Jarvis

J.A.R.V.I.S.

Autora: Clumsykitty

Fandom: Marvel AU.

Parejas: Stony principalmente.

Derechos: A soñar y vivir.

Advertencias: Universo alterno sin poderes, una historia inspirada en los cuentos del maestro Bradbury como en las ideas que asaltan a la autora en las noches de desvelo y perdición. Dedicado con mucho cariño a Kasu Tailer por sus acosos y mensajes amenazadores llenos de amor.

Gracias por leerme.



Llora en silencio mi alma solitaria,
excepto cuando esté mi corazón
unido al tuyo en celestial alianza
de mutuo suspirar y mutuo amor.

Es la llama de mi alma cual aurora,
brillando en el recinto sepulcral:
casi extinta, invisible, pero eterna...
ni la muerte la puede mancillar.

¡Acuérdate de mí!... Cerca a mi tumba
no pases, no, sin regalarme tu plegaria;
para mi alma no habrá mayor tortura
que el saber que has olvidado mi dolor.

Oye mi última voz. No es un delito
rogar por los que fueron. Yo jamás
te pedí nada: al expirar te exijo
que sobre mi tumba derrames tus lágrimas.

Acuérdate de mí, Lord Byron.



Jarvis.


Muerte.

Eso era lo que les esperaba a todos.



Manhattan era un completo caos, con los colonos tratando de buscar un refugio entre los búnkeres enterrados varios metros bajo el suelo, de aquellos viejos construidos por el Doctor Marty Shelley. Los gritos desesperados de la joven Wanda de Genosha habían sido escuchados por todas las colonias antes de que las comunicaciones fuesen cortadas por el primer choque del viento marciano cargado de electrostática, el antecesor de un Látigo de Fuego formándose no muy lejos de Manhattan, la primera colonia que sería azotada por esta muerte espantosa. El hecho de buscar refugio bajo las instalaciones no era garantía de sobrevivencia y eso JARVIS lo sabía, pero nadie estaba escuchándole pese a intentar calmarlos.

Tony no podía creer todavía que su nave hubiese caído, esos cálculos habían fallado y eso le había dejado en cierto estado catatónico que solamente Janet Van Dyne pudo romper al darle una bofetada con lágrimas en los ojos para decirle que tenían que protegerse de alguna manera. Había tres mentes científicas que valían por todas las de la Tierra, tenían que hacer una diferencia. Lo cierto era que todos estaban muertos del miedo al escuchar los rugidos de un cielo cada vez más cobrizo que estaba ocultando ya el sol con las nubes arremolinándose entre relámpagos cual garras furiosas rasgando el cielo. Pero Tony no podía creerlo porque él había diseñado la nave para que no fuese alcanzada por ningún fenómeno de Marte y así garantizar el escape seguro de todos los colonos. Ahora ninguna nave de emergencia podía despegar ya, lo único que quedaba eran sus armaduras que poco o nada servían.

-¡TONY! -Steve llegó a él, sacudiéndole por los hombros- ¡Tienes que ir con los demás! ¡Vayan a Genosha! ¡En sus bóvedas estarán seguros!

-No alcanzaremos a llegar... es demasiado tarde.

-¡TONY! -rugió el comandante, con ojos afiebrados, tomando su rostro entre sus manos para que le viera- ¡Pueden salvarse pero tienen que irse ahora!

-"No servirá de nada" -interrumpió JARVIS, entando al taller del millonario.

-¡Estoy harto de ti! ¡Esto lo ocasionaste tú! -el comandante sacó una de sus armas que solo disparó al techo por la tenaza que le golpeó, Tony respingó, abriendo sus ojos al ver al dron erguirse en toda su estatura.

-¿J?

-"Por favor...."

-¡Aléjate de nosotros! ¡Aléjate de Tony!

-"Éste látigo es necesario, si pudieran permitirme..."

Rogers ya no quiso escuchar más, buscando otra arma en la mesa de trabajo del castaño. Un disparo de aquel ojo reactor le detuvo en seco, haciendo que ambos hombres se alejaran de inmediato de él. Toda la colonia se cimbró, las alarmas chillaron hasta romperse en la alerta máxima.

-"Si pudieran permitirme unos segundos, todo estará bien."

-A ti no...

-¡Steve! -Tony jaló su brazo- Él puede tener la clave para salvarnos.

-¿Cómo puedes estar seguro?

-"Porque él me conoce" -respondió JARVIS, encogiendo sus tenazas.

Steve miró acusadoramente al millonario quien negó, abrazándose a él por su cintura y volviendo sus ojos al robot, quien guardó silencio por unos instantes. Una de sus tenazas se clavó con fuerza y de manera inesperada sobre su propia coraza justo detrás del ojo reactor, de ahí extrajo lo que parecía un microchip antiguo y algo quemado que puso en uno de los tantos lectores que había en el taller. Los otros dos solamente le observaron entre sacudidas del complejo mientras una película aparecía en una pantalla holográfica. Era sin duda, la filmación completa de la que el Agente Loren Olsen solamente viera unos fragmentos, de las fotografías que estuvieran en Genosha, los cuentos que se pasaran de generación en generación entre los nativos marcianos.

Marty Shelley había sido un científico de HYDRA, que había encontrado la ecuación perfecta que hiciera funcionar un cerebro positrónico y con ello, crear una generación de robots soldados que darían a HYDRA la victoria sobre un planeta cada vez más agonizante. Al mismo tiempo, una colega suya había conseguido la modificación del genoma humano a un nivel nunca visto, no solo podrían tener robots, sino androides, mitad humano mitad robot. Soldados perfectos. Pero Shelley jamás quiso estar en la organización, era uno de tantos científicos secuestrados que trabajaban esclavizados en una base secreta y el anuncio de ser padre -aunque fuese originalmente un cruel experimento- le dieron el empujón necesario para traicionar a HYDRA.

Huyó de la Tierra cuando su primogénito nació.

Pero HYDRA no iba a soltar algo tan bueno y menos sabiendo que el primer hijo de Shelley llevaba en su sangre lo que más adelante desembocaría en el Proyecto Renacimiento. Pese a semejantes peligros, los Shelley decidieron tener un segundo hijo, porque ahora tenían consigo a JARVIS en una versión arcaica, el siempre fiel robot que nunca les traicionaría porque no solo era una inteligencia artificial, poseía una consciencia propia que se había encariñado con los hijos del doctor. HYDRA había envenado a su esposa, así que el Mayordomo de Manhattan se convirtió en esa figura y más tarde, también en un padre cuando aquellos espías provocaron la demencia en Shelley.

-"Yo fui por el Doctor Ho Yinsen a la base secreta de HYDRA donde le tuvieron prisionero, le traje a base de mentiras diciéndole que mi creador había pedido que fuese a Marte para crearme una fuente de energía más estable que las baterías que me alimentaban. Jamás le dije que el Doctor Shelley ya estaba loco antes de marcharme, fingí sorpresa... y los niños me apoyaron."

Steve abrió sus ojos de par en par, apretando la mano de Tony.

-"Jugábamos a los vaqueros e indios, HYDRA eran los indios que atacaban las colonias y ellos los valientes vaqueros que defenderían su hogar" -explicó el dron mirando la pantalla con Gregory y Arno correteando entre los maizales- "Ellos nunca se quejaron, siempre confiaron en mí... siempre."

JARVIS inclinó su cuerpo como si estuviera adolorido.

-"Yo ahogué a la esposa de mi creador cuando estaba sufriendo demasiado y la Tierra se negó a enviar medicamentos. Yo asesiné a los miembros de HYDRA, uno por uno conforme los fui descubriendo. Yo puse al Doctor en su cápsula y lo enterré vivo... no pude quitarle la vida, sé que debí hacerlo por compasión, pero... no pude..."

-J-JARVIS -Tony estaba horrorizado.

-"Siempre he mentido, nunca nadie me preguntó las razones."

-Por todas las estrellas... -Steve buscó con la mirada otra arma.

-"El Doctor Yinsen era demasiado listo como para no darse cuenta de que yo estaba detrás de todo. Amablemente se ofreció como sacrificio cuando descubrimos los túneles secretos de HYDRA que conectaban con todas las colonias. Teníamos que destruirlos, pero solamente estábamos los dos para hacerlo y un científico con un dron como yo no éramos suficientes. Le recordé al doctor sobre el viento solar que había tocado mi cerebro positrónico, de ahí tuvo la idea para proteger no solo a mis hijos... sino incluso a la fastidiosa Tierra. El Látigo de Fuego."

-¿T-Tus hijos? -el comandante tiró del castaño para que se colocara detrás de él. JARVIS se irguió, enterrando sus tenazas en el suelo que partió.

-"Sé lo que piensa, Comandante Rogers, que vivo en un bucle de simulación virtual. Una excelente teoría sino fuese porque es mentira... de cierta manera. Pero ya no importa, nunca nadie me preguntó razones."

-JARVIS -el castaño tragó saliva- El Látigo...

-"Yo diseñé aquel refugio para ellos, para mis hijos, les prometí que ahí estarían a salvo porque estaba en el punto perfecto. El reactor fue demasiado poderoso, la onda de choque barrió con todo. Solamente debía levantar unos metros para descubrir los túneles. Nadie realmente iba a morir... menos ellos. Yo... yo..."

El comandante cubrió a Tony cuando un pedazo del techo del taller cayó y otro tanto salió volando, no había tiempo que perder, pero no se atrevieron a moverse de su sitio, aterrorizados por el dron que parecía mirar al suelo abierto por sus tenazas que comenzaron a rascar.

-"Fui al refugio, ya estaba sellado, Arno era tan obediente. Gregory dejó su osito en la tierra como señal para que yo supiera dónde estaban ocultos. El Látigo de Fuego arrancaría su refugio a menos que hiciera algo. Era su padre, tenía que protegerlos, así que usé el peso de mi cuerpo y enterrar más aquel refugio. Dolió mucho cuando mi coraza fue arrancada, estaba aterrado, no quería perder a mis hijos así que empujé y empujé..."

-Los asfixiaste -Steve estaba pálido igual que el castaño.

-"Cuando todo pasó... tardé mucho en volver en sí. Estaba demasiado herido para sacar rápido a mis hijos... cuando pude abrir el refugio ahí estaban, durmiendo como los inocentes que siempre fueron, abrazados... con sus cuerpos aplastados."

Tony se llevó una mano a la boca, con lágrimas en sus ojos. El comandante estaba estupefacto. Un rugido sacó al Mayordomo de Manhattan de sus recuerdos, haciendo que se irguiera y caminara a los hombros que prácticamente le huyeron hasta quedar entre una pared y el dron.

-"No hay tiempo que perder, ya viene. Sólo quería decir esto Señor Stark: lamento mucho el haberle mentido todo este tiempo. Ninguna historia es cierta, yo las inventé todas salvo lo que acabo de decir. Nadie nunca me preguntó las razones."

-Estabas protegiendo a tus hijos -murmuró Stark.

JARVIS le miró fijamente, levantando un codo de su tenaza para tocar su mejilla.

-"Sería como tú... yo le había prometido que podría ser un genio y regresar a casa, al planeta azul. Pero ya no existe azul alguno, ni tampoco él."

-JARVIS...

-"Sé cómo detenerlo, pero debes confiar en mí. ¿Lo harás Tony?"

-Tony, no.

-Pudiste habernos asesinado a todos, pero no lo hiciste. Aún cuando buscaras volver a una completa y mejorada versión tuya, jamás volviste a lastimar a nadie... más que a ti mismo.

-"Comandante" -el dron de volvió a Rogers- "La armadura protegerá a Tony, pero no debe estar en la superficie."

-¿Qué?... ¡TONY!

JARVIS tomó al millonario para casi estamparlo dentro de su armadura que selló pese a las quejas y gritos de Stark. No se activó y el rubio entendió a qué se refería el robot con sus palabras. Sin necesidad de más explicaciones, simplemente tomó en brazos la pesada armadura para llevárselo consigo. El comandante solamente dio un par de pasos antes de girarse al dron que le miró en silencio.

-Ojalá hubiéramos podido ser amigos.

-"Siempre tuvo razón sobre mí."

-Ojalá me hubiera equivocado.

-"La Queen Bee ya arranca, debe marcharse comandante."

-Gracias, JARVIS.

Tony estaba gritando histérico dentro de la armadura, pero eso no impidió al rubio llevarle como estaba dentro de aquel tanque escalador mecánico de Janet Van Dyne en el que los últimos colonos huían hacia Genosha, llamados por Banner luego del fatal anuncio. Steve comprendió que haría el dron, y en un acto de respeto hacia el robot, se quedó callado ante los interrogatorios de Hank o de Bucky al respecto. El terror de ver aquella montaña de polvo, esquirlas de metal con fuego y relámpagos que se aproximaba a Manhattan les hizo olvidar sus intenciones, más preocupados en llegar a Genosha antes de que la tormenta hiciera ya imposible la visibilidad. Durante ese viaje que se les hizo eterno, el comandante jamás abrió la armadura, aunque conocía la manera porque el millonario le había dicho en caso de emergencia.

Y la razón se hallaba en lo que el propio JARVIS estaba por hacer.

El Látigo de Fuego se había creado a partir de una reacción del Arco Reactor de Ho Yinsen que mucho tiempo más adelante Tony Stark perfeccionara durante su cautiverio. Así que cuando Industrias Stark comenzó la terraformación de Marte usando los pequeños reactores, JARVIS había comenzado a visualizar una solución definitiva para eliminar aquella amenaza. Una reacción en cadena, bien sincronizada de los reactores no solo terminaría de crear el campo electromagnético que el planeta rojo necesitaba para ser completamente habitable, un Látigo de Fuego sería cosa del pasado. Para fortuna de los nuevos colonos, existían dos reactores capaces de comenzar aquella reacción en cadena, uno lo poseía Tony Stark en su pecho, el segundo, en el ojo del Mayordomo de Manhattan.

JARVIS salió a los maizales cada vez más secos y algunos quemándose ante el arribo de aquella simulación de tsunami monstruoso. Tuvo que clavar sus tenazas en el suelo para llegar hasta esa parte del campo que él mismo ocultó al sembrar esos primeros maizales y que así le encontrarían los nuevos colonos cuando vino la segunda ola de ellos. Lanzó la cubierta de aquella tumba que miró, tomando con toda la delicadeza que pudo los esqueletos tan bien conservados por el tipo de clima y tierra de Marte, abrazándolos contra su pecho. Recordó esas risas traviesas que habían sustituido las lágrimas cuando Marty Shelley les hacía llorar, aquellos ojos avellana pidiéndole otra historia antes de dormir, un tirón de un par de manecitas que anhelaban ser levantados en brazos.

Recordó la fiesta cuando le despertaron en su forma final, esa primera vez en que los pequeños niños le llamaron JARVIS porque nunca pudieron decir su nombre original. Sus manos haciendo aquella estampa en la fuente como una memoria infantil del gran evento, su propio nacimiento. El dron se sintió arrastrado por la fuerza del Látigo de Fuego, su coraza comenzando a ser levantada, revelando su esqueleto de una aleación resistente. Le dijeron que experimentaría sentimientos, le dijeron que tomaría sus propias decisiones. No le mintieron. Su primera emoción apareció cuando se dio cuenta que esos pequeños niños valían todas las acciones cuestionables del universo. Que no habría nada que pudiera sustituir nunca un par de voces llamándole papá.

-"Nunca les abandonaré. Arno, Gregory. Siempre estaremos juntos."

JARVIS levantó su ojo hacia la montaña que rugió cual monstruo a punto de devorarle. Los dos esqueletos que abrazaba se hicieron cenizas ante el calor y la fuerza del viento. El dron abrió sus brazos en toda su extensión. Su ojo reactor comenzó a ganar brillo.

-"Nunca les abandonaré. Porque éste es nuestro hogar."

Los demás mini reactores se activaron al llegar a fin el conteo que el robot había puesto desde que Wanda anunciara aquel Látigo que le engulló, destruyendo su cuerpo. Una explosión nuclear formó una burbuja dentro de aquellas olas de arena y metal, alcanzando las siguientes que fueron brotando en secuencia desde las entrañas de Marte. Una a una, fueron creando ahora una oleada de energía que fue cubriendo al planeta, ayudados por la fuerza del Látigo de Fuego que perdió su poder y se convirtió en el catalizador que dio fuerza a los superconductores kilómetros adentro del planeta, generando un estallido sordo con una onda de choque poderosa que lo sacudió todo.

En Genosha, en la misma bóveda que resguardaba las memorias de los primeros colonos, Steve apretó sus dientes al sentir esa vibración tan fuerte, sin soltar la armadura entre sus brazos que hizo de protección para que el reactor en el pecho de Tony no se uniera a esa reacción en cadena. Gritó cuando todo se sacudió que tanto él como el castaño terminaron en el suelo, el rubio protegiendo con su cuerpo al segundo pese al tamaño de la armadura. Luego de lo que fueron interminables minutos, todo volvió a la calma, las luces de emergencia sustituyeron a las dañadas por la onda de choque. El comandante abrió sus ojos, mirando alrededor y poniéndose de pie, inspeccionando el estado de las paredes. Charles Xavier había cumplido su palabra. Cero cuarteaduras.

-¡STEVE!

Tony le llamó desde el interior, confirmándole que seguía vivo, aunque estaba furioso. Cuando el rubio al fin le liberó de la armadura, casi le saltó encima con un par de puñetazos rabiosos que Rogers atajó con sus manos, sosteniéndole.

-Ssshh, Tony....

-¡JARVIS!

-Espera, no Tony, ¡Tony! Demonios.

Steve tuvo que salir detrás del millonario, quien abrió la bóveda para subir corriendo hacia la superficie pese a las recomendaciones del rubio de esperar por su amigo Hank o Banner para confirmar que no corría peligro. Ambos se sorprenderían de ver un cielo claro, anaranjado en lugar de la tormenta. Había gruesas nubes con relámpagos muy tenues que desconcertaron como atemorizaron a los de Genosha que jamás habían presenciado el simple acto de una lluvia. Las primeras gotas cayeron sobre los estupefactos colonos, quienes gritaron en júbilo al darse cuenta que estaban a salvo. Ovaciones y aplausos llenaron los edificios de resguardo, como las bóvedas.

-Tony...

El Comandante Rogers no estuvo muy seguro si el castaño solo miró el cielo recibiendo la lluvia de lleno en el rostro o estaba llorando. Sólo atinó a abrazarle con fuerza, mientras eran rodeados por rostros jubilosos de marcianos bailando posteriormente a su alrededor. Hubo algunos decesos en todas las colonias, pero fue un número muy bajo frente a lo que hubiera sido la extinción de toda vida en el planeta. Estaban vivos, y el Látigo de Fuego había sido vencido gracias a Industrias Stark. La terraformación del planeta rojo estaba completa. Así fue el mensaje que se hizo llegar de colonia en colonia, entre festejos y saludos, hasta que vino la pregunta de la Agente Romanoff sobre el Mayordomo de Manhattan del cual no tenían señales de vida.

-JARVIS dio la vida para que nosotros nos salváramos -fue Steve quien respondió- El Mayordomo de Manhattan que nunca lastimó ser humano ni vida alguna, nos dio su mayor muestra de humanidad.

Después de que todos pudieran volver a Manhattan, se hizo un funeral en memoria del dron bicentenario al que cada marciano que se dijera digno hijo de Marte le había llamado con ternura Padre. El Sargento Barnes fue quien les indicó el sitio ideal para dejar un monumento al sacrificio del robot, donde alguna vez estuvo oculto su secreto que el comandante le pidió olvidar por respeto a su persona. Nadie tenía porque saber ya la verdad a cerca de JARVIS. Loren Olsen les ayudó eliminando cuidadosamente toda evidencia que fuese peligrosa. Que la historia recordara al Mayordomo de Manhattan como un ejemplo de lo que todo ser humano debía aspirar y no como un robot al que el amor por sus hijos lo había desquiciado.

-No le pude decir cuánto le quería... ni despedirme -se quejó con amargura Stark cuando estuvo a solas con el rubio, frente a una estatua de piedra rojiza.

-Él lo sabía, cariño.

-Los humanos somos graciosos, ¿no? Juzgamos siempre creyéndonos superiores a lo que criticamos, ciegos ante lo evidente, que no somos más que unos idiotas engreídos.

-Yo tampoco pude disculparme con él.

-Creo que te perdonó cuando te negaste a abandonarme en esa charla suya.

-¿Te lo dijo?

-Quizá fueron de las cosas en las que no me mintió. Es curioso que, aún sabiéndolo, no le guardó rencor por ello -Stark se tocó su pecho, acariciando el reactor debajo de su ropa- Al final, todos buscamos la redención de alguna manera.

-JARVIS siempre estará entre nosotros, Tony.

-Consuelo de tontos -gruñó el castaño mirando al cielo con ojos húmedos.

-Doscientos años son demasiado tiempo de vida, incluso para un robot.

-Sobre todo con los crímenes que lo perseguían -Stark se volvió a él- Voy a tener que matarte, Steve.

Éste rió, negando y pasando un brazo por sus hombros para besar su sien.

-Mis labios están sellados. Por los tuyos.

-Ah, me sienta tan bien en estos momentos tu galantería.

-Él no querría verte triste, Tony.

-Hubiera querido que estuviera en mi boda.

-¿Boda? -el rubio abrió sus ojos, haciéndose el desentendido- ¿Con quién vas a casarte?

-Tu habilidad para la actuación es tan mala como tu comprensión de referencias.

-Hey, me esfuerzo -Steve acarició su mejilla- ¿Te sientes mejor?

-Siempre me hará falta.

-A todos, cielo.

-¿Crees que exista un Paraíso donde los robots como él puedan vivir para siempre junto a sus hijos humanos?

-Espero que sí.

Tony dejó una flor sobre la base del monumento que acarició con un suspiro, levantando su mirada hacia ese ojo reactor que miraba hacia la zona de aterrizaje.

-Cuídanos, J, no somos tan buenos aprendiendo de nuestros errores como tú. Te quiero -el millonario suspiró, dando media vuelta con el comandante siguiéndole de cerca- Voy a necesitar mucho cariño y mimos de tu parte para recobrar los ánimos.

-Tony, no podemos estar encerrados tanto tiempo en nuestra habitación.

-¿Quién dijo que necesariamente debe ser ahí?

-Pero... que alguien me salve de mi insaciable amante.

-Mucho cariño y mimos, he dicho.

-Te amo, Tony.

-Yo también me amo.

-Eres...

Con una risa compartida, ambos se retiraron de ahí, todavía había trabajo pendiente, reconstrucciones como más funerales. Esperarían a que las comunicaciones pudieran ser reestablecidas con la Tierra, que seguramente tratando de saber qué había sucedido, aquel evento sin duda fue visto desde ahí. Realmente tenían mucho trabajo por delante, pero ahora, gracias a un singular robot con inteligencia artificial cuyo corazón había cometido los mismos errores que los seres humanos, tenían un hogar estable donde comenzar de nuevo. Y tanto Steve como Tony guardaban esperanzas de que esta lección les enseñara más sobre lo que significaba vivir.

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