Boda
J.A.R.V.I.S.
Autora: Clumsykitty
Fandom: Marvel AU.
Parejas: Stony principalmente.
Derechos: A soñar y vivir.
Advertencias: Universo alterno sin poderes, una historia inspirada en los cuentos del maestro Bradbury como en las ideas que asaltan a la autora en las noches de desvelo y perdición. Dedicado con mucho cariño a Kasu Tailer por sus acosos y mensajes amenazadores llenos de amor.
Gracias por leerme.
Hey, come on try a little
Nothing is forever
There's got to be something better than
In the middle
But me and Cinderella
We put it all together
We can drive it home
With one headlight
One Headlight, The Wallflowers.
Boda.
-Este, Oeste, Norte y ahora Sur, parecemos más los exploradores del viejo continente americano perdidos en el bosque que dos colonos de Marte con tecnología de última generación buscando restos arqueológicos que por cierto no se mueven de su sitio -se quejó un cansado Loren Olsen, detrás del Mayor Blake, caminando entre los surcos de los campos de maíz que apenas les llegaban a las caderas.
-Parte de tu castigo es no hacer observaciones poco pertinentes.
-Tengo que regresar para estar listo para la boda. Sí recuerdas que hay una boda hoy, ¿verdad?
-Estaremos a tiempo, confía en mí.
-La última vez que dijiste eso, pasamos tres horas caminando entre rocas por el Valle de la Muerte.
-Fueron dos y media -sonrió Donald.
-¡Argh!
El Agente Olsen no terminaba de comprender el súbito cambio en su rutina de perderse entre campos de maíz o desierto marciano buscando lo que nunca iban a encontrar a menos que la gracia de Marte hubiera dejado intactas las cápsulas de emergencia de los antiguos colonos, lo que era risible. La última reliquia se la había cargado el Comandante Rogers al tratar de salvarla del fuego. No que fuese sumamente importante, pero era una locura ahora buscar las viejas construcciones de Manhattan que estuvieron hechas, en primer lugar, de la misma roca carmesí que el Látigo de Fuego se llevó consigo. Comenzaba a sospechar que el consumo diario de maíz en todas sus variedades estaba afectando a los pobres terrícolas.
-Loren, cuéntame de nuevo por qué el Doctor Shelley hizo pasadizos subterráneos en Manhattan.
-¿Qué? Ya he... -el ojiverde rodó sus ojos, caminando de mala gana tras el militar- En primer lugar, por las tormentas de arena y electrostática que eran más abundantes en aquellos tiempos, en segundo lugar, porque era más fácil ir de un lugar a otro sobre todo al buscar los mantos acuíferos.
-¿No hay otra razón que no me estés diciendo?
-No, porque ya es sospecha -sonrió travieso el agente.
El Mayor Blake se detuvo, girándose de pronto sobre sus talones, provocando que Loren chocara con él al no poder detenerse.
-¡Hey! ¡Avisa!
-Dime esa sospecha.
-Bueno, sospecho que para evitar que los espías de HYDRA hallaran su refugio. Los lectores de subsuelo no eran muy buenos, salvo los del propio doctor que ayudó a las otras colonias a establecerse en terreno...
-¿Habría un pasadizo que a nadie mostró y que llevaba a su refugio? -interrumpió el rubio, mirándole atentamente.
-Seguro, pero eso ni siquiera JARVIS lo sabía. ¿Eso es lo que andamos buscando aquí?
-Sí -sonrió Donald, tomando la mano del agente- Y creo que lo hemos encontrado.
Olsen se hubiera quejado de la frenética carrera que tomaron, siendo arrastrado por aquella mole de cabellos rubios y ojos azules pero el ir de su mano calló sus quejas, haciendo todo lo posible por seguirle el paso al militar hasta una zona de los maizales sin nada en particular que más de aquellos tallos tiernos meciéndose al viento marciano.
-¿Aquí?
El rubio miró alrededor, cerrando sus ojos y alzando su rostro al cielo. -Sí.
-Te has vuelto loco, Don.
-No más que un bibliotecario de Manhattan.
-Aquí no hay nada, más que maíz, maíz... oh, espera, más maíz.
-Eres sin duda muy astuto, pero al ser marciano no has visto lo que yo.
-¿Y qué puede ser eso, Señor Todo Lo Veo? -Loren se cruzó de brazos, ofendido.
-Aquí, precisamente donde estamos parados, el viento cambia de dirección, es un punto de intercambio entre la corriente de aire frío y caliente.
-Continúa, estoy boquiabierto.
-Puedo sentir tu sarcasmo, este punto es muy bueno, considerando las coordenadas donde estamos, porque ayudan a cualquier nave a salir con mayor rapidez de Marte.
-¿Aquí estuvo el puerto original de Manhattan? ¿Es lo que dices? Bueno, lamento decirte que no quedó nada, porque estos surcos no son superficiales, los farmbots debieron hallar...
-Una vez más, debo interrumpirte -Donald se le acercó con un dedo en el aire- Ustedes los marcianos, al vivir toda su vida aquí, se acostumbran a ciertas cosas, como este cambio en el aire, la diferencia de suavidad de la tierra, o el aroma que está impregnado en esta zona.
-¿Maíz? Te recuerdo que pasé una larga temporada en tu muy contaminada Tierra.
-Entonces serás capaz de distinguir un aroma más allá de los minerales del suelo o del maíz, dime, Loren, ¿qué puedes olfatear?
No sin antes dedicarle una mirada incrédula, el pelinegro cerró sus ojos, torciendo su boca antes de aspirar el aroma y dejar que su excelente memoria pudiera clasificar de manera correcta todos los olores que pudo distinguir, entre otros, el del Mayor Blake al que se había vuelto adicto. Su ceño fue frunciéndose poco a poco, a medida que inhalaba más del aire fresco, aunque seco del planeta rojo. Comenzó a entender a qué se refería el rubio, era muy tenue, casi imperceptible a menos que se estuviera buscándole, además, que ya se hubiera conocido tal aroma, mismo que se podía confundir perfectamente con otros similares a las dinámicas geológicas marcianas. Palideció, abriendo sus ojos algo asustado, pero Donald le sujetó por los codos, mirándole serio.
-Ssshhh. Lo sé.
-Es imposible...
-Es posible, Loren. Ahora, necesito que seas realmente honesto conmigo, aquí no hay vigilancia ni nadie escuchándonos. Cualquier dron está a kilómetros de distancia. Dime, ¿cómo murieron realmente el Doctor Shelley y sus hijos?
-El Látigo de Fuego...
-Ambos sabemos que eso no puede ser.
-Pero tú también has visto los hologramas de la cápsula que el comandante...
-Loren -llamó mortalmente serio el mayor- Dime la verdad.
-¡No! -el ojiverde se zafó de su agarre- Ya sé lo que debes estar pensando, que el doctor fue el único culpable de la muerte de su esposa al envenenarla, pero te digo que fue HYDRA. Y no porque JARVIS me lo haya dicho, consta en ciertos documentos y archivos que bien puedes revisar, cotejar con la Tierra si lo deseas. Él no la asesinó ni se volvió loco, Ho Yinsen fue real y no un nombre inventado al que HYDRA también asesinó, así que es una grosería al Doctor Shelley afirmar que mató a sus hijos, todo lo contrario, fue por amor a ellos que los dejó bajo la protección de JARVIS.
-¿Y qué hizo JARVIS?
-¡Yo qué sé!
-Eres bueno con las sospechas y conspiraciones, me puedes decir tu mejor apuesta, Loren.
-Yo no... -el agente se cubrió la boca con una mano, dando vueltas como bestia enjaulada y deteniéndose frente a Donald cuyo pecho señaló con un dedo- Okay, está bien. Creo que Ho Yinsen pudo hacer un reactor prototipo, pero el tamaño fue el problema porque lo hicieron grande, quizá del tamaño de una mesa, no lo sé. Lo probaron allá en la parte Oeste y alteró el clima de Marte para siempre, ocasionando la aparición continua de los Látigos de Fuego, o que nacieran. Pudo ser que estaba todo bien, pero HYDRA al querer apoderarse del reactor lo hizo estallar o hicieron que pasara ese desastre. El caso es que pudieron prever estos fenómenos, pudieron escapar.
-Pero no lo hicieron -el Mayor Blake tensó su cuello.
-La única posibilidad de barrer con todos los espías de HYDRA, era permitir al Látigo de Fuego hacer su trabajo. Cuando enviaron al desierto a esos cuarenta espías fue una clara advertencia, pero seguramente había más infiltrados, entonces simplemente esperaron que viniera esa tormenta mortal y que limpiara todo. Porque si uno solo de los espías de HYDRA se llevaba consigo el secreto del reactor, o de los mantos acuíferos hallados por los colonos, iban a dominar la Tierra. Creo que tanto Ho Yinsen como el Doctor Shelley hicieron lo mismo que hizo tu comandante, pelear a muerte para salvar a la Humanidad. Pero el doctor jamás hubiera asesinado a sus hijos para que no sufrieran ante el Látigo de Fuego.
-Claro que no, por eso estudió la geografía de Marte e hizo estos pasadizos, estaba buscando el punto ideal donde crear un refugio para ellos, donde JARVIS les cuidaría hasta que, una segunda ola de colonizadores les encontrase. Rómulo y Remo, sé muy bien que el Doctor Shelley era amante de la mitología. Sus hijos serían los líderes de ambos mundos, fundarían la nueva capital de la Humanidad, terminarían con la crisis de los alimentos, las guerras entre continentes. Un nuevo orden mundial proveniente del mismísimo planeta que llevara el nombre del dios más importante para la Roma Imperial. Marte.
Loren alzó su mentón. -No es un pecado querer que tus hijos sean algo tan importante.
-Sobre todo si han sido diseñados genéticamente para eso, ¿no es así? -el rubio se acercó otro poco más al ojiverde- La razón de todo esto se halla en las verdades que no deseas aceptar, Loren. El Doctor Shelley se casó con la mujer que experimentó en sus propios hijos para crear ese súper soldado que pretendían crear... desde HYDRA. Porque el Doctor Shelley era miembro de HYDRA. Todo eso de los espías y ladrones no es más que una fachada. Di la verdad.
-No he mentido en eso, quizá en lo que recién acabas de mencionar -susurró el otro, bajando su mirada- Sí, el Doctor Shelley estuvo trabajando para HYDRA pero desertó, por eso huyó con su esposa cuando nació Arno. No deseaban que esa organización se hiciera del secreto, aunque más tarde quien hizo un nuevo intento fue el Doctor Erskine con el Proyecto Renacimiento. Arno y Gregory Shelley llevaban en la sangre tesoros invaluables para HYDRA, por eso le pidió a Ho Yinsen, otro de los científicos secuestrados por esos locos que le ayudara con JARVIS -el agente levantó su mirada hacia Donald- Sí, fue él quien rescató a Ho Yinsen, nadie imaginaría que un dron podría ejecutar semejante misión. JARVIS lo trajo a Marte, donde trabajaron con el reactor, pero HYDRA todo lo echó a perder... ¿qué de malo tenía fuesen los hijos de Shelley los nuevos líderes mundiales?
-Las condiciones, Loren. No serían diferentes de HYDRA. Y menos con una inteligencia artificial cuidándoles las espaldas. Tú mejor que nadie lo debería saber.
-Ustedes los terrícolas nos llaman a nosotros unos ilusos, pero solamente están esperando una oportunidad para hacernos sus esclavos.
-¿De eso se trata todo esto, de una pelea entre Marte y la Tierra por ver quién puede continuar el legado de la Humanidad?
-Seamos sinceros, Donald, la Tierra tiene sus días contados, en cualquier momento se desatará por completo el efecto invernadero y se volverá una segunda Venus. Millones van a morir al no ser capaces de escapar del planeta, aquellos con los recursos para salir, tienen sus ojos puestos en nuestro hogar porque no llegarán para comenzar de nuevo, sino para perpetuar su estatus quo. Y con toda sinceridad, prefiero mil veces a JARVIS asesinándolos que tener que inclinar la cabeza ante unos humanos que no saben nada más que explotar, hacer la guerra y corromper todo lo que tocan. Frente a ese escenario, el Doctor Shelley fue un Mesías.
-¿Qué hay de Tony?
-Estará de nuestro lado de llegar el momento. Lo sé. Marte es su hogar ahora.
-¿Te ha cruzado por la mente que JARVIS sí considera a Tony como un Gregory Shelley, y que su misión de protegerlo de HYDRA se ha trastornado?
-¿Por eso estamos aquí, sobre lo que podría ser un cementerio?
-No respondas una pregunta con otra pregunta.
El agente Olsen desvió su mirada, a punto de alejarse, pero el rubio le sujetó, atrayéndole hacia él, con una mirada furiosa.
-No somos enemigos, tienes que ser consciente de que todo esto lo trae JARVIS consigo.
-Tú mismo dijiste que olvidar el pasado nos condena a repetir el futuro. Si JARVIS olvidara lo que pasó con el doctor, ahora estaríamos muertos -siseó el pelinegro, con la mandíbula apretada como sus dientes- Nunca lograrás que le pierda cariño.
-Es que no se trata de eso, sino de nuestras vidas en riesgo.
-Lo único que está pasando es que ustedes, tú y tu perfecto comandante tienen miedo de que JARVIS los vea como espías de HYDRA y los arroje al próximo Látigo de Fuego. Será una lástima, sin embargo, si eso nos garantiza que la Tierra se extinguirá con sus patéticos habitantes, te ataré personalmente.
-Preferiría que hicieras otra cosa.
Loren bufó con media sonrisa, antes de empujarle al darse cuenta que estaban demasiado cerca sus rostros. Esta vez se alejó a paso vivo de aquel lugar.
-Se nos hace tarde para la boda, si no quieres que JARVIS sospeche, será mejor que te comportes, Donald.
Éste negó, mirando alrededor y rozando con la yema de sus dedos los tiernos tallos de aquel maíz. Como soldados, Steve y él conocían perfectamente el aroma de un cementerio, de cuerpos enterrados pese al tiempo, sobre todo el comandante con sus sentidos desarrollados por el Proyecto Renacimiento. La posibilidad de hallar los cuerpos del doctor y sus hijos darían la respuesta de una vez por todas de lo que sucedió en aquel tiempo, a cerca del Mayordomo de Manhattan y otras incógnitas todavía sin resolverse. Pero con JARVIS teniendo ojos prácticamente en todo Marte, era imposible hacer algo sin que se enterara. El Mayor Blake siguió al pelinegro a paso vivo, en silencio, aunque intercambiando una mirada hasta que tocaron las instalaciones de la colonia, ya decorada con banderines y luces en color rojo combinado con dorado para la boda entre Natasha Romanoff y James Buchanan Barnes.
-Hablaremos luego -prometió el ojiverde, separándose del militar.
Todos ya estaban en movimiento, muy animados por la celebración que siempre traía sonrisas como visitantes de otras colonias. Al tratarse de Manhattan llegarían representantes de todas las colonias, inclusive la evasiva Genosha de la que recién habían aprendido Steve y sus hombres. Loren también se preparó, uniéndose al humor festivo con sonrisas y bromas salpicadas de sarcasmo. Después de una discusión amigable con Tony sobre el uso o no de mazorcas en la decoración, ayudó a la novia con los detalles de su vestido. Natasha lucía un esplendoroso vestido blanco cuya tela caía elegante por su cuerpo, acentuando sus curvas con una estrella roja en la cadera de la que caía un encaje transparente, con una apertura a medio muslo, con un velo corto que estaba acomodándose en esos momentos.
-¡Loren! Ayúdame con esta estupidez.
-Calma, futura señora Barnes.
-Ya voy retrasada.
-Oh, recuerda, una reina jamás llega tarde, los demás son los que aparecen demasiado pronto.
Quien haría la ceremonia sería el Juez Murdock, listo ya en el altar hecho junto a la fuente antigua con las marcas de aquellas manecitas. La música se dejó escuchar una vez que la novia apareciera, haciendo que todos se pusieran de pie, girándose para verla mientras caminaba segura del suelo que pisaba hacia un Bucky que estaba atónito casi a punto de dejar caer su mandíbula, vestido en un traje negro y sus cabellos perfectamente recogidos. El Agente Olsen llegó hasta su lugar, en el frente, sonriendo mientras escuchaba las palabras del juez. Su mirada se fue a la fuente y esas manos impresas en su base. Todavía recordaba esas grabaciones de los hijos del doctor que jamás había visto, desvelándose varios días al tratar de rescatar todo dato posible que veía en aquellos trozos que estaba seguro habían sido puestos en las evidencias de Donald muy a propósito.
Buscó con la mirada entre los asistentes, eran bastantes, considerando que prácticamente toda Manhattan estaba ahí. Buscaba a quien pudiera darle algunos datos necesarios. Mientras todos aplaudían, cruzó la mirada con el colono que halló filas más atrás. James sonreía de oreja a oreja, levantando el velo de la pelirroja quien se le colgó al cuello, besándole entre risas de los demás. Hubo gritos y rechiflas, los ahora esposos Barnes salieron del arco del altar para ir a las mesas no muy lejos donde sería la recepción, no sin antes abrazar a un JARVIS al que Tony le había pintado su coraza de negro y dorado por la ocasión, con una hermosa flor hecha de las hojas de maíz que llevaba en un brazo. Fotografías, abrazos, carcajadas. El Agente Olsen se coló por entre la gente, haciendo una seña al colono de Genosha quien arqueó una ceja, llevándose un cigarro a la boca antes de seguirle, encendiéndolo en el camino.
-Ya no tengo más licor, Loren.
-No quiero eso, Remy. Por cierto, bienvenido a Manhattan.
-Sabes que si no acompaño al profesor, Erick me desterraría, no que me importe.
-Pero así no podrías seguir al lado de Anna Marie.
-¿Qué carajos quieres ahora?
-Genosha tiene ciertos archivos a los que me gustaría echar un ojo.
-¿Y qué harías tuerto?
-Remy...
-Poco me importa si guardan el alma de Marte en Genosha. Menos sé de papeles tontos.
-Tu colonia es la única con un tesoro no digitalizado, Charles me lo dijo.
-Que no te escuche Erick, te dejará como alfiletero por acercarte a su esposo y sonsacarle lo que me parece son secretos.
-Entonces sí sabes -el pelinegro sonrió.
-Alguna vez Anna Marie lo comentó. Los padres de Genosha limpiando Manhattan y ayudando a sus pares inútiles antes de fundar la nueva colonia, se trajeron como suvenires algunas cosas.
-¿La bitácora de los padres de Genosha?
-Nah -Remy echó una bocanada de humo- Olvídalo, Scott la quemó, un accidente.
-Mmmmm -el ojiverde se llevó un dedo a su mentón- Quería saber qué tanto fue lo que limpiaron y en dónde. Tengo dudas sobre la verdadera extensión de Manhattan.
-Pues yo la veo bastante grande.
-La antigua Manhattan.
-Vamos a ahorrarnos esta charla misteriosa porque tengo hambre. ¿Qué me darás a cambio por un documento aparentemente no digitalizado?
Loren le miró de arriba abajo, pero Remy le enseñó el dedo medio.
-Otra cosa.
-Supe que has tenido dolores en tu cuerpo, sobre todo en las manos.
-¿Ajá? Habla ratón de biblioteca, ya están sirviendo la crema.
-El Doctor Banner tiene algo que podría ayudarte. Solo necesito ver el documento, puedo ir a Genosha pero tendrías que llevarme hasta donde lo tienen. No te preocupes, lo miraré y nada más, luego tendrás tus vacunas.
-Primero las vacunas y luego te dejaré entrar a Genosha.
-Okay. Podemos volver, ah, y para que no haya inquietudes, tengo un presente que puedes darle a Anna Marie.
-Eres demasiado hocicón, bibliotecario.
-Y tú un grosero ladronzuelo tramposo, pero ambos somos necesarios en nuestras colonias, ¿cierto?
-Tengo hambre. Espero que no sirvan su jodida cerveza de maíz.
-Me temo que saldrás decepcionado de esta boda.
Loren y Remy tomaron diferentes caminos, uniéndose a la recepción que ya se avivaba por el brindis de Tony al que el Steve se unió. Era normal ya ver a el CEO de Industrias Stark junto al Comandante Rogers. Bucky abrazaba por los hombros a una feliz Natasha. Donald buscó con la mirada al ojiverde quien le guiñó un ojo, levantando una cerveza hacia él, al mismo tiempo que los demás elevaron sus copas para celebrar a los novios. Los ojos del Agente Olsen fueron hacia JARVIS. Nadie lo suficientemente inteligente podría negar que su diseño tuvo un origen oscuro, alguno de los drones que HYDRA utilizó más adelante en la Guerra del Agua, pero siendo perfeccionado gracias al Doctor Yinsen en conjunto con el Doctor Shelley. Ellos habían estado con esa organización y visto lo que habían desarrollado en la Antártida a escondidas del resto de los países.
Pero, ni con tales antecedentes, Loren podía sentir aversión por el Mayordomo de Manhattan que estaba repartiendo cándidamente los platillos entre las mesas, ayudado por otros bots. Para el bibliotecario, la conducta del dron era perfectamente humana. Lo que hubiera sucedido en aquellos tiempos no fue culpa de JARVIS sino de los terrícolas avariciosos que anhelaban tener los secretos de su cerebro positrónico para la guerra, no para evolucionar como eran las ideas de su creador. Y la prueba estaba en la forma en que cuidó a sus hijos cuando el doctor se dedicó a idear una forma de parar el Látigo de Fuego. Un pequeño secreto que solamente compartía con Tony Stark, y por supuesto, con el amable mayordomo. Ellos tres habían leído ya las notas originales de Marty Shelley sobre la posibilidad de frenar el Látigo de Fuego. El doctor lo intentó y por eso perdió la vida, dejando a JARVIS como el padre sustituto de sus hijos frente a una catástrofe apocalíptica.
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