Manhattan


J.A.R.V.I.S.

Autora: Clumsykitty

Fandom: Marvel AU.

Parejas: Stony principalmente.

Derechos: A soñar y vivir.

Advertencias: Universo alterno sin poderes, una historia inspirada en los cuentos del maestro Bradbury como en las ideas que asaltan a la autora en las noches de desvelo y perdición. Dedicado con mucho cariño a Kasu Tailer por sus acosos y mensajes amenazadores llenos de amor.

Gracias por leerme.



I'm leaving bitterness
Behind this time
I'm cleaning out my mind
There is no space
For the regrets
I will remember to forget

Just look at me
I am walking love incarnate
Look at the frequencies
At which I vibrate
I'm going to light up the world

Peace will come to me
Peace will come to me

Peace, Depeche Mode.



Manhattan.


"Bienvenidos a Marte, población total: tres mil doscientos ochenta y cuatro habitantes. Clima de la temporada: seco con ligeras lluvias. Temperatura máxima: veintiocho grados centígrados a la luz. Temperatura mínima: cuatro grados centígrados a la sombra. No olviden llevar siempre consigo el rastreador personal y su mascarilla de emergencia. Que tengan una agradable visita."

La esterilización del período de cuarentena había terminado, todos estaban ya ansiosos de poder respirar el aire marciano y ver aquellas enormes extensiones de maíz rodeando Manhattan que de lejos parecían un hermoso pasto verde de las viejas como perdidas praderas terrícolas. El Comandante Rogers caminó detrás de sus hombros, con su maleta al hombro y cubriéndose con su mano libre sus ojos ante el sol cobrizo que les recibió de un mediodía con aire seco cargado del inconfundible aroma del maíz. Buscaba algo más, entre el personal que los recibió con saludos fervorosos y sonrisas tímidas antes de tomar sus maletas.

-¡Stevie!

El corazón de éste dio un vuelco con un nudo en la garganta al ver una figura correr a saludarle a media plataforma que descendía al suelo marciano. Cabellos largos de color castaño oscuro y unos ojos azules vivaces. No pudo evitar mirar hacia su brazo izquierdo que relucía por el metal sustituyendo esa parte perdida. Una batalla en el espacio, mal cálculo de los drones acompañantes, explosiones, muertes. Bucky, ese jovencito que recién se había incorporado como piloto a los Comandos Aulladores, se salvó apenas por nada, perdiendo un brazo al escapar de su nave en llamas cuyos metales torcidos habían prensado su hombro. Steve no supo más de él porque su nave salió disparada al espacio sideral, perdiéndose por casi dos décadas hasta que lo rescataron, congelado pero vivo. Ahora ese muchacho a quien había visto como un hijo era ya todo un hombre, uno de los sargentos de la guardia civil de Manhattan.

-Buck...

-Hey, pareciera que has visto un fantasma... oh, perdón, Comandante...

-Termina la oración y te castigaré.

-¡Steve! -Bucky le abrazó realmente emocionado de volverle a ver, palmeando con fuerza su espalda y tomando después su maleta- Trae acá. El nuevo jefe de Manhattan no debe cargar sus propias cosas.

-No soy un político, Bucky.

-Oh, no, solo eres el Comandante Steven Grant Rogers de las Fuerzas Conjuntas Internacionales, héroe de la Guerra del Agua, Jefe de Manhattan y pesadilla de todas esas pobres almas que esperaban estar bajo tu servicio.

-Tú nunca te quejaste.

-Era un inocente y tonto niño.

-¿Ya no más? -Steve sonrió con algo de tristeza.

-Depende si puedo invitar una copa al comandante o eso me amerita encierro.

-Idiota.

Bucky rió mirando hacia la granja igual que el rubio, quien contuvo el aire al notar la majestuosidad de la que tanto habían hablado sus hombres en la nave antes de aterrizar. Impresionante. Mantos verdes con toques amarillos tímidos del maíz meciéndose al seco viento marciano. Apenas unas cuantas instalaciones en el centro. Entraron por un arco viejo que estaba de pie solo por la mitad, uno de los vestigios de la antigua colonia antes de aquel desastre, siguiendo el camino de piedra cobriza serpenteando por un jardín de pasto seco y bordeado por piedras blancas donde habían incrustadas lámparas inteligentes. Era casi igual que en la Tierra. Casi. La diferencia era el sol más lejano, ese aire extraño como las nubes marrones en lo alto de tamaño descomunal.

-¿Impresionante, verdad?

-Lo es, Buck. ¿Vas a darme el tour?

-Claro, por algo pedí ser yo quien te recibiera -James Barnes alias Bucky extendió sus brazos como si con ello pudiera abarcar toda la extensión de la colonia- Manhattan es la única colonia sobreviviente a la tormenta que los colonos ahora llaman el Látigo de Fuego, posee la mayor extensión de tierras de todas como estos maravillosos campos de maíz que producen lo suficiente para mantener a todos los habitantes de Marte, sus mascotas y bichos como a buena parte de la humanidad. La mina si bien es pequeña el manto encontrado es muy profundo hasta convertirse en hielo, así que hay trabajo para muchos cientos de años. Comandante, si me sigue por favor...

Steve rió ante semejante espectáculo, pero le siguió, el camino bajó perdiéndose entre los maizales y entrando a la zona propiamente de la colonia. Le llamó la atención una fuente vieja y en desuso en medio del camino. Era de tres niveles en un mármol blanco corroído por la erosión marciana. Ambos hombres se detuvieron ahí observando lo que fue en un tiempo una maravilla arquitectónica, seguramente para demostrar que el agua del planeta era potable. La respuesta que dio fin a la Guerra del Agua que se desató en la Tierra cuando los recursos naturales desaparecieron y los países comenzaron a declararse la guerra por beber unos litros más de agua. Esa misma guerra que había enviado a Steve en un sueño helado y solitario en el espacio mientras que Bucky crecía en la Tierra e ingresaba a la compañía responsable de aquellos cultivos: Industrias Stark.

-Lo sé -dijo Bucky como si le leyera la mente- Es extraño ver una fuente en Marte. Íbamos a derribarla, pero todos quedamos de acuerdo en que era un lindo recuerdo. Así nos sentimos más en casa, ¿no te parece?

-Hey -Steve señaló la base- Hay unas huellas...

-Oh -James se arrodilló señalándolas, eran dos impresiones de unas manecitas- Los hijos del jefe de la colonia antes de aquella desgracia. Según las bitácoras, el hombre era todo un amante de la arquitectura, por eso verás una que otra cosa vieja por el camino. Creemos que hizo la fuente para sus hijos, en primer lugar.

-¿Qué fue de ellos?

-Todos murieron, Steve.

-Oh...

-Steve -Bucky bufó, levantándose- Eso tiene más tiempo que tú de vida y es decir mucho.

-No le faltes el respeto a tu comandante.

-Ahora resulta...

Siguieron con aquella presentación, entre saludos de soldados o del personal. Manhattan no tenía tantas instalaciones como el rubio supusiera. Tampoco que las necesitaran. Era una enorme U en cuyos flancos estaban las secciones comunes: comedor, salas de descanso, un pequeño cine, biblioteca, salón de juegos, telecomunicaciones, cocina, dormitorios y sala de juntas, por un lado. Por el otro, estaban los laboratorios, talleres de ingeniería, almacenes de armas, equipos y demás como un invernadero. En el medio estaban los hangares y bodegas de grano. Todos con techos blancos tapizados de celdas solares, muros de aquel nuevo material inteligente, resistente a condiciones extremas y puertas de metal que podrían sellarse en caso de emergencia. Steve miró a todos lados, ya había visto un par de drones sobrevolar los campos, otros robots formando surcos, pero ninguno de ellos le pareció ser el "mayordomo" de la colonia. Una vez más, Bucky pareció adivinar sus pensamientos.

-Oh, ya sé a quién buscas, está recolectando los granos de maíz al este. Llegará hasta el atardecer para presentarse formalmente. Es todo un caballero.

-Es un robot.

-Okay, okay. ¿Te muestro tus habitaciones, comandante?

-Ya te dije que me digas Steve.

-Sí, Comandante Steve.

-Gracioso.

El rubio agradeció la caminata que aligeró su mente, todos parecían estar ocupados en lo suyo, con expresiones de alegría. Les gustaba lo que hacían. Se giró al sonido de las puertas de la zona de ingeniería deslizarse al abrirse, dejando ver a tres hombres en batas blancas que hablaban muy entretenidos entre sí, el que iba en medio de ellos, ligeramente más bajo, se giró dándole la espalda al hablar con los otros dos que sí se percataron de su presencia, deteniéndose en sus pasos. El tercero solamente lo hizo cuando chocó con él, respingando y maldiciendo al haberse asustado. Un par de ojos amielados con unas pestañas amplias y sonrisa descarada le saludaron.

-Hola... -aquel hombre bajó su mirada a su pecho al notar las insignias- Wow, cuantas. ¿Estaban en oferta o qué?

-Tony... -uno de los otros dos se adelantó, ofreciendo una mano al comandante- El Doctor Bruce Banner, Comandante Rogers si no me equivoco.

-Doctor Banner.

-¡Comandante!

-Tony, compórtate -regañó el otro, imitando a Banner- Soy el Doctor Hank Pym. A sus órdenes.

-Doctor Pym.

-Entonces yo también me presento -dijo el primero que chocó con él- Doctor Anthony Edward Stark, pero todos me dicen Tony. Usted me puede decir Doctor Tony, Comandante Rogers.

-Que particular forma de ser -replicó éste, tomando su mano que apretó quizá con un poco más de fuerza de la debida. Solo para dejar clara su posición... que luego recapacitó al notar el apellido- ¿Stark?

-¡Exacto! ¿No es curioso que tenga el mismo apellido de las Industrias que contrataron a las Fuerzas Conjuntas Internacionales para traer gruñones soldados que cuiden del maíz?

-¡Tony! Comandante, lo siento tanto.

-Nada, Brucie -Stark se volvió al rubio con una sonrisa- No se preocupe, no hay resentimientos, pero sí, mi padre es Howard Stark, CEO y alcahuete de Industrias Stark que está echándose a perder en su cama allá en la verdadera Manhattan. Pobre de mi madre, en fin.

-Tony tiene un peculiar sentido del humor, comandante -disculpó Hank mirando a su colega- Y estábamos por ir a comer.

-¡Cierto! Espero verlo en el comedor, comandante. Bucky, recuerda que revisaré hoy ese brazo.

-Está perfecto.

-Yo decido eso que soy quien lo hizo. Si nos disculpan, soldados.

-Comandante -corearon a modo de despedida los otros dos, siguiendo a Tony.

-Debiste prevenirme, Bucky.

-¿Y perderme tu escena bochornosa? Nah.

-Ahora comprendo entonces lo que he venido a hacer -Steve caminó hacia los dormitorios haciendo un gesto de disgusto- Vengo a cuidar los secretos industriales de los Stark.

-Tengo que hablar en defensa al menos de Tony -replicó Bucky con un suspiro- No están creando armas o robots bélicos en medio de maizales si es lo que piensas. Los doctores están tratando de encontrar soluciones a los graves problemas que aquejan a la Tierra y bueno... no es tan fácil robar secretos industriales aquí en Marte como allá en casa.

-Howard Stark apoyó con armas.

-Sí, y ahora está postrado en cama terriblemente enfermo mientras que su hijo está limpiando el nombre de la familia. Industrias Stark alimenta a tres quintas partes de la población, Steve.

-No necesito que me lo recuerdes.

-Sé que la guerra... fue difícil, también para mí lo fue, y debes saber que fueron las naves Stark las que me rescataron, que fue Tony quien me hizo un brazo nuevo que funciona de maravilla. Probablemente hablo de forma subjetiva de este trabajo, pero ya has observado cómo están todos. Vivimos tranquilos y en relativa paz.

Llegaron hasta la sección de los dormitorios, la mayoría de los soldados ya estaban descansando y aclimatándose. El comandante tomó aire, negando para sí mismo al tiempo que tomó la maleta de mano de Bucky, sonriéndole con una palmada en su hombro.

-Lo sé, el viaje ha sido cansado. Creo que en cuanto repose y coma algo, la cabeza dejará de punzarme.

-De acuerdo, vendré por ti en cuanto sus alimentos estén listos.

-Déjame adivinar, ¿pan de maíz hidratado?

-Tenemos toneladas de granos, Steve -rió Bucky- Sería un insulto no tener comida en base al maíz. Oh, y no lo olvides, agua fresca.

-Dame treinta minutos.

-Como ordenes, Comandante Steve.

-Idiota.

En el comedor, el rubio tuvo la oportunidad de presentarse formalmente a toda la colonia que le dio un fervoroso aplauso luego de su discurso de bienvenida y la aceptación de las llaves maestras de parte de Tony Stark que lo nombraban Jefe de la colonia. Le fue extraño que el propio millonario no reclamara tal título, pero tal como le había contado James, estaba enfocado en otros asuntos más importantes y la dirección de Manhattan no era de sus prioridades. Steve le observó en la comida, sus maneras excéntricas, esa boca que comía igual que hablaba, aunque le sorprendió que supiera cada nombre de cada colono, hasta detalles de sus gustos o cumpleaños. Después de todo era una mente brillante, demasiado inquieta para su gusto, más brillante al fin. Ya estaban en el postre cuando sonó el aviso del arribo de JARVIS a la colonia junto con otros robots.

-Es hora de conocer a la reliquia -susurró en broma Bucky cerca de él.

Steve ya había notado que la mayoría de los modelos de drones y robots trabajadores tenían formas geométricas minimalistas, con sus corazas blancas y el nombre de Industrias Stark en un costado en color rojo. Modelos nuevos que ni siquiera en la Tierra había visto, no al menos en las calles o comercios que aún estaban de pie. JARVIS era completamente diferente. Al verlo a lo lejos, planear para aterrizar con suavidad y casi elegancia en el pasto del jardín que dividía las instalaciones, el comandante se dio cuenta de que tenía una forma más... orgánica. De lejos parecía una gigantesca manta raya surcando el cielo, pero conforme se acercó, su cuerpo dejaba la forma aerodinámica para una más terrestre. A Steve le pareció muy similar a una mantis religiosa, con dos brazos cual pinzas dobladas, patas fuertes con alas que se replegaban tras su espalda. No poseía cabeza como tal, solamente un tipo de reactor en color azul como si fuese su ojo principal. Su nombre, desgastado, estaba en la parte superior de aquel ojo reactor.

-¡J! -exclamó Tony saliendo a recibirle como si fuese su mascota o algo similar- Ya tenemos nuestro valiente equipo de protección yyyyyyy nuevo jefe de la colonia, el Comandante Steven Grant Rogers.

Éste se cuadró al escuchar su nombre, no muy seguro de querer acercarse al dron que aún en esa posición inclinada les sacaba un metro y medio de alto, por lo menos.

-"Es un placer conocerle, Comandante Rogers" -recitó en voz muy humana con un acento curioso, girándose hacia el rubio- "Soy JARVIS, el mayordomo de Manhattan y puede considerarme un leal servidor suyo."

-Tan modesto, J -rió Stark palmeando una de esas enormes y pesadas pinzas- Por favor, preséntate como se debe con el comandante.

-"Mis disculpas, he pasado el día entero recogiendo el grano de maíz y revisando las estructuras externas de la mina. Soy una inteligencia artificial autónoma. Mi creador, el Doctor Marty Shelley, me hizo con la finalidad de cuidar de la colonia, en prioridad a sus colonos. Tony reparó mis circuitos como mis códigos, no debe temer, Comandante Rogers, tengo las directivas instaladas. Sería incapaz de hacerle daño a cualquier ser vivo."

-Me da gusto saberlo -carraspeó Steve mirándole de arriba abajo.

-"Cualquier información respecto a la colonia como sus antecedentes puedo otorgársela al instante. Sin embargo, me temo que los datos secretos de los laboratorios y talleres Stark le pertenecen exclusivamente a Tony, aunque es de sobra conocido que no tiene reparo en presumirlos."

-¡Hey!

-Veo que tienes un sentido del humor similar al Doctor Stark.

-Tony, dígame Tony, comandante que para eso le pagamos.

-"Es de forma involuntaria, Comandante Rogers, la convivencia hace que ciertos comportamientos se asimilen. ¿Desea algo más de mí, Señor?"

-No, eso sería todo de momento.

-"Si me disculpan, iré a revisar que todo el grano haya sido almacenado de manera correcta y que la bomba de agua no tenga algún desperfecto. Luego de eso podrán encontrarme en el hangar con los demás elementos."

-Gracias, J, eres un amor.

-"Lo intento, Señor."

Steve se dio cuenta de la mirada divertida de Stark mientras JARVIS caminaba hacia los almacenes con el resto de los drones de carga delante. Algunos guardias y soldados ya de tiempo en la colonia le saludaron como si fuese otro humano más, siendo correspondidos muy atentamente por aquella cosa que no se ganó la simpatía del rubio, cruzando sus manos detrás de su espalda para ir hacia la sala de juntas y comenzar a tomar el mando de la colonia como era debido. No necesitaba de un trasto parlante para eso, aunque fuese un robot avanzado al que todos parecían adorar como si fuese la mamá gallina de Manhattan.

-Comandante.

-Wilson, reporte de estado.

La primera noche en Marte llegó más pronto de lo que esperaba, aunque la granja trabajaba con tranquilidad, en realidad había mucho movimiento dentro de la colonia. Vio una vez más al tal JARVIS pasearse por las instalaciones, revisando y reportando cualquier imperfecto como ayudando en labores pesadas a sus soldados. Bucky le invitó a ver una película antes de ir a dormir, era de la biblioteca colectiva que entre todos habían armado entre trueques con otras colonias y envíos desde la Tierra. Verdad sea dicha, Steve casi no prestó atención a la enorme pantalla que ocupaba toda una pared en la sala de cine que todos atiborraron. Pensaba en aquello de los secretos industriales Stark. Ya había escuchado algo de ello porque Fury se lo dijo. Vacunas genéticas, nanorobots reconstructores de flora, códigos informáticos de carácter cuántico con datos valiosos para más de un gobierno. Claro que eran tesoros codiciados.

Por algo Howard Stark había impulsado en sus últimos proyectos antes de caer enfermo, en la creación de las Fuerzas Conjuntas Internacionales, un ejército de élite que protegería al mundo incluso de sí mismo, pero con un cierto desvío de intereses al ser la mayor parte del tiempo el celoso guardián de todo aquello que llevara el nombre de Industrias Stark. Muchos soldados como el rubio, cansados o decepcionados de sus gobiernos, encontraron en las Fuerzas Conjuntas una nueva oportunidad de hacer bien las cosas. La paga era generosa y no existían esa clase de misiones genocidas o abiertamente suicidas que padecieron en tantos conflictos. Cuidar granos de maíz o minas de extracción de agua lucía como un paraíso para veteranos con pesadillas de la guerra como lo era Steve.

Ya estaba en suelo marciano, muy tarde para arrepentirse, así que se tumbó en su cama que encontró muy cómoda como el resto de su habitación espaciosa con los muebles justos en ese orden austero típico de los militares. Las luces se apagaron en el itinerario para reservar energía con el sonido parecido a un suave silbido del escudo de protección que se levantaba cada noche, encerrándolos como medida protectora ante cualquier cambio en el clima e incluso del subsuelo. Era una esfera aislante en la que Steve no quiso pensar mucho o le daría una claustrofobia risible. Solo distinguió una leve luz proveniente de los talleres, pero en la cena Bucky ya le había prevenido de los horarios tan agotadores que Tony Stark tenía cuando trabajaba en alguna idea nueva. Bien podían dejar de verlo hasta por tres días enteros.

Steve se incorporó, mirando por su ventana delgada como una línea hacia aquella sección de la colonia. Su mandíbula se tensó al notar la sombra proyectada por las luces del complejo sobre JARVIS quien parecía mirar hacia el interior del taller en actitud de reposo. Una parte de él sabía que era trabajo de varios robots el cuidar de todos ellos si estaban en horarios fuera del itinerario, sin embargo, ese viejo dron inteligente le inquietaba. Quizá era ese ojo reactor tan inhumano o su excesiva amabilidad cual sirviente abnegado... no lo sabía. Estando a millones de kilómetros de su hogar, en una tierra diferente con un mayordomo automatizado sería algo con lo que tendría que aprender a dormir, orando en su interior porque la mente de Tony Stark en verdad hubiera previsto cualquier calamidad a brotar con una cosa de ésas.

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