrones de Alí Babá.
-Los marcianos son duros de matar.
-Hm. Al fin.
-Quisiera preguntarle algo más, Agente Olsen.
-¿Qué tal si mejor comenzamos por decirnos por nuestros nombres, Donald?
-Loren... bien. Has dicho que no confían en los terrícolas, sin embargo, y perdona la expresión, pero bailan al son de Tony Stark y compañía.
-Sencillo, ellos devolvieron su gloria a JARVIS. Protegieron las colonias, nos dieron una mejor calidad de vida.
-Te salvó el trasero.
-Además -el pelinegro suspiró- Todos los terrícolas que son aceptados por nosotros los marcianos, suelen tener un tatuaje.
-¿En serio?
-El Sargento Barnes lo porta muy orgulloso en su brazo metálico.
Donald hizo memoria. -¿Hablas de la estrella roja?
-La estrella, el color depende de la colonia. Barnes la lleva roja por su futura esposa.
-¿Quién hace esos tatuajes?
-Adivina.
-JARVIS -resopló el rubio- ¿Por qué una estrella?
Esa pregunta trajo una sonrisa de satisfacción en el pelinegro, quien se volvió a una de las paredes que tocó, desplegando unos archiveros ocultos de entre los cuales sacó lo que parecía un pedazo de pergamino antiguo conservado en dos placas de grafeno translúcido muy duro. Lo mostró al Mayor Blake para que notara que en ese pedazo de viejo papel, que se notaba había sufrido los percances de un incendio, un poema que recitó en voz alta, una vez que entendió la escritura manuscrita sobre la textura del viejo pergamino.
Habrá estrellas sobre el lugar por siempre;
Aunque la casa que amamos y la calle que nos encantó se pierdan,
Cada vez que la tierra circula su órbita
En la noche en que se atraviesa el equinoccio de otoño,
Dos estrellas que sabíamos, posadas en el pico de la medianoche
Llegarán a su cenit; profunda será la quietud;
Habrá estrellas sobre el lugar por siempre,
Habrá estrellas por siempre, mientras nosotros dormimos.
-¿Quién lo escribió? -preguntó curioso el rubio, devolviendo el pergamino que fue guardado con el mismo celo con el que fue extraído.
-El poema original pertenece a Sara Teasdale, titulado "Habrá estrellas". Lo que acaba de leer estuvo escrito por la mano del Doctor Marty Shelley, cuando su esposa falleció. En la parte trasera del pergamino hallé restos de adhesivo, lo que me hace suponer que el buen doctor lo pegó seguramente a la lápida de su esposa. Todo arrasado por el Látigo de Fuego.
-¿Cómo sabes que es la letra del doctor?
-JARVIS la reconoció.
-Creí que no recordaba cosas de aquel tiempo.
-Un dato tan importante para él como lo es la escritura de su creador, no es algo que el tiempo o un Látigo de Fuego puedan borrar. También fue él quien me dijo el detalle de que había sido escrito para la Doctora Shelley al morir. Según JARVIS, ella comenzó a enfermar de forma sospechosa, presumiblemente por alguna toxina del ambiente, Marte apenas estaba siendo domesticado. A título personal, creo que HYDRA la envenenó, los síntomas parecen más un proceso lento pero minucioso de envenenamiento. Quizá el Doctor Shelley también lo sospechó y por eso desde que su esposa cayó enferma, dejó a su creación a cargo de la protección y crianza de sus hijos. Sobre todo, del pequeño Gregory quien aún no tenía dientes.
-Esa historia no la conocía.
-No es algo para contar en el comedor, Donald. JARVIS afirma recordar que el doctor cayó en una grave depresión, tuvo que cuidar de los niños por varios años, hasta que llegó el Doctor Ho Yinsen con una idea revolucionaria para la coraza de JARVIS, eso lo sacó de su estado.
El Mayor Blake torció una sonrisa. -Veo que te gusta contar cosas.
-Y a ti escucharlas.
-Es interesante, pero tengo una enorme duda.
-Si es tan grande como esos bíceps estamos en problemas.
-No -el rubio bufó- ¿Cómo sobrevivió el pergamino al Látigo de Fuego? ¿Cómo lo encontraron?
-La primera pregunta se responde con una serie de casualidades propias de los desastres naturales, así como una fuente puede quedar intacta por mera coincidencia al ser sepultada por arena que luego el viento barrió, el pergamino seguro acabó aplastado por alguna roca que lo preservó hasta ser encontrado. La forma es digna de una historia.
-Soy todo oídos.
Loren le miró divertido unos segundos, encogiéndose de hombros, señalando la filmación de la fiesta donde JARVIS fue activado.
-¿Notas que el pequeño Gregory guarda cierto parecido con Tony?
-... es cierto -dijo asombrado el rubio.
-Bien, cuando el Doctor Pym vino a Manhattan, el daño en JARVIS era severo, tardó meses en poder dejarlo coherente. Y era más un autómata que la inteligencia artificial que Shelley ideara. No era posible enlazar su programación emocional con sus matrices. Incluso el propio doctor trasladó algunos de sus patrones mentales a JARVIS con tal de darle la consciencia que había perdido. Fueron tiempos duros para Pym, por más esfuerzos que hacía no lo conseguía. Hasta que llegó Tony, con su idea del reactor cuántico para estabilizar el cerebro positrónico de nuestro adorado dron. El Doctor Pym vio esta grabación y se la mostró a Tony, decía que, si probaban a hacerle creer a JARVIS que Tony era Gregory, tal vez lo recuperarían. Una idea algo descabellada pero ya todos sabemos que Hank es todo menos estable.
-¿Funcionó?
-Para hacerle las actualizaciones a JARVIS, debían desconectarlo. Así que cuando lo encendían de vuelta solo era por breves periodos de tiempo en los que no estaba del todo lúcido. Prueba y error, prueba y error. Un día, discutió el Doctor Pym con Tony, éste se salió a los campos de maíz que tanto cuidaba JARVIS cuando no estaban metiéndole mano. Hank lo encendió, dejándole ir una vez más porque estaba igualmente cansado. Como era de esperarse, el Caballero Inglés se fue a sus maizales, mismo donde estaba Tony perdido, por cierto. Él encontró en un surco recién levantado por los farmbots un papel que llamó su atención por lo insólito de su textura inusual. Se trataba del poema. Es toda una novela, porque Tony lo leyó en voz alta, extrañado como emocionado de su hallazgo justo cuando JARVIS apareció ante él. Fue cuando su reactor al fin se conectó con su cerebro positrónico y despertó.
-Es otra de sus bromas.
-No -Loren negó alzando sus cejas- Palabra de honor que es la historia real.
-¿JARVIS volvió a la normalidad porque Tony leyó el poema que el Doctor Shelley escribió a su esposa al enterrarla?
-Más o menos, sí.
-¿Pero sabía que era Tony y no Gregory?
-Por supuesto, el Gregory que JARVIS conoció fue un niño. Tony se comporta como uno, pero no lo es, físicamente.
Donald estaba asombrado, cosa que se notó en su expresión anonadada que sacó una risa más franca en el pelinegro.
-Es real.
-¿Qué hizo JARVIS al notar que ya habían pasado doscientos años?
-Aahh... estuvo triste, mucho tiempo no habló, solo trabajaba y trabajaba en los maizales o lo que le ordenara Tony. Cuando le hizo su nueva coraza, pareció recobrar ánimos y desde entonces fue el encantador mayordomo de Manhattan. Y tu comandante acusándolo de ser un monstruo.
-Todos cometemos errores.
-Pero él más.
-Aprende rápido. Igual que yo.
-Tú eres un perfecto idiota.
-¿Y ahora por qué?
-No lo sé, ya luego lo pensaré -suspiró Loren- ¿Cuándo comenzará mi penitencia?
-El día de mañana, seis de la mañana en punto.
-Manhattan no saldrá volando, ¿sabes?
-Soy un hombre que gusta comenzar temprano las cosas.
-En fin...
El Mayor Blake ofreció una mano al Agente Olsen, junto con una sonrisa. Ambas fueron correspondidas por el pelinegro.
-Me alegra haber llegado a una solución pacífica.
-Teniendo centímetros y kilos de ventaja, cualquiera.
-No has dejado de observarme.
-Me gustan los rubios altos, fornidos de ojos azules.
-Mañana a las seis de la mañana, Loren.
-Bendito Marte, la penitencia.
Loren dejó que se marchara, observándole desaparecer en silencio antes de cerrar la puerta que se deslizó con un suave susurro, dejándole a solas en aquella oficina de blancas paredes y pantallas azul claro. Sabiéndose libre de toda vigilancia, su expresión cambió a una de preocupación con sus ojos regresando a las pantallas que mostraban las grabaciones que el rubio dejara. Claro que algunas eran de su colección, no propiamente escondidas porque ya había comprobado que la gran mayoría de los habitantes de Marte eran unos pelmazos para entender clasificaciones ancestrales de material bibliotecario. Que los hubieran encontrado solo era cuestión de tiempo, aunque estaba sorprendido de que Donal lo hubiera hecho más pronto de lo esperado.
Sin embargo, él era una persona detallista con una excelente memoria de las cosas que guardaba y cómo las guardaba. El pelinegro se acercó, quitando algunas pantallas para dejar solamente un par donde se veía a un Gregory Shelley correr por entre los maizales con una risa propia de un niño sano y feliz, embarrado de lodo cobrizo hasta las rodillas igual que sus mejillas y manos, llamando entre gritos de euforia a JARVIS quien parecía ser el autor de la grabación por la elevación de la cámara. La segunda pantalla mostraba tanto a Arno como a Gregory dormidos sobre un enorme montón de granos de maíz, desparramados con sus uniformes de colonos grises con franjas verdes y doradas corriendo a lo largo de sus brazos. La cámara se giraba hacia JARVIS quien parecía tomar aquel aparato y mostrar al Doctor Shelley dejando una frazada sobre los pequeños.
Tiernas como familiares escenas que Loren Olsen jamás había visto en la biblioteca.
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