capitulo 28

La llegada de los Pilares junto con Mei, Melissa, Tanjiro, Nezuko, Zenitsu, Gon, Zushi, Leorio, Kurapika, y el padre de Gon creó una tensión palpable en el ambiente. Se enfrentaban al grupo de demonios liderado por Izuku Evan Rui Ayaki y a la familia Zoldyck, quienes parecían listos para enfrentar cualquier amenaza.

Giyū Tomioka, con su serenidad característica, tomó la delantera y observó a Izuku con una mirada penetrante. "Así que tú eres quien ha desatado todo este caos. Ya no podemos permitir que sigas destruyendo y manipulando vidas."

Shinobu Kōchō, con su sonrisa afilada y su postura ligera, agregó: "Me pregunto si los demonios aquí presentes pueden soportar mis venenos. Estoy ansiosa por probarlo."

Mitsuri Kanrōji, el Pilar del Amor, miró a Izuku y luego a los otros demonios con tristeza. "Es una pena que hayan tomado este camino oscuro. Pero por el bien de todos, vamos a detenerlos."

Mientras tanto, Gon y Kurapika observaban a Killua con una mezcla de sorpresa y determinación. Gon dio un paso al frente y lo llamó: "¡Killua! No tienes que hacer esto. Ven con nosotros y dejemos todo esto atrás."

Killua vaciló un momento, reconociendo a Gon y Kurapika, pero la lealtad a su familia y al grupo que había formado con Izuku era fuerte. "Es mi decisión, Gon," respondió con una firmeza que dejó claro que no cambiaría de opinión.

Tengen Uzui, con su característica extravagancia, sonrió. "Este será un combate resplandeciente. Demonios, Zoldycks... ¡Es una combinación de lo más llamativa!"

Gyomei Himejima, el Pilar de la Roca, juntó sus manos en oración. "Es nuestro deber proteger a los inocentes y eliminar cualquier amenaza que se interponga en nuestro camino."

Izuku sonrió desafiantemente, mirando a los Pilares y a los demás cazadores. "Veo que han traído refuerzos. Perfecto. Esto solo hará las cosas más interesantes."

Mei y Melissa intercambiaron miradas. "Necesitamos recuperar el núcleo dimensional," dijo Mei con seriedad. "Sin él, no podremos revertir la situación."

Silva Zoldyck observó la escena con calma y sostuvo su cetro con el núcleo dimensional en su interior. "Si lo quieren, tendrán que arrebatármelo," dijo, sonriendo con confianza.

La atmósfera estaba cargada, y ambos bandos sabían que la batalla sería intensa. Los cazadores y los Pilares tomaron posiciones, listos para enfrentar a los demonios, mientras que los Zoldycks y sus aliados se preparaban para defenderse con toda su fuerza y astucia.

Con el grito de Izuku Evan Rui Ayaki, el imponente Beast Zombie Titan TV Man apareció en el suelo, causando un gran impacto en los alrededores. Su cuerpo modificado —con su armadura rota y los televisores convertidos en bocas, emitiendo una energía siniestra— y su espada mutante le daban una apariencia aterradora y caótica, como una pesadilla andante. Sus brazos y piernas cibernéticos lo hacían aún más intimidante, y sus ojos, de un rojo resplandeciente, se enfocaban en quienes lo rodeaban.

Los alumnos y la policía, incapaces de procesar la magnitud de lo que estaban presenciando, miraban la escena con una mezcla de asombro y horror. Era evidente que esta criatura no pertenecía a su mundo ordinario, y su presencia los llenaba de un miedo paralizante.

Jeong Soorim, Kim Jaehoon y Jeong Sana, a pesar de compartir ese mismo asombro, mostraban también una extraña fascinación. "Vaya... esto es más increíble de lo que pensé," murmuró Jeong Sana, quien se sentía inspirada por el monstruo para su próxima historia de cómic.

Izuku, con una sonrisa triunfante, miró a los presentes y dijo con voz firme, "Este es el verdadero poder de nuestra alianza. Nadie podrá detenernos."

En ese momento, todos los involucrados sabían que la batalla que se avecinaba sería una de proporciones épicas.

Los Pilares del Cuerpo de Cazadores de Demonios —Giyū Tomioka, Shinobu Kōchō, Mitsuri Kanrōji, Obanai Iguro, Sanemi Shinazugawa, Gyōmei Himejima y Tengen Uzui— junto con Mei, Melissa, Tanjiro, Nezuko, Zenitsu, Gon, Zushi, Leorio, Kurapika y el padre de Gon se encontraron frente a una escena que desafiaba toda lógica.

Sus miradas se posaron en el imponente Beast Zombie Titan TV Man, la aterradora criatura cuya apariencia deformada y sangrienta emanaba un poder oscuro y temible. La situación parecía volverse más caótica con cada segundo que pasaba, y el nerviosismo se mezclaba con la determinación en los rostros de los cazadores y los amigos de Gon.

Tomioka, con su característica calma, fue el primero en hablar: "Este enemigo no es como los que hemos enfrentado antes. Manténganse alertas." Shinobu, con una sonrisa ligera pero afilada, murmuró: "Interesante... parece que nuestra reunión será un tanto más desafiante de lo esperado."

Gyōmei, el Pilar de la Roca, cerró los ojos en señal de recogimiento, orando por fortaleza. Mitsuri, la Pilar del Amor, miró la escena con preocupación, mientras sus manos temblaban levemente al ver a la multitud de demonios y el aterrador Beast Zombie Titan TV Man.

Tanjirō dio un paso adelante, su mirada decidida. "Izuku Evan Rui Ayaki... no permitiremos que continúes causando caos y terror. Nos enfrentaremos a ti y a tus aliados, incluso si eso significa arriesgar nuestras vidas."

Izuku Evan Rui Ayaki sonrió con confianza, observando a todos los cazadores, héroes y guerreros que lo rodeaban. "Entonces, vengan. Muéstrenme de qué están hechos, y les demostraré el verdadero poder de mi familia y mi ejército."

Izuku Evan Rui Ayaki, Gregory, Senjuro, Killua, Makoto, Kota, Katsuma, y Hooni estaban de pie junto a las Doce Lunas Demoníacas, creando una alineación aterradora y poderosa. Su presencia imponía un aire oscuro y amenazador, rodeados por un aura que parecía hacer temblar el suelo. Las Doce Lunas, cada una con su propio poder y estilo demoníaco, estaban ansiosas por demostrar su fuerza frente a los Cazadores de Demonios y sus aliados.

Douma se mostraba con su sonrisa maliciosa de siempre, observando con diversión la tensión que se generaba en el ambiente. Kokushibo, con su calma letal, permanecía en silencio, evaluando a cada uno de los cazadores y héroes que habían llegado. Akaza, con su postura combativa, esperaba el momento perfecto para enfrentarse a un oponente digno de su fuerza. Daki y Gyutaro, disfrutando del caos, intercambiaban miradas de complicidad, mientras los demás demonios, todos con sonrisas feroces, aguardaban la señal para desatar sus habilidades.

Izuku Evan Rui Ayaki dio un paso adelante, su expresión llena de confianza y con un toque de burla en su mirada. "Bienvenidos al espectáculo," dijo, su voz resonando con autoridad. "Ustedes, los cazadores, héroes y sus amigos... han llegado justo a tiempo para presenciar el verdadero poder de una familia demoníaca."

Los cazadores y héroes, sin inmutarse, se prepararon para el enfrentamiento, sabiendo que estaban frente a una batalla decisiva. La tensión aumentó a medida que ambas facciones se miraban con intensidad, conscientes de que en cualquier momento estallaría un combate épico entre cazadores, héroes, demonios y seres sobrenaturales.

De repente, una figura familiar y poderosa apareció en el campo de batalla: Yoriichi Tsugikuni, el legendario espadachín, había regresado, y su sola presencia irradiaba una fuerza que era tan abrumadora como el sol mismo. Su mirada era imperturbable, sus movimientos tranquilos pero calculados, y sostenía su espada Nichirin con la destreza de alguien que había perfeccionado cada respiración y cada técnica a lo largo de una vida dedicada a la lucha.

Kokushibo lo miró, y una mezcla de emociones surgió en su rostro: asombro, ira, pero sobre todo, una profunda tristeza oculta. Aunque ahora eran enemigos, un vínculo inquebrantable los unía como hermanos. La presencia de Yoriichi le recordó al guerrero invencible que nunca pudo superar y al hermano que, en su humanidad, había dejado una marca imborrable en su vida.

Izuku Evan Rui Ayaki, al ver la mirada de Kokushibo fija en Yoriichi, sonrió con interés y murmuró: "Parece que hemos revivido un fantasma del pasado. Esto podría ponerse muy interesante."

La tensión en el aire creció aún más mientras los demás observaban con respeto y asombro al legendario espadachín. Los cazadores, los héroes, y las Doce Lunas Demoníacas aguardaban, sabiendo que la llegada de Yoriichi Tsugikuni podía cambiar el curso de la batalla.

La batalla se tornó feroz y rápida. Izuku Evan Rui Ayaki, Gregory, Senjuro, Killua, Makoto Kota, Katsuma y Hooni se lanzaron al ataque, confiando en su fuerza demoníaca y en las habilidades adquiridas a lo largo de su travesía. Pero lo que no esperaban era la formidable técnica de Yoriichi, el Ataque Solar.

Con un movimiento fluido, Yoriichi desató una explosión de luz intensa que iluminó el campo de batalla, un rayo de energía que parecía destellar como el sol mismo. La luz hirió a los atacantes, quemando sus pieles demoníacas y causando que retrocedieran, algunos cayendo de rodillas por el dolor. La sangre brotó de sus heridas, y la rápida regeneración que normalmente poseían se debilitó, dejando a todos sintiendo el terror por primera vez.

"¡No puede ser!", exclamó Izuku, su rostro marcado por la sorpresa y la desesperación. "¡Esto no es posible! NAKIME, ¿dónde estás?"

Pero antes de que pudieran reaccionar, un poderoso portal se abrió a su alrededor. La fortaleza de Nakime se materializó de la nada, atrayendo a los heridos y desorientados hacia su interior. Las Doce Lunas Demoníacas, junto al Beast Zombie Titan TV Man, fueron llevados a la fortaleza, donde la atmósfera era pesada con la incertidumbre y la expectativa de lo que estaba por venir.

Una vez dentro, la puerta se cerró detrás de ellos con un estruendo, y la sala principal de la fortaleza se iluminó con un resplandor tenue, acentuando la tensión en el aire. Los demonios, todavía aturdidos por el ataque de Yoriichi, se miraban entre sí, preguntándose cómo enfrentarían a un oponente tan formidable.

Gregory, con la respiración entrecortada, murmuró: "No podemos permitir que Yoriichi nos venza así. Necesitamos un plan."

La situación se volvió más crítica. Ahora, atrapados y heridos, debían encontrar la manera de recuperarse y enfrentar al legendario espadachín que había vuelto a desafiar su existencia.

La atmósfera era tensa mientras los pilares y sus aliados observaban el devastador ataque de Yoriichi. Cada uno de ellos, entrenados en el combate contra demonios, sintió un escalofrío recorrer sus espinas. La intensidad de la luz solar y el poder del ataque de Yoriichi eran abrumadores, y aunque sabían que los demonios tenían habilidades extraordinarias, la imagen de Izuku Evan Rui Ayaki y su grupo siendo heridos de tal manera les hizo pensar que esta vez era diferente.

"Creo que será el fin de los demonios", murmuró Tengen Uzui, su voz llena de preocupación. Los demás compartieron miradas de incertidumbre, reconociendo que la lucha que tenían por delante era más grande de lo que habían anticipado.

Giyū Tomioka y los demás Pilares se encontraban en un estado de shock tras ver cómo Izuku Evan Rui Ayaki había llamado a Nakime, y la visión del portal tragando a los demonios les heló la sangre. Al instante, la tensión en el ambiente se hizo palpable, y todos sabían que no podían quedarse de brazos cruzados.

"¿Qué hacemos ahora?" preguntó Nezuko, con preocupación en su mirada, mientras sus compañeros se acercaban para formular un plan.

"Debemos seguirlos", afirmó Sanemi, su expresión decidida. "No podemos permitir que se hagan más fuertes."

Tengen Uzui, siempre listo para la acción, añadió: "Tendremos que encontrar una manera de entrar en esa fortaleza. Si los atrapamos antes de que se recuperen, podríamos tener una oportunidad."

"Pero, ¿cómo haremos eso?" preguntó Shinobu, su mente aguda trabajando en las posibilidades. "No tenemos el poder de Nakime para crear portales."

"Quizás podríamos intentar forzar el camino", sugirió Mitsuri, quien no podía ocultar la inquietud en su voz. "Si todos combinamos nuestras técnicas, tal vez podamos abrir una brecha."

Mientras discutían, Mei y Melissa, aún asimilando lo que estaba sucediendo, se miraron preocupadas. "Tenemos que ayudar a nuestros amigos", dijo Mei con determinación.

"Podríamos usar la tecnología de mi padre para rastrear el portal", propuso Gon, mientras su padre, Mito, asentía, sabiendo que tenían que actuar rápido.

Zushi y Leorio intercambiaron miradas y comenzaron a pensar en una estrategia. "Podríamos trabajar juntos", dijo Zushi. "Usar nuestras habilidades para localizar su ubicación exacta."

Finalmente, Kurapika se acercó a los demás, su expresión grave. "Lo más importante ahora es prepararnos para cualquier cosa. No sabemos qué tipo de enemigos enfrentaremos en la fortaleza."

Con un asentimiento general, los Pilares y sus aliados se agruparon. "¡Vamos!", gritó Gyōmei, liderando la carga hacia el lugar donde habían visto el portal. La determinación llenaba el aire mientras se preparaban para atravesar los peligrosos caminos que los llevarían a la fortaleza.

Mientras tanto, dentro de la fortaleza, Izuku Evan Rui Ayaki y su grupo estaban recuperándose tras el impacto del ataque solar de Yoriichi. Se encontraban en un entorno oscuro, lleno de ecos inquietantes y sombras que parecían moverse por su cuenta.

"¿Estamos todos bien?" preguntó Gregory, mirando a su alrededor, buscando cualquier signo de debilidad en sus compañeros.

"Sí, pero debemos curarnos rápido", respondió Killua, sintiendo la necesidad de actuar antes de que Yoriichi o cualquier otro ataque.

"¡Debemos encontrar la forma de ganar más poder antes de enfrentarnos a ellos de nuevo!" exclamó Hooni, que ahora se sentía diferente tras su transformación en demonio. La sed de carne humana lo llenaba de energía, pero también de confusión.

"Nosotros somos la familia Araña, y no nos rendiremos fácilmente", afirmó Izuku, su voz resonando con confianza. "Comencemos a planear nuestro siguiente movimiento."

Mientras tanto, el Beast Zombie Titan TV Man observaba a su alrededor, esperando el momento adecuado para unirse a la lucha. Las 12 Lunas Demoníacas estaban también en alerta máxima, preparándose para lo que fuera que el destino les tenía reservado.

Los alumnos, policías y civiles, incluidos Jeong Soorim, Kim Jaehoon y Jeong Sana, quedaron paralizados de asombro al presenciar la brutalidad del ataque de Yoriichi Tsukiguni. La rapidez y la fuerza de su técnica solar sorprendieron a todos, dejando a Izuku, Evan Rui Ayaki, Gregory, Senjuro, Killua, Makoto Kota, Katsuma y Hooni heridos y a la vez atónitos.

"¿Qué fue eso?" murmuró Jeong Soorim, sus ojos muy abiertos mientras trataba de procesar lo que acababa de suceder.

"Fue demasiado rápido... no tuvimos tiempo de reaccionar," dijo Kim Jaehoon, sintiendo la adrenalina correr por sus venas mientras observaba a los demonios caer y luego retirarse hacia la fortaleza.

"¿Qué haremos ahora?" preguntó Jeong Sana, su voz temblando de miedo. "¿Cómo podemos detenerlos?"

La policía, junto con los estudiantes, comenzaron a murmurar entre sí, confundidos y asustados. Había una mezcla de preocupación y desesperación en el aire; el miedo a lo desconocido se cernía sobre ellos. Sabían que los demonios estaban cerca y que no estaban a salvo.

Mientras tanto, dentro de la fortaleza, Izuku, Evan Rui Ayaki y su grupo se recuperaban. La situación era tensa, y el temor de ser atacados nuevamente era palpable.

"¿Cómo pudimos ser tan ingenuos?" gritó Senjuro, frustrado. "Subestimamos el poder de Yoriichi."

"Él no es un enemigo cualquiera," respondió Killua, mientras se apretaba la herida en su pecho. "Tenemos que pensar en una estrategia para enfrentar a Yoriichi y a los demás. No podemos dejar que nos atrapen de nuevo."

"Si Yoriichi está aquí, significa que otros cazadores vendrán a por nosotros," agregó Makoto Kota, su mirada seria. "Debemos estar preparados para lo peor."

Hooni, que aún sentía la euforia de la batalla, interrumpió: "Si realmente somos demonios, entonces necesitamos más poder. Debemos encontrar la manera de potenciar nuestras habilidades."

"Ya no somos solo un grupo de estudiantes," afirmó Izuku, su voz firme. "Debemos unirnos como la familia Araña y utilizar todo lo que hemos aprendido para salir victoriosos."

Con eso, el grupo comenzó a discutir sus habilidades y cómo podían combinarlas para enfrentar a sus enemigos. Las 12 Lunas Demoníacas y el Beast Zombie Titan TV Man se prepararon para lo que vendría, conscientes de que el tiempo estaba en su contra.

Afuera, los alumnos, policías y civiles comenzaron a organizarse, decididos a no rendirse. "Si nos unimos, tal vez podamos hacer algo," sugirió uno de los oficiales. "No podemos permitir que esos demonios aterroricen nuestra ciudad."

Los estudiantes comenzaron a discutir formas de ayudar. "Podemos usar nuestra tecnología y nuestros conocimientos para buscar pistas sobre cómo entrar a la fortaleza," propuso uno de los más audaces.

"Sí, y debemos mantenernos unidos. Si uno de nosotros se enfrenta a ellos, todos debemos estar listos para respaldarlo," añadió otro estudiante.

Con un nuevo sentido de propósito, el grupo comenzó a planear su próximo movimiento, decididos a no dejar que el terror de los demonios prevaleciera. La batalla entre la luz y la oscuridad estaba lejos de terminar, y tanto los cazadores como los demonios sabían que la confrontación final estaba cada vez más cerca.

La familia Zoldyck observaba con una mezcla de sorpresa y preocupación la escena que se desarrollaba ante ellos. Maha, Zzigg, Zeno, Silva, Kikyo, Illumi, Milluki, Alluka y Kalluto miraban fijamente cómo Yoriichi Tsukiguni, con una habilidad y rapidez impresionantes, infligía daño a Izuku, Evan Rui Ayaki, Gregory, Senjuro, Killua, Makoto Kota, Katsuma y Hooni. Los demonios heridos y desesperados se retiraron rápidamente hacia la fortaleza, dejando un rastro de confusión a su paso.

"Esos chicos no están listos para enfrentar a un oponente de ese calibre," dijo Silva, frunciendo el ceño. "A pesar de su poder, son jóvenes y subestiman la gravedad de la situación."

Alluka, con preocupación reflejada en sus ojos, miró a Killua y sintió una punzada en su corazón. "Pobre Killua," murmuró. "No merecía ser parte de esto. ¿Qué haremos para ayudar?"

Zeno, siempre calculador, respondió: "No podemos quedarnos de brazos cruzados. Si ellos han sido heridos tan fácilmente, significa que la amenaza es mayor de lo que pensamos. Debemos actuar, pero con cautela."

Illumi, con su característica frialdad, agregó: "Si Yoriichi está en el campo de batalla, puede que su presencia atraiga a otros cazadores. No debemos involucrarnos directamente en este conflicto, pero tampoco podemos permitir que nuestros familiares caigan."

"¡Pero ellos son nuestros amigos!" protestó Alluka, su voz llena de determinación. "No podemos simplemente mirar cómo son destruidos. Debemos hacer algo."

Maha, el patriarca, levantó la mano para calmar a todos. "Alluka tiene razón. La familia Zoldyck siempre ha sido conocida por su fuerza y habilidades. Si esos jóvenes son nuestros aliados, deberíamos considerar cómo protegerlos y ayudarlos a enfrentar a sus enemigos."

Zzigg asintió. "Podríamos idear una estrategia para distraer a Yoriichi y darles una oportunidad de escapar. Pero debemos actuar con inteligencia, no solo con impulsividad."

Mientras la familia Zoldyck discutía sus opciones, la atmósfera se llenó de tensión. Todos sabían que el tiempo era esencial y que, a medida que las fuerzas demoníacas y los cazadores se reunían, la batalla final estaba a la vuelta de la esquina.

En la fortaleza, los demonios se reagrupaban, tratando de curarse de las heridas infligidas por Yoriichi. La incertidumbre y el miedo aún estaban presentes, pero también había una determinación creciente.

"Debemos aprender de este encuentro," dijo Evan Rui Ayaki, mientras se tocaba la herida en su pecho. "No podemos permitir que esto vuelva a suceder. Si Yoriichi puede hacernos daño tan fácilmente, necesitamos más poder y mejores estrategias."

Killua, mirando a su alrededor, añadió: "Podríamos necesitar la ayuda de los Zoldyck. Con su experiencia, podrían ofrecernos una ventaja que no podemos obtener solos."

Gregory asintió. "Si ellos están dispuestos a unirse a nosotros, deberíamos aprovechar esa oportunidad."

Mientras tanto, fuera de la fortaleza, la familia Zoldyck comenzaba a planear su intervención, sabiendo que la batalla que se avecinaba podría cambiar el destino de todos los involucrados. La decisión de actuar, proteger y enfrentar a los demonios se convertiría en un punto crucial en el desarrollo de la historia que estaba a punto de desenlazarse.

En la fortaleza de la dimensión infinita, la familia Zoldyck apareció de repente a través del portal abierto por Nakime. La atmósfera era tensa, y la preocupación se hacía evidente en sus rostros al ver a Izuku, Evan Rui Ayaki, Gregory, Senjuro, Killua, Makoto Kota, Katsuma y Hooni, todos heridos y visiblemente asustados.

Alluka se acercó rápidamente a ellos, sus ojos llenos de empatía. "¿Qué pasó? ¿Por qué están así?" Su voz temblaba con la preocupación por sus amigos.

Izuku, tratando de mantenerse erguido a pesar del dolor, explicó entre jadeos: "Yoriichi... nos atacó sin piedad. Su poder es... increíble. No pudimos hacer nada."

Gregory, con su habitual valentía, añadió: "No estábamos preparados para su fuerza. Necesitamos... necesitamos ayuda."

En ese momento, Kokushibo, uno de los miembros de las 12 Lunas Demoníacas, sintió la tensión en el aire. Su mirada se centró en la figura de Yoriichi, quien parecía haber dejado una marca profunda en todos ellos. "Yoriichi Tsukiguni, maldita seas, hermano," gritó Kokushibo, su voz resonando con rabia y determinación. "Te superare. Ya traumatizaste a Izuku, Evan Rui Ayaki, Gregory, Senjuro, Killua, Makoto Kota, Katsuma y Hooni como lo hiciste con Muzan."

Las palabras de Kokushibo llenaron la sala con una mezcla de miedo y admiración. Todos entendían que la rivalidad entre ellos y Yoriichi no era solo un enfrentamiento físico, sino un conflicto profundamente personal que resonaba en la historia de los demonios.

"Debemos prepararnos," dijo Silva, tomando la iniciativa. "Si Yoriichi está en el campo de batalla, no solo está en juego nuestra supervivencia, sino también el equilibrio entre los demonios y los cazadores. No podemos permitir que él continúe causando estragos."

Zeno, siempre pragmático, sugirió: "Formemos un plan. Necesitamos coordinar nuestros esfuerzos para que, si volvemos a encontrarnos con Yoriichi, podamos enfrentarlo juntos."

Mientras tanto, Nakime observaba la interacción con interés, reconociendo la tensión entre los Zoldyck y los demonios. Sabía que esta batalla no solo determinaría su futuro, sino que también revelaría secretos ocultos y la verdadera naturaleza de sus poderes.

"Si nos unimos, podríamos tener una oportunidad," comentó Hooni, mirando a la familia Zoldyck con esperanza. "Podríamos derrotar a Yoriichi juntos."

"Es cierto," afirmó Killua, apoyándose contra la pared. "Si hay una oportunidad de luchar juntos, debemos aprovecharla."

Así, con el desafío de Yoriichi Tsukiguni en el horizonte, las fuerzas de la familia Zoldyck y los demonios comenzaron a forjar una alianza inusual, uniendo su poder y determinación para enfrentar un enemigo que ya había dejado cicatrices profundas en todos ellos. La fortaleza de la dimensión infinita se convirtió en el escenario de un nuevo capítulo en su lucha, donde el miedo y la esperanza coexistían en un delicado equilibrio.

En la escuela, la atmósfera era tensa pero llena de expectación. Kagaka, un maestro conocido por su sabiduría y experiencia, se dirigió a sus alumnos y compañeros cazadores de demonios con una mirada seria.

"Kagaka," comenzó, "Yoriichi Tsukiguni no es una amenaza, sino un aliado poderoso. Es el único que ha podido herir a Muzan Kibutsuji, el rey demonio. Su fuerza y habilidades son incomparables, y debemos reconocer su importancia en nuestra lucha."

Los pilares, incluidos Giyū Tomioka, Shinobu Kōchō, Mitsuri Kanrōji, Obanai Iguro, Sanemi Shinazugawa, Gyōmei Himejima y Tengen Uzui, escucharon atentamente. Ellos sabían que Yoriichi había sido un guerrero legendario, pero también estaban acostumbrados a ver a los demonios como enemigos. La revelación de Kagaka les hizo replantear sus posiciones.

"¿Entonces, Yoriichi está de nuestro lado?" preguntó Shinobu, con su habitual curiosidad. "Si ha sido un enemigo de Muzan, ¿podría ser un aliado en nuestra lucha contra el nuevo rey demonio, Izuku Evan Rui Ayaki?"

"Sí," continuó Kagaka. "Con su ayuda, tenemos una oportunidad de enfrentar a Izuku y su familia: Gregory, Senjuro, Killua, Makoto Kota, Katsuma y Hooni. Pero debemos actuar con cautela. La situación es delicada, y necesitamos unir fuerzas si realmente queremos derrotar al nuevo rey demonio araña."

El grupo de cazadores comenzó a murmurar entre sí. Tanjiro, siempre optimista, levantó la mano y dijo: "Si podemos trabajar juntos, podremos crear un plan. Yoriichi puede guiarnos y ayudarnos a comprender cómo derrotar a Izuku y a las 12 Lunas Demoníacas."

Nezuko asintió, mostrando su apoyo a su hermano. "Con la fuerza combinada de todos, podemos enfrentar cualquier desafío."

"Y no olvidemos a Gon y sus amigos," añadió Kurapika. "Ellos también han demostrado ser valiosos en batallas pasadas. Juntos, seremos más fuertes."

Giyū, quien normalmente era reservado, finalmente habló: "Si Yoriichi está dispuesto a unir fuerzas, debemos prepararnos para la próxima batalla. No podemos subestimar a Izuku y su familia. Su poder es inmenso."

"Sí," respondió Mitsuri, con determinación. "No importa cuán fuertes se vuelvan, si trabajamos juntos, siempre habrá una luz de esperanza."

El grupo comenzó a discutir estrategias y formaciones. Mientras tanto, Mei y Melissa observaban desde un rincón, conscientes de la magnitud de lo que estaba en juego. Sabían que la colaboración entre cazadores y el poderoso Yoriichi podría ser la clave para cambiar el rumbo de la batalla contra Izuku y los demonios.

"Es un momento crucial," dijo Melissa, mirando a su hermana. "La historia está en juego, y debemos asegurarnos de que se escriba de la manera correcta."

Con la determinación de todos los presentes, el grupo se preparó para lo que vendría, conscientes de que la lucha contra el nuevo rey demonio sería intensa, pero también llena de esperanza. La alianza que se estaba formando podría ser la clave para restaurar el equilibrio en el mundo de los cazadores de demonios.

Los estudiantes, policías y civiles, incluidos Jeong Soorim, Kim Jaehoon y Jeong Sana, estaban atónitos ante la transformación de Hooni. La escena había sido caótica, con el eco de los enfrentamientos resonando en el aire.

"¡Pobre Hooni!" exclamó Jeong Soorim, su voz llena de preocupación por su amigo. No podía creer lo que había sucedido, y la angustia se reflejaba en su rostro.

Mientras tanto, uno de los bullies que había atormentado a Hooni había sobrevivido al ataque, todavía temblando de miedo por lo que había presenciado. Su mirada se centró en Hooni, que ahora había adoptado una forma demoníaca, su cuerpo distorsionado por el poder oscuro que lo había consumido.

"¡Ahora Hooni es un demonio!" murmuró el bully, con la voz temblorosa. La realidad de la situación se hundía en su mente. Hooni, el chico que una vez había sido objeto de burlas y desprecio, ahora era una criatura aterradora. El bully se dio cuenta de que ya no tenía el control de la situación; el poder de Hooni era evidente, y el miedo comenzó a apoderarse de él.

Los murmullos se esparcieron entre los civiles y policías. Algunos miraban con horror, otros con curiosidad, mientras que otros todavía intentaban procesar lo que acababa de ocurrir. Jeong Sana se acercó a Soorim, intentando consolarlo: "No podemos rendirnos. Hooni necesita ayuda, aunque haya cambiado."

La escena se llenó de tensión mientras Izuku Evan Rui Ayaki, el rey demonio araña, y su familia de demonios araña—Gregory, Senjuro, Killua, Makoto, Kota, Katsuma y Hooni—temblaban y gritaban el nombre de Yoriichi Tsukiguni. La desesperación y el miedo se reflejaban en sus rostros, conscientes de la amenaza que representaba Yoriichi, quien había demostrado ser capaz de herirlos.

Al mismo tiempo, Tomura Shigaraki, Dabi, Toga, Kurogiri, Mahoro y Eri observaban la escena desde la distancia, intrigados por la conmoción que provocaba la mención del legendario cazador de demonios. "¿Quién es Yoriichi Tsukiguni?" preguntó Toga, con una mezcla de curiosidad y emoción en su voz.

"Es el padre de las respiraciones," respondió Kokushibo, la voz tensa. "Un humano que nació con una marca de cazador. Es capaz de herir a Muzan, el antiguo rey demonio. Es un ser formidable y su poder es legendario."

Dabi frunció el ceño, mirando a Kokushibo con desdén. "¿Así que ese es el tipo que puede desafiar a Muzan? Interesante. Pero, ¿qué significa esto para nosotros? ¿Qué hacemos si se presenta aquí?"

"Podría ser una oportunidad," sugirió Mahoro, sus ojos brillando con una mezcla de determinación y preocupación. "Si hay un enemigo poderoso, tal vez podríamos usarlo a nuestro favor. Quizás la llegada de Yoriichi cambie el equilibrio de poder."

Eri miró a su alrededor, sintiendo la tensión en el aire. "¿Pero no deberíamos ayudar a los que están temblando de miedo? Hooni parece estar sufriendo," dijo, con un tono preocupado.

"Quizás sea hora de actuar," comentó Kurogiri, considerando la situación. "Si Yoriichi está aquí, podríamos aprovechar su fuerza, pero también debemos estar listos para defendernos."

Mientras tanto, la presencia de Yoriichi se hacía cada vez más palpable. Los gritos de Izuku Evan Rui Ayaki y su familia resonaban en el aire, llenos de angustia. Sabían que tenían que enfrentarse a un poder que podría cambiarlo todo, y no solo para ellos, sino para todos los demonios y cazadores de la era actual.

Kokushibo, al escuchar sus gritos, se preparó para actuar. "Si Yoriichi aparece, yo seré quien lo enfrente. No puedo permitir que su luz ilumine el camino de los demonios. Es mi hermano, pero he elegido este camino," dijo, su voz llena de determinación.

Mientras la escena se desarrollaba, el destino de todos en el campo de batalla pendía de un hilo, y la lucha por el control del poder y la identidad se intensificaba.

Mientras el sol se alzaba en el horizonte, bañando el campo de entrenamiento con su luz dorada, Yoriichi Tsukiguni se encontraba en un claro, rodeado de árboles. Su figura era imponente y serena, con su katana lista y una expresión de concentración absoluta. En frente de él estaba Tanjiro Kamado, quien absorbía cada palabra y movimiento de su maestro con asombro.

"Recuerda, Tanjiro," dijo Yoriichi, su voz era firme pero tranquila. "La Respiración Solar no solo es una técnica de combate, es un reflejo de tu espíritu. Con cada movimiento, conecta tu voluntad con el sol. Permite que su luz guíe tu espada."

Tanjiro asintió, sintiendo el peso de la responsabilidad y la esperanza en sus hombros. Cerró los ojos por un momento, respirando profundamente. En su mente, recordó a su familia y la promesa que le había hecho a Nezuko de proteger a los que amaba.

Mientras tanto, un grupo de observadores se había reunido en la distancia: Gon, Zushi, Leorio y Kurapika, junto al padre de Gon, Ging Freecss. Todos miraban con atención y admiración cómo Yoriichi guiaba a Tanjiro en su entrenamiento.

"Es impresionante," murmuró Leorio, con los ojos abiertos de par en par. "¿Alguna vez has visto a alguien tan poderoso en acción?"

"Lo es," respondió Kurapika, su mirada fija en los movimientos fluidos de Yoriichi. "La forma en que se mueve... es como si estuviera en armonía con el entorno."

Gon sonrió, sintiendo la emoción burbujear dentro de él. "¡Tanjiro puede hacerlo! ¡Sé que puede!" exclamó, levantando el puño con entusiasmo.

Zushi, también fascinado, se unió a la conversación. "Nunca pensé que vería algo así. Yoriichi es como una leyenda, y ahora está entrenando a Tanjiro. Esto es increíble."

Ging Freecss observó con una mezcla de orgullo y esperanza. "Tanjiro tiene el potencial para convertirse en un gran guerrero. Yoriichi le está dando las herramientas que necesita para enfrentar lo que está por venir."

Mientras Tanjiro continuaba su entrenamiento, los movimientos de Yoriichi eran precisos y llenos de gracia. Mostró a Tanjiro los patrones de la Respiración Solar, cómo cada respiración debía ir acompañada de un movimiento perfecto de su katana. Cada técnica se acompañaba de un rayo de luz que parecía surgir del mismo sol, simbolizando la conexión entre el cazador y el astro rey.

"Con cada corte, imagina que estás cortando la oscuridad," dijo Yoriichi, instando a Tanjiro a concentrarse. "Permite que la luz del sol disipe todo lo que es maligno. Siente la energía fluir a través de ti."

Con cada intento, Tanjiro se volvía más hábil, su confianza aumentando. En ese momento, todos los observadores pudieron sentir la energía creciente en el aire, la conexión del entrenamiento resonando con cada uno de ellos.

La escena era una poderosa mezcla de aprendizaje, camaradería y el peso del legado que Tanjiro estaba a punto de asumir. Con cada lección, se acercaba más a convertirse en un verdadero cazador de demonios, listo para enfrentarse a los horrores que amenazaban su mundo.

La atmósfera se sentía tensa mientras Hisoka se acercaba a Gon con una sonrisa enigmática, sus ojos brillando con una mezcla de malicia y diversión. Gon, después de todo lo que había presenciado, se encontraba en un mar de emociones contradictorias.

"¿Estás feliz, Gon?" preguntó Hisoka, su tono juguetón contrastando con la seriedad de la situación. "Yoriichi Tsukiguni logró herir a Izuku Evan Rui Ayaki, el rey demonio araña, y a su familia de demonios. ¿No es emocionante?"

Gon, aún procesando el impacto del enfrentamiento y la revelación de la naturaleza demoníaca de algunos de sus antiguos amigos, sintió una punzada en su corazón. Se quedó en silencio, luchando por encontrar las palabras correctas.

"¿Qué quieres decir con eso, Hisoka?" Gon respondió, intentando mantener la compostura. "Lo que está pasando es... complicado."

Hisoka continuó, disfrutando del conflicto emocional de Gon. "Dime, ¿qué piensas de Killua? Ahora que sabes que es un demonio y que era tu antiguo amigo, ¿sientes algo? ¿Te sientes feliz por él o quizás por ti mismo? Al final, abandonaste a Killua, ¿no es así?"

Las palabras de Hisoka fueron como dagas, apuñalando las inseguridades y los sentimientos reprimidos de Gon. Miró hacia un lado, incapaz de sostener la mirada de Hisoka. La culpa lo consumía. Killua, su mejor amigo, ahora era un demonio. La lealtad y la amistad que habían compartido ahora se veían empañadas por su transformación.

"No sé si estoy feliz..." murmuró Gon, su voz temblando ligeramente. "Todo es tan confuso. Killua siempre ha sido mi amigo, pero no sé qué significa eso ahora."

Hisoka se inclinó un poco hacia adelante, como si estuviera disfrutando del tormento de Gon. "Oh, pero ¿no es emocionante? La lucha entre el bien y el mal, la amistad y la traición... ¿No sientes el fuego en tu corazón, Gon? Este es el verdadero camino de un cazador, donde las decisiones son difíciles y las emociones son intensas."

Gon, frustrado y dolido, finalmente encontró su voz. "No puedes jugar con mis sentimientos, Hisoka. Aunque Killua sea un demonio, eso no cambia lo que hemos pasado juntos. Siempre ha sido importante para mí, sin importar su forma."

Hisoka se rió suavemente, disfrutando de la reacción de Gon. "Entonces, ¿realmente crees que puedes salvarlo? ¿Crees que aún puedes rescatar a tu amigo del destino que ha elegido? El tiempo lo dirá, pero por ahora, lo único que puedes hacer es observar cómo se desarrollan los eventos."

Con esas palabras, Hisoka se alejó, dejando a Gon en una tormenta de pensamientos y emociones. La realidad de su situación se hacía cada vez más pesada, y la lucha entre la lealtad y el dolor se intensificaba en su interior.

Hisoka, con su característico aire de provocación, se giró hacia Gon y continuó su juego de palabras, disfrutando de la confusión que había sembrado en la mente del joven cazador.

"Killua se convirtió en demonio por protegerte a ti, Gon," dijo, con una sonrisa torcida. "Se arriesgó y perdió su humanidad por ti. Pero tú, ¿qué hiciste? Lo abandonaste. ¿Te sientes culpable por eso, o incluso orgulloso?"

Gon, sintiendo la presión de las palabras de Hisoka, apretó los puños con fuerza, su frustración en aumento. "No quise abandonarlo. Hice lo que pensé que era correcto en ese momento. Pero eso no significa que no me importe lo que le pasó."

Hisoka se acercó un poco más, disfrutando del tormento que causaba en Gon. "Oh, pero eso es exactamente el punto. Ahora, después de todo, esperas que Yoriichi Tsukiguni no mate a Izuku Evan Rui Ayaki, el rey demonio araña, y su familia de demonios, ¿no? ¿Por qué te importa tanto? ¿Es porque Killua está involucrado?"

Gon se sintió acorralado por las palabras de Hisoka. En su interior, sabía que había algo de verdad en lo que decía. "Killua siempre ha sido un guerrero valiente, y siempre haría lo necesario para proteger a los que ama. Pero... no quiero que Yoriichi mate a nadie sin razón. La lucha entre demonios y cazadores es compleja, y no debería haber más muertes innecesarias."

Hisoka sonrió, satisfecho de ver a Gon luchar con sus propios sentimientos. "Entonces, ¿qué harás al respecto? ¿Intentarás detener a Yoriichi? ¿O simplemente observarás mientras tu amigo, el demonio, se convierte en un sacrificio en esta batalla? La elección es tuya, Gon."

Las palabras de Hisoka resonaron en la mente de Gon, quien se sintió atrapado entre su deseo de ayudar a Killua y su comprensión de la gravedad de la situación. Con cada palabra, Hisoka dejaba claro que este era un momento decisivo para Gon, donde la amistad y la traición se enfrentaban en un conflicto que definiría su futuro.

"Lo que haga Yoriichi o Izuku... no quiero que termine en muerte. Hay que encontrar una solución que no implique más sangre," dijo finalmente Gon, tratando de reafirmar su determinación a pesar del caos emocional que lo rodeaba.

"Interesante. Me pregunto si puedes lograrlo, Gon," respondió Hisoka, dejando a Gon en una encrucijada mientras se alejaba, riendo suavemente, disfrutando del drama que se estaba desarrollando a su alrededor.

Yoriichi Tsukiguni y Tanjiro, que se habían mantenido al margen de la conversación, escucharon atentamente las palabras de Hisoka. La preocupación reflejada en sus rostros indicaba que estaban considerando el peso de la situación.

Yoriichi, con su expresión serena y firme, asintió lentamente. "Es cierto que los demonios han causado mucho dolor y sufrimiento a la humanidad, y sus pecados no pueden ser ignorados. Sin embargo, encerrar a Izuku Evan Rui Ayaki y su familia en una prisión podría ser una solución que les dé la oportunidad de redimirse."

Tanjiro, que siempre había tenido compasión incluso por aquellos que habían caído en la oscuridad, se unió a la conversación. "Sí, Yoriichi tiene razón. Si los encerramos, quizás haya un camino hacia la rehabilitación. No todos los demonios son iguales; algunos como Rui y Killua podrían aún tener la posibilidad de cambiar."

En ese momento, Tamayo, que había estado observando desde la distancia, decidió intervenir. "Creo que es mejor encerrarlos en una prisión debajo de una montaña, lejos de la civilización, como castigo por sus pecados. Esto no solo los protegería de la tentación de dañar a otros, sino que también serviría como un recordatorio de las consecuencias de sus acciones."

Yoriichi se volvió hacia Tamayo, considerando su sugerencia. "Una prisión puede ser necesaria para garantizar la seguridad de todos, pero debemos ser cuidadosos al decidir cómo proceder. La ira y el deseo de venganza pueden nublar nuestro juicio, y debemos recordar que siempre hay espacio para la esperanza."

Tanjiro asintió en acuerdo. "Además, si se les da la oportunidad de reflexionar sobre sus acciones, puede que encuentren la forma de redimirse y utilizar su fuerza para proteger a los demás en lugar de hacer daño."

Mientras tanto, Hisoka observaba con interés el debate que se desarrollaba ante él. "Oh, qué lindo. Todos quieren ser los héroes de la historia. Pero, ¿realmente creen que los demonios como Izuku Evan Rui Ayaki y su familia querrán cambiar? Son seres de oscuridad; es su naturaleza."

"Quizás," respondió Tanjiro, desafiando la perspectiva de Hisoka. "Pero incluso aquellos que han caído en la oscuridad pueden encontrar la luz. No debemos cerrarnos a esa posibilidad."

Con la discusión en el aire, la decisión de qué hacer con Izuku y su familia parecía estar cada vez más cerca de ser tomada, mientras los cazadores debatían sobre justicia, redención y el futuro de todos los involucrados en esta complicada lucha entre demonios y humanos.

Las palabras de Tamayo resonaron en el ambiente, llenando la sala con una mezcla de tensión y expectación. Yoriichi Tsukiguni, con su mirada tranquila pero decidida, consideró las implicaciones de la propuesta.

"Si vamos a encerrar a Izuku Evan Rui Ayaki, su familia y a Kokushibo, debemos hacerlo con un propósito claro," declaró Yoriichi, su voz firme y resonante. "No se trata solo de castigar, sino de asegurar que todos tengan la oportunidad de reflexionar sobre sus acciones y de redimirse, si así lo desean."

Los pilares, que habían estado escuchando atentamente, intercambiaron miradas de preocupación y contemplación. Giyū Tomioka, el Pilar del Agua, habló primero. "Es una decisión difícil. Los demonios han causado un sufrimiento inmenso, pero también debemos considerar las posibilidades de cambio. ¿Podemos realmente permitir que sus vidas terminen en la oscuridad, sin darle una oportunidad de cambio?"

Shinobu Kōchō, la Pilar del Insecto, asintió, aunque su expresión era más seria. "Es un dilema moral. Mientras que algunos demonios, como Rui, podrían tener la capacidad de cambiar, otros, como Kokushibo, han estado sumidos en la oscuridad durante demasiado tiempo. ¿Qué garantías tenemos de que no volverán a lastimar a otros?"

Mitsuri Kanrōji, la Pilar del Amor, se unió a la conversación. "Si los encerramos, debemos asegurarnos de que el lugar sea seguro. Necesitamos vigilancia y un plan para controlar su potencial. No podemos permitir que su oscuridad se extienda."

Obanai Iguro, el Pilar de la Serpiente, miró a Yoriichi con una mezcla de respeto y desconfianza. "¿Y si el encierro solo los fortalece? Hay demonios que han sobrevivido a condiciones extremas y han regresado más poderosos. Necesitamos estar preparados para cualquier eventualidad."

Sanemi Shinazugawa, el Pilar del Viento, frunció el ceño. "Me parece que esto es una locura. Estos demonios son responsables de innumerables muertes. ¿Por qué deberíamos darles una segunda oportunidad? La justicia debe ser dura."

Gyōmei Himejima, el Pilar de la Roca, tomó la palabra con un tono grave. "Las decisiones que tomemos hoy definirán el futuro. Si decidimos encerrarlos, necesitamos hacerlo con firmeza, pero también con compasión. Debemos recordar que también son seres vivos, aunque sean demonios."

Tengen Uzui, el Pilar del Sonido, se cruzó de brazos y miró a todos. "Si vamos a hacer esto, debemos estar unidos en nuestra decisión. No hay espacio para debilidades ni dudas. Pero también debemos estar preparados para actuar si alguno de ellos intenta escapar o volver a la oscuridad."

Con cada uno de los pilares expresando sus pensamientos, la sala se llenó de un aire tenso y decisivo. Yoriichi miró a cada uno de ellos antes de concluir. "Entonces, estamos de acuerdo en que los encarcelaremos. Pero lo haremos de una manera que permita la reflexión y, con suerte, el cambio. La esperanza nunca debe perderse."

Así, se tomó la decisión: los demonios, incluido Izuku Evan Rui Ayaki y su familia, así como Kokushibo, serían llevados a una prisión debajo de una montaña. Un lugar donde tendrían la oportunidad de enfrentar su oscuridad, rodeados de quienes estaban listos para enfrentarlos, pero también vigilarlos de cerca.

Mientras Mei y Melissa discutían sobre la fortaleza del Infinito, la preocupación llenaba el aire. Ambas sabían que encontrarla no sería tarea fácil, especialmente porque era una técnica de sangre de Nakime.

"Es como buscar una aguja en un pajar," dijo Mei, mirando al horizonte. "Nakime puede reconfigurar la fortaleza a voluntad, y su conexión con el lugar la hace aún más difícil de rastrear."

Melissa asintió, sintiendo el peso de la situación. "Además, la fortaleza está en constante movimiento. A menos que tengamos una forma de anticipar sus movimientos, será complicado localizarlos."

"Necesitamos un plan," dijo Mei, con determinación. "Tal vez podamos reunir información de aquellos que han estado cerca de Nakime. Si podemos descubrir su patrón o alguna debilidad, podríamos tener una oportunidad."

"Sí, y también debemos considerar qué demonios podrían estar allí. Izuku Evan Rui Ayaki y su familia son poderosos, y hay muchas lunas demoníacas. No podemos subestimar a nuestros enemigos," añadió Melissa.

Ambas se sentaron y comenzaron a trazar un plan, listando posibles aliados y recursos que podrían ayudar en su búsqueda. Sabían que la fortaleza del Infinito albergaba secretos y peligros, y que cada decisión que tomaran podría ser la clave para rescatar a quienes necesitaban ayuda, pero también para enfrentar a aquellos que podrían estar esperando en las sombras.

"Debemos prepararnos para cualquier cosa," dijo Mei. "Y si llegamos a la fortaleza, tenemos que ser astutas y rápidas. No podemos permitir que Nakime nos atrape."

Con la determinación de encontrar la fortaleza del Infinito y enfrentar a sus peligros, Mei y Melissa se pusieron en marcha, sabiendo que su viaje sería lleno de desafíos, pero también de oportunidades para demostrar su valor y coraje.

Izuku, Evan, Rui Ayaki, Gregory, Senjuro, Killua, Makoto, Kota, Katsuma y Hooni se encontraban en una habitación tenue, con un gran espejo frente a ellos. La atmósfera estaba cargada de tensión y miedo mientras cada uno de ellos se miraba, notando las cicatrices que marcaban sus cuerpos.

Las cicatrices en sus pechos y brazos izquierdos eran recordatorios visibles de las heridas infligidas por Yoriichi Tsukiguni, un signo de la batalla que habían enfrentado. Cada uno sentía una mezcla de vulnerabilidad y terror al ver esos recuerdos físicos de su encuentro con un adversario tan poderoso.

"¿Qué haremos ahora?" preguntó Gregory, su voz temblorosa mientras examinaba su reflejo. "Estas cicatrices... ¿significan que no estamos a salvo?"

"Esas heridas no son solo físicas," dijo Senjuro, su mirada seria. "Son un recordatorio de que hay amenazas que no podemos subestimar. Pero debemos aprender de esto. No podemos dejar que el miedo nos consuma."

Killua frunció el ceño, su mente trabajando rápidamente. "No podemos quedarnos aquí sintiéndonos derrotados. Tenemos que entrenar, fortalecernos y prepararnos para lo que venga. Si no lo hacemos, estamos condenados a repetir nuestros errores."

"Pero, ¿y si Yoriichi vuelve a atacar?" preguntó Hooni, su voz apenas un susurro. "Siento que no puedo soportar otro encuentro así."

Rui, al notar el miedo en los rostros de sus amigos, tomó un profundo respiro. "Estas cicatrices nos han enseñado que somos fuertes, pero también que debemos trabajar juntos. Enfrentemos a nuestros miedos, no huyamos de ellos."

A medida que se miraban en el espejo, comenzaron a comprender que esas cicatrices no eran símbolos de debilidad, sino marcas de supervivencia y resiliencia. Con determinación renovada, hicieron un pacto silencioso: no permitir que el miedo los detuviera, sino usarlo como motivación para convertirse en versiones más fuertes de sí mismos.

"Vamos a prepararnos," dijo Izuku, su voz firme. "No dejaremos que nadie nos haga sentir así de nuevo. Juntos, podemos enfrentar cualquier desafío que se nos presente."

Con esa resolución, se alejaron del espejo, listos para comenzar su entrenamiento y enfrentar las adversidades que les esperaban.

Después de más de 30 semanas de silencio, la ausencia de Izuku, Evan, Rui Ayaki y su familia de demonios araña, así como de las 12 lunas demoníacas, había dejado una sensación de inquietud en el aire. Giyū Tomioka, Shinobu Kōchō, Mitsuri Kanrōji, Obanai Iguro, Sanemi Shinazugawa, Gyōmei Himejima y Tengen Uzui se habían reunido, junto con Mei, Melissa, Tanjiro, Nezuko, Zenitsu, Gon, Zushi, Leorio y Kurapika. La atmósfera estaba tensa; todos estaban preocupados por la falta de actividad de los demonios que una vez habían sembrado el terror.

"Yoriichi Tsukiguni," comenzó Giyū, mirando con seriedad a sus compañeros, "parece que están escondidos. Eso significa que no han planeado nada, o están esperando el momento adecuado para atacar."

"Puede que estén intentando recuperarse," sugirió Mitsuri, con preocupación en su voz. "Izuku y su familia han pasado por mucho. No podemos subestimar su deseo de sobrevivir."

"¿Y si están planeando algo grande?" intervino Tanjiro, su mirada decidida. "No podemos permitirnos bajar la guardia. Necesitamos averiguar qué están haciendo."

"Quizás deberíamos enviar un grupo a investigar," sugirió Obanai. "Con la información adecuada, podríamos anticiparnos a sus movimientos y prepararnos."

"Pero si lo hacemos, debemos ser cuidadosos," advirtió Shinobu. "No sabemos qué tan fuertes son ahora, especialmente después de un año sin enfrentarlos. Podrían haber fortalecido sus habilidades o desarrollado nuevas estrategias."

El grupo debatía, cada uno aportando sus ideas mientras la tensión aumentaba.

"Podemos enviar a un equipo de exploración," propuso Sanemi, su espíritu combativo brillando. "Un grupo pequeño que pueda moverse sin ser detectado. Si los encontramos, podremos planear nuestro ataque."

"Es una buena idea," aceptó Gyōmei. "Pero debemos tener un plan de escape en caso de que algo salga mal. La seguridad es lo primero."

Mientras discutían, Yoriichi escuchaba en silencio, observando cada reacción y gesto de sus compañeros. "Recuerden, no solo son demonios; son seres que han enfrentado su propia lucha. Necesitamos ser inteligentes en nuestra aproximación."

"Sí," agregó Nezuko, apoyando a su hermano. "Si logramos encontrar un enfoque que evite el conflicto directo, podríamos tener una mejor oportunidad de entender qué ha estado pasando."

Con la determinación renovada, el grupo comenzó a formar un plan. Sabían que, aunque la ausencia de Izuku y su familia era preocupante, también representaba una oportunidad para la paz. No podían dejar que el miedo dictara sus acciones, y estaban decididos a encontrar respuestas antes de que cualquier cosa más peligrosa pudiera suceder.

Mientras el grupo se reunía para discutir su próximo movimiento, Gon observó con atención a tres figuras que se acercaban lentamente: Tomura Shigaraki, Dabi y Kurogiri. La tensión en el aire aumentó, y todos se pusieron alerta.

"¿Qué están haciendo ellos aquí?" susurró Zushi, su mirada fija en los villanos.

Gon, decidido a obtener respuestas, dio un paso adelante. "¿Dónde están Izuku, Evan, Rui Ayaki y su familia de demonios araña? Gregory, Senjuro, Killua, Makoto Kota, Katsuma y Hooni... ¿sabes algo sobre ellos?"

Toga, con su característico aire despreocupado, frunció el ceño. "No sé," respondió, sacudiendo la cabeza. "No he visto a esos demonios en un tiempo."

Tomura intervino, cruzando los brazos. "Nuestros amigos, Izuku, Evan, Rui Ayaki, Gregory, Senjuro, Killua, Makoto Kota, Katsuma y Hooni, están escondidos en la fortaleza de la dimensión infinita, llenos de miedo."

"¿Miedo?" repitió Tanjiro, sorprendido. "¿Por qué tendrían miedo?"

Dabi soltó una risa burlona. "Porque Yoriichi Tsukiguni los traumatizó. Ese hombre es una fuerza de la naturaleza. Les hizo sentir la vulnerabilidad que nunca supieron que tenían."

"Lo que están enfrentando no es algo trivial," añadió Kurogiri, su tono más serio. "La fortaleza no solo es un refugio; también es una prisión psicológica. No pueden escapar de sus propios demonios internos allí."

"¿Por qué deberían preocuparnos?" murmuró Giyū, observando a los tres villanos con desconfianza. "¿Qué planes tienen con ellos?"

Tomura se encogió de hombros. "No tenemos intención de ayudarles. Pero su miedo podría ser una oportunidad. Si están atrapados en la fortaleza, no serán una amenaza inmediata."

"Entonces, ¿qué planean hacer?" preguntó Nezuko, sintiendo la tensión palpable entre ambos grupos.

"Solo estamos observando," respondió Dabi, su mirada fría y calculadora. "A veces, la mejor estrategia es esperar a que el enemigo se debilite por sí solo."

"Pero si se atreven a atacarnos o a nuestros amigos," amenazó Sanemi, apretando los puños. "No dudaré en hacerlos pagar."

El grupo se miró, evaluando la situación. Aunque estaban en desacuerdo, la mención de Izuku y su familia había creado una extraña conexión entre los héroes y los villanos. Gon dio un paso adelante, decidido a averiguar más. "¿Podrías llevarnos a donde están ellos?"

"No creo que sea una buena idea," respondió Kurogiri, frunciendo el ceño. "La fortaleza es un lugar peligroso, lleno de trampas y sorpresas. Pero, si están en problemas, tal vez podríamos llegar a un acuerdo."

Las palabras de Kurogiri resonaron en el aire, creando un dilema. ¿Deberían unirse para rescatar a Izuku y su familia, o arriesgarse a una traición por parte de los villanos? Todos miraron a Yoriichi, esperando que él decidiera el próximo paso.

Tomura se cruzó de brazos, su mirada burlona fija en Gon mientras la atmósfera se tornaba más ligera, aunque la tensión seguía palpable. "Si nos disculpan, vamos a comer pizza. Es lo único que puede calmar el estrés de hoy," dijo con un tono despreocupado.

Dabi se rió, levantando una cerveza en un brindis no solicitado. "Y con un par de cervezas, por supuesto. Después de lidiar con Yoriichi y su legado, nos lo hemos ganado," comentó, tomando un trago largo.

Toga, en su habitual entusiasmo, sacó una botella de sangre que había traído. "¡No se olviden de mí! ¡La sangre es mi favorita para acompañar la pizza!" exclamó con una sonrisa traviesa. Sin embargo, Kurogiri, visiblemente frustrado, le dio un ligero golpe en el brazo.

"¡Eh! Antes éramos la Liga de Villanos, no un circo de entretenimiento," protestó Kurogiri, exasperado por la actitud desenfadada de sus compañeros.

Tomura sonrió de manera siniestra. "Voy a pedir una copia de All For One junto con 70 quirks a Izuku Evan Rui Ayaki. Una vez que tengamos eso, nos iremos a otro mundo, solo la Liga de Villanos. No más héroes ni demonios araña que nos estorben."

Mientras tanto, el grupo de los pilares y sus amigos intercambiaron miradas de incredulidad. Giyū Tomioka, siempre serio, frunció el ceño. "¿Qué crees que lograrás al huir a otro mundo? No puedes escapar de lo que has hecho."

Shinobu Kōchō cruzó los brazos. "Además, si piensas que puedes simplemente pedir habilidades sin consecuencias, te equivocas. Yoriichi y los demás no permitirán que eso suceda."

Mitsuri Kanrōji, con su naturaleza más suave, intentó mediar. "¿No podríamos, tal vez, encontrar una solución en la que todos estemos a salvo? Aún hay tiempo para cambiar."

"¿Cambiar?" Dabi replicó con burla. "No estamos interesados en cambiar. Lo que queremos es poder y libertad, y si eso significa hacer un trato con Izuku, lo haremos."

Tanjiro, con su habitual optimismo, intervino. "No todo se trata de poder. Hay cosas más importantes, como la amistad y la familia. No se puede vivir solo de eso."

"¡Bah! ¿Qué sabe un niño sobre poder?" Dabi se rió despectivamente, mientras Gon fruncía el ceño, sintiendo una creciente frustración.

Kurogiri observó la interacción con desdén, pero no podía evitar sentir un atisbo de interés en la perspectiva de los héroes. "Si estás realmente dispuesto a pedir ayuda a Izuku, tal vez podríamos encontrar una forma de trabajar juntos, pero la confianza es fundamental."

En medio de esta conversación, los pilares y sus amigos comenzaron a murmurar entre ellos, debatiendo sobre la posibilidad de una tregua. ¿Podrían confiar en la Liga de Villanos? ¿O estaban condenados a seguir en su camino de enfrentamiento? La comida era solo una distra

Mientras Tomura, Dabi, Kurogiri y Toga se alejaban, la conversación entre los héroes y los pilares continuaba. Tomura miró por encima del hombro y dijo con desdén, "No planeamos nada malo. Solo queremos irnos de este mundo y dejar atrás todos los problemas."

Dabi rió, tomando otro sorbo de cerveza. "Exacto. No queremos peleas, solo un poco de paz en otro lugar. Además, con los quirks que planeo conseguir, no hay nada que nos detenga."

Kurogiri, aunque un poco más pensativo, asintió. "Si logramos escapar, tal vez podamos encontrar una forma de empezar de nuevo, lejos de los héroes y demonios que nos persiguen."

Por otro lado, Giyū Tomioka frunció el ceño. "No se trata solo de huir. Los problemas no desaparecen por sí mismos. Deberían enfrentarlos en lugar de evadirlos."

Shinobu Kōchō intervino, su voz suave pero firme. "Huir no solucionará nada. Al final, todos enfrentaremos nuestras propias batallas. Quizás sea mejor encontrar una forma de reconciliarnos."

Mitsuri Kanrōji asintió con entusiasmo. "Podríamos trabajar juntos. Hay muchas maneras de lograr paz y entendimiento sin recurrir a la violencia."

Obanai Iguro cruzó los brazos, con un semblante serio. "A veces, el poder solo lleva a más problemas. Deben considerar las consecuencias de sus acciones."

Sanemi Shinazugawa, más brusco, soltó un suspiro. "¿Y qué pasará si regresan a este mundo? No creo que muchos estén dispuestos a olvidarlo tan fácilmente."

Gyōmei Himejima observó con calma. "Todos tienen un pasado, pero también un futuro. Quizás deban encontrar un propósito en lugar de seguir el camino que han tomado."

Tanjiro, siempre el pacificador, sonrió con esperanza. "Si realmente están buscando cambiar, hay personas que podrían ayudarlos. No todo es blanco o negro."

Nezuko, a su lado, asintió en silencio, mostrando su apoyo.

Gon, mirando a sus amigos, preguntó con curiosidad. "¿Realmente creen que pueden cambiar, incluso después de todo lo que han hecho?"

Zushi, Leorio y Kurapika se mantuvieron al margen, pero estaban atentos, dispuestos a intervenir si la conversación se tornaba peligrosa.

Mientras tanto, los villanos se alejaban, absortos en sus propios planes, sin saber que el camino hacia la redención o el desastre dependía de las decisiones que tomarían en el futuro. La comida podría ser un escape temporal, pero el mundo seguía girando, lleno de incertidumbres y decisiones que enfrentar.

Tomura, Dabi, Kurogiri y Toga llegaron a un pequeño restaurante de pizza, un lugar modesto y acogedor con luces tenues y un ambiente relajado. El aroma a masa horneada y queso derretido llenaba el aire, y el sonido de las risas y las conversaciones de otros comensales creaba un contraste inesperado con su usual entorno de lucha y caos.

"Por fin un poco de paz," dijo Tomura mientras se acomodaba en una mesa. "Necesitábamos esto después de todo lo que hemos pasado."

Dabi sonrió, mirando el menú. "No hay nada como una buena pizza para levantar el ánimo. Aunque, sinceramente, preferiría algo más emocionante."

Toga, con su energía habitual, no pudo contenerse. "¡Quiero una pizza con un montón de ingredientes raros! Tal vez algo de sangre como topping." Se rió, divertida por su propia ocurrencia, mientras Dabi le lanzaba una mirada de incredulidad.

"Eres un caso perdido," dijo Kurogiri, intentando mantener un tono serio mientras hacía su pedido. "Tal vez deberíamos pedir algo normal, al menos por una vez."

Tomura observó a sus compañeros con una mezcla de diversión y exasperación. "Lo que sea que pidamos, solo asegúrate de que no sea demasiado extraño. No quiero que este lugar se convierta en un circo."

Mientras esperaban la comida, los cuatro comenzaron a discutir sobre sus planes. "Cuando tengamos los quirks de All For One, podremos irnos lejos de aquí," dijo Tomura, con una mirada decidida. "Pero antes, tenemos que encontrar la manera de conseguir esos poderes."

"Si logramos hacer eso, tal vez podamos crear un nuevo futuro," sugirió Kurogiri, viendo un destello de esperanza en el horizonte. "Lejos de los héroes y todos los que nos persiguen."

Dabi se rió. "Sí, claro. Pero primero, tenemos que sobrevivir a la noche. ¿Alguien tiene un plan por si las cosas se complican?"

Toga, con una sonrisa traviesa, dijo: "Siempre hay un plan, aunque no siempre sea el mejor. ¿Quién necesita un plan cuando puedes simplemente hacer lo que quieras?"

La conversación continuó, llena de risas y comentarios sarcásticos, mientras la pizza llegaba a la mesa. En medio de la diversión, todos eran conscientes de que, aunque estaban disfrutando de un momento de tranquilidad, el futuro seguía siendo incierto y complicado. Pero por ahora, solo querían disfrutar de su comida y de la compañía del otro.


Izuku, Evan, Rui Ayaki, Gregory, Senjuro, Killua, Makoto, Katsuma y Hooni se sentaron en un parque, completamente desaliñados y con un aire de desolación. Sus cabellos largos y desordenados caían sobre sus rostros, mientras que las uñas largas reflejaban el abandono en el que se encontraban. Sus kimonos viejos estaban arrugados, y algunos de ellos, sin querer, dejaban entrever las bragas que llevaban debajo.

La tarde se desvanecía en un ocaso melancólico, y el grupo, ahogado en sus propios pensamientos, había buscado consuelo en el alcohol. Botellas vacías rodeaban sus pies, y sus risas eran una mezcla de alegría y desesperación. Aunque estaban juntos, una profunda tristeza envolvía el ambiente.

"¿Cómo pudimos dejar que llegara a esto?" murmuró Killua, sus ojos vidriosos mirando al suelo. "Éramos tan fuertes, y ahora..."

"Lo perdimos todo," añadió Rui, su voz temblando mientras pasaba la mano por su cabello enredado. "Los sueños de gobernar, de ser algo más... todo se ha desvanecido."

Senjuro, con una botella aún en mano, miró al cielo. "Yoriichi Tsukiguni nos ha traumatizado. No sé si alguna vez podremos recuperarnos de esto."

"Tal vez nunca debimos haberlo intentado," dijo Katsuma, sus lágrimas comenzando a fluir. "Éramos solo unos idiotas soñadores. Ahora, ¿qué somos?"

Makoto, a su lado, se limpió las lágrimas con la manga de su kimono. "Siempre habrá esperanza, ¿no? Aunque ahora se sienta tan lejana..."

izuku Evan, con una sonrisa triste, levantó su botella en un brindis improvisado. "Por la esperanza, entonces. Aunque esté perdida, al menos tenemos el recuerdo de lo que quisimos ser."

El grupo se unió en el brindis, sus ojos llenos de nostalgia y dolor. Mientras el sol se ocultaba en el horizonte, se sintieron atrapados en un limbo entre la tristeza y la camaradería, aferrándose a la única cosa que les quedaba: su conexión entre ellos, a pesar de la sombra de Yoriichi y la pérdida de su antiguo sueño.

"Quizás un día, podamos encontrar un nuevo camino," susurró Gregory, aunque la incertidumbre en su voz era evidente. "Un camino donde no seamos solo sombras de lo que fuimos."

La conversación se desvaneció en risas ahogadas y llantos suaves, mientras se aferraban a los momentos que les quedaban, perdidos entre las luces del parque y la oscuridad de su dolor.

Giyū Tomioka y los demás pilares, junto con Tanjiro, Nezuko, Zenitsu, Mei, Melissa, Gon, Zushi, Leorio y Kurapika, se encontraban reunidos en un claro del bosque, discutiendo la situación que había llevado a su mundo al borde del caos. La atmósfera estaba tensa, pero de repente, una escena desoladora llamó su atención.

Al otro lado del parque, un grupo de figuras se recostaba en un banco, visiblemente rendido. Era Izuku Evan Rui Ayaki y su familia de demonios araña: Gregory, Senjuro, Killua, Makoto, Katsuma y Hooni. Sus ropas estaban deshechas, y su aspecto mostraba las huellas del sufrimiento y la desesperanza.

"¿Qué les ha pasado?" preguntó Mitsuri, preocupada mientras se acercaba. Su corazón se encogía al ver a aquellos que una vez fueron sus adversarios ahora en tal estado.

"Se ven... destrozados," comentó Shinobu, con un tono suave que reflejaba su compasión. "Necesitamos ayudarlos."

Giyū frunció el ceño, observando a Izuku y su grupo. "Han pasado por mucho. Es el efecto de Yoriichi Tsukiguni y la presión de ser demonios. Debemos ser cautelosos, pero también compasivos."

"¡Mira sus ojos!" exclamó Zenitsu, señalando la profunda tristeza y el temor reflejado en los rostros de Izuku y sus amigos. "Nunca había visto a alguien tan perdido."

"Se ha convertido en un ciclo de violencia," intervino Tanjiro, recordando las batallas pasadas. "Incluso los demonios pueden ser víctimas de sus circunstancias. Debemos intentar acercarnos a ellos."

Gon, con la inocencia que lo caracterizaba, se adelantó y dijo: "No importa lo que hayan hecho en el pasado. Todos merecen una segunda oportunidad. ¿Qué tal si les ofrecemos nuestra ayuda?"

"Quizás podamos encontrar una manera de sanar sus heridas," sugirió Kurapika, con su voz serena. "Si están dispuestos a intentarlo."

El grupo se acercó un poco más, los pilares y los cazadores de demonios mostrando empatía en sus expresiones.

"Nosotros... estamos aquí para ayudar," dijo Giyū, rompiendo el silencio. "No importa qué tan difíciles sean las cosas. Nadie debería estar solo en su dolor."

Las palabras resonaron en el aire, y poco a poco, Izuku y su familia comenzaron a levantar la mirada, sintiendo un atisbo de esperanza en medio de su desesperación. Aunque llevaban cicatrices tanto físicas como emocionales, estaban dispuestos a escuchar. El camino hacia la redención sería largo, pero tal vez no tenían que recorrerlo solos.

A medida que Izuku, Gregory, Senjuro, Killua, Makoto, Katsuma y Hooni se levantaron del banco, una ola de pánico los invadió. Sus corazones latían desbocados mientras sus instintos les decían que necesitaban huir de inmediato. Sin mirar atrás, comenzaron a correr hacia el bosque, buscando refugio en la maleza, lejos de la mirada compasiva de los pilares y cazadores de demonios.

"¿Por qué corren?" gritó Tanjiro, pero su voz se perdió entre el murmullo de las hojas y el sonido de los pasos apresurados. "¡No queremos hacerles daño!"

La distancia entre ellos crecía rápidamente, y una vez que se sintieron lo suficientemente lejos, se detuvieron, jadeando por el esfuerzo. Se escondieron en un claro oscuro, cubiertos por árboles frondosos. Aun así, el miedo persistía en sus corazones, así como las cicatrices de sus experiencias pasadas.

"¿Qué hacemos ahora?" preguntó Hooni, con los ojos llenos de terror. "No podemos quedarnos aquí, ¿y si nos encuentran?"

"Están buscando una manera de atraparnos," dijo Senjuro, intentando calmar a su amigo. "No podemos dejar que eso suceda."

"Quizás... tal vez no debimos haber corrido," reflexionó Killua, sintiendo un nudo en su estómago. "Pero no sé si podemos confiar en ellos."

"¿Y si intentamos hablar de nuevo?" sugirió Makoto, su voz temblando. "Tal vez... tal vez ellos solo quieren ayudarnos."

"Es arriesgado," respondió Gregory, mirándolos a todos con seriedad. "Pero no podemos seguir huyendo. Necesitamos enfrentarnos a esto. Si seguimos escondiéndonos, nunca vamos a sanar."

Izuku, que había estado en silencio, finalmente habló. "Lo sé. Pero Yoriichi Tsukiguni... él representa todo lo que nos hizo daño. No sé si podemos enfrentar ese miedo y salir victoriosos."

El grupo compartió miradas llenas de incertidumbre, pero al mismo tiempo, había un destello de determinación. La lucha interna era intensa, pero al menos, estaban juntos. Decidieron que necesitaban pensar con claridad y encontrar una manera de salir de esta situación.

"Regresemos y enfrentémoslos," propuso Senjuro, sintiendo que su corazón se llenaba de valor. "Si podemos superarlo juntos, tal vez podamos encontrar la paz que tanto anhelamos."

Con una mezcla de temor y determinación, los siete comenzaron a avanzar de vuelta hacia el lugar donde habían huido, dispuestos a enfrentar no solo a los cazadores de demonios, sino también a sus propios demonios internos. Era un paso hacia la redención, un paso que, aunque aterrador, podría traer consigo una nueva esperanza.

Giyū Tomioka, el Pilar del Agua, observaba con una mirada seria mientras los siete se alejaban corriendo hacia el bosque. Los otros pilares y sus compañeros se agruparon, intercambiando miradas preocupadas.

"¿Qué deberíamos hacer?" preguntó Mitsuri Kanrōji, su voz suave pero llena de inquietud. "Parece que tienen mucho miedo. No quieren pelear."

"Podemos intentar hablar con ellos," sugirió Shinobu Kōchō, recordando las cicatrices emocionales que todos llevaban. "Es posible que no estén listos para enfrentar todo lo que han pasado. Tal vez podamos ayudarles."

"Pero no podemos forzarlos a aceptar nuestra ayuda," intervino Tengen Uzui, su tono firme. "Si siguen huyendo, no habrá forma de que sanen. Necesitamos darles espacio, pero también encontrar una manera de acercarnos."

Tanjiro, quien había estado observando con atención, se adelantó. "Entiendo por qué huyen. Han enfrentado tanto dolor y sufrimiento, y ahora están en un lugar donde no saben si pueden confiar en nosotros. Pero debemos intentar llegar a ellos."

"¿Y si simplemente se esconden para siempre?" preguntó Zenitsu, su voz temblorosa. "No creo que eso sea bueno para ellos."

"Lo que necesitan es saber que no están solos," dijo Giyū, con un tono de calma. "Quizás deberíamos organizar un pequeño grupo que intente acercarse a ellos, asegurándoles que estamos aquí para ayudar."

"Yo puedo ir," dijo Nezuko, asintiendo con determinación. "Los demonios también pueden sentir dolor. Tal vez puedan escucharnos si ven que hay alguien que comprende su sufrimiento."

"Voy contigo," ofreció Tanjiro, sintiendo la conexión con los otros demonios. "Ellos también necesitan apoyo. No debemos dejarlos sentir que están completamente solos en esto."

Mientras tanto, Gon, Zushi, Leorio y Kurapika observaban la interacción de los pilares, sintiendo la tensión en el aire. "¿De verdad creen que podrán ayudarlos?" preguntó Leorio, mirando a los demás.

"Es lo único que podemos hacer," respondió Kurapika. "Enfrentamos muchos desafíos, y hay esperanza incluso en los momentos más oscuros. Si podemos ofrecerles una mano amiga, tal vez puedan encontrar el camino hacia la redención."

Con la determinación creciendo en sus corazones, el grupo de pilares y cazadores decidió avanzar juntos hacia el bosque, decididos a encontrar a Izuku, Gregory, Senjuro, Killua, Makoto, Katsuma y Hooni. Era un momento crucial, un intento de romper el ciclo de dolor y miedo, y de construir un puente hacia la comprensión y la sanación.

Los civiles y la policía observaron con asombro mientras Izuku, Evan Rui Ayaki, Gregory, Senjuro, Killua, Makoto, Kota, Katsuma y Hooni, con aspecto desaliñado, pelo largo y uñas descuidadas, se movían rápidamente entre las sombras. Sus kimonos desgastados y su estado alterado indicaban una profunda desesperación.

La multitud se quedó sin palabras al ver cómo los jóvenes demonios escalaban la pared de un edificio abandonado, utilizando sus uñas largas y afiladas para sujetarse mientras subían rápidamente. Entraron por una ventana rota, desapareciendo en la oscuridad del edificio. Los policías, aunque sorprendidos, dudaban en acercarse demasiado, conscientes del peligro que podían representar, pero también notaron el miedo evidente en sus movimientos.

Uno de los oficiales sugirió enviar refuerzos, pero otro lo detuvo. "No parecen tener intención de atacar... Parecen aterrados."

Los civiles, aún murmurando entre ellos, miraban con una mezcla de temor y compasión, preguntándose qué podía haber llevado a esos jóvenes a un estado tan desesperado.

Los Pilares junto a Mei, Melissa, Tanjiro, Nezuko, Zenitsu, Gon, Zushi, Leorio y Kurapika observaron de cerca cómo los civiles y la policía permanecían atentos a Izuku Evan Rui Ayaki, Gregory, Senjuro, Killua, Makoto, Kota, Katsuma y Hooni mientras estos trepaban con agilidad las paredes del edificio abandonado. El grupo de demonios, con el cabello largo y desordenado y sus uñas afiladas, desapareció por una ventana rota.

El edificio, marcado por su evidente abandono, mostraba una puerta de acceso sellada con cemento y un cartel desgastado que advertía sobre los peligros del agua contaminada en su interior. La profundidad y las toxinas eran amenazas evidentes, algo que resaltaba la inquietud en el rostro de los observadores.

"¿Por qué eligieron un lugar tan inhóspito?" murmuró Zenitsu con temor.

Sanemi, observando la escena, frunció el ceño. "Tal vez buscan aislarse, pero no es seguro para nadie."

Tanjiro asintió, con una mirada de compasión. "Están huyendo de algo que les aterra... No parece que busquen lastimar a nadie, pero debemos tener cuidado."

Gon y los demás compartían la misma preocupación, y Melissa sugirió: "Quizás podamos hablar con ellos cuando se calmen. Podrían necesitar ayuda más de lo que creen."

Pasaron más de cincuenta semanas, y el edificio abandonado permaneció en completo silencio. Ni un solo rastro de Izuku Evan Rui Ayaki, Gregory, Senjuro, Killua, Makoto, Kota, Katsuma, o Hooni salió a la luz. Ni un sonido ni un movimiento rompieron la quietud, como si el grupo hubiera desaparecido en la profundidad del lugar.

La policía y los civiles, que inicialmente vigilaban el edificio, comenzaron a desinteresarse, creyendo que los demonios tal vez habían abandonado el sitio o se habían escondido aún más profundamente. Los Pilares, junto a Mei, Melissa, Tanjiro, Nezuko, Zenitsu, Gon, Zushi, Leorio y Kurapika, también notaron la ausencia y el silencio inquietante.

"Es como si nunca hubieran estado aquí," comentó Mitsuri con preocupación.

Tanjiro asintió, mirando el edificio con expresión pensativa. "Este silencio es... extraño. Quizás no quieran ser encontrados, o algo los ha mantenido encerrados."

Giyū, observando con una mirada tranquila y reflexiva, murmuró: "El silencio a veces es más elocuente que cualquier sonido. Puede que estén esperando... o simplemente buscando desaparecer."

Mientras observaban, el edificio abandonado empezó a mostrar signos de colapso. La puerta de cemento que bloqueaba la entrada se agrietó, cayendo en pedazos que se precipitaron al agua contaminada debajo, provocando un fuerte estruendo. Las ventanas también comenzaron a desmoronarse, con cristales y trozos de madera cayendo al vacío.

Los Pilares, junto a Tanjiro, Nezuko, Zenitsu, Mei, Melissa, Gon, Zushi, Leorio y Kurapika, miraban con atención y cautela. La estructura parecía tambalearse, emitiendo crujidos ominosos. Era evidente que el edificio estaba perdiendo su estabilidad y podía derrumbarse en cualquier momento.

"¿Será posible que Izuku, Rui y los demás sigan ahí dentro?" preguntó Kurapika, manteniendo la vista en la estructura.

Gyomei, el Pilar de la Roca, frunció el ceño. "No podemos descartar la posibilidad. Si están atrapados o debilitados, este derrumbe podría ser fatal."

Tanjiro, con preocupación en su mirada, dio un paso hacia el edificio. "Debemos decidir si intervenir o esperar a ver si logran salir por su cuenta."

Tanjiro, Gon, Zushi, Leorio, Kurapika, Zenitsu, y el padre de Gon se prepararon para entrar al edificio en ruinas. Su objetivo era claro: encontrar y rescatar a Izuku, Rui, Gregory, Senjuro, Killua, Makoto, Kota, Katsuma y Hooni, que se encontraban atrapados y posiblemente en un estado frágil.

"Debemos ser rápidos y cuidadosos," dijo Tanjiro con firmeza. "El edificio puede derrumbarse en cualquier momento."

Gon asintió, mostrando determinación. "No sabemos en qué estado se encuentran, pero no podemos dejarlos aquí."

Guiados por sus instintos, entraron cuidadosamente al edificio, avanzando entre escombros y cuidando sus pasos para evitar áreas inestables. Los crujidos de la estructura resonaban a su alrededor, aumentando la sensación de urgencia.

A medida que se adentraban, encontraron restos de comida y agua contaminada en algunos rincones, señales de que los demonios habían estado escondidos allí por algún tiempo. Finalmente, escucharon un débil sonido que provenía de uno de los niveles superiores.

"¡Debe ser ellos!" exclamó Kurapika. Todos aceleraron el paso, esperando llegar a tiempo para salvar a los demonios que tanto necesitaban ayuda.

Tanjiro, Gon, Zushi, Leorio, Kurapika, Isuke, Zenitsu y el padre de Gon lograron llegar hasta Izuku Evan Rui Ayaki, Gregory, Senjuro, Killua, Makoto, Kota, Katsuma y Hooni, quienes estaban débiles y cansados. A pesar de su estado, la inmortalidad de los demonios les había permitido seguir con vida.

"¡Venimos a salvarlos!" gritó Tanjiro, su voz llena de determinación mientras intentaba despertar a Rui y a los demás.

"¡No! ¡Déjennos aquí!" murmuró Rui, su voz apenas un susurro mientras caía inconsciente. Era evidente que el trauma de los últimos meses había afectado profundamente a los demonios, incluso a aquellos que una vez fueron temibles.

"No, ¡no podemos dejarlos!" exclamó Gon, ya decidido. "¡Tenemos que sacarlos de aquí!"

En un esfuerzo por salvar a sus amigos, cada uno levantó a uno de los demonios y corrieron hacia la salida. El edificio se tambaleaba a su alrededor, el ruido del colapso resonando en sus oídos. Las paredes crujían y los escombros comenzaban a caer, pero su determinación no flaqueó.

Mientras corrían, Isuke y Zenitsu se turnaban para llevar a Hooni y a Kota, mientras que Tanjiro y Gon se aseguraban de que Rui y Gregory estuvieran a salvo. La adrenalina los impulsaba, cada segundo era crucial.

"¡Ya casi estamos!" gritó Leorio, sintiendo que la salida estaba cerca. Sin embargo, en un último intento de salvar el edificio, una sección del techo colapsó justo detrás de ellos, levantando polvo y escombros.

Con un último empujón de esfuerzo, lograron salir justo a tiempo, cayendo en la hierba húmeda del exterior. El edificio se derrumbó detrás de ellos con un estruendo ensordecedor.

Respirando con dificultad, se dieron cuenta de que todos estaban a salvo, aunque los demonios seguían inconscientes.

"Lo logramos..." murmuró Tanjiro, observando a sus amigos y sintiendo una mezcla de alivio y preocupación. "Ahora, ¿qué haremos con ellos?"

En un hospital, en una habitación silenciosa, Izuku Evan Rui Ayaki, Gregory, Senjuro, Killua, Makoto, Kota, Katsuma y Hooni yacían inconscientes, sus cuerpos inmortales apenas mostrando signos de vida. A su alrededor, un grupo de personas observaba con preocupación.

Los Pilares, incluyendo a Giyū Tomioka, Shinobu Kōchō, Mitsuri Kanrōji, Obanai Iguro, Sanemi Shinazugawa, Gyōmei Himejima y Tengen Uzui, se habían reunido para ver cómo se encontraban los demonios después de ser rescatados. Sus rostros reflejaban una mezcla de asombro y tristeza. Habían enfrentado a estos demonios en el pasado, pero ahora se encontraban ante ellos en un estado tan vulnerable.

"Es increíble que hayan sobrevivido a todo lo que han pasado," dijo Mitsuri, su voz suave llena de empatía.

"Pero, ¿qué significa esto para nosotros?" cuestionó Sanemi, frunciendo el ceño. "¿Podemos realmente confiar en ellos?"

En un rincón de la habitación, la familia Zoldyck había llegado también, observando a los demonios con una mirada de tristeza. Maha Zoldyck, el patriarca, miraba con una mezcla de preocupación y interés. Zzigg Zoldyck, Zeno Zoldyck, y Silva Zoldyck compartían la misma expresión seria, mientras que Kikyo Zoldyck mantenía la mirada fija en Hooni, como si sintiera una conexión con ella.

Illumi y Milluki Zoldyck se mantenían al margen, con Kalluto mostrando una curiosidad casi inocente. Alluka Zoldyck, sin embargo, era la más afectada. Sus ojos se llenaron de lágrimas al ver a los demonios en esa condición. "¿Por qué tuvieron que pasar por tanto sufrimiento?" murmuró, su voz temblando.

Silva, su padre, se agachó para consolarla. "No lo sabemos, Alluka. Pero lo que importa es que ahora están aquí, con vida. Tal vez tengan la oportunidad de redimirse."

Los Pilares se miraron entre sí, conscientes de la decisión que debían tomar. El futuro de estos demonios inmortales no solo dependía de su supervivencia, sino de si podían encontrar un camino hacia la redención y la paz en un mundo que los había visto como enemigos.

"Necesitamos protegerlos mientras están aquí," dijo Giyū, su voz firme. "Si hay alguna posibilidad de que cambien, debemos darle una oportunidad."

Así, en ese hospital, entre preocupaciones y esperanzas, el destino de Izuku Evan Rui Ayaki y su familia de demonios estaba a punto de dar un giro inesperado.

Hisoka entró en la habitación del hospital con una sonrisa enigmática, llevando ocho bolsas de sangre y carne fresca. Su presencia inusual atrajo la atención de los Pilares y la familia Zoldyck, que lo miraron con curiosidad y desconfianza.

"Hola, queridos amigos," saludó Hisoka, sus ojos brillando con un aire travieso. "He traído algo que podría ayudar a nuestros amigos."

Illumi, al notar la sangre y la carne, frunció el ceño. "¿Qué planeas hacer con eso?" preguntó, su tono frío y calculador.

"Vamos a inyectarles esta sangre y darles un poco de carne. Ya que son inmortales, esto podría potenciar sus habilidades o, tal vez, incluso ayudarles a recuperarse más rápidamente. ¿No es emocionante?" Hisoka respondió, su tono juguetón ocultando un interés más oscuro.

Kalluto, que estaba al lado de su hermano, miró a los demonios inconscientes. "¿Crees que esto les hará daño?" preguntó con una voz suave y preocupada.

"No, no. Estoy seguro de que les hará bien. Después de todo, están en un estado muy frágil. Solo quiero darles una... bienvenida apropiada a este mundo," dijo Hisoka, haciendo un gesto teatral con las manos.

Los Pilares intercambiaron miradas. "No podemos permitir que hagas esto sin supervisión," dijo Giyū, manteniendo su mirada fija en Hisoka. "Sus cuerpos han pasado por mucho, y no podemos arriesgarlos más."

"Vamos, Giyū. Eres demasiado serio. Solo quiero ayudar. Estoy seguro de que ellos no estarán en contra de un pequeño regalo," insistió Hisoka, sonriendo de manera cautivadora.

Illumi, tras escuchar la propuesta, contempló la idea. "Si esto realmente puede ayudarles a recuperarse, podríamos considerarlo. Pero quiero asegurarme de que no haya efectos secundarios."

"¿Qué tal si lo hacemos juntos?" sugirió Hisoka, mirando a Kalluto. "Tú y tu hermano pueden inyectarles la sangre. Yo me encargaré de la carne. Sería una experiencia divertida, ¿no crees?"

Kalluto asintió lentamente, intrigado por la idea. Aunque había una sombra de duda, la curiosidad también brillaba en sus ojos.

"Está bien, lo haremos. Pero quiero que te mantengas al margen mientras trabajamos. No quiero que intervengas si algo sale mal," dijo Illumi, cruzando los brazos.

"¡Perfecto! Entonces, ¿qué estamos esperando?" exclamó Hisoka, sus ojos brillando con emoción mientras preparaba las bolsas y se disponía a ayudar a Illumi y Kalluto en el procedimiento.

Con un aire de expectativa en la habitación, los Pilares, la familia Zoldyck y Hisoka se prepararon para ver si este arriesgado experimento traería nuevos resultados para los demonios inmortales.

Mientras Izuku, Evan Rui Ayaki, Gregory, Senjuro, Killua, Makoto, Kota, Katsuma y Hooni yacían en la cama del hospital, la atmósfera era tensa y llena de expectativa. Hisoka, Illumi y Kalluto habían comenzado el procedimiento, colocando cuidadosamente las grandes porciones de carne sobre los pechos desnudos de los demonios inmortales.

La carne, del tamaño de un pecho humano, parecía casi pulsar con energía, como si estuviera viva. Su color era vibrante, y el aroma era intenso, envolviendo la habitación en un aire extraño de anticipación y ansiedad.

"¿Estás seguro de que esto funcionará?" preguntó Kalluto, su voz temblando ligeramente mientras miraba fijamente la carne.

"Confía en el proceso. Están en un estado de coma y necesitan un impulso. Su cuerpo absorberá la carne, y eso les proporcionará energía," respondió Hisoka, con su sonrisa habitual, aunque sus ojos traicionaban una emoción más profunda.

Illumi, mientras tanto, comenzó a inyectar la sangre en las venas de los demonios, siguiendo un metódico proceso. Cada inyección estaba destinada a complementar la carne, esperando que este extraño cóctel de sangre y carne les proporcionara una recuperación notable.

A medida que la carne se absorbía lentamente en sus cuerpos, la habitación se llenó de un brillo tenue. Un aura inusual rodeaba a los ocho, haciendo que los presentes sintieran una mezcla de inquietud y esperanza.

"¿Ves eso?" dijo Illumi, señalando el cambio en la expresión de los rostros de los demonios. "Parece que están respondiendo a la carne."

Mientras tanto, los Pilares y la familia Zoldyck observaban con atención. La tensión aumentaba a medida que los cuerpos de Izuku y los demás comenzaron a vibrar levemente. Su piel, que había estado pálida y demacrada, comenzó a tomar un tono más saludable, aunque seguían inmóviles.

"Esto es... inquietante," murmuro Shinobu, su instinto médico alzando la voz. "¿Qué sucederá si algo sale mal?"

"Es un riesgo que debemos asumir. Ellos son inmortales, y estamos haciendo lo que podemos para ayudarlos," respondió Giyū, aunque su expresión mostraba preocupación.

De repente, un fuerte pulso recorrió la habitación, y los cuerpos de los demonios comenzaron a moverse levemente. La carne, que parecía estar fusionándose con ellos, parecía atraer energía de su entorno.

"¿Lo ven? Están absorbiendo la energía. Esto podría funcionar," dijo Hisoka, su tono lleno de emoción.

A pesar de la atmósfera tensa, había un rayo de esperanza en la habitación. Sin embargo, el camino a la recuperación aún era incierto. Todos estaban ansiosos por ver si el experimento funcionaría y qué cambios podrían ocurrir en los demonios después de este proceso.

Mientras el tiempo pasaba, el brillo alrededor de los cuerpos de los demonios aumentaba, y la tensión en la habitación se transformó en un silencio expectante, todos esperando lo que podría suceder a continuación.

El médico, con un rostro grave, se acercó al grupo de observadores en la sala del hospital, su mirada fija en los ocho cuerpos en la cama. Su voz era seria y autoritaria mientras decía:

"Lo que están viendo son los efectos de la inmortalidad en estos individuos. Izuku, Evan Rui Ayaki, Gregory, Senjuro, Killua, Makoto, Kota, Katsuma y Hooni están en un estado de coma profundo, pero no hay razón para pensar que estén muertos. Su inmortalidad les permite sobrevivir a condiciones que serían letales para cualquier ser humano normal."

El grupo contuvo la respiración, sintiendo una mezcla de alivio y preocupación. El médico continuó:

"Su cuerpo está en un estado de recuperación, pero el proceso puede ser prolongado. La inyección de sangre y la carne que les suministramos están diseñadas para ayudarles a absorber nutrientes y energía. Sin embargo, no hay garantía de que despierten en el corto plazo."

"¿Cuánto tiempo puede durar esto?" preguntó Tanjiro, su voz entrecortada por la tensión.

"Eso es difícil de decir. Podría ser días, semanas o incluso meses. La inmortalidad puede ralentizar su proceso de curación, ya que su cuerpo se adapta a la nueva fuente de energía," respondió el médico, mirando a cada uno de ellos con seriedad. "Debemos vigilarlos de cerca y monitorear cualquier cambio en su condición."

"¿Y si no despiertan?" preguntó Nezuko, su voz llena de preocupación.

"Todo lo que podemos hacer es esperar y cuidar de ellos. La buena noticia es que son fuertes, y si algo puede traerlos de vuelta, son ellos mismos," el médico concluyó, su tono un poco más suave.

Mientras los pilares y la familia Zoldyck absorbían esta información, un silencio incómodo se apoderó de la habitación. Todos miraron a los ocho inmortales, su mente llena de recuerdos de las batallas y desafíos que habían enfrentado juntos.

Giyū, sintiendo el peso de la situación, dijo en voz baja: "No podemos rendirnos. Debemos seguir aquí, apoyándolos. No solo son demonios; son nuestros amigos y aliados."

Con una renovada determinación, los pilares, la familia Zoldyck y los otros comenzaron a organizarse. Se turnarían para cuidar de los inmortales, esperando que el tiempo les traiga de regreso a la realidad, y haciendo todo lo posible para que se sintieran cómodos y seguros mientras luchaban contra la oscuridad del coma que los mantenía prisioneros.

La espera había comenzado, pero en sus corazones, mantenían la esperanza de que, algún día, Izuku, Evan, y los demás despertarían de su largo sueño.

Douma entró en la habitación con una sonrisa amplia y fría, llevando consigo varias bolsas de sangre y carne, acompañadas por un aroma intenso que llenó el aire. Su mirada era insensible mientras se dirigía hacia los cuerpos en la cama.

"¡Ya llegué! Traje carne fresca de mujeres y sangre de la mejor calidad," anunció Douma, su voz melódica casi desentonando con la gravedad del momento. Se acercó a la cama, ignorando las miradas de desaprobación de los demás.

Akaza, cruzando los brazos, frunció el ceño. "¿En serio? ¿Eso ayudará en algo? No creo que necesiten eso ahora," respondió, su tono lleno de desdén. "Están en coma, y lo que necesitan es tranquilidad, no más... alimentos extraños."

"Cállate, Akaza," intervino Kokushibo, su voz profunda resonando en la habitación. "Douma tiene razón en que necesitamos explorar todas las posibilidades para ayudarlos a despertar. Este tipo de sangre y carne podría proporcionarles un impulso necesario."

Douma sonrió con satisfacción ante el apoyo de Kokushibo. "Exactamente. Y, además, estos inmortales son demonios; necesitan el tipo de nutrientes que solo pueden encontrarse en la sangre y la carne de otras criaturas como ellos."

Akaza no pudo evitar rodar los ojos. "No estoy convencido de que eso sea lo mejor. Deberíamos ser más cuidadosos con lo que les damos."

Douma continuó ignorando las objeciones. Se acercó más a los cuerpos, colocando las bolsas con cuidado a su lado. "Voy a preparar esto. Si despiertan, será un milagro, y si no, al menos habremos hecho lo que pudimos."

Kokushibo se acercó a Douma, observando el contenido de las bolsas con interés. "Hazlo con precaución. No queremos que esto tenga efectos adversos en ellos."

Douma asintió, su sonrisa aún en su rostro. "No te preocupes, será un regalo para ellos."

Mientras tanto, los demás observaban en silencio, sintiendo una mezcla de tensión y preocupación. La llegada de Douma y su oferta de carne y sangre traía consigo una sensación de inquietud. Aunque sabían que los métodos de Douma eran discutibles, también comprendían que necesitaban hacer todo lo posible para ayudar a sus amigos a despertar de su largo coma.

Finalmente, después de un momento de reflexión, Tanjiro se acercó con determinación. "Si esto puede ayudarlos, no podemos quedarnos de brazos cruzados. Debemos probarlo y mantener la esperanza."

Con esa declaración, la tensión en la habitación comenzó a disiparse, y la determinación de todos se renovó, listos para enfrentar cualquier desafío que viniera mientras cuidaban de los inmortales que yacían en la cama, esperando su momento para despertar.

Douma preparó una máquina compleja, llena de tubos y frascos, que se conectó a las bolsas de sangre y carne. Con una sonrisa malévola, ajustó los diales y presionó un botón, haciendo que la máquina comenzara a trabajar. La sangre comenzó a fluir a través de los tubos, inyectándose lentamente en los cuerpos de Izuku, Evan Rui Ayaki, Gregory, Senjuro, Killua, Makoto, Kota, Katsuma y Hooni.

La máquina parecía vibrar mientras inyectaba más de 13 litros de sangre, una cantidad descomunal, pero para ellos, inmortales y demonios, era solo un impulso adicional para sus cuerpos. La sala estaba llena de una tensión palpable mientras todos observaban, con el aliento contenido.

De repente, los ojos de los ocho se abrieron de golpe, reflejando un asombro y confusión. Sus cuerpos reaccionaron a la mezcla de nutrientes, y comenzaron a moverse lentamente. Izuku, Evan y los demás se miraron entre sí, intentando comprender lo que había sucedido.

"¿Qué... qué pasó?" murmuró Senjuro, aún aturdido y con la mirada perdida. Gregory se llevó una mano a la cabeza, tratando de despejar la niebla que cubría su mente.

"¿Dónde estamos?" preguntó Killua, su tono revelando la mezcla de miedo y curiosidad.

Evan Rui Ayaki miró a su alrededor, reconociendo a algunos de los rostros que estaban allí. "¿Están todos bien?" dijo, su voz temblando ligeramente. Sentía una conexión inmediata con sus amigos, pero la confusión lo invadía.

Kota y Katsuma intercambiaron miradas, aún confundidos, mientras Hooni trataba de procesar la situación. "¿Por qué nos sentimos tan... diferentes?" se preguntó en voz alta.

Douma, viendo la reacción de los inmortales, sonrió aún más. "Bienvenidos de vuelta al mundo de los vivos, mis queridos amigos. Espero que la sangre haya sido de su agrado," dijo con una risa que resonaba en el aire, casi como un eco demoníaco.

"¿Qué has hecho?" preguntó Akaza, con una mezcla de preocupación y desdén. "Esto es demasiado arriesgado."

"No se preocupen," respondió Douma, despreocupado. "Son inmortales, después de todo. Solo necesitaban un pequeño empujón para salir de su coma."

Mientras la confusión reinaba, Tanjiro, Gon y los demás se acercaron, llenos de alivio al ver que sus amigos estaban despiertos. "¡Están bien!" exclamó Tanjiro, una sonrisa de felicidad iluminando su rostro.

"¿Qué demonios nos inyectaste?" preguntó Killua, sintiéndose un poco más alerta pero aún tambaleándose en la cama.

"Solo algo que les dará un poco de energía," respondió Douma, como si nada estuviera mal. "Y ahora, con todos ustedes despiertos, hay muchas más posibilidades que podemos explorar."

Los ojos de los demás se abrieron aún más, al darse cuenta de que, a pesar de su regreso a la conciencia, todavía estaban en una situación peligrosa. A pesar de sus dudas, la determinación de ayudarse unos a otros brillaba en sus corazones.

"¿Y ahora qué?" preguntó Hooni, su voz un poco más firme. "¿Qué vamos a hacer?"

La sala quedó en silencio por un momento, todos procesando las palabras de Hooni. Sabían que, aunque estaban despiertos, había mucho por delante y una batalla aún estaba por librarse.

Izuku, Evan Rui Ayaki, Gregory, Senjuro, Killua, Makoto, Kota, Katsuma y Hooni se miraron unos a otros, sus rostros llenos de sorpresa y vergüenza al darse cuenta de que estaban completamente desnudos, cubiertos únicamente por las sábanas del hospital. El rubor se extendió rápidamente por sus mejillas mientras intentaban cubrirse lo mejor posible, sintiéndose vulnerables y confundidos.

"¿Por qué estamos así?" preguntó Kota, su voz temblando de sorpresa y un poco de miedo. Miró a su alrededor, buscando alguna respuesta en los rostros de sus amigos.

"¡Esto es una locura!" exclamó Killua, tratando de mantener la compostura mientras ajustaba la sábana alrededor de su cuerpo. "¿Qué demonios pasó antes de que perdiéramos el conocimiento?"

Evan Rui Ayaki, aún aturdido, frunció el ceño. "No lo sé... pero esto es... incómodo," admitió, intentando no mirar a los demás mientras se cubría más con la sábana.

Gregory, visiblemente sonrojado, murmuró: "No podemos quedarnos así. Necesitamos ropa... o algo." Su mirada se desplazó por la habitación, buscando cualquier prenda que pudiera ayudar.

Senjuro intentó calmar a todos, levantando una mano. "Tranquilos, por favor. Primero, necesitamos entender qué ha pasado. Después nos preocupamos por la ropa." Sin embargo, su voz temblaba, y la incomodidad era evidente.

"D-Douma, ¿qué hiciste?" preguntó Katsuma, mirando al demonio con desconfianza. "¿Por qué estamos desnudos?"

Douma, divertido por la situación, respondió con una sonrisa burlona: "Oh, no se preocupen. Solo les proporcioné un poco de 'libertad' para que sus cuerpos pudieran absorber la sangre y la carne de manera más efectiva. ¿No es maravilloso?"

Las miradas de los inmortales se endurecieron. "¿Maravilloso? ¡Estamos desnudos en un hospital y no recordamos nada!" replicó Killua, su frustración aumentando.

Mientras tanto, los pilares y la familia Zoldyck observaban la escena con expresiones de sorpresa y algo de diversión. "Quizás deberíamos conseguirles algo de ropa," sugirió Shinobu, intentando ocultar una sonrisa.

"Sí, sería lo más sensato," concordó Tanjiro, tratando de hacer que la atmósfera fuera un poco más ligera. "Vamos a buscar algo que puedan usar."

"Por favor, rápido," pidió Hooni, sintiendo la necesidad de cubrirse un poco más mientras la vergüenza lo invadía.

Mientras tanto, los demás continuaron sintiéndose incómodos, intentando no mirar a los otros, pero la situación era inevitablemente cómica. La risa y la incomodidad se entrelazaban en la habitación mientras esperaban que llegara la ropa.

Douma se echó a reír, disfrutando del caos y la incomodidad en la habitación. "Vamos, no es tan malo. La vida en el mundo de los demonios puede ser... más relajada, digamos. Quizás se sientan más cómodos así, en bragas o tangas," dijo con una sonrisa burlona.

Izuku, Evan Rui Ayaki, Gregory, Senjuro, Killua, Makoto, Kota, Katsuma y Hooni intercambiaron miradas de incredulidad y vergüenza.

"¡¿Qué estás diciendo, Douma?! ¡No estamos así siempre!" gritó Killua, claramente molesto. "¡Esto es ridículo! Solo estamos cubiertos con sábanas porque no tenemos ropa y no elegimos estar así!"

Evan Rui Ayaki, sonrojado, añadió: "¡Exacto! No estamos en una playa o algo así. Estamos en un cuarto, y es incómodo tener que lidiar con esto."

Gregory asintió, tratando de mantener su dignidad mientras se ajustaba la sábana alrededor de su cuerpo. "Necesitamos salir de aquí y conseguir algo de ropa, lo más pronto posible. Esto es una locura."

Senjuro, que intentaba ser el pacificador, dijo: "Lo que sea que haya pasado antes, ahora debemos concentrarnos en salir de esta situación incómoda y conseguir ropa. No podemos quedarnos así por más tiempo."

"¡Gracias por la idea, capitán obvio!" murmuró Katsuma, mirando a Douma con frustración. "¿Por qué no ayudas en lugar de hacer bromas?"

Douma solo se encogió de hombros, disfrutando de su momento de diversión. "Está bien, está bien. Solo trato de aliviar la tensión. Pero sí, quizás sea hora de que busquemos algo de ropa para ustedes."

Mientras tanto, la incomodidad y el sonrojo en la habitación persistían, y el grupo continuó sintiéndose fuera de lugar, esperando que alguien regresara con ropa para cubrirse adecuadamente. La atmósfera se sentía como una combinación de vergüenza y frustración, pero también había un ligero toque de humor en la locura de la situación.

La tensión en la habitación aumentó cuando los Pilares y la familia Zoldyck observaron la escena. Todos estaban sorprendidos al ver a Izuku, Evan Rui Ayaki, Gregory, Senjuro, Killua, Makoto, Kota, Katsuma y Hooni, en una situación tan extraña y comprometida, mientras discutían acaloradamente con Douma.

Izuku, aún cubierto con una sábana, levantó la voz, "¡Douma! ¡Eres un imbécil! ¡No es el momento ni el lugar para hacer bromas sobre nuestra ropa! ¡Estamos en una situación seria!"

Gregory se unió, visiblemente molesto, "¡Exacto! No necesitamos tus comentarios sarcásticos mientras intentamos entender lo que está pasando aquí!"

Douma, con una sonrisa traviesa, replicó: "Solo trato de relajar el ambiente. Pero, si insisten, ¿por qué no me muestran un poco de respeto a cambio? Están aquí, en una situación peculiar, y solo quiero ayudar a aliviar la tensión."

Mientras tanto, la familia Zoldyck, desde la distancia, observaba con miradas mixtas de sorpresa y diversión. Zeno Zoldyck sonrió con un toque de diversión. "Esto es interesante. Nunca había visto a los inmortales tan descontrolados."

Illumi, con su mirada fría, se cruzó de brazos. "No deberías tomarlos a la ligera, Douma. Puede que estén en una situación rara, pero son inmortales. Hay más de lo que parece a simple vista."

Kalluto, con curiosidad en sus ojos, miró a los jóvenes y preguntó: "¿Qué es lo que realmente les ha pasado? No parecen estar bien, a pesar de su apariencia."

Maha Zoldyck, con su voz profunda, interrumpió: "Parece que hay algo más en juego aquí. No debemos subestimar la situación solo porque están en bragas. Hay razones detrás de su estado."

Mientras la conversación continuaba, Senjuro, que intentaba mantener la calma, intervino. "Lo importante es que estamos vivos y ahora tenemos que encontrar una manera de salir de aquí. No podemos permitir que esto nos distraiga."

Los demás asintieron, y el ambiente cambió a uno más serio. Izuku tomó una profunda respiración y dijo: "Vamos a concentrarnos en lo que podemos hacer para mejorar esta situación. Necesitamos ropa y respuestas."

Killua, mirando a Douma con determinación, añadió: "Si sigues molestando, tal vez deberíamos ver cómo te va con un poco de pelea, para que entiendas cuán en serio estamos."

La atmósfera se mantuvo tensa, pero con una creciente resolución entre los jóvenes. Douma, por su parte, simplemente se rió, disfrutando del espectáculo que se estaba desarrollando, mientras los Pilares y la familia Zoldyck observaban con interés cómo se desarrollaba la situación.

Después de 70 semanas en el hospital, la incomodidad se había vuelto la norma para Izuku, Evan Rui Ayaki, Gregory, Senjuro, Killua, Makoto, Kota, Katsuma y Hooni. La situación se había vuelto surrealista. Todos estaban en bragas, sin ropa adicional, debido a que los médicos necesitaban tener acceso a sus cuerpos para revisiones regulares. A pesar de que eran inmortales y tenían habilidades sobrehumanas, la falta de ropa era una molestia constante.

Izuku suspiró, rompiendo el silencio. "Esto es realmente incómodo. ¿No podrían al menos darnos algo más que solo bragas mientras estamos aquí?"

Evan Rui Ayaki asintió, con un leve sonrojo en sus mejillas. "Sí, no es como si estuviéramos en un campamento de verano. A veces siento que esto se convierte en un espectáculo para los médicos."

Senjuro, que siempre trataba de mantener el ánimo, intentó hacer una broma. "Quizás deberíamos poner un letrero que diga 'hospital de moda'. ¡Miren cómo estamos luciendo!"

Los demás no pudieron evitar sonreír un poco, aunque la incomodidad seguía presente.

Killua, siempre pragmático, miró a los robots que habían creado para ayudar con las tareas del hospital. "Al menos nuestros robots se están encargando de lavar las bragas sucias. La tecnología que tenemos realmente está haciendo las cosas más fáciles, incluso si esto es raro."

Makoto miró a Kota y Katsuma, quienes parecían un poco más nerviosos. "No se preocupen, chicos. Estamos juntos en esto. Solo tenemos que aguantar un poco más."

Hooni, que normalmente era más callado, finalmente habló: "Es frustrante, pero tenemos que pensar en lo que viene después. Cuando salgamos de aquí, vamos a tener que encontrar respuestas sobre lo que nos pasó y qué hacer con nuestras vidas ahora."

Gregory, que había estado contemplando la situación, interrumpió. "Así es. Hemos estado aquí demasiado tiempo. Necesitamos un plan. Una vez que estemos de nuevo en el mundo exterior, tendremos que buscar a nuestros amigos y aliados. Esto no puede durar para siempre."

Izuku asintió, su expresión decidida. "Correcto. No podemos quedarnos aquí para siempre, aunque se sienta así. Tenemos que encontrar la manera de salir y recuperarnos de todo lo que hemos pasado."

Mientras los ocho compartían sus pensamientos y preocupaciones, los médicos continuaron sus revisiones, asegurándose de que cada uno de ellos estuviera en condiciones adecuadas a pesar de las circunstancias. En su interior, cada uno de ellos sabía que, sin importar lo incómodo que fuera, el verdadero desafío aún estaba por venir.

Los noticieros llegaron al hospital, atraídos por el misterio que rodeaba a Izuku, Evan Rui Ayaki, Gregory, Senjuro, Killua, Makoto, Kota, Katsuma y Hooni. Cuando entraron a la habitación, la tensión en el aire era palpable. Los ocho, aún en bragas y cubiertos con sábanas, se sintieron expuestos y vulnerables, lo que aumentó su incomodidad.

El presentador principal, un hombre de aspecto serio, se acercó con un micrófono en mano. "¿Por qué se cubren así? ¿Qué está sucediendo aquí?", preguntó con curiosidad y un toque de incredulidad.

Douma, con una sonrisa arrogante, intervino. "Están en bragas porque no tienen más ropa. Esto es una situación única, y no me malinterpreten, son muy... interesantes."

La ira y la incomodidad se mezclaron en los rostros de Izuku, Evan, Gregory, Senjuro, Killua, Makoto, Kota, Katsuma y Hooni. La situación se tornó demasiado ridícula y humillante, así que, en un momento de frustración y enojados, todos tomaron unas tijeras que estaban en la mesa.

Sin previo aviso, lanzaron las tijeras a la cabeza de Douma, impactando con un sonido sordo. Douma se quedó momentáneamente aturdido. Al instante después, un jarrón que había estado decorando la habitación voló hacia él, impactando en su entrepierna.

"¡Basta de burlarte de nosotros!" gritó Killua, sintiéndose liberado por la acción.

Los noticieros quedaron en silencio, sorprendidos por la reacción repentina y la decisión de los jóvenes. La situación había escalado de manera inesperada y se sentía la tensión en el aire.

Izuku, todavía sonrojado, se atrevió a hablar. "No necesitamos tus comentarios burlones, Douma. Estamos aquí para recuperarnos, no para ser un espectáculo."

El presentador, viendo que la tensión aumentaba, trató de recuperar el control de la situación. "Estamos aquí para informar sobre su estado, no para hacer juicios. Pero, ¿qué pueden decir sobre su tiempo en el hospital y cómo se sienten actualmente?"

Mientras tanto, Douma se quejaba, tratando de calmar el ardor de su entrepierna, su expresión mostrando tanto sorpresa como irritación. "Esto no es un espectáculo, es una investigación. Ustedes no pueden lanzarme objetos y esperar que no reaccione."

Makoto, al ver la reacción de Douma, no pudo evitar reírse. "Quizás deberías pensar dos veces antes de hacer comentarios despectivos sobre nosotros."

Las cámaras comenzaron a captar el caos que se desarrollaba, y la tensión en la sala aumentaba. Los jóvenes, ahora empoderados por su reacción, se sintieron un poco más seguros, aunque aún estaban en una situación incómoda.

Mientras la situación se descontrolaba, sabían que no podían dejar que el mundo los viera como meros objetos de burla. Tenían que demostrar su fortaleza, incluso en las circunstancias más difíciles.



Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top