Akaashi se sentía mareado y sofocado cuando por fin se detuvieron para pagar los pasajes del tren que debían tomar para cruzar la ciudad hasta el centro, donde pensarían en el siguiente lugar que querían visitar.

Estaban totalmente exhaustos, dejándose caer simplemente sobre el mullido asiento que los alojaría un total de cuatro horas hasta llegar a su destino. Afuera la lluvia caía como si el mismo cielo se sintiese mal por Akaashi.

—¿Qué es exactamente lo que están planeando? —Akaashi quiere estar seguro de que no se quedarán tirados en algún lugar por falta de recursos monetarios. No quería trabajar más en ese mes.

—No te preocupes, Akaashi, todo está cubierto por mi madre —con un movimiento rápido muestra la dichosa tarjeta de crédito para asegurar un poco de paz en el menor—. Le comenté la idea de escapar de la rutina y me la dejó sin preguntar más.

—Por eso seguiremos viajando durante este mes —Bokuto parece orgulloso de la idea—. Nunca pensé en una mejor forma de pasar tiempo juntos.

Akaashi no quiere pasar más tiempo con esos dos, quiere volver a casa para continuar descansando... Ahora que lo pensaba, eso debía de haberlo dejado como un ingenuo. ¿Cuando le habían dado tanto tiempo libre Kuroo y Bokuto?

Exactamente esa respuesta: Nunca. Con suerte podría ir al baño en paz ahora.

Aunque viajar con todo pagado a lugares por los que nunca antes había estado ni pensaba poder visitar tampoco sonaba tan mal.

De esa forma, los muchachos se relajan comiendo botanas en el tren mientras los ánimos de Akaashi se renuevan lentamente. Solo debía dejarse arrastrar por el tornado de amigos que tenía.