Genosha
J.A.R.V.I.S.
Autora: Clumsykitty
Fandom: Marvel AU.
Parejas: Stony principalmente.
Derechos: A soñar y vivir.
Advertencias: Universo alterno sin poderes, una historia inspirada en los cuentos del maestro Bradbury como en las ideas que asaltan a la autora en las noches de desvelo y perdición. Dedicado con mucho cariño a Kasu Tailer por sus acosos y mensajes amenazadores llenos de amor.
Gracias por leerme.
You were Mother Nature's son.
Someone to whom I could relate.
Your needle and your damage done,
Remains a sordid twist of fate,
Now I'm trying to wake you up,
To pull you from the liquid sky.
Cause if I don't we'll both end up with just your songs that say goodbye.
My oh my.
A song to say goodbye,
A song to say goodbye,
A song to say,
Before our innocence was lost you were always one of those blessed with lucky sevens,
And a voice that made me cry.
It's a song to say goodbye
A song to say goodbye, Placebo.
Genosha.
De todas las colonias en Marte, Genosha era la única que tenía por característica el ser exclusivamente para nativos marcianos, cuya mínima ascendencia fuese de tres generaciones atrás de padres y abuelos nacidos en el planeta rojo. Tal motivo era en parte una ideología generalizada, aunque no impuesta entre todos los colonos, de que Marte pertenecía a los marcianos, no a los habitantes de la Tierra quienes habían probado luego de siglos de existencia en un extinto planeta azul, que no sabían cuidar del hogar en donde habían nacido. Así que Genosha no solo albergaba a los nacidos en aquel mundo, cuyos ojos violetas eran su rasgo característico, también se conocían los experimentos genéticos a los que ellos mismos se sometían para tener mayor adaptación a las condiciones de su amado Marte.
Ir a Genosha era como visitar un carnaval de mutantes humanos, con rasgos animales o bien deformaciones en huesos, músculos e incluso otras características poco conocidas como la mejora de habilidades mentales. Aunque en Manhattan no aprobaran del todo esa clase de modificaciones a nivel genético al no tener pruebas fehacientes de estudios al largo plazo que comprobaran la seguridad de tales experimentos, tampoco estaban en contra de Genosha y sus habitantes. La mayor parte de las colonias restantes ya se había inventado cuentos sobre este lugar, de la misma forma en que un tiempo el hombre prehistórico creo a los dioses a su imagen y semejanza para explicar las cosas que no podía comprender. Humanos volando sin necesidad de alas o robots, poderes sobrenaturales o incluso a veces les adjudicaban la aparición de algún Látigo de Fuego.
Pero todo eso quedaba a un lado con la reciente acción de los Genoshianos cuando la nave Attilan se estrelló cerca de su colonia. Después de que los vientos solares pasaran y la amenaza permitiera el rescate de los recién llegados terrícolas, Genosha tomó cartas en el asunto más rápido que toda la junta de jefes, adelantándose a sus planes y enviando de inmediato a cuarentena a Blackagar Boltagon y su familia, compañeros de viaje junto con otros temerarios aventureros. Bruce Banner le concedió razón sobre la cuarentena que todos debían pasar más estaba consciente de que sí lo habían hecho era además para investigar cuáles eran las modificaciones genéticas que traían consigo, quizá virus que causaran alguna epidemia como un ataque biológico de una Tierra con la que no podían comunicarse hasta que los satélites se reestablecieran. Mientras tanto, estaban a ciegas en completa autonomía con un planeta con tormentas cada vez más recurrentes.
Steve y otros jefes de colonias no estaban muy de acuerdo con la acción de Genosha al obligar a los Attilianos -como les nombraron- a entregar muestras de sus ADN como a estar bajo supervisión constante y encerrados dentro de las instalaciones de cuarentena en prácticamente lo que sería una cárcel, muy diferente a lo que el comandante había experimentado. Querían hablar con Medusa, como le nombró Tony, puesto que, por el aterrizaje forzoso, Boltagon había sufrido un accidente y no podía hablar. El Doctor Banner se había autonombrado como embajador de Manhattan para no levantar más enojos de la muy inquisitiva colonia, que aún se mostraba reticente a permitir la entrada a Rogers y sus hombres. Acompañándole, estaban el Teniente Barton y también el Agente Olsen. Puesto que uno de los científicos de Genosha, el Doctor Henry McCoy conocía a Bruce, el recibimiento fue cálido y sin problemas para los tres.
-No tardes mucho -murmuró un serio Clint Barton mientras aterrizaba la nave en Genosha, mirando de reojo a Bruce en un asiento detrás- Esta gente me pone los nervios de punta.
-Afortunadamente solo los nervios -contestó en su lugar Loren con una sonrisa burlona.
Banner rodó sus ojos. -Hank puede darnos información relevante, no tardaré mucho. Mientras tanto, ustedes dos procuren no meterse en problemas, ¿quieren?
-El celoso no soy yo -replicó el ojiverde, bastante divertido.
-Mira, bibliotecario...
-Oh, el Doctor McCoy no viene solo -Olsen señaló con un dedo delante del teniente.
Acercándose a la pista de aterrizaje, estaba el amigo de Bruce, tan peculiar con su aspecto antropomorfo y ese pelaje azul que le había ganado el mote de Bestia por parte del bibliotecario, enfundado en su uniforme blanco con franjas amarillas formando una X en su pecho. A su lado, estaba Remy LeBeau con cara de pocos amigos y una mujer de cabellos blancos, hermosa, pero con una mirada fiera, su piel reflejaba la luz como si fuese translúcida. Las famosas modificaciones genéticas de Genosha, producto de varias generaciones de sangre pura entre colonos. Bruce se colocó sus lentes, palmeando el hombro de Clint antes de salir y encontrarse con aquella comitiva que les daba la bienvenida en un mediodía rojizo, aunque de clima estable.
-Banner, siempre un gusto trabajar contigo -saludó Hank con una mano ancha y peluda que ofreció para ser estrechada.
-McCoy, espero no estés muy ocupado.
-Para nada si se trata de que me pongas al tanto de tus investigaciones.
-Realmente no soy así de sorprendente -sonrió el otro- Señorita Frost, un placer verla de vuelta en Genosha.
-Doctor Banner -ella posó su mirada en el militar- Teniente Barton, Agente Olsen.
-Siempre tan hermosa y cálida, Emma -Loren le guiñó un ojo.
-Vamos, tenemos mucho que hablar -intervino el Doctor McCoy antes de que saltaran algunos enojos- Agente Olsen, seguramente disfrutará de la compañía de Remy.
-Bueno... mientras no me pida cerveza de maíz porque no la hemos traído con nosotros, me temo que nuestros obsequios son más bien de tipo intelectual.
-Eso espero -replicó Emma Frost sin verles- Remy, que el agente no se aburra mientras el Doctor Banner habla con el Doctor McCoy.
-De acuerdo. Agente Olsen, tenemos nuevas adquisiciones en la biblioteca que seguro le encantarán.
-Tú ve detrás de tu doctor o te lo roban -susurró el ojiverde al teniente con una palmada en su hombro antes de tomar otro camino.
Barton le gruñó, pero hizo caso mientras que Loren solo rió ante semejantes tonterías, era cierto que los Genoshianos podían ser intimidantes, pero no eran unos monstruos como luego querían hacerlos parecer, sobre todo los recién llegados terrícolas que poco conocían de los marcianos. Remy LeBeau, al que apodaban Gambito con unas manos que ejecutan excelentes trucos de cartas entre otras cosas menos honrosas, le llevó por el camino oficial, desviándose en un punto ciego de las cámaras hacia la sala subterránea en el edificio principal de la colonia, el Museo de la Memoria como le llamaban. De los sitios favoritos del agente al tener cantidad de documentos históricos que remontaban incluso a tiempos previos a la colonización de Marte. Ahí también se encontraba una escuela de entrenamiento para los colonos que estaban adaptándose a sus modificaciones genéticas, motivo por el cual era un sitio muy bien vigilado, a menos que se tuviera a un desvergonzado como Remy para colarlo hasta las bóvedas privadas del Profesor Charles Xavier, Jefe de Genosha.
-Te cobraré con otro favor porque esta sala está el triple de asegurada que el resto -se quejó Remy cuando abrió uno de los pasadizos secretos que daban a la bóveda.
-Sí, sí, no te preocupes. Estaré encantado de ver como se te queman las manos por meterte tanta vacuna. ¿Le gusto el regalo a Anna Marie?
Remy sonrió ladino. -Pasamos una noche genial. Por allá.
Los abuelos de Erik Lehnsherr fueron los que tomaron documentos y otros objetos de la destruida Manhattan para llevárselos consigo una vez que la reconstruyeron, puesto que no había todavía un sitio donde resguardarlos. Con el tiempo, los jefes de la antigua colonia simplemente dejaron como guardianes honorarios a Genosha, de una memoria a la que el resto de las colonias se unió, entregando a sus bóvedas todo lo que se rescató en otras colonias. A nadie le pareció mala idea, además, con la forma de pensar de sus habitantes era más que seguro que las memorias de los viejos tiempos no se perderían. Generalmente se podía tener acceso a los documentos, pero había cosas que eran exclusivas para ciertos ojos. Loren y Remy estaban en una de esas bóvedas secretas cuyas claves tenía únicamente el Profesor Xavier pero el ojiverde ya conocía las mañas como debilidades del otro y su debilidad por la bella aunque fiera Anna Marie como para sobornarle y conseguir entrar a esa sala donde estaban objetos y documentos no digitalizados, mantenidos en cápsulas herméticas y selladas al vacío.
El Agente Olsen fue directo a los papeles que buscaba, sin embargo, el interés que tenía por las notas de los padres de Genosha sobre Manhattan y su antigua estructura se perdió cuando vio otro objeto del cual no sabía su existencia. Un extraño aparato que parecía un pequeño visor pero tenía insertada una filmilla pequeña. El objeto estaba roto pero la filmilla estaba intacta gracias a su marco que la salvó de lo que seguramente fue el peor de los tornados, quedándose atorada en el visor. Remy también se acercó, masticando un chicle al tiempo que señaló la cápsula donde flotaba aquel peculiar aparato, con marcas de quemadura, rasguños, dejando ver en su viejísimo material que alguna vez tuvo adheribles infantiles, fue manchado por lo que seguramente fue tinta y a ojos de Loren, perteneció con bastante seguridad a un par de niños inquietos.
-Es un juguete -apuntó LeBeau, confirmando las sospechas del ojiverde- Esa como filmilla perteneció a una serie de fotografías que ibas colocando delante de tus ojos y que veías como si fuesen una película entrecortada. Yo vi uno parecido en la Tierra.
-¿Cuándo...? No me digas, no quiero saber. ¿Un juguete, eh? ¿Y de que es la imagen?
-Pues no lo sé bien.
-¿Ya lo has sacado de su cápsula, cierto Remy?
-Okay sí, todo lo he sacado para verlo, tenía curiosidad, ¿okay? Pero no maltraté ni contaminé nada.
La mirada del bibliotecario se afiló. -Sé que tienes una idea de qué es la imagen del visor.
-Mejor te la muestro.
Remy se alejó, sacando debajo de sus ropas luego de hurgar por todos lados, un microchip que insertó en una abertura de la base en la cápsula. Códigos binarios rodearon los cristales antes de ir desapareciendo. El ojiverde se asustó de que fuesen a tocar con manos sucias una reliquia que se había mantenido intacta gracias al vacío, pero su guía ya había tomado unos guantes estériles de un rincón, sujetando el visor que giró para que el agente pudiera mirar dentro y así quitarse la duda sobre lo que contenía la filmilla. Sin tocarla, Loren refunfuñó ante el improvisado método, inclinándose un poco para ver dentro. La fotografía impresa estaba maltratada como no podía ser de otra manera, pero sin duda su material original había permitido su supervivencia a semejante desastre, obsequiándole un tesoro que hizo su corazón latir aprisa.
Arno y Gregory Shelley dentro de lo que parecía un bunker, con JARVIS.
El espacio era muy pequeño, de hecho, los niños eran los únicos dentro del refugio, la cabeza de JARVIS o lo que fungía como tal se asomaba por el techo. La mano de Arno estaba muy cercana lo que significaba que él había tomado la fotografía que luego puso en la filmilla. Estaban aparentemente sobre una diminuta colchoneta con frazadas, probablemente probando ese refugio o bien, siendo niños, escondiéndose con ayuda de su leal protector. Imposible determinar los colores porque la imagen era toda en sepia y rojo, pero algo que llamó la atención del ojiverde fueron las bandas de JARVIS, tan similares a las de la cápsula incendiada y perdida en los talleres de Tony. Antes de imponerse la moda de las estrellas, las bandas señalaban a qué colonia pertenecía cada habitante, pero además el grueso como el número de ellas indicaba el rango. Aquellas en la perdida reliquia eran iguales a las que se alcanzaban a ver en el dron.
La tenue luz detrás de JARVIS indicaba que el refugio daba a la superficie, seguramente tenía una escalerilla de descenso, por ello no se veía todo tan iluminado, considerando el daño a la fotografía. Loren apretó sus labios. Si las palabras de Donald eran correctas, el refugio se localizaba debajo del plantío sur, cercan a la zona de aterrizaje y cuarentena por la que había llegado el militar junto con el Comandante Rogers hace ya meses. Y si el Sargento Barnes no estaba engañándoles, había cuerpos dentro. Se estremeció, alejándose del visor que Remy devolvió sin que alarmas u otro dispositivo se encendiera. Una vez que se quitó los guantes, se giró al agente con los brazos cruzados, mirando el visor que ya flotaba de nuevo en la seguridad de su cápsula al vacío.
-¿Es raro, no? Ver estas cosas que fueron de gente ya muerta.
-Sí, mucho. Gracias por el tour pero debemos irnos.
-Muy de acuerdo, el virus no durará tanto.
-Tenemos que hacernos ver en la biblioteca.
-¿Sabes dónde queda, no?
-La estructura de Genosha es de sobra conocida.
-Solamente entre marcianos -Remy arqueó una ceja.
-Solamente entre marcianos -el ojiverde sacó un paquetito que entregó a su cómplice, con el nombre de Industrias Stark impreso- Que lo disfrutes.
-Es todo un gusto hacer tratos contigo, Loren Olsen.
-Una cosa más, ¿estas bóvedas tienen algún sistema inteligente conectado al de Genosha?
-No, son mecanismos completamente mecánicos, pensados para seguir funcionando en caso de un Látigo de Fuego. Podrían usarse de refugios.
-Tiene sentido.
-Sabes que en Marte todo debe tener sentido.
Loren torció una sonrisa. -Hasta pronto, Remy LeBeau.
Asegurándose de que no dejaran ninguna huella de su presencia en la bóveda, tomaron su camino hacia la biblioteca, charlando como si no pasara nada frente a los guardias o colonos. Genosha era la única colonia con edificios de varios pisos, contrario a las habituales construcciones de una o dos plantas del resto, con muchos laboratorios de genética que era su fuerte. El ojiverde caminó tranquilamente por las anchas veredas que serpenteaban entre los edificios, saludando uno que otro colono al que ya reconocía, ganándose a veces miradas de desaprobación pues no eran muy afectos a recibir visitas más que para casos estrictamente necesarios. El edificio perteneciente a la amplia librería estaba a un par de cuadras, ambos hombres aceleraron el paso, el agente preparando sus credenciales que presentar en la entrada, mirando por el rabillo del ojo los sistemas de seguridad.
-¿Motivo de su visita? -preguntó un guardia.
-Oh, adquisiciones para Manhattan -fue Remy quien respondió en su papel de guía.
Mientras ellos dos entraban a la biblioteca, Bruce estaba leyendo los informes de Hank a cerca del ADN de los Attilianos con una expresión de asombro que no pudo ocultar. El Doctor McCoy era muy puntual con sus análisis por lo que una equivocación era impensable, además de que eran los resultados de todos los viajeros dentro de la Attilan. Levantándose de su asiento, Banner miró las diferentes pantallas con esos mismos análisis, sobándose su mentón. Hank asintió a su gesto, mirando también esas proyecciones holográficas.
-Son armas biológicas.
-¿Qué ha dicho el Profesor Xavier de esto?
-Ha pedido mi discreción como la tuya, has podido ver esto para que no se diga que Genosha es el paranoico que todos señalan.
-Pero no tienen activador, ¿o lo has encontrado?
-Ellos afirman que son voluntarios que escaparon de los experimentos que hicieron en ellos, por eso robaron la Attilan y vinieron a Marte. No tenemos ahora comunicación con la Tierra para corroborar eso, bien podrían estar mintiendo.
-Originalmente pedían un sitio donde quedarse, ¿cierto?
-Erik cree que era para usar el activador.
-Seguro ha despedazado la Attilan para encontrarlo -Bruce sonrió pese a todo.
-Y lo has dicho de forma poética. De no ser por la siempre cordialidad de Charles, estos terrícolas ya estarían bien enterrados en suelo marciano.
-Hank, es cierto que su ADN es peligroso, sobre todo para ustedes, pero no creo que sean las intenciones de esta gente el atacar.
-¿Crees su historia?
-Tony ya sospechaba que algo estaban tramando en la Tierra porque cada vez había más trabas para los despegues de los transbordadores de Industrias Stark. De las últimas comunicaciones, la Agente Romanoff tuvo una llamada del Secretario de la Federación, reclamando que se transmitieran todos los datos de los colonos en Marte para un censo.
-Seguramente la Agente Romanoff no se los proporcionó.
-¿Qué hubiera hecho Emma?
El Doctor McCoy rió discreto. -Oh, bueno. Pero no puedes negar que bien pueden ser espías, Bruce.
-Desafortunadamente hay un cincuenta y cincuenta de probabilidades. ¿Cómo despejar dudas?
-Por eso solicité que aceptaran tu visita. Necesitamos tener un mejor panorama de esto.
-Hank, ¿qué hay de Wanda? Ella tiene esa capacidad de...
-No está en su mejor momento -el rostro del otro ensombreció- Sabes que con su habilidad para detectar cambios a nivel molecular también tiene ciertos episodios...
-Oh, lo siento.
-Ahora son menos recurrentes, pero cuando suceden... bueno...
-¿Por eso ni el profesor ni su esposo nos recibieron?
Hank asintió. -Están cuidándola. Su mente es más inestable.
-Me parece que es está sufriendo una sobrecarga de información.
-Es posible -suspiró McCoy, cruzándose de brazos- ¿Qué haremos con los Attilianos?
-Algo es seguro, deben cumplir su tiempo de cuarentena. Todos lo han hecho.
-¿Y luego?
-Después... -Bruce suspiró hondo- Realmente no lo sé, por tu expresión estoy deduciendo que Genosha tiene planes no agradables para ellos.
-Las minas de metano.
-Hank, no.
-Si en verdad dicen la verdad, no serán afectados y resistirán. En caso de que traten de esparcir una plaga en nuestro hogar, se llevarán una sorpresa muy dolorosa.
-Es cruel, de cualquier forma, las minas de metano solo son para los drones.
-Erik no los quiere en ninguna colonia.
-Somos hombres de ciencia no de política, creo que este asunto debe quedar en manos de todos los jefes de colonias.
-¿Qué hay de JARVIS?
Eso dejó perplejo a Bruce. -¿JARVIS?
-Él podría hacer hablar a los Attilianos.
-Hank, Hank, él no lastimaría...
-A ningún marciano, eso no incluye terrícolas -el Genoshiano se le acercó- Tenemos una perfecta idea de lo que puede ser capaz el Mayordomo de Manhattan, ¿olvidas que guardamos las memorias de los primeros colonos?
-Usarlo de verdugo...
-Nosotros experimentamos en nuestros cuerpos para adaptarnos a nuestro hogar como alguna vez lo hicieron nuestros ancestros en otro planeta. Estos extraños que llegaron de manera sospechosa y que piden asilo como si fuesen refugiados traen en su ADN microorganismos que pueden ser fatales para todo colono, así hayan llegado también de la Tierra. ¿Qué crees que haría JARVIS si lo supiera? Lo mismo que hizo con todos los espías de HYDRA cuando los encontró. Bruce, ya lo sabes, Manhattan fue la base de operaciones de esos locos sin que el Doctor Shelley se diera cuenta que estaba rodeado de puro traidor, hasta que JARVIS tomó cartas en el asunto. ¿Por qué no ahora cuando no solo una colonia, sino un planeta entero corre riesgo?
-Porque es inhumano, Hank. No apoyo a los Attilianos pero eso sería como... como lo que hacen en la Tierra. Asesinar a quienes no estén a favor, a quienes representen una amenaza... o un estorbo. Definitivamente no podemos ser como ellos, tenemos y debemos ser mejores.
-Lo entiendo, Bruce, pero quiero vivir también. Una cosa es que los demás nos llamen raros, pero siempre somos bienvenidos en sus vidas como en la boda de los Barnes, a que de pronto seamos los blancos de armas biológicas.
-¿Por qué todo siempre debe complicarse? -Bruce hizo una cara graciosa.
Ambos doctores rieron, apagando las pantallas para salir de aquel laboratorio, quedando de acuerdo en que los datos del Doctor McCoy debían ser enviados a Manhattan para que Pym como Stark pudieran ayudar al momento de la reunión de los jefes de colonia y así tomar una decisión sobre lo que podrían hacer respecto a los Attilianos. Hank estaba de acuerdo en que no podían tratarlos de manera cruel, pero sobre él recaía la seguridad y salud en Genosha, de la misma forma que Bruce estaba al tanto de las verdaderas anécdotas que recaían en JARVIS, escuchadas del mismísimo Tony no hacía poco tiempo. Él prefería que todo estuviera en paz, pero cuando todo se complicaba, se estresaba al ver que las opciones disponibles eran las que menos anhelaba ver.
Emma Frost y Clint Barton les esperaban afuera en un ambiente tenso que hizo reír a Banner, porque conocía el carácter del teniente para bromear insultando a quienes no le trataban bien. Hank estaba por hablar cuando una alarma sonó, luces rojas les iluminaron y la voz mecánica del sistema de seguridad de Genosha habló, alertando de la entrada de otro objeto a Marte. Los cuatro intercambiaron una mirada antes de ir corriendo al primer balcón junto con otros colonos para ver aquello. Incluso en el interior tan bien sellado del complejo de los laboratorios, alcanzaron a escuchar el rugido de una nave cayéndose a pedazos. De tamaño superior a la Attilan, pasó por el firmamento encima de la colonia bajo la mirada aterrada de sus habitantes quienes creyeron que iba a explotar sobre ellos, pero estaba aún muy alto para eso, más su tamaño la hacía ver de esa manera. Clint sujetó el codo de Bruce quien palideció, pasando saliva.
-No puede ser...
-¿Es...? -el teniente le miró, buscando confirmar su sospecha.
-Sí, es la nave de emergencia que Tony construyó.
-¿Cómo pudo haber caído...? -siseó Barton en la voz más baja que pudo, mirando alrededor- ¿Fue la Attilan?
El Doctor McCoy pudo escucharles, igual que Emma, quien frunció su ceño.
-Los Attilianos nos han declarado la guerra -afirmó ella.
-¡Señorita Frost!
El personal alrededor prestó atención a las últimas palabras de Frost, comenzando a murmurar. Aquel caos solamente estaba por empeorar. Una pantalla se activó para sorpresa de todos que aún veían a la nave ir deshaciéndose en el cielo rojizo mientras una pálida, histérica Wanda parecía pelear con alguien de cabellos platinados, empujando sus manos con el fin de conseguir hablar a la pantalla que no solo se proyectó ahí en los laboratorios sino en toda Genosha.
-¡Wanda no!
-¡Hija!
La joven de cabellos pelirrojos se volvió a la pantalla, tenía la mirada febril que la palidez de su rostro aumentó.
-¡TODOS VAMOS A MORIR! ¡UN LÁTIGO DE FUEGO HA DESPERTADO!
Todos brincaron del suelo al escuchar como la nave finalmente se partió en gigantes pedazos que tomaron diferentes direcciones mientras un nuevo rugido recorrió el cielo marciano con las nubes comenzando a arremolinarse de una manera poco usual pero no para Genosha, que sabía prácticamente de memoria los signos característicos de un Látigo de Fuego nivel siete. La ola mortal que recorrería el planeta, barriendo con todo lo que hubiera en su superficie y la única salvación para todos los colonos terminaba de caerse envuelta en fuego en el horizonte como sus esperanzas.
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